Partida Rol por web

El nuevo día llegaba y la esperanza reinaba en los ojos de aquellos que abrían sus ojos pero sería apagada rápidamente.

Entre los presentes en aquel lugar, no era sólo un cadáver el que encontraron. Con una mano estirada justo rozando la mano de Alec, se encontraba el cuerpo inerte de Esther, con un disparo limpio en el entrecejo. Sus ojos estaban completamente abiertos y podía verse la tristeza en su rostro, buscando a Alec en su último aliento.

El panorama era menos alentador al ver sangre alrededor del cabello de la joven pelirroja. Logran voltear su cuerpo para encontrar su cuerpo destajado y unos cuantos rasguños en su pecho. La joven había luchado por moverse pero no había logrado gran cosa con su esfuerzo. La muerte la había encontrado antes de poder alertar a alguien, pero algo llamó su atención. Sus manos se veían particularmente brillantes y al tratar de tocarlas, perciben una rigidez antinatural, casi como si sus manos fueran ahora de porcelana.

Como un acto reflejo, se dirigen al estante con las muñecas para ver qué muñecas encuentran en el suelo pero, al parecer, el sangriento espectáculo de la noche anterior había sido borrado, cortesía del hotel, suponían algunos. La visión que encontraron allí llenó de terror sus corazones, pues eran cinco las muñecas que habían en el suelo y sólo habían dado con dos cadáveres. No había que ser muy listo para comprender el mensaje a cabalidad, así que unos voltearon las muñecas y otros recorrieron las habitaciones. En la 205, encontraron el cuerpo de Benén, aún en su cama, con los ojos desorbitados, sus músculos aún tensionados y en una extraña posición. Tenía una desagradable babasa en su boca y de sus ojos y orejas salía un hilo delgado de sangre. Su rostro expresaba una terrible agonía, indicios de una muerte tortuosa y lenta.

Siguieron buscando y en la 302 encontraron el cadáver de Sara. Parecía ser una mujer fuerte, así que el estado de su muerte era un poco desconcertante. Estaba tendida en su cama, con los ojos hinchados y las mejillas humedecidas. Tal vez por una larga agonía. De sus muñecas y brazos brotaba sangre, formando charcos en su cama y logrando alcanzar el suelo. Además de eso, una herida atravesaba su garganta, tal vez aquella que le había dado muerte, y a un costado se encontraba un cuchillo grande, un poco más pequeño que un cuchillo de cocina convencional. Estaba allí, aún goteando sangre y a una distancia perfecta de su mano, indicando la causa de su muerte.

Pero aún había dos muñecas más, una de ellas tenía una gabardina de color negro y sus rasgos eran inconfundibles, Wolfgang era uno de ellos. Subieron por las habitaciones y en la 301, encontraron al hombre de rodillas en el suelo y su cuerpo reposando contra su cama. Una sonrisa de satisfacción se veía en su vacío rostro y dos puñaladas en su espalda en puntos estratégicos de la misma, las cuales le causaron una muerte segura al atravesar sus pulmones.

Sólo una más, cabello castaño y rizado, muy similar a una muñeca que ya había sido vista días anteriores. Henri era la última muñeca pero aunque trataron de buscarlo, no daban con él. No sabían dónde podía haberse metido y no querían revisar las habitaciones de los muertos pero ahora, había un muerto que no habían podido hallar.

Revisaron las habitaciones con cadáveres y en la habitación 207, a los pies de la cama de Louis, se encontraba Henri, su cuerpo contra la pared, reposando sin vida. Su forma de muerte había sido la misma que la de Sara. Todo parecía indicar que no había soportado la presión de vivir sin su hermano. Ahora, estarían muertos, así el corazón de Louis perteneciera a alguien más. Henri debía estar junto a él, como siempre había sido.

La voz de su anfitrión vuelve a resonar por el altoparlante y entre risas, dice - Sí que han sabido aniquilarse esta noche - reía descontroladamente, luego tose. Parece que no se encuentra muy bien. ¿Estará enfermo?

- Ya que han hecho todo tan bien, quisiera darles un anuncio importante - hace una pausa dramática y podían darse cuenta de la ironía en su tono porque él mismo imita el sonido de los tambores. - Durante este día, tendrán la posibilidad de invitar a alguien a su habitación y hablar en privado. Sólo por hoy, les recuerdo - vuelve a toser aunque su último espasmo parece una arcada malograda. - Aprovéchenlo, pues se acercan las votaciones - sigue tosiendo y termina en un profundo silencio.

Aquello era catastrófico: Jamás había visto tantos cuerpos juntos muertos... Era un verdadero desastre. Cerró los ojos, tratando de calmarse.

