Partida Rol por web

Aurélien seguía sujetando en sus labios el cigarro ofrecido por el señor D'Alembert. Con una cerilla en la mano y la caja en la otra, hacía movimientos frente al cuadro, como un artista midiendo distancias al inspirarse en un modelo al natural. Hablaba para sí mismo y en susurros, haciendo ademán de estar a punto de encender la cerilla de cuando en cuando.
Vulpecula cum Ansere... Imposible... eso sería una doble óptica... Quizá estrellas de neutrones a partir de sistemas binarios... ¿Agujeros negros? Menuda estupidez, profesor... Gamma Delphini... Quizá la Estrella Perro... Binarias, por supuesto, pero... ¿Y si fuesen astrométricas? ¿Y el centro de masa? Representarlas de color negro será algo simbólico, no queda otra. Pero ¿qué simboliza? Luz invertida... Rayos de oscuridad... Este Allamand es un maldito genio... Era.
Aurélien repara en la presencia, junto a él y al cuadro, de Nicolas D'Alembert, completamente obnubilado y casi perdido entre las ruinas de esa lóbrega ciudad en el paisaje. Tras ellos, el resto de los presentes se esforzaban tímidamente por observar el cuadro por encima del hombro de Aurelién y ahora de Nicolas. El profesor rápidamente, reparando en la molestia visual que posiblemente estuviese causando a los demás, se apartó con la vergüenza etílica de un borracho al que tienen que llamar la atención para que deje de molestar. Se dio cuenta entonces de que había estado balbuciendo incoherencias y decidió recrearse encendiendo y disfrutando el cigarrillo, tratando de recuperar la dignidad. Un sabor exquisito, señor D'Alembert.

Antoine observaba el la misma postura, con el brazo cruzado sobre el pecho y el puño en el mentón, divertido ante las conjeturas de sus camaradas:
—Bueno, si bien es cierto que he yo también he oído hablar de Albert Einstein y sus obras, también lo es que no las he leído, y que no entiendo más que muy someramente lo que un agujero negro es. Esbozó una leve sonrisa, como avergonzado por su propia ignorancia, y prosiguió: —Lo siento, soy un hombre de letras, La ciencia solo me ha arrancado algún que otro bostezo ocasional. Yo optaría más bien por una explicación alegórica, eso es; la antítesis de una estrella, un cuerpo que arroja oscuridad en vez de luz, en un sentido metafórico.

 Luego de un largo momento en el que Tristán se quedo mirando absorto la pintura, dirigió ambas manos a diferentes bolsillos de sus trajes de los cuales sacó un pañuelo blanco bordado y una libretita que tenía un lápiz adherido. Con el pañuelo se secó la lagrima que había despedido y un poco del sudor que le corría desde el inicio de la frente, guardando el pedazo de tela luego. Con la libreta en una mano y el lápiz en la otra, comenzó a anotar un par de números que en principio no parecieran tener mucho sentido para los demás. Pero al ver el símbolo que acompañaban a esos números, el que se encontrara más cerca del subastador podría darse cuenta de que se encontraba anotando diferentes cantidades de francos.

- Es una preciosa obra, Gerard. No puedo esperar para ver quien va a ser la afortunada persona que se haga dueño de Camille. Espero que sea algún prestigioso hombre de negocios cerca del Louvre; hay muchos candidatos. Y si llegaras a hacer una subasta con esta singular pieza de arte... ¡Solo me imagino las propuestas y los números que los mejores expertos del arte ofrecerían! ¡Merveilleux!

 Tristán anoto un par de números más, como si le interesara estimar la cotización que aquel cuadro pudiera tener. Era una obra tan particular que apenas surgieron un par de números en su cabeza, pero creía estar encaminado.

-Lo...lo siento, creo que me dejé llevar por los impulsos. Semejante obra ha sacado lo más tribal de mi persona, mis disculpas a los presentes. Desde luego yo comparto la misma postura que el señor Antoine aquí presente; no soy persona de ciencias y a mi lo que me apasiona, y lo que me permite comer cada día es el arte en todo su amplio espectro. Por lo que si la teoría de que esas estrellas negras, son agujeros negros, fuera cierta, entonces hay mucho más detrás de la historia de este cuadro que probablemente escape a mi comprensión actual.-

Tanka no le quitaba ojo al cuadro, intentaba aprender de memoria cada pincelada, todos los matices, colores, ángulos de la ciudad, y luego hizo lo mismo con la pálida muchacha. Volvió a dar una profunda calada al cigarro.

