Partida Rol por web

Bree en apuros

VI. El túmulo de Valandur

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08/12/2020, 17:41
Director

Toda la noche la pasaron en marcha. A las 9 de la mañana, cuando la claridad empezaba a dominar el día, los orcos encontraron un lugar a refugio de una pared rocosa y descabalgaron de sus monturas. Ese era el horario de descanso orco, conocidas criaturas nocturnas, aunque al menos un tercio de los enemigos permanecieron de guardia en todo momento vigilando a sus prisioneros. Y no solo a los prisioneros, también a los escoltados Mithgannel y Sigimun les mantuvieron fijamente observados durante todo el tiempo que duró el descanso. 

Los aventureros, a pesar de lo peliagudo de su situación, durmieron como niños hasta aproximadamente las 15h. Al despertar, se oía bronca entre las filas orcas: el lobo blanco había huido. Se veían las marcas de sus ataduras mordisqueadas. ¿Qué había podido pasar? Al parecer, los huargos de los orcos, menos disciplinados que sus amos, no habían mantenido guardia alguna y, rendidos por la larga travesía llevando a aquellos orcos en sus lomos, habían caído en un sueño plomizo. Sus finas pituitarias de cánido, dormidas, no fueron perturbadas por la huida de su congénere más agraciado físicamente, el lobo blanco de Forodwaith. En cuanto lo supo la bella Asianne, al despertar, dio un suspiro de alivio, con una especie de sentimiento maternal. 

El jefe orco mandó a uno de sus secuaces montado en huargo en su busca, y la comitiva reinició la marcha rumbo al Oeste. Los más conocedores de aquellas tierras descubrieron rápidamente que los orcos habían elegido una de las más rápidas rutas hacia los túmulos, sin tomar ninguna de las precauciones que se hablaron la reunión con Meneldir y los exploradores, ya que en este caso, el "enemigo" eran ellos mismos y por tanto, no había que tener ningún cuidado. Tanto tiempo se ahorraba siguiendo esta ruta que, en el atardecer del día en que según el plan de Meneldir habrían acampado por segunda noche, la comitiva ya estaba llegando a la posición del túmulo de Valandur.

El terreno subía gradualmente y de pronto se precipitaba hacia abajo en una profunda depresión. En el fondo de aquella "sartén", desde su posición elevada los aventureros pudieron ver por primera vez al que no podía ser otro que el túmulo de Valandur. Y, junto a él, un sorprendente campamento de guerra que se había instalado a sus pies. Era necesario asomarse hasta allí para verlo, ya que la orografía del terreno mantenía totalmente oculto todo aquel asentamiento tan sólo unos metros más abajo del borde de la cresta.

 

Estaba desapareciendo el sol por el Oeste cuando la comitiva descendió hasta el fondo de la depresión por un sendero rocoso, apareciendo junto a lo que parecía un puesto de mando custodiado por varios soldados orcos. Desde allí, los aventureros pudieron echar un vistazo al campamento, de tiendas todas ellas de aspecto oriental, sobre la que destacaba en magnitud una de ellas, situada en el centro. Aquí y allá ardían algunas hogueras y extraños totems plantados en la tierra. De las tiendas entraban y salían guerreros de aspecto oriental, llevando en sus manos armaduras y yelmos dorados, o transportando enseres, armas y herramientas. Algunos caballos pacían atados a estacas junto a las tiendas más grandes.

El jefe orco habló brevemente con los soldados orcos del puesto de mando sin que nadie de los prisioneros pudiera escuchar, y al poco tiempo uno de los soldados sacó sendos asientos de madera de tosca apariencia, haciendo señas a Mithgannel y Sigimun para que tomaran asiento. Poco después, dos de los soldados orcos se acercaron a lo que parecía un pozo en el suelo, excavado a escasos metros, y cubierto por un pesado enrejado de hierro. Con gran esfuerzo, reiteraron el enrejado y a punta de cimitarra introdujeron a todos los prisioneros - incluida Leah, a pesar de su condición de "consorte" de Sigimun - en su interior. Era un agujero de unos 2 metros de profundidad y unos 5m de diámetro. Cuando todos hubieron entrado, dejando fuera únicamente a Mithgannel y Sigimun sentados en sus asientos, los orcos volvieron a situar tapando el pozo el enrejado. Por lo menos, los cautivos fueron liberados de sus ataduras tras largas horas con ellas, y la sangre volvió a circular por sus apretujadas muñecas.

De repente el jefe orco y muchos de los jinetes de huargos habían desaparecido con sus monturas. Sólo estaban cerca los soldados orcos, entrando y saliendo del puesto de mando. Uno de ellos se acercó a la posición de Mithgannel y Sigimun y encendió una especie de pebetero, para volver a desaparecer dentro del puesto de mando.

Pasó todavía más tiempo sin que nadie más se acercara por ahí, hasta que Leah, cautiva en el pozo, se acercó a las rejas de ese calabozo improvisado y poniéndose de puntillas le susurró a Mithgannel: - Entra en mí, ahora...como ya hiciste aquella vez*

Aunque aquellas palabras tuvieran poco sentido para el resto, Mithgannel captó al momento que Leah se refería a cuando, usando el collar de su hermana, penetró en la mente de Leah aquel primer día en el sótano de la casa de las afueras. Acto seguido, Leah llamó a Ruby y a Öter y se acercó a ellos, llevándoles hacia una de las paredes de aquel pozo y, lanzando una mirada a los bandidos que no admitía lugar a dudas - "ni se os ocurra acercaros"- refirió a sus pequeños compañeros la siguiente historia, que no era otra cosa que el contenido de una página clave de su libreta traída desde el futuro:

LA HISTORIA DE AZAROTH

Amigos míos, suponiendo que el periplo que me ha llevado desde otra época y desde otro lugar tenga algún sentido bajo las estrellas, no tengo ya más remedio que referiros todo lo que sé a vosotros, compañeros de fatigas, puesto que la situación en la que nos vemos da visos de terminar de forma funesta. Si algo me acaeciera, quisiera que al menos vosotros, en la esperanza de que sobreviváis, sepáis todo lo que yo sé acerca del enemigo al que nos enfrentamos y cuya infamia atravesó los siglos, documentado en los anales de las bibliotecas de Fornost, primero, y más tarde tras su destrucción en las bibliotecas de Gondor. Yo la encontré en unas crónicas del Reino de Arthedain de la biblioteca de Dol Amroth, y esa es la versión que ahora voy a relataros, pues es la única que conozco.

El enemigo del que hablo no fue conocido como Azaroth siempre, pues esa palabra es una transcripción de los fonemas que en lengua negra significan "el convertido". Pero el nombre anterior y origen de Azaroth no trascendió nunca en las citadas crónicas. Lo primero que se conoce de Azaroth es su brutal proceso de "conversión". Se dice que había sido un valeroso líder a las órdenes del Bien, caído y capturado en batalla en las Landas del Etten. Al parecer debió ser una estrepitosa derrota, dado que ningún testimonio del bando de la Luz pareció haber sobrevivido a esa matanza para relatar la batalla. Pero algunos pueblos dunlendinos, en su tradición oral, habían referido a visitantes extranjeros la historia de un valeroso guerrero venido del Oeste que había levantado al pueblo sometido de los dunlendinos y los había llevado hasta las puertas mismas de Angmar, dispuesto a vencer o a morir, como tristemente ocurrió.

