Partida Rol por web

Carmilla

🎕 Capítulo 1: Cosas vivas, cosas muertas 🎕

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01/08/2023, 22:14
Dra. Regina Vordenburg

Fue de lo más sorprendente que Laura decidiera acompañarme, así como su hermano. Estaban llevando completamente la contraria a su padre. ¿Por qué? Mi mirada de leve desconcierto pasó por ambos y luego se dirigió a su padre, quien no dio muestras de oponerse.

—De acuerdo. —Me fijé en la intranquilidad de la chica—. No hay nada que temer. No vamos a alejarnos apenas, y serán solo unos momentos —dije con calma.

Antes de salir por la puerta, Laura respondió a la pregunta sobre Carmilla. Así que no se habían visto nunca… En los últimos tiempos, no era tan extraño entablar amistades a distancia, aunque sí era peculiar que hubiesen tenido la confianza de invitarla a su casa. Nunca se sabía quién podía ocultarse realmente al otro lado de la red. La actitud del señor von Galler empezaba a cobrar sentido.

—Ya veo… Entonces ¿os conocisteis a través de internet? Imagino que os conocisteis desde hace mucho tiempo —comenté con ligera curiosidad.

Nos dirigimos al exterior, donde se encontraban tres personas junto al animal. Tal como había dicho Laura, se encontraba a poca distancia de la puerta. Saludé a los hombres y me agaché junto al cervatillo, con cuidado de no manchar mi ropa. Sin dar ninguna muestra de escrúpulos, mis dedos recorrieron el tajo de lado a lado. Fruncí el ceño. Mi expresión se tornó seria e inexpresiva. Di un rápido vistazo en busca de algún otro tipo de heridas y me incorporé. Mi austera mirada se perdió en la distancia, en la oscuridad de la noche, como buscando algo.

—¿Han visto algo fuera de lo común recientemente? ¿Un animal que no habían visto antes, o cualquier otra cosa inusual? —pregunté a los hombres, con seriedad, pero con calma.

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02/08/2023, 00:01
Laura von Galler

A pesar de mi mirada tranquilizadora para Lycius, al escuchar que iría conmigo sentí una inmensa gratitud hacia mi hermano y mis labios se curvaron en una sonrisa intranquila pero sincera, solo para él. Era yo quien debía cuidar de Lyc, era lo que me correspondía, pero en aquella noche recién nacida quizá podía permitirme el lujo de que fuese al revés por una vez.

Así que me agarré a su brazo como había hecho un rato atrás, cuando el miedo se había desenroscado en mis huesos y me había arañado el espíritu. No apreté tanto como entonces, pero entrelacé el mío con el suyo de modo que no pudiera escaparse fácilmente de mi agarre.

—No te separes de mí entonces —le pedí mirándolo con seriedad a los ojos—. Solo quiero asomarme desde la puerta, nada de hacernos los héroes ni hacer nada peligroso.

Luego, alcé la mirada hacia la doctora. Su curiosidad por Carmilla me intrigaba y me daba alas al mismo tiempo. Mi amiga era un tema de conversación genial, así que entendía de sobra que quisiera saber más. Y me parecía bien contarle, siempre que no quisiera tumbarla en la camilla de al lado de la de Lyc.

—Llevamos hablando casi un año —le expliqué—. Por eso creo que ya es hora de conocernos en persona. Le daba mucha curiosidad saber que vivimos en un palacio y por eso quise invitarla, para que pudiera verlo ella misma. Supongo que su madre viene con ella para asegurarse de que su hija no está hablando con una psicópata en serie. —Torcí los labios en un intento de sonrisa que me salió solo a medias. 

Ya en el exterior, apenas di dos o tres pasos antes de detenerme en seco y anclar el peso sobre los talones, como un clavo ahí plantado en medio del patio. Mi brazo apretó un poco más el de Lycius y me pegué a su costado mientras contemplaba alrededor con los ojos muy abiertos, alerta y vigilante. 

—Sigue ahí —dije en un susurro tenue y algo tembloroso, esfumada en una voluta de aire toda la seguridad que había enarbolado al apuntarme a aquella excursión. 

Mi mirada iba de la doctora a la espesura; de la espesura al cervatillo; del cervatillo a la doctora; y así sucesivamente en un triángulo que parecía infinito. No tenía intención alguna de acercarme más, me sentía más segura estando cerca de la puerta, y mientras esperaba a que encontrase alguna respuesta, aferrada al brazo de mi hermano, empecé a sentir la profundidad de la noche cada vez más presente y sobrecogedora. No me costaba imaginar —con mi más traicionera imaginación— que, de repente, salía algo del bosque y se lanzaba sobre ella, demasiado rápido como para reaccionar a tiempo. Esa imagen que solo existía en mi mente me hizo echar el peso del cuerpo un poco más atrás, lista para regresar al interior en medio segundo en caso de ser necesario. 