-Señor Gascoigne, ¿ Qué más puede contarnos sobre este cuadro o su autor? Por algún motivo tengo la sensación de que hay una parte de la historia aquí relacionada que falta, y  quizás pueda arrojar usted algo de luz al misterio que crea este objeto sin igual.-

Gascoigne sonrió lleno de regocijo. Era evidente que ardía en deseos de compartir su entusiasmo por aquella obra. Se ajustó el nudo de la corbata, humedeció sus labios con la copa de champagne y se dispuso a responder las preguntas de sus amigos.

—Me alegro que sea de su agrado padre Regnard. Ya le dije que había artistas contemporáneos con un talento sin par, algunos a la altura de los grandes maestros. Y sí, mi querido Aurélien, podría decirse que pertenece a una serie. En su estudio pude encontrar varios esbozos con el mismo tema. También había retratos de la misma muchacha, Camille. El resto de sus cuadros no son especialmente espectaculares, pero servirán para montar la retrospectiva. Ya lo tengo todo planeado.

Dio una calada para saborear el cigarro cubano. El humo casi se le atraganta al escuchar la pregunta de monsier Tanka.

—En realidad no sé mucho del cuadro. Ambroise me habló de un libro que le tenía obsesionado. Cada vez parecía más perdido en sí mismo, y solo hablaba de alcanzar la perfección en su obra.

Parece que pasó sus últimos días completamente absorto en su trabajo, por lo que sugieren sus palabras, estimado Gascoigne. Según nos dice la historia, es necesario apreciar todo en su propio contexto para comprenderlo mejor. No cabe duda de que tarde o temprano trascenderá la historia de su fallecimiento. ¿Querría compartir con nosotros esa información? Me intriga casi tanto como ese cuadro o ese misterioso libro que ha mencionado.
El profesor se había sentado dando la espalda al cuadro para poder pensar. No podía evitar, sin embargo, una atracción sutil y constante de mirar de reojo o buscar una excusa para volver la cabeza entre calada y calada.

Monsieur Gascoigne, entiendo que esta pregunta que le voy a hacer puede ser de lo más inusual, y probablemente y con toda seguridad, indiscreta, por lo que le pido disculpas de antemano pero, ¿ habría alguna posibilidad de que nos mostrara ese libro tan misterioso que nos acaba de mencionar ?. Es posible que pudiéramos encontrar respuestas a la motivación y musa de monsieur  Allamand, así cómo más información acerca del cuadro, la ciudad o incluso la dama del mismo.

Tanka se reclinó un poco sobre la silla, dejando caer su peso, ahora algo más relajado, aunque en parte anonadado por el cuadro. Tenía el presentimiento de que no era el único con las sensaciones ambiguas que le recorrían el cuerpo, y un vistazo rápido con los ojos a los semblantes de los allí presentes, se lo pudo confirmar en gran parte. No era normal que un cuadro generase tal montaña rusa de sentimientos en una persona, y mucho menos en varias a la vez. ¿Qué es lo que escondía aquel cuadro para dejar absorto a todo el mundo? Tanka empezó a pensar y observar detenidamente cada detalle de Camille, en un vano intento por descubrir algo que se le hubiera pasado a primera vista, aunque es probable que no hubiera nada allí.

Nicolas D´Alembert no se había percatado de que se había colocado tapando el cuadro para quienes quedaban a su espalda, se sentía tan imbuido por el cuadro que apenas prestaba atención a lo que decían los demás. Sacó de su bolsillo derecho una gruesa lupa y, con la delicadeza propia de un cirujano, se dedicó a observar los más nimios detalles de la obra, desde sus pinceladas, a la expresión vaga y perdida de Camille, la ciudad del fondo, las estrellas... Únicamente las palabras de su buen amigo Gaiscoigne le sacaron de su ensimismamiento.

-¡Magnífico!. -Exclamó dando un salto y alzando una mano al aire. -¿No se dan cuenta, señores?. -Preguntó entusiasmado al resto. -No sólo tenemos una obra magnífica ante nosotros pintada por un genial artista. Estamos ante un Mozart de la pintura. Allamand murió sin ser conocido, en la pobreza, y ahora su obra se va a hacer famosa, universal, ¡trascendental!. - Fue alzando los brazos cada vez más ante cada adjetivo. -Monsieur Gaiscoigne, mi buen amigo, es usted un tipo afortunado. Estoy ansioso por ver esos esbozos y el resto de su obra. ¿Cuándo tendrá lista esa exposición?

