Partida Rol por web

Burgi Diabolica

TENEBRARUM AMPLEXUS

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20/07/2014, 22:18
Narrator Diabolica

 

Que todo comenzó hace muchos años, cuando la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, más conocidos por la Orden del Temple o Templarios, vino a las tierras del Valle de Mena, al norte de Castilla, y se asentó, creando la Ermita de Santa María de Siones, con el propósito no de encontrar el Grial, rumor que ellos mismos alentaron y casi todos dieron por verdad, sino de esconderlo. Con ellos trajeron a un joven muchacho al que habían educado y protegido como uno de los descendientes de Nuestro Señor Jesús y su esposa, María Magdalena. El muchacho se integró en una comunidad a la que pusieron el nombre de Criales a unas diez leguas castellanas de la Iglesia de Siones, y así hacían referencia al “Grial”, y que el Temple deseaba dejar “a la vista” de quien supiera buscar. Aunque el paso del tiempo hace que todo cambie, y aunque sea por mero azar, la familia de José el carpintero y su hijo Dagoberto, al morir la madre se trasladaron a Siones.

La suerte les fue esquiva a los protectores del secreto “griálico” y fueron perseguidos por todos los Reinos, ya que el Rey de Hierro, Felipe IV de Francia, instigó al propio Papa Clemente V para acusarlos de sacrilegio a la cruz, herejía, sodomía y adoración a ídolos paganos, se les acusó de escupir sobre la cruz, renegar de Cristo a través de la práctica de ritos heréticos, de adorar a Baphomet y de tener contacto homosexual, entre otras cosas. Por esto, fueron perseguidos y erradicados, sus bienes en la península pasaron a la Corona de Aragón en el este peninsular, a la Corona de Castilla en el centro y norte, al Reino de Portugal en el oeste y a la Orden de los Caballeros Hospitalarios en muchas de las zonas. Si bien tanto en un Reino como en otro, surgieron diversas Ordenes Militares que tomaron el relevo a la disuelta, como la Orden de los Frates de Cáceres o de Santiago, la de Montesa en Aragón, la de Calatrava o la de Alcántara, a las que se concedió la custodia de los bienes requisados. En Portugal, el Rey Dionisio les restituye en 1.317 como "Militia Christi" o Caballeros de Cristo, asegurando así las pertenencias, por ejemplo, el Castillo de Tomar de la Orden en este país.

Pero todo esto, no es más que una partida entre fuerzas más poderosas que la historia de los hombres y es que desde hace cientos de años, la corte demoníaca supo de la descendencia de Jesús con María Magdalena y por tanto de Yahvé, su “divino” Padre. La diablesa Masabakes, inteligente y ambiciosa, envió a los suyos a diferentes lugares del mundo y allí rebuscó por medio de sus Súcubos e Íncubos. Así los servidores de Masabakes, astutos en sus lides y sabiendo que en la cama los hombres hablan más de lo que debieran, conocieron de las miles de argucias que desempeñaron muchos hombres por esconder a los herederos de Jesús y María Magdalena. Y una de esas tretas les llevó hace unos quince años hasta el Valle de Mena, donde los malditos Templarios escondieron tiempo atrás a uno de esos descendientes merovingios, un hijo descendiente de los conocidos como Reyes Brujos o Reyes Melenudos, pero hasta hace poco, aún desconocían su paradero exacto.

La diablesa tuvo que confiar en uno de sus fieles seguidores desde hacia años, Don Mateo de Vallejo, para que dejara la Corte y regresara a su “hogar”, pues precisaba de él para encontrar al descendiente de Jesús. Ya unos años antes, Don Mateo había estado en su casa de Vallejo de Mena y compartido “gustos” con el Barón Alvar de Ortiz, mantuvieron relaciones entre ellos y con todas las mozas que pudieron encontrar, hasta el extremo que algunas de ellas fallecieron por los abusos que sufrieron. 

Tras su regreso, en unos años el Cortesano ya había organizado un pequeño culto a Masabakes, a la que rendían orgías y sacrificios para honrarla. Este grupo de servidores de Masabakes lo componían Don Mateo de Vallejo, el Regidor Blas, el comerciante Antón, el herrero Mauricio y el posadero Imanol, quienes realizaron hace diez años un terrible Aquelarre a Masabakes, que cambió la vida de todos ellos por sucesos que aun hoy no comprenden. En el Aquelarre cada uno rindió homenaje a su Señora de diversas maneras, Don Mateo tuvo que seducir a Doña Blanca de Ortiz, hasta entonces una persona de moral casta y ella aceptó voluntariamente participar; el Regidor Blas tuvo relaciones con un monje anciano al que secuestró del monasterio cercano, y Antón, Mauricio e Imanol, junto a tres lobos sometidos a la voluntad de Don Mateo, violaron a tres niñas y tres niños que sus madres habían cedido voluntariamente. Las egoístas que cedieron “en secreto” a sus hijos por meras promesas vacías, en las que ellas suponían trabajo para sus vástagos o algún otro sueño, o simplemente las monedas sirvieron de acicate, así Blanca y Magdalena entregaron sus hijos a Mauricio, María y Susana los cedieron a Antón, y Matilde y Dorotea se los dieron a Imanol. Tras saberse cada una engañada, ocultaron la verdad a los vecinos, y como nadie se preocupa de los demás, dieron por supuesto que los niños no sobrevivieron al frío. Nadie dio importancia a no ver a las madres con sus hijos y hoy día, casi nadie recuerda la suerte de aquellos críos. Ellas jamás dijeron nada a nadie y ni una sola mirada desveló su pecado, entre ellas jamás supieron del terrible pecado de las otras, creyendo que su mezquino acto “secreto” era “único”.

