Partida Rol por web

El día llega y los ojos empiezan a abrirse en el supermercado de la calle Prosperidad. A algunos les pesa la cabeza y el mal cuerpo de la resaca por la juerga de la noche anterior se hace presente. Muchas miradas se dirigen a la verja para comprobar con desánimo que sigue cerrada. Y es entonces cuando todos pueden ver un culo moviéndose en la verja, no es otro que Rigoberto, dedicándoles un calvo antes de subirse los pantalones y largarse corriendo sin que nadie sepa por dónde ha salido. 

Es en ese momento en el que Manuel, el de mantenimiento, sale por la puerta de las oficinas, terminando de arreglarse el uniforme y saludando a la gente. El hombre parece haber llegado felizmente de la calle sin saber nada de lo sucedido durante el día anterior. 

Y por si fueran pocas las sorpresas, Pepe, el reponedor con aspecto siniestro que había desaparecido en medio de su turno hacía dos días, aparece por la puerta del almacén, con un buen chichón en la cabeza y mirando el supermercado con extrañeza. 

Las verjas están cerradas y muchos de los trabajadores y clientes habituales del supermercado están encerrados dentro, con aspecto de haber pasado la noche allí. Los productos de las estanterías están empapados y en gran parte estropeados y en el suelo todavía se pueden ver algunos charcos de agua por el incidente con el detector de incendios. 

Entra entonces el encargado, Enrique Muñoz, también conocido como el Bulldog, seguido por dos maromos tamaño armario ropero, con uniforme de una empresa de seguridad privada, que parecen dispuestos a abrirle la cabeza con sus porras a cualquiera que se acerque al encargado. 

Lleva en sus brazos una urna de plastiquete de los chinos y un papel que enseña a todos en alto. - Alguien ha despedido a Pascual Angulo esta noche sin autorización, ni mía, ni del jefe. Acaba de llegar la notificación de su despido a mi despacho. ¡Han tenido que ser esos malditos infiltrados que quieren boicotear el supermercado! - Según lo dice miráis a vuestro alrededor para comprobar que, efectivamente, Pascual no se encuentra entre vosotros. 

Con un golpe pone la urna sobre una de las cajas y saca otro papel del bolsillo. - ¡Y esta mañana he encontrado esto en el pasillo de la pasta oriental! Mientras vosotros dormíais la mona, esos infiltrados han estado trabajando a gusto. - Le da una patada a una de las botellas vacías, con el rostro granate y expresión iracunda. 

- ¡Pero esto no va a quedar así! - Exclama, señalando la urna. - Quiero que todos votéis para ver a quién despedimos hoy. ¡Y así todos los días hasta que aparezcan los infiltrados! ¡Dejad de encubrirlos y confesad si no queréis acabar en la puta calle!

Un murmullo en la calle se ha ido convirtiendo en un griterío y cuando todos miran hacia la verja ven cómo un par de personas desconocidas ponen una pancarta contra ella. No se entiende lo que pone, pero desde luego parece que algo está pasando fuera del supermercado mientras están encerrados. 

El Bulldog carraspea entonces, llamando la atención de los presentes. - Volveré por la tarde para ver quién será el afortunado. - Informa con una sonrisita maliciosa antes de chasquear los dedos para que los dos guardaespaldas le sigan y volver a meterse tras esa puerta que pone "Privado".

Y sin embargo, todavía hay más sorpresas. Pues cuando Carmen se acerca al puesto de la carnicería que ocupó el día anterior encuentra varias cacas sobre la carne. Los gestos de asco se esparcen entre los presentes. Y no es hasta que Asunción se acerca con una bolsa de basura para recogerlas que se descubre que no son realmente cacas, sino tan sólo cartones de papel higiénico mojados y prensados. 

Después de la noche que habíamos pasado me había quedado dormida, sentada en el suelo con la espalda contra mi caja. Fueron los gritos del Bulldog los que me despertaron, y me sorpredió encontrarme a tanta gente que ayer no estaba entre nosotros. Manuel, Pepe y los dos tíos que acompañaban al encargado.

