Partida Rol por web

Inicio del Segundo Acto:

[Ambientación: Peter Jeremias -Follow That Car]

Si le hubieses preguntado a cualquiera que de los que iba en el coche de Antanas —incluido el propio chofer—, te aseguraría que Gerard Gascoigne era un vividor. Para desgracia de su adinerada familia, Gascoigne tenía por afición dilapidar su fortuna en juergas, arte y todo tipo de desfases nocturnos. Trasnochar no era algo extraño para él. 

Precisamente por eso, ninguno dudó por un instante del paradero de su amigo. En las últimas semanas, el galerista apenas abandonaba su despacho. Ni tan siquiera para subir a su ático. Vivía obsesionado con el cuadro, con Camille, incluso sin atreverse a destapar la tela que lo protegía osaba despegarse de él. A viejo Gaspar le tenía muy preocupado su actitud, pero no podía hacer gran cosa por disuadirle más que atenderle y cuidar que no cometiese ninguna locura.

Por desgracia, cuando el grupo llegó a la fachada de la galería, no encontró rastro del viejo Gaspar. Únicamente una luz encendida al fondo. El local estaba cerrado a cal y canto, y nadie contestó cuando el primero de ellos se atrevió a llamar al timbre.

- Quizá encontremos alguna ventana abierta o al menos podamos echar un vistazo si rodeamos el edificio.

El profesor no había abierto la boca en todo el trayecto. Un sudor frío le empapaba la frente, dejando su flequillo pegado y dándole un aire enfermizo. Pareciera que hubiese envejecido un lustro tras leer el cuaderno de D'Allembert. Algo había cambiado en su forma de ver las cosas.

Cuándo Tanka quiso darse cuenta, el grupo ya había llegado a la galería. Un terrible dolor provenía de lo que quedaba de su mano carbonizada, que despendría un olor tan nauseabundo que a Tanka por primera vez en mucho tiempo, se le quitó el apetito. Cómo había pasado eso? Qué clase de magia o vodoo había sufrido para no saber que había sufrido una quemadura tan grande, que probablemente perdiera la mano? Eran muchas preguntas las que se le pasaban por la cabeza, pero el dolor era tan atroz en las zonas no tan quemadas, que solamente podía aguantar la respiración por breves espacios de tiempo, mientras suplicaba a un poder superior en el que nunca había creído, que le ayudara para no volver a sentir esas terribles punzadas eternas y los calambres espásmicos que sufría. La suerte tiene dos caras, y en este caso, Tanka había perdido la apuesta; Una verdad absoluta se le vino encima. NO HAY UN DIOS QUE TE AYUDE. NUNCA LO HUBO

Quizás la búsqueda del conocimiento pudiera ayudar a centarse y a olvidarse momentáneamente del dolor, y quizás algún compañero le diga qué ha pasado.

— Amigos...no entiendo muy bien qué ha ocurrido y por qué tengo  la mano así. ¿Alguno sería tan amable de arrojar algo de luz sobre mi estado? ¿Qué estamos haciendo en la galeria?¿ Alguno lleva encima un analgésico o algo para poder calmar el más atroz de los dolores?

Aurelién, casi de manera automática, saca de su chaqueta una cajetilla metálica y se la ofrece a Tanka. 

- Las redondas de color verdoso te harán bien. Hemos venido porque tememos que Gascoigne pueda hacerse daño y tú, amigo mío, ya lo has hecho. Aunque solo se trata de algo meramente anecdótico si lo comparamos con lo que Gascoigne podría llegar a hacer. La forma en que esto te ha afectado es una muestra más de que Gascoigne puede sufrir efectos similares, sobre todo encontrándose en soledad y alimentándose de sus propias ilusiones y lamentos.

 Tristán siguió en silencio absoluto al grupo, con la mirada perdida en una mezcla de melancolía y molestia. La tristeza ya era un elemento propio de su vida: pero la impotencia de toda aquella situación le alteraba los nervios. Por suerte, nunca fue una persona violenta o demasiado efusiva. Incluso cuando vio que su compañero herido volvió en sí, tuvo la decencia de sacar su pañuelo para secarle rápidamente el sudor de la frente. Sabía que Patrick sudaba más que 10 turistas americanos en pleno verano de Toulouse.

- Oh, Mounsieur Tanka... se ha auto-mutilado a fuego lento. Ha perdido su mano ante las llamas de la chimenea del hogar de D'Alembert. Cuando nos dimos cuenta, era demasiado tarde... solo espero que sea ambi-diestro.