Durante los diferentes ritos demoníacos y actos degenerados, Don Mateo sacrificó al monje, a los seis niños y a los tres lobos, dejando para el final a la casta Doña Blanca. Al degollar al último de los lobos el ritual se descontroló y un estallido de energía o de magia, provocó que todos perdieran la consciencia. 

Poco a poco, fueron despertando... 

El primero que lo hizo fue el Regidor Blas, que el azar quiso que se quemase gran parte de su rostro y cuerpo al desmayarse cerca de las brasas de una de las hogueras. No recordaba ni quien era, pero asumió su condición de monje al ver unos hábitos a su lado. Se los puso y alejó de allí.  Posteriormente, Don Mateo se despertó y apenas recordaba lo sucedido, pero mirando a su alrededor comprendió que algo no había funcionado como se esperaba y vio, que la única víctima viva era Doña Blanca y pensó en matarla pero probablemente comenzaran las preguntas por parte de su esposo y en ese momento, era innecesario. La cogió del suelo y montó en su cabalgadura hasta acercarla a la Torre de los Ortiz, en Mantranilla, y fue encontrada por los guardias del Barón, que del Cortesano nada supieron pues obró con habilidad para esconderse de las miradas y observó que Doña Blanca, al incorporarse parecía ida y no recordar nada de lo sucedido. Pasados los días, Doña Blanca de Ortiz cambió su vida radicalmente y hasta extremos que la gente del pueblo parecía tenerla mas miedo por su Fe que a los propios demonios.

Los demás, Antón, Mauricio e Imanol, despertaron con pocos recuerdos y peores sensaciones. Se alejaron de la zona totalmente aturdidos y cobijaron en sus casas hasta que los días pasaron, llenando sus lagunas poco a poco lo sucedido, pero no les vino recuerdo alguno de la semana anterior al rito en el bosque. El tiempo fue pasando y todo volvió a la normalidad, así en la casa de Don Mateo se reunían para celebrar sus orgías y ofrendas a Masabakes, para lo cual han secuestrado a muchos caminantes y comerciantes, necesarios para dar rienda suelta a sus degenerados “apetitos”. Obvio es, que de todo esto ha sido acusado Josu, un bandido local, que no puede defenderse y sin que nadie proteste, crecen sus “maldades” que comenzaron por robos, después secuestros y ahora sangrientos asesinatos.

El tiempo pasó y las acciones de Doña Blanca de Ortiz fueron percibidas por la Fraternitas Vera Lucis, quienes enviaron a Don Nuño para investigar el motivo por el que una persona como la Baronesa, se convirtiera en azote de todo mal y pecado. Don Nuño llegó sin hacer demasiado ruido y convenció al Barón de Ortiz para entrar a su servicio, convertirse en su mano derecha y hombre para todo. Así Don Nuño comenzó a recabar datos y por Doña Blanca conoció sobre el culto de Don Mateo a un demonio de la lujuria. Supo de los “gustos” de Don Mateo y creyó ganarse su confianza, y accedió a participar en sus ritos para averiguar más de ellos. Pero la seducción de la diablesa se ha aferrado a una parte de sus entrañas y aunque Don Nuño se sabe en pecado, hay momentos en que no resiste sus propios deseos, y en otros estaría dispuesto a hacer lo que fuese necesario por acabar con su “esclavitud”.

Hace unos meses, al Valle llegaron cinco hombres de armas que se cobijaron en el Monasterio de San Emeterio y San Celedonio en Taranco, para poco después marchar a la torre de los Ortiz, y desaparecer en los bosques poco después. Para Don Mateo todo fue inequívoco: lo que había venido a descubrir había tardado más de lo esperado pero finalmente parecía que algo iba a suceder... La persona que buscaba estaba más cerca de encontrarla que en los diez años pasados. Les espió en todo momento y advirtió sus movimientos, primero cerca de su casa en Vallejo de Mena, de donde es muy consciente que los Templarios tuvieron una “casa”, luego indagaron por la zona, pero no eran estúpidos y sus movimientos eran erráticos, con intención de confundir a quien les espiase. El cortesano se sorprendió cuando los Templarios salieron del Monasterio, solicitando la ayuda de Don Nuño para encontrar alojamiento, y vio aquí la oportunidad de ayudar a este para deshacerse de los “molestos” compañeros. Unos días más tarde todos morían en el bosque y nadie se preguntó nada, pues la gente daba por hecho que Josu les había matado.