Aturdida y dolorida me llevé una mano a la cabeza mientras empezaba a ponerme en pie. Lo primero que hice fue pasar la vista alrededor, esperando ver si los que habían compartido borrachera estaban bien.

- Joder... - Murmuré mientras me acercaba a la estantería de las bebidas y cogía un par de botellas de aquarius, a estas alturas sin cortarme ni un pelo. Con paso cansado volví adonde estaban los demás y ofrecí una a los otros.

- Vaya nochecita. - Comenté llevando la mirada a las verjas. ¿Qué sería lo que estaba pasando fuera? - ¿Y vosotros, por dónde habéis entrado? ¿Qué es lo que pasa en la calle? - Pregunté a Manuel y a Pepe antes de darme cuenta de que estaba olvidando algo.

- Pue iba tene rasón el Maurisio. - Dije entonces, actuando como si estuviera hablando igual que siempre y haciendo un gesto hacia el antiguo trabajador. - To esto va ser una engañifa pacharnos. ¿Cómo zabemo que al Angulo no lo a despedío er Burdó? - Pregunté. Y dos segundos más tarde mi cara estaba marcada por una enorme sonrisa de orgullo.

Asunción se había quedado dormida abrazando la fregona. Había limpiado hasta muy tarde todo el supermercado para que luciera nuevamente bien en ese nuevo día. Botó muchas de las cajas de leche estropeadas a la basura y algunas cosas que quedaron destrozadas en la lluvia interna que tuvieron que soportar.

Los gritos del Bulldog la despertaron y ella, sobresaltada, tomó su pala con fuerza y la apuntó amenazante a todos, hasta que notó el origen de la voz. Escuchó con atención para luego decir - ¿Han actuado? ¡No puede ser! - frotaba la fregona contra su cabeza sin entender muy bien todo y dijo - ¿Alguien, además de los borrachos, vio algo extraño en la noche? -.

En algún momento de aquella larga noche, Sara acabó quedándose dormida sujetando la botella, casi vacía, de vodka. Alguien empezó a moverse y ella se cubrió el rostro con unos cartones. Mierda... Estoy jodida. Le dolía muchísimo la cabeza. Eran unos pinchazos que parecían atravesarle el cerebro de punta a punta. Encima, para joderlo más, había bebido tanto que no recordaba las últimas horas de la noche. Lo último que recordaba era que se había subido a la cinta de la caja y se había puesto a bailar con la música del móvil de Eva. En algún momento debió acabar cayendo semiinconsciente. 

Estando así, en ese punto en el que todavía no eres consciente de lo que te envuelve y agarras con dedos tensos los hilos del último sueño, deseando que no se desvanezca, escuchó la voz del Bulldog.

Se incorporó con un quejido y terminó abriendo los ojos. Ante ellos se desplegaba todo el desastre que habían causado el día anterior. Los paquetes todavía empapados en agua, las botellas medio vacías y la caja de galletas, metálica, llena de colillas. La Asun no se quejará, que cuidamos de no manchar más de lo necesario. Pensó y una breve sonrisa aleteó en sus labios. 

Miró al encargado y arqueó ambas cejas. ¿Cómo? ¿Que Pascual no estaba? Lo buscó con la mirada. Sí, tenía razón, alguien lo había sacado de allí, pero... ¿Cómo era posible? 

Quiero levantarme. Se dijo, pero lo veía tan difícil. Buahhh, que mierda llevo todavía... Empezó a reírse y se puso de rodillas, para poder apoyar las manos en el suelo y dándose un poco de impulso, terminar irguiéndose. Se apoyó en una de las columnas y observó como el Bulldog les dejaba una urna y se iba, dejándoles de nuevo solos. 

- ¿Será hijo de puta? -

En ese momento Eva se acercó con una botella de aquarius, que Sara cogió y le dio un buen trago. - ¿Alguien tiene un ibuprofeno? - Preguntó, dirigiendo su mirada hacia las viejas que habían pasado la noche con ellos. - ¡Eh! Justina, MariCarmen, la próxima noche animaos a jugar - Les dijo, señalándolas con un dedo y empezó a reírse, imaginándose a las dos ancianas subidas en la cinta y bailando. En eso que de repente se dio cuenta de que estaban Pepe y Manuel.