—Vaya, pues ahí me han pillado —respondió—. No sé muchos detalles acerca del libro. Únicamente que se trata de una obra de teatro del siglo pasado, con una trama algo fantasiosa. Yo no soy demasiado aficionado a ese tipo de historias, pero apreciaba el entusiasmo que le profesaba mi amigo. Aún así, no fui capaz de encontrar el tomo por ninguna parte. Sin embargo, Camille…

Sus ojos se iluminaron por unos instantes. Parecía absorto, con la mirada perdida y la mente demasiado lejos como para contestar de forma coherente. Tardó un par de segundos en aterrizar y poder sus pensamientos en orden para poder continuar:

—Camille. Camille Gillot. Camille era la modelo de Ambroise, además de su amante; algo nada extraño en los tiempos que corren. Aunque… Aunque no se supo nada de ella después de la muerte de Ambroise. Como si se hubiese esfumado. Respecto a Ambroise —hizo otra pausa para respirar hondo mientras dirigía su mirada al cuadro—. Lo último que supe de él fue una llamada de teléfono y el testamento que encontré en su estudio. Era una despedida, una nota de suicidio. Acudí de inmediato y me lo encontré ahí, colgado con una soga, pendiendo de una de las vigas del techo. A su lado solo estaba la carta con su legado y el cuadro, terminado ya. Fue absolutamente horrible.

Tanto su semblante como su tono se habían ensombrecido subitamente. Dio un par de pasos, tratando de relajarse entre calada y calada del cigarro. Tras respirar hondo, trató de volver a mostrarse alegre para sus invitados.

—Todavía hay unos asuntos que debo atender, monsier D'Alembert, pero la inauguración está prevista para el 10 de octubre. Es decir: en un mes exactamente. No puedo dormirme en los laureles. Esta exposición será un hermoso homenaje a su persona y a su obra.

Patrick se acerca al cuadro y empieza a buscar detalles que puedan coincidir con alguna ruina, o monumento antiguo que haya podido ver con anterioridad, o que le recuerde a algo que pueda ser relativamente fácil de reconocer.

-No se, quiere sonarme pero ahora mismo no caigo.....creo que este trazo de aquí puede representar una parte de una ruina que vi en un libro reciente sobre arqueología antigua, pero no lo tengo claro aún....Y si tuviera relación con....si, es una posibilidad...-

Tanka murmura durante unos minutos para él mismo, pensativo, convencido de que podría haberlo visto aunque también podría estar confundiendolo con otro tipo de construcción. Tanka no es un erudito en lo que a reconocer fragmentos de obras se refiere, pero si tiene un amplio conocimiento sobre arquitectura y más sobre la historia antigua, así que bien podría estar en lo cierto.

-Monsieur Desmond, disculpe mi atrevimiento, pero creo que he dado con algo aquí y necesito meditar bajo la ayuda de ese magnífico caldo y de forma ininterrumpida.  ¿ Sería usted tan amable de servirme una copa más ?

Desmond se acerca a Tanka con otro whisky, rebajado con un poco más de agua esta vez. Sin decir nada se coloca junto a él y le ofrece el vaso, intersándose también por la perspectiva arqueológica de las ruinas, movido por las palabras de Patrick.
Tras rascarse el mentón unos instantes, el profesor coloca su mano en el hombro ligeramente tembloroso de Patrick.
¿Cree que puede representar un sitio real? Podríamos echar un vistazo a la biblioteca de la universidad un día de estos. Queda invitado.

Patrick dio un buen trago del potente licor, mientras seguía musitando incoherencias para sí mismo, esta vez con la cercana compañía de monsieur Desmond. -Si no me equivoco,  en estas formas de aquí, las estructuras representadas son algo confusas. Algunas sugieren la presencia de cúpulas, otras de columnas que recuerdan a las construcciones romanas. Hay arcos y contrafuertes, pero también monolitos y pilares que se alzan como obeliscos.
Una auténtica rareza, aunque me temo que eso es todo lo que es. Nunca se puede estar seguro en totalidad con estas cosas, pero podría afirmar sin temor a equivocarme, que las construcciones aquí realizadas no son reales. Es decir, pudo haber sido real para el autor en algún momento de su vida, pero solamente dentro de su imaginación. Por ende, me atrevo a insinuar, que la dama aquí pintada, podría padecer del mismo destino. Una musa aparecida en sueños, o en delirios provocados por los excesos. Aún así, quisiera ver más pinturas, pues su fuerza es desbordante. Cuente conmigo para la exposición completa Monsieur Gascoigne.-

Más tranquilo, aunque si poder evitar por mucho tiempo el mirar a Camille, Tanka se sienta, mientras da una palmadita en el hombro a Desmond. -Estoy seguro de poder encontrar gente interesada en la colección entera-