Si bien hay cosas que son peores que la muerte...y lo que le sucedió a aquel valeroso guerrero fue una de aquellas cosas. Algunos oscuros servidores del Rey Brujo tomaron morbosa nota de los cambios que se iban experimentando en el guerrero caído a lo largo de las semanas que duró la conversión. El Rey Brujo combinó el tormento físico con la magia negra. Para lo primero, utilizó el fuego en todas sus dolorosas manifestaciones. Esta fase culminó con la desfiguración del rostro por acción de las llamas. Era preciso transformar la belleza en algo de un orden superior, y para ello era necesario eliminar todo rastro de aquella vieja y vana virtud. Se dice que de su nombre anterior, olvidado para siempre, sólo mantuvo la inicial "A", de la misma manera que de su antaño hermoso rostro sólo pudo mantener la claridad de sus ojos verdes en medio de su nueva y descompuesta faz. 

En la vertiente de lo espiritual, la conversión de Azeroth, endiabladamente dirigida por el Rey Brujo, consiguió despojar todas las capas de moralidad y los ideales del otrora valeroso guerrero, manteniendo indemnes su diligencia, su eficacia, su autodisciplina e, incluso, sus capacidades diplomáticas. De lo poco que se sabe de la vida anterior de Azeroth es que tenía una capacidad asombrosa para poner a su servicio a las más díscolas tribus y de movilizar pueblos enteros, uniendo las más diversas facciones y haciéndoles olvidar antiguas rencillas. 

En su nueva etapa, una vez completada la conversión, Azaroth mantuvo todas aquellas habilidades, a las que se añadieron otras nuevas por obra y gracia de la magia negra, además de una infinita lealtad al Rey Brujo. No olvidó nada de su vida anterior, pero su nuevo Señor le enseñó a rememorarla con gran sentimiento de vergüenza y culpa. Sólo la conversión de otros de sus antiguos allegados podría reducir ligeramente el escarnio que le provocaba recordar su antigua vida, aunque todos sus antiguos compañeros de fatigas habían perdido la vida. Sólo cabía tratar de encontrar a su familia, pues tenía dos hermanas en Mithlond, y someterlas a la conversión, así como a todos aquellos que algún día hubieran compartido la vida con él. Evidentemente, todo ello con el fin último de engrosar las filas de los servidores de su nuevo dueño, el Rey Brujo de Agmar, y cumplir todos y cada uno de sus designios.

Los años posteriores a la conversión de Azaroth coincidieron con el resurgir de Angmar, y mucho tuvo que ver el papel del "convertido" en ello. Consiguió crear cuerpos de élite de orcos con habilidades montaraces, totalmente inéditas para esta raza; consiguió traer la muerte desde los cielos criando y domando una raza de bestias aladas que servían de montura a sus oficiales más capaces; y haciendo gala de su proverbial capacidad diplomática, consiguió atraer a su causa a crueles príncipes del lejano Ruhr, en el extremo Este y de Khand, prometiéndoles suculentos botines en forma de oro y esclavos.   

Nos han llegado crónicas de los hechos acaecidos en el verano del año 1780 de la T.E. - ¡es decir, en el verano de este año! - Los cronistas, todos ellos sabios de Fornost, adornaron sus pavorosos relatos de lo acaecido con adjetivos superlativos y descripciones asombrosas que nos dejan dudas sobre la fidelidad a la realidad de lo narrado. Pero en algunos puntos coinciden todos ellos. Al parecer, la miopía militar del reino de Arthedain y más particularmente, de su avanzadilla en Bree, permitió que paulatinamente las fuerzas del mal, comandadas por el eficiente Azaroth, fueran tomando posiciones en varios de los túmulos de las Quebradas del Sur desde la primavera del año referido. En concreto, en veinte de ellos. Como veinte eran también los versos de una vieja canción del reino extinto de Arnor. Y aquí es donde las crónicas de los sabios se tornan más fantasiosas:

Se dice que en la noche del solsticio de verano de 1780 T.E, precisamente la más corta del año, una terrible tormenta surgida de la nada se cernió súbitamente sobre el cielo de Bree y sus alrededores. Un grupo de exploradores de Bree, que en aquel momento acampaban bordeando el extremo oriental de las Quebradas, fue testigo de excepción de un cielo cruzado por terribles relámpagos, y recortándose contra aquella noche eléctrica, una enorme bestia alada montada por un caballero que elevaba su mano al cielo. De pronto, en un volumen de sonido que ninguna garganta humana es capaz de alcanzar - al menos en ausencia de sortilegios - una voz metálica y cavernosa recitó: "De Valandur la muerte gloriosa en el valle angosto", y de pronto, siempre según los aterrorizados testigos - y los a veces desmesurados cronistas posteriores - el suelo retumbó y de la parte superior de uno de aquellos túmulos se movieron las rocas, dejando emerger de su interior un reguero de criaturas del mal en cantidades nunca vistas, que iban descendiendo el túmulo y reuniéndose en caótica formación en sus laderas. De nuevo resonó la voz y recitó un segundo verso, pero el terror de los testigos era tal que ninguno de ellos fue capaz de recordarlo, ni ninguno más de los que a continuación fueron recitados, hasta llegar a los veinte versos de la vieja canción. Antes de huir despavoridos hacia Bree, los exploradores alcanzaron a ver como, después de cada verso, el suelo temblaba y de un túmulo diferente brotaba un sinfín de orcos, huargos, trols, e incluso a veces, otras criaturas aladas como la primera que habían visto. Cuando ya galopaban a todo lo que sus aterrorizados caballos daban de sí, en una elevación del terreno giraron sus cabezas hacia las Quebradas: la mancha de enemigos que inundaban los túmulos podía cifrarse en decenas de miles de efectivos.

Aquellas fueron las fuerzas que, apoyadas por numerosos aliados esterlingas cuya llegada había pasado igualmente desapercibida para la guardia de Arthedain, en los siguientes días cayeron sobre Bree, provocando terribles estragos, muerte y destrucción, en un fatídico episodio que aún hoy en día se considera el principio del fin del Reino del Norte. 

Justo acabó Leah de susurrar apresuradamente esta historia a sus compañeros, leída a distancia también por la mente de Mithgannel, cuando un estrafalario orco vestido en una raída túnica gris y portando un báculo de madera tallada descendió el túmulo acompañado por el jefe orco y dos escoltas orcos más. Debía tratarse del chamán del que antes había hablado el jefe. Mirando fijamente a Mithgannel y a Sigimun, se acercó al borde del pozo y se quedó mirando a los cautivos. Sin mediar palabra, se acercó al pebetero donde ardían las llamas.