- ¡Ohhhhh! ¿Te referías a ellos? - Le preguntó a Eva y caminó hasta donde se encontraba Manuel. - Tío, ¿qué haces aquí? Pero... Si no te tocaba trabajar. Joder, nos tienen encerrados y el hijo de puta del Bulldog quiere echarnos. Nos culpa de una mierda y no quiere dejarnos salir hasta que salgan los culpables. Está loco y Raúl no me contesta. Ayer estuve llamándole y na de na -

El primer día le había parecido anecdótico y hasta se había reído de la situación. Pero si eso se alargaba mucho más se acabaría quedando sin porros. Se mordió el labio y se volvió al escuchar a la Asun preguntando si habían visto algo extraño - Que va, yo no he visto una mierda. Me quedé sopa y no me he enterao de na - . Le confesó, llevándose una mano a la frente al sentir como su cerebro retumbaba dentro al ser sacudido con las negativas. - Mierda. Que alguien me de un ibuprofeno -.

Miriam se despierta casi en posición fetal, con una patola estirada… había dormido encima de un par de sacos de arena para gatos, y tan pancha ella… no había bebido, una copa de Malibu llevaría a otra y la dulce Miriam estaría repentinamente besando el suelo de un castañazo antes de las 2, como cada vez que bebía… ademas, el alcohol no representa otra cosa que cobras metiéndose por tu garganta en forma de pecado, o eso decía el pintor visionario de turno en su pais…

Así pues, al despertarse... bosteza y se frota los ojos escuchando ciertos berridos de la calle. Se estira con una stupid smile en sus labios, pero no tarda en llegar el bulldog para quitársela, por su puesto... con su cara de pimiento abrasado y su afán de amenazar con paridas a clientes y empleados por igual. Dichosos infiltrados, ni desayunar sin sermón les dejaban… y esta vez, el bulldog traía unos armarios consigo, ni el amable ausencia de luz podría contra tan feroces gorilas.
Miriam se levanta y camina disimuladamente hasta coger un cartón de leche y un bote de cacao soluble Hacendado, ademas de 2 botecitos de tabasco mientras el encargado daba la chapa… No tarda en percatarse de que Rigoberto, el segurata… huye tras un calvo de su gordo y blanco culo - ¿otro final feliz? - piensa, para Miriam siempre había sido un completo incompetente en su puesto, sus persecuciones eran mucho mas penetrantes que sus estúpidas amenazas vía linterna, pero… el barbudo Pascual y su dialecto analfa-secreto de los españoles se habían esfumado sin despedirse, y despedido además - oh oh! - El chico de mantenimiento y el reponedor oscuro aparecían también, probablemente sin darse cuenta del percal en el que habían caído… – Pelo pol donde coño están entlando y saliendo?! – Pregunta Miriam, a quien las cacas que no cacas le parecen sumamente graciosas, pero cuando ve los tallarines kung-fu sabor a polla, arquea una ceja casi en gesto de constante tic… no sabe si debe sonreír porque le hace una gracia de 3 pares, o tomárselo aberrantemente mal... entonces se le cae el bote de cacao soluble haciendo una efímera nubecilla de humo marrón a sus pies… - alaaaa, a tomal pol culo, ya!! - ...

La de la limpieza preguntaba si habían visto algo raro, Miriam niega con la cabeza, se había puesto a ver una película china en su móvil hasta quedar sopa. Y allí mismo, remanga sus pantaloncillos hasta por encima de las rodillas, y como si estuviese recogiendo mazorcas en los inundados campos de su abuelo en China… cosa que nunca hizo, porque se dedicaban a vender huevos en bici y pollitos de colores en la ciudad… -y su abuelo no tenia ningún campo…- y se sienta de rodillas para beber su leche sin cacao soluble, mirando con los ojillos entrecerrados a todo kiski.

Kanaka se despierta desubicado. Echa de menos el frío de los congelados, pero bueno, los cubatas de vodka de la noche anterior ayudan a pasar la morriña de frigorífico.

La charla incomprensible del mismo hombre que el día anterior llega en un tono absurdamente duro.

