Partida Rol por web

Patrick entró despacio con rostro serio y solemne. No era la primera vez que pisaba la casa de un artista y siempre se comprometía a acceder a ellas de la misma forma, como cumpliendo con un ritual. Sea lo que sea que veas en este lugar, es unicamente del dueño de la propiedad, su mente, alma y vida se representa en su arte y debes ser respetuoso con ello, a pesar de que viva en la más terrible de las inmundicias. Los genios a menudo suelen ser descuidados.
Al entrar Patrick se dirigió automáticamente hacia la silla y se quedó allí, perplejo, pálido, contemplando el objeto que dio muerte al que pudo ser el siguiente representante del arte francés en el mundo.
Inmovil, un sudor frío recorre el cuerpo del marchante que queda anonadado frente a tal visión.
El arte se encuentra allá donde el ojo critico mire, y esto, a pesar de ser una escena terrible, es horriblemente hermosa, y si fuera una obra de arte, se vendería por millones.

-Que la tierra te sea leve, artista.-

Temiendo haber pensado en alto algo tan excepcionalmente inusual, sacó uno de sus pañuelos y se secó el sudor. Acto seguido inició su búsqueda con el resto de compañeros.

De niño, Antanas había sido un refugiado, aunque durante un periodo de tiempo muy breve. Él y sus padres habían llegado a Francia con lo puesto, y hubo una temporada en la que se vieron obligados a vivir en albergues mugrientos y a que toda clase de desalmados tratasen de aprovecharse de ellos. No fue hasta que su tío Robertas logró salir de Lituania con parte de la fortuna familiar cuando les empezó a ir bien. Esa época de su niñez todavía pesaba en su recuerdo, y no había perdido el hábito de observar a su alrededor buscando signos de peligro.

El piso, el edificio y el barrio en general estaban muy desangelados. En una situación normal no hacía falta ser un detective para pensar que cualquier ratero local podría querer colarse en el estudio de un artista para escamotear cualquier cosa de valor que pudiera quedar, dinero mucho mejor, y en una situación tan rara como esta, en la que había un muerto, una desaparición y un robo de un libro bastante singular, a saber que clase de gente podría estar metida en el medio. Una ventana forzada, marcas de zapatos en el polvo, objetos rotos o fuera de lugar, o tal vez una colilla eran la clase de signos que el lituano buscaba con la mirada una y otra vez. Los cuadros y la conversación de sus colegas le daban igual.

 Tristán entra a la habitación de manera cautelosa; era un lugar en el que nunca hubiera pensado que iba a terminar. No podía evitar sentir una sensación de inseguridad encontrándose en aquella calle, como si la seguridad de los suburbios en los que el residía fuera mucho mayor. Resoplo un poco imaginando que tal vez toda esta investigación no dirigiría a nada interesante; pero la curiosidad ya lo había infectado y sea lo que sea que se encontrara al final de todo esto él tenía que verlo.

 Poco después de entrar al estudio, ignorando casi instintivamente mirar la soga que colgaba sobre todos los presentes, se persigna como para alejar los males. No era un hombre de una ferviente fe, pero creía que un rezo o una persignación cada tanto alejaba los vicios y las tentaciones (en el caso de que se pudiera considerar al suicidio como una tentación...). Se dirige al escritorio en el que se encontraban los bocetos del fallecido artista; evaluándolos con la mirada.

- Mmm, interesante... ¿creen que en alguno de estos pueda estar Camille? Dudo que la haya retratado una sola vez. Si encontráramos más bocetos y alguno de ellos tuviera alguna fecha o ubicación; tendríamos un buen indicio de donde se puede encontrar la joven. Más de lo que tenemos ahora, por lo menos...

La tétrica escena del estudio de Allamand pone los pelos de punta. La luz de las farolas que se cuela entre las persianas y alarga las sombras de la silla y la soga no contribuyen a hacer más agradable la atmósfera. No obstante, todo parece en orden. No es más que un ático desordenado y sucio. El suelo de madera cruje a cada paso, y el frío de la noche de otoño penetra la ropa y los huesos.

Cuando deshechas la imagen de un posible peligro oculto en cualquier rincón sombrío del piso, percibes algo extraño en el ambiente. No sabrías decir si es el fantasma de un sabor furtivo atrapado en tu paladar, un olor dulzón o un tacto suave y excitante. Una extraña experiencia similar a la sinestesia que te recorre todo el cuerpo. 

