Noche 3: ... que debe abandonar la Academia...

La hora de la expulsión se acercaba. A lo largo de la semana todos los concursantes —o casi todos— habían ido dando sus votos a los Pavis, ya fuera a través del cinco-cinco-cinco como ellos habían dicho o en la propia clase de interpretación. ¿A cuál de los Pavis se lo habían dado? Eso era imposible de saber.

En cualquier caso, cuando el momento llegó, los dos chicos llegaron acompañando a Mina. Ella se quedó unos pasos atrás, dejando que fueran ellos quienes hablasen. Por algún motivo los dos chicos habían llegado vestidos de leones, deteniéndose a simular que rugían frente a la cámara. Después miraron a todos.

—Bueno, hola a...

—Todos.

Se miraron con cierta adoración. El segundo que había hablado era el más bajito de los dos.

—Hemos pasado la semana recogiendo vuestros...

—Votos.

Se volvieron a mirar. El que hablaba primero siempre era el mismo, el alto, y el otro completaba sus frases con naturalidad, como si fueran sólo uno. De nuevo volvió a empezar el mismo.

—Bueno, de entre todos vosotros, hemos recogido los votos de los no expulsados y de los...

—Expulsados.

Una vez más se miraron. Podía notarse la atracción en el ambiente, aunque parecía igual de probable que empezasen a besarse a que de repente se juntasen en un solo cuerpo como dos gotas de mercurio, formando el Pavi perfecto.

—Ya hemos hecho el recuento, y tenemos los...

—Resultados.

De nuevo se miraron. Luego uno de ellos, el que solía hablar segundo, miró a los concursantes.

—Sí, estamos tan compenetrados que podemos acabarnos nuestras...

—... Sándwiches.

Se miraron como si aquello fuese precisamente lo que iba a decir. Luego miraron a todos antes de hablar a la vez.

—¡Los expulsados de hoy, los más votados por sus compañeros, son...! —Sus ojos parecieron brillar de repente como si algo tremendo creciese en sus corazones e inundase sus pechos: el shippeo: juntos en la expulsión, juntos en la desgracia, juntos en... Sólo el futuro lo diría. Probablemente no encajasen como pareja, pero el shippeo nunca entendía de ese tipo de cosas sin importancia—. ¡Chenente! ¡Vinoa! —Luego miraron a una cámara, como si fueran conscientes de que aquello requería una explicación para los espectadores más anticuados, esos que se habían quedado estancados en 2015, por ejemplo—. ¡Chenoa y Vicente Seguí!

Sin embargo, en ese momento algo sucedió. Se oyeron dos portazos tan fuertes que bien podrían haber sido disparos, justo antes de un grito «¡Se sienten, coño!». Los Pavis palidecieron y obedecieron, sentándose en el suelo, aunque nadie había entrado. Unos segundos más tarde sí se acercó una mujer a la que ni audiencia ni concursantes conocían, le susurró algo al oído a Mina y esta pareció sorprendida un instante, antes de que esa sorpresa pasase a confusión y tristeza. Incluso su sonrisa se volvió un poco más débil. Dio entonces unos pasos al frente.

—Me temo que ha habido una especie de... —No pareció encontrar las palabras—. Era un mensaje del director de la cadena. —Hizo una pausa—. Vicente se queda.

Como si le costase encontrar qué más decir, Mina simplemente hizo un gesto a Chenoa para que la acompañase fuera. Los Pavis las siguieron, dejando a todos los demás a solas.

Al día siguiente el vídeo más visto y valorado en youtube sería «Vicente es expulsado de OT, SALE MAL»... Pero eso sería al día siguiente. Por el momento en la Academia sólo podían seguir, asumiendo lo que acababan de ver les gustase o no.

A Juan Camus le empezaban a gustar los Pavis cada vez más. No llegaban al nivel de Manu y Mina, pero casi. En su disfraz se notaba la pasión y emoción que le ponían a ese momento. Realmente Juan Camus no entendía la metáfora que querían transmitir con el león, pero sintió una vibración en su interior al verlos, sabiendo que llegaba un momento importante. Como cuando uno escuchaba la música épica de los Rohirrim y sabe que los jinetes han llegado a la ladera y están a punto de cargar contra los orcos. Pues así eran los Pavis, llegaban a librarlos de los malos.

No hubo ninguna sorpresa en los mencionados. Solo que… uno no salió. Juan Camus miró a Vicente, luego a Mina y por último a la señora irrelevante que había entrado de un portazo.

- Vicente… ¿Tienes enchufe con la dirección? –dijo Juan Camus frunciendo el ceño. Echó un vistazo a la hoja de votaciones. Hasta el propio Vicente se había votado a sí mismo y, aun así, ahí seguía-. ¿Estabas tan confiado de que te ibas a quedar, que te has votado a ti?

Pero no esperó respuesta. En seguida vio su nombre entre los votados y al lado… Con el corazón encogido y cara de niño al que le acababan de quitar la chocolatina, miró a Bustamante. Habría esperado el voto de Alfred, pero no el de David.

