Partida Rol por web

William Adama se desabotonó la guerrera mientras buscaba en el armario la botella de licor. Se sentó tras el escritorio suspirando de satisfacción mientras tomaba un trago de la ardiente bebida. Por fin la ceremonia había terminado y únicamente quedaba por delante la perspectiva de qué hacer durante su jubilación. Echó un vistazo al barco en miniatura que estaba montando. Ahora tendría el suficiente tiempo como para terminarlo.

La pesada y anticuada rueda de la puerta giró y Lee Adama, vestido con la camiseta y los pantalones reglamentarios pero sin la guerrera, entró en la habitación.

Adama esperó a que Lee llegara. Le había comunicado a "D" a través del coronel Tigh que así lo hiciera. Se preparó un vaso de licor y colocó otro sobre la mesa, por si su hijo quería brindar con él.

Cuando Apolo llegó, Adama se levantó y acudió al bar mientras hablaba.

- Buenas tardes, capitán. - Miraba hacia abajo mientras se servía un poco más del espléndido licor - ¿Quieres un vaso de licor? Siéntate y hablemos un poco.

El primer silencio de Apolo no le sorprendió, tampoco detuvo sus ganas de hablar con él de padre... a hijo.

- Felicidades por el ascenso. Siento haber estado tan ocupado que no haya podido ir. - Bebió un poco más, sin girarse, mirándole de vez en cuando de reojo. - ¿Cómo estas?

No podía dejar de pensar en el funeral. En sus palabras... habían sido duras, muy duras...

Al final, tal y como había imaginado, su padre le mando llamar. No tenía sentido retrasar más la conversación. Así que a pesar de no llevar puesta la chaqueta se dirigió a los aposentos del comandante.

Al entrar le saludó oficialmente. Lo cual no sabía si era buena señal o no.

Señor. Buenas tardes.

Su padre le ofreció un vaso de licor. Pesaba decir que no, pero se lo pensó mejor. Podía ser una buena idea el brindar por el discurso.

Gracias señor. Sí, estaría bien. Aunque sólo un poco.

Luego le felicitó por el ascenso. Suponía que era un tema como cualquier otro para empezar una conversación.

No pasa nada señor. Ya me imaginé que estaría ocupado. Seguramente ahora tenga tiempo de relajarse un poco. Felicidades por el discurso por cierto. Muy...emotivo.

Evitó conscientemente contestar la pregunta. No estaba seguro de cómo estaba. Había pasado una temporada un poco mala últimamente. No le apetecia recordar eso.
Al mirar por la estancia mientras bebia un sorbo vio una foto suya y de Zack. No pudo evitar recordar el fueral de su hermano y lo que se digeron.

Entonces se giró hacia él.

- ¿Por qué no me hablas Lee? Llevas aqui varias horas y no te habías dignado a saludarme siquiera. - Dió un par de pasos hacia su hijo, con miedo - Tus palabras de hace dos años, aún siguen martilleandome la cabeza constantemente. Yo siempre os dí una oportunidad, a Zak y a ti. Sólo quería que hicierais lo que quisierais, él pudo haber elegido, yo nunca le forcé a nada.

Poco a poco, salía a la luz una conversación que había simulado muchas veces en su cabeza. Desde hacía dos años. Quizás debieron de haberlo hablado entonces, pero era todo tan reciente... Su mirada se perdía por encima del hombro de Lee. Su gesto era muy serio.

Lee estaba dando otro trago a su bebida cuando su padre empezó con "la conversación". Sabía que saldría antes o despues, pero el comienzo que hizo no se lo esperaba.
Le costó controlarse un poco para no decir nada de lo que luego pudiera arrepentirse.

Será posible.
Vine a verle nada más aterrizar, pero él estaba demasiado ocupado para hablar porque estaba como siempre dando ordenes y controlandolo todo. Luego despues del discurso casi no me mira y ahora esto.

Pa...Señor. No se si lo recuerda, pero al parecer estaba muy ocupado cuando llegué y no pudo recibirme, primero en el CIC dando ordenes y luego haciendose fotos despues de la ceremonia. Así que no se atr... me diga que no he venido a verle.

Suspiró, más fuerte de lo que pretendia.

En cuanto a lo de Zack. Aquello pasó hace mucho. Él se alistó por tí, digas lo que digas. No le diste la charla que me diste a mi en su momento. Podía haber sido cualquier otra cosa, pero eligió emularte. - Al igual que yo- Fue su decisión. Lo sé. Dejé de culparte hace tiempo.

- No entiendo - dijo Adama contrariado - me culpabas en el funeral. Decías que yo había usado mi puesto para hacer que Zack avanzara más rápido. Que yo había forzado por él, pero Apolo - dió otro paso hacia él - debes saber que es lo mismo que yo hubiese hecho por ti o por cualquier otro que yo creyera que quería y que lo merecía.

Dio un paso más. Se encontraban a un metro escaso el uno del otro. Adama tenía miedo, pero estaba intentando un acercamiento que estaba más próximo de lo que nunca había estado. Sentía a su hijo cerca y eso le reconfortaba. Quizás, incluso puede que le hubiera perdonado y todo.

Su padre tenía razón. En el funeral le había echado en cara todo aquello. Pero como había dicho antes. Había pasado tiempo desde entonces, a la vista de otros problemas que había tenido, con su mujer y todo eso. El enfado con su padre le pareciade niños. Quería creer que había madurado.

Sí, es cierto. Estaba muy dolido en aquel entonces.

Era mi hermano pequeño.

Mi hermano había muerto y necesitaba echarle la culpa a alguién. Para no creer que había sido mía.