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02/08/2023, 23:28
Lycius von Galler

La tenaza de mi hermana, no me pilló de sorpresa. Llevaba una noche de lo más sensible y suponía que se debía a la excitación de la visita de Carmilla. La entendía puesto que a nadie en su sano juicio, se le ocurriría venir a esta jaula de grillos y para colmo, tener un Espesus suelto vagando por el campo.

Esa presa, aferrando mi brazo, me impidió hacer lo que ese interior bullicioso e inquieto deseaba: conocer a mi nuevo mejor amigo, el removedor de follaje indiscreto, pero el agarre de Lala, no dejaba mucha correa para el perro. Desde el porche, que resultaba ser como estar en la entradilla, pero sin puerta, apenas observabamos mas que el animal muerto, cuya carne, desgraciadamente, no parecía que fuese a servir para hacer gulash.

Saber de forma indirecta que Laura confiaba en mi gran capacidad defensiva me dejaba en una extraña disyuntiva. Por una parte, mi espíritu indómito y rebelde, deseaba salir corriendo a buscar el objeto de mis interrogaciones, como si exponerme a un peligro fuese a liberarme del hastío de otra ronda de esperadas preguntas y más esperadas respuestas sin respuesta.

Por otro mi ego, mermado por la perspectiva de perder todo aquello que aprecio y que jamás reconoceré apreciar, se hinchó como si de un zeppelin fuera, al notar que mi hermana mayor, depositaba en mí su confianza y su tranquilidad para salir a jugar a los exploradores veterinarios.

— ¿Y si... nos acercamos? —  siguiendo el ritmo de la mirada de Laura y dejando, al contrario que ella, la mía completamente fija en ese punto infinito perdido en el frotar de hojas — Estoy para defenderte, eh —  como esa sábana que te protege de la cuchillada en cualquier película de terror.

Con cierto recelo ante el inusitado interés de la doctora, tiré un poco del brazo de la joven, para descender un escalón, afilando la mirada mientras un fugaz pensamiento atravesó la mente trastornada de un conejillo de indias ¿Es que necesitaba otro más para sus experimentos? ¿No le resultaba suficiente con el niño agujero negro, donde la luz entraba pero no salía?

Dentro de mi cabeza resonaba ese soniquete, que esperaba que no retumbase muy alto, para no inquietar en demasía a una inquieta Lala. "Se nota, se siente, Espe esta presente" e internamente, casi como si fuese un maníaco más peligroso que lo que rondase entre las zarzas, esbocé una sonrisa perturbada que correspondió al instante en que, oportunamente, salía por su boca un "su hija no está hablando con psicopata en serie", así que traté de recomponer el gesto de la forma más adusta posible, casi carraspeando.

— Bueno, dentro de todos hay esa chispita de locura ¿no? Incluso del cervatillo. Y no es malo —  aduje —  ¿verdad? Como por ejemplo que nos acerquemos sólo un poquitito más — elevando suavemente la voz media octava en un hilo de inocencia que no convencía a nadie.

El esperanzado gesto se quedó en el aire, con un mohín de los labios y los ojos abiertos, de cejas elevadas, donde la decisión, recaia, no en la adulta, sino en la adolescente que ha debido crecer muy rápido.

— ¿ No decías que querías movimiento? —  susurré malicioso enmascarando una persuasiva petición almibarada.

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03/08/2023, 16:07
Mina de Lafontaine

Mina hizo un gesto despreocupado con la mano, dando a entender que tus disculpas no eran en absoluto necesarias. Te escuchó con mucha atención y muy seria, frunciendo un poquito los ojos en señal de atención; se notaba que le interesaba mucho saber cómo era la nueva doctora que se iba a hacer cargo de Lycius y asintió varias veces. Antes de decir nada, volvió a hacer otro gesto con la mano, de nuevo dando a entender que tu agradecimiento era completamente innecesario, mientras sonreía un poco.

—No se preocupe, yo estoy bien. Solo quiero lo mismo que usted, que la nueva doctora sea capaz de ayudar a Lycius. Esta vez sí. Confiemos en ella, démosle un voto de confianza. Hagámoslo por Lycius. Al fin y al cabo —su sonrisa se ladeó con un poco de resignada sorna—, creo que tampoco tenemos mucha opción.

Se encogió un poco de hombros, con sencillez, y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Lycius… Bueno, qué le puedo contar a usted que no sepa ya. Está en una edad difícil y su vida ha sido particularmente difícil en muchos aspectos, aunque en otros es todo un afortunado. Pero cuente conmigo para cualquier tipo de ayuda que necesite con él, señor von Galler.

Detuvo sus pasos y te miró fijamente, sin sacar las manos de los bolsillos.

—Ya sabe que estoy a su disposición para lo que necesite.

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03/08/2023, 16:16
Bernhard

De los tres hombres que estaban fuera junto al cervatillo, fue Bernhard el que tomó la iniciativa de contestar a la doctora Vordenburg.

—No, señora. Quiero decir, doctora.

Se ruborizó un poco al equivocarse con el título de la mujer y bajó la vista. Se podía notar que se sentía un poco intimidado por estar al lado de una persona con tan alta educación. Dirigió su mirada al cervatillo muerto antes de proseguir.

