Partida Rol por web

Anocheció finalmente en Madrid, tras un día ajetreado y caluroso como no habían sido en varias semanas. Dejó de llover y una especie de calima, procedente de África, cubrió la meseta central. Las buenas gentes de la ciudad durmieron y las criaturas de la noche despertaron. El ocaso había llevado una extraña calma y quietud a Madrid; extrañas y siniestras, como el ojo que precede a la tempestad. Muchas de aquellas criaturas, caminantes nocturnos y seres de leyenda, habían desaparecido de sus calles, pero... ¿dónde estaban? aquélla era la gran pregunta...

John se levantó bastante antes que Lola y Victoria. Cuando se asomó a la habitación que les había prestado, las vio a ambas, profundamente dormidas, en la cama. Lola, con los brazos alrededor de Victoria en tono protector, no respiraba; pero el pecho de la niña sí subía y bajaba suavemente. John echó un vistazo cuidadoso a la calle: ya no había rastro de luz alguna, era noche cerrada. De pronto, su teléfono móvil, olvidado en el bolsillo de los pantalones del día anterior, comenzó a vibrar y el hombre pudo escuchar su vibración. 

Isaac durmió todo el día sin despertarse ni un segundo. Algún sueño inquieto perturbó su sueño, pero nada que no le permitiera descansar. Cuál no fue su sorpresa cuando, al despertarse, fue hacia la cocina de forma automática, porque en realidad ya no necesitaba hacer nada allí y se encontró a Lucy, sentada en la mesa, bebiendo de un café que se acababa de preparar. El olor a café recién hecho le embargó el olfato al hombre y, antes de que pudiese decir nada, ella habló:

-Te creo.

Dijo sin más. Luego bebió un sorbo. Después otro. Lentamente, esperando a ver si sus ideas se ordenaban. Lo miraba fijamente durante todo ese tiempo. Entonces volvió a hablar:

-Te creo y quiero ayudarte. No quiero que te apartes, no quiero dejar de saber nada sobre ti. Seré tus ojos y tus oídos en la empresa. Seré tu persona de confianza. Seré... no sé muy bien qué más puedo ser. He dicho que estoy enferma y me he quedado aquí, llevo todo el día buscando información... en Internet se encuentran muchas cosas ¿sabes? 

Dudó, temerosa. Parecía que se callaba algo, pero Isaac no lo tenía del todo claro. Lucy bajó la cabeza.

-¿Hay algo más que pueda hacer por ti? -cambió de tema.

Verónica, Rafa y Patrick se levantaron aquella noche con la sensación de haber descansado plenamente. Al despertar, una bolsa de plasma los estaba esperando a cada uno en su habitación*. Había mucho ajetreo por los pasillos, como podían comprobar, cada uno desde su respectiva habitación. Algo sucedía, aunque no tenían mucha idea de qué. 

Isaac poco a poco fue recordando los últimos instantes antes de caer desvanecido. Según su mente se aclaraba recordó haberle contado la verdad a Lucy, había dejado su vida en sus manos. Pero no se arrepentía, una vez más Lucy había asombrado a Isaac y allí estaba, como siempre, a su lado dispuesta a compartir su carga. No era justo para Lucy pero Isaac estaba infinitamente agradecido de tenerla ahí a su lado. Ella iba a ser su ancla con la realidad, un vínculo con su vida pasada.

Lentamente se aproximó a ella, calibrando su temor. Tenía que tranquilizarla. Tenía que hacerle ver que podía confiar en él. Suavemente le dió un beso en la frente.

- Gracias Lucy, no sabes lo que esto significa para mi. Apenas llevo un día en este estado y el mundo ha cambiado radicalmente. Te necesito para no perder el norte.

La noche apenas había empezado y la oscuridad se podía entrever a través del vidrio polarizado. Si Lucy había estado todo el día en casa debía estar cansada, no podía abusar de ella.

- ¿Has dormido algo? Necesito que me hagas un pequeño resumen de lo que hayas podido encontrar en Internet, pero luego debes descansar. Puedes dormir aquí mismo o si quieres te llevo luego a casa, pero yo tengo que salir. Mañana debes reincorporarte a tu puesto de trabajo y necesito acceso a la agenda de Francisco, así como saber sus datos personales, donde vive y donde está por las noches. Pero se discreta, no te expongas.

