Partida Rol por web

Las horas pasan y lo que en un primer momento podría haber sido una broma se va confirmando a lo largo del día: el Bulldog ha cerrado realmente las puertas y no hay forma de salir. 

Tras el estupor inicial algunos empiezan a moverse, llaman a sus familias, a la policía, pero nadie les toma muy en serio y no parece que la solución vaya a ser a corto plazo. La parte buena es que no pasaréis hambre, está todo lleno de comida. Hay quien decide acercarse al despacho del encargado, con intención de quitarle el mando de las persianas por la fuerza, pero la puerta rotulada con un cartel de "Privado" está cerrada con llave desde dentro y nadie tiene otra copia. 

Es después de que os animéis a comer algunos de los productos del supermercado cuando os dais cuenta de que falta alguien: Marcos Serrano, el de la plaza de minusválido, no está por ninguna parte. Unos golpecitos en la verja os hacen mirar hacia allí y lo veis con una sonrisa maliciosa de oreja a oreja haciéndoos un corte de mangas antes de largarse con la marcha más larga que le permite su vehículo motorizado. - ¡Ahí os quedáis, pringaos! - Os parece escuchar su voz, atenuada por los cristales de las puertas.

Fuera, cada vez está más oscuro. El sol se va acercando al horizonte y os dais cuenta de que un murmullo llega lejano, como si hubiera varias personas en la calle Prosperidad. No son las fiestas del barrio, así que no tenéis ni idea de qué puede tratarse. Y a través de las rendijas de la verja tampoco llegáis a ver realmente nada extraño.

Y así pasan las horas y vuestro encierro parece alargarse. ¿Realmente Enrique Muñoz pretende teneros ahí encerrados hasta que aparezcan esos infiltrados? ¿Existen de verdad o el hombre ha perdido la cabeza por completo? ¿Y dónde vais a dormir si finalmente os obliga a pasar la noche en el supermercado?

Asunción logró levantarse con gran dificultad después de unos 15 minutos de permanecer revoloteando como una tortuga en el suelo. Tuvo que apoyarse en varias estanterías para lograr ponerse de pie, pero al final lo logró.

Se levantó para ver a Marcos fuera y recuerda todas aquellas ocasiones en que su silla de ruedas dejaba marcas de grasa en su lustroso piso. Con ira se levanta - ¡Lárgate, zurrón de mierda! ¡Por gente como tú es que retiraron la rampa de minusválidos! - después de decir eso, casi como si se tratara de otra personalidad, guarda silencio y tapa su rostro con el primer paquete que encuentre.

Acto seguido va hacia la sección de papas fritas, destapa un paquete y mira a todos preocupada - ¿Qué haremos ahora? Yo no puedo quedarme aquí... ¿Qué hay de Lulu, Sisi, Puffy, Chester y Garfield? ¿Qué harán ellos sin su mami? - acto seguido, pone tantas papitas en su boca que los sollozos estallan con pedazos de papa.

Se hace tarde en el Mercadona y hoy ha sido un día largo.

Miriam, la única moza comprensible, me dice algo incomprensible, así que la miro sonriente y afirmo con la cabeza. Me llevo una mano al pelo y descubro que estoy descongelado. Normalmente esta es la señal para irme a dormir, así que me encamino hacia la zona de congelados.

Nada mejor que la nevera de los Magnum para pasar la noche.

Alberto se pegó buena parte de la tarde ordenando la sección de setas que Asunción había dejado hecha un crista.

"Con empleados como éstos quien necesita saboteadores" pensaba, mientras ordenaba a su ritmo como siempre. Así fue que le llevó varias horas colocar las 13 cajas de hongos que la limpiadora había tirado al suelo. Eso sí, nadie podía reprocharle el que no estuvieran bien colocados.

El que algunos apodaban como el Seta esperaba que mientras hacía la ardua tarea de arreglar el estropicio de Asunción a Enrique se le habría pasado la borrachera y les habría abierto el Mercadona para que salieran. Nada más lejos, el tipo se había encerrado y a pesar de que llamaran a la policía y a sus familiares pasaron de ellos como los tristes que eran.

Mientras pensaba en como la policía había ignorado decenas de llamadas diciendo que les habían encerrado, porque una sonaba a coña pero varias debían de haberles hecho pensar, se paseó por el Mercadona y se dio cuenta de que el minusválido se iba dándoles una despedida demasiado gráfica para su gusto.

-No sé como ha escapado ese tío, porque yo no he visto ninguna salida. Lo único bueno de todo ésto es que comida no nos falta... pero tenemos que salir de aquí. He dejado el ordenata encendido bajándome una serie de internet y ya se ha tenido que bajar. Y yo quiero verla...