—No hemos visto nada extraño. —Volvió a mirar a la doctora—. Pero no queremos distraerla, señ… doctora.

Miró a los otros dos hombres.

—Nos vamos a encargar del cuerpo del animal y buscaremos las escopetas para mirar un poco los alrededores. Cualquier cosa que veamos, si usted lo desea… —miró de nuevo a la doctora— pues le podemos informar, claro.

Miró entonces a Laura y Lycius en la puerta y les dirigió una sonrisa franca.

—Chicos, podéis volver al interior —alzó la voz un poco para que lo escucharan—. Todo está bien, no os preocupéis.

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09/08/2023, 16:25
Dra. Regina Vordenburg

No cabía duda de que la chica estaba aterrada. La pregunta era: ¿sus temores eran fundados, o se trataban de una exageración debida al desconocimiento? Con todas las personas que había allí, dispuestos a protegerlos, todos deberíamos estar seguros, o ¿es que había algo más ahí fuera? No tenía forma de saberlo en esos instantes.

Laura continuó hablando sobre Carmilla. Mis cejas se contrajeron sutilmente al oír el uso incorrecto del término «psicópata», pero no mencioné nada al respecto. En cuanto a lo que decía, un año era un tiempo considerable, suficiente para conocer de forma razonable a una persona, en caso de que conversasen con frecuencia. Aun así, sería más sensato que la primera reunión presencial se llevase a cabo en un lugar neutral.

—Es comprensible que su madre haya decidido acompañarla. Aunque Carmilla y tú os conozcáis, ella no te conoce a ti. Las personas pueden ser en realidad muy diferentes de lo que aparentan a través de internet, así que querrá asegurarse de que esté a salvo. —Aun así, era ciertamente arriesgado, pues estarían alejadas de la civilización y rodeadas de gente desconocida—. Sin embargo, el solo hecho de permitirle venir hasta aquí ya es una considerable muestra de confianza. Seguro que en cuanto os conozcáis en persona confiará en ti.

Ambos hermanos permanecieron junto a la entrada. Ella se aferraba a su hermano con brazos de hierro, impidiéndole avanzar más. No sabría decir si lo hacía para protegerlo a él o para protegerse a sí misma.

Una vez hube inspeccionado las heridas del pobre animal, pregunté a los presentes si habían percibido algo inusual, a lo que me respondieron negativamente. Fruncí el ceño al oír que el joven se refería a mí de forma incorrecta, pero enseguida mis ojos se perdieron en la distancia, entre la oscuridad de la espesura, vigilantes.

—De acuerdo. Si perciben cualquier cosa fuera de lo habitual, comuníquenlo inmediatamente, por favor —dije con gravedad.

Extraje un pañuelo de uno de mis bolsillos, con el que me limpié rápidamente las manos. Fuera cual fuese el causante de aquello, no se encontraba allí, por lo que no había motivos para permanecer en el exterior. Caminé de vuelta hacia la entrada, forzando una leve sonrisa con el objeto de aparentar que todo estaba bien.

—Deberíamos volver dentro. Vuestro padre está esperando —dije a los niños con serenidad.

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11/08/2023, 23:45
Laura von Galler

Durante el tiempo que duró aquella espera, la inquietud siguió retorciéndose y estrangulando mis tripas con la amenaza de las sombras y la sangre derramada encontrándose en el suelo, en una danza hipnótica de negro y rojo que me atraía y me estremecía al mismo tiempo.

Ninguno de los intentos de Lycius por moverme hacia delante tuvo resultado. Al contrario, anclé aún más mi peso en los talones y sostuve su brazo con más firmeza, afianzando mi postura y reteniéndolo a mi lado. Tampoco lo tuvieron sus palabras, melosas o desafiantes, a las que me resistí con la misma fuerza con la que me resistía a los tirones.

—Shhh. Calla. Desde aquí vemos bien. —Dejé mi triángulo visual para mirarlo momentáneamente a él—. No me gusta ese tipo de movimiento. Se está poniendo demasiado oscuro.

Olfateé el aire, buscando la sal y el hierro de la sangre en él, aunque quizás estábamos muy lejos para percibirlo. Daba igual, pues podía recrearlo con tanta nitidez como para no estar segura de si realmente no sentía o solo lo imaginaba. Y ese aroma tensó un poco más el tornillo que atenazaba mi nuca con un miedo instintivo al depredador.

En realidad, fue una suerte que la doctora se nos acercase sin tardar demasiado, porque cada vez estaba más tirante la cuerda que tiraba de mí hacia el interior del palacio y, al mismo tiempo, estaba también más tirante la cuerda que tiraba de Lyc hacia fuera. 

Al pobre Bernhard no le presté demasiada atención en ese momento. Toda se la llevaban el cervatillo, el bosque y la doctora. Miré a esta con un pestañeo sorprendido y, de ella, volvió a mirar al animal tirado en el suelo.

