Partida Rol por web

Sin quitarse el cigarrillo de la boca, se despide de Gustav con una reverencia.

-Muchas gracias por esta oportunidad, príncipe Gustav, señor.

Da unos pasos hacia atrás y se gira, mirando a Abucheador por el rabillo del ojo. Si ve que Abucheador le sigue, se dispondrá a ser el primero que abandone la compañía de Gustav.

Me acerco con las mismas pretensiones a la puerta del Palacio: camino erguida, segura y contorneando las caderas, como si no hubiera otro lugar en el que debería estar más que en el Palacio. Cuando llego a la altura de los guardias los miro y sonrío: Hace una noche encantadora, ¿no les parece?

Cojo su mano y me la dirijo hacia mis labios, y mientras lo hago, con una sonrisa comento- “Es un placer conocerla Katarina “ . Le suelto la mano suavemente y me dirijo hacia los dos:

"Yo soy Alexander Newman, del clan Malkavian y venia a presentarle mis respetos al principe del lugar, es un placer conocerle señor Gustav” digo tranquilamente mientras le hago una sutil reverencia y añado un cortes” espero no haber llegado en mal momento”.

- Joder, joder, joder... - dice Abucheador mientras salís... - ¡Qué pelotas las tuyas macho! Ya verás cuando se lo cuente a la panda... ¿no tenías una idea mejor que preguntarle si podías fumar? - Abucheador se queda en silencio un segundo... te mira, y cuando ya estáis a salvo en el ascensor suelta una sonora carcajada. -¡Hahahahahaha! ¡Eres la hostia Lucer! - te da una palmada en el hombro. - Tienes suerte, parece que le ha gustado tu predisposición hacia Berlín... lo malo es que a lo mejor en el futuro pregunta por ti y se interesa por cómo te va... deberías aprender alemán cuanto antes. -

Katarina te sonríe y se retira un par de pasos mientras Gustav te contempla.

- ¿Qué le trae a Berlín, señor Newman? - pregunta fríamente Gustav. - Es evidente que conoce las tradiciones o ahora no estaría aquí... Cumpla las tradiciones y no me cause problemas. -

- Claro señorita. - te miran de arriba a abajo y se miran entre ellos.

- ¿Qué hace por aquí? - te pregunta uno de ellos.

Vengo a presentarme. Mi nombre es Natasha Adler. Levanto ligeramente la nariz, orgullosa. 

- Ah claro, por supuesto... pase por ahí - el hombre te señala una puerta lateral a unos 50 metros de tu posición.

Cuando llegas ésta se abre y otro guardia te indica que pases.

El hombre te guía por varios pasillos repletos de cuadros... Por el camino ves también algunos pergaminos y joyas expuestos en vitrinas, parece que estáis siguiendo el recorrido turístico que hacen los humanos durante el día. La mayor parte de cuadros y accesorios son del siglo XVIII. Ves incluso alguna armadura casi medieval.

Después de un largo paseo de unos 10 minutos llega ante una puerta doble que da a un ascensor. El hombre abre y te indica que presiones el único botón que hay para descender.

Por último te hace una recomendación: - Es la tercera visita imprevista que tiene hoy. El señor no tiene un buen día, es mejor que no le enfade. -

No se preocupe, no doy problemas. Murmuro, entrando en el ascensor. Que tenga una buena noche. 

Cuando el ascensor para y las puertas se abren,entras en una amplia cámara acorazada.

El lugar tiene poca decoración, ves una mesa de 10x4 metros en el centro de la sala y varias sillas dispuestas en el centor de la sala. Un enorme diorama de Berlín cubre la mesa, y por lo poco que has visto de la ciudad parece bastante detallado.

Cuando entras en la habitación dos hombres vestidos con trajes de seguridad parecidos a los de arriba se precipitan a tapar el diorama con una tela negra. Al otro extremo de la mesa un hombre sentado, robusto, que aparenta cerca de los 40, con el pelo y ojos de un tono gris acerado conversa con un muchacho y una mujer.

El muchacho y la mujer permanecen de pie a ambos lados del tipo sentado.

La mujer es morena, de cuerpo esbelto y poco desarrollado. Su rostro es vulgar (pero excelentemente bien maquillada) y viste un traje de calle hecho a medida.

El hombre no es más que un muchacho 19 años con el pelo castaño claro, ojos azules, y el físico de un hombre sometido a un riguroso entrenamiento básico. Viste de negro. Lleva un bloc de dibujo y un carboncillo.