Don Mateo realizó un sortilegio conocido como Espejo de Salomón para avistar más allá de las brumas que ocultan el futuro, y aunque no vislumbraba bien lo que se le mostraba, si entendió que podía tratarse de su propia muerte. Vio la llegada de la Fe bajo un hábito de dominico, observó a seis mujeres que lloraban y le señalaban por sus hijos muertos, se estremeció cuando un ser monstruoso le devoró las entrañas y finalmente, todo el Valle se veía iluminado por las llamas que surgían de alguna de sus “torres”. Sin perder tiempo decidió buscar soluciones. La primera era impedir que la Inquisición se acercara al Valle de Mena y comenzó un ritual para atraer la niebla, una niebla que equivocase a quien quisiera llegar y lo alejase. La segunda parte era también fácil, pues con preguntar a Antón, Mauricio e Imanol sobre las seis madres del antiguo ritual y darlas muerte, todo terminaría. Y la cosa se complicó, pues ninguno de los tres recordaba quienes eran esas mujeres y preguntar a las claras era demasiado notorio. Así, Don Mateo solicitó a su “señora” Masabakes una ayuda y al día siguiente, Manolete el juglar estaba en su puerta. No sabe nada de él, no se fía de él, pero espera que pueda solucionar lo que sucede.

Y ahora nos preguntamos, si Don Mateo es uno de los implicados en las desapariciones de la gente... ¿Para qué viaja hasta Burgos para contratar a un grupo para dar caza a Josu? La respuesta es por disimular, pues piensa que los mercenarios son unos “buscavidas” y no harán nada por realizar su trabajo, tal y como ha sucedido hasta ahora con todos los que se han contratado para acabar con Josu. Y para Don Mateo son un buen “almacén” de víctimas para sus ritos, pues al ser forasteros, su desaparición no molestará a sus “vecinos” del Valle.

Y la fortuna, que no siempre sonríe al Maligno, quizo que esos mercenarios no fueran simples buscavidas y, aunque infames algunos, de dudosa reputación otros, y sin calificativos capaz de describir al resto, fueran gentes de gran fuerza interir, tezón, y conocedores de la necesidad de combatir al mal más elemental.

Así, perdidos en un Valle plagado de peligros, secretos y misterios, acabaron por descubrir contra todo pronóstico lo que entre una espesa niebla lo que allí se urdía. Capaces fueron de truncar en cierta medida los planes del cortesano, incluso desvelaron los nombres y rostros de los ilustres seguidores de Masabakes entre los que se encontraba, para sorpresa de todos, el propio Barón de Ortiz. Pero don Mateo, que es más listo que el Demonio y nunca mejor dicho, consiguió escapar ayudado por Manolete y acompañado por un joven misterioso, con el pequeño Dagoberto.

 


 

Y fue en el segundo día, de los seis que separan Villasana de Burgos, cuando los tres "elegidos" y el fráter de Sion se toparon con una sorpresa en forma de muchacho. Estaba tendido en el suelo y un rastro, como si se hubiera arrastrado desde allí, llevaba a una pequeña hoguera de la que ya sólo restaban unas pocas brasas apunto de extinguirse. Un hilillo de sangre reseca bajaba desde la sien del joven ocultando, con un costroso velo rojo, su rostro angelical. Era Lorenzo de Mayo, y le habían golpeado el craneo con una piedra.

Cuando recuperó la consciencia contó su historia; de como una bolsa bien repleta y las palabras adecuadas habían hecho que el muchacho aceptara el encargo que don Mateo le había ofrecido. Su misión era "atender" a un crío que, atado, amordazado y metido en un saco, trasportaban como un fardo en la grupa de un caballo. Según don Mateo, el joven era su subrino, quien a causa de unas fuertes fiebres había enfermado volviéndose mentalmente inestable. Una vez en Burgos sería atendido por un especialista de su confianza.

Don Mateo y el otro hombre, que respondía al nombre de Manolete, nunca tocaban directamente al crío, eso, junto al hecho de que el cortesano hacía constantemente referencias a dos nombres: Cantarranas y Alipio, fue lo que disparó una alarma en la mente del bueno de Lorenzo, y cuando comenzó a furmular preguntas incómodas, la primera respuesta con la que se encontró tenía forma de piedra y acabó estrellándose contra su cabeza...

 


 

Lo que ocurrió al atardecer del quinto día de la andadura ya es algo más difícil de explicar.

El sol ya lucía bajo, al borde del horizonte, y bajo su luz rojiza y mortecína relucían los colmillos de una bestia extraña, una criatura infernal cubierta de pelo negro y espeso por todo el cuerpo. Su cabeza se asemejaba a la de un lobo, con unas enormes fauces capaces de engullir la cabeza de un hombre de un sólo mordisco. Aún encorvada, su altura superaba con creces la del caballero que, con pesada armadura y poderoso mandoble, le hacía frente con un cuajo y bravura dignos de ser recordados al son de una buena balada en compañía de un mejor vino. Entonces, una saeta, como salida de la nada silbó clavándose en el hombro de la bestia, pues un tirador oculto entre unos arbustos, nivelaba la pendencia en favor del caballero.

La bestia; el engendro de Villasana. El hombre; Don Nuño de Barriuso. El tirador; Tancredo el bandido.

Don Nuño efectuó una tirada a fondo que la bestia esquivó con facilidad. El engendro gruño, mientras sus afiladas garras cortaban el aire justo delante de la cara de Don Nuño. La bestia daba vueltas lentamente alrededor del caballero, mientras sus ojos amarillentos analizaban cada palmo de la armadura buscando una fisura, un punto débil.
Con un grito inarticulado, Don Nuño blandió su espada en un amplio arco, y la fuerza de su golpe partió en dos la garra de la bestia que pretendía parar aquel embiste, cortando también en el proceso su garganta. Con la sangre burbujeando entre sus fauces, el engendro se derrumbó en el suelo.