—¿Ha visto algo? —pregunté antes de ceder mi posición a lo razonable de ir a buscar a nuestro padre—. ¿Qué tipo de animal lo mordió al menos? O si fue una bala humana… ¿Qué vio?

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18/08/2023, 17:57
Lycius von Galler

A medio camino, entre la jaula y la libertad, las apuestas estaban echadas a nuestro alrededor. Bernhard, sin pronunciarse sobre el cervatillo caído, nos conminaba, cuál niños a los que proteger del mal terrenal, a retornar a un espacio que solo a ellos se le antojaba seguro. La doctora Muerte, tampoco aportó ningún dato concluyente y lo único conclusivo, es que nadie tenía ni la más pajolera idea, de lo que se cocinaba sobre el follaje del patio. 

Laura, cuál sauce llorón ansioso en enraizarse en la prudencia, me anclaba a su vera con la mera fuerza de la voluntad. Y algo Espesus ahí fuera,  atraía poderosamente ese resquicio débil de voluntad, que no podía ser domeñado por la de mi hermana, como si un campo magnético me compeliera misteriosamente a que la curiosidad me matase una de las 9 vidas. 

Las escuetas frases se cruzaban del mozo a la invitada, hasta mi hermana y como un plañido lastimero siseó mi boca un "pues que espere" sin especificar pero en un muy patente significado a nuestro progenitor. 

Mientras por la epidermis de mi hermana, bullía un maremoto de emociones lanzando una ola de terror que hasta podía oler en su temblor, mi mano traicionera, aflojaba su abrazo, compelida por un cantar de sirenas escondido en el crepitar de las hojas sumiéndose al mandato de un viento tirano. 

Era cuestión de microsegundos, que el anhelo de buscar la verdad, me arrojase a avanzar irremediablemente en esa dirección, como un Ulises mal amarrado a un mástil carcomido. 

- Quizás debiéramos ir.....- comencé no muy convincente -...a comprobar que ha sucedido. Padre es un animal de interior. No contéis con él. Desde que los humores melancólicos pueblan su talante, está de lo más insoportable - aduje con un evidente tono sabihondo y retorcido, tras dedicar una límpida y falsa sonrisa a la doctor - Somos los que estamos para averiguar qué ha sucedido. ¿O es que quieres poner en peligro a tu amiga sin averiguar que corretea por los alrededores? - inocentemente a Lala 

 

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25/08/2023, 16:14
Dra. Regina Vordenburg

El desasosiego de la chica crecía por momentos aun más, si cabía. Su cuerpo estaba tenso como un muelle, y parecía que fuese a echar a correr en cualquier momento. Le aterrorizaba que hubiese algo ahí fuera, algo que pudiese asaltarlos de un momento a otro, algo peligroso y aterrador. A ojos de algunas personas, ese miedo podría parecer irracional, personas desconocedoras de la clase de seres que podían acechar ahí fuera.

—No he visto nada fuera de lo común —respondí con rostro impasible—. La mordedura parece causada por algún tipo de animal depredador con fuertes mandíbulas, probablemente un lobo. Deberemos permanecer alerta hasta que los guardabosques se encarguen de él.

Lycius, por su parte, se debatía en el agarre de su hermana. Parecía un pajarito atrapado, implorante, ansioso por echar a volar. Sin embargo, y aunque sonase trágico, lo cierto era que en muchas ocasiones era necesario mantener a los pajaritos enjaulados, por su propio bien. Su intento de convencernos de ir a investigar fue adorable, como un corderito implorante mirando con ojos llorosos, lo que me sacó una sincera sonrisa.

—Eres un chico muy osado —dije con un ligero deje de condescendencia—. Pero incluso si fuéramos a buscar el animal, creo que no lo encontraríamos con esta oscuridad, y además sería peligroso. Ya se encargará el personal de vigilar que no se acerque. —No tenía sentido ir a buscarlo en plena noche, y además debía priorizar la seguridad de los pequeños—. En cuanto a Carmilla, si paseáis a plena luz del día y acompañadas de algunas personas, no debería haber problema. Los lobos solo atacan presas fáciles, y suelen evitar los grupos.

Tras decir eso, me coloqué a un costado de Lycius y agarré el brazo que tenía libre, sin apretar pero con firmeza. Ahora estaba sujeto por ambos lados, sin escapatoria.

—Volvamos dentro. Con lo tarde que es, seguro que estáis hambrientos —dije, y después tiré de él con suavidad, en dirección al interior de la casa.

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27/08/2023, 22:38
Lycius von Galler

A mi alrededor todo pasaba lento como el nacer de una mariposa rompiendo lentamente la crisálida, fibra a fibra, para poder liberar una esquina, luego la otra, más tarde el frente y por fin, el cuerpo y las antenas.

Así fue la mirada de la doctora al cadáver del animal. Así fue el agarre de mi hermana. Y así eran los momentos que transcurrían como el goteo de la sangre que chorreaba por el pelaje del corzo, estropeando la posibilidad de hacer un buen abrigo.

