Partida Rol por web

Cançó d'Alós

Escena VII: El Torneo, II

Cargando editor
12/08/2019, 13:45
Magister

https://www.youtube.com/watch?v=iZPHCikPJqs

El domingo anterior al torneo de Alós amaneció extraño. Una bruma invisible de inquietud bajó muellemente desde las montañas, emanando desde aquellas fuentes generalmente ocultas a la vista del populacho que sin embargo poblaban su subconsciente colectivo: el viejo torreón a la entrada del valle, el cementerio anónimo en mitad del bosque, las gargantas del Gat. Por supuesto, (casi) nadie en Alós había estado en esos lugares a la caída de la noche, pero todos y cada uno de los habitantes afirmaban conocer a alguien que sí lo había hecho, y cuando la luna, si es que había habido luna esa noche, se escondía detrás de las nubes, el bosque callaba, silenciando ese continuo ulular y crujir que sólo llena de temor los corazones de la gente de ciudad, y cuya ausencia nunca presagia nada bueno. Y entonces...

El contenido del relato variaba, por supuesto. Lobos, muertos vivientes, apariciones marianas, esas cosas eran de esperar. Al padre Bernat del Gat, el cura del pueblo, le preocupaban mucho más aquellos que hablaban de Abundia, el misterioso espíritu que peregrinaba a veces en las noches oscuras con su cortejo femenino, las bonae res, las cosas buenas, repartiendo dones a la población.* Él nunca escuchaba, y su natural benevolente lo achacaba siempre a la idiotez de unas cuantas viejas locas, que dejan en las puertas de sus casas platos de comida y cuencos con vino. Por lo demás, era un cuento de ancianas para la población y nadie le daba más atención de la necesaria. O, mejor dicho, la gente tenía miedo a prestarle demasiada atención al asunto, no tanto por las cuestiones más allá de este mundo, sino por aquellas del más acá. La Iglesia era una amante celosa.

El domingo anterior al torneo de Alós amaneció extraño, como ya he dicho. El cielo estaba gris pero las nubes no se veían, y la gente preparaba los enseres necesarios para la celebración de la justa en silencio. El orden de los lances se había escogido con la mano inocente de una de las hijas pequeñas del castellano de Alós. La sorpresa de la selección fue que Vicenç debería volver a combatir en duelo contra Ponç d'Empúries, un mal trago que todo el mundo citaba como origen a la inquietud creciente del valle. Sin embargo esta, como tantas otras explicaciones racionales, fallaba al intentar explicar los temores de la gente.

Otro nombre se había inscrito en el torneo, uno del que nadie había oído hablar, más allá de los pajes deseosos de probar suerte de las diversas procesiones cortesanas. El Caballero del Águila, al que nadie había visto y cuyo nombre era un secreto, a diferencia de los nombres de todos los demás participantes, algunos más conocidos que otros.

Todos estos eran los temas de conversación de aquella mañana de domingo del Año de Nuestro Señor 1228 cuando, de repente, sonaron las cornetas y el pueblo presenció la procesión más impresionante que había visto jamás.

 

Notas de juego

Soy consciente de que hay encuentros no resueltos en la escena anterior, pero prefiero resolverlos en esta escena nueva. La longitud de la anterior me estresaba.

* La creencia en Abundia, o Satia, o Diana o Herodia o Madonna Oriente, era real y está atestiguada en algunos textos. Al parecer era algún tipo de culto de fertilidad de origen precristiano que se achacaría (¡como tantas otras cosas!) a la incultura o la perfidia de las mujeres. En una palabra: brujería. Extraído de Afterlives: the Return of the Dead in the Middle Ages, de Nancy Mandeville Caciola (libro recomendadísimo si os interesan estos temas):