El chamán orco tomó una jaula que le dio el orco que anteriormente había llevado allí el pebetero. La jaula estaba cubierta por una tela y el hechicero la descubrió, viéndose en ella dos murciélagos que se movían nerviosamente. Tomándolos uno en cada mano y sujetándolos boca abajo con los pies, los acercó al pebetero hasta que las llamas empezaron a consumirles desde sus cabezas, desatándose una algarabía de chillidos histéricos, hasta que murieron y el chamán los soltó dentro del pebetero. Acto seguido, se sacó un frasco de entre sus ropajes y lo vertió sobre la macabra ofrenda, apareciendo inmediatamente una nube de penetrante olor parecido al azufre y un humo de color violeta-cobre empezó a emanar del pebetero. Las hebras de humo dibujaban en el aire de la recién estrenada noche unas formas fantasmales que el chamán observaba en silencio. Parecía estar haciendo preguntas en un idioma indescifrable. Tras cada una de estas preguntas, el chamán esperaba y observaba las hebras de humo. Al rato, el humo se dispersó definitivamente y el chamán pareció dar por finalizado este ritual. Llamó al jefe orco y le susurró palabras en voz baja. Al instante, el orco ordenó a su escolta que prendieran a Sigimun, quien, con gran violencia, fue conducido y empujado al pozo, y en su lugar sacaron a Lèah y la colocaron sentada junto a Mithgannel. 

De nuevo cerrado el enrejado que cubría el pozo, al rato se acercó un guerrero humano de apariencia oriental - un esterlinga, a juzgar por sus rasgos, raza que los aventureros habían visto y sufrido recientemente en la casa en las afueras - y en un oestron muy rudimentario se dirigió al chamán y al jefe orco:

- Khamdûr se aburre...ha empezado a tener una de sus crisis de aburrimiento, y eso no es bueno. Pero, por suerte, hemos visto entre vuestros recientes prisioneros algunos caprichos que podrían interesarle. La mujer y los...contrahechos - dijo gesticulando con sus dedos, como si les enseñara una miniatura.

El chamán guardó silencio, miró al jefe orco con gesto contrariado, miró a Mithgannel y finalmente, con un movimiento de cabeza, dio a entender que aceptaba la petición. El enrejado del pozo volvió a abrirse una vez más para sacar a la superficie a Asianne, Ruby, Öter, Bit y Zoz, que fueron nuevamente maniatados y conducidos a punta de cimitarra por los orcos junto al esterlinga.

Mithgannel y Leah pudieron observarles alejarse desde sus asientos con el corazón en un puño, camino de las tiendas del campamento esterlinga. Parecía claro que, frente a aquel hechicero, sus anteriores prerrogativas y privilegios como hermana de Azaroth tenían un valor relativo. ¿O es que aquel malvado ser había penetrado, utilizando sus malas artes, en lo más profundo de su conciencia y había desenmascarado sus auténticas intenciones? 

 

Notas de juego

Perdonad el tochazo, pero era necesario para avanzar la historia y situaros en la que va a ser, esta vez sí, el último acto de esta aventura. 

* Me tomo la licencia de actuar por Leah (discúlpame esta "posesión momentánea" Leah!) para referir la historia de Azeroth, que de otra forma hubiera salido a la luz demasiado tarde para la historia - también porque nadie volvió a preguntar por ella :P

Podéis comentar, plantear dudas o lo que queráis. A continuación vais a separaros en dos grupos y yo deberé postear a cada grupo la situación que se le plantea. Tardaré un par de días más en tener sendos posts listos, mientras tanto podéis postear lo que queráis, ya estamos en juego!

Disculpad que todavía no haya pie para muchas decisiones y/o acciones por parte de los PJ, pero es necesario realizar estos prolegómenos para la mejor comprensión futura de la historia. 

Por cierto, en breve os repartiré también los Puntos de Experiencia del anterior capítulo.

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10/12/2020, 09:12
Director

Notas de juego

Otra cosa, si queréis tratar de ver algo con más profundidad cada uno en la situación en la que se encuentra, narradlo y tirad por Percepción. Pensad que, de repente, os habéis encontrado con una escena totalmente nueva y estáis repletos de estímulos visuales, es difícil concentrarse para ver algo relevante o que pueda tener algo de utilidad para vosotros entre tanto movimiento... 

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11/12/2020, 16:35
Leah

Léah tragó saliva e intentó relajarse. Sentada junto a Mith empezaba a sentir pavor al pensar que el chamán orco hubiera descubierto quién era en realidad, o más bien, porqué estaba allí y cual era su misión, ya que su identidad nunca había sido lo importante. De ser así su ejecución sería inminente, esta vez no cabrían argucias posibles por parte de Mith para salvarla. No era la muerte lo que temía, de hecho había olvidado cuando dejó de temerla. Lo que la oprimía el pecho era la posibilidad de morir sin ni siquiera haber hecho un pequeño acercamiento al cumplimiento de su misión.

 Bueno, en realidad acababa de dar un mínimo paso. Al descargar en sus compañeros aquel torrente de información que traía desde cientos de años en el futuro les indicaba el camino a seguir si ella faltaba. 

Pero no debía ser ahora, aún no. “Dadme una oportunidad” rezaba en silencio, suplicando a unos dioses que había olvidado muy lejos en el espacio y en el tiempo. Asumía que moriría esa noche, solo pedía tener una oportunidad. La garganta de Azaroth la veía inalcanzable ahora, pero algo se podría hacer. Algo que si no frustrara al menos entorpeciera los planes del sirviente del Rey Brujo. 

 Así, mientras aguardaba en tensión los siguientes pasos de chamán y jefe orco, la asesina se centró en observar lo que las rodeaba. Quizá en alguna parte pudiera ver un resquicio de esperanza...

- Tiradas (1)

Motivo: Percepción

Tirada: 1d100

Resultado: 39(+18)=57 [39]

Notas de juego

Tiro por percepción, ahora que estoy “tranquilamente” sentada intento estudiar el campamento y al chamán,  toda ayuda bienvenida sea!
Sabía que estaba pendiente una historia del diario, pero no pensé que corriese tanta prisa.... 

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11/12/2020, 16:48
Oter, hijo de Hreimdar
Sólo para el director

Notas de juego

Esta noche posteo, máster :)

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11/12/2020, 17:24
Director

Mientras sus desdichados compañeros ya habían sido conducidos hacia las tiendas del campamento esterlinga, las dos féminas se quedaron momentáneamente ante la presencia del chamán orco, el jefe y algunos soldados orcos de la guarnición de aquel puesto de mando. Leah tenía un nudo en el estómago, a pesar del temple que le otorgaba su profesión: en efecto, aquel chamán parecía haber visto algo en ella, o más bien se lo había revelado aquel oscuro oráculo al que había hecho la ominosa ofrenda sobre el pebetero. ¿Cuánto habría podido llegar a acercarse a la verdad? No era fácil decirlo, pero por lo menos hasta el punto de hacerle descartar inmediatamente a Sigimun, carente totalmente de interés, y traerla a ella misma a su presencia. La sensación de verse "descubierta" persistió un tiempo en la asesina de Dol Amroth, amplificada por el hecho de que el chamán, sin pronunciar palabra, no dejaba de lanzarle inquisitivas miradas una y otra vez, como si estuviera sopesando cómo actuar ante una revelación totalmente inesperada y asombrosa. Si es que fuera posible escrutar tales emociones en el rostro de un orco, claro.