 Como siempre, el subastador lanzaba algún que otro comentario inapropiado. Seguía siendo el mismo pesado de Tristán. Más consternado y magullado, pero el mismo. Viendo que nadie acudía a la puerta, acató a lo dicho por el profesor.

- Rodeemos el edifico, caballeros. Mounsieur Gaiscogne podría estar a punto de hacer algo peor que Mounsieur Tanka. Dios quiera que no se queme las dos manos...

"No tengo ganas de aguantar más esta mierda", pensaba Vytauras. Esa noche habían pasado muchas cosas raras, y quería irse a dormir. Estaba harto del comportamiento lunático de sus compañeros; sobre todo temía que aquella locura fuese contagiosa, y quería zanjar aquello cuanto antes. Al ver que ninguno de los presentes reaccionaba, decidió romper el cristal de la puerta... al fin y al cabo podría pagarlo después o explicarle la urgencia de la situación a Gaspar si al fin aparecía y resultaba que no estaba sucediendo nada extraño con Gascoigne. Se quitó la chaqueta y envolvió con ella el puño para evitar cortes y propinó un golpe seco.

Esta historia se está convirtiendo en una auténtica locura, y quién sabe hasta dónde podría llegar el peligro si no encontramos una salida pronto. ¿Romper unos cristales, entrar sin ser invitado en una casa? Delitos menores si los comparamos con el horror que nos acecha...

"Santificado sea su nombre", susurra Regnard mientras Vytauras golpea el cristal, no está muy claro si para mí mismo o para que todos puedan escucharlo. "Ruega por nosotros pecadores..."

A pesar de sus miedos, el sacerdote no titubeará; una vez la ventana haya cedido, entrará sin perder más tiempo. La vida, y quizás el alma, de un hombre están en juego.

Como si un coro de diablos hubiese querido sumarse al estruendo de cristales rotos, un ruido estridente, agudo y metálico hendió la medianoche de París. 

—¡La alarma! ¡Ladrones! —vociferó alguien desde el interior.

Una figura apareció tambaleándose en la sala principal de la galería. Cuando la luz de la calle iluminó su rostro, pudieron distinguir el rostro de su amigo Gerard.

Gerard Gascoigne tenía un aspecto lamentable. Ya le habían notado algo extraño en su reunión de aquella misma tarde, pero ahora se le sumaba una agresividad impropia de él. Era evidente cómo había pasado las últimas horas: tenía la ropa arrugada, la nariz y las mejillas arreboladas y arrastraba las palabras cada vez que abría la boca.

—¡Ah, son ustedesh! ¿Qué hacen aquí? ¿No tienen te-teléfono en sush cashash?

Cuando se percató de que estaba gritando debido al molesto estruendo de la alarma, se apresuró a desconectar el sistema de emergencia.

—Losh americanosh shon muy buenosh conshtruyendo eshtos ingeniosh, ¡pero hasen un ruido del demonio!

 Ante el sonido de la alarma y la posibilidad de ser tomados como unos sucios ladrones de la noche, Tristán sacó su pañuelo y empezó a secarse la frente que lanzaba chorros de sudor cual niño que estaba a punto de ser descubierto en sus travesuras. Sin embargo, al ver la silueta de Gaiscogne acercarse en la oscuridad, el subastador se relajó acercándose a la ventana rota.

- ¡Gery! ¡Amigo nuestro, estás viv-! Quiero decir, ¡estás aquí! ¿Cómo estas?

De buena gana Tanka engulló las pastillas que amablemente Desmond, en un nuevo acto de arduo conocimiento sobre posibles ilegalidades, le ofreció.

—Desde luego no recuerdo haber hecho tal cosa....esta noche ha sido sin duda, intrigante y gracias a esta extraña acción para olvidar—

Incrédulo todavía, Tanka es sorprendido por la súbita, repentina y escandalosa entrada de Gerard, que parecía haber pasado tiempos mucho mejores. —Creo que solamente está embriagado. Hablando de alcohol, no me vendría nada mal un buen trago—

Tanka intentó ocultar de alguna forma la mano chamuscada en el último pañuelo de tela limpio que le quedaba. Sabía que iba a ser una noche larga, y metió un par de más, que curiosamente han venido muy bien.