Complementing the male companies of embodied dead warriors who wandered the earth were companies of female spirits who flew through the skies. The latter often were known as the “good things” ( bonae res ). They were led by a feminine deity identified by a wide variety of names, depending upon the author and context of the report. Works penned by authors of a classicizing bent designated this goddess with biblical or classical names such as Diana or Herodias; in other texts the Germanic appellations Holda or Perchtha are found; Abundia or Satia (labels that suggest themes of fertility) were utilized by authors in French regions; while in Italy, the figure was sometimes known as Madonna Oriente [...]
[...] another set of texts provides clues that the good things were regarded as beneficent agents of fortune, bestowing increase and fertility upon the homes that welcomed them. William of Auvergne scornfully describes the “foolishness of men, and the insanity of little old ladies, such that they leave out, uncovered, flagons of wine and dishes of food” for Lady Abundia, in the expectation that such gifts would be rewarded with fertility and prosperity for the home. Étienne de Bourbon likewise references a peasant belief that a visit from the good things would mean that they would “take one; return one hundred.”  Fertility in exchange for a token offering of food, then, was key to the veneration of these strange spirits. William considered such acts to be idolatry: expecting fertility from the good things suggested that an agent other than the Creator could provide increase of fortune and goods. He castigated women who clung to the belief and taught other, younger women about it; thus they “preserve and retain the vestiges of idolatry.”

 

Cargando editor
12/08/2019, 14:31
Hassan ben Saghr

Cuando abristeis la puerta de los aposentos de Pèire y encontrasteis al médico sirio, este os recibió cortésmente pero de manera temerosa. Su situación no era sencilla.

-- Mi señora, entiendo que vos sois la cabeza de este hermoso valle. ¿Qué puedo hacer para serviros?

Su catalán era muy correcto, aunque con fuerte acento. Sospechasteis que quizá su acento fuera exagerado a propósito. La ausencia casi completa de acento hubiera intranquilizado más a los cristianos, y la posición de Hassan no era fácil.

Cargando editor
12/08/2019, 14:34
Rodrigo de Astorga

-- No puedo saberlo, hijo mío. He escrito a Daniel de Livonia, un hombre sabio y joven en Roma que está versado en estas cosas. Si hay alguien bajo la mirada atenta de Dios que pueda ayudarnos, ese es Daniel.

Te tocó del hombre y te dijo, con voz dura pero reconfortante:

-- Extirparemos la maldad de este viaje. A propósito, ¿quién ha podido tener acceso al barón para envenenarle?

Se le notaba nervioso por algo, jugueteando con un papel entre sus dedos.

Cargando editor
12/08/2019, 16:01
Vicenç de Mormont

Como cada mañana desde hacía ya días, me despido de Teresa con un beso y una sonrisa. Ella, todavía desnuda, me mira con dulzura desde la cama y se divierte en ver como me visto ante ella.

Salgo a la calle, aquella mañana se presentía dura, pero a su forma, también podía traer buenas noticias, lo cierto es que me importaba menos que nada lo que mi hermana hubiese urdido con mi tío Manel, la carta ya estaba enviada al obispo, y pronto, se ocuparían de Clara. Después de eso, ya tan sólo quedaba que padre abandonara este mundo, pero ante eso sólo el tiempo estaría de mi lado. En algún momento yo sería el señor de Alós y todo cambiaría a mejor. Llevaría a un nuevo amanecer a la casa de mi padre y quién se opusiera sería quitado del medio.

Al llegar al patio veo a varios soldados alrededor de un barril usado a modo de improvisada mesa, parecen jugar a los dados. Me acerco, cuando reaccionan a mi presencia sonrío, parecen inquietos por que deberían estar haciendo cualquier otra cosa.

No os preocupéis, cuando de jugar a los dados se trata soy uno más, ¿A cuánto está la apuesta? Apuesto dos maravedís a que saco un siete, un uno y un seis, ¿Alguien lo ve?

Se miran unos segundos y a continuación sacan de una bolsa dos maravedís cada uno. 

Lanzo los dados y ante la cara de estupefacción de los soldados sale un seis y un uno. 

Jajajajajajaja ¿Doble o nada? Si saco de nuevo un seis y un uno gano, si sale cualquier otro resultado, se quedan todo lo apostado hasta ahora y lo pueden repartir a partes iguales ¿Qué me dicen?

Las caras de los soldados eran de desconcierto total, no sabían si les estaba regalando el dinero o es que tenía algún truco que me haría ganar. Sin embargo, deciden apostar. 