Intentando dominar su turbación, Leah trató de obtener el máximo de información de su entorno, y de su examen concienzudo obtuvo lo siguiente:

Había movimiento en el campamento. Observó que los humanos esterlingas empezaban a salir de sus tiendas y se congregaban alrededor de las hogueras, muchos de ellos llevando ollas, perolas, y pedazos de carne que ensartaban en pinchos. Una ociosa algarabía se percibía entre ellos, se desenfundaban sus recias corazas y se sacaban los dorados yelmos dejando ver sucios semblantes. Parecía que la hora de la cena y la distensión había llegado para ellos. En algunas hogueras los timbales empezaban a sonar, marcando ritmos que a Leah le traían a la mente reminiscencias tribales. La noche en aquella zona del campamento se tornaba ritual y salvaje, salpicando a aquellos cuerpos orientales de cobrizos y rojos resplandores desprendidos por el fuego. De pronto, Leah se encontraba siguiendo con la mirada a un par de orientales que reían y bebían de una bota mientras parecían burlarse de otro que se dirigía, con una carretilla vacía, al interior de la más grande de las tiendas del campamento, situada en el centro y de por lo menos 20 metros de longitud. El esfuerzo del de la carretilla contrastaba con la ociosidad de todo el resto, así que Leah mantuvo fija la mirada en la puerta -una cortina, nada más - de la gran tienda en la que había entrado. Al cabo de un par de minutos emergió con la misma carretilla - o otra igual, difícil saberlo - repleta hasta los topes de tierra removida. Leah pudo entonces ver el semblante del que empujaba la carretilla, descubriendo que no se trataba de un esterlinga sino de un orco. La asesina llamó la atención de Mithgannel silenciosamente para que mirara en aquella dirección. 

Los burlones esterlingas volvieron a mofarse del orco que se afanaba en empujar de la carretilla con todas sus fuerzas, y las dos aventureras lo siguieron con la mirada. Se dirigía al extremo noroeste de aquella depresión o "sartén" en la que se ubicaba el asentamiento. Pudieron ver cómo, cuando llegaba allí, descargaba todo el contenido de la carretilla y volvía a la tienda grande con la carretilla vacía, para poco después repetir el mismo ciclo. Al rato se unieron otros orcos en tan mecánica tarea, mientras a su alrededor la juerga esterlinga crecía en intensidad. El lugar donde era depositada la tierra tenía ya varios metros acumulados en altura. No podrían asegurarlo, pero aquello parecía empezar a tomar la forma de un burdo terraplén o rampa que, de estar completada, podría conducir desde el fondo de la "sartén" hasta la parte superior de la elevada cresta desde donde por primera vez los aventureros habían divisado el campamento y el túmulo. Precisamente, Leah se había fijado, cuando habían descendido, en lo abrupto de la bajada, que obligaba a realizarla lentamente y con extremo cuidado, con lo que la teoría de la construcción de una amplia rampa por parte de aquellos orcos cobraba más sentido. 

En todas estas cavilaciones estaban Leah y Mith cuando el chamán hizo una seña al jefe orco y tanto éste como dos soldados del puesto de mando levantaron a ambas y las conminaron a seguir al chamán. Trabajosamente, sus pasos se dirigían inevitablemente a un único lugar: la cima del túmulo de Valandur.  

Notas de juego

No era la muerte lo que temía, de hecho había olvidado cuando dejó de temerla. Lo que la oprimía el pecho era la posibilidad de morir sin ni siquiera haber hecho un pequeño acercamiento al cumplimiento de su misión.

Fantástico Leah, has captado a la perfección la esencia del personaje, a pesar de llevar tan poco tiempo en la partida! 

Sabía que estaba pendiente una historia del diario, pero no pensé que corriese tanta prisa.... 

Jeje, también ha sido culpa mía, que no os he dejado ni un instante de tranquilidad. Es importante que se conociera esta historia antes de esta última misión, para que sepáis a los peligros que os enfrentáis y a la importancia de vuestra misión, antes de que ésta acabe.

La tirada de Percepción no ha sido una maravilla pero te da para ver todo esto...yo creo que bastante bien! 

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11/12/2020, 19:48
Mithgannel

El semblante de la sinda se fue oscureciendo conforme su mente procesaba la historia de su hermano.

«Arphengolf», gimió internamente.

Su mano inconscientemente aferró el regalo como hiciera en otras ocasiones. Como si quisiera de alguna forma entrar en comunicación o grabar un mensaje. 

«¡Gilmith, Gilmith!», bramó. 

¿Su hermana le había realmente hablado a través del colgante? Si así fue, ¿Por qué no la había escuchado más? 

«Gilmith...», sollozó.

¿Y por qué le había enviado esa carta? ¿Quería enviar un último mensaje a su familia, sabedora de que quizás no tendría otra oportunidad, para compartir el dolor y la carga que sentía? ¿O trataba de gritar pidiendo auxilio ante un problema que ella no se veía capaz de solucionar? Y a tenor de lo expuesto por Leah, ¿Sería esa misiva la que atrajera a su hermana al mismo fatal destino que su otrora hermano y el suyo propio?

Por otra parte, la asesina había venido para cambiar la historia. ¿Significaba eso que ella ya había fallado en ese otro pasado? ¿Habría sucumbido al mismo mal que Arphengolf abrazó? De ser así... ¿La presencia de Leah ofrecería una nueva oportunidad?

 

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12/12/2020, 00:17
Mithgannel

Eso quería pensar la elfa cuando el esterlinga llegó buscando a los prisioneros. Haciendo de tripas corazón ocultó el temor que sentía por ellos.

«El otro grupo no llegará a tiempo. Hay que buscar la oportunidad de que al menos uno de ellos escape y pueda alertar a Meneldir», pensó apenada.

—Le tenía aprecio a esos esclavos. ¿Quién es Khamdûr? —preguntó en una lengua negra tan tosca que bien podría pasar por cualquier otro engendro de la sombra.

Siguiendo las indicaciones de la humana Mithgannel observó el trabajoso traslado de tierra hacia el borde de la caldera. Atenta permaneció hasta que le tocó su turno y la levantaron para llevársela. Mientras eso ocurría, la elfa mantuvo la vista puesta en Leah con una sonrisa torcida, un rostro resignado y una mirada que le suplicaba que huyera.

- Tiradas (1)

Motivo: Percepción

Tirada: 1d100

Resultado: 16(+37)=53 [16]

Notas de juego

Disculpad el retraso.

Editado: tiré percepción, más específicamente para encontrar algo en el chamán. Pero nada, Mith está muy alterada con la situación y los nuevos descubrimientos.

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12/12/2020, 02:00
Oter, hijo de Hreimdar

Öter se despertó con un ojo guiñado y con mucho dolor en el cuerpo1. Sentía como tenía los músculos entumecidos y una sensación de confusión al no verse en ningún sitio conocido. El lugar apestaba, pero se alegró de ver a varios de los suyos. Aunque por quien más preocupado estaba, era el señor Moss.

- Señor Moss... - llamó su atención - ¿Se encuentra bien?

Pero aquella preocupación se interrumpió cuando Leah se acercó hacia su posición. Apenas había guardias y el lobo había desaparecido.