Patrick se fijó en aquella bolsa, llena según parecía de sangre; extrañamente, algo le impulsaba a consumir su contenido que incluso le abría el apetito. No obstante decidió contenerse, aún no terminaba de asimilar todo aquello, mucho menos de comprenderlo. ¿Qué sería de su vida desde ese momento? ¿Volvería a ver a sus amigos? ¿Que grado de libertad le permitirían aquellas personas? Las preguntas se agolpaban en su cabeza.
Tras ducharse y vestirse tomó la bolsa y se la guardó en uno de los bolsillos de su chaqueta, antes de salir al pasillo.

Tras un merecido descanso John recupera todas su energías, la primera noche había sido muy movida,m quizás más de lo debido, afortunadamente todo había salido muy bien. Tras revisar todo siente su telefono vibrar, lo saca de su bolsillo y contesta. Aló...

-John -la voz de Azara es inconfundible- hace rato que Lola debería haberme llamado y no me coge su teléfono ¿estás con ella por algún casual? ¿Victoria está ahí?

- Claro -respondió Lucy, sonriendo al ver los esfuerzos de Isaac por no ponerla nerviosa- no te preocupes, podré hacerlo... respecto a lo que encontré... ehm... bueno -pareció dudar- la mayoría eran leyendas...

Tras escuchar la voz de Azara John se tranquiliza, me retiro a un lugar donde no me escuche y respondo, Si ella esta conmigo, esta muy cansada y bueno aun no despierta, Como puedo ayudarte?

- Eso pensaba yo también antes, leyendas. - Isaac miraba a Lucy como si la viera por primera vez. Por un momento la vio frágil, vulnerable. Al instante la miro de otra manera. No era frágil ni vulnerable. Había descubierto de pronto un mundo que unos instantes atrás ni siquiera sospechaba que pudiera existir, y había sido capaz de asimilarlo. Sentía orgullo y admiración por ella. Si él mismo hubiera sido de otro modo quizás la historia sería distinta.

- Creo que aquí estás segura, pero por otra parte quizás deberías ir a casa a dormir. Lo que quieras. Tienes la casa completamente a tu disposición. Yo debo salir. Tengo que ir a un lugar al que aún no puedes acompañarme. Hay preguntas que hacer y espero respuestas que aquí no voy a encontrar. Descansa.

El atardecer hacía tiempo que había concluido y la noche estaba ya cerrada.

Lucy asintió con la cabeza, pero no dijo nada. Sin embargo, cuando Isaac mencionó el lugar al que tenía que ir, entornó los ojos por unas décimas de segundo, como si aquello no le resultara nuevo. Luego suspiró, cuando el hombre dijo que se marchaba ya y lo miró sin quitar aquella sonrisa nerviosa de su rostro, que en aquel momento era una mezcla de emociones. 

Mientras Isaac se ponía la chaqueta, más por costumbre que porque realmente sintiese frío, vio por el rabillo del ojo que Lucy se frotaba las manos. Ahora, con sus sentidos agudizados, no necesitaba mirarla directamente para darse cuenta de las cosas, casi hasta podía oler el nerviosismo de la mujer. Vio cómo ella hacía ademán de hablar pero luego se contenía, quedando callada de nuevo. Era como si supiera algo más. Como si quisiese decírselo, pero tuviera miedo, o no supiera cómo.

-Bien, me alegro -la voz de Azara es dura, pero percibes claro alivio en ella al escuchar que están bien-, se suponía que tenía que encontrar un lugar seguro para la niña humana y llamarme cuanto antes, pero no lo ha hecho, estaba preocupada. Intenta despertarla, tenéis que venir. Ahora mismo el Elíseo no es el mejor lugar para Victoria pero de momento, mientras los Sabbat sigan tras su pista, sí es el más seguro. Trataremos de intentar que no se dé cuenta de mucho, pero tenemos que protegerla. Así que despiértalas y venid cuanto antes. Ten cuidado por el camino, estate alerta ¿de acuerdo?

Isaac ya tenía la chaqueta puesta y había cogido las llaves del coche, pero visto el nerviosismo que emanaba Lucy, no podía dejarla así.

