Partida Rol por web

Cançó d'Alós

Prólogo: In taberna quando sumus

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20/12/2018, 23:40
Magister

https://www.youtube.com/watch?v=ZlipG4F3WeE​

 

La taberna es una habitación grande con un hogar en el centro y bancadas. A los lados, cerca de las paredes, hay mesas pesadas en las que sentarse en taburetes hechos de madera de pino. Allí se sienta la gente sin ton ni son, porque como dicen, cuando estamos en la taberna no nos interesa dónde sentarnos. Alguien alza la copa y propone un brindis, todos beben. Una vez, por el tabernero, los hombres libres beben ansiosamente; dos veces, beben por los cautivos; luego, tres veces, ¡por la vida!; cuatro, por todos los cristianos; cinco, por los mártires y seis, por los enfermos; siete, por los soldados en guerra. Ocho veces por los hermanos errantes; nueve por los monjes disgregados; diez veces beben por los navegantes; once, por los pobres; doce por los penitentes; trece por los viajeros. Tanto por el Papa como por el Emperador, todos beben sin pudor.

Tres músicos animan el ambiente, uno de los cuales lleva una chirimía estridente, y los otros dos llevan tambores y también cantan. Es una fiesta que aleja el frío del otro lado de las paredes. Y no sólo el real: Manel de Mormont no se siente demasiado a gusto en el refinado ambiente del castillo, prefiriendo la compañía de los aldeanos y siervos en la taberna, a la que viene siempre en compañía de su amigo Roger, caballero y también veterano de las Navas de Tolosa. Cuando están allí, todo el mundo les presta atención, pero nadie se acerca demasiado. Un noble es un noble, y eso hay que respetarlo.

Manel, borracho como una cuba, está a punto de relatarle a Roger, que tampoco le va a la zaga, por enésima vez cómo dirigió la carga, espada en mano, contra un batallón de infieles hace ya casi quince años. Roger, por enésima vez, finge que no estaba también allí y le escucha atentamente.

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21/12/2018, 00:06
Manel de Mormont

Roger Hermano, bueno, quizás hermano de sangre no, pero por dios nuestro señor que sin duda eres el hermano que elegí.

Allí estaba yo, frente a 120.000 Musulmanes, todos infieles a nuestro señor, todos deseosos de sangre cristiana, nosotros apenas eramos más de la mitad, pero Dios sin duda estaba de nuestra parte. Pausa breve para trago largo.

La guerra nos acerca a la gloria tanto como la tragedia y si aquel era mi final sin duda lo aceptaría; sobre el campo de batalla, miles de cuerpos sembraban y teñían de sangre ya los campos. Pero eso no era más que el comienzo, muchos más habrían de descansar allí al ponerse el sol.

Los 120.000 musulmanes se instalaron en el Cerro de los Olivares con un despliegue clásico. La infantería al frente y la caballería ligera en los flancos.

En primera línea, el cuerpo que debía recibir el choque frontal de nuestra caballería eran las tropas más fanatizadas del Islam. Tropas ligeras y útiles para descabalgar y para las escaramuzas. Pero no fuertes en el cuerpo a cuerpo.

En segunda línea el gran grupo de fuerzas almohade. En esta segunda línea estaba constituida por tropas de voluntarios.

En Tercera línea, en la retaguardia, la caballería pesada guardando la inmensa tienda de campaña del califa al-Nasir. Era una tienda roja, vistosa no se ocultaba a nadie. Estaba rodeada de fortificaciones y de la terrible Guardia Negra. Esta guardia eran hombres absolutamente fanáticos, hombres dispuestos a morir por el islam y por le califa al-Nasir. Esta guardia personal estaba constituida por los imesebelen, una tropa escogida especialmente por su bravura que se enterraban en el suelo o se anclaban con cadenas para mostrar que no iban a huir.

Después de una larga operación de lanzamientos de flechas, “la clásica preparación artillera”, atacó la caballería pesada.