Además, si la broma se alargaba se perdería la liga. Y eso sí que no le apetecía. Él era tranquilo, pero necesitaba su dosis de diversión atontante. Si estaba sin su dosis de radiación diaria quien sabe si al final hasta llegaría a empezar a considerar el cabrearse.

Aicha al ver que no había nada que se pudiese hacer se levanta y se va a coger un paquete de Pringles bbq y 3 Heineken(cosa que no era rara, pues al ser su padre el encargado, no iba a decirle nadie nada por ello)y se vuelve a sentarse al lado de Sara, lo abre y tras ponerse dos en la boca le ofrece a Sara.
-¿Quieres? Parece que va pa largo...-Luego le da una de las cervezas y le lanza otra a Eva-¡Eva, anda toma!
 

El tiempo pasaba y lo que en un principio parecía una broma de mal gusto se convirtió en una realidad que se estampo contra la cara de todos los presentes.Muy bien,genial,fantástico y encima seguro que su padre ni se daba cuenta de que no había pasado por casa,lo único que le consolaba era que La sholi también estaba ahí,podría observarla un ratito mas.

Se escabullo entre las estanterías y al rato volvió con una bolsa de gominolas y una cocacola,se acerco a la chica de pelo rosa y mientras se metía en la boca un puñado comenzó a hablar -Tu tienes un mechero ¿no?- se quedo mirándola un segundo para luego beber un trago de refresco y seguir -No se para que pregunto,si hueles a porro que tira pa tras- dio un par de pasos hacia atrás y mientras se apoyaba en una de las estanterías dijo

-Hagamos que suene la alarma anti incendios,pueden ignorar a un par de gilipollas por llamadas tan chorras como las que habéis echo,pero no pueden ignorar un fuego-

Pues no, parece que no va a volver... Al principio no supo que hacer, nunca había estado en una situación como esa. Sin embargo había una necesidad que le llamaba a acudir al pasillo de las pastas de chocolate. 

-Oye... que yo tengo hambre... y voy a comerme unas pastas, que me las descuenten del sueldo, me la suda. Dijo al Seta y al resto de chicos y chicas presentes en la zona de cajas. 

Las palabras de Alberto le hicieron recordar que él también tenía planes, el cabrón de Enrique lo pagaría caro. Iba a matar al personaje del Bulldog en World of Warcraft, a ver quien se reía el último.

Cuando volvió de coger algunas pastas rellenas de crema y otras de chocolate con virutas de colorines escuchó el plan de Paquito. -Pero Paquito si esos cacharros del techo seguro que son solo para adornar, la crisis tio. 
 

Kanaka regresa a la zona de cajas hecho una furia (es decir, igual que siempre pero sin su sonrisa).

No había estado tan cabreado en su vida: alguien había cerrado el frigorífico de los helados con un candado. Kanaka se sentía desahuciado, se había quedado sin cama y sin todas sus cosas, bueno, en realidad no tenía nada suyo, pero le había cogido cariño a ese frigorífico.

Buscó a Miriam con la mirada y al encintrarla empezó a hablar con ella en chino:

¿Qué está ocurriendo aquí? Todo el mundo parece conmocionado y alguien ha saboteado el frigorífico de los helados... Además, ¿es que en este supermercado nadie vende Jodós*?

-Qué cabrón el Toro Sentado...-gruñe Arsenio viendo a Serrano alejarse.

Nunca se había fiado de él.En el mundo de Arsenio, la gente que no podía usar las piernas era por castigo divino, un poco como el general francés Leonardo Da Vinci, que le cayó una manzana en la cabeza y lo quemaron por bruja. O su primo Anselmo, que robaba revistas porno del kiosko de una vieja y le atropelló un autobús yendo al cine a por pan.

Suspirando profundamente, el Lejía dedicó una mirada a las cajeras haciendo botellón y resolvió pasarse por parafarmacia a ver si había chicles de nicotina o alguna mierda parecida. Quizás, incluso una botellita de whisky del caro antes de que las pillasen los infiltrados esos.

Iba a ser una noche muy larga.

No había otra que aceptar que no podíamos salir. Y encima el cabrón del minusválido parece que había conseguido salir y sin decirnos nada.

¿En serio vamos a tener que pasar la noche aquí? Nos van a pagar las horas extra, ¿no?
Me dirijo al pasillo de las patatas fritas, pillo un bote de Pringles Sour & Cream y luego voy a por una Coca-Cola de la nevera de los refrescos. Instantes después, me reuno con el resto de empleados y clientes, me siento en el suelo con las piernas cruzadas y empiezo a comer, mirando a los presentes.