Se volvió y se sentó delante de ella. Mantenía cierta distancia para darle comodidad y espacio vital a Lucy, no quería que se sintiera presionada. La miró a los ojos intentando relajar la mirada y distendir los músculos. Todo su cuerpo intentaba dar la sensación de relajación, comodidad... tenía que tranquilizar a Lucy.

- Lucy, pregúntame lo que quieras o cuéntame lo que consideres, no te calles nada. - Isaac incluso sonrió a su compañera - Se que me ves distinto, pero también soy el Isaac de siempre. Confía en mi.

-Eso lo sé -sonrió ella; pareció que se relajaba un poquito, al fin; se lo pensó un poco y entonces se lanzó; cuando sus palabras comenzaron a fluir de sus labios, ya no pudo parar-; verás, buscando por internet parece ser que me acerqué a algo y desperté alguna alerta. Enseguida el ordenador empezó a hacer cosas raras y, de pronto, la pantalla parpadeó y cambió; apareció una ventana de chat con un interfaz que no reconocí... y mira que conozco muchos... y alguien comenzó a hablarme. No pude evitar hacerle caso, estaba siendo todo demasiado extraño como para ignorarlo. Me dijo que se llamaba Yamir y que era... era... ¿cómo dijo? Como el de las profecías... ese que se llamaba... ¡ah sí! Dijo que era un nosferatu o algo así. Escribía muy rápido, más que yo. Yamir me empezó a contar cosas. Me dijo lo mismo que me habías dicho tú y que tienes un lugar seguro... como los campos franceses... ¡el Elíseo! -a medida que iba haciendo memoria con los nombres que le habían contado, a Lucy se le iban ocurriendo nuevas cosas- y dijo muchos otros nombres que no recuerdo, pero dijo algo sobre una guerra milenaria y Madrid como el campo de batalla. Luego mencionó a una tal Linda y dijo que, si no despertabas pronto y te ibas por tu propio pie al Elíseo, que te dijera yo que fueras. Al parecer hoy va a pasar allí algo importante. Isaac, ¿es ese el lugar al que vas a ir?

Tras escuchar lo que azara tiene para decir John contesta, de inmediato, ya la pongo al corriente y salimos para allá...

Una vez que cuelga la llamada se dirige nuevamente hacia la habitación donde están Lola y la niña. Desde la esquina de la cama empieza a tocarle los pies a Lola dando pequeños toques para que esta reaccione, John puede notar que esta mujer necesitaba realmente descanso pues no sintió la conversación con Azara.

Una vez que Lola reacciona le dice, hace un momento me llamo Azara, nos necesitan a los tres en el Elíseo, debemos irnos...

- Sí, ahí es donde debo ir. Además tengo que asegurarme que a partir de ahora todo mi nuevo mundo sepa quien eres y te proteja como yo lo haría llegado el momento. Tranquila. Gracias por ayudarme, si llama alguien más o recibes alguna comunicación hazmelo saber, ya conoces mi movil.

Si Lucy no quiere nada más, Isaac se marcha al Elíseo.

Miró la bolsa de plasma y no pudo evitar hacer una mueca de disgusto. Era evidente que en algún momento tendría que aceptar lo que era y alimentarse, pero de momento no sentía hambre ni sed y dejó la bolsa en su lugar. Salió de su habitación y se dirigió a las dos en las que había visto entrar a Verónica y a Patrick.

- Buenas noches compañeros. ¿Habéis descansado bien? ¿qué os parece si vamos a dar una vuelta y nos enteramos si podemos hacer algo?

Lola despertó al primer toque de John. Puso mala cara cuando éste le dijo que Victoria también debería ir al Elíseo, pero entendía que era lo más seguro para ella en aquellos momentos, aunque no fuera lo mejor. Intentó explicárselo como si se tratase de un juego y le dijo que en el colegio le habían dado una semana de vacaciones. por suerte, Victoria, aunque tenía noción de los días de la semana, aún no tenía muy claro lo de los días del mes en que se pueden tener vacaciones y, a pesar de ser otoño, Lola no tardó en convencerla de que las vacaciones de navidad acababan de comenzar. 

Aseó, dio de desayunar y vistió a la niña rápidamente y, cuando los tres estuvieron listos, marcharon hacia el Elíseo, a toda prisa.