El abanderado de castilla, atacó frontalmente con miles de jinetes . El choque fue absolutamente brutal, y el golpe hizo daño en la vanguardia almohade. Esto obligó a un primer movimiento de retirada de las vanguardias musulmanas; pero más tarde los infantes musulmanes desorganizaban el ataque de la caballería y descabalgaban a los jinetes castellanos. Los alfanjes degollaban a los cristianos, entonces al-Nasir ordenó el contraataque con el grueso del ejército musulmán lo que obligó a retroceder a los Cristianos.

La segunda línea con la caballería ligera almohade, equipada con arcos y alfanjes, atacó con gran eficiencia produciendo un gran desgaste a las tropas. La segunda línea se adelantó y entró en combate para suplir las abundantes bajas sufridas. La situación fue crítica, muchos se retiraron, pero no nosotros, que nos mantenemos heroicamente en combate cerrado.

Al ver retroceder a los cristianos, los musulmanes rompieron su formación cerrada para perseguirles, lo que fue un grave error ya que esta peligrosa maniobra debilitó el centro del ejército.

Nos lanzamos al campo de batalla con todo lo que teníamos. Era ganar o morir, vencer o ser invadidos por los almohades. Con esa determinación rebasamos la segunda y la tercera línea almohade. Una acción heroica sin duda que provocó que nuestras tropas se presentaran delante de la majestuosa tienda roja de campaña de al-Nasir para aplastar a la guardia personal del Miramamolin.

El Califa sólo tuvo tiempo para huir junto con un grupo de leales. La guardia negra se había quedado para defender la tienda. Nuestros hombres fueron matando uno a uno a los miembros de la guardia y rompieron las cadenas que circundaban la tienda.

Miles de hombres cayeron , pero finalmente la victoria se decantó de nuestro lado. El Califa Miramamolín escapó huyendo a toda prisa una vez perdida ya la batalla.

Los muertos musulmanes fueron 90.000 y nuestros caidos se contaban por 5.000.

Finalizada batalla, el Arzobispo de Toledo rezó en el campo de batalla con el ejercito, un "Te Deum" de agradecimiento a Dios.

Al acabar recorrimos impávidos el campo del horror, la batalla había apenas durado unas horas y todo era ya desolación y muerte. 

¿Te acuerdas Roger? ¿Te acuerdas de tanta gloria? ¿Crees que Dios nos mostrará algo así otra vez? Nunca he sentido el calor de Dios tan cerca como aquella tarde... ¿Y tu Roger?

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21/12/2018, 12:49
Pep el Taverner

El tabernero, y todos los allí presentes, ni siquiera fingían no estar prestando atención a sus palabras. Cuando llegó el momento álgido del relato, incluso los músicos dejaron de tocar. Y, como era previsible, cuando llegó el feliz desenlace, todos vitorearon a la salud de los héroes de Las Navas.

El tabernero habló:

-- ¡A la salud de los héroes de Alós, os invito a otra ronda de vino! -- para excitación general.

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21/12/2018, 12:52
Roger d'Erill

-- Gracias, buen señor. Pero yo no soy de Alós, sino de Barcelona -- dijo el caballero Roger d'Erill. Era verdad, pero el tono dejaba claro que no estaba ofendido en lo más mínimo.

>> ¿Tan cerca de Dios, hermano? ¡Quizá cuando me paseo por los burdeles de la capital! -- toda la taberna se rio de la ocurrencia, los músicos volvieron a tocar, y en general todo quedó como antes gracias a la ronda de vino gratuita.

Acercándose ligeramente a Manel, le dijo:

-- En realidad, no. Y de eso hace quince años. Aquello era la vida por la que nos hicimos caballeros, ¿verdad? Y esto... ¿qué es? ¿Recuerdas la última vez que ceñimos la espada? -- dijo, escupiendo al suelo con desprecio. Era una taberna medieval, así que nadie se fijó. Pero ese gesto se quedó grabado en la memoria de Manel.

