Partida Rol por web

La luz os deja ver un escenario poco halagador. Estáis en medio de una casa en ruinas. Quizás hace algún tiempo albergara una familia suburbial feliz, alegre. Quizás una pareja de pequeños y un matrimonio feliz. Pero ahora sólo era una casa abandonada, de las que no pocas veces se decían embrujadas y a las que nadie solía pisar, salvo los adolescentes hormonales tratando de probar su valor.

Las paredes, antaño tapizadas, estaban peladas y sucias, con grandes manchas oscuras. El papel tapiz que restaba se había curvado y caído, volviéndose de un color opaco y funesto, como los pétalos de una flor marchita. La madera tiene toda suerte de gritas y dobleces, y el olor es el del cadáver en descomposición de un edificio de madera, hierro y yeso, para el que los años no han sido nada bondadosos.

Y el sol que os baña, el sol viene de arriba. Esta casa, que debía haber sido de dos plantas, tiene dos enormes agujeros. Uno entre la planta baja y la primera planta, un agujero enorme en donde la madera acaba, como huesos rotos, y deja ver todo hacia arriba. Un agujero grande que os deja ver las puertas del piso de arriba, y apenas si otorga un espacio para caminar frente a ellas, demasiado cerca al borde y a una caída rápida. Y un segundo agujero en el techo, grande y enorme, cuyas vigas oscuras fragmentadas se ven, como los dedos delgados de una mano esquelética que se ha rendido en su tarea de traer oscuridad a las ruinas del inmueble. Por ese último agujero, entra la luz de un sol grande, amarillo y brillante, que parece haberse escapado de los grandes nubarrones sólo para ese momento.

Junto a uno de los espacios del piso de arriba, allí hay un Kithain. Delgado y de piel grisácea, con una chaqueta negra y unos vaqueros sucios y raídos. Con los ojos amarillos, con cabello rojo fuego y una gorra de un color similar, aunque más brillante. Con dos hileras de dientes filosos y una expresión de amenaza en su rostro. Una redcap, que os observa con cierta amenaza desde la planta de arriba.

-¿Quién os ha mandado? Veo que venís a quitarme a mi hija. Venís... por Alice- dice ladrando, con recriminación y amargura. Sus encías parecen tan rojas como su gorra. Y si habíais de creer sobre lo que se decía de los Redcaps, aquello no era un detalle gratuito. -Dejadme adivinar. Lady soy-una-ladrona-de-niños, ¿verdad? Habéis torturado a Cnag hasta que ha cantado como un canario. Ja- dice escupiendo hacia el suelo con desprecio.

Puedes ver una pequeña llamarada atravesar la puerta de la planta de arriba, casi al frente de vosotros. Una llamarada que asumes es del fuego fatuo y que probablemente os indique de la ubicación de la pequeña Alice.

Las puertas de la planta superior están cerradas. No ves mucho más pero sabiendo el estado de la casa, tienes la impresión de que aquello tiene una razón de ser.

Las puertas de la planta superior están cerradas. No ves mucho más pero sabiendo el estado de la casa, tienes la impresión de que aquello tiene una razón de ser.

Puedes ver una pequeña llamarada atravesar la puerta de la planta de arriba, casi al frente de vosotros. Una llamarada que reconoces como la del fuego fatuo y que probablemente os indique de la ubicación de la pequeña Alice. Sin embargo, tus sentidos te indican que hay movimiento en la planta baja, aunque no sabes muy bien de dónde. Podría ser un ratón o algún bicho, pero también podría ser que no estéis solos allí abajo.

Puedes ver una pequeña llamarada atravesar la puerta de la planta de arriba, casi al frente de vosotros. Una llamarada que asumes es del fuego fatuo y que probablemente os indique de la ubicación de la pequeña Alice.

Los ojos de Kyran se detuvieron en primer lugar en la kithain de la que provenía la voz. Frunció el ceño con extrañeza por sus palabras. Después su mirada recorrió el lugar, pero terminó centrándose en ella de regreso. 

—¿Cómo que tu hija? —preguntó, mirando hacia sus compañeros también—. ¿Qué quieres decir? 

Había comprendido bien lo que la mujer insinuaba, pero si la cosa se complicaba como parecía que se iba a complicar al menos el sátiro iba a necesitar una explicación más completa. Hizo memoria mientras esperaba respuesta. Lady Bán había hablado de los padres de Alice... ¿verdad? Padres que, por cómo hablaba, deberían ser mortales del mundo otoñal. Cruzó los brazos por delante del pecho y clavó la mirada inquisitiva en la redcap.