Lanzo los dados de nuevo y la cara de los soldados al ver un seis y un uno era una mezcla de estupefacción y desconcierto. Seguramente no podían creer que tan solo fuera suerte, sin embargo allí no había trampa ni cartón, eran sus dados y su barril.

Vamos señores, menos caras largas, última oportunidad de recuperar todo lo apostado, esta vez si quieren entrar en la apuesta serán cuatro maravedís cada uno. Lo mismo de antes, un seis y un uno. ¿Qué les parece?

El soldado más mayor con barba cana y rostro de experiencia se retira, el resto se queda.

Lanzo los dados y vuelve a haber el mismo resultado en los dados. Los soldados pese a haber perdido el dinero tienen cara de incredulidad, no saben como lo he hecho, y a decir verdad, yo tampoco, lo único que se es que hoy se plantea un muy buen día, la puta de la fortuna se ha despertado a mi lado.

Señores, no pretendo desplumarlos, ahora he de irme, les dejo pagado a cada uno 10 maravedís en la taberna para lo que quieran usarlos, incluso pueden recuperarlos si así lo desean. Buenos días. ahora si no es mucho pedir, vuelvan a sus quehaceres.

Recorro el patio hacia el norte y me aseguro de estar solo cuando entro en el callejón angosto del lado derecho de la torre del cuartel.

 

- Tiradas (3)
Cargando editor
12/08/2019, 16:26
Vicenç de Mormont
Sólo para el director

He quedado en mantener correspondencia en aquel lugar con el hombre que ha de encargarse de Clara, alguien dejará un mensaje debajo de un ladrillo de adobe que hay en aquel lugar diciendo cuando y dónde asaltarán a mi hermana, yo, o quien yo designe para esa tarea, ha de conseguir que mi hermanita esté en ese lugar a esa hora.

Cargando editor
12/08/2019, 16:53
Clara de Mormont

Me levanté y miré por la ventana, aquel día se presentaba gris y el cielo parecía indicar el estado de ánimo de todos cuantos conocíamos la verdad... Me aseé y me vestí, sin nadie que me ayudase pues había dado la orden de que nadie me molestase si no llamaba yo antes a alguien del servicio... 

Mis dedos estaban cubiertos de tinta, las cartas escritas, enviadas y escondidas... 

Para ese día escogí un vestido que se ciñera a mi cuerpo, que marcara mis formas femeninas y mis pechos. Peiné mi cabello y lo adorné con un hermoso recogido que dejara mi cuello y mi blanca piel al descubierto. Puse un par de gotas de perfume en mi cuello y muñecas y salí de mi habitación son una dulce sonrisa mientras saluda a los guardias que patrullaban por el pasillo, especialmente a aquellos más cercanos a mis aposentos, dedicándoles una agradable sonrisa mientras mis caderas se movían por el pasillo y al bajar a la planta inferior.

Desayuné con calma y acompañé al servicio al ala en donde se hospedaban los invitados... 

- Tiradas (1)
Cargando editor
12/08/2019, 17:01
Clara de Mormont
Sólo para el director

Había decidido escribir tres cartas, algunas serían enviadas, otras escondidas... La primera de ellas decía así:

"Si durante los acontecimientos de este torneo mi vida tocara o mi inocencia tocaran a su final quisiera dejar de manifiesto ante los ojos de nuestro Señor que el culpable de todos los males que han acontecido a la familia Mormont no es otro que Vicenç de Mormont, aquel al que una vez consideré un hermano pero que ahora he descubierto que parece estar poseído por el mismísimo mal pues no desea otra cosa que la muerte de padre, de madre, de mi hermano mayor y de la mía propia... Su arrogancia y avaricia le han condenado a estar cercano al Enemigo de Dios, Nuestro Señor... De su propia voz me ha confesado el deseo de que mi pureza sea arrebatada por rufianes para así ser condenada a ojos de Dios y no poder optar el deber de toda mujer... Servir a su marido y a su casa de manera fiel y devota... 

Que Dios se ampare de mi alma, de las de la Familia Mormont y de las del pueblo de Alós..." 