No se por qué se pone así por unas botellitas de nada

Una vez más, parece que el cara perro deprime al personal.

Kanaka mira a su alrededor el espectáculo derrotista sin terminar de comprender bien todo.

Se acerca a Miriam, que parecía haber perdido la paciencia con el cacao en polvo, y le pregunta.

¿Qué ocurre? ¿no has dormido bien?. Yo no duermo bien en ambientes cálidos y estuve toda la noche soñando cosas raras. Soñé con unos astronautas que viajaban hacia marte. De camino miraban por la ventana del cohete espacial y veían al hombre-máquina que ayer se fugó adelantándoles por la derecha y haciéndoles un corte de manga. Había modificado su máquina de ruedas y le había adosado propulsores.

Cuando por fin llegaron a Marte los astronautas no había ni rastro del ciborg, pero se encontraron con que había fundado un Mercadona. Entraron a comprar el pan y allí estaba el supermercado. Igualita la distribución a este e aquí. Incluso estaban el chico ameba, el brocker de Wall Street y la esposa de don Simón

Digo señalando primero a Joel, luego a Vladimir y por último a Lourdes.

Por cierto, ¿no es muy extraño que doña Simona se coja esos berrinches desconsolados? Después de todo, a sus frutas nadie les ha hecho nada, y un poco de agua no las va a estropear... están cansadas de mojarse en la vida real... es más ahora que lo digo... me apetecería una manzanita, una naranja y un kiwi para desayunar. ¿te traigo algo?

Espera la respuesta de su única amiga y luego se dirige a la frutería, a la que llega sin dificultad. Coge las tres frutas sin guante transparente y manoseando unas cuantas por el camino y luego intenta regresar a las cajas, pero su sentido de la orientación le acaba llevando hacia el baño, en cuya puerta sigue el negro enorme con cresta y ojos amenazadores que siempre esta sonriendo y abriendo puertas. Kanaka se encoge de hombros y se sienta junto a Akinlabi, ofreciéndole una fruta.

Como todos los que estaban por allí tirados dormidos por la fiestecita de anoche, se despierta con los gritos del bulldog y se da cuenta de que esta encima de la cinta de una de las cajas. "No sabía que esto podía llegar a ser tan cómodo..."
-Seguro que se ha llevado al Pascual porque es el que más entendía de nuestros derechos y esas cosas-entonces suelta un gran bostezo, estirándose a la vez- No gracias Eva, para la resaca no hay nada mejor que esto...
Aicha desaparece andando como puede y rascándose la cabeza por el pasillo de las bebidas y vuele con una botella de Casera, una de Martini Rosso y otra bolsa de hielo. Cogiendo uno de los vasos de plástico que sobraron anoche le pone un par de cubitos casera y Martini.
-Apuntatelo, no hay nada mejor que esto...-Y dando un par de tragos llega hasta donde estaban las napolitanas par coger un pack y sentándose en el suelo apoyada en la caja por donde están Eva y Sara empieza a desayunar.
-Por cierto Miriam...con esa cara que has puesto, ¿Tanto te gustan esos fideos?-Entonces Aicha empieza a descojonarse con aun con una "voz" de dormida-resacosa.
 

Se levanta esa mañana, como muchos otros, por los gritos del Bulldog. Se había quedado dormida en una de las esquinas del supermercado que habían quedado secas tras el "diluvio" de la noche anterior. Coge unas galletas de chocolate y se sienta junto a sus compañeros escuchando lo que tenía que decirles el encargado.

-Mae mia... Eto e de locos. ¿Como puede se que algunos entren y salgan como quien no quiee la cosa? -escucha atentamente las palabras de Enrique- Etonces, han depedido esta noxe al sindicalita? Pero como han podio hacelo?

Se queda en silencio comiéndose las galletas de chocolate, mirando a todos los presentes, si de verdad habían infiltrados del Dia, no podía fiarse de nadie. Tiene que conservar ese puesto como sea. ¿Quiene serán lo infiltraos? Joer... Etoy supe perdida...