-Esto va de mal en peor... Si no los detenemos pronto, acabarán con todos.

Comentó, en voz alta. Después de las palabras de Tae y a sabiendas de que no iban a salir con vida, decidió arriesgarse a invitar a alguien a la habitación...

-Señor Kenneth.. ¿Le apetecería hablar a solas conmigo? 

Desde el principio había sido alguien que le interesó, y sin duda ahora podían tener un momento para aclarar ciertas dudas que se cernían sobre cómo había muerto y resucitado. Era una oportunidad de oro.

Observo los cadáveres muertos con bastante detalle, mirando las marcas de cada uno.

—Evidentemente, estamos ante varios asesinos con distintos modus operandi. No sé de criminología, pero pasamos de un balazo o una cuchillada a un auténtico destrozo... —niego con la cabeza—. Esto... esto se nos va de las manos. El pánico está cundiendo y parece que cada vez caen más huéspedes.

La petición de Andy me arranca automáticamente un fruncimiento de ceño, y más después de que ayer desatara bastantes sospechas sobre sí.

—¿No puede preguntarme lo que sea aquí? —pregunto, mientras me enciendo un cigarrillo—. Si alguno de los asesinos colabora con el chino ese, que es lo que creo, se enterará de lo que sea que hablemos. Seguro que tiene oídos en todas partes, el bastardo... Y no quisiera que nadie piense que estoy tramando mierdas en secreto con nadie.

Tras una noche de calma, llegó la tormenta y con ello la aurora del nuevo día que trajo consigo cinco muertes más.

Noor sentía asco por estar acostumbrándose a aquello. El ser humano nunca debería poder adaptarse a cosas tan violentas. Para él el grito del primer día de la muñeca, que trajo consigo el derrumbe de la dueña del hotel, había resultado ser lo peor hasta ahora. Cada muerte que se iba sucediendo era dolorosa, pero aún así, Noor mantenía su perspicacia intacta.

A falta de alguien que enlazase mejor cada muerte, sería él el que empezara.

Seguramente durante el día veremos a alguno de los muertos volver de su casa de muñecas, comenzó, dirigiendo la mirada a Loren y a Kenneth. Lamentablemente a Esther la hemos perdido, como ya perdimos a April. Entre nosotros hay un asesino que se asegura que no puedan volver, hizo referencia a las muertes de las dos mujeres, porque ambas habían sido asesinadas por un tiro en la cabeza.

El suicidio de Sara puedo explicarlo, dijo mirando al suelo, desconsolado. Era el alma gemela de Benén. Al morir éste, ella no pudo aguantar la pérdida. Volvió a levantar el rostro, ésta vez extrañado. Lo que no entiendo es que hayan muerto en habitaciones separadas, ya que por la noche deberían ser capaces de protegerse uno al otro. No sé, negó con la cabeza.

Hasta ahora eso era lo único que había conseguido dilucidar. Tenía más cosas que investigar, pero para ello primero necesitaba hablar con una persona en concreto en privado.

Alicia, se acercó a la pequeña. Creo saber la razón por la que Louis entró en tu habitación. ¿Te importa acompañarme? No quiero tener que decirlo aquí, murmuró mirando a Michelle, la única que quedaba del grupo de los jóvenes.

Alec se despertó tranquilo. Abrió los ojos y sintió el roce de la mano de Esther en la suya. Se incorporó y se dispuso a saludar a la mujer cuando vio lo que le había pasado. Los ojos se le abrieron cono platos y de su boca salió una única palabra, casi ahogada. No..!

Retrocedió andando hacia atrás a cuatro patas y sin poder apartar la mirada de la mujer rubia que tanto le había ayudado. Llegó hasta la pared de la habitación así y cuando su espalda tocó la fría pared se echó a llorar tapándose la cara con las manos. Tras largos instantes pareció calmarse. Haía dejado de sollozar, pero su respiración parecía muy agitada, cada vez más agitada. Cuando levantó el rostro y se levantó, todos pudieron una expresión completamente diferente en él. Era seguridad y enfado... O tal vez solo indignación? Se dirigió hacia Michelle y le habló a una distancia muy cercana, algo muy raro en él. Porqué? Dijo, en el tono más alto que habían podido oír hasta hora de boca del joven, aunque sin gritar. Tú ayer dijiste que no te fiabas de ella, que sabías que Louis era bueno y hoy ella aparece con un balazo en la cabeza. Fuiste tú? Necesito respuestas, todos parecéis señalar a Esther como culpable con el pretexto de que Louis era inocente, pero no decís nada para aclararlo.