Y que lo más sorprendente aún estaba por llegar, incluso más que la muerte de la bestia, pues Tancredo, dado por muerto por todos, no sólo había sobrevivido a los horrores del Valle de Mena, sino que al parecer había jurado lealtad al de Barriuso y ahora le servía como paje y escudero. Don Nuño le había salvado la vida cuando a punto estuvo de ser devorado por una manada de lobos en mitad de la noche y, tras aquello, Tancredo le era leal como pago de deuda de vida.

Y hablando de Don Nuño, éste nació en Burgos hace siete lustros en el seno de una noble familia sin ningún posible, solo su nombre y la cruz por blasón, vagabundeó de ejército en ejército, y de batalla en batalla, hasta que muchos le conocieron y temieron con solo saber que se acercaba. La cruz en su blasón y su determinación por llevarla allí donde fuese llamaron la atención de la Fraternitas Vera Lucis y se unió a ellos convencido de su obra. Sus luchas contra los brujos y esa ralea fue sido ardua, y fue designado por los suyos para observar a Doña Blanca de Ortiz y juzgarla apta para “servir” a la Fraternitas, por lo que solicitó entrar bajo las órdenes de Don Alvar de Ortiz y este le aceptó, conviertiéndose desde entonces en su mano derecha, su hombre para todo. La misión de observar a Doña Blanca le hizo conocer a Don Mateo de Vallejo, y ahí terminó todo, pues entonces Nuño tuvo que luchar más con sus propios demonios que con los enemigos de carne y hueso, pues el vicio de la carne es muy poderoso dentro de él y lo sabía, pero siempre que podía, lo arrincona en su alma con todas sus fuerzas. O al menos así fue al principio, pues con el viejo cortesano descubrió mil y una manera de disfrutar de la carne, y de alguna atrocidad más y poco a poco, tanto observar a Doña Blanca hizo crecer en su interior un peligroso deseo de poseerla y es por ello, que hizo todo lo que ella pedía por extraño que pareciera, pues pensaba que así ella le “apreciará” y podría llevarla al lecho.

Don Nuño se sabía en pecado, había momentos en que no resistía sus propios deseos, y en otros estaba dispuesto a hacer lo que fuese necesario por acabar con su “esclavitud”. Y fue cuando Doña Blanca se arrojó desde lo alto de la torre cuando tuvo la fuerza necesaria para enfrentarse a sus demonios y vencer, y tras haber recuperado parte de su antiguos valores y ferrea determinación, se dispuso a recuperar el resto siguiendo al engendro y a don Mateo para dar cuenta de ambos. Y la primera parte ya la ha cumplido, pues la bestia yace inerte bajo sus pies. Pronto llegará el turno de don Mateo...

 


 

Y aquí comienza todo, pues los cinco elegidos, en compañía de Dimas, llegan a Burgos tras el rastro de don Mateo...

 

Atrás quedan los horribles sucesos ocurridos en Villasana; el engendro asesino, los ya olvidados sacrificios y aquelarres para invocar al maligno, los niños secuestrados y calcinados tras las rejas de las celdas bajo la torre de los Ortiz. Atras quedan aquellos barros, pero ahora pisamos nuevos lodos. Y es que la maldad del cortesano de Vallejo no parece conocer límites, y que en su poder se halle Dagoberto, descendiente directo de Jesus de Nazaret, es un asunto tan inquietante como peligroso. Vuestras vidas pasadas con sus objetivos, anhelos y esperanzas, se empequeñecen ante la tarea que el destino os ha encomendado. Nada puede importar más que truncar los oscuros planes que pueda tener don Mateo de Vallejo para con el pequeño Dagoberto.

¿Qué fuerza oscura sería capaz de convocar el infame cortesano usando como catalizador la propia sangre de Jesus?. Esa pregunta os aterra y Dimas, el frater del Priorato de Sión, parece inmensamente preocupado por el asunto...

 

El camino desde el Valle de Mena tras la pista de don Mateo ha sido largo. El viaje ha sido duro, pues el invierno se acerca al norte del Reino de Castilla, y cuando por fin observáis las grandes murallas de Burgos, todo parece algo mejor. Estos días pasados, mientras cabalgabais, el viejo caballero Dimas os contó su historia...

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20/07/2014, 22:50
Dimas di Vechia Signora

Nacido hace casi sesenta años en las calles de Turín, tuvo la suerte de intentar robar a la persona equivocada, un viejo caballero que parecía distraído y ese “viejo” le atrapó. Algo vio el caballero en la mirada del chiquillo que le acogió, le adiestró en las lides del combate y le enseñó lo que las palabras del hombre esconden. Y Dimas fue un alumno talentoso, que aprendió más allá de lo esperado, por lo que su “padre” le presentó a sus “hermanos” del Priorato de Sión, los últimos templarios destinados a una labor mayor: encontrar y proteger el linaje de Jesús y María Magdalena, perdido hace muchas décadas.

Así, Dimas ha estudiado, combatido y orado al Señor por igual, convirtiéndose en uno de los líderes dentro del Priorato. Cuando su protector falleció, le hizo la promesa de llevarlo hasta “el fin del mundo”, donde él había nacido, para arrojar sus cenizas y estas volaran hasta el lugar que las correspondiera.  