Buenos dias, Manuel da los buenos dias ha Asuncion,que la ve medio dormida,le da cinco besos metralleta en la mejilla casi rozando sus labios,

Que pasa cosa linda? por que hay gente en la puerta? he podido entrar por que estaban todos como locos intentando salir en España Directo.

Abro los ojos pesadamente con los aullidos, o mejor dicho, chillidos de Enrique.

- ¿Pero qué mierdas... ? -

Me intento incorporar de mi posición, tendido en el suelo entre dos de las cajas, con la botella vacía de patxarán bajo mi cabeza a modo de almohada, al tiempo que noto algo extraño en mi pecho. Agacho la cabeza.

- ¿Y esto de quién es? -

Desato el sujetador que tengo atado por encima de la ropa y lo sostengo en alto al tiempo que me pongo en pie. Llevándome la otra mano a la cabeza miro a mi alrededor.

- Buff, que pedal anoche. ¿Esto es de alguna de vosotras chicas? - pregunto con un colorado rubor en mis mejillas arqueando las cejas.

Mi cerebro aún está procesando poco a poco la información recibida desde el buzón que tiene por boca el encargado, pero de momento, la posibilidad de que alguna de las chicas se quitase el sujetador anoche para ponermelo a mí por encima de la ropa (de hecho, el mero hecho de que alguna de las chicas se quitase el sujetador anoche) sin yo poder recordarlo, es lo que más espacio ocupa en mi cerebro ahora mismo.

No recuerdo apenas nada del percal de ayer. Nunca he tolerado mucho el alcohol, y la botella de Eristoff Black que tengo a mi lado cuando me despierto encima del mostrador de la charcutería me recuerda el por qué no acostumbro a beber.

La última vez que lo hice fue el día del Orgullo, aquí en Madrid. No digo que pasase una mala noche, al contrario (aún tengo las cicatrices ahí), pero me gusta recordar con claridad lo que hago.
Intentando no caerme al suelo, me reincorporo poco a poco. La cabeza me da vueltas.

Es en ese momento cuando entra el encargado vociferando. Qué asco le tengo, en serio...

Tras pegar sus cuatro gritos habituales y darnos instrucciones, desaparece, y es cuando aprovecho a cortar algo de jamón ibérico con la loncheadora para hacerme algo de comer. Al menos el cristal del mostrador ha protegido el género del agua.

— ¿Alguien quiere un poco? —digo dirigiéndome a los presentes con una loncha de ibérico en la mano.

Vladimir se despertó por el jaleo de las voces. Cuando vio cómo había quedado el panorama tras la noche negó con la cabeza.

- Esto parrrecerrrse más a vieja colmena comunista de la madrre patrrria - dijo mirando las cacas y alzó su botella de vodka para darle un buen trago a modo de desayuno. 

Parece que va a abrir la boca para hablar pero entonces el olor del ibérico le nubla la vista y cerebro y se dirige hacia Damián sin soltar su botella de vodka. 

- Yo quierrro - dijo y estiró la mano para coger.

Miriam bebe la blanca leche sin mas, quedándole un bigotito blanco cuando la señorita mechitas rosas, hija de encargado ajeno, Aicha, le pregunta si le gustaban los fideos con sabor a polla – ui ui ui ui – dice agitando una mano – es que en China las tienen muy pequeñitas – hace el gesto de petit suisse con los dedos, a ella le iban mas los chorizos criollos del cerdo español. Y con esto, le sonríe de oreja a oreja.

Muy poco después, el señor Kanaka se acerca a darle los buenos días, o algo asi – Oh! – Miriam se pone de pie y lo atiende chinamente atenta. Entre otras cosas, decia haber dormido mal, soñado con el universo y tener ganas de fruta… no pedia, esto… jodós, leches! debia estar realmente preocupado – Omh! tendrías que haber probado los sacos de arena… se duerme bien - le dice para acabar asintiendo con la cabeza a sus palabras, repartiendo miradas hacia los susodichos soñados… - veamos, las manzanas de oro y las naranjas duras, bueno… pero los kiwis tienen pelo raro – le responde.

