Partida Rol por web

Los faros del coche iluminaron la ostentosa fachada de estilo Beaux Arts de la mansión de Nicolas D'Alembert. A pesar de haber atravesado media ciudad, el coleccionista todavía seguía algo desorientado. Mientras salían del automóvil, el coleccionista confesó que carecía de llaves con las que poder entrar en su propia casa. ¿Cómo diantres iban a hacer para entrar? Por suerte, la silueta recortada frente a la inmensa puerta de entrada les dio la respuesta que buscaban.

Bibi Fontaine, actriz de cierto prestigio y esposa de D'Alembert los observaba desde lo alto de las escaleras de la entrada principal. Les miraba cruzada de brazos y el ceño fruncido. Vestía con una vaporosa bata de color ultramar, visiblemente molesta por que la hubiesen despertado a aquellas horas de la noche.

—Así que ahí estás, sinvergüenza —le dijo a su esposo, con un tono neutro y sin perder los papeles—. Gracias por traerle, caballeros. Ya pueden marcharse.

 Tristán parecía reconocer por un momento el rostro de la dama que los recibía en frente de la gran mansión. Sin embargo, las alturas de la noche y el cansancio de la travesía que habían tenido hasta el momento hacía que fuera difícil reconocerla. No obstante, el subastador no se dejaría vencer por la adversidad que le ponía su mala memoria. Ayudando al desorientado D'Alembert a llegar hasta la entrada de su hogar, Tristán logra aproximarse un poco más a la enojada dama.

- Discúlpeme, señorita, pero... ¿no nos conocemos de algún lado usted y yo? No puedo evitar pensar que ya nos hemos cruzado en alguna otra ocasión.

 La expresión de duda en la cara de Tristán era evidente, enarcando una ceja casi de forma caricaturesca mientras buscaba en su cabeza la relación que tenía con la mujer en frente suyo.

- Discúlpeme, señorita, pero... ¿no nos conocemos de algún lado usted y yo? No puedo evitar pensar que ya nos hemos cruzado en alguna otra ocasión.

Bibi se cruzó de brazos y frunció el ceño. Era evidente que no estaba de humor, aunque no sabían si era por haber irrumpido así en su casa o por la desaparición de su marido.

—Me parece que estas no son horas para charlas sociales, monsier. ¡Será posible! Pero sí, diría que reconozco a alguno de ustedes —su mirada se posó especialmente en Vytauras—. Ya que están, ayuden a mi marido a subir las escaleras y no se queden ahí como pasmarotes. Pero luego más les vale marcharse o llamaré a la policía.

—Disculpenos, Madame D'Alembert, pero no venimos de una juerga ni nada por el estilo. Nicolas ha sufrido una crisis nerviosa, bastante seria, al parecer, y hemos estado buscándolo durante días. ¿No ha recibido llamadas de Gerard Gascoigne ni ha hablado usted con la policía?

- Mientras hablan ustedes, indíqueme si es tan amable cómo llegar a su habitación. Aunque yo, personalmente le daría una ducha.

El profesor parece no sentir ningún remordimiento o tapujo en hablar de Nicolas en terxera persona, aunque lo lleve levantado por el hombro. La falta de tono muscular en D'Alembert mostraba una sumisión casi estúpida y quiza hubiese algo más en la casa que les sirviera para la investigación y que el profesor quizá pueda ver de pasada.

[B]- ¿Alguien puede ayudarme a llevarlo? No quisiera que se lastimase.

El sacerdote se aproxima con una sonrisa a Desmond y tiende un brazo para ayudarle a sostener el peso del desmoronado artista. "Con cuidado, no parece que nos lo vaya a poner fácil", advierte al ver que D'Alembert sigue encontrándose en un estado deplorable.

Después se dirige a la mujer, evidentemente sin reconocerla. "Sentimos la situación y desde luego las horas para importunarla, madame. Créame, por favor, no hemos venido a importunarla ni a complicar la situación. Como bien dice nuestro compañero, llevábamos un tiempo buscando a su esposo, y Dios ha querido que no le encontremos precisamente en su mejor momento. Pero no tenemos ninguna mala intención."