Pero sus estudios, mientras buscaba una ruta para llevar las cenizas de su padre hacia Santiago de Compostela, le habían revelado ciertas casualidades en un valle al norte de Castilla, donde los nombres juntos de Sierra Salvada, la Magdalena y Siones eran para llamar la atención. Antes de partir envió un mensajero al Monasterio de Valpuesta, para que alguno de sus hermanos investigara mientras él llegaba. Al llegar supo del viaje de cinco de sus hermanos hacia el Valle de Mena y poco más hasta llegar al Valle, donde se rumoreaba que cinco mercenarios habían desaparecido recientemente... ¡Demasiada casualidad! Su padre bien podía esperar un poco más para llegar hasta el “fin de la tierra”, si allí encontraba algún vestigio de la Sangre Real y vaya si la encontró. Pero la encontró para perderla a manos de Don Mateo...

 

...También os contó que el Priorato de Sión tiene un “castellano” en Burgos, un burgués llamado Arnaldo Chomón que se dedica al estudio de la genealogía y linajes, y a la compra o venta de libros, legajos o cualquier cosa que pueda ser leída en el idioma que sea.

Aunque no ha anochecido, poco falta, y bien es sabido que cuando el sol se esconde, las puertas de la ciudad de Burgos se cierran y hasta el amanecer no vuelven a abrirse

─¡Andiamo, a prisa!. ─Dimas os pide que apuréis el paso de las monturas hasta cruzar la Puerta de San Gil.

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20/07/2014, 22:56
Becerrillo

El rezagado Becerrillo, algo distraido olisqueando plantas y el rastro de diversos animalillos, no tarda en adaptarse a vuestro repentinamente apresurado ritmo.

Cuando desde la loma del norte de la ciudad divisáis Burgos, es poco más que algún punto iluminado pues la niebla cubre todo como si de un velo se tratase, y espoleando las monturas, con el tiempo justo cruzáis la entrada a Burgos. Una entrada sombría, pues entre la niebla y la poca luz que se filtra bajo el arco, se escuchan los lamentos y gritos procedentes de la cárcel del Concejo aneja.

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21/07/2014, 00:54
Tancredo

Sea ─reafirmó el bandido las palabras del anciano ─que aún recuerdo cuan bien olía la cocina de aquella taberna llamada la de Cesáreo.

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21/09/2014, 02:52
Narrator Diabolica

Notas de juego

¡Comenzamos!. Sería ideal un post de reflexión interna antes de cruzar las puertas ;).

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22/09/2014, 21:13
El Cortalenguas

Un nuevo camino. Un nuevo destino.

Burgos, Cantarranas, Vallego, Dagoberto. Cada lugar y cada persona con una influencia diferente, una opinión distinta de cada uno. El cortalenguas, tras la historia de Dimas y las vanas y nublosas explicaciones del de Barriuso y Tancredo sobre la bestia, nada dijo. Se limitaba a vigilar a la Belarda y a Urraca, no sin olvidar al becerrillo, a los cuáles estimaba, aunque fuera muy en el fondo negro de su alma. No podía creer que Tancredo hubiera jurado fidelidad a un tiparraco como aquel: impulsivo, chistoso y ciertamente irritable. Nuño, un fiasco, un tipo al que habíame jurado en mi interior matar, tenía por séquito un tipo raro y descadente.

La historia de Dimas y las razones de ese tal Lorenzo de Mayo habían calado en mí, y por tales razones estaba en los últimos días un poco sosegado. Pero a las primeras de cambio, no dudaría en hacer gala de mi nombre y arrancar la sinhueso a quien se pusiera por delante, fuera miembro inquisitoria o el mismísimo Judas de los cristianos, que tanto lo nombran. Mi cara mostraba las pústulas, todavía, de la herrumbre que me corroía por dentro y transportaba la mia sangre. Sólo esperaba en breves hacerme con una máscara, o al menos con unas pieles de carnero o ternero.

De aquellos barros, estos lodos... -pensaba discurriendo sobre toda la historia acontecida hasta ahora-.

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22/09/2014, 21:54
Diego "el urraca"

Era un nuevo Diego quien caminaba, alejándose a cada paso un poco más de aquel infierno que era en verdad el Valle de Mena, con el semblante serio. Non era el mismo semblante que facía non mucho tiempo en verdad, más sí mucho en sentimiento, aceptare el encargo de quien agora non ansiaba más que eliminar de la faz de la Tierra: Mateo de Vallejo, diríase el propio mal encarnado. Su rostro mostrábase agora con signos de deterioro, et la rala barba de non asearse en tanto tiempo non facía si no remarcar las ojeras de su más demacrada agora faz.

Sin embargo, quizá fueren sus ojos, o mejor dicho la suya mirada, lo que presentaba el mayor cambio. Fulgía agora con la determinación de quien asume et acepta el suyo destino, aunque este sea la misma muerte. Brillaba con el reflejo del dolor de un alma que, preocupada más de charlatanerías, algún maravedí et meter la verga en caliente, habíase roto en mil pedazos al encontrar la más terrible de las oscuridades que el omne alberga en el suyo interior, con el brillo característico de quien afronta agora el mundo con una nueva visión. Expresaban los suyos ojos la decisión que había acatado el que llamaran el Urraca, la decisión de arrancar de raíz aquel mal tan horrible que jamás hubiera podido siquiera imaginar, et que non faría si no llenar de podredumbre, gusanos et corrupción el resto del mundo si non parábalese los pies. Mas también expresaba el fulgor de los suyos espejos del alma el dolor, casi cicatriz ya, del amor que llegó a sentir por la Belarda. El cuerpo seguía descomponiéndosele cada vez que pensaba que los suyos chiquillos pudieren acabar como los que el Concejo utilizare con los suyos oscuros fines... Non deseaba más que lo mejor a aquella buena mujer, que habíale demostrado que, por mucho mal que existiere en el mundo, seguían existiendo personas que facían que meresciera la penar confiar en el omne.