D'Alembert escuchó atentamente a Patrick, mientras el marchante de arte desgranaba los detalles del paisaje que había tras la chica del cuadro, la bella Camille que había cautivado el corazón de todos. Mientras lo hacía miraba el cuadro contemplando los detalles que Tanka iba desmenuzando. Se imaginaba a sí mismo caminando por aquellas edificaciones sintiéndose como un patricio romano en la época más gloriosa del Imperio, imaginándoselas en su momento de mayor esplendor. O más atrevido aún, se sentía como un explorador del pasado siglo, un arqueólogo que había viajado hasta el Oriente próximo para encontrarse con las ruinas del antiguo legado que dejo el vasto dominio romano.

La magia de aquel hechizo se estropeó cuando Tanka aseguró que el lugar no podría ser real, sino que era un producto de la imaginación del artista. Pero alargó aquella suposición hasta que afectó también a la dama, lo cual dejó algo desorientado a D'Alembert.

-¿Por qué creéis eso, mi buen amigo? - Le dijo sosteniendo su copa y apagando el resto del cigarro que le quedaba en un cenicero que se encontraba sobre el escritorio de Gascoigne. A continuación se giró con interés hacía el marchante de arte.  -Aquí nuestro buen anfitrión afirma que Camille Gillot era la amante y modelo de Ambroise Allamand. Por tanto debía ser muy real. ¿Qué os lleva a creer lo contrario?

Monsieur D`Alembert, entiendo la confusión que he podido crear, y le explicaré por qué creo esto último. A menudo los artistas con talento, cómo es aquí el caso, suelen tener varias parejas con las que pasar breves periodos de tiempo. Camille, aunque haya sido una persona física real, es el producto de la anexión de todos los conceptos de las anteriores relaciones del artista en uno. Estoy seguro de que buscar a una muchacha de las características de la pintura no sería muy difícil, pero lo que llama la atención es el por qué de ella. -

Patrick juguetea con el licor de la copa mientras sigue hablando, centrado en encontrar las mejores palabras para ser claro en este momento.

-Una musa no es solamente una mujer; es inspiración, es fuerza, es energía, es alguien o algo que te impulsa a continuar con tu composición hasta que alcanzas el cenit de la obra en la que trabajas. Créame cuándo le digo que he visto a muchos caer en las garras de una musa y centrarse tanto en su trabajo que al final caen exhaustos por puro cansancio y no ingerir absolutamente nada. 

Por lo tanto pienso que Camille es la imprimación en lienzo de la musa de Allamand, y que su actual pareja podría haber sido una muchacha sin mayor importancia con la que estuviera pasando el rato entre lienzo y lienzo. -

Siempre resulta amargo escuchar que hombres de tantísimo talento jamás volverán a crear. Es una situación que se nos da con demasiada frecuencia en este círculo que es el arte. El profesor divaga y camina por la habitación, tratando de evitar la punzante mirada de Camille de la que, hasta ahora, había conseguido guarecerse, escudándose en el análisis de otros elementos. Se sentía tan apabullado como un prepúber ante la idea del primer beso, fascinado y horrorizado a partes iguales y temiendo quedar completamente atrapado en la belleza de Camille. Me pregunto si no hay más detrás de esta muchacha que lo que ha conseguido plasmar este cuadro. Sin duda, Allamand fue consciente de la perfección que había creado y es tan triste como inconcebible que se haya quitado la vida, sabiéndose digno de los laureles del éxito. Sabemos que era presa de la obsesión perfeccionista, aparentemente inducida por las ideas que leyó de ese misterioso libro, pero ¿cuál habrá sido el motivo real de su suicidio? Desmond se detiene y da la última calada al exquisito cigarro, como si realmente fuese la última vez, y dirige su mirada fervorosa hacia la mujer del cuadro. Necesito saber más sobre la señorita Guillot.

El sacerdote comparte la tristeza que expresan sus compañeros por la terrible muerte del artista, pero también puede verse en su mirada un leve deje de reprobación. "El suicidio es la más horrible de las muertes, pues somos nosotros mismos quienes destruimos el preciado regalo de nuestra propia vida... Que el Señor se apiade del alma de este pobre hombre. Yo también me pregunto qué podría haber torturado a alguien sensible tanto como para arrastrarlo a un final tan desdichado."

Oír hablar del libro despierta su curiosidad, y cierta frustración al comprender que no podrá satisfacerla.