- Qué raro todo... 

El relato de Leah fue conmovedor y por su historia y por la relación Mithgannel, que tragaba saliva mientras aguantaba las lágrimas en la lejanía. Pero Öter, orgulloso y desconfiado a pesar de que seguían con vida, miraba con tristeza y recelo a la elfa, pues no entendía por qué tenían que dejar de luchar para entregarse a aquellos orcos. Y en aquel momento, fueron expulsados de aquellas rejas y una luz se hizo en aquel lugar, repleto de tiendas de campañas.

Estaban en una situación muy complicada...

- Tiradas (1)

Motivo: Percepción

Tirada: 2d100

Resultado: 45(+15)=60, 39(+15)=54 (Suma: 114)

Notas de juego

[1] ¿Cómo voy de PV? Que me midieron bien el lomo en el combate xD

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12/12/2020, 10:44
Ruby Moss

Moss se asomó a las caldera donde se erigía el túmulo de Arandur con una mezcla de fascinación y repulsión. Un túmulo de los reyes perdidos de los dunedain, vaya eso no se veía todos los días y la escala de aquel paraje era impresionante. Después puso sus ojos en los orcos y los hombres del este que medraban en el campamento de guerra en el fondo del caldero. Su estómago se encogió, eran demasiados, todo un ejército ¿Cómo habrían llegado hasta aquí? Los empujones de sus captores le sacaron de sus pensamientos y le hicieron descender por la pendiente rocosa con el resto de sus compañeros.

Aturdido por todo cuanto veía, pues quizá estuviera contemplando sus últimos minutos de vida, se sorprendió de ser arrojado al pozo de los prisioneros. Quizá pensaban guardarlos para devorarlos mas tarde. Durmió un poco, no sabría decir cuanto, estaba muy cansado. Asintió a Oter frotándose el dolorido brazo donde la viga de la torre le había golpeado al colapsar el piso superior. Entonces Leah les llamo a su lado con tono confidente y les contó su historia inquietante y desgarradora, una leyenda para ella venida de tiempos remotos en el futuro o una profecía para nosotros. Moss atendió boqueabierto a cuando narraba. El hobbit se sintió aterrado y conmovido por las palabras de la asesina y notó como las lágrimas asomaban a sus ojos. Haciendo algún puchero y limpiándoselas con el dorso de la sucia manga asintió a Leah.

Iba a pronunciar unas palabras de apoyo puando los orcos les volvieron a hacer salir entre empellones. Les separaban, les llevaban a las tiendas de los esterlingas. Moss miró a la bella Asianne y al enano y los hobbits que caminaban maniatados a su lado. Trató de no arredrarse, tenían que salir de esta e impedir que las terribles imágenes que Leah había puesto en su cabeza se hiciesen realidad. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién sería ese Khamdûr? Esta vez, más despejado y resuelto a tratar de sobrevivir a aquella pesadilla, por Violeta, por los chicos, por sus amigos, prestó atención a cuanto le rodeaba en su camino a la tienda de Khamdûr. Cualquier detalle podría representar ser una ventaja, pero la afilada cimitarra que le punzaba las costillas no ayudaba a concentrsarse.

- Tiradas (1)

Motivo: Percepción

Tirada: 1d100

Resultado: 44(+18)=62 [44]

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12/12/2020, 22:42
Director

"Khamdûr se aburre", estas palabras aparentemente inocuas resonaban a sentencia de muerte para los desgraciados integrantes de aquella la pintoresca retahíla de cautivos. La dama Asianne iba en cabeza, después Oter y detrás los 4 hobbits. Habían penetrado en la zona de las tiendas y lo primero que les llamó la atención fue la vibrante actividad que de pronto se había apoderado del campamento:

En su "via crucis" hacia la inquietante tienda de Khamdûr, observaron que los humanos esterlingas empezaban a salir de sus tiendas y se congregaban alrededor de las hogueras, muchos de ellos llevando ollas, perolas, y pedazos de carne que ensartaban en pinchos. Una ociosa algarabía se percibía entre ellos, se desenfundaban sus recias corazas y se sacaban los dorados yelmos dejando ver sucios semblantes. Parecía que la hora de la cena y la distensión había llegado para ellos. En algunas hogueras los timbales empezaban a sonar, marcando ritmos que a Leah le traían a la mente reminiscencias tribales. La noche en aquella zona del campamento se tornaba ritual y salvaje, salpicando a aquellos cuerpos orientales de cobrizos y rojos resplandores desprendidos por el fuego. A su paso, muchos silbaban a Asianne y se mofaban. Uno de ellos lanzó vino sobre sus cabezas, en medio de ruidosas risotadas.

Tanto Öter como Ruby escudriñaron sus alrededores con dificultad en medio de tanto movimiento. De pronto se fijaron en la tienda más grande de todas, que debía medir unos veinte metros de largo y vieron que un orco salía de ella empujando trabajosamente una carretilla llena hasta los topes de tierra removida. Con un afán y seriedad que contrastaba con la juerga de los esterlingas, se dirigía hacia el noreste. Poco después vieron a otro orco que entraba en la misma tienda con una carretilla como aquella, pero vacía, para salir al cabo de unos minutos con la carretilla llena hasta los topes y seguir el mismo camino que su predecesor. El enano y el mediano no pudieron seguir observando el trasiego de carretillas ya que, pocos metros más allá de la tienda grande, parecieron haber llegado a su ominoso destino.

Una tienda de gran tamaño, aunque no tan grande como la anterior, profusamente decorada y precedida por sendos tótems hechos de una amalgama de  huesos, pieles y pelos de animales, situados a ambos lados de la puerta, apareció ante sus ojos. Dos soldados en broncinea armadura y yelmo estaban apostados en posición de guardia junto a la puerta. El esterlinga que había hablado al chamán hizo un gesto para que los orcos escoltas se fueran y los cautivos fueron llevados al interior de la tienda.

En el interior no pudieron ver más que unos biombos que separaban la entrada del interior, ocultandoles la vista de la estancia donde debía estar el tal Khamdûr. Luces amarillas y rojas lucían en varios quinqués situados en varios puntos de la tienda. El esterlinga que había hablado con el chamán se acercó uno a uno con un pañuelo empapado en un líquido que emanaba una penetrante esencia, y lo colocó en la cara de cada uno, tapándoles las vias respiratorias durante unos segundos. Al principio no sucedió nada, pero de pronto todo se fundió a negro y perdieron la consciencia.


Al despertar, Öter se sintió extrañamente ligero. Tantos días seguidos cargando con su armadura le habían hecho olvidar lo que era sentirse....¡desnudo! Atónito, se observó el cuerpo tal como su madre lo trajo al mundo, a excepción de un ridículo taparrabos. Girando la cabeza vio a Ruby en idéntica situación. Pero eso no era todo. Sentía una fría y húmeda textura en su trasero y espalda. Tocó con la mano y casi la retiró con un chillido de repugnancia: ¡fango! Con sobresalto se intentó poner en pie pero se resbaló sobre aquel limo y cayó de rodillas. Ruby, que acababa de despertar al mismo tiempo que el enano, se contagió del sobresalto de Öter y también se trató de poner en pie sobre aquel barro, con más éxito que su compañero. Giró la cabeza hacia el lugar de donde llegaba una voz cavernosa que parecía reír y jalearles e un idioma ininteligible: sobre un suntuoso lecho compuesto a base de pieles de animales amontonadas, flanqueado por dos pebeteros encendidos, estaba un imponente bárbaro con el torso desnudo mirándoles con ojos enloquecidos. A su lado, una Asianne totalmente desnuda yacía encadenada por el cuello, con una mirada de sufrimiento clavada en el suelo. 