— A ver, el que fea un faboteador que lo diga ya. Cuanto máf tarden en falir los refponfables, máf tardaremof en falir de aquí, y yo tengo una vida fofial muy activa fuera de eftaf puertaf. —engullo.

- Manda cojones la hostia -

La indignación va poco a poco apoderándose de mí y lo que hubiese podido ser en otras circunstancias una ocasión ideal para revivir el episodio 37 de la segunda temporada de Star Trek: The Next Generation, pasa a convertirse en un auténtico hervidero social infernal.

No me lo puedo creer. Y mis ojos abiertos como luceros de la ría buscan una explicación moviéndose frenéticamente por todos los rincones al alcance de mi visión.

Finalmente, me aparto un poco de las cajas y me acerco a la sección de licores para hacerme con un buen Patxarán. Al llegar, mi frustración crece muchos enteros al encontrarme con hordas de anís del mono y ninguna botella conteniendo el preciado producto carmesí que mi lengua anhela. Rebusco, aún más frenéticamente que antes, entre las botellas, los estanes, todo. Se que hay, lo he visto, lo repuse el otro día, tiene que estar por algún lado...

- Seguro que han sido los cabrones infiltrados. Seguro que se lo han llevado ellos - Pienso en voz alta mientras uno de los monos salta de la estantería y va a parar al suelo rompiéndose en mil pedazos y dejando el suelo del pasillo pegajoso seguramente de por vida pues, ¿quién cojones de los presentes va a querer limpiar esto después de lo que nos están haciendo esos cabrones?

Por fin, o loado Sabino, por el rabillo del ojo capto un destello entre las sombras, una botella, una etiqueta: La Navarra.

Una lágrima se escapa por mi mejilla y agarro el preciado tesoro como si hubiese encontrado a un hijo perdido después de quince años.

Con una sonrisa de oreja a oreja, olvidando ya todos los males del mundo entre trago y trago, me dirijo de vuelta a las cajas y me siento en el suelo con la mirada perdida entre las idílicas perlas convexas de la botella de patxarán.

Shakiro es un hombre hecho a sí mismo. Ha visto mogollón de pelis de Vietnam, todas VOS o VOSE; sabe lo que hay que hacer en una guerra. Usa desodorante natural ecológico hecho a base de piedra de alumbre y gravilla; se afeita con una navaja de barbero comprada en el rastro -que le deja las zonas nobles hechas una peli de Saw-. En resumen: es un hombre. HOMBRE. No tiene miedo al encierro; tiene miedo al colesterol, a la retención de líquidos, a los puntos negros.

Abandonó -con renuencia- su amada sección de productos exóticos y acudió al grupo que se estaba formando con el objetivo de sobrevivir. Vio a Kanaka y a Miriam, y con gesto dolido, les dijo:

-米爾多斤日曼特卡，阿馬里洛去邊騙子馬諾斯.(*)

Porque a fin de cuentas,  era en la adversidad donde los caracteres fuertes se forjan y las mejores amistades surgen. Recorrió los pasillos con lágrimas en los ojos, recogiendo material necesario para hacer una ceremonia del té (cuenco de plástico, 1€; té Hacendado, 1'25 €; hervidor de agua Fanasonic 15'55€) y sentado en el grupillo de gente devorando productos, comenzó a realizar una apañada y no muy elegante ceremonia del té.

- Puchis, ¿nadie sabe dónde están los conductos de ventilación? Eso tiene que dar al exterior. O sea, no es que mi tupé quepa por ahí, pero bueno, Paquito cabe. A ver, es que... no sé, ¿no? No parece buena idea esperar a que a Xékspir le de un ataquito de llorar. Que no quedan muchos tapones de los oídos Bosque Verde, puchis -y se sirvió un cuenco de té. 

La Sholi se había quedado estupefacta tras las palabras de Shakiro, palabras que era incapaz de repetir, mucho menos de comprender. Tardó varias horas a que su cortocircuito se enfriara y recordara su nombre.

¡Infierno tu cara! - protesto al espacio que horas antes había ocupado Shakiro frente a ella.

Una vez descansada por haber tenido la última palabra corrió a meterse en el nuevo barullo. - ¿Así que hay infiltrados? ¡JAJAJAJAJA vaya primakos! Con la Sholi no se mete nadie pavo.

De nuevo hizo estallar una burbuja de chicle reafirmándose y con ese estruendo el pequeño Xekspir empezó a llorar desconsolado y desubicado. Inoportuno como había sido desde que nació, lloró sincronizado con las palabras de Shakiro. 