Solo tienes una cosa clara: sea lo que sea, sabe a amarillo.

Nada más entrar al estudio, el Padre Regnard se aparta un poco para dejar paso a sus compañeros, mirando a su alrededor con curiosidad en busca de cualquier indicio importante. Cuando su mirada se cruza con los últimos objetos que empleó en vida el fallecido Alamand, se santigua (esta vez sí, para disfrute de Desmond).

"El Señor tenga misericordia de su alma", murmura.

Tras eso, camina dando vueltas lentamente por la pequeña estancia, observando con curiosidad los cuadros y bocetos, pero sobre todo atento a si encuentra un frasco como el mencionado por Desmond, o algún tipo de libro o nota que pudiera ser una pista.

En una especie de asalto sensorial, una serie de sabores, olores y sonidos bombardearon a Antoine. Se caracterizaban por evocar siempre un color ocre, y además pudo notar claramente de donde provenían. Logró mantener la calma, pese a que la sensación era embriagadora. Se tapó la boca con su pañuelo de bolsillo, y se dirigió al lugar, que era la habitación entreabierta a la derecha, a la vez que les señalaba a sus colegas la pequeña caldera al fondo de la habitación:

—Allí... creo que Allamand ha quemado la obra de teatro, o tal vez bocetos de Camille.

Una vieja caldera descansaba al fondo del apartamento. Parecía un dragón de metal, dormido al lado de una improvisada cocina. Por el suelo todavía se amontonaban montoncitos de ceniza y restos de papeles quemados.

Sobre las mesas, plagadas de telas de araña, encontraron recipientes con pinceles, carboncillos y gomas de pan. También había frascos casi vacíos de tinta, aguarrás y esencia de trementina. Toda clase de herramientas propias de un pintor. Junto a ellas, apilados o amontonados de cualquier manera, reposaban una infinidad de papeles enrollados, bastidores, tablas y cartones imprimados, y lienzos.

Olía a humedad y a cerrado. El frío era insoportable en todo el estudio a excepción de la cocina y una puerta que daba al único dormitorio.

Investigando el estudio de Allamand (parte 1). Aurélien Desmond

Primero, quiero usar Buscar Libros, para tratar de encontrar la obra de teatro que se mencionó, o alguna referencia a este en otras obras. También me interesa ver si Allamand tenía libros de ocultismo, astronomía o arquitectura antigua que hayan podido inspirar el cuadro de Camille.

Segundo, uso Burocracia, tratando de obtener información sobre el resto de inquilinos del bloque y los propietarios del ático (era de alquiler, ¿no?) suponiendo que haya algún contrato firmado o documentos de la comunidad de vecinos.

Por último, Farmacología para comparar el líquido con cualquier otra cosa que pueda encontrar aquí. Teniendo en cuenta que hay disolventes y otros productos, quizá pueda hacer alguna comprobación sobre la composición (aunque creo que esto ya entra en el campo de la habilidad Química, así que lo dejo a vuestra discreción)

 Burocracia: en los cajones hay unas cuantas facturas fechadas de julio y agosto, junto a notas de vecinos para anunciar alguna reunión. Todas ellas están garabateadas a carboncillo con bocetos de castillos y ruinas. Uno de ellos recuerda especialmente a Carcassonne, que aparece junto a su nombre escrito al lado:

^{Fuente: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/3f/Carcassonne_Cit%C3%A9_10.jpg}

Este es un bloque pequeño, de apenas cinco apartamentos y un negocio. El bajo lo regenta un cerrajero, los siguientes una parela inglesa o americana —a juzgar por el apellido (los Burroughs)—(1º), un tal Guillory y la señora Champfleury (2º). Al menos, eso es lo que sacas en claro de todo lo que logras leer entre todos los documentos. Falta uno. O una de las viviendas del primer piso está vacía, o todavía queda por esclarecer algunos detalles.
Por la naturaleza de los mensajes, casi todos enviados por el tal Guillory, puede deducirse que son bastante cercanos. La señora Champfleury parece ser la presidenta. En casi todas las notas hay menciones a Camille: "cuida de ese bombón, granuja", "dale un beso a Camille de mi parte", entre otros.