"Desde luego, el cuadro no me trae recuerdos de ninguna obra teatral que pueda haber leído, pero es cierto que soy más aficionado a otras lecturas. Espero que el libro en cuestión no se tratara de algo nocivo para el alma y la mente. Ciertas cosas no merecen que el hombre pose la vista sobre ellas, y no traen sino desgracia para los que se dejan atrapar."

 Tristán escucho a su amigo Gaiscogne con atención cuando extendía su explicación sobre el cuadro y su autor, mirando apenado al joven hombre cuando relataba la escena del suicidio del artista.

- Oh, en verdad me apena oír del suicidio de este hombre. Algún dolor muy grande debe haberlo aquejado en sus últimos días, lo que le debe haberlo llevado a un final tan poco afortunado. Dios se apiade de él...

 Un poco más tarde, Tristán estaba mirando curiosamente a los caballeros Tanka y Desmond, que se encontraban en una cruzada histórica, artística y casi detectivesca en su afán de analizar el cuadro. No le parecía mal; el mismo tenía un interés particular por aquella pieza de arte. Pero no concordaba mucho con el análisis que estaba surgiendo de parte de aquellos dos hombres, especialmente con el tema de las referencias y los significados ocultos.

- Si me permiten discernir, caballeros... en lo personal creo que esforzarse en buscar los orígenes, la historia y lo que cada cosa significa en un cuadro es... bueno... un poco pedante. Lo que el artista haya sentido o en lo que se ha inspirado para hacer sus obras no es algo que podamos saber, sino más bien meramente especular... Y solamente el autor puede ser conocedor de esta información, pues él es el que puso su esfuerzo y se trabajo en semejante obra maestra...

- No es cuestión de ofender, que quede claro, pero... creo que estaríamos pecando de orgullosos si creemos que podemos saber todo de Camille. ¿Por qué simplemente no disfrutamos del cuadro y no de todo lo que lo rodea? Después de todo, el misterio que rodea a lo hermoso es lo que lo hace aún más interesante.

Estimado señor Poincarde, han corrido ríos de tinta sobre la expresividad de La Gioconda, la perfección de La Piedad o de la belleza de la mezquita de Córdoba. Sin análisis y sin contexto, las obras de arte solo quedaría en un mero impacto sensorial. Creo que el arte se disfruta de manera no solo sensorial sino también intelectual, de este modo, la emoción resultante al exponerse a las obras del artista, son mucho más completas. ¿O acaso no le da un matiz importante a la emoción que le suscitan los altísimos y enormes cuadros de Toulousse-Lautrec, el saber que era una persona de tan baja estatura y que en su arte volcaba sus complejos?
El profesor Desmond se rascaba la nuca, despeinándose todavía más, con expresión fría. Era evidente que el comentario le había molestado.
Hay que huir de la pedantería, no del conocimiento. La gente que huye del conocimiento merece un calificativo mucho peor que el de pedante.
Con actitud más ebria que hostil, se dió la vuelta, dirigiéndose hacia las bebidas y agarrando en un violento movimiento el vaso vacío que había dejado sobre el escritorio.

—Puedo asegurarles que Camille es real. Yo mismo he tenido la oportunidad de entrevistarme con ella antes de todo este terrible asunto, y estoy seguro de que ella estaría de acuerdo con esta exposición.

El joven galerista se dejó caer sobre el sillón, tras el escritorio, dirigiéndole una mirada significativa a la tela que unos segundos antes cubría el lienzo.

—Y coincido con usted, mi querido Desmond, pero hay veces que el conocimiento puede resultar peligroso. Los artistas más felices que he conocido han sido también los más mediocres, y no en cuanto a técnica precisamente. Ambroise siempre había sido muy concienzudo con su trabajo, pero ese libro lo absorbió por completo —respondió con la mirada perdida.

Con un respingo, su habitual y radiante sonrisa volvió a iluminar su rostro. Se levantó, se arregló la corbata, cubrió el cuadro y se aproximó a sus invitados con la copa en alto.

—Pero bueno, no les he invitado aquí para escuchar mis penurias. Me complace enormemente que hayan sabido apreciar la gran belleza de esta obra, pero me temo que tendrán que volver a admirarla el mes que viene. Por el momento tengo mucho papeleo que hacer. Si es cierto lo que asegura monsier Tanka, no tendremos ningún problema en encontrar compradores. La única complicación entonces será la de organizar una subasta —comentó entre carcajadas—. Permítame que les agradezca su presencia aquí, pues tengo en gran estima la opinión de todos y cada uno de ustedes. Ahora, no obstante, me temo que debo ocuparme del resto de invitados o el viejo Gaspar* volverá a dirigirme una de sus miradas ceñudas.