Miró a Noor, en sus ojos se podía ver la súplica. Dínoslo a todos, por favor. Necesito respuestas. Yo... Bajó el tono de nuevo, casi un susurro, y una silenciosa lágrima recorrió su rostro. Me siento muy perdido. Necesito saber si ella... Si no lo queréis decir en alto al menos decídmelo solo a mí, pero no puedo seguir así.

Se obligó a mirar a Esther y se acercó a su colchón, que se encontraba cerca del suyo. La miró unos instantes y las lágrimas volvieron a sus ojos. Era la que más se había preocupado por él y ahora estaba muerta. Sin decir nada, empezó a empujar el colchón mientras sollozaba, con la intención de llevarla a la habitación 202. Sus intentos casi resultaban inútiles. Entre el llanto y su poca fuerza apenas consiguió arrastrarla medio metro. Ayuda... Sollozó.

Al sentir la desconfianza de Kenneth hacia él, hace una pequeña mueca y niega con la cabeza.

-Vale.

Luego empieza a mirar a los demás.

-Entonces no tengo interés en subir con ninguno mas. 

No se fiaba en ningún otro. Había esperado que al menos Kenneth si lo hiciese, pero parecía que tampoco quería saber nada de él.

-De acuerdo.

Se sentó en el suelo, un tanto agotado de aquel juego macabro. 

-No me fío del ruso. Llevo sin fiarme de él desde el día anterior. Si no puedo fiarme de nadie para decirlo en privado y evitar mi muerte por la noche, entonces lo diré en alto, y que me juzguen. Morir como un mártir siempre es mejor que morir sin haber hecho nada.

—No tengo ni la menor idea, Hussein —contesto al tipo árabe cuando me mira—. No sé cómo fue que volví a la vida, ni siquiera sé si morí realmente o qué pasó. Solo sé que estaba aquí, luego era una muñeca y de nuevo de vuelta —me encojo de hombros.

Luego me giro a Andy y lo miro durante unos segundos en silencio al mismo tiempo que exhalo algo de humo.

—Es normal que desconfíes de él —contesto, dedicando solo una mirada de soslayo al ruso, del que ni siquiera sé el nombre—. Pero bueno... tenemos los mismos motivos para desconfiar de él que de cualquier otro, ¿no es cierto? Esto no es tan sencillo...

Busco entre los que hay a la muchacha que parece una muñeca (Michelle), la petarda que se puso a contrariarme el primer día.

—Ey, tú, chiquita, ¿cómo te llamabas? —le digo, y sin esperar su respuesta continúo, gesticulando con la mano en la que sujeto el cigarrillo entre los dedos índice y corazón—. Tú tienes pinta de saber bastante de los rollos esotéricos de las muñecas, no creo que vinieras solo para compararte con ellas, ¿o no? ¿Tienes algún tipo de... —me pongo el cigarrilo entre los labios y mientras inhalo una calada, hago gestos vagos con las manos alrededor de mi cabeza— conexión con las muñecas, las almas, o qué sé yo?

Amanda estaba afectada cuando se reunió con todos. Tantas muertes de golpe cuando la noche anterior no había habido ninguna fue algo difícil de esperar. Al parecer no era la única, la mayoría de los presentes estaba igual que ella, preguntándose como es posible que pasara aquello y lo más importante. Quien.

La desconfianza era latente en los rostros de todos, nadie se fiaba de nadie y ni siquiera se les podía culpar por ello... pues tenían sobradas razones para hacerlo. Sin embargo, la joven inglesa creía que había algunos en los que confiaba más que en otros, esperando no equivocarse por ingenua.

-Señor Reynolds, sé que entre nosotros no hay demasiada confianza- en realidad hasta ahora Amanda se había distanciado un poco por desconfianza. Pero ahora veía la necesidad de la unión, de acabar con los artífices de los asesinatos nocturnos. Y era de aquel hombre de quien más se fiaba, a menos de momento- pero quiero hablar con usted porque hasta ahora me resulta el menos sospechoso.

Amanda le indicó el camino a su habitación, sin estar muy segura de si él le seguiría o no.

Había una mujer interesada en hablar con él...

..Pero... ¿Podía fiarse?

Quizás simplemente estaba buscando la manera de saber lo que él sabía. O quizás realmente sirviese para algo. No podía saberlo... Tenía que tomar una decisión.

La miró por unos segundos, y luego miró a los demás. 

Alzó una vez mas la voz mientras comentó un par de cosas.

-Señor Vernell: Reitero. Me encantaría hablar con usted, si es que en algún momento se fía de mi, pero por ahora...