Farmatología: frente al caballete vacío que reposa junto a la silla volcada en el centro del apartamento, hay un frasco roto. Es muy similar al que encontraste en el despacho de Ambroise. Se ha derramado parte de su contenido en el suelo, pero todavía queda algo de líquido en el fondo. Cuando lo examinas, jurarías que se trata del mismo producto. Bajo la botella hay un trozo de papel arrugado y sucio, pero todavía puedes leer lo que Allamand escribió en él*:

Buscar libros: Ambroise era un hombre que apenas gastaba su dinero en libros. Hay unos cuantos libros de arte y poesía tirados por la mesa, la mayoría con anotaciones. Lo más parecido a lo que describió Gascoigne es un ejemplar raído del Fausto de Goethe. 
No obstante, los restos quemados que advirtió Vytauras tienen cierto parecido con las páginas de un libro…

Patrick se propuso acomodarse lo más dignamente posible, y con ello acomodar a sus camaradas, por lo que abrió la ventana para ventilar un poco la estancia.

-Entiendo que este pueda no ser el procedimiento más ortodoxo en una búsqueda del objeto escondido, pero necesitamos estar en el mejor de los sentidos y esta humedad se me está metiendo en los huesos.-

Poco después empezó a deambular por la casa buscando cualquier tipo de pista u objeto que estuviera fuera de lugar, algo que resultara totalmente extraño o absurdo en el piso de un artista, y llegando a escudriñar con detalle la mesa más grande que albergara los libros y manuscritos que pudiera haber hecho el artista en sus últimos días.

Aurélien se acerca a Vytauras y escudriña junto a él las cenizas.
Esos trozos planos dejan adivinar restos de tinta impresa y no son de papel de estraza u otro material de dibujo. Parece que nuestro difunto estuvo quemando algún libro. Si alguien tenía esperanza de encontrar esa famosa obra de teatro, puede que ya sea tarde.

El profesor sigue caminando hasta detenerse en una mancha en el suelo frente al caballete que reposa cerca de la funesta silla. Volcado junto a la mancha, un frasco abierto que parece comtener el mismo líquido extraño, oculta debajo una nota arrugada. Tras leerla, el profesor mira a los demas en silencio, confundido, y alza la nota, ofreciéndola al resto con la esperanza de esclarecer su contenido.

Mientras observaron los restos de cenizas al pie de la caldera, pudieron encontrar trozos de tela pertenecientes a la portada de un libro. Todo parecía inservible. No obstante, en cuanto Tanka abrió la ventana y una ligera brisa removió los pedazos de papel quemado, pudieron extraer —con suma delicadeza para evitar que se rompiese— una página todavía legible:

Pese al olor a quemado, despedía un aroma dulzón que provenía de las manchas amarillentas. Pero lo que más les sorprendió fue que la página todavía estaba caliente.

Desmond le muestra a los demás un trozo de papel que encontró junto al caballete de la escena del suicidio*.

[Denpourrie: "Diente-podrido"]

Mientras sus compañeros rebuscaban entre los cajones y los útiles de pintura de Allamand, Patrick Tanka se dio de bruces con un esquelético perchero en la esquina que había junto a la entrada del apartamento. De él colgaba un abrigo de tres cuartos, de un verde apagado y oscuro.

Sin pensárselo dos veces, decidió registrar los bolsillos interiores. Allí estaba todo lo básico: identificación, una cartera con un par de francos azules y arrugados, y varias plumas gastadas junto a un cuaderno viejo. Pero lo que le llamó la atención fue un colgante con una foto de Camille, y una caja de cerillas:

A ambos os suena el nombre del local. Oficialmente es una tetería china, pero en un barrio como el de Montparnasse podría tratarse tranquilamente otra cosa. El dragón de la caja resulta bastante revelador*.

 Tristán seguía de cerca los descubrimientos que realizaban sus compañeros. Era palpable que sus habilidades de búsqueda eran poco afiladas en comparación de las de los demás; y parecía que lo único que él había visto con algo de detenimiento (los bocetos en el escritorio) tenían poca relevancia en todo lo que estaba pasando. Sin embargo, prestó principal atención al descubrimiento que realizó Patrick en el abrigo; acercándose al mismo para tener una mejor visto de la caja de cerillas.

- Pues además de páginas de libros viejos y papeles quemados, parece que finalmente hay una guía del posible paradero de la dama Camille, ¿no, monsieur Tanka? Esa caja de cerillas se ve muy prometedora. Tiene un extraño nombre... ¿Que sera, turco? No importa; lo importante es que ese lugar fue visitado por Allamand. Después de visitar al muchacho D'Alembert, deberíamos dirigirnos allí...