El fango ocupaba un área de unos 6 metros por 4 metros y estaba separado del resto de la estancia por un pequeño vallado de unos 70 cm de alto. Öter y Ruby pudieron ver unos grandes cubos detrás de la valla, con algunos restos de barro. Seguramente lo habían traído de otro sitio para aquel malévolo espectáculo, del que aún no tenían una idea completa. Por ejemplo, hasta ese momento no habían reparado en los cuerpos desnudos y ensangrentados de Bit y de Zoz, transportados al otro lado de la valla por dos soldados esterlingas. Asianne no pudo reprimir un grito ahogado, y cuando se intentó de forma refleja inclinar hacia los maltrechos hobbits, la cadena asida a la argolla alrededor de su cuello le recordó con crueldad que era la forzosa compañera de cama de aquel salvaje. El mismo que, viendo a Öter y a Ruby Moss recobrar el sentido, rió con fuerza una vez más y dio una sonora palmada con sus enormes manos. En aquel momento el enano y el hobbit, en medio de aquella pocilga, pudieron escuchar un bestial gruñido y, por primera vez, vieron una gran caja de ruda madera en un extremo del fangoso cuadrilátero. Sorprendentemente, un sirviente esterlinga se acercó al vallado del otro lado y lanzó sendas dagas finas como alfileres que se clavaron en el barro junto a Ruby y a Öter.

- ¡A muerte! - tronó la voz del bárbaro esterlinga, quien sin duda se trataba del tal Khamdûr, pronunciada en oestron con el claro propósito de ser entendido por aquellos desdichados gladiadores del fango..

En aquel momento, otro de los sirvientes esterlingas, vestido con una discreta túnica de color blanco y amarillo, levantó el frontal de la caja de madera, que se levantaba como una guillotina, y del interior emergió el jabalí más grande que el enano y el hobbit hubieran visto en su vida. Como una exhalación, lanzando un chirrido que casi les perforó los tímpanos, el puerco salvaje levantó con las patas traseras un torrente de fango y se abalanzó contra el hobbit, quien a duras penas había tenido tiempo de levantar la fangosa daga que le había caído desde el otro lado de la valla.

 

 

- Tiradas (3)

Motivo: Ruby (01-50) o Öter (51-00)

Tirada: 1d100

Resultado: 4 [4]

Motivo: Ataque con colmillos

Tirada: 1d100

Resultado: 85 [85]

Motivo: Crítico Ataque con colmillos

Tirada: 1d100

Resultado: 81 [81]

Notas de juego

Habéis sacado tiradas de percepción parecidas, así que veis más o menos lo mismo en vuestro camino a la tienda de Khamdûr.

¡Ale, al ruedo! El fango os supone un -15 a todas las Maniobras de Movimiento, pero no a la Bonificación Defensiva. Como podéis suponer, en vuestra situación no disponeis de armadura, yelmo, escudo, etc, alguno.

Actualizo vuestros PV en el anexo correspondiente....

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13/12/2020, 20:09
Ruby Moss

Moss trató de apartarse de la trayectoria de aquella bestia y parar los mortales colmillos con la daga sin que se le escurriera de las manos. El hobbit se movió cuanto pudo para tratar de dejar al animal entre él y Öter de manera que al menos uno de los dos pudiera atacarle por la espalda. Si Bit y Zoz habían no habían podido contra el jabalí entrenfarle directamente era un suicidio. tenia que pensar y rápido. Öter era un blanco fácil sin su armadura y sabía que la piel de los jabalís podía ser condenadamente dura como para que él pudiera traspasarla sin su daga familiar. Observó el sistema de cuerdas que mantenían la carpa en pie.

¡Öter! Las cuerdas, hay que bajar el telón, no te emperres con el primo del jefe —hablaba rápido y con metáforas tratando de que a los esterlingas les costase demasiado traducir sus palabras, eran extranjeros venidos de lejos—, los enanos sois los de las estructuras, dime cual para que pueda apagar la luz.

- Tiradas (1)

Motivo: Percepción

Tirada: 1d100

Resultado: 74(+18)=92 [74]

Notas de juego

Este asalto no ataco, solo paro con toda mi BO. Y si sobrevivo ya veremos.
Pruebo mi propia tirada de Percepción para el tema estructural.

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13/12/2020, 20:46
Director

Notas de juego

Buenísima idea para salir del atolladero, Ruby, y buena tirada de Percepción!

STATS del "cochino jabalín":

Nivel 3; PV 110; CA C; BD 40; BO 55 Colmillos (críticos principal Perforación, critico secundario Aplastamiento hasta máx. tipo C)

(Menudo bicho el cabrón! y ni siquiera es un jabalí especial, es el estándar que sale de la tabla del criaturas del libro rojo...)

Ruby, el libro no lo deja claro pero se entiende que sólo se puede parar con armas cuerpo a cuerpo, no con arrojadizas, en tu caso utilizarías entonces tu daga como arma de filo si lo que quieres es parar el ataque. Para hacerlo menos trágico vamos a suponer que las dagas que os han lanzado al barro son las tuyas propias (así tienes el +15 por arma especial). Öter tiene la otra daga tuya, que no tiene bonificador.

Así las cosas, el ataque del cochino es: 85+55 BO -30 BD - 21 parada = 89; en la tabla de ataque con garras y dientes son 12 PV y crítico A de Perforación: 81-20=61 --> Impacto en un lado del pecho, pérdida de 1 punto de vida por asalto. Aturdido durante un asalto. Pero anímate, hobbit...al haber salido un crítico tipo A no hay crítico secundario!  

No temas, vas bien de PV. Consigues el objetivo de dejar a Öter justo detrás del lomo de la bestia. Has sido el banderillero que se sacrifica por el matador... 

Ahora vamos a lo que ves en lo alto: de niño ayudabas como tramoyista en las representaciones teatrales de la fiesta de la primavera en la Comarca. Tus ojos son hábiles a la hora de seguir las cuerdas, por muy intrincadas que estas sean. La sección donde os encontráis luchando contra el jabalí forma una especie de templete más pequeño que la gran cúpula de la tienda. Identificas la cuerda "maestra" que sostiene el citado templete, casualmente discurre paralela a la cuerda maestra de la gran cúpula de la tienda, - sin la cual se derrumbaría todo - durante un trecho. Esto significa que un tiro certero (usando la daga como arma arrojadiza) cortaría la cuerda que desees de las dos, uno menos certero cortaría la otra, y uno aun menos certero haría que la daga se perdiera en la bóveda de la tienda. Pero por lo menos deberás esperar 1 turno a recobrarte del aturdimiento (no se puede atacar y cualquier maniobra está penalizada con un-50..en este caso consideramos el lanzamiento como un ataque con arrojadizas)...