—Amigo Gerard, disculpa nuestra intromisión y sobre todo mi insolencia, pero necesito un trago de lo que sea que hayas bebido de carácter urgente. De paso podrías decirnos donde diantres estabas—

Hasta que hagan efecto las pastillas, Tanka parece que va a sufrir los efectos inmediatos de la acción extraña y confusa que no parece recordar.

—Puesh me encuentro b-bien, ¡pero no hacía falta romperme la puerta! Eshpero que me la pague Antanas —dijo, para luego añadir en un tono más bajo y burlón—. Todosh sabemosh que, deshpuesh de mí, es el que tiene másh dinero.

Tras reírse de su propia gracia, se volvió para regresar a su despacho.

—Claro, Tanka, puedesh refreshcar el gaznate. ¡Pero te advierto que no queda m-musho!

En el despacho, rebuscó entre las botellas del escritorio hasta dar con una medio vacía de whiskey. Lo sirvió en un vaso limpio con un chorro de soda y se lo tendió a Patrick Tanka. A su espalda, Camille seguía tapada por la sábana.

—A tu salud. La verdad es que necesitaba algo de compañía —dijo con un repentino tono melancólico mientras alzaba su propia copa para brindar.

La copa de Gascoigne era mucho más pequeña, pensada para licores más fuertes. A Tanka no le extrañó que su amigo estuviese en aquel estado. No obstante, mientras apuraba el vaso de whiskey, se percató de que el galerista estaba bebiendo un líquido dorado. Era el mismo mejunje amarillo que ya habían visto antes y del que había advertido Desmond. Para cuando se le pasó por la cabeza que podía resultar peligroso, ya era demasiado tarde.

Gascoigne y Tanka se miraron. Por unos instantes, todo parecía normal. El whiskey estaba sensacional, como era de esperar por parte del buen gusto de su compañero; una sonrisa satisfecha relucía en el rostro del galerista… Todo parecía normal.

Entonces, se percató de que su amigo parecía mucho más adormilado. Antes de que pudiese avisar a alguien, la copa se fue rodando por la mesa y Gerard Gascoigne se desplomó sobre el escritorio.

—¡Maldita sea! ¿Estaba bebiéndose ese alucinógeno extraño? ¡Qué nadie lo toque!

Antanas no era médico, y no tenía ideas firmes de que hacer en estos casos. La alarma había sonado, y era posible que la policía apareciese en cualquier momento. Supuso que le tocaría responder por el allanamiento, y que podría ofrecer una explicación satisfactoria a la policía, o usar su dinero para sobornarlos llegado el caso. En ese momento se dedicó a examinar la retina de su colega, que estaba anormalmente dilatada, y a comprobar su pulso. Poco más sabía hacer, pero tenía ciertas ideas más fruto del sentido común que de otra cosa acerca de las intoxicaciones.

—¡Debemos de hacerlo vomitar esa cosa, o no tengo ni idea de como podría reaccionar! ¿Hay alguna botica cerca? Creo que si pudiésemos conseguir aceite de ricino lo tendríamos más fácil.

El profesor ha tenido sus más y sus menos con la clientela ebria las veces suficientes como para saber cómo se provoca el vómito. Por desgracia, no tiene ni idea de qué es lo que ha tomado Gascoigne, ni cuantas copas lleva ni si es siquiera prudente hacer lo que está a punto de hacer.

Hay que ponerlo bocabajo y vaciarle el estómago, luego nos ocuparemos de las toxinas que hayan podido pasar a su cuerpo.

El profesor muestra más seguridad en sí mismo que destreza, siendo evidente que sus conocimientos se basan exactamente en lo que se intuye, en noches de borrachera y drogas.

Ante la falta de respuesta de Gascoigne, que permanece completamente inconsciente, Desmond no consigue ni siquiera provocar la arcada con los dedos.

 Tristán se sobresaltó al ver a su amigo caer redondo en su escritorio luego de beber aquel misterioso brebaje. Poco pudo hacer para impedir que la cabeza del muchacho chocara contra la madera; pero por lo menos le brindaría aire a Gaiscogne ventilándolo con su pañuelo mientras el profesor y el aristócrata chequeaban su estado.

- ¡Rápido! ¡Acostémoslo de lado! Y luego, le damos una palmadas en la espalda. De esa forma vomitará lo que acabó de tomar, ¿no?

 Entre sus nervios y su desconocimiento en primeros auxilios, el subastador se percató de que no era voz autorizada para ayudar. Se remitió a esperar que los conocedores del tema actuaran.