La segunda carta así decía:

"A vos tío Manel, aquel hombre que siempre estuvo a mi lado... En estos duros momentos desearía poder contar con vuestra voz y vuestra presencia... Temo por mi vida y por mi inocencia, así como por vuestra vida y vuestro honor... No hay nada que me duela más que no poder estar cerca de vos, no poder escuchar vuestra voz y sentir vuestra calidez... La persona que os hace entrega de esta carta es aquella en la que más confío... Vuestra propia hermana Caterina... Deberá ser ella la que me haga llegar vuestras noticias pero siempre con cautela... Ya la he informado de lo que acontece para que se cuide de Vicenç... Cuento con su discreción y que suele pasar desapercibida para todos... 

Cuidaos tío, vuestra devota sobrina Clara."


La tercera decía así: 

"Estimado Ponç d'Empúries no he podido dejar de pensar en vos... Me gustaría desearos la mayor de las suertes en el torneo, aunque sé que no la necesitaréis pues sé bien cuan diestro sois en la batalla... Aún así quisiera otorgaros mi prenda para el torneo... Y si nuestras obligaciones y el destino nos lo permiten me gustaría poder disfrutar de vuestra compañía en los jardines, a la vista de todos, por supuesto... 

Clara de Mormont." 


La primera carta me aseguro de que llegue a manos de Rodrigo de Astorga, quien debe velar por nuestras almas... Aunque también guardo una copia en mis aposentos, bien escondida en ellos.

La segunda carta se la entrego a Caterina para que se la haga llegar a tío Manel

La tercera carta la entregaré en persona a uno de los criados o siervos de Ponç d'Empúries para que se la entreguen a él y sólo a él en persona. 


 

Notas de juego

Máster, cuando puedas (y si quieres, claro) me comentas lo de la gente del servicio o guardias en los que podría confiar... Vamos, si he averiguado algo sobre ello...

Gracias y lamento su es mucho lío... 

Cargando editor
13/08/2019, 13:45
Magister

Hace tiempo que llevas meditando sobre aquella oscura conversación con Rodrigo: alguien había arrancado una página del registro bautismal del padre Rodrigo, una página de 1210, el mismo año del nacimiento de Dionís y Vicenç. De repente, una luz clara te asalta la mente: si las hojas de todos estaban allí, la única otra persona nacida en el castillo aquel año podría haber sido... ¡Dionís!

Para salir de dudas, debías comprobar el registro bautismal de los nacidos en la Villa de Alós ese mismo año, hablando con el Padre Bernat del Gat, el cura del pueblo. Si Dionís no estaba allí, entonces la página arrancada era la suya. ¿Quién podría haberlo hecho? Y todavía más importante, ¿por qué arrancar la página de un pobre bastardo?

Cargando editor
13/08/2019, 13:54
Magister

Tras la experiencia con los soldados, entraste en el callejón. Ese era el tipo de decisiones que hacían que los soldados amasen a su jefe, y tú lo sabías. Estabas jugando tus cartas.

Antoni era un cazador del pueblo con el que habías contactado por consejo de Pep el Taverner. Te servía de confidente, y tú le pagabas bien. Había estado observando las idas y venidas de gente de la fortaleza para intentar descubrir cómo acercarse mejor a Clara. Hoy te había escrito (¿y quién iba a decir que un simple cazador sabría escribir? Quizá por eso te lo recomendó el tabernero. En cuanto a ti, el padre Bernat se había ocupado de enseñaros lo básico.) La nota era un poco agramatical, pero se entendía.

Mi señor,

jinete de rojo abandona fortaleza cada domingo al atardecer. Por la manera de montar, mujer. Podría ser Clara (color del vestido que siempre lleva). Creo se dirige cementerio escondido bosque.

Cargando editor
13/08/2019, 14:21
Caterina de Mormont

Esa mañana, unos nudillos delicados tocan a tu puerta. Es tu hermana pequeña, Caterina. Es poco mayor que Clara, y se llevan bien. Te desliza una nota bajo la puerta y se va.

En ella, escrita del puño y letra de tu sobrina,

A vos tío Manel, aquel hombre que siempre estuvo a mi lado... En estos duros momentos desearía poder contar con vuestra voz y vuestra presencia... Temo por mi vida y por mi inocencia, así como por vuestra vida y vuestro honor... No hay nada que me duela más que no poder estar cerca de vos, no poder escuchar vuestra voz y sentir vuestra calidez... La persona que os hace entrega de esta carta es aquella en la que más confío... Vuestra propia hermana Caterina... Deberá ser ella la que me haga llegar vuestras noticias pero siempre con cautela... Ya la he informado de lo que acontece para que se cuide de Vicenç... Cuento con su discreción y que suele pasar desapercibida para todos... 