- Esto…

Pero la mente de Juan Camus, aunque lenta a veces, era capaz -¡muy capaz!- de encontrar la verdad por sí sola. O a lo que él creía que era la verdad. Bustamante, su gran amigo, no podía haberlo votado. No de aquella forma, cuando le había declarado su confianza. Esa fue la primera conclusión a la que llegó.

Tardó un poco más en llegar a la segunda, pero finalmente llegó. Si Bustamante no podía haberlo votado a él…

- No te preocupes, Bustamante, sé… uff… sé lo que ha pasado –dijo, con dificultad por la emoción del momento. Pero lleno de sabiduría, pues él era Juan Camus-. Alguien ha cambiado tu voto, como hicieron con el de Manu Tenorio la semana pasada. Todo está bien –Y, efectivamente, todo estaba bien.

No le sorprendió la expulsión de Chenoa y tampoco tenía remordimientos, ni siquiera había intentado defenderse y eso era demasiado sospechoso tras todo lo que se había dicho. Si le sorprendió el regreso de Vicente, pero así como Aitana había vuelto para alegría y casi como una gran heroína, Vicente le provocaba todo lo contrario.

-Has tenio suerte pisha, pero te han hesho un flaco favó. La próxima semana no creo que sigas dando mal fario quillo.

Tras el pequeño revuelo que se había armado con las expulsiones y posterior regreso de Vicente se tomó unos minutos para pensar en lo que sucedía a ver si llegaba a una conclusión. Eso tenía que significar que Vicente no era el único malo allí dentro, había alguien más así que miró a sus compañeros a ver si alguien se alegraba, aunque no creía que nadie se atreviera a apoyarlo en público ya. Miguel miró las votaciones, vio algo que le causó sorpresa, miró su teléfono, volvió a mirar las votaciones y se rió para finalmente dirigirse a Rosa.

-¡Que arte tiene miarma! -Miguel siguió mirando las votaciones como si allí se encontrara la clave de todo.- Aitana. ¿Allí fuera los saboteadores siguen negando que lo son? Porque todos votaron a Vicente, así que o alguien está disimulando o les cae mal hasta a los saboteadores. -O no había echado todavía a ningún saboteador, lo que sería muy malo para todos.- Eso es tó muy raro. -Siguió mirando la lista un poco más.- Y los que no votaron ni a Chenoa ni a Vicente fueron... Encarna, Jorge, Juan y Bustamante.

Interesante esos votos cuando había otros que parecían más claros saboteadores. En todo caso hablaría con ellos en el box, ya que dos eran compañeros suyos esta semana y si el domingo no lo echaban seguiría intentando descubrir más saboteadores, de momento Vicente se había colocado el número uno de su lista. Expuesto lo que pensaba ante todos se acercó preocupado a Amaia, que seguía allí sin decir nada y ni siguiera había votado.

-Amaia miarma. ¿Te pasa argo? -Le pasó la mano delante de la cara a ver si reaccionaba y después miró al resto de sus compañeros.- ¿Qué hacemos quillos? ¿Llamamos a un doctó?

- Bueno, todos no. Agoney no ha votado. ¿Era activo ahí fuera Aitana? - dijo Luis quitándose la chaqueta y colgándola en la cabeza de Amaia - Mira, ya tenemos perchero. 

—Ay, ¿se va Chenoa? Pero... pero esto es tan injusto— dice Encarna, poniendo cara de tristeza. —Todo esto no me gusta nada. ¿Eh? ¿Qué ha dicho Tina? ¿Vicente se qué...?— dice enarcando una ceja —Pues con razón olía tan mal todo. ¿Tienes un problema e estómago? Yo te puedo recomendar a mi gastroenterólogo. Seguro te ayuda tío— dice y luego asiente ciegamente. O mejor, sordamente.

—¿Para qué quieres al director Miguel? Ay no, ¿otro enchufado?— dice negando con la cabeza. —Ay no. Yo estaba entre Vicente y Amaia. Pero mirando a Amaia, a lo mejor no es mala, sólo es... bueno, así. Seguro que es la cuota de ya sabéis. Personas especiales— dice ajena a la ironía y tocando con el dedo en el hombro a la chica. —Y creo que me he equivocado. Lo siento tía, o al menos creo que lo siento. A menos que seas mala, en cuyo caso, no lo siento tanto. Pero por ahora creo que tan mala no eres, o algo. Es que tenemos que andarnos más juntas, ¿sabes? Pero ay, lo que no me ha gustado es lo de Vicente. Algo huele mal y no son sus flatulencias— dice Encarna tapándose la nariz.

—Yo es que creo que no me agradas nada.—dice mirando a Vicente—Y creo que tampoco le gustas a los otros...— y se acerca a Juan y susurra —¿A nadie le agrada, no? Es que no me entero— admite

Al ver que Encarna se dirigía a Amaia, Luis tuvo la decencia de quitarle la chaqueta de la cabeza. 

Sólo faltaba que le diese por contestar y la sorda esta no pudiera leerle los labios...