Manel se acordaba. Había sido hace no tantos años, en 1223, cuando el infante Ferran se había revelado por primera vez con ayuda de los nobles. Aquella serie de escaramuzas ridículas y de traiciones (porque el rey Jaume I fue traicionado por sus propios hombres, que lo apresaron en Zaragoza) no era una guerra; el conde de Empúries se había negado a intervenir, aceptando tácitamente cualquier resultado.

Roger había convencido a Manel de que fueran a ayudar a su majestad el rey, y estaban allí cuando Zaragoza cayó. Estaban allí cuando, en mitad de la noche, el conde de Rosellón y el señor de Albarracín abrieron las puertas de la ciudad. Luchar hubiera sido inútil. ¿Qué clase de guerra era esa, una trifulca entre cristianos por un poco más de poder o menos? Roger y Manel todavía soñaban con la Cruzada, aquella en la que se habían visto envueltos de jóvenes y que había definido el resto de sus vidas: los héroes de Las Navas de Tolosa.

Continuó en voz baja, mirando de tanto en tanto por encima del hombro de Manel: al parecer, había entrado una mujer en la taberna, que estaba siendo increpada y echada por todos los feligreses como si aquello fuera lo más normal del mundo. Ella lloraba y todo el mundo reía.

-- El infante Ferran ha vuelto a reclamar el trono, y no está muy claro qué nobles van a apoyarlo esta vez. Mientras tanto, los infieles están al otro lado de la frontera a sólo dos jornadas de marcha a pie de Barcelona --volvió a beber, volvió a escupir--. No sé tú, hermano, pero no es por esto por lo que me hice caballero.

 

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21/12/2018, 15:07
Manel de Mormont
Sólo para el director

No entiendo, entra una mujer a la taberna pero luego... ¿La echan de la taberna hacia la calle o la están echando a la taberna para que entre?

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21/12/2018, 18:10
Director

Notas de juego

Una mujer intenta entrar en la taberna y la están echando, pero eso sucede detrás de ti. Seguís dentro de la taberna, no os habéis ido.

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21/12/2018, 18:34
Manel de Mormont
Sólo para el director

¿Cómo es la mujer en cuestión? ¿Una anciana, una muchacha, una mujer posiblemente casada?

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23/12/2018, 00:54
Director

No la llegas a ver porque la echan en seguida, pero la escuchas llorar y hablar. Dirías que es una mujer algo mayor que tú, pero no una anciana.

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23/12/2018, 01:07
Manel de Mormont
Sólo para el director

Salgo detrás de ella y la pregunto.

¿Qué ocurre señora?

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23/12/2018, 01:50
Magister

Al salir ves que se ha hecho de noche. El caballero d'Erill sale detrás de ti, preocupado. Lo que veis no es un espectáculo agradable.

Fuera, rodeada a cierta distancia por unos cuantos aldeanos, una mujer se retuerce y aúlla de dolor y rabia. Esos aullidos te hielan la sangre: no oías aullar desde aquella mañana de 1212 en la que te hiciste un hombre. Y han pasado más de quince años.

Sin embargo, esto es diferente. Esta mujer no chilla de dolor (al menos, no físico), pues nadie la está tocando ni increpando. Esta mujer grita palabras incomprensibles con un odio que no has visto nunca. Los señala uno a uno, y a cada uno de ellos les dedica frases escupidas en esa lengua ininteligible y aterradora.

Entonces te mira a ti, pero no dice nada. Durante unos instantes os miráis el uno al otro, y ves algo dentro de sus ojos que no consigues identificar: su pecado y su redención, el crimen y la expiación, la consecuencia y su causa.

De repente, un grito ensordecedor y lleno de un odio más profundo que la más profunda de las noches. En ese momento se abalanza sobre ti con las manos contorsionadas, como sus únicas armas, dispuesta a arrancarte la piel a tiras.

Por supuesto, los aldeanos no la dejan seguir la agarran mientras patalea y maldice en su oscuro dialecto.

Notas de juego

Tírame templanza. Es una tirada fácil, tienes +25%.