Afortunadamente, todo era tan lento y pausado, que la sangre que hervía desde mis venas, al situarse la doctora a mi lado, inflamó todo mi cuerpo, haciéndole vibrar también tan lentamente, que se desdoblaba sobre sí mismo y comenzando a incendiar una ira superior.

¡Qué se había creído esta papanatas! Una pena que no fuese su garganta, la atravesada por el lobo. Quizás así este niño tan encantador podría sonreír con cierta ironía, ante la impasividad y la condescendencia que se irradiaba desde el tacto insulso de la invitada, hasta el desasosiego con el que mi hermana aferraba el otro extremo de mi yo. La arrogancia frente al miedo. Y en medio, la soberbia de la juventud desafiada.

Un resorte casi conminó a mi hombro a apartarse ante su agarre, pero Katharina dijo que no. Katharina opinaba que no sería adecuado revolverme contra la mujer, puesto que eso era lo que esperaba, al interpelarme puerilmente, de esa manera.

Más polillas se cazaban con la luz encendida, que con un insecticida apuntando a su conciencia. "Déjala, Lycius, déjala que se confíe" susurro al otro lado Paul, del mismo pensamiento que Katharina "Ahora quien importa es Laura. Tenéis que encontrar una manera de expulsarla y la necesitas en plenas facultades" murmuraba a la espalda Petra, aún joven e ilusa. La sentía frágil, mientras pronunciaba esas palabras inseguras pero un ligero aleteo de Paul le dió la razón, secundada por Katharina.

El resto, en un cómplice silencio, respaldaban la decisión que había tomado.

Nadie entra en mi mente. Silencio. Es mi refugio y mi búnquer.

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01/09/2023, 01:54
Laura von Galler

Fruncí ligeramente el ceño al escuchar la insistencia de Lycius que intentaba enredarnos para que nos sumergiéramos en el bosque en plena oscuridad. Ni loca iba a dejar que los tentáculos sombríos me tocasen de noche, y tampoco podía siquiera valorar la idea de dejarlo ir a él solo.

Pero mis ojos estaban pendientes por completo de la doctora, esperando su respuesta con esa tensión silenciosa en la que manteníamos el equilibrio dentro-fuera mi hermano y yo. «Un lobo», repitió mi cabeza, un eco de la voz de la mujer, y eso por un lado alivió mi imaginación, pero por otro me hizo mirar al bosque con recelo. Un lobo de enormes dientes de depredador, cazando tan cerca del palacio.

Obviamente no me gustaba la idea de ese lobo, pero ni en mis más remotos sueños habría querido salir a pasear con Carmilla durante la noche, así las recomendaciones de la doctora aligeraron algo de la tensión de mi espalda.

—Lyc, escucha. Es de noche ya, en el bosque no se ve nada. —Intentaba que mi voz sonase razonable y firme, pero en el fondo de esta se podía escuchar el eco del miedo que me había hecho gritar un rato atrás—. Mañana se pueden rastrear las huellas del animal, de día, con luz, cuando no sea peligroso. 

Afirmé mi agarre en su brazo y tiré también de él hacia el interior, como si me hubiera sincronizado o puesto de acuerdo con la doctora.

—Vamos a cenar, anda. —Miré de reojo hacia el bosque, desconfiada, pero también resignada—. Mañana podrán buscar al lobo.

Es curioso pensar que incluso en ese momento tenía esa extraña sensación anudándome el estómago y la garganta. La sensación de que «solo» era un lobo, como si de algún modo la conexión de mi mirada con el cervatillo hubiera despertado algo instintivo en mí, y ese instinto supiera que había cosas mucho peores acechando en las sombras que un simple animal salvaje. Instinto de presa.

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02/09/2023, 13:05
Lycius von Galler

Estaba clavado en el suelo con la mirada fija en el bosque.

En silencio.

Silencio con el gesto perdido como si las palabras rebotasen impasibles. Abandonado a algún pensamiento.

Ausente.

Silencio.

Silencio cuando la doctora me tomó el otro brazo, mientras Lala agarraba el simétrico.

Silencio.

Una mirada torva pasó del rostro de la doctora a la mano posada en mi brazo.

Silencio.

Quietud.

Silencio.

Otra mirada afilada a la mano de la mujer sobre mi sudadera.

Silencio.

Inmovilidad

Silencio.

Un suspiro y un asentimiento imperceptible a la nada.

Silencio.

Movilidad.

Mi pie se elevó tan lento como el romper de fibras de una crisálida.

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03/09/2023, 00:02
Richard von Galler

Las palabras de Mina, su confianza y su falta de preocupación me parecieron, al principio, demasiado extrañas. No tardé, sin embargo, en entender que lo que estaba mostrando no era más que una fachada de confianza que yo bien necesitaba en esos momentos. Al menos, eso fue lo que creí entender... o quise entender.

Esta tenía que ser la última vez. Si fallaba... si Lycius no podía ser curado, yo sería el primero en tener que aceptarlo y luego él mismo. La carga con la que viviría el resto de su vida sería grande, pero viviría para enfrentarse a todas las dificultades y yo, en algún momento, cuando todo hubiera terminado... esperaba poder estar con él, apoyándole, exactamente como bien parecía intentar demostrarme que nunca lo había hecho.

