Partida Rol por web

La noche era fría. Los días anteriores habían sido calurosos. Dormíais plácidamente en vuestras habitaciones de a dos, o al menos intentábais dormir, pues estábais nerviosos por vuestro viaje al día siguiente. Al final de la estancia en la casa estaba la puerta de Bernard, el Historiador, en cual dormía.

Debido a lo estropeado que estaba por el viaje y mis huesos, pude dormir durante varias horas seguidas, a pesar de la desconfianza que sentia por todo este asunto de los ataques y el rescate de la hija de Iphrus.

Habia decidido que si algo sucedia durante la noche, lo sabria por medio de alguno de los nuevos compañeros que tenia en ese momento.

Alalona se sumió en un sueño ligero. Acostumbrada a sus días en la guardia, no le costó nada descansar el cuerpo mientras su cabeza seguía alerta al mundo que la rodeaba, como un sentido felino que la alertaría sobre cualquier anomalía en la quietud de la noche. 

Alalonna, percepción superada.

Alalonna y el viejo Húren dormían en la misma habitación. Por otro lado se encontraban el elfo Angler y el pequeño Gloinar. En otra sala estaba Iphrus solo, junto a la habitación personal de Bernard.

Durante la noche, entre una de las cavilaciones de Alalonna por todo este raro asunto, escuchó un pequeño ruido. Pensó que era un ruido procedente del exterior, pues el Nido del Sur era una villa un tanto derruida y pequeña, abierta a todo tipo de apariciones animales y seres de las proximidades. No obstante, se percató que los ruidos continuaban, y desechó incluso la idea de que fueran los cuervos centinelas del historiador...

Comprendió que había alguien o algo en el interior de la vivienda, revolviendo todo. Tras unos instantes de pequeños ruidos, el movimiento se esfumó. Algo había pasado en la sala principal.

Alalonna escuchó ese débil pero persistente sonido e inmediatamente se puso alerta. Cuidando de no despertar al anciano y con mucho sigilo, la mujer salió de su cama y se arrimó hasta donde se encontraba su espada.

Una vez que la tuvo en su poder, suavemente, caminando casi como un elfo, llegó hasta la puerta de la habitación y con mucho cuidado abrió la puerta, para ver qué hallaba en el estar principal.

Su maniobra tuvo éxito. Sin que apenas se notara, la mujer abrió la puerta y llegó hasta la estancia contigua sin delatar su posición. Con paciencia, comenzó a caminar hasta el lugar de donde provenían los ruidos.

Alalonna pudo comprobar como el ruido desaparecia por la puerta de entrada. Se dio cuenta de que no era precisamente un animal, pues las pisabas le delataban. Alguien habia desaparecido cerrando la puerta por fuera. Al levantarse, Alalonna pudo comprobar como habia numerosas velas encendidas, muy pequeñas, que sin duda hacia iluminar la estancia sin pertubar la atencion de las habitaciones contiguas.

Cuando Alalonna se dio cuenta, el caos ya estaba presente: habian saqueado la casa de Bernard.

La biblioteca estaba aun en pie, pero revuelta, con numerosos libros abiertos y esparcidos por el suelo, pisados, rasgados... habia sillas descolocadas y cuadros y tripticos doblados y quitados de la pared... habia polvo en el suelo,  y alguna madera estaba rasgada, rozada, en la mesa y el mobiliario de aquel salon.......... Uno de los libros se encontraba abierto en su totalidad encima de una mesa. Su titulo (el del capitulo por el que estaba abierto) era "De los duelfos", y parecia hablar de ellos.................

Finalmente, Alalonna se dio cuenta de una ultima cosa... las puertas: la de entrada estaba clavada (la habian encajado desde fuera, es decir, estaban atrapados) y la puerta de la habitacion del historiador Bernard... que estaba abierta en su totalidad.....................