- Ahora no pollote lerdo - le espetó al primero de ambos que quisiera darse por eludido y selló los labios del bebé con el chicle mascado y corriendo a meterse otro en la boca.- ¡Nadie he dicho!

Con lo contenta que había estado Miriam durante el dia… por dios, ahora estaba un poco enfurruñada y mirando la hora constantemente. No… no iban a dejarlos salir, pero el chico del carricoche apareció como por arte de magia al otro lado de la verja… ¿le habría echo un final feliz al Bulldog? … En fin, así como el había salido, los demás seguían dentro. Para Miriam no supondría ningún problema dormir en cualquier esquina, los sacos de arena para gatos seguro que no estaban mal, ademas... los chinos, muy asiduos a las siestas ellos... están creados para situaciones extremas, véase el señor Kanaka (o unas cuantas fotos en Google de chinos durmiendo).
Particularmente, en la familia de Miriam, los varones y padre estarían mas ocupados y preocupados de saquear maquinas tragaperras día y noche, las pocas mujeres y madre, además de preparar cena y los 18 tatamis para dormir… estarían ocupadas con los puzzles de 5.000 piezas entre sumisas tareas, solo se darían cuenta de que faltaba Miriam los mas pequeños de la casa, sus 3 hermanos que no hermanos… vamos, estaba jodida.

Dentro pues… Miriam frunce sus labios tras los berreos de la asistenta - A vel… los capullos que vayan desfilando!! – dice dando golpecitos con el dedo en su reloj y señalando hacia la verja – que son holas, copón!! - el señor Kanaka, tras haberse alejado, vuelve ciertamente molesto y preguntando que es lo que esta pasando, también habían cerrado su frigorífico preferido – ui ui ui!! - ¿jodós? Miriam procura explicarle lo mejor posible la situación, en chino – ojo… se rumorea que van a repatriarnos hasta la calle si no aparecen los piojos del perro – le dice clara y concisa… cuando Shakiro se acerca, suelta un abortante conjunto de palabras en su hermoso idioma, y se marcha… Miriam pone cara de calamardo interesante y no tarda en partirse el culo para si misma mientras este se va alejando en busca de a saber que… -我不明白 glacioso – le dice, pero el presumiboy no tarda en volver para servir te – yo quielo, yo quielo!! – seguía enfurruñada, e incluso echando de menos su carrito de patatas... - Luego lo voy a buscal- piensa.

-Oh Dios mío! Ayer noche  Hipólito había ligado con una señora de dinero, haciéndola creer que era un tío segundo de uno de los duques de Wellington con un perfecto acento inglés de Prosperidad, mezclado con que la señora de dinero, era de dinero obtenido en la ganadería y era más paleta que unos calzones de esparto. –Esta noche iba a la opera. Dice indignado.

Tras esto se da cuenta de que poco puede hacer por ahora y empieza a entrarle el gusanillo.

-Bueno no podemos alimentarnos de esa bazofia precocinada. Sr Shakiro si no es molestia ¿podría prestarme su calentador Fanasonic?

-Justina…Maricarmen…. Al lio, enseñarles a estos jovenzuelos como se prepara un buen puchero.

Se acercó a la zona de menaje y consiguió unos cuchillos de cocina y luego unos cuantos vegetales, se  rasgó la manga izquierda y se la anudo en la frente mientras tarareaba La Canción. Una canción conocida por todos.  Consejo  “A” os necesito.

-Ta nana na nana nana na! Ta nana na naaaa na na naaaa. Canturreo mientras esperaba el apoyo de sus seniles compañeras.

Malaleche volvía de aporrear la puerta del encargado, sin éxito.
-Malaje el motorizao, de seguro esta fuera por que ayudao al Enrique con en el cierro, po'un ve toy con el Legia, la gente discapacitaa son unos farsos.

La noche estaba cerca y ya no quedaba rastro de la compra de la mañana, su reloj decía que eran casi la 1 de la mañana pero seguramente serian cerca de las 8, tiempo de cena.
-Bue, pue si nos vamo a quedar aquin toa la noxe.-A Mauricio no le importaba, su pariente estaba de visita en casa de su madre en el pueblo y los hijos ya eran mayores, tanto que hacia tiempo que no sabia nada de ellos.-Vamo a tene que hacer algo pa jalar o zampar.-Pero el viejo de las lentes gigantes se le adelanto.-Mu bien vejales.-Sonriente acerco su silla de mimbre dejando las cadenas y su vieja camparta en la zona de los carritos y se sentó a su vera.-Chef, que no tie preparao hoy.-Se froto las manos, el ex-reponedor pensaba mucho mejor con el estomago lleno.