Llegamos a una casa que antaño debió ser bonita y no puedo parar de fijarme en cada mancha de las paredes de forma ligeramente distraída. Mis ojos se pasean por la parte alta del edificio y esbozo una pequeña sonrisa, aquel lugar no daba miedo. De donde veníamos tampoco, pero el Ensueño hasta ahora le había parecido algo decepcionante y la visita corta.

Mis ojos entonces topan con el Kithain que nos hablaba, por lo que lo principal es siempre presentarse.

^{_{-Buenos días, me llamo Leonore}}- hago una pequeña reverencia. ^{_{–Venimos buscando a Alice, sí. ¿Es su hija? ¿Y por qué se la llevó sin decir nada? No creo que Lady Ban robe nada, es muy amable en realidad, seguro que si hubiera pedido permiso se podría haber llevado a su hija-}} más desde que sé que me dejará husmear en su biblioteca. ^{_{–No sé quién es Cnag, ¿canta bien?}}- añado, pues no sé si había oído nunca el canto de un canario como para comparar los cantos de ese tal Cnag. Quizás Cnag era un canario gigante, o era una quimera que cantaba como un canario.

Luego miro alrededor, con cierta inquietud y quizás buscando las escaleras por las que había subido el kithain.

El kithain que los recibe desde las alturas desprende un tufo tan podrido como el que emana de cada rincón de la casa. En este caso, no era algo literal (o al menos no lo había comprobado aún), pero el redcap era un distintivo inexorable de problemas. Claro que... quizá después de la crisis del basilisco, no se les pueda presentar nada peor... ¿no?

La percepción por el rabillo del ojo del fuego fatuo y la ubicación del redcap, le decía que Alice estaba en una de aquellas habitaciones y que el individuo ejercía de bravo custodio. 

Kyran y Leonore se adelantan, iniciando  un interrogatorio. Realmente a Neakail le daba igual en ese momento si estaba diciendo la verdad y tenía una razón realmente de peso para haber hurtado una niña. Le traía al pairo, sudaba la polla, importaba tres cojones y toda retahíla genital posible que haga alusión a "no importar". Él, simple y llanamente, se iba a llevar a la niña. Por las buenas o por las malas. 

- No hemos torturado a nadie. Pero ya que estamos aquí, explícanos de que va eso de "ladrona de niños" también. - dijo, pues las otras preguntas estaban ya formuladas. 

Igualmente no pensaba que las palabras sirvieran con un redcap, tampoco sabían realmente si esta o no sola. Trato de buscar con el rabillo del ojo la forma en que había subido arriba, mientras barajaba  una opción de acción rápida en el poco tiempo del que disponían para ello, antes de de fuera demasiado tarde. 

Al empezar a ver el sitio donde estábamos, bueno... Compadecí un poco a quien viviese allí. Una compasión de verdad, genuina, de esa que te da ganas de meterte con el mendigo torpe y tonto de la esquina, pero en plan bien. Y quizá luego robar algo para él.

Miré hacia arriba, a las puertas, y luego a las vigas. Vaya lugar, en serio. Estaría bien para un juego de terror, o para asustar a algún adolescente de esos un poco cabrones que merecen un escarmiento.

Sin embargo, no tardé en mirar a la redcap, y ya no separé mis ojos de ella desde el momento en que empezó a hablar. Oí las respuestas de los demás, y con las que más identificado me sentí fue con las del sátiro. Ese era el espíritu, preguntarle, ganar tiempo... Era lo mismo que había que hacer si un policía que ni sabías que estaba ahí te pillaba con un paquete de chicles que no era tuyo. O una a cartera que no era tuya. O un dron... Bueno, lo que fuese. Aunque esta vez, salir por patas no iba a valer.

—Qué va, no hemos torturado a nadie —aseguré, bajando la mano tras el saludo de unos segundos atrás. Después de eso me quedé pensativo. Cnag, Cnag, Cnag... Al final relajé mi postura, como si todo fuese bien—. De hecho es Cnag el que nos ha mandado aquí —enuncié en ese momento—. Vaya tío, ¿eh?

Todo parece indicar que aquello que ha dicho la Redcap es como son las cosas son. Hay convicción y firmeza en sus palabras, y la impresión que tienes es que reflejan la realidad, extraña como parece. Pero al mismo tiempo, es una Redcap y nadie con una pulgada de frente confiaría ciegamente en Kithain así.

Aquella mujer no te suena de nada, ni su nombre sabes todavía. Sin embargo, es una Redcap, un linaje Kithain caracterizado por su violencia. No muchos se atreverían a confiar en uno, y aún menos a asociarse con alguno de ellos sin una muy buena razón de fondo.