Al encontrarse con semejante caos, la mujer dio un vistazo rápido para intentar ver qué buscaba el ladrón. Evidentemente el asalto había sido dirigido contra la biblioteca principalmente. Al parecer, esos libros eran más importantes de lo que había creído en un principio.

Después de percatarse del hecho de que la información que buscaba quien fuera que había entrado se relacionaba con el tema que los había arrastrado hasta allí -duelfos... para ser una leyenda, demasiados problemas están causando... ¿qué es lo que realmente se esconde aquí?- notó también que estaban encerrados en la casa... y que alguien había entrado en la habitación del sueño de casa.

Corriendo, ya sin preocuparse por hacer ruido, puesto que quien fuera que hubiera estado allí ya se había retirado, se dirigió a la habitación de Bernard, espada en mano, sin saber qué podría hallar allí.

Me encuentro durmiendo de manera irregular, no porque la cama donde me encuentro sea incomoda, sino por mis dolores de hueso de siempre, aumentados por la fatiga del viaje...

Los ruidos del lugar hacen que despegue un ojo, y al notar que Alalonna no se encontraba durmiendo, inmediatamente me levanto, accion que lamento instantaneamente al sentir el crujir de mis huesos "Ya no estoy para andar metiendome en esta clase de lios". Pienso con el mal humor que comienza a embargarme.

Dejando de lado mis pensamientos sobre mis huesos, me termino de levantar de la cama y tomo la espada que me han entregado hace apenas un par de dias, y con calma, pero sin hacer mucho ruido, salgo de la habitacion a revisar que ocurre...

Huren, percepciones factibles:

El señor Rharlendigr observó cómo habian saqueado la casa de Bernard. Sin embargo, su habitación no había sido ni siquiera abierta, pues estaba todo perfectamente ordenado.

Ya en el salón, la biblioteca estaba aun en pie, pero revuelta, con numerosos libros abiertos y esparcidos por el suelo, pisados, rasgados... habia sillas descolocadas y cuadros y tripticos doblados y quitados de la pared... habia polvo en el suelo,  y alguna madera estaba rasgada, rozada, en la mesa y el mobiliario de aquel salon.......... Uno de los libros se encontraba abierto en su totalidad encima de una mesa. Su titulo (el del capitulo por el que estaba abierto) era "De los duelfos", y parecia hablar de ellos.................

Finalmente, Húren vio a Alalonna que estaba tan extrañada como él, y el hombre se dio cuenta de una ultima cosa... las puertas: la de entrada estaba clavada (la habian encajado desde fuera, es decir, estaban atrapados) y la puerta de la habitacion del historiador Bernard... que estaba abierta en su totalidad.....................

Noto como Alalonna ha entrado en la habitacion de Bernard, "Tengo el presentimiento de que Bernard no esta en su habitacion..." asi que yo por mi parte decido revisar la puerta de salida de la casa, para ver que tan dificil o facil sera salir del lugar...

Mientras estoy frente a la puerta que comienzo a inspeccionar - Alalonna, el Sr. Bernard esta bien? - pregunto, esperando una repuesta no muy positiva.

Iphrus se levantó espada en mano. Sabía que estaban pisoteando el comedor y susurrando. En realidad estaba oyendo a Rharlendigr y Alalonna. Levantando su filo y golpeando la puerta de su habitación con el pie comenzó a gritar...

¡Aberrantes duel...! ¿Eh? Esto... ¿Huren? ¿Qué haces levantado?

Alalonna entró sin dilación alguna en la habitación de Bernard. Estaba algo revuelta. sobre todo en la zona de su colchón de paja. Alguna manta estaba desperdigada por el suelo. Allí no había absolutamente nadie...