Tras unos segundos, el chino se pone en marcha… Miriam aparca su leche y decide seguirlo a pasitos cortos hasta la frutería – voy a cogel melocotones, que ahuyentan a los malos espilitus!! – Aunque se desvía por un momento hacia su carrito de patatas y lo recoge para guiarlo hasta dicho destino, para una vez allí, cargar un par de esas cajas rectangulares de lindos melocotones. El señor Kanaka se le pierde por el camino de vuelta, pero Miriam prosigue hasta donde estaba la gente, y con su pequeña sonrisa de estar haciendo las cosas bien, frena su carrito y vuelca dichas cajas en el suelo... dejando caer y rodar a todos los melocotoncillos por el mismo. El melocotón representa un montón de cosas chachis en china, venia bien tenerlos cerca.

Me quedé dormida como cando veo las noticias, sin darme cuenta. Por lo visto los demás también cayeron redondos. Es lo que tiene tomar sintrón y todas las demás pastillas, que me caigo por los rincones.

Una de las del super me dice que me anime a nosequé. No me he enterado, que aún estoy despertando, pero por si acaso le lanzo mi respuesta genérica:

-¡Anda, niña! Trabajar es lo que tendrias que hacer tú. ¡Que mis nietos ya tienen tres carreras! -una en las medias, otra en bicicleta y otra en taxi, pero eso no tiene por qué saberlo nadie.

La Sholi seguía de marcha cuando todo el mundo empezaba a despertar de su mona, y es que ella era una profesional del no dormir. Se había perreado ya toda columna del Merca y estaba a punto de empezar con la fregona de la Asun cuando el Bulldog se unió a la fiesta...para aguarla.

- Puto pavo, me ha bajado el ¡subidón! ¡subidón! - protestó cuando éste ya se había ido con sus perros a otra parte.

- ¿y ahora qué? ¿eh? ¿qué? - siguió refunfuñando hasta acordarse que tenía un hijo.

Se llevo las mano a la espalda y tiro del crío hasta que el precinto se despegó - Xekspir ¡primera noche de marcha con mamá¡ ¡¿qué pasaaaaaaaa?! Pedazo anécdota va a ser esto. -agarró con sus uñas kilométricas los mofletes del bebé para sacarle morritos y darle el besito de buenos días.

Acomodó al niño en el cubo de la fregona de Asun y empezó a hurgar entre sus pechos, sacó un sonajero, un tanga rosa, un encendedor que miró extrañada y lo tiró al suelo, un ibunoprofeno y un biberón, allí se detuvo. Preparó el biberón con productos del Mercadona que, a diferencia de otros -a los que miro con reproche y superioridad-, pagó. Y de paso le entregó el ibunoprofeno a Sara.

- eh tu, pilla- le espetó lanzándole la pastilla - Novata....

Las gritos de Enrique me despertaron. Ah... si, aquí estamos otra vez... Por un momento había esperado despertar en mi cama, pero la realidad era bien distinta. El bulldog continuó hablando e intenté hacer todo lo posible por atender y prestar atención, pero el sueño me traicionaba y los ojos se me cerraban sin que nada pudiera evitarlo.

Cuando por fin se fue el gerente miré a mis compañeros sonriendo como un imbécil.

-¡Kung fu sabor pollas!- Me descojonaba yo solito. -Y nada menos que ochenta y cinco gramos de sabor fálico. Hay que reconocer que cada día inventan sabores más extremos que el anterior, no hay duda.

Miré a Sara y levanté el pulgar en gesto de victoria. -De puta madre que no ha dicho nada del estropicio del agua, el bulldog es tan ciego como tonto.

Me levanté y fui hasta Damián que ofreció embutido para desayunar. -Ehhhhh... Yo, yo quiero que tengo mucha hambre. Oye Iker, vente que hay desa... ¿De donde has sacado eso tio? -Señalé el sujetador que tenía.

La mañana traía sorpresas. Los malditos infiltrados habían hecho de las suyas despidiendo a un pobre hombre. Bueno, pobre hombre para algunos, para Justina no era más que una molestia con sus constantes gritos e improperios, siempre hablando de rebelión paquí rebelión pallá. ¿Para qué? Para que estuviese de currela en un mercadona. Pensándolo bien hasta le habían hecho un favor.