-¿Qué quiero decir?- responde con una sonrisa socarrona en el rostro. -Verás sátiro, cuando un hombre y una mujer se aman mucho... ¿Tengo que explicarte más?- dice, visiblemente impaciente. Pero su rostro demuestra sorpresa cuando Errol menciona lo de Cnag. Sus ojos amarillos se abren mirándolo fijamente. -¿Con que eso ha hecho eh? No se puede confiar en nadie en estos días. Vaya, peor para él- dice frunciendo el ceño y escuchando el resto de comentarios.

-Sois algo lentos ¿eh? Pero al parecer si venís de parte de Ban-ban la ladrona de niños.- se cruza de brazos. -Alice es mi hija. Al tener sangre de Kithain, vuestra amadísima baronesa decidió que tenía altas probabilidades de tener su Crisálida y que no valía la pena dejar a un Changeling a cargo de... una redcap- dice mientras os muestra todos sus dientes, una hilera amarillenta de filosos y pequeños triángulos, y luego escupe en el suelo en señal de desprecio. -Así que ella, fiel al estilo fascista de las cortes, me quitó a Alice e hizo que me detuvieran una temporada. Pues ya véis, si pensó que me mantendría alejada de Alice, se equivocó. Yo sólo he ido por lo que es mío y ahora planeo irme muy lejos de las garras de Ban-ban- dice mientras os mira fijamente.

-Y nadie va a detenerme. Si os ponéis en medio, os pasaré por encima. ¿Estamos? Alice me pertenece y no voy a dejar que ninguna orejas-largas con ínfulas de santa me la venga a quitar por sus juegos políticos. Si vais a evitar que me vaya con mi hija, decídmelo ahora y resolveremos esto a la vieja usanza- dice mientras se sube las mangas de su chupa negra, revelando unos largos y esqueléticos brazos, y unos nudillos pelados y enrojecidos.

No me creía lo que decía aquella señora sobre Alice y Lady Ban. Lady Ban no robaría nunca un niño, además hasta donde tenía entendido era muy amiga de Neakail y de Orsi. Si Lady Ban era amiga de Neakail y de Orsi no podía ser mala persona, porque ellos eran amigos míos y no eran malas personas.

^{_{-Yo creo que ha habido un malentendido y todo esto se puede hablar. Nadie quiere parar nada, pero si nos acompaña señora, pues podemos hablar todos y aclarar este malentendido-}} explico a la señora, porque todo debía tratarse de un malentendido. No sabía de qué vieja usanza hablaba aquella mujer, ya que en la antigüedad había muchas formas de resolver los conflictos. Algunas de ellas tan disparatadas que nunca llegarías a ellas por un pensamiento lógico.

¿Tiene esta mujer un pensamiento lógico o solo ha sido una forma de hablar lo de la vieja usanza?

Luego caí en una cosa.

^{_{-¿Tiene un espejo de imaginaciones? ¿Lo puedo ver, si no es mucha molestia?}}- pregunto cayendo en los diferentes dragones que habían visto los niños llevarse a Alice.

La redcap le dio su explicación con tintes de desprecio y él estuvo muy tentado a desafiarla a bajar abajo, para enzarzarse entonces en una pelea mientras el resto, si eran listos, irían a por Alice. Aun no descartaba ese plan con K de kamikaze como último recurso, pero antes de eso, intentó una vía menos sanguinolenta.

Hizo un sobre esfuerzo por ser un poco diplomático. ¿No? 

- Mira ¿cómo te llamas? Yo soy Neakail y puedo entender que estés cabreada como una mona. Es tu hija y la quieres, es comprensible. ¿Pero crees realmente que huir con ella por las malas es la mejor idea? Todo este asunto os va a perseguir y la propia Alice estará en peligro. ¿Es lo que quieres para ella? Se está armando un buen jaleo por su desaparición, no somos los únicos que están buscándola. ¿Vas a pelearte con decenas de Kithain? ¿no crees que la pequeña va a sufrir?

Cuando la redcap me miró le sostuve la mirada con naturalidad, como si yo no hubiera dicho nada raro. Y asentí al oír eso de que uno no podía fiarse de nadie. Había excepciones, claro, pero no iba a empezar a enumerarlas llevándole la contraria a la tarada esa.

Bueno, la parte buena era que parecía tener ganas de hablar, como uno de los malos de películas que necesita revelar por qué no es tan malo, o contar todo su plan maestro, o... Bueno, vale, no parecía que esta tía tuviera ningún tipo de plan maestro. De hecho no parecía ni que tuviera un plan más allá de pirarse y esconderse, lo cual no era tampoco una mala forma de actuar teniendo en cuenta su situación.