Tan sólo, encima de una mesa, había varios manuscritos de historia y alguna carta geográfica. Bernard había dejado dibujado a modo de mapa el lugar y localización exacta del lugar de ritual duélfico que os prometió. Os lo daría por la mañana, pero Alalonna ya lo había contemplado. Marcada la zona, y el lugar exacto con una cruz:

Húren consiguió atisbar, vislumbrando la puerta a simple vista que no había ninguna magia cercana  a ella y no era una trampa. Tan sólo habían encajado con maderos la puerta a modo de palanca, lo que hacía imposible salir. O no...

Alalonna escuchó a Huren que se había levantado y al igual que ella, estaba inspeccionando el desorden causado por el ladrón. Ante su pregunta, respondió.

-Huren aquí no hay rastros de Bernard. La habitación también es un caos, como la  estancia principal, se ve que no salió de aquí por voluntad propia.

Tomó el mapa que Bernard pensaba darles el día siguiente y volvió hacia donde estaba el anciano y ahora también, Iphrus.

-Creo que debemos encontrar la manera de salir de aquí cuanto antes. Iphrus, por favor, levanta a nuestros amigos. Aquí tengo el mapa que nuestro anfitrión pensaba darnos por la mañana. Creo que ha sido secuestrado por la información que nos proporcionó. Huren, fíjate si hay alguna ventana por la cual podamos salir. Si no, deberemos forzar la puerta de entrada. Supongo que  habrás notado ya que la tapiaron por fuera.

¿El mapa? ¿del lugar de los duelfos? ¡Apuesto a que fueron ellos!

Luego fui corriendo a despertar a Gloinar y Angler.

Despues de escuchar lo que dice Alalonna y antes de ponerme a revisar las ventanas, me dirijo a la mesa y reviso rapidamente el libro abierto. "Quizas quede alguna informacion disponible" pienso ya que es posible que con las prisas hayan dejado algo...

Luego echo un vistazo a la sala y en las habitaciones contiguas buscando una ventana donde salir. 

- Debemos apresurarnos, si vamos a ir en persecucion de quien haya secuestrado al Sr. Bernard. Creo que es posible derribar la puerta, si no podemos salir por alguna ventana. Pero primero hay que despertar a los demas - digo mientras voy moviendome lo mas rapido que puedo para localizar una ventana.

Huren comenzó a vislumbrar toda la casa. No se había percatado por la oscuridad de la noche tal vez, pero únicamente había dos ventanas en la casa: una en la habitación del viejo Bernard y otra en la sala en la que estaban. El señor Rharlendigr se dio cuenta, además, que ambas ventanas eran excesivamente pequeñas. Excesivamente.

Luego miró el libro que había encima de la mesa de la sala. Lo ojeó. Estaba abierto por un sitio:

Capítulo XVI

De los Duelfos

Y la diosa Nínive los creo. Eran los seres más bellos de esta tierra: los elfos. Ningun otro ser podía contemplarlos sin notar, después, una indiferencia a cualquier otra muestra de belleza. Así mismo, los hombres de corta existencia notaron su presencia, y pronto competirían por las tareas que ambos compartirían. No obstante, los elfos podrían dedicar toda su vida, y las siguientes, a superar a los hombres ya establecidos.

Pero ninguno de ellos notó la presencia de la otra raza dominante. Hurgaban en las montañas, apartados; ensimismados en sus joyas y su linaje monárquico más que duradero: los enanos pronto se hicieron al comercio, pronto verían el mundo más allá de las grutas subterráneas, y las tres razas compartirían el mismo tiempo. Pronto las tres especies, destacadas de bestias sin razonamiento, cruzaron sus destinos, sus vidas. El recelo primario era evidente, aunque un obstáculo fácil resolución, pues todos aún eran jóvenes e inocentes, infantes por descubrir un mundo hecho para sus pasos.