Sonrío (o, más bien, esbozó una fina sonrisa en los suyos labios, pues non era ni mucho menos situación para sonreír) el Urraca observando a Dimas, et recordando cómo quiso la fortuna que cruzáranse antes de llegar al Valle, bajo las órdenes de Pelayo, que en Dios tuviéralo en la suya gloria. Si hubiéranle contado en aquel momento cómo acabaría cabalgando junto a aquel omne a quien trataba facer creer que era un reconocido comerciante de la Sierra Morena (¡Cuántas veces habíale funcionado aquel cuento!), non habría podido si no carcajearse a mandíbula suelta ante el rostro de quien hubiérase atrevido sólo a mencionarlo.

Mas allí estaba agora, dispuesto a aportar cuanto pudiere al dispar grupo que disponíase a acabar con el Mal más elemental. Non llegaba a la suela del zapato de Dimas, de Nuño, de Tancredo ni del Cortalenguas en cuanto a habilidad, más equiparábase en determinación. Aunque feneciere en el intento, Diego el de Toledo estaba dispuesto a dejarse la piel y la vida luchando contra Mateo y sus demoníacos aliados y Señores.

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23/09/2014, 01:05
Nuño de Barriuso

El grupo, acercándose a la puerta de San Gil, levantó una pequeña polvareda que emborronó la vista de todos. Nuño, sobre su garañón, se tocaba la horrenda cicatriz de la cara, distraido. Escocía por dentro y por fuera. Agarrando con la otra mano las riendas de su montura, se sujetaba con habilidad castrense sobre el lomo. Caballo y dueño se igualaban, pifiando de orgullo animal ambos, sintiéndose con ansias de entrar en Burgos y seguir avanzando en su misión. 

Nuño de Barriuso no pudo disimular el odio interior que le mordía. Un resentimiento que flotaba en el plomo líquido de sus pupilas. Sus ojos seguían siendo los de un soldado que había llegado arriba defendiendo la sombra de una bandera que en la mayoría de las ocasiones no era la suya. Ahora no. Ahora seguía su propio designio de venganza y piedad. Con la soberbia que no había perdido, el caballero hinchó el pecho e imperó:

— ¡Más rápido, Tancredo! Crucemos la puerta agora mesmo. Llevadnos a esa taberna, que bien decís, es de Cesareo y cuyas viandas recordáis. Haced algo útil, necio. 

Luego clavó las pupilas en su compañía, uno por uno. El Cortalenguas, desagradable como el vino de uva amarga. El cobarde Diego. Dimas el caballero italiano, que tenía ya en la piel el color apergaminado de aquellos a los que la Parca llama cada noche, y por último Belarda. Ésta le traía los peores recuerdos, llenos de sudor y gemidos de gata insatisfecha, que martirizaban ahora el alma del de Barriuso cada noche.

Toda aquella compaña fuera necesaria por hacerle llegar la ronda de acero a Don Mateo, fideputa indigno de llevar el Don delante del su nombre. El caballero escupió al suelo una mezcla de bilis, esputo y polvo del camino, como señal para que su caballo avanzase a tres cuartas de paso, lentamente hasta la entrada a Burgos.

Lejos queda Villasana más muy dentro llevamos lo que allí aconteció...

 

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23/09/2014, 01:53
Belarda Olayes

Allí estaba, oscura como cuando la dejásemos, la Villa de Burgos. No puedo decir que me alegrare de ver aquellos muros grises, que en nada fazíanme sentir en el mío hogar, tan lejos ya en el recuerdo desde que lo abandonare. Pero allí estaban los míos fillos, e mi negocio, e mi buen señor que tan bien había de guardarme de todos los males. Fazíame yo pensandu en cuando empezare a servir de alcahueta, a andar en negociadas con nobles y emparejando mozuelas de corta edad con benefactores e malefactores. Paresciera que fazía una vida daquellu, e no habían pasao ni siete días...

Traíame yo tan sólo la bendición de haber mandau al de Anzo al infiernu, que ya nadie mus denunciaría ante la Fraternitas ni otros peores, pues andábamos agora faziendo servicio al Señor, mas que me pesara. Tal Dios no era el de mi madre, ni sería jamás el mío, manque fuere el de los míos fillos. Mi Olay, mi Dulia e mi Xosé, que en buenas manos había dejau, creíame yo pues mi don Juan de Valbuena, valedor e amante, único hombre que habíame tocau en mucho tiempo, e único que volveríame a tocar, bien había de cuidarlos. Sentía yo, en cierta manera, aunque desterrada fazía ya mucho de mi hogar, que volvía a casa, pues al menos allí tenía el calor de mis fillos e amante, que tan de largo había echau en falta en el Valle maldito. Hube de tomar aliento e no flaquear, pues las lágrimas, que tan de largo había desterrau yo en vida, afloraban de tanto en tanto, e aquí casi fazíanlo. No quería yo descontentar a quienes venían conmigo, pues por fuerte teníanme, e yo misma, e no iba a dejar que desfaziera aquesto una poca de emoción mal traída. Asín pues, respiré en largo, e miré a los que venían conmigo, al Urraca, e al Bernat, Cortalenguas, dos hombres curtidos a reveses en la vida, como lo había estau yo, que sin grandes muestras dafectu habíanse tornau en los mejores compañeros en el incierto devenir por el Valle.