Öter, puedes pegar ahora tú, con arma de filo (la daga de reserva de Ruby) y utilizando los bonificadores de ataque por la espalda. Recordad que ahora no lleváis ni siquiera los huesecillos esterlingas (dados del destino), pues os han despojado de todo.

En este post no narro, lo haré cuando se haya desarrollado algo más el combate/estratagema.

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13/12/2020, 21:15
Director

Notas de juego

Como recordatorio que algunos me habíais pedido: Adjunto la tabla actualizada de los PV con los que habéis llegado hasta el túmulo de Valandur (está también en el Anexo 1)

Aunque no fue inmediato, los efectos de la sopa de setas beneficiaron sobretodo a Öter, ya que recuperó 12 PV durante el sueño de 6h que hicisteis cuando los orcos os lo permitieron. Los que no tomaran sopa o no les hizo efecto, recuperaron sólo 6PV durante ese descanso. El resto del tiempo en movimiento, unas 15h, os reporta a cada uno una recuperación de 5 PV.  Mith tiene +3 PV más por el ungüento que se hizo aplicar por parte de Asianne como parte del paripé de los esclavos frente al orco jefe. Ruby sigue con el hombro roto.

Así si no me he equivocado, os encontráis así en el momento de llegar al asentamiento. Disfrutadlos, porque vuelan...

Puntos de Vida
  Ruby Moss Mithgannel Leah Öter
PV INICIALES 62 36 25 74
PV ACTUALES 62 29 25 58
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13/12/2020, 21:28
Director

Las preguntas que hervían en la cabeza de la elfa eran todas ellas providenciales. Si, por culpa de su misiva, su hermana Gilmith caía en las mismas garras que ella, ¿habría que lamentarlo o habría que rendirse al Destino que, como un rodillo inclemente, pasa por encima de tantas vidas sin atender a los sueños de bondad y libertad de cada uno?

En todo esto pensaba cuando, no sin esfuerzo, llegaron a la cima del túmulo de Valandur. Allí, frente a ellas, una piedra de color gris oscuro y de al menos 3 metros de altura coronaba la cúspide, destacando su pétrea faz frente a la textura arenosa del resto del túmulo. Y allí, inscritas en la parte inferior de la gran priedra, Mith volvió a ver unos signos que le resultaban familiares, no así para Leah, que no era conocedora del manuscrito que robaron a Ossandrei*:

"Aún iría más lejos. Estas runas sobre el pergamino son sólo un identificador. Intuyo que se refieren en realidad a otro elemento, en otro lugar, donde seguramente estas mismas runas existen con una entidad mágica propia". El bueno de Aranuir había estado en lo cierto. ¿También habría podido intuír el viejo mago lo que estaba a punto de ocurrir ante sus ojos?

El chamán se acercó a la roca y pasó su mano de largas y repulsivas uñas negras por encima de la inscripción. Entonces, en una perversa pronunciación de adunaico, la ancestral lengua de Númenor, el hechicero leyó las palabras que, como bien sabía Mithgannel, significaban "De Valandur la muerte gloriosa en el valle angosto". Pero Leah, ducha en nociones de adunaico**, a pesar de no haber visto nunca el pergamino de Ossandrei ni haber tenido noticia de este tema, entendió también las palabras que estaba pronunciando el chamán y que coincidían con las que se relataban en la hoja de su cuaderno, la misma que había leído hacía escasos momentos a sus compañeros de desventuras. Las dos féminas se miraron estupefactas, pero aún lo estuvieron más cuando, finalizada la frase, la roca empezó a estremecerse y a moverse lentamente hacia un lado. Aquella mole de varias toneladas se había desplazado por lo menos un metro, dejando ver un orificio y unas escaleras toscamente excavadas en la roca que llevaban al interior del túmulo de Valandur.


Tras varias vueltas de espiral - Leah calculó que habrían podido descender 15 metros - llegaron a un gran vestíbulo. Hasta allí habían descendido el chamán, el jefe orco y los dos soldados que les escoltaban en todo momento. 

Sólo entonces el chamán pareció contestar a la pregunta que antes había formulado Mithgannel.

- Quién es Khamdûr, preguntas...bien, a veces servir a nuestro Señor implica confiar en aliados caprichosos...desviados, diría yo. Pero no te preocupes demasiado por Khamdûr, ni por tus desdichados esclavos. Ya nada de lo que tenías debe importarte demasiado. Pues tu proceso de conversión ya ha empezado, y lo primero que debes hacer es renunciar a todo lo que te ataba a tu vida anterior - se detuvo y caviló, como si se le acabara de ocurrir una idea - De hecho, vas a deshacerte tú misma de ellos. 

Indicó al jefe orco que hicieran traer a los cautivos que quedaban en el pozo, es decir, Cormac y Sigimun. Con paso miserable apareció primero Sigimun, clavando la mirada en sus pies y sollozando. Detrás bajaba Cormac, más sosegado y digno, pero con semblante igualmente sombrío. Llevaban las manos atadas a sus espaldas. 

Dejaron a Mithgannel frente a los dos desdichados, apartando a Leah hacia una de las paredes del vestíbulo. Sin palabras, con tan sólo su penetrante y odiosa mirada, el chamán parecía conminar a Mithgannel: "Adelante, procede".

Notas de juego

*Escena 1, ver también "Pergamino de Azeroth" en el ANEXO 3.Hallazgos.

** Es cierto, según tu ficha, tienes nivel 2 de adunaico.

Perdonad, en mi post anterior tal vez no estaba muy claro. Tanto Mith como Leah suben hasta la cima del túmulo.

Tened en cuenta que en ningún momento os han desarmado, pero estáis férreamente vigilados. Tanteadme si queréis tener más detalles de vuestro entorno.

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14/12/2020, 13:24
Director

Notas de juego

Para hacerlo menos trágico vamos a suponer que las dagas que os han lanzado al barro son las tuyas propias (así tienes el +15 por arma especial). Öter tiene la otra daga tuya, que no tiene bonificador.

Ahora he caído que en el capítulo anterior Ruby Moss entregó su daga familiar a Mithgannel con el veneno slota...

Corrijo entonces y volvemos al escenario en que las dagas son unas que os dan los esterlingas, pero ambas tienen un +15 porque son objetos rituales especiales. Ala, hoy me siento generoso.

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14/12/2020, 18:13
Director

El vestíbulo al que habían llegado se trataba de una cavernosa cavidad de unos diez metros hacia el Oeste y otros 10 metros en dirección Sur. El techo estaba relativamente alto, entre unos 3 y 4 metros, lo que daba mayor sensación de amplitud. Estaba tenuemente iluminada por algunas solitarias antorchas que se habían encendido en las paredes. Hacia el oeste el vestíbulo finalizaba en una especie de cul-de-sac, que es donde el jefe orco había llevado a Leah apartándola de los dos bandidos cuya vida se le ofrecía a Mith. El jefe orco se colocó justo detrás de la asesina, con su cimitarra desenvainada y en estrecho contacto con la columna vertebral de Lèah. En medio de la estancia, los dos cabizbajos bandidos, y muy cerca de ellos, en la vía de la subida por la escalera espiral, se situaron los dos soldados orcos. Frente a los bandidos estaba Mith y detrás de ella un par de metros, el chamán, observándola fijamente. Más allá del chamán, en dirección Sur, la galería parecía continuar, bajando ligeramente el nivel por medio de unos escalones de piedra. 