No había estado cuando me necesitó. Quizás si me hubiese perocupado más por él le habría podido convercer de que no se alistara. Quizás...quizas todo hubiera sido diferente. O no. No lo sé. Pero sé que no se puede cambiar el pasado.

Su padre estaba cerca de él. No sabía bien qué hacer. Así que le echó otro trago al vaso. Pero este estaba vacio. Se quedó mirando el vaso vacio unos instantes y despues volvió a mirar a su padre.

Eres mi padre. No vas a dejar de serlo por mucho que hagas.

No te odio papá.

Adama miró a su hijo a los ojos.

- Los accidentes pasan, Lee. Él se ganó sus alas como yo lo hice hace mucho tiempo y tú también. Se merecía estar en ese Viper lo mismo que nosotros, pero los accidentes suceden - Dió un último paso hacia su hijo antes de abrazarle. Al sentir su contacto se sintió mejor. En un primer momento Apolo no hizo el amago de devolvérselo y William continuó hablando - Siempre traté de ser un buen padre, pero supongo que no fui lo suficiente. No me culpo por la muerte de Zak y no te dejo que tu te culpes. Él se había ganado sus alas.

Una pequeña lágrima asomaba en sus ojos.

Lee no se sorprendió con el abrazo de su padre. De hecho lo esperaba. Había habido demasiadas cosas entre ellos. Era cuestión de ir quitando barreras.
Le devolvió el abrazo a su padre.

Lo sé papá. Lo sé. Pero aun así lo echo de menos.

Se quedó así unos instantes, era agradable. Le embargó una sensación que descubrió que necesitaba desde hace tiempo. A punto estuvo de llorar pero aguantó.

Cuando se separaron una ligera sonrisa aparecia en su cara.

Creo que nos vendría bien otro trago ¿no crees?

Padre e hijo estaban disfrutando de una nueva ronda de bebidas contentos por fin de haber tirado abajo las barreras que los separaban cuando se escuchó la megafonía de Galáctica:

-Atención, condición 2 en toda la nave. Esto no es un simulacro -informó la tranquila voz del teniente Gaeta.

Instantes después sonó el teléfono del camarote del Comandante. Era Dualla.

-Comandante, se requiere su presencia en el CIC -fue todo cuanto dijo la joven.

- Eso - puso una mano en el hombro de su hijo - Eso es todo, capitán. Puede retirarse. - dijo sonriendo.

Después salió a gran velocidad hacia el CIC. Parecía que las cosas no iban bien. ¿Qué habría pasado con el convoy de reconocimiento? ¿Tendrían ya noticias suyas?

El gesto de Adama era serio.

La alarma rompió el agradable ambiente que habían logrado. Al parecer sucedia algo, aunque Lee no alcanzaba a imaginarse qué podría ser.

Salió junto a su padre y vio como se dirigía al CIC. No estaba seguro de qué pasaba, pero por si acaso se marchó a la sección de los pilotos. Si realmente sucedía algo allí podría ser de utilidad. Se pondría el uniforma de vuelo por si acaso.

Después de regresar de la misión decides ir a adecentarte primero antes de pasar al CIC. Te das una ducha rápida que te sienta a las mil maravillas antes de ir a tu cabina a cambiarte de ropa. Mientras lo haces, en la nave resuena la alarma de salto. La vieja Galáctica empezaba a moverse, pero ¿a dónde?

Abandonas la cantina para despejarte, darte una ducha y no tener que escuchar más tonterías de Starbuck. Mientras te diriges a los vestuarios, que por fortuna están vacíos, y te quitas la ropa para luego abrir el agua caliente, no puedes sino pensar de nuevo en la patrulla. Estaba claro que Apolo la prefería a ella antes que a ti, a pesar de que daba muestras claras de continuas insubordinaciones. Y luego estaba el tema del breve combate. Maldita sea, aquella nave era tu blanco y de nuevo la rubita platino se te había adelantado. Nunca podrías ser la mejor piloto de la flota si tenías que vivir continuamente a la sombra de Starbuck.

Al terminar de ducharte y de regreso a tu taquilla, ves la familiar forma del bote de estimulantes. Ellos te ayudaban a mantenerte activa. Esas pequeñas píldoras podrían ser la diferencia entre superar a esa maldita Starbuck o convertirte en un piloto de relleno más. Y si, como decían, era verdad que había estallado la guerra, las oportunidades no iban a faltar.

Kat nunca había sido alguien que jugara según TODAS las reglas.

Colocó una pastilla en un compartimento disimulado de la bocamanga, y devolvió el bote de estimulantes a la taquilla. Eso nivelaría el terreno de juego en a próxima patrulla, pero lo que había que hacer ahora era buscar un estimulante más natural. En concreto uno que tuviera tres piernas, aunque la de enmedio fuera algo más corta.

Después de terminar de asearte y de colocar a una de tus brillantes amigas escondida en el uniforme, sales al pasillo en busca de más diversión. Crahsdown te parece un tipo atractivo, aunque demasiado serio y es muy probable que pasara de tus indirectas. Apolo estaba descartado. Además seguro que Starbuck se lo tiraba ya. Haces memoria y recuerdas a un mecánico del hangar. Alto, rubio, fornido, buenos músculos. Lo has visto varias veces revisando tu Viper y parecía un tipo bien dotado. Sonriendo, te decantas por este último y te diriges al hangar. Pero en el cruce de pasillos casi eres atropellada por un numeroso grupo de marines armados hasta los dientes que cruzan a la carrera por delante de ti.

Los sentidos de Kat se disparan al ver a los Marines a la carrera. ¿Qué pasa,chicos?, pregunta alarmada.