Cuando Sara se dirigió hacia ella, la vieja la miró, desafiante. No iba a dejar que una niñata se riese de ella de aquella forma tan descarada. Jovencita, no sabes con quien estás hablando. Cuando yo tenía tu edad me llamaban la Bim Bam Bum. Justina se hinchó de orgulloso ante su mentira. Era el centro de todos las fiestas y todos los chicos se morían por mis huesos. Hizo un gesto que pretendía ser sensual pasando ambas manos por sus carnes. No había sitio en el que no me coronasen reina del baile. Seguro que si repito mi actuación aquí caéis todos rendidos ante mis encantos.

Miró alrededor y se centró en Iker y en Joel. Vosotros, mozos, se os ve fuertes. Se acercó a él y tocó los biceps del vasco. Para esta noche quiero dos baldes llenos de agua. Hasta arriba. Y a ver si encontráis algo que sirva de iluminación. Tenéis el orgullo de ser los ayudantes y los bailarines de la Bim Bam Bum, así que alegrad esas caras.

Se van a enterar. Es hora de dar una lección a esta juventud. ¿Que se han creído, que se pueden reír de la gente mayor así? Hay que ponerlos en su sitio.

¿Qué le prepare qué? -¿La bim bam bum? Es usted tan vieja que ya ni siquiera recuerda las cosas bien, seguramente la llamaban Big Bang. -dije desde el más profundo respeto.

Estoooo

Cuando Manuel la ignoró de forma tan descarada y se fue a sobar a la Asun, Sara se quedó con la boca abierta y una expresión de sorpresa en su rostro. 

Se volvió al escuchar a Iker y vio algo rosa chicle en su mano. Pestañeó, se parecía a uno suyo que... Inconscientemente se llevó las manos a las tetas y corroboró su temor, éstas estaban bien libres bajo el uniforme. 

Cogió el ibuprofeno que la Sholi le estaba ofreciendo y fue a coger una botella de coca-cola para tragárselo. Primero la pastilla, después... Mierda, ¿cómo cojones me ha quitado el sujetador? ¿Qué era lo que había pasado exactamente? ¿Por qué todo estaba perdido en las brumas del alcohol?

Se acercó a Iker y le cogió la prenda de sus manos. - Dame eso. Ya me contarás cómo cojones me lo has quitado - Le dijo con las mejillas como tomates. 

Suerte que en ese momento Justina empezó a hablar de sus años mozos. Sara la miró y la volvió a imaginar sobre la cinta, bailando al ritmo del Bim Bam Bum y se llevó la mano a la boca para ahogar la carcajada que trepaba por su garganta. 

- Justi, esta noche fiesta a tope - Le dijo, aguantándose la risa, aunque al final no pudo contenerla cuando Joel habló. 

Se dirigió al baño, con el sujetador en la mano y sin poder parar de reírse. Al pasar por al lado de Kanaka y de Akinlabi, contuvo un poco la risa para saludarles y entró finalmente en el aseo, estallando en carcajadas nada más cerrarse la puerta.

La puerta del baño se abrió y de dentro surgió el Lejía con cara de haber vomitado las entrañas y haber cagado su alma. Y por el olor que salía, aquello parecía un cementerio un domingo por la tarde en agosto. Si las alarmas anti-incendio no se disparaban de nuevo, ni tan mal.

Ya no tienes edad, Arsenio, ya no tienes edad para estas cosas.

Recordaba vagamente haberse metido entre pecho y espalda una botella de anís las Cadenas como en los viejos tiempos (a morro y sin hielo, que es como mejor sabía). Sin embargo, lejos de entonarle el cuerpo y darle poderío para cantar toda la noche coplas legionarias, sus tripas habían dicho que tararí y el resto era historia escrita en la taza del wáter.

Con mayúsculas y en negrita.

-¿Que han despedido a quién? ¿Al sindicalista rojeras ese?-se secó la frente con su sucio pañuelo-Bueno, tampoco se ha perdido gran cosa: era un cretino de cuidado. Una vez lo vi aparcando en doble fila...

Se agarró a la estantería de los doritos para no caerse.

-Bueno, ¿qué? ¿Han salido ya los infiltrados esos o qué?