La estancia estaba totalmente ausente de muebles o cualquier otro efecto que pudiera haber sido creado por entes civilizados, a excepción de las antorchas y la propia escalera espiral de piedra 

Notas de juego

Podéis ver la ubicación de cada uno y la cuadrícula en el tablero táctico:

https://natilla.comunidadumbria.com/tableros/ver/1860

*Si no lo veis, avisad, que a veces la Natilla...

 

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16/12/2020, 13:39
Oter, hijo de Hreimdar

El enano notaba como el sudor caía por su frente, llegando a la barba con un recorrido lento. El calor y el cansancio estaban siendo un enemigo duro. Pero aún así, su orgullo le impedía caer allí mismo, así siguió caminando allí donde los orcos los llevaban. Desde fuera, la escena tendría que ser realmente triste para Mith, que los observaba en la lejanía.

Y sin más, un sonido hueco y una sensación en su nuca, hicieron que el enano dejara de pensar por unos segundos.

No sabía cuanto tiempo había pasado desde que cayó inconsciente, pero no le importaba, pues de repente notó sus manos sueltas: estaba liberado. Pero la conmoción, que había sacudido la razón del pobre Öter, se disipó para mostrarle donde estaba.

- Malditos hijos de perra... - gimió al ver a los hobbits, pero sobre todo al ver a la dama Asianne - Malditos hijos de perra...

Echó mano a su cinto, instintivamente, pero no encontró nada. De hecho, al bajar la vista solo pudo ver barro y piel. No tenía ni su escudo ni su martillo... solo una tira de piel dejando ver un vello púbico abultado a cada lo del mismo. 

Pero lo más importante no era eso, era aquel hombre de aspecto gigante que se avalanzaba sobre ellos a la misma vez que el jabalí soltado por uno de los esterlingas hacía demostración de su poderoso chillido agudo. Öter que esquivó al animal, cogió rápidamente la daga que le habían lanzado. El señor Moss, que había recibido el primer impacto, le habló antes de ser herido.

- ¡Yo me ocupo de la cena, señor Moss, usted apague la luz!

Si querían espectáculo, lo tendrían.

- Tiradas (1)

Motivo: Ataque a la cena xD

Tirada: 3d100

Resultado: 100, 37, 53 (Suma: 190)

Notas de juego

Creo que Ruby, al tener más en Arrojadizas, no va a fallar, así que prefiero tener que aguantar un poco la situación y que cuando se recupere esté libre para poder lanzar la daga sin problemas ;)

Máster, hago tirada y sumas tú lo que veas necesario. Qué pena que no tenga el martillo, lo hubiera hasta asado del golpe jajaja

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16/12/2020, 16:03
Director

Khamdur, desde el otro lado de la valla, en su suntuosa cama y con la bella y sufriente Asianne a su lado, celebró con un rugido de felicidad al ver las primeras gotas de sangre sobre la arena, o mejor dicho, sobre el resbaladizo fango. Un sirviente acababa de escanciarle vino en una copa dorada, y unas gotas se derramaron sobre el colchón casi al mismo tiempo que la sangre de Ruby sobre el limoso terreno.

Ruby se retorcía de dolor por los colmillos del bicho, tambaleándose de lado a lado, pero un brillo apareció en sus ojos mientras dirigía su mirada al techo de la tienda. Por suerte el enano estuvo acertado en la estocada con aquella daga que le había dado el esterlinga, tan diferente de su amado martillo: por la espalda del salvaje cochino se la incrustó en el costado, provocando una algarabía de chirridos y la paralización momentánea de la bestia. Estaba aturdida.  

Notas de juego

Genial Öter, menuda estocada! Si no te va bien en el mundo de la aventura siempre tienes una salida en el mundo taurino.

Todos habéis movido así que resolvemos:

137 + 33 BO filo Oter - 40 BD jabalí + 35 (ataque por la espalda) = 165, se sale de la tabla de armas de filo contra Cuero --> 25 PV y crítico E, peeeero por ser daga el máximo crítico es C.

Tu tirada de crítico de 53 + 0 por crítico C --> Impacto en un lado del pecho, pérdida de 1 PV por asalto. Aturdido durante 1 asalto.

En definitiva: 

- Tanto Ruby como el jabalí permanecen aturdidos durante un asalto. Sólo Öter dispone de movilidad durante el próximo asalto, puedes darte el gustazo de volver a pegarle con un +20 adicional por enemigo aturdido.

En el siguiente asalto, después de que Öter haya pegado, el orden de los ataques sería:

- Lanzamiento arrojadiza de Ruby a las cuerdas, si es lo finalmente decide hacer.

- Entre Öter y el jabalí, éste tiene un +30MM y Öter un +10MM, así que en condiciones de igualdad pegaría antes el jabalí en cuerpo a cuerpo.

Pero vamos por pasos, tira Öter por tu asalto, si eres tan amable (no importa que narres, narramos en la resolución).

Actualizo PV de Ruby, contando con el nuevo asalto que te pasas aturdido y pierdes 1 PV por asalto.

PV jabalí: 84/110

 

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16/12/2020, 16:32
Oter, hijo de Hreimdar

A pesar de no haber combatido con una daga desde casi la infancia, el enano, ágil en el combate y por la posición que tenía, asestó una gran puñalada en el jabalí que perdió el equilibrio durante unos segundos, dando la oportunidad de poder volver atacarle.

-¡Señor Moss, yo me encargo de la bestia, no se preocupe por mí! - le gritó mientras comenzaba a levantar el brazo con otra cuchillada. Pero un resbalón hizo que el ataque no fuera certero.

 

- Tiradas (1)

Motivo: La cena 2.0

Tirada: 3d100

Resultado: 6, 74, 84 (Suma: 164)

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16/12/2020, 16:58
Director

El bueno de Öter pecó en exceso celebrando su anterior acierto con la estocada y, justo cuando empezaba a ensañarse con una segunda cuchillada, le pudo la emoción, resbaló sobre el limo y trastabilló, errando el lomo del jabalí cuando lo tenía más a su merced. 

Ya repuesto, el bicho se giró encárandose a su atacante y bufó, mostrando a Öter unos tremebundos colmillos amarillentos.

 

Notas de juego

Al menos pifia no es. Vamos a ver si sumando:

6 + 33BO + 35 espalda + 20 enemigo aturdido - 40BD = 54, nada.

Ruby, espero a que decidas cuerda y arrojes la daga, si es lo que quieres hacer. Al ser un disparo contra un objetivo "inanimado" inventamos una regla de la casa: Tienes un +61 de arrojadizas. Si sacas crítico C en adelante (columna Sin armadura, a partir de 101) impactas a la cuerda que quieres. Si sacas crítico A o B impactas a la otra cuerda. Si no llegas a crítico (90 o menos) yerras y pierdes la daga...