La mirada directa de Mina y sus palabras me hicieron esbozar una media sonrisa, aunque esta jamás habría sido capaz de ocultar las marcas del cansancio, de las noches sin apenas dormir, de los nervios y las expectativas por la recién llegada y de aquello que pretendía tratar con ella. Me quedé pensativo unos instantes antes de responder.

—Por Lycius —afirmé, suspirando—. Si ya está en una edad difícil la situación tampoco la mejora demasiado, por mucho que pueda ser bastante afortunado. Desde luego, todo podría ser mucho más difícil de lo que ya es.

Aparté la mirada de ella, pensando en lo que significaría tener que enfrentar esta situación sin los recursos de los que disponíamos, suspirando de nuevo antes de volver a mirarla.

—Creo que lo único que puedo pedirte ahora mismo, Mina, es que intentes que Lycius también confíe en que esta será la última vez, que conseguirá salir ahí fuera sin miedo ya sea de día o de noche. Quizá no sepamos todavía si acaso eso es posible pero una pizca de esperanza nos vendrá bien a todos —le dije, esbozando de nuevo una media sonrisa, más triste que la anterior.

Tras unos instantes, sin embargo, la miré con cierta curiosidad.

—¿Hay algo que tengas que o creas conveniente decirme? —le pregunté.

Su gesto me había llamado la atención. ¿Por qué se había detenido para asegurarse de que la tenía en cuenta para lo que necesitara? Ya debía saber que contaba con ella.

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03/09/2023, 14:57
Mina de Lafontaine

Mina asintió seria a tus palabras sobre Lycius y a tu petición. Apretó un poco los labios, suavemente; ella también parecía pensativa.

—Por supuesto, señor Von Galler. Ya estoy tratando de convencer a Lycius de eso y así seguiré haciéndolo. Para eso estoy. Además, si me permite decirlo… —las comisuras de sus labios se curvaron un poquito, con esperanza— de verdad tengo fe en que esta vez será la buena. Nuestro Lycius encontrará un remedio a su enfermedad. Tengo fe.

Asintió con la cabeza, una sola vez, mostrando determinación. Luego, su mirada se desvió a la mesa del comedor donde estaban puestos cuatro servicios. Su mirada se volvió reflexiva y sus labios se inclinaron un poco en una mueca pensativa.

—Quizás… —dijo sin mirarte unos segundos, hasta que volvió a girar el rostro para mirarte—. Bueno, no tenía pensado cenar con ustedes, señor, pero si lo considera oportuno… puedo pedir al servicio que añadan otro cubierto y me quedo yo también. Para ayudar.

Notas de juego

No es necesario que contestes a este post, pero si quieres hacerlo, puedes.

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03/09/2023, 15:04
Narración

Silencio.

Silencio envolvía a aquel pequeño venado muerto. Silencio envolvía la noche. Silencio envolvía el bosque. Silencio envolvía el castillo. Silencio os envolvía a todos.

«Nada fuera de lo común», había dicho la doctora. Pero, de algún modo, aunque aquello fuera cierto, una sensación pesada y cargada había quedado flotando en el ambiente. Lo podías sentir con cada uno de vuestros sentidos. Podíais notarlo en el modo en que la luz oscura de la noche lo había recubierto ya todo con pesadez; podíais notarlo en el modo en que los sonidos silenciosos apabullaban vuestros oídos; podíais notarlo en el aroma caliginoso que llenaba vuestros olfatos, casi como si vosotros mismos fuerais por un momento depredadores con sentidos activados en rastro de una presa; podíais notarlo en vuestras papilas gustativas, como un aperitivo de lo que pronto degustaríais en esa cena, pues sabíais que posiblemente sobre la mesa esperaba también algo elaborado con carne y sangre; podíais notarlo en vuestra piel, pues sabíais que si alargabais la mano, podríais atrapar y tocar el aire denso.

Nada fuera de lo común. Solo la espesura del bosque que, de algún modo, se había filtrado en vuestros interiores. Instinto de presa.

Bernhard y los otros dos muchachos se llevaron al cervatillo fuera de la vista y, al fin, entrasteis al castillo de nuevo en dirección al comedor.

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03/09/2023, 15:13
Narración

Cuando los dos muchachos y la doctora entrasteis al comedor, allí ya estaban Richard y Mina, conversando. Un joven del servicio estaba colocando un quinto cubierto en la mesa: parecía que Mina iba a quedarse a cenar con la familia, finalmente. La enfermera, al veros entrar, se giró un poco y sonrió hacia Lycius, alzando las cejas, como si quisiera decirle «¿Has visto? Al final me quedo a cenar como querías».

Tomasteis asiento alrededor de la mesa. Era una mesa larga y sólida, aunque no podía verse la oscura y recia madera de la que estaba hecha, pues un mantel rojo la cubría por completo. En ella podían caber con facilidad doce comensales, quizás incluso más, pero solo habían colocado cinco servicios con el recién añadido de Mina, en un extremo de la mesa: en la cabecera, se sentó Richard. Los otros cuatro sitios, divididos en dos a cada lado, quedaron libres para el resto; Mina esperó a que tomarais asiento los demás antes de hacerlo.