E los otros tres, Nuño, el italiano, el juglar... quién sabía. Paresciera que venían de nuestra parte, mas más pronto que tarde veríamos los redaños de cada uno, incluído el Tancreu, que de primeras anduvo con nosotros, mas pronto separose, para ir a ser el perro de aquel hombre de armas que habíame rechazau de plano en el bosque. Azares que la Mari ponía en los caminos, ella sabría porqué.

Con tales pensamientos dímonos a entrar en Burgos, con una dama, aquesta infernal, en los nuestros espíritus puesta, mas no por a ella servir, sino derrotar.

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23/09/2014, 18:27
Lorenzo de Mayo

Los recuerdos se nublaban, iban et venían como reflejos en el agua. Las conversaciones entre el viejo et retorcido Vallejo et aquél endemoniadamente hermoso juglar començaban a tener algo más de sentido en compañía de los auxiliares que le atendieron en el medio del camino. El dolor menguaba a cada día, mas ahí la ferida se mantenía, recordándole la traición et cómo quasi perdió la vida. Tonto fue, et tonto temía volver a ser, pese a tomar conciencia de aquesta vivencia et desconfiar más en caras bonitas et palavras amigas.

Et el joven Dagoberto, pobre él decíase Lorenzo, transportado en un saco cual perdiz de campo et sin trato nin cuidado alguno excepto el que él le proporcionaba, ¿qué pobre solitaria criatura podría soportar algo así? Bueno, sin duda, Lorenzo pudo et lo sobrellevó todo aquél tiempo, et el camino a Burgos en compañía de aquella gente mejoró su situación desamparada, pese a que los aires et humos deles no invitaban a gran dicha. De hecho, llegaban a sobrecogerle de algún modo; sobretodo aquél desfigurado, de piel morena et pocas palabras cuya mirada no soportaba a matener et al mismo tiempo el morbo et la curiosidad por su enfermedad atraía su indiscrección juvenil. Mejores migas sintió que pudiera fazer con la muller, que madre tenía que ser et su temperamento, pese a estoico ser, más cálido que veía en ocasiones, aisi como el Urraca al que llamaban, más omne mundano que el otro de armas, aunque con quien más paresció disfrutar la compañía era el viejo Dimas cuya conversación invitaba a las más increíbles historias, aventuras et vivencias, lo cual apasionó a Lorenzo, et aquela el fillo de Cristo le dejó sin aliento al haberse visto envuelto en ella.

Decidió entonces animar la compañía de una forma melódica, et fizo música de su flauta de madera. Una melodía suave et calma, cerrando el paso del camino, esperando que si su presencia pudiera incomodar a nadie, su música al menos pagara su accidentado rescate.

 

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24/09/2014, 21:06
Narrator Diabolica

Al son de la flauta del joven Lorenzo cruzáis la puerta de San Gil, donde junto la Iglesia de San Gil Abad que le da nombre, un gran torreón adosado os recibe dandoos paso al barrio cristiano y por una estrecha escalera de caracol, se comunica la iglesia con la puerta, donde se encuentran "las emparedadas", mujeres que decidieron elejarse del mundo terrenal para llevar una vida de penitencia y oración.

Goza del honor de ser una de las Puertas más antiguas y desempeña, a la par que funciones de defensa, otras no menos importantes como la de presión, cosa que os recuerda nuevamente los lamentos procedentes de la cárcel del Concejo aneja. En esta zona, en las inmediaciones del arco, la muralla alcanza su mayor altura y las torres están repletas de celdas que esperan a los criminales de la ciudad.

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24/09/2014, 21:21
Dimas di Vechia Signora

Dimas se detiene, y apoyado en su cayado os comenta que se hospedará en el Monasterio de San Juan; ─He de superare queste lesioni ─dice con su mano izquierda sobre el costado. Que la herida que sufrió cuando se enfrentó a don Mateo era profunda, y la larga caminata no ha ayudado a su cicatrización.

Hospedaréme allí, escondido entre los peregrinis, et explicaré que questas ferites han sido opera de banditos con los que húbeme incontrato en el camino. ─el viejo sonríe, pues se las sabe todas, que más sabe el diablo por viejo que por diablo, aunque esté mal mentarlo en estas circunstancias...

Entonces reanuda la andadura, y mientras camina añade: ─Habréis de parlare con Don Arnarlo, et para ganarvos su confiaza enseñadle questo:

Os entrega un medallón con el símbolo del Priorato. ─Deve dire donde sono et cual es el motivo per la visita. Arlando è un librero. Haréis bene en buscarle en su establecimiento en la calle del Caño Gordo, prossimaa al Mercado Menor. Más mejor será que hagáislo domani, pues a orario tan tardío non encontraréisle allí agora.

Que ya es de noche, y más vale buscar alojamiento, que las gentes de "bien" a estas horas no andan por las calles...