Miró a su alrededor, suspiró y trató de calmarse. No podía negar que le asustaba el hecho de estar a solas con alguien que, si salía mal, si se había equivocado juzgándola, podía añadirlo a la cuenta de muertes.

-.. Estaré un tiempo en la habitación de la muchacha. Ah, por cierto...

Miró una vez mas a todos y colocó su mirada en Hikari, la mujer asiática, un tanto interrogante.

Luego suspiró, miró a los demás.

Tras ello miró a Michelle. Parecía querer hablarle, pero antes de hacerlo, se dio la vuelta y marchó... Aunque fuese por un par de minutos.

Lisseth había vuelto a dormir en un sofá muy incomodo, cuando se levantó estaba engarrotada y le dolía todo el cuerpo. Esperaba que esa mañana fuese tranquila, como el día anterior, pero no pudo evitar vomitar al ver la cantidad de muertos que habían habido ese día.

Se acercó a Kenneth.

-Creo que... tenemos que empezar a dejar de desconfiar de todos... A este paso, sea quien sea, va a acabar con todos nosotros en menos de 2 días....

Al ver llorar desconsoladamente a Alec, se acercó a él y le abrazó, llorando ella también. 

-Yo... yo te ayudo si quieres

Me despierto incómoda de haber dormido en el suelo. Desde luego prefería dormir bajo un buen fajo de paja, que no en el suelo, era mas confortable. Fui de los últimos en despertarme y lo esperado se hizo realidad, nuevos cadáveres yacían ante nosotros. Esta vez no me sobresalté tanto, pero ver tanta sangre seguía impáctandome, y me llevé la mano a la boca.

Pero sólo dos personas? Pregunto al ver a Esther muerta al lado de Alec. Habían más muñecas en el suelo, un total de cinco, pero rápidamente llegaron noticias del resto de cadáveres que se hallaban en las habitaciones. El chino nos dio la oportunidad de invitar a una persona para hablar de forma privada. Sería bueno para investigar mas calmadamente, pero a quien?

Lisseth tiene razón, si seguimos desconfiando de todos, seremos víctimas fáciles para morir ante los asesinos. Si se trata de diferentes personas, como parece ser por las marcas, entonces va a peor la cosa, y el numero de muertos es alto. La chica japonesa sin duda me pareció tener sensatez en todo cuando hablaba y ser desproticada por la gente. Decidida la invito a hablar en privado.

Señorita Hikari, le importaría venir a mi habitación para poder hablar en privado? Tengo entendida que la cultura japonesa avala bastante respecto a los muertos. Creo poder contar algo de su interés.

El amanecer trajo consigo otros cinco muertos, cada vez me impactaba más cada caída, a pesar de que realmente no me sentía unida a nadie en especial, si seguíamos muriendo a ese ritmo en un par de días estaríamos todos muertos. Fueran quienes fueran los culpables debían de ser unos cuantos. La voz de Seung explicó que teníamos la opción de hablar con alguien en privado. Miré a mí alrededor y nadie hizo intención de querer hablar conmigo, únicamente Andy me miró fijamente, algo que no entendí muy bien, iba a preguntarle pero se marchó con Amanda, así que decidí que preguntarle cuando volviera.

Me rompió el corazón ver a Alec llorando, el chico había intentado en todo momento ocultar sus emociones, pero ahora estaba totalmente roto. Me acerqué a él y a Lisset. –Tranquilo, no estás solo. Verás cómo, entre los tres, lo conseguimos en seguida. Por supuesto eres libre de aceptar mi ayuda o no, entendería que dado mi enfrentamiento con Ester, prefieras contar con otra persona y quiero que sepas que, a pesar de que no éramos compatibles, no le deseaba ningún mal.

Estaba esperando la respuesta de Alec, cuando escuché a Loren pedirme que le acompañara. Dudé si aceptar su oferta, no es que sospechara de ella, es que no quería dejar solo al chico. – Alec, volveré en un rato, Loren ya ha pasado por esto y tal vez pueda decirme algo importante, no puedo perder la oportunidad de dar un poco de luz a todo esto. Discúlpame, por favor. En cuanto vuelva, si no has conseguido ayuda puedes contar conmigo para lo que necesites.- hice una pequeña reverencia antes de alejarme en dirección a Loren.

-Gracias por su interés, Señora Mcfly. Estaré encantada de acompañarla.

