Partida Rol por web

Despiertas en la celda en la que caiste muerto nada más llegar. En ella apenas hay nada, son claramente remanentes de los calabozos del antiguo fuerte, un jergon tallado en la piedra y una mesa con una silla. Nada más.

Una nota en el suelo, al parecer alguien la ha pasado por debajo de la puerta.

Cita:

Escueta pero eficaz.

Clayton se incorporó del suelo de su celda. Miró alrededor hasta que recordó dónde se encontraba. Se puso en pie y se sacudió el polvo del traje, antes de alisarlo con las manos y procurar que todo le quedara impecable. No lo consiguió... del todo, pero no tenía herramientas para más. Ni siquiera tenía a mano su ropa. Debía de conseguir pronto un refugio y comenzar a adquirir ropa nueva... más acorde a su trabajo.

Recogió la nota, la leyó con calma y miró hacia la puerta. Inspiró hondo, aunque no le hacía falta y salió.

Una vez en el pasillo, escuchó movimiento en las celdas de alrededor y esperó un momento. Suponía que sus compañeros de la noche anterior saldrían en breve, y prefería llegar a la reunión acompañado.

Lo primero que hizo cuando se despertó fue echar mano a los cigarrillos, pero nada asaltó sus sentidos en aquel momento: sólo el olor de humedad vieja, y de sus ropas, y del papel bajo el suelo, todavía caliente por el toque de alguien. Caliente robado o ajeno. Así en cuenta, se sentó en la cama en calzoncillos como estaba y echó mano de las ropas. Una vez se vistió de nuevo, y echando en falta la posibilidad de darse una ducha (o qué demonios, sólo echarse desodorante por encima como si fuera un cerdo) recogió la nota.

"...pues muy bien"

Normalmente hubiera dedicado unos minutos a su recogimiento personal con él mismo, pero desde que estaba muerto se había convertido sus despertares eran de cero a coma, sin nada como ese pequeño periodo que el cuerpo te demanda para bostezar, pestañear y maldecir su estampa. Abrió la puerta...

...y el Ventrue ya estaba ahí. Dudaba que se hubiera despertado mucho más rápido que él, así que debía hacer hecho algo especial. O es que sabía vestirse de traje completo muy rápido.

-Hey. Buenas noches, Clayton. ¿También le han dado aviso, no?

Antuán parecía igual de mosca que ayer, pero su tono no despertaba especial antipatía por el Ventrue, y al menos era un hombre civilizado que trataba con el apellido y de usted, a diferencia de lo que se espera de otros vampiros que visten con ese estilo.

Como toda noche nueva en la que despertamos me levanto de un salto y saludo al sol. Bueno, me despido, debo dar gracias de no llegar nunca a saludarle, se daría una reqcción explosiva... acto seguido miró el móvil. A ver si me han enviado algo nuevo, ya sea un e-mail spam de esos, o la nueva colección de algo que me haya comprado hace relativamente poco. Luego me pongo a teclear un mensaje para mi muy mejor amigo del alma condenada que tengo.

Me han enviado una carta, a lo antiguo, me sorprendo al ver ese trozo de papel en el suelo en el que hay un mensaje tan escueto como suficiente. ¿Sería de mal educación no contestar? Me encojo de hombros. Busco por la habitación algo para escribir y, con una caligrafía excelente, recargada y excesiva, pongo inmediatamente debajo.

Muchisimas gracias por informarme de la próxima reunión. Anuncio que acudiré sin perjuicio de detrimento a dicha convocación. Atentamente y suyo: Archibald Sigmund Ford IV

Sí, lo de Sigmund me lo he inventado, pero lo de cuarto es verdad, creo... a lo mejor es quinto... no lo sé, perdí la cuenta en algún momento de mis viajes. Me acerco a la puerta y la observo con atención, y como no veo una rendija para pasar el correo... suspiro. Me agacho y la paso por el hueco bajo de la puerta, haciendo que termine descansando en el pasillo exterior. Acto seguido abro la puerta y paso yo, para encontrarme con Clayton y Antuán.

-¡No es verdad, Ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla, y se respira mejor?! -Les saludo haciéndoles una sutil reverencia. -Espero que estéis descansados. He sido convocado a una reunión. -Comento señalando al papel en el suelo. -Sí os han convocado ¡podemos acudir juntos! -Comento como al que se le ha ocurrido una maravillosa idea.

Y digan lo que digan, me moveré hacia el lugar, acompañado, espero.

¡Adam! No se si puedo decirte dónde estoy por el momento pero por favor, ten los regalos preparados. Debo pedirte que vayas a por dos trajes más. De varón, uno muy elegante y otro como el que le darías a alguien que se viste bien por primera vez. Estás son las medidas, a groso modo... en cuanto pueda decirte algo, ¡te vienes! Necesito cambiarme...