David escuchó atento a los dos muchachos que parecían la misma persona, aunque estaba seguro de que no estaban tan compenetrados como él y su mejor amigo y hermano Juan Camus.  Al oír lo que pasaba con Vicente se llevó las manos a la cabeza y caminó de un lado a otro, pero parecía más aliviado por el hecho de que le hubieran creído al menos los de fuera que otra cosa. Además de eso, a él no lo habían votado… pero había algo peor. Una traición mucho más grande de fondo. Un intento de romper algo tan bonito que era peor que el hecho de que hubiera saboteadores allí dentro.

Sus ojos se llenaron una vez más de lágrimas pensando que algo malo podría pasar, pero cuando su hermano Juan le dijo que sabía que le habían cambiado el voto suspiró aliviado, con los pañuelos en la mano.

-Uff, hermano, Juan. Sabía que tú...- comenzaba a pegársele esa manía de no acabar las frases. Te juro que cuando he visto mi nombre votándote he estado a punto de… ya sabes.  Iba a gritarle a toda España que aquí se están haciendo trampa. Porque aquí podemos intentar encontrar a los saboteadores para que nos vaya bien y el concurso triunfe, pero hay algo que no puedo tolerar. NADIE- gritó, exaltado- puede ponerme en tu contra, porque tú eres lo mejor de este concurso.  Si yo no gano quiero que ganes tú, porque te quiero tío- lo abrazó con efusividad.

David entonces se llevó las manos a los bolsillos, un poco incómodo. Sabía que llevaba razón con lo que decía, pero claro, eso era un problema. –Chicos, os prometí una explicación y no soy un mentiroso.  Cobarde he sido tan cobarde por no sincerarme desde el principio- se quedó junto a Juan. Él era su roca. Yo cuando entré aquí me pasó algo. No quiero hablar mucho de ello porque me estoy poniendo una diana en la cabeza, y soy un hombre muy sencillo que os quiere decir la verdad pero sin que me pase algo, pero logré averiguar que Vicente era un mal tío. También voté a Manu en su día por algo que recibí de información suya.

»Y creo que ha quedado claro que algo raro está pasando con Vicente. Lo malo de hablar aquí las cosas en público es que los saboteadores parecen tener la capacidad de mandar un mensaje a los jefes para evitar que los echemos.  Tengo sospechas de un par más de personas, pero no sé si decirlas aquí porque entonces estamos en las mismas. Yo haré lo que me digáis.

Los abrazos de Bustamante no tenían nada que envidiar a los de Rosa. Juan Camus le correspondió como es debido, achuchándole bien fuerte y dándole unos golpecitos en la espalda con el puño. 

- Claro que no, hombre, claro que no. ¿Cómo iba yo a pensar...? -Esta no fue una de esas veces en las que Juan Camus no termina las frases. Pero tan envuelto estaba en ese abrazo, que la chaqueta de Bustamante hacía de aislante auditivo y no se escuchaban sus palabras.

Una vez separados, miró a Encarna, que se había acercado a él. Encarna sabía hablar en bajito, algo que sorprendió a Juan Camus. Juan Camus pensaba que los sordos hablaban a gritos siempre.

- No, Encarna, nadie se fía ya de él -reconoció Juan Camus. Y, en ese momento en el que reflexionó sobre sus fallidas conclusiones, recordó algo más. Miró a Alfred y se dirigió hacia él con gesto de paz.

- Compañero, voy a entonar el Mia Culpa -dijo, alardeando de su escaso conocimiento de latín-. Pensé que eras de los... Y me he dado cuenta tras estas votaciones de que no lo eres. Saboteador, me refiero. Cuando Juan Camus se equivoca, lo reconoce. Y lo reconozco.

Cuando entran los Pavis me quedó así, con una cucharada de yogur en el aire de camino a mi boca. Y es que vaya espectáculo montan en un pispás estos muchachos. Son flipantes. El shippeo carpetero perfecto, porque Pavi+Pavi= ¡Pavi! Una pasada. Y me quedo mirando cómo empiezan a llevarse a Chenoa y Vicente, hasta que con el portazo se me cae la cuchara dentro del yogur. Jolín, qué susto. 

Pero buah, que Vicente al final se ha quedado porque... porque... Pues porque sí, al parecer. Qué fuerte todo.

-Qué va, tío -respondo a Miguel y Luis, así mirando a uno y luego al otro-. Agoney estaba como catatónico y Juan Antonio igual. Que ni hablaban, ni escuchaban, ni nada. Y Alex, al principio pensé que también estaba catatónico, pero luego dijo un par de frases, así que a lo mejor es sólo que es tímido. 

Y ya luego miro a Busta y trato de entender lo que dice, pero es que al final como que no ha dicho mucho... ¿o sí? 

-Tío, que nos dijiste que nos ibas a hacer una demostración con una tarjeta. Y ahora ni demostración ni tarjeta ni nada. Mira, si te da miedo que te echen en la gala, pues nos haces la demostración cuando pase. Que ya empiezo a entender eso que decía Luis de que dices cosas chinas. 

Después de que hable Juan hincho los mofletes y me quedo pensativa, mirando a Alfred. Vaