Partida Rol por web

Nicole se había quedado petrificada en donde estaba. Los gritos de sus compañeros aún rezonaban en su cabeza; y ella no podía creer que algo tan horrible estuviera pasando. Quiso echarse a llorar, abandonarlo todo. Quizá, pensó, así terminaba con toda aquella terrible pesadilla...

Cayó sobre sus rodillas, abatida. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo reaccionar? No tenía a quien acudir. ¡Ni siquiera podía salir de aquella habitación!

Su mano se crispó y sorprendida sintió como sus yemas saboreaban la textura del cuadernillo antes encontrado. ¿Debía leerlo para encontrar sus respuestas? ¿Para salir y volver a ver a su esposo? Una lágrima surcó su rostro. ¿Es que alguna vez saldría de allí?

No había pasado mucho tiempo para que cuatro figuras inconscientes despertaran tras la estrepitosa caída. Ian, el primero en reaccionar, sintió un fuerte dolor en su espalda producto de la caída sobre el suelo, o lo que pareciera que fuera lo que estaba pisando. El piso mostraba - o eso sentía él - picos y formas extrañas que se le clavaban a uno en el cuerpo. Adolorido, se puso en pie y empezó a barrer la zona con el fin de encontrar a Susan. Le había seguido Leonard y Scarlett. El policía también mostraba dolor en su rostro. Sintió sus manos húmedas y al llevárselas a la cara sintió como el olor a sangre invadía su nariz. Un repentino as de luz invadió la habitación, sorprendiendo a aquellas tres personas. La mano que sostenía la linterna era la de Susan, quien se encontraba sentada en el suelo, con una expresión de digusto en su hermoso rostro.

Todos tenían las caras manchadas de cenizas, y sus ropas se habían impregnado también de la gris sustancia, dejando sobre ellos un olor a muerte difícil de ignorar.

Susan estaba paseando la linterna de un lado al otro para observar que había allí, y pronto quedó de manifiesto que se encontraban en el famoso Teatro de Marionetas. Moviendo la luz al fondo de la habitación se observaba un escenario lleno de títeres derretidos; y si se paseaba de derecha a izquierda por la zona, también se podían ver los asientos, o lo que quedaban de ellos, la mayoría vueltos cenizas, y los que no, caídos y grisáceos. Allí también habían personas, o mejor dicho cadáveres quemados y pegados al suelo, envueltos sus rostros por la ceniza circundante.

Ian sacó su arma y Leonard le imitó. Scarlett había reaccionado finalmente al golpe y había colaborado con su propia linterna para dar más luz. Mientras los dos hombres caminaban por la habitación, intentando no pisar los cadadveres, en busca de una salida de aquel infierno. Las mujeres seguieron inspeccionando la habitación. Susan había encontrado más escena de destrucción con su linterna, mientras que la pelirroja había dirigido su luz hacia las paredes, topándose con un cuadro gigante.

Susan, que miró por el rabillo del ojo el hecho, miró también al cuadro y su boca se abrió ligeramente en una muestra de sorpresa. El cuadro representaba a una mujer rodeada del fuego. Parecía el mismo demonio.

- Miren esto - intentó decir Scarlett, pero su voz sonó apagada mientras una expresión de terror se dibujaba en su rostro.
- El cuadro... ¡el cuadro se está moviendo! - intentó gritar Susan, pero su voz sonó como un chillido a causa del terror.

Ian y Leonard se voltearon al unísono y en sus rostros también se dibujo una expresión de sorpresa. Una fuerte oleada de calor los envolvió, y los cuatro observaron con los ojos salidos de sus órbitras como la mujer de fuego salía del cuadro. La dama era realmente gigantesca y expelía llamaradas en todas direcciones. Scarlett se apresuró a escapar, no sin antes ayudar a Susan a hacer lo mismo.

- ¡Alejénse o les quemará! - gritó Scarlett a todo pulmón.

Entonces se oyó el sonido de unas puertas viejas abriéndose. El chirrido fue tan sonoro, que la mujer de fuego dirigió su atención al recién llegado.

- Cariño - dijo el recién llegado, hablándole a la mujer de fuego. - No los ataques, los necesito vivos, al menos por ahora.

El que hablaba era un hombre vestido completamente de negro, de una manera elegante y distinguida.

La dama de fuego volvió a su cuadro ante la sorpresa de los cuatro extraños. Scarlett fue la primera en observar al recién llegado. Inmediatamente sus hermoso rostro se transformó en una máscara de odio, y cuando habló su voz emitía sólo veneno:

- ¡Tú! - gritó la mujer.

Y entonces Ian, Leonard y Susan lo supieron. Aquel hombre era el circense, el anfitrión que le había puesto ante todas esas pesadillas. Aquel era Alexander Gouchet.

Me arrodillo temblando, pero mi corazón dice que debe existir información valiosa que debo saber, la voz de mi hijo la escucho en mis oidos, es como una invitación, un momento de terror necesario. Abro el mismo y leo.

-Por fin el cobarde titiritero se hace presente ante nosotros- dijo Leonard con una carcajada y una divertida sonrisa en su rostro. Quizás lo que allí sucedía atormentaba a los demás, pero a él poco le preocupaba. Había descubierto el juego de Gouchet y eso le había conferido paz. -¿Has podido superar ya el horror de haber convertido a tus hijas en lo que son?- preguntó con sorna -¿Has logrado escapar de tu conciencia viejo egoísta? No, seguro continúa atormentándote. Quizás incluso tu miedo te azota con fieras cadenas- agregó recordándole al francés la figura del demonio que lo persiguiera en el pasado. -Quien sabe. Quizás así como nosotros logramos salir de los espejos lo mismo sucedió con él. Bueno, no me importa. Lo que si me interesa es saber si piensas continuar aburriéndonos mucho más tiempo con este espectáculo casi tan malo como tus obras circenses. ¿Sabes? Creo que el incendio fue lo más emocionante que ocurrió aquí-

El lugar no les daba respiro, se sucedían un evento tras otro sin parar. Si Susan hacía unos cuantos minutos u horas antes (no lo sabía, había perdido la noción del tiempo) se había reído de las historias de demonios y pensaba que todo lo que veían era simple ilusionismo, todo en su cabeza había cambiado. Estaba mucho más abierta a cualquier explicación loca sobre todo lo que ocurría. Espíritus, zombies, fantasmas, todo era aceptable para ella, aunque al mismo tiempo le costaba creer poder estar junto a seres de ese estilo. Y si todo lo de la mujer saliendo del cuadro y la llegada de Gouchet no habían alcanzado para dejarla con la boca abierta, la respuesta de Leonard sí lo hizo. Sonaba como un desquiciado. No lo había visto siquiera sonreir en todo el tiempo juntos, pero en ese momento reía a carcajadas primero para luego buscar molestar al viejo. Susan no podía reaccionar, incluso la presión de sus dedos sobre su arma se había cedido un poco. Se preguntaba por qué el hombre los necesitaba vivos y cómo harían para salir de allí. De momento la misión de rescatar al pequeño Peter le parecía algo muy lejano.

Ian no tenía el valor de bajar su arma. Seguía apuntando, intermitente, a todas aquellas repentinas apariciones que se sucedían ante él y sus compañeros. Incluso apuntó ,aparentemente sin querer, a Leonard cuando soltó su amenaza suicida sobre aquel tipo.

Todo lo que estaba ocurriendo aquella noche iba deteriorando lentamente su salud mental.Se veía a si mismo una vez mas sin control ,conteniendo milagrosamente su dedo índice posado sobre el gatillo. - Todo esto es cosa tuya... este lugar... que quieres de nosotros?? - preguntó al titiritero con un nudo en la garganta,nervioso... desencajado...

-Su.. Susan ! Te encuentras bien? - por un instante le invadió la serenidad para poder soltar la pregunta, que surgió más bien ,fruto del bloqueo que de una preocupación real.

-Tranquilo niño- le dijo a Ian cuando este le apuntó -Para ser un asesino tienes la sangre bastante caliente. ¿Por qué no te relejas un poco? ¿A caso no escuchaste que el gilipollas este todavía nos necesita vivos?-

_Sí, gracias Ian.

No podría estar mejor.

Archer era capaz de mostrar la más absoluta de las calmas en un momento caótico y espeluznante como aquel... Ian no pudo seguir discutiendo.En aquel momento la cosa no estaba como para montar numeritos... - ya tendré mi momento servido en plato frío - pensó mientras bajó lentamente el arma.

Seguía empuñándola mientras habló con Leonard - Aun así no deberíamos provocarle... maldita sea !! conseguirás que nos maten a todos!! . Dudadaba seriamente de la inmunidad ofrecida por Gouchet.

-Buen chico. Ahora entiendo por qué mi primo se lleva también contigo. Eres un perro bien domesticado. Ahora siéntate y deja que los hombres platiquen- se burló del asesino.
-Y tu cobarde- dijo dirigiéndose a Gouchet -¿Vas a aprovechar tu oportunidad para redimirte? ¿O seguirás cubriendo tus errores con vergüenza como hiciste hasta ahora?-

Alexander Goucher miró a los allí presentes con sorpresa. ¿Aquél conjunto de seres peleando se hacía llamar "grupo"?

Observó a Leonard, Susan e Ian alternativamente, y una leve sonrisa se dibujo en su rostro. Alzó su dedo índice y apuntándolo a cada uno de los aventureros, dijo:

- Ian Brown, Susan Fox y Vincent Von Hausen, ¿es así o me equivoco?

En sus ojos había cierto brillo, que no se podía definir si era maligno o divertido. Con aquella mirada brillante, se quedó mirando al policía, y dijo, llevándose una mano al pecho:

- No sé de qué me habla usted, ¿señor Von Hausen? Para estar arrepentido, tengo que tener algo por lo que culparme, y honestamente no encuentro en todos mis años de vida nada execrable. La pérdida de la gloria de antaño de mi teatro es lo único por lo que mi corazón se entristece, pero por lo demás no tengo nada de que arrepentirme. ¿Me habla usted de mis adorables hijas? ¡Oh!, no sabe usted lo feliz que son. ¡No sé que le hace pensar usted lo contrario! Realmente, habla como si me conociera de toda la vida, y es la primera vez que le veo.

Dejó de posar sus ojos en Leonard para observar a Ian. Su dedo índice se extendió una vez más, para señalar al arma:

- Este lugar es mío efectivamente, señor Brown, y todo en él me pertenece, desde este polvo - y pateó levemente el suelo del teatro, levantando una fina capa de polvo -, hasta ustedes, que tan amablemente me han hecho una visita, por su puesto que no prevista. Y los quiero simplemente vivos, simplemente porque son mis invitados, aunque insisto que no sé por qué tengo el honor. Son ustedes los que se han infiltrado aquí. ¡Culpen a quién los hizo entrar en el teatro!

Dejando a Ian como había hecho con Leonard, vio a Susan, hizo una reverencia hacia ella y luego miró a Scarlett, quien seguía echando veneno por los ojos en dirección al circense. A Gouchet le brillaron aún más los ojos y se pudo ver una sonrisa asomando a sus ojos.

- Y usted, es la que más me cofunde, señorita Scarlett Johnson. ¿Es que usted no ha aprendido su lección? ¡La venganza es mala, mi dulce señorita! Lo único que va a encontrar aquí va a ser su muerte, ¿y no queremos eso verdad?

Scarlett aumentó su expresión de desagrado, lo que hizo sonreír aún más al circense.

- Por cierto, perdonen mis malos modales - continuó Alexander Gouchet - bienvenidos a mi esplendoroso Carnival. Espero no mis criaturas no les hayan causado muchos problemas, y si es así, permítanme darles mis disculpas. Siéntase libres de ponerse cómodos y de presentarles a mi adorable familia. Creo que ya conocen a mis hijas Cécile y Juliette, mas no a mi querida Samantha, ¿así es, no? Si tienen el placer de acompañarme...

Nicole con manos temblorosas se sentó, apoyando la espalda contra la puerta, y abrió el cuadernillo. Dentro habían fragmentos sueltos, algunos en inglés y otros en francés. Todos estaban escritos con una letra que podría dar envidia a cualquier mujer de la alta sociedad, con sus curvas y este elegante estilo inclinado que posee la letra antigua.

La señora Johnson saltó los fragmentos en francés. Estaba pasando página tras página hasta que se detuvo en una en donde el fuego había consumido sus esquinas. Interesada, empezó a leer:

"13 de julio de 1803,

Ya han pasados varias horas desde el incendio y aún veo cuerpos retorcerse en busca de agua. Mientras escribo esto, observó como Clarissa ha pasado a ser una grotesca representación de un ser humano y a mi Sam, que si apenas respira.

¡Malditos desgraciados de esos mecánicos! Tengo sus nombres y los buscaré aunque se me vaya la vida en ello. ¿Creen que pueden librarse de mi venganza después de todo lo que me han hecho? ¡Ya verán! Pisaré y escupiré sus cuerpos mientras se queman en el infierno que les tengo preparado, ¡como que mi nombre es Alendander Gouchet!"

Nicole tragó saliva ante aquel fragmento. ¡Ese hombre había pasado por lo mismo que ella! La mujer sentía como si hubiera estado ahí y ella misma fuera Gouchet, y en lugar de su Harry estuviera una jovencita con su piel totalmente quemada.

Con las lágrimas amenazándole por caer en las esquinas de sus ojos siguió leyendo:

"22 de agosto de 1824,

Ayer me encontré con William Ferguson, el último de los mecánicos que quedaban vivos. Estaba tan borracho que ni se lo vio venir. Lo invite al circo, por los viejos tiempos, y allí mis nuevas criaturas se encargaron de él. Vi como lo acuchillaron y la sangre que escapó de sus heridas me lleno de deleite.

Cuando ya me había divertido lo suficiente, subí al despacho y me contré con que una caja que esperaba por mí para ser abierta. Se trataba de la vieja Eugenia, esa que me ha regalado los libros de magia negra. Adentro encontré una especie de muñeco burlón, con una gran sonrisa maligna y clavos saliéndole por doquier. Mi buena amiga le ha adjuntado una nota, que dice: 'Ten cuidado con él'

¿A quién debo tenerle cuidado? Ahora con mis conocimientos y con los mecánicos muertos ya no temo a nada. Lo que me resta es encontrar la manera de devolverle la vida a Samantha, y volveré a ser feliz."

Nicole volvió a tragar saliva en aquel punto, pero porque tuviera lástima del circense, sino esta vez por miedo. Ahora que se encontraba sentada en el suelo, podía ver lo que había bajo la mesa de trabajo. Allí había una caja abierta, de la que salía una figura muy rara grisácea. ¿Sería aquella la caja mencionada?

La mujer siguió leyendo:

"1 de enero de 1868,

Mientras todo el mundo se encuentra celebrando la llegada del año nuevo, uo brindó con una copa bien en alto pues ya termine de arreglar el laboratorio. Le he mandado a Eugenia una carta con la buena nueva, ¡al fin podré devolverle la vida a Sam! Lo único que necesito es una víctima."

"27 de febrero de 1868,

¡Estoy tan feliz! La máquina ha funcionado como lo he pensado.

A veces creo que mi suerte no podía ser mejor, y hoy lo comprobé. Cuando me preparaba para salir, se me acercó un viajero perdido buscando un teléfono para llamar a un familiar. Yo acepte ayudarlo, y cuando estaba en el despacho le di un fuerte golpe en la cabeza y se desmayó.

Me costó llevarlo a él y a Sam hasta la máquina, pero cuando estuvo preparado vi con alegría como las agujas succionaban su sangre, que iba a parar a mi hija. Después de la transfusión, Samantha abrió sus ojos y de su boca salió un gemido. ¡Volvía a vivir!, pero no estaban en sus plenas facultades.

El éxito de mi empresa me da esperanzas de volver a ver a Sam sonreír, de ser la niña que era antes de que muriera. Tendré que trabajar más para cumplir mis objetivos."

Nicole tenía para ese momento los ojos abiertos como platos. ¡¿Pero qué demonios?! ¿Una máquina que le extraía la sangre a sus víctimas para dársela... dársela... a una niña muerta? La señora Johnson sintió naúseas. ¿Es que aquella maquinaria se encargaría que ella y sus compañeros de aventuras pasasen a mejor vida?

La mujer siguió pasando las páginas, pero de repente el francés había dejado de escribir para ese momento. Después de volteadas unas cuantas hojas, los 1800 quedaron atrás y aparecieron los noventa.

"14 de octubre de 1998,

Hoy el día ha sido muy provechoso. Esta mañana vi los primeros indicios de independencia en el cuerpo de Sam: ya puede caminar, pero debe hacerlo con unas cuerdas amarradas a sus brazos, como si fuese una marioneta. Los implantes metálicos que le instale han funcionado de maravilla. Además de la mejora reciente, también puede mover las manos con libertad, aunque no usarlas con la naturalidad que desearía. Necesita entrenamiento para eso.

La otra noticia buena que tengo es que esta noche he conocido a un aliado más, no sólo de buen perfil, sino también millonario. Me encontré con este hombre en el bar de Philippe, y cuando me dijo su nombre no me lo podía creer: era Adolf Von Hausen."

Cuando la señora Johnson leyó aquello, se le cayó el libro al suelo. ¡El señor Von Hausen estaba conspirando con el circense!

Con el sudor perlando su frente y las manos temblándole aún más, volvió a agarrar el diario y buscó la página que estaba leyendo para continuar con la lectura.

"Von Hausen parece muy interesado en mis conocimientos de magia netra. Me ha preguntando cómo he hecho para sobrevivir a un inciendo y aún mantenerme joven después de tantos años. ¡Un hombre muy curioso aquél! Me prometió ayudarme si yo colaborada con su búsqueda de la vida eterna.

He firmado un pacto con él. Me preguntó qué tido de ayuda necesitaba, y le dije que buscaba víctimas, personas realmente jóvenes, con sangre vigorosa y fuerte."

¿Jóvenes? ¿Sangre vigorosa y fuerte? La señora Johnson sentía todo su ser temblar; pero aquello no le impedía seguir leyendo el diario, que después de los noventa saltó hacia el presente 2000.

"18 de marzo de 2009,

Ayer en la noche Von Hausen me ha llamado todo emcionado. Tenía un plan un poco desquiciado, pero le escuche pacientemente. Al millonario se le había ocurrido una manera de hacernos ricos y de que yo reviviese a Sam de una vez por todas. Quería que fingiéramos un secuestro.

Aquello me tomó tan de sorpresa que al principio pensé en negarme, pero luego le interrogué sobre lo que tenía planeado. Me ha respondido que estaba en unos negocios ilícitos con drogas, y que sospechaba que su sobrino, un policía, estuviera pisándole los talones para meterlo en la cárcel. Pensaba que si fingía que secuestraban a Peter, su hijo, éste iría a buscarlo, y que él se encargaría de llevármelo, no sólo a él, sino también a otros tres."