Clayton abrió los ojos con sorpresa al ver aparecer una de las notas por debajo de los resquicios de una de las puertas. La sorpresa se fue, evidentemente, al traste cuando tras escasos segundos la puerta se abrió, y Ford apareció tras ella.

De haber sido humano hubiera tragado saliva... y al menos esta vez pudo evitar poner los ojos en blanco.

- Buenas noches, Antuán... - Dijo saludando al primero que había salido. - Ford. - Añadió en deferencia al segundo.

- En efecto, creo que todos hemos sido convocados... Pero es mejor que esperemos a Jaimie. Seguramente prefiera entrar acompañada... aunque sea por nosotros. - Sugirió.

Se preguntaba si les recibiría Smith a solas, o el conjunto de primogénitos supervivientes. De hecho, se preguntaba qué tendrían en mente para reorganizar la ciudad.

Oh dios es el subnormal del clan Malkavian otra vez. ¿Por qué tenía que soportar a semejante listillo? Lo conocía de veinte minutos y ya estaba hasta las pelotas de él y su numerito no-entiendes-la-verdadera-esencia-de-la-locura-cachondilla. Los noventa acabaron ardiendo por una razón.

"Y ES NO ES CIERTO. CAPULLO PRESUNTUOSO"

Cristo jesús en un árbol como estaba empezando a odiar a ese tipo.

-Buenas noches, Ford.

"Seguramente prefiera entrar acompañada... aunque sea por nosotros"

-Ssssmoooth

La política para la seguridad mental parecía consistir en prestarle a aquel tipo la menor atención posible, y Antuán se apuntó a ese barco libre y gozosamente, de cabeza y sin gotica conciencia. No sabía de quién era exactamente hijo para que no hubiera acabado tirado en algún rincón o con las pelotas pateadas hasta acabar convertidas en pisto, pero debía ser un alguien muy importante.

...

No era su culpa. Sí, sí que lo es. Bien, sí lo era, pero había algo más. Algo más sistémico, que personal, que le desagradaba: y sólo era una huella de eso. Una huella particularmente irritante, pero una huella.

Aquella pocilga estaba carente de cualquier tipo de gracia, estilo o comodidad...

"¿Tanto costaba decorarlo un poco?".

Lo primero que hago al despertar es comprobar el móvil. Si no hay novedades*, escribo a Max:

Espero que os esteis portando bien. Yo todo en orden, ocupándome de algunos asuntos. Cuando pueda te llamo.

Tras colocarme el pelo y adecentarme, dentro de las posibilidades que aquel lugar me permite, salgo de aquel inmundo lugar.

-Buenas noches caballeros -saludo al ver al trío al otro lado-. Espero que hayan descansado.

Sonrío de forma educada mientras me coloco el cuello de la camisa.

-¿Me estaban esperando señoritas? -pregunto caminando con decisión por aquel lugar.

"Hombros atrás, mentón alto y mirada al frente". 

 Tras caminar por el pasillo unos metros accedeis, liderados por la dama a una sala similar a la de anoche, aunque de menor tamaño. paredes de piedra y sin ventanas, os atreveriais a decir que estais bajo tierra.

 Distribuidos por la sala hay varias sillas comodas y en la pared del fondo hay cinco sillas altas en una tarima.

 Nada más entrais la guardiana del eliseo se acerca a vosotros.

 -Buenas noches. Espero que hayan podido descansar pese a lo apresurado de la situación. ¿Necesitan algo que les pueda conseguir?

 Los demas iran llegando pronto, solo los que hemos dormido aqui estamos ya, a excepcion del señor LeBlanc.

 Casi al instante de recojerlo, tu movil vibra.

 Estabamos preocupados ¿Necesitas algo?

 Al poco recibes un mensaje.

 -Tengo los que me pediste anoche, intentare conseguir los otros dos ahora, pero no se si habrá algo decente abierto...

 Te aviso cuando los tenga.

Llegamos a una sala aún más deprimente que la anterior.

"En serio, ¿tanto costaba poner un par de cuadros? ¿Una alfombra? ¿Algo que no fuera de piedra?".

Miro a la mujer y sonrío:

-Buenas noches. No, muchas gracias por la pregunta, pero por mi parte estoy bien. 

Asiento y, si no me dice nada más, me retiro hacia un lateral para dejar la entrada libre. Mientras, cojo el teléfono y escribo un mensaje.

Escribo rapidamente a Max.

Una fiesta que se alargó más de la cuenta. No hay nada de lo que preocuparse.

Estoy segura que tu padre y tú podréis haceros cargo del hotel en mi ausencia. 

Una vez todo se tranquilice un poco te llamo para ponernos al día. 

Un beso y portate bien ;)

"¿Me estaban esperando señoritas?"

-Sí, chaval. Cuando quiera.

"Hm"

Camina como una modelo, o como la imagen que tendría de una modelo por las películas. Y a diferencia de si lo hiciera cualquiera de nosotros gente normal, en ella no parece pretencioso. No al menos de forma que supere a la estética positiva. Le extrañó que caminase por delante del Ventrue, pero realmente no sabía cómo funcionaban las políticas allí: quién quería sacarle los ojos a quién no contaba como política, era más día a día eliseano. Como fuese, estaban en alguna clase de búnker, y ni siquiera uno reciente: algo reconstruido o readaptado a partir de alguna estructura anterior, diría.

Eeeeep

Sí. No hay tiempo para eso. Aunque merecería la pena comprobarlo en algún otro momento. Sólo... sólo por curiosidad. Sí. Curiosidad nada más.

-No, gracias: estoy servido. ¿Con quién tengo el placer de hablar...?

Sonrío enigmáticamente.

-Cierto Antuan, usted no llegó a verme anoche.
Soy Stacy Williams, guardiana del Eliseo. Encantada.

Me presento tendiéndote una mano fina y delgada, huesuda se podría decir.

Oh.

"Nunca había visto uno de esos en persona"

No acababan las novedades. De donde venían no eran personas... visibles. Tomó la mano con cuidado, después de fijarse si la había extendido para que la besase o tendido para que la estrechase (la de cosas que aprende uno en esta sociedad), y la estrechó. La mano de él parecía que podía tragarla por entero, pues no era ni delgada ni fina, como el hombre del que venían. Sin embargo, sabía mejor que iniciar alguna demostración de poder con alguno de los jefes.

-Igualmente, Guardiana. Lamento no haber llegado a tiempo ayer para haber podido realizar las presentaciones de una forma más... fluida.

Al menos ya no era el único que se sentía juzgado por ir vestido para expediciones utilitarias en vez de ir a la guerra de puro Emidio Tucci. La chica parecía que la pudiera tumbar un viento moderadamente fuerte. Pero con vampiros, que envejecen al revés, quién sabía.
 

- Gracias por su hospitalidad. - Respondió Clayton ante los comentarios y la pregunta de la guardiana del Elíseo. Luego se atrevió a tratar de indagar un poco más.

- En lo que llegan los demás... ¿hay alguna novedad que pueda adelantarnos? ¿Se sabe algo de los sabbat huidos? - Preguntó con semblante serio. Lo cierto era que el caos que pudieran causar preocupaba al Ventrue.

Pongo los ojos en blanco al escuchar las palabras de Antuán. No entiende que la clase y elegancia que desprende Jaimie le permite decir lo que quiera, cuando quiera, como quiera y a quien quiera. Sus dagas verbales son insustanciales e innecesarias. Y más aún cuando somos amigos... ¡y aliados! Y ya sin contar que estamos en mitad de una guerra... malditos egos vampíricos... que incapaces son de ver la verdad tras la cortina. 

No merece la pena que diga nada. No solucionaría nada, el tiempo me daría la razón como hace absolutamente el cien por cien de las veces. No hay nada que tenga una eficacia tan absoluta como yo. Y esto es cierto el 83,75% de las veces. De ahí que les haya salvado de que nos metieran un espía en el Elíseo. 

La guardiana nos guía hasta la entrada, al parece Fransuá no ha llegado todavía, pero no me preocupa, los Toreadores a veces tienen que arreglarse, y todos sabemos que no hay nada como un buen espejo para mantener ocupado a uno de los guapitos. Me río de mi propia gracia, pero me quedo mirando a Stacy durante unos segundos antes de contestar. 

-Compi... yo sí que voy a precisar de una ayuda... Necesito ir a la entrada a esperar a un amigo para que me traiga algo ¡MUY IMPORTANTE! No me va a costar mucho... ¡CREO! -Me giro para mirar a mis amigos del alma. -Ya veréis... ¡va a ser la BOMBA!

Mi sonrisa no se pierde en ningún momento mientras estoy en aquel lugar. El único movimiento que hago es meter los pulgares en los bolsillos de mis vaqueros.

Antuán parece bastante... Formal. Desde luego no es el típico toreador. ¿Pero quién puede culparle? Yo, desde luego, no.

Mientras Ford sigue haciendo de las suyas.

"¿Qué querrá ahora este lunático?"