—Disculpenos, Madame D'Alembert, pero no venimos de una juerga ni nada por el estilo. Nicolas ha sufrido una crisis nerviosa, bastante seria, al parecer, y hemos estado buscándolo durante días. ¿No ha recibido llamadas de Gerard Gascoigne ni ha hablado usted con la policía?

—¿La policía? N-No… No les llamé. Gascoigne me aseguró que se encontraba bien y que no debía preocuparme. En cualquier caso, disculpen mis modales. Gracias por traerle a casa.

Bibi Fontaine parecía más nerviosa por la mención de la policía que por ver en aquel estado a su marido. Su tono se había relajado, y hasta parecía más abatida que irritada.

Se hizo a un lado para dejarles pasar y guiarles hasta la habitación.

"Sentimos la situación y desde luego las horas para importunarla, madame. Créame, por favor, no hemos venido a importunarla ni a complicar la situación. Como bien dice nuestro compañero, llevábamos un tiempo buscando a su esposo, y Dios ha querido que no le encontremos precisamente en su mejor momento. Pero no tenemos ninguna mala intención."

—Me sorprende ver a un sacerdote a estas horas de la noche. Ahora entiendo que son ustedes buenos samaritanos y no compañeros de juerga del vivalavirgen de mi marido. Creanme, les aseguro que no suele desaparecer así aunque le gusten las reuniones sociales.

—Saludos Madmoiselle Fontaine, mi nombre es Patrick Tanka y soy un marchante de arte. No quisiera entrar en su casa sin las presentaciones pertinentes. Como puede observar esta es sin duda una situación un tanto incierta y extraña, por lo que le pedimos nuestras más sinceras disculpas por molestar a unas horas tan malas.

Creo sin duda alguna que Monsieur Nicolas se recuperará plenamente una vez haya descansado durante la noche. Sugiero un copioso y fuerte desayuno alto en grasas naturales para ayudar a restaurar el equilibrio natural de su cuerpo y sus defensas. Proablemente una bebida suave, un té Oolong o una manzanilla para el terrible dolor de cabeza que creo se avecina.

El padre Mathieu se encarga de que no nos desviemos demasiado del buen camino, aunque creo que ultimamente no se lo estamos poniendo demasiado fácil-. Madamme, si fuera usted tan amable, ¿podría iluminarnos con algo de información?

¿Qué puede contarnos sobre Monsieur Dentpourrie?—

 Viendo que el abrumado hombre estaba siendo acompañado por sus colegas hacia su habitación, Tristán se queda atrás por un momento. pero es la mención de un apellido en particular el que le hace retroceder para volver a hablar con al indignada dama. El apellido Fontaine que no podía ser de otra persona que de la única e inigualable...

- ¡Señorita Bibi Fontaine! ¡Pero claro, como pude ser tan ciego! ¡Una de las más deslumbrantes actrices parisinas!

 Acercándose a la dama con una grata sonrisa de recuerdo recuperado, Tristán tiene la desfachatez de tomar la mano de la dama y darle un beso en el dorso de la misma. Sin embargo, esta es la forma en la que el subastador saluda a las mujeres en general (lo que le ha valido más de una burla de sus colegas subastadores). Es posible que si Bibi reconociera a Tristán de algún lado, sea por su espontánea confianza con las damas.

- Como amante del cine y del arte en general debo decir que estoy honrado de estar en su presencia. Sus películas son un deleite a los sentidos. Su actuación es sublime... y de mas esta decir que su belleza es especial. Mi esposa era una gran fanática suya, y ella me introdujo al mundo del cine. Dejar que me enseñe aquel mundo fue la segunda mejor decisión de mi vida, siendo la primera haberme casado con ella... como decía...

 El subastador, colmado por la presencia de  la actriz de tal talla como lo era la dama Fontaine, poco puede hacer para evitar decirle la gran actriz que era y como había revolucionado el cine europeo. Si bien era un hombre exagerado, se notaba sinceridad en el apogeo de sus elogios hacia la mujer.

Creo sin duda alguna que Monsieur Nicolas se recuperará plenamente una vez haya descansado durante la noche. Sugiero un copioso y fuerte desayuno alto en grasas naturales para ayudar a restaurar el equilibrio natural de su cuerpo y sus defensas. Proablemente una bebida suave, un té Oolong o una manzanilla para el terrible dolor de cabeza que creo se avecina.