Las nuevas comunidades se entremezclaban ahora. El comercio proliferaba. Los hombres eran diestros cazadores, y empleaban toda clase de lanzas para subsistir a base de la caza. Los elfos poseían las mejores manos de la tierra conocida, y sus palacios y moradas en construcción eran el sello de su especie. Los enanos, dedicados a las riquezas y el lujo, grababan en sus coronas laureadas en plata los nombres de los reyes elfos, el linaje de los hombres y el resto de hermanos caudillos. Ante este ademán de civilización y paz, surgieron nuevas especies existentes, y en gran número. La sangre divergía en cada nuevo ser de tal manera que la exclusividad de la raza llegaba a verse, por contra y algunas ocasiones, una muestra de debilidad.

Una de estas especies era la unión de los elfos y los enanos, los duelfos... ¿Seguir leyendo?
 

Deje de leer el libro y lo tome de la mesa, me dirigi a la habitacion donde habia estado durmiendo, lo poco que pude dormir, y coloque el libro dentro de mi mochila mientras digo a los demas - Ya! Despierten de una vez! - "Entiendo que el enano sea un dormilon, pero el elfo!?"

Inmediatamente tomo mis cosas y me las ajusto al cuerpo, volviendo de nuevo a la sala donde nos habia recibido Bernard y dirigiendome hacia la puerta, tratando de, en un vano esfuerzo, forzar la puerta de la casa; Lo unico que consegui fue un pequeño crujido por parte de la puerta y otro crujido mas grande por parte de mis huesos.

Adolorido como estaba, me alejo unos pasos de la puerta y empiezo a balbucir unas palabras en una invocacion magica...

Unos instantes despues, aparece a mi lado una creatura magica de gran tamaño, un hombre-sauce que a duras penas cabe dentro de la casa en posicion erguida, rozando el techo del lugar. Levantando mi mano e indicando hacia la puerta, hablo al hombre-sauce: - Quita esa puerta de en medio -

Con un movimiento pesado pero sorprendentemente rapido el hombre sauce se acerca a la puerta y la desencaja facilmente de su lugar, dejando una facil via para salir de la casa.

Me apresuro a salir para tratar de divisar algo, si es posible, a la persona que entro a la casa de Bernard. Tambien intento divisar a los hombres de VistaNegra para saber si han notado la intrusion en el lugar.

Me devuelvo u instante hacia el interior de la casa y grito a los demas: - Que! Aun estan dormidos! - Dirijo una mano hacia el hombre sauce y la agito mientras musito palabras ininteligibles, con lo cual el ser invocado desaparece, ya que por su tamaño no podria salir por la puerta sin derrumbar la mitad de la casa. Inmediatamente me dirijo al barracon que esta al lado, donde se encuentran los hombres de VistaNegra.

Estoy frenetico, durante la lectura del libro me han pasado varios pensamientos por la cabeza, no puedo estar seguro, pero hay una linea de pensamiento que repentinamente se ha vuelto factible, muy factible, para mi. Pero el tiempo corre, y lo hace en contra nuestra.

okei, Húren, puesto que invocaste al hombre sauce, aunque no has superado forzar la puerta, considero que tu "ser" si que es perfectamente capaz de hacerlo.

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La noche llegaba a su fin. Estaba amaneciendo en esos momentos. Alalonna e Iphrus aún estaban en el interior de la casa. El señor Rharlendigr, tras invocar un Hombre Sauce y derribar con un gran estruendo la puerta exterior, pudo salir al exterior y ver las afueras del Nido del Águila: el terreno había sido pisado con numerosos cascos, las huellas en la arena y la hierba fresca de la mañana lo delataban.

Cercano a los senderos de salida de la pequeña villa había algunas alforjas de viaje arrojadas en el suelo, varias sillas de montar que estaban desmontadas y llenas de hollín negro, varios cintos cortados y deshilachados y algunos carcajs desperdigados. También había algunas telas rasgadas que cubrían el lugar.

De los hombres del Gobernador Vistanegra no había rastro alguno..., bueno, excepto lo narrado en el párrafo anterior.......

Finalmente, los cuervos de Bernard sobrevolaban la zona y se posaban en los árboles ceranos. Poseían ahora una tranquilidad inigualable.