Normalmente me habría dado igual toda la mierda que pudiera contarnos. Sin embargo, hubo algo que sí me tocó un poco la fibra: la parte en que decía que la habían detenido por culpa de Lady Ban. Eso sí era una canallada. Y en la tele nunca salía bien: Prison Break, el Conde de Montecristo, el Equipo A, el Hombre de la Máscara de Hierro... ¿Es que la gente no aprendía? Si uno quería hacer algo así, no había que encarcelar, había que matar. Quizá la Ban-ronesa no fuera tan lista, después de todo.

Cuando la tía acabó de hablar miré un instante a Neakail. La verdad es que no tenía claro hasta qué punto el contrato que habíamos firmado nos obligaba a re-secuestrar ahora a esta niña, si de verdad estaba con su madre. ¿Contaba como niña del Feudo de Goldtree? ¿Aún teníamos que cumplirlo, si ya no estábamos allí? ¿Hasta qué punto quería meterme en líos por contentar a la Ban-ronesa? ¿Hasta qué punto quería dejar escapar a la niña, por no tener problemas con su madre?

La verdad es que la amenaza de la redcap sí ponía las cosas más fáciles, al menos si llegara a cumplirla. Dejé hablar a Neakail antes, seguro de que la cagaría... Pero el cabrón supo ser un buen mediador. Joder, por una vez que estaba bien que la cagase, y el tío lo clavaba. Suspiré. Iba a tener que hacer algo para arreglarlo.

Puse mi mejor cara al hablar a la supuesta madre.

—A ver, yo no quiero movidas ni contigo, ni con Ban-Ban —le dije antes de encogerme de hombros—. Yo sólo he venido aquí porque me han mandado, y tampoco puedo decir dónde estará mejor Alice. Pero es verdad lo que dice él: si te piras te van a encontrar. Nosotros hemos llegado hasta aquí y no somos gran cosa —enuncié con exagerada humildad—, imagina los profesionales.

Entonces miré a Neakail.

—¿Qué hacemos, jefe? Tú mandas.

Cuando la redcap me miró le sostuve la mirada con naturalidad, como si yo no hubiera dicho nada raro. Y asentí al oír eso de que uno no podía fiarse de nadie. Había excepciones, claro, pero no iba a empezar a enumerarlas llevándole la contraria a la tarada esa.

Bueno, la parte buena era que parecía tener ganas de hablar, como uno de los malos de películas que necesita revelar por qué no es tan malo, o contar todo su plan maestro, o... Bueno, vale, no parecía que esta tía tuviera ningún tipo de plan maestro. De hecho no parecía ni que tuviera un plan más allá de pirarse y esconderse, lo cual no era tampoco una mala forma de actuar teniendo en cuenta su situación.

Normalmente me habría dado igual toda la mierda que pudiera contarnos. Sin embargo, hubo algo que sí me tocó un poco la fibra: la parte en que decía que la habían detenido por culpa de Lady Ban. Eso sí era una canallada. Y en la tele nunca salía bien: Prison Break, el Conde de Montecristo, el Equipo A, el Hombre de la Máscara de Hierro... ¿Es que la gente no aprendía? Si uno quería hacer algo así, no había que encarcelar, había que matar. Quizá la Ban-ronesa no fuera tan lista, después de todo.

Cuando la tía acabó de hablar miré un instante a Neakail. La verdad es que no tenía claro hasta qué punto el contrato que habíamos firmado nos obligaba a re-secuestrar ahora a esta niña, si de verdad estaba con su madre. ¿Contaba como niña del Feudo de Goldtree? ¿Aún teníamos que cumplirlo, si ya no estábamos allí? ¿Hasta qué punto quería meterme en líos por contentar a la Ban-ronesa? ¿Hasta qué punto quería dejar escapar a la niña, por no tener problemas con su madre?

Puse mi mejor cara al hablar a la supuesta madre.

—A ver, yo no quiero movidas ni contigo, ni con Ban-Ban —le dije antes de encogerme de hombros—. Yo sólo he venido aquí porque me han mandado, y tampoco puedo decir dónde estará mejor Alice. Pero es verdad lo que dice él: si te piras te van a encontrar. Nosotros hemos llegado hasta aquí y no somos gran cosa —enuncié con exagerada humildad—, imagina los profesionales.

Entonces miré a Neakail.

—¿Qué hacemos, jefe? Tú mandas.