—Se lo diré al servicio mañana por la mañana. Ahora mismo está dormida, ¿sabe? Como la mayoría de la gente civilizada. 

Madamme, si fuera usted tan amable, ¿podría iluminarnos con algo de información?

¿Qué puede contarnos sobre Monsieur Dentpourrie?—

—Me temo que no he oído ese nombre en mi vida —dijo sin darle demasiada importancia—. Creo que Gascoigne mencionó un nombre por el estilo, pero no tengo ni la más remota idea de lo que estaba hablando. Si tuviese que aventurar algo, diría que es el apodo de un mendigo o de uno de esos salvajes que tocan jazz.

Lo habitual en una mujer de su educación habría sido invitarles a entrar y ofrecerles algún refrigerio. Así es como la habían educado. ¿Pero de veras se creían que iba ella a hacer el trabajo de la sirvienta, y más a aquellas horas?

 

- ¡Señorita Bibi Fontaine! ¡Pero claro, como pude ser tan ciego! ¡Una de las más deslumbrantes actrices parisinas!

 Acercándose a la dama con una grata sonrisa de recuerdo recuperado, Tristán tiene la desfachatez de tomar la mano de la dama y darle un beso en el dorso de la misma. Sin embargo, esta es la forma en la que el subastador saluda a las mujeres en general (lo que le ha valido más de una burla de sus colegas subastadores). Es posible que si Bibi reconociera a Tristán de algún lado, sea por su espontánea confianza con las damas.

- Como amante del cine y del arte en general debo decir que estoy honrado de estar en su presencia. Sus películas son un deleite a los sentidos. Su actuación es sublime... y de mas esta decir que su belleza es especial. Mi esposa era una gran fanática suya, y ella me introdujo al mundo del cine. Dejar que me enseñe aquel mundo fue la segunda mejor decisión de mi vida, siendo la primera haberme casado con ella... como decía...

Su primer ademán fue retirar la mano, pero la genuina adulación de Tristán la ablandó un poco. Lo último que esperaba aquella noche eran semejantes zalamerías.

—Vaya, muy amable. Pueden ayudar a Nicolas si lo desean y firmaré los autógrafos que me pidan, pero les pediré que no se demoren demasiado. 

Antanas sacó su pitillera y la abrió, pero recordó que a la actriz no le gustaba el humo del tabaco y la volvió a cerrar. Estaba pensando y algunas de sus acciones en ese estado eran automáticas.

—¿Y dice que Gascoigne le aseguró que Nicolas estaba bien? Es muy extraño, porque es obvio que no es verdad, puede que necesite la ayuda de algún alienista. Yo mismo le puedo recomendar a varios colegas de total confianza. Y no se preocupe, no es algo propio de personas trastornadas, yo mismo suelo realizar visitas periódicas, por simple rutina y autoanálisis.

—¿Y dice que Gascoigne le aseguró que Nicolas estaba bien? Es muy extraño, porque es obvio que no es verdad, puede que necesite la ayuda de algún alienista. Yo mismo le puedo recomendar a varios colegas de total confianza. Y no se preocupe, no es algo propio de personas trastornadas, yo mismo suelo realizar visitas periódicas, por simple rutina y autoanálisis.

Bibi arrugó la nariz y se giró con elegancia hacia Vytauras, algo molesta por el interrogatorio.

—Gascoigne me aseguró que estaba de jarana y que ya había alguien al tanto, por eso no me preocupaba. ¿Qué le hace pensar que está trastornado? Yo diría que simplemente se ha pasado con el vino, el opio o le que le haya dado por probar. Al muy necio le dio por probar la cocaína por emular a Sherlock Holmes, así que me espero cualquier cosa. 

Temiendo una reacción negativa por parte de la mujer, el sacerdote interviene para evitar que los ánimos se caldeen.

"No abrumemos a madame Fontaine, por favor. Creo que no son las horas más adecuadas para profundizar en ciertos temas e historias. Lo importante es que su marido se recupere, y quizás podamos conseguir la información que necesitamos de sus propios labios."