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24/12/2018, 01:40
Manel de Mormont
Sólo para el director

Dime la tirada más en concreto porque no se cómo va la templanza.

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24/12/2018, 17:38
Director

Notas de juego

tu personaje tiene un valor de templanza, que es 25 + 5D10. No sé si lo tienes calculado, pero si no hazlo ahora.

Debes tirar y sacar menos de ese valor. Pero como es fácil, te dejo sumarle (a esta tirada) otros 25.

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24/12/2018, 20:18
Manel de Mormont
Sólo para el director

No lo tengo calculado, lo hago ahora y luego hago la tirada.

Tengo 46 de templanza.

- Tiradas (1)
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24/12/2018, 20:20
Manel de Mormont

Señora, cálmese, ¿Qué ocurre? ¿Necesita algo? 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Aprovecho que la están reteniendo entre los demás aglomerados para preguntarlo con calma pese a que la situación me ha alterado.

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27/12/2018, 17:43
Magister

El caballero d'Erill te pone una mano sobre el hombro, comprensivo. La mujer sigue diciendo cosas sin sentido, esta vez mirándote fijamente. Te está hablando a ti, pero tú no puedes entenderla. Parece que allí nadie puede.

Uno de los aldeanos se te acerca, y dice

Mi señor, no os preocupéis. Hace ya años que esta pobre desdichada no se encuentra bien, ha sido embrujada por el demonio. Es inofensiva, pero no sacaréis nada en limpio hablando con ella. 

>> Normalmente todavía es comprensible, pero lleva todo el día alterada. No deja de decir que le han robado a su bebé, que no lo encuentra. Pues claro que no lo encuentra, está loca. Lo más probable es que se haya caído y se haya partido el cuello en esa chabola que tienen, mi señor. Nada de lo que preocuparse.

Te lo suelta así, con esa naturalidad, y todo el mundo asiente porque para ellos es lo más normal del mundo, están de acuerdo con todas y cada una de las palabras de ese aldeano desdentado. Y ella, ajena a todo, continúa chillando en tu dirección de manera agresiva.

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27/12/2018, 22:12
Manel de Mormont

Miro al hombre que habla sobre el diablo, luego a los demás. De acuerdo señora, si se calma podremos hablar de su bebé, ¿Cree poder hacerlo?

Si veo que no se calma vuelvo a entrar en la taberna olvidándome de la mujer. Si se calma hablo con ella de lo que cree que ha sucedido.

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27/12/2018, 23:29
Magister

Viendo que la mujer no entraba en razón, decides volver a entrar en la taberna. A tus espaldas, los aldeanos sueltan a la mujer y entran contigo. Todavía la oyes maldecir cuando cierras la puerta detrás de sí.

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27/12/2018, 23:31
Roger d'Erill

- Tienes un gran corazón, hermano. Es por eso que te hiciste caballero, como yo. Y míranos ahora, bebiendo en una taberna de pueblo esperando a que un rey cristiano nos llame para combatir contra otros cristianos.

>> ¿Qué crees que deberíamos hacer?

Cargando editor
28/12/2018, 02:42
Manel de Mormont
Sólo para el director

Emborracharnos hasta que se haga de día y esperar a que nos convoquen. ¿Qué te parece el plan?

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30/12/2018, 22:42
Magister

¿Cómo llevarte la contraria? Hubo otra ronda, y pronto unas cuantas más, y durante un instante olvidasteis a la extraña loca, las Cruzadas y la futura revuelta nobiliaria.

Horas más tarde, cuando ya todo el mundo estaba visiblemente borracho, sucedió algo. Os disteis cuenta como sucede en estas situaciones: un pequeño tumulto que al principio no es más que una curiosidad divertida para un par de amigos que llevan horas bebiendo. Pero en medio de ese tumulto había un hombre herido, con una flecha en el hombro. La sangre ya estaba seca, y estaba claro que la herida no iba a ser mortal.

No dejaba de decir algo sobre unos bandidos y una caravana.