-¡A ve SETA! Traete unas hongos de esos pal puchero y algo de bue vino, tu que sabe.-No quería admitirlo pero de los reponedores ese era uno de los mas espabilados, al menos en lo referente a lo suyo.

Intenta llamar a casa, pero cuando le cogen el teléfono solo le preguntan cuando llegará a casa, que tienen hambre y le cuelgan. Ni si quiera le prestan atención cuando les dice que no puede salir del trabajo. Encima, ve tras la ventana como el de la plaza de minusválido, y no puede enfurruñarse más, se acerca a la puerta y empieza a gritar sin entenderla nada. Pasados unos minutos gritando y deshaogandose, se dirige de nuevo al grupo.

-Pue nah, ¿de vedad amos a tener que depedinos unos a otros hata que salgan los infiltraos? -pone los ojos en blanco- Noh vamo a morí aquí dentro. 

Ve entonces, como Hipólito, empieza a coger ingredientes para un puchero. 

-Oye abuelete, ¿quiereh que te traiga algún pollo de eso que he etao deshuesando? Al meno pa dale algo de consitensia al puxero.

Sara vio a Marcos fuera del local y le devolvió el corte de mangas, echándose seguidamente a reír.

- Que hijo puta. ¿Cómo se las habrá apañao? - Estaba sentada, apoyando la espalda en la pared y con las piernas estiradas. Había llamado a Raúl unas cuantas veces, pero éste no había respondido al teléfono. Sara empezaba a picarse, vale que tuvieran trabajo, pero joder, si llamaba tan seguido era por algo. 

Aicha se le había acercado, dándole una cerveza y ofreciéndole pringles. A las patatas negó con la cabeza, pero cogió enseguida la bebida y abrió la lata para darle un buen trago.

- Gracias, tía - Miró hacia las dos chicas, Aicha y Eva, y alzó un poco la lata, haciendo un simulacro de brindis.

Sus ojos se abrieron como platos cuando escuchó la voz de Paquito. - Mira enano, no se qué fumarán en tu casa pero no tienes ni puta idea - . Hasta ese momento ella había estado fumando tabaco sin aliñar. Los porros los guardaba en otra cajetilla, aunque si tardaban mucho en soltarles, seguro que acabaría tirando de ellos. Y que le dijeran algo, que más ilegal era retener a la gente en contra de su voluntad. 

Le dio un nuevo trago a la cerveza y, dejándola a un lado, pegada a la pared para que nadie la pateara por accidente, se levantó. - Quizás el enano tenga razón. Por probarlo tampoco perdemos nada - . Le dijo a Joel, encogiéndose ligeramente de hombros. Buscó una escalera, de las de mantenimiento, y se subió a ella con el mechero en la mano para hacer la prueba. Me parto como esto se ponga en funcionamiento, mojándonos a todos y no venga ni el Quico.

Yo me encargo de picar las verduras. Dijo Justina mientras se dirigía a la sección de verduras para coger lo más caro que encontró. Nunca había cogido esas, siempre iba a por las baratas, pero les iban a obligar a quedarse allí. Que se atreviesen a decirle algo. Cogería lo que querría para hacer la comida para todos, faltaría más. Por favor, deja que los expertos se encarguen. La mirada de la señora decía claramente "atrévete a tocar el puchero y perderás la mano".

Cuando volvió con las verduras y un gran cuchillo para picar, se encontró con el viejo cantando una canción de una serie para hombres. Y pretenderá que le sigamos. Ni corta ni perezosa cogió uno de los puerros que cargaba y se lo tiró a la cabeza. Te tengo dicho que no cantes eso. La demencia senil... que daño está haciendo.

Colocó una tabla y se puso a picar verduras con la potencia digna de un carnicero. Y los demás, menos cháchara y a averiguar quien es el espía. Pero tampoco os deis demasiada prisa, que tenemos comida gratis.Y tú. Miró al ex-reponedor retrasado y bajó el cuchillo de picar tan fuerte que se oyó por todo el supermecado. Atrévete a llamarle viejales otra vez y te usaremos de condimento.

Mauricio se giro para ver a una de las pelichicle.
-Pero que hace niña, ¿Que no ta dixo el chava de cara moche que son de pega? Aqui no funciona na de na. Po que te crees que me hecharon, pa quitar sueldo, y eso vae dinero, asin que pon consiguiente tampoco son de verda.-El campartero usaba su lógica aplastante.

-¡A tranquilizarse! Que si nos ponemos forrucos ni respondo, ¡Señora!-No entendía la ofensa, ella era vieja después de todo.