Cuidaos tío, vuestra devota sobrina Clara.

Cargando editor
13/08/2019, 14:22
Magister

Sales de la fortaleza sola, mirando a diestro y siniestro. Siempre has tratado al servicio con afabilidad, pero más allá de alguna mujer de cámara en la que sabes que puedes confiar, la mayoría de la gente está en el terreno gris de la neutralidad (o eso te parece). Harán lo que sea mejor para ellos.

Y luego, los soldados. Notas sus miradas posadas en ti. Aunque Vicenç no haya dicho nada, sabes que le son fieles y no dudarían en matarte si él se lo pidiera.

Te diriges hacia el campamento, la zona del condado de Empúries. Ves a gente afilando espadas, y te reconocen como señora de la casa. Te dejarán pasar al pabellón, si así lo deseas.

Cargando editor
13/08/2019, 16:00
Clara de Mormont
Sólo para el director

Llegué hasta el campamento y observé a mi alrededor, entonces me di cuenta de que estaba sola y eso podía ser peligroso... No sólo porque Vicenç podría enviar a alguien a hacerme daño o bien podrían pensar en algo que no era... 

Negué con la cabeza y me dije a mi misma que no podía mostrarme tan débil... Era la señora de la casa tras mi madre y como anfitriona también que era no era extraño que acudiera a visitar a nuestros invitados. 

Saludé a los soldados presentes, si no podía contar con los de nuestra casa quizás debía buscar fuera de ésta... Y me acerqué con confianza hasta el pabellón, después de todo yo y Ponç habíamos coincidido en la ciudad y habíamos disfrutado de la mutua compañía... Pregunté si podía hablar con Ponç y si no era posible con alguno de sus más fieles criados o siervos, que traía algo importante... 

Cargando editor
13/08/2019, 19:06
Pèire
Sólo para el director

Notas de juego

Ya lo hare, pero tengo que esperar a que Maria continue, no puedo irme cuando necesita mi consejo para esa conversación.

Cargando editor
13/08/2019, 20:31
Dionís
Sólo para el director

-¿Quien puede haber tenido acceso al Barón para envenenarle? A saber. Desde los sirvientes hasta su esposa. El Barón no es versado en temas de venenos y seguro que, hasta ahora, confiaba en todo el mundo. 

Digo, mientras curioseo, disimuladamente, el papel que tiene entre manos. 

-¿No tendréis a mano un poco de agua por casualidad?

Intentando centrar su atención en otra cosa para poder ver mejor el papel. 

Cargando editor
13/08/2019, 22:12
Vicenç de Mormont
Sólo para el director

Me llevo la carta y dejo el ladrillo en su lugar, la sonrisa que aparece en mi rostro no se puede ocultar, sin embargo para cuando salgo ya no está, mi semblante serio vuelve a aparecer. Cuando recorro el patio de vuelta a mis aposentos lo hago rápido, quiero comprobar aquello que dice la carta cuanto antes.

¿Qué día es hoy? Dime que es domingo, por favor.

Cargando editor
14/08/2019, 01:21
Director

Domingo por la mañana.

Cargando editor
14/08/2019, 08:52
Maria d'Olot

Me desperté algo alterada, intranquila. Los acontecimientos de los últimos días turbaban mi sueño y me impedían conciliarlo más que por unas pocas horas de seguido. Desde la ventana me llegaban los ruidos de lo cotidiano, el castillo ya se había puesto en marcha, los criados, los soldados, todos listos para cumplir su papel.

Mandé llamar a mi criada, doña Roser, para vestirme. La visión de aquella mujer chata, por lo menos diez años mayor que yo, de rostro afable y servicial, me templó el ánimo. Era una mujer entrada en carnes, de amplias caderas que habían resultado de gran servicio para Alós: sus hijos habían acabado sirviendo en la guardia y muy probablemente serían algunos de los responsables del jaleo del patio; sus hijas trabajaban en las cocinas bajo la escrupulosa y atenta mirada de doña Francina, quien supervisaba todos los trabajos que allí se hacían y todo lo que llegaba hasta nuestra mesa.