En cuanto tomasteis asiento, no tardaron en llegar un par de jóvenes para empezar a servir. Dejaron a la vista, en una mesita lateral, agua, vino, algunas latas frías de Coca-Cola y otros refrescos y zumos, incluso algún botellín de cerveza, dispuestos a servir lo que los comensales pidieran. Había en esa mesita también una coctelera, por si acaso alguien solicitaba una bebida más elaborada. Pronto llegaron unos panes con mantequilla a modo de aperitivo y, enseguida, el plato principal.

Todos pudisteis reconocer ese plato. Ironías de la vida. El cocinero no había tenido idea de lo que pasaría allí afuera, en la espesura, en ese otoñal atardecer que todos habíais presenciado. No había tenido idea, pero allí, en vuestros platos, aparecieron unos finos y apetitosos filetes de venado en salsa de zanahorias y reducción de vino tinto, con guarnición de setas asadas. Claro que no era el mismo venado, no podía serlo y, sin embargo: venado, cervatillo en vuestro plato. Carne y sangre. Con salsa de zanahorias y reducción de vino tinto. Y guarnición de setas asadas, unas setas que se abrían como si fueran las alas de unas mariposas.

Notas de juego

Salvo Richard que está en la cabecera, podéis elegir en qué costado sentaros: hay dos sitios a cada lado. Decidlo al comienzo de vuestro post.

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03/09/2023, 23:50
Lycius von Galler

Muy lentamente, me había dirigido de vuelta a la casa, contra toda mi voluntad ya que había algo ahí fuera, donde habitaba lo oculto, que llamaba poderosamente mi atención, donde Espesus se había forjado, con la extensión de mi mente, de carne y espíritus preñados de ideas nacidas del terror de mi hermana y de la curiosidad mía.

Si en algún momento había parecido dócil,no era más la calma que precedía traicionera a la tormenta, siguiendo el consejo de Paul ¿o fue Petra? Si alguien había pensado que había sido persuadido con un burdo halago, era más fatuo de lo que había pensado en un primer instante.

Las zapatillas golpeaban la tierra, levantando un polvorín de tierra y grava que cubría en parte los zapatos pulidos de la doctora, a la vuelta del apenas par de pasos que había conseguido alejarme del porche (o al largo que dió el collar que retenía al perro)

Atravesando el umbral del recibidor, me zafé con brusquedad del agarre de la invitada y con delicadeza del de mi hermana, enfrentando la mirada de Mina, tras percatarme con entusiasmo, de la aparición de un quinto cubierto. Devolví una mueca de agradecimiento, al tiempo que me posicionaba tras la silla más alejada de mi padre, al lado izquierdo, reposando, junto al la cubertería, el móvil y el bloc.

Con un descuido aparente, retiré la silla situada entre la mía y la cabecera. El ruido rechinó entre las paredes revestidas del salón, sobresaltando, probablemente, no sólo a mí, sino incluso a las mariposas que habitaban el palacio de cristal. Ni por esas sentí reparo al dar un par de golpecitos al asiento, con la mirada fija en la enfermera, acompañando el ademán con una sonrisa ilusionada y sincera.

Tomé una Coca-cola, mirando de reojo los coctails, a sabiendas que esa actitud escandalosa, sacaría a mi padre de su falso positivismo, aunque finalmente, abrí la lata sin muchas florituras y sin esperar que fuese el servicio quien la vertiera, bebí directamente del recipiente, mientras, aún de pie, consultaba el móvil, indolente a la llegada del primer plato

- Parece que alguien si que hizo finalmente el gulash - apunté cínico revolviendo el plato con desgana

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05/09/2023, 13:10
Richard von Galler

—Mantengamos esa fe hasta el final. Él lo merece.

«Y yo también», pensé. En algún momento tenían que acabar todas esas pesadillas.

Asentí a las palabras posteriores de Mina, tratando de quitarle un poco esa incomodidad con una sonrisa.

—Por supuesto, será bueno para todos que estés ahí. Quizá con tu presencia haya un poco más de conversación más allá de ensimismamientos con el teléfono —dije, en tono ligeramente jocoso, mientras negaba levemente con la cabeza.

Y comencé a caminar hacia la mesa, siendo el primero en sentarse. Asentí hacia Mina cuando se quedó de pie, esperando a que todos los demás hubieran llegado y se hubieran sentado antes de hacerlo ella misma. No pude evitar, antes de asentar mis cansadas posaderas, echar un vistazo de soslayo al cuadro de Katherina que tenía detrás, con cierta vergüenza y, quizá, un leve temor reverencial bajo su escrutinio.

Si nos estaba observando... no sé qué podría haber estado pensando de nosotros en aquel momento.