El abrazo de Lisseth hizo que el joven se tranquilizase lo justo para dejar de temblar y de sollozar. Seguía visiblemente afectado, pero al menos parecía estar en unas condiciones medianamente aceptables. Gracias.... Dijo, en una disculpa que sonaba como si le estuviera regalando la vida eterna. Cuando Hikari se acercó y le habló, simplemente asintió y le dedicó una mirada de agradecimiento. Yo... No te guardo rencor por el enfrentamiento y entiendo que quieras ir a intentar descubrir la verdad... Yo también lo haría. Tranquila, ve con ella, creo que entre los dos nos podremos apañar.

Junto con la joven subieron el colchón de la mujer con su cadáver en él y lo depositaron en su cuarto. les costó bastante esfuerzo, ya que ninguno de los dos era especialmente musculado. El propio alec se cayó varas veces por el sobreesfuerzo, pero pareció no importarle. El rubio abrazó con fuerza a Lisseth y derramó las últimas lágrimas que le quedaban en su hombro. Yo solo quiero irme de aquí...

Asintió a Hikari.

-Ve con ella, quizás pueda ayudarte a descubrir algo que podamos usar para sobrevivir.

Seguidamente ayudó a Alec a subir el colchón y el cuerpo, que les llevó un rato, pero finalmente dejaron el cuerpo en la habitación. El abrazo de Alec le sorprendió un poco, pero al momento se repuso y le acarició la cabeza. 

-Tranquilo, ya verás como salimos de aquí vivos. Unos cuantos han vuelto revividos, aún puede volver Esther... De momento, yo haré lo que sea para que no mueras.

Asintio para si misma, abrazándole con fuerza. Luego volvieron a bajar al salón donde estaban todos.

Ante la mirada triste de Alen, le digo poniendole una mano encima del hombro. No te preocupes Alec, no creo que tardemos mucho. Tan solo vamos a mirar de resolver un poco este misterio. También me preocupa Alicia, para su edad ver todo esto debe ser una pesadilla. Dirijo una mirada de conseusación hacia ella, buscando esa complicidad. Esperaba ganarme la confianza de algunas personas. Estar sola sería lo peor, las desconfianzas y alianzas empezarían a partir de ahora.

Alec asintió a Loren y esbozó una tímida sonrisa. Gracias... Pero antes... A todos... Alec fijó la mirada en el suelo, no estaba acostumbrado a ser el centro de atención, pero tenía que hacer que todos le escucharan. Intentó sonar lo más conviencente posible. Por favor, no sé quien es el que revive a la gente pero... Traed de vuelta a Esther. Ella... No se merece eso, se ha portado muy bien con nosotros y no hay nada que indique que sea mala.

Levantó la mirada, una mirada con los ojos llorosos, pero llenos de determinación. Ella es buena, tiene que serlo! Lo único que hizo ella para ser cuestionada fue votar por Louis... Yo también lo hice, y otras tres personas más! Puede que nos equivocásemos... pero no por eso somos asesinos. Por favor, traedla de vuelta. Yo... Parecía que iba a decir algo más, pero acabó cerrando la boca y mirando al suelo, esperando que sus palabras llegasen a oídos de todos.

La súplica de Alec destrozaba a Noor. El niño sufría y mucho. No solo el ver morir a alguien era algo que podía desgarrarte el alma, sino que si además eras un crío, la experiencia podía resultar traumática. Déjame primero que averigüe algo, no puedo decirlo aún. Pero te prometo que vengaré a la señora Grenholm.

Esta vez extendió la mano a Alicia, esperando que la niña la cogiera. ¿Vienes?

Ni siquiera se planteaba que aquel ofrecimiento podía resultar extraño. Ya bastante se podía suponer si se tenía en cuenta la edad media de su harén, que era de 35 años, siendo las más joven de 28. A Noor no le iban las jovenzuelas.

Asiento a las palabras de Lisseth con un chasquido de la lengua.

—Tiene razón, señorita... —digo, y con algo de pereza señalo con un movimiento de los dedos a Andy—. Si hay algo más que quiera decirme en privado, pásese por mi habitación cuando termine con la muchacha.

Al despertarse encontró la escena mas desagradable que había visto nunca,no era tan impactante como la de Louis y Yorgan pero le afectaba mas,Esther le caía bien,había sido amable con ella.

Se acerco a el cuerpo de Esther y comenzó a acariciarle la cabeza mientras la miraba con pena -No es justo-,siguió allí acariciándola mientras los demás hablaban,estuvo así hasta que Alec y Lisseth se la llevaron,no reacciono,se quedo inmóvil,con la mirada perdida.

Y así siguió hasta que escucho a Noor,le miro y asintió,se levanto lentamente y se acerco a el,le cojio de la mano y se dejo llevar