-Buenos días -la saludé escuetamente. Para ese día, escogí un vestido elegante pero sencillo de un cierto verde pálido, con un discreto escote, que quedaría oculto bajo un fino velo de gasa, engarzado con una pequeña joya familiar, nada demasiado ostentoso, que pudiera distraer de los verdaderos protagonistas de la jornada. Le pedí a doña Roser que me recogiera el pelo con cintas, que quedaban atadas justo bajo la barbilla, también disimuladas por el velo. Cuando hubo terminado, le pedí amablemente que se marchara. Necesitaba unos instantes para mí sola, para mentalizarme y prepararme para aquel día tan largo y complejo que me aguardaba. Respiré, profundamente.

Luego, salí de mi habitación, encaminando mis pasos hacia la del Barón. Por motivos evidentes, eran habitaciones distintas, aunque contiguas. Sin llamar, entré y saludé a mi esposo.

-Mi señor, ¿estáis listo? -observé su rostro. No pude evitar pensar en cuanto le necesitaba, que ese fuera mi primer pensamiento al verle.

Cargando editor
14/08/2019, 09:31
Maria d'Olot

-Bienvenido seáis, Hassan, a nuestra humilde tierra de Alós. Pèire, nuestro médico, ya nos ha hablado de vuestra sabiduría y experiencia, así como de vuestras conjeturas acerca de la enfermedad que acecha a mi señor esposo -más valía hablar sin rodeos. Aquel detalle del acento, por algún motivo que aún no me explicaba, me daba cierta seguridad acerca de aquel hombre. Parecía ser alguien que entendía la situación y circunstancia en las que se encontraba, que se presentaba exactamente como cabía esperar de él. Al menos eso denotaba inteligencia. Y si Pèire tenía razón, quizás serían de más ayuda manos extranjeras que las de cualquiera conocido dentro de aquellos muros. -Hablad sin miedo, buen doctor, ¿qué os lleva a pensar que podríamos estar ante un envenenamiento?

Cargando editor
14/08/2019, 12:41
Hassan ben Saghr

Hassan parecía incómodo aunque aliviado. Obviamente, tras sus teorías esperaba que alguien viniese a preguntarle, y el hecho de que no le hubieran decapitado ya por tratar a un barón cristiano a escondidas era razón más que suficiente como para permitirse una ligera sonrisa de alivio.

-- Mi señora, el maese Pèire es un médico de reputación y habilidad. Tras largos meses, ha sido incapaz de encontrar explicación natural a los síntomas del Barón. Yo he caminado por esa misma senda, cuando el rumor de la enfermedad de su marido se ha extendido por toda la Península. He buscado en los manuales y no he encontrado nada similar, que no lo hubiera matado ya. La gente susurra el nombre de Carles el Hechizado, y cree que se trata de algún tipo de sortilegio.

>> Sin embargo, vos y yo somos gente inteligente. Un veneno de acción lenta y sutil bien podría diezmar lentamente al enfermo y parecer una enfermedad larga o una maldición. Para comprobar mi hipótesis --aquí Hassan se sirvió de una palabra en griego que ninguno de vosotros conocía pero ante la cual asentisteis para no parecer estúpidos--, le di al enfermo unas raíces que sirven de remedio contra algunos venenos menores, y al parecer está funcionando. No obstante, no es un antídoto --otra palabreja griega-- específico, y su eficacia es limitada. Debemos descubrir qué veneno se le está suministrando al Barón, y evitar que le siga siendo suministrado.

>> En cuanto al quién, es algo que a un humilde servidor no le corresponde pensar. Mi dominio es la salud, mi señora, no la política.  

Cargando editor
14/08/2019, 14:20
Rodrigo de Astorga

-- ¿Agua? Er, sí, por supuesto. Aquí tienes.

Se levantó, dejando brevemente el papel encima de otro escritorio cercano.

Notas de juego

Tírame Escamotear, Juego o Hab x2, la que sea más alta.