El tipo sentado se corresponde con la descripción que tienes de Gustav. Sus rasgos brutales no revelan nada absolutamente amistoso.

Los tres te miran  con una mezcla de curiosidad y algo que no sabrías definir... Parecen expectantes.

-Ya, ya lo sé. ¿Y qué pasa? ¡Lo necesitaba! Además, en todas las pelis bélicas que he visto de nazis salen con un cigarro en la boca.

Luther desvía sus ojos hacia arriba, como pensando.

-¿Entonces crees que le he caído bien? Oye, quién sabe, a lo mejor, con el tiempo podemos hacernos amiguitos. ¿Tú que opinas? ¡Jaaaajajajajaja!-

Casi se le cae el cigarro con el ataque de risa. Lo apura rápidamente y tira la colilla en una papelera, visiblemente más calmado.

-Tienes razón, tengo que aprender alemán cuanto antes. Me vais a tener que enseñar. ¿Vamos a por el otro Príncipe?

-"No es mi intención causarle problemas Señor Gustav.... soy conocedor de las tradiciones y haré lo posible por cumplirlas y por que se cumplan" Le digo tranquilamente "de hecho, es uno de los motivos de mi llegada a Berlín" dice con tono enigmático.

Vuelvo a leerle el aura despues de decirle lo ultimo,quiero ver la evolucion que va teniendo para tratar con en de una manera o otra

- Venga va, yo pago el taxi. - te dice Abucheador. Pega un silbido y uno de los millones de taxis que pasan por esa zona de la ciudad a esas horas para y os recoge... 

Abucheador dice unas palabras en alemán y os ponéis en camino.

A medida que hablas puedes observar claramente el aura de Gustav... va variando de un tono verde claro hasta un tono azul oscuro, ambas tonalidades pálidas, lo que te da a indicar que es un vampiro que está entre desconfiado y suspicaz.

El conocido como el "Puño de Hierro" se levanta lentamente de su silla y apoya sus manos en la mesa: 

- ¿Le han enviado a mi ciudad, señor Newman? -

Buenas noches, murmuro inclinando la cabeza. Mi nombre es Natasha Adler, del clan Toreador. He venido a la ciudad por cuestión de negocios y quería pedirle permiso para residir en esta mientras estos asuntos se... resuelven.

Gustav se levanta lentamente mientras apoya sus manos en la mesa. Te observa de forma meticulosa unos instantes, sus ojos te recorren de arriba a abajo y finalmente una especie de sonrisa cubre su cara y comienza a hablar: - Me alegra de que haya gente que por fin comprenda la verdad. Berlín fue y es el cerebro de Alemania, y el futuro está aquí. Fui yo quien construyó esta metrópolis a partir de una casucha perdida en los bosques; fui yo quien construyó esta ciudad gracias a mi planificación y a mi cuidadosa manipulación del ganado... de hecho, YO soy Berlín. - hace una pausa de un par de segundos y finaliza su discurso: - Natasha Adler, tiene mi permiso para permanecer aquí. Espero que sus negocios ayuden a Berlín a prosperar. -

Parece que da por finalizada la conversación cuando de repente se gira porque parece haber recordado algo: - ¿De qué parte de Alemania es usted, señorita Adler? -

Asiento levemente mientras sonrío. Muchas gracias. ¿Debería saber algo de la ciudad?

Nací en Frankfurt, príncipe Gustav. Pero hace mucho tiempo de aquello. 

- Ah... Frankfurt... una ciudad muy bella también. Debí haberlo deducido por su acento. - dice Gustav complacido.

Luego vuelve a mirarte a los ojos y te dice: - Mientras cumpla las tradiciones y me sea fiel puede andar libremente por Berlín. El único lugar vedado es Grünewald... pero para la seguridad de todos los vástagos. Le recomiendo que no se acerque ahí. -

-"Antes de contestarle, tengo curiosidad.¿Cree usted que hay motivos para que me hayan enviado?"Hago una pequeña pausa y continuo diciendo." Quiero saber su sincera opinion sobre el ello, por que si usted cree que me ha enviado alguien,algo tendra que ocurrir en la ciudad".

Vuelvo a leerle el aura para ver como reacciona.

Disculpe mi insolencia, pero... ¿a qué se debe? Entorno los ojos y le observo. Realmente, frente a frente, no me parece tan aterrador. Aunque, claro está, los conejos son terriblemente bonitos. Y dan saltitos.