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05/09/2023, 13:29
Laura von Galler

El silencio acompañó mis pasos desde que entramos en el castillo hasta que llegamos al comedor. Un silencio espeso y erizado, un silencio lleno de sombras, que se había instalado bajo mi piel. Esquivé automáticamente la mirada del cuadro que presidía la estancia. Esa mirada siguiéndome me incomodaba más de lo que podía expresar con palabras. Sus ojos, vigilándome aún después de haberse ido, reprochándome lo que había intentado hacer, lo que había hecho. No sabía si algún día volvería a ser capaz de enfrentarme a su mirada.

Una arruguita fina apareció en mi frente cuando vi que estaban poniendo otro cubierto para Mina. Esa fue la única señal que se salió de la indiferencia hacia su presencia en la cena, pero cuando vi que Lyc le señalaba el lugar que podría haber ocupado mamá, la arruguita se hizo un poco más grande.Caminé hasta ese sitio como si no hubiera visto los gestos de mi hermano, y me senté ahí con un suspiro.

Pedí una Coca-Cola y vertí su contenido en mi vaso mientras iban sirviendo la comida. Mordisqueé un panecillo con algo de desgana y mi mente lejos de ahí, en el patio o más allá del patio, en el bosque, en las sombras que ahora abrazaban el castillo entero con sus tentáculos.

Cuando llegó el plato —carne y sangre— me lo quedé mirando unos segundos en silencio. Adoraba la carne poco hecha, era de mis platos favoritos, pero todavía tenía la mirada del cervatillo impregnada en el fondo de los párpados; la belleza atroz de la sangre derramándose desde su cuello, cayendo por su pelaje hasta formar un charco en el suelo. Un charco con forma de mariposa. Tomé el tenedor y toqué una de las setas con las puntas sin llegar a pinchar, solo haciéndola aletear. No tenía mucha hambre, o eso pensaba, pero el aroma fuerte del venado acariciaba mi nariz y empezó a crecer un cosquilleo en mi estómago. La boca se me llenó de saliva y bebí un sorbo de mi vaso.

Luego miré a mi hermano ahí todavía de pie y estiré el cuello para intentar ver qué miraba en el teléfono.

—¿Qué haces?

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06/09/2023, 07:53
Richard von Galler

Estaba sentado cuando los demás llegaron, apoyando los codos en la mesa con las manos entrelazadas sobre la boca, sujetando mi barbilla con ambos pulgares. Cuando Lycius avanzó, apartando la silla de mi lado derecho y señalando a Mina para que se sentara, fruncí ligeramente el ceño, escrutándole. No dije nada, sin embargo, me quedé mirándole durante unos segundos, examinando ese ánimo que parecía haberle provocado que Mina cenara con nosotros.

Era lógico, supongo. Mina era la persona que más tiempo pasaba con él; pero él no era el único que vivía y sentía en ese lugar.

Cuando llegaron los platos observé el mío con curiosidad, menuda ironía. No desenlacé mis manos, esperando a que todos se hubieran sentado antes de tomar los cubiertos. El olor era de lo más atractivo y, quizá, pude llegar a sentir cómo el apetito se me abría un poco incluso pese a las pocas ganas que tenía de comer nada, algo que parecía extenderse en el tiempo. Desde luego que contratar a ese cocinero fue un acierto, es un placer tener unos platos tan llamativos y agradables y, la verdad, en esos momentos una carne de un sabor tan fuerte como la de venado encajaba perfectamente con lo que yo mismo necesitaba.

«Algo tengo que comer... y esto tiene una pinta...», pensé, siendo que últimamente mis comidas se habían reducido a dos al día y no precisamente copiosas.

Hice un gesto al sirviente que estaba más cerca de la mesa de refrigerios.

—Vino y agua fría, por favor —solicité en tono tranquilo y respetuoso.

Observé al sirviente mientras me servía ambas copas, la grande de vino y la pequeña de agua, y le asentí en agradecimiento cuando volvió a su lugar.

Ver a Laura adelantándose para sentarse en ese mismo asiento me hizo esbozar una media sonrisa casi completamente cubierta por mis manos hacia ella, aunque perceptible para quien se fijara lo suficiente en quien presidía la mesa. No tardé en suspirar, de todas maneras, ya que lo normal habría sido tener a mis dos hijos a cada lado.

Al parecer, ni siquiera la presencia de la enfermera era capaz de hacer a Lycius plantearse el no estar con el teléfono hasta el punto de que ni siquiera se había sentado mientras empezaba a lanzar comentarios sobre la comida. Ni cinco minutos había tardado.

La pregunta de Laura me pareció ligeramente divertida dentro de los pensamientos que yo mismo estaba teniendo. A saber si Lycius estaba buscando, siquiera, los ingredientes del gulash para darse cuenta de que el plato que teníamos delante no tenía ningún tipo de parecido con un guiso. Observé a mi hijo con curiosidad pensando en que, si quería comer de pie, lo más conveniente sería pedir a uno de los sirvientes que le apartaran la silla para que estuviera más cómodo... aunque eso no podía ser.

No en nuestra mesa.