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25/09/2014, 19:54
El Cortalenguas

OoOoOoOo Buscaremos posada..., pues es tarde et será mejor descansar -dije respirando fuertemente tras la llegada a mi Burgos querida-, mas, Dimas, dinos ante de marchar... ¿Creéis vos que el barón de San Citores, Alipio de nombre, que ver tiene con la historia de Dagoberto? Hos hago saber que él y ella se relacionan por una sucia rata: Mateo de Vallejo... oOoOoOoO

Observé el medallón, grabado en latín y añadido el relieve de una especie de flor de lis entre ramificaciones. Sinceramente, parecióme casi similar a la de algunas órdenes cristianas, de esos soldados que se dicen curan y matan al mesmo tiempo...

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26/09/2014, 00:02
Nuño de Barriuso

Como si cediera a un impulso incontrolable, Nuño echó su garra sobre el medallón, mirando de soslayo al Cortalenguas. Nadie que mirase a aquel hombre podía evitar reconocer en él a un cadáver al que le habían arrancado los ojos, y en su lugar, habían puesto dos maravedís de plata falsa. Era un quedo desafío. El objeto del priorato desapareció en la bolsa del de Barriuso, tratando de zanjar la conversa. 

— Falaremos con Don Arnarlo como bien decís, Dimas, mas ahora la noche se cuela en Burgos y el tiempo apremia. — empujó levemente la montura de Tancredo con la punta de su bota. — Poco grata es la compaña como para desperdiciar horas de descanso. ¡Tancredo! Guiadnos como os dije antes ¡y rápido!

Alzando el mentón, el hombre de armas despidió al viejo con gesto impávido mientras se tocaba inconscientemente de nuevo la ferida del rostro. Frunció el ceño como recordando algo y miró con cara de pocos amigos al joven Lorenzo, con la esperanza que cejase en su empeño de envenenar el aire con la melodía mas no dijo nada. Nuño se quemaba en las brasas de un fuego invisible que crepitaba alrededor de su cuerpo, y aunque a veces parecía vencido, era omne de cuajo y seguía aparentando normalidad. Mordiose el labio al descubrirse mirando de nuevo a la Belarda, de refilón, y apartando los ojos hizo un gesto para que aquel grupo de rufianes le siguiera a él y su ayudante.

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26/09/2014, 14:44
Lorenzo de Mayo

Se humedeció los labios al terminar la melodía tras cruçar las puertas de San Gil Abad. Quando el viejo erudito sacó el medallón, los ollos de Lorenzo brillaron cual urraca ante la visión, non por codicia mas por pasión, entusiasmo et curiosidad por saber de qué se trataba.

Quando supo del encuentro con Vallejo et la ferida que le profirió a Dimas, otra ola de respeto por el anciano invadió el juglar. El puñal de traición que todavía sentía en la espalda- y en un sentido menos figurativo, la ferida de su cabeça- parecía que se retorciera al escucharle, et las perguntas del Cortalenguas no fazían más que alimentar esa sed de aventuras, venganza et preocupación por Dagoberto, que de algún modo, sentíase responsable por el chico, más todavía al saber de su naturaleza. Agora esperaría ansioso al próximo día, a encontrar al tal librero,, que con certeça sabría más que contarle et rompería el enigma de aquella medallón.

Realmente Lorenzo no esperaba encontrarse en tal aventura inmiscuido, et un atisbo de temor recorrió su mente al pensar en todo lo que fablaron sobre Vallejo et su culto a la diablesa. Todo esto olía a misterios, supersticiones, magia et sobretodo, perigro, mas el chico no reculó, que confiaba en él et todas las leyendas que había escutado en sus viajes para lidiar con tales cosas, et quien sabe si de aquí, una gran oda pudiera salir.

Aguardó pues junto el Urraca et la Balarda, que demasiados malos fumos se respiraban al otro lado de la comparsa, et quando dixeron de tomar techo et cama caliente, un suspiro de alivio et cansancio escapóse de su boca con anhelo, et al mesmo tiempo, con inquietud.

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26/09/2014, 16:21
Diego "el urraca"

Mantúvose en silencio el Urraca mientras el Cortalenguas fablaba. El fideputa conservaba el mismo espíritu que mostrare en Villasana, sin haber perdido un ápice de ímpetu. Desde luego, aquel omne estaba decidido a impartir su particular justicia fuere como fuere... Jamás había visto tal determinación.

Diego esperó el suyo turno cuando dieran con el librero, pues quería facerse cargo de las "relaciones diplomáticas", pues non por casualidad apodábanle "El Urraca".

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27/09/2014, 17:54
Dimas di Vechia Signora

Dimas detuvo sus pasos brevemente al escuchar la pregunta del Cortalenguas: ─Spero non halla mucho de ver, pues el de San Citore è un omne molto poderoso.

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27/09/2014, 17:59
Tancredo

Un simple ─sea ─fue la respuesta del bandido antes de encaminarse en dirección a la taberna de Cesáreo. El bandido siempre fue hombre de pocas y simples palabras. A la vista está que eso no había cambiado para nada.

Notas de juego

¿Váis entonces a la taberna de Cesáreo? Confirmadme y os actualizo.

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27/09/2014, 23:14
Diego "el urraca"

Notas de juego

Por mi parte sí. Espero poder charlar con los parroquianos y sacar algo de información antes de visitar al librero mañana.

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27/09/2014, 23:24
Nuño de Barriuso

Notas de juego

Niño no espera. Sigue a su "escudero".