Tras decir esto, se centra en ayudar a Desmond a cargar con el artista.

Vytauras se había ruborizado un poco al sentir que había cometido una torpeza, y asintió con la cabeza ante las palabras conciliadoras del padre Regnard.

—Sí, tiene razón, discúlpeme. En parte es verdad lo que dice, y estábamos preocupados por Nicolas. Seguramente Gerard no dijo nada para no inquietarla. A partir de ahora confío en que todo vaya bien, pero algunos narcóticos pueden producir efectos a medio o largo plazo, así que es posible que su esposo muestre algún comportamiento extraño o diga algunas cosas incoherentes en los próximos días. Si es así no dude en llamarme a cualquier hora. Guarde mi tarjeta, por favor. 

 Tristán, al ver el rubor de Vytauras por la escena de interrogatorio que había hecho en frente de Bibi, no pudo más que reír entre dientes tapándose la boca con una mano. No por burlarse de su compañero, sino porque era una de las primeras oportunidades en la noche en donde él no era el "torpe". Pensar que el elegante y refinado "Antoine Victor" podía equivocarse como el resto de los mortales era de por si una revelación importante.

 Sin embargo, ese pequeño momento en el que el subastador no era el centro de una escena duró poco, pues Tristán se acercó nuevamente a la dama con una pequeña hoja de papel que tenía en su bolsillo, buscando un bolígrafo en la habitación con sus ojos. Quiza era para lo mejor, viendo que a la mujer le empezaba a incomodar el tema.

- Dejando de lado un poco este peculiar tema... permítame que le pida un autógrafo, Madame Fontaine. Le he tomado la palabra, como puede ver. Realmente me gustaría tener uno; particularmente porque mi esposa la admiraba mucho. Ella... ella ya no esta en este reino terrenal, y el cine era una pasión que compartíamos. Y todo parisino cinéfilo tiene que haber visto películas de la Dama Fontaine.

 En un descuído Tristán intento entregarle la hoja de papel a autografiar al mismo tiempo que Vytauras le entregaba su tarjeta a la dama.

Mientras la mujer se distrae en conversaciones con el resto, el profesor se rasca la barbilla mal afeitada mientras mira a todas partes, preguntándose qué podría haber en esa casa que les sirviese para encontrar a la muchacha, aparte del cuaderno que reposaba seguro bajo el asiento del coche y que ya se había agenciado.

El peso de Nicolas empezaba a molestarle y el deseo de investigar por la casa casi se había esfumado. La paciencia no es una virtud que el profesor contemple con asiduidad y le dura el tiempo justo para que Tristán se lleve su autógrafo.

- Señora Fontaine, tengo alumnos que suspiran por usted, pero se sorprenderían si les dijese lo desabrida que usted se muestra en persona. Solo pretendíamos traer a su marido a casa y ha pasado de ponerse a la defensiva a mostrarse dócil cual cordero en cuanto mi colega ha mencionado a la policía. Entiendo que tiene problemas o que los tiene su marido, y por ende, usted. No ha oído el nombre de Dentpourrie, pero seguramente le suene el nombre de... Camille.

 El profesor se sorprende a sí mismo haciendo una pausa antes de pronunciar el nombre reverencialmente, como si decirlo de pasada no fuese digno de ella. Por un segundo, un silencio envuelve a todos los hombres y parece que incluso a Nicolas se le enciende la mirada. El momento pasa y Desmond reacciona.

- Si quiere usted que seamos breves, haga el favor de decirnos lo que pueda recordar y qué problema tiene con la policía. También estaría bien que me dijera dónde va a dormir su marido o lo acabaré soltando aquí mismo en el pasillo.

Las salidas de tono y la falta de educación de Aurélien habían sido una constante que había tenido que sufrir durante toda la noche. Antanas lo respetaba como el académico brillante que era, pero hasta ahí llegaba su admiración. Muchas veces se preguntaba con asombro como alguien tan terriblemente zafio y vulgar podía entender tanto de arte. 

—¡Profesor Desmond, compórtese! Está usted ante una dama, no de una de esas cualquieras que usted tiene por costumbre frecuentar en los cabarets a donde acude a empaparse de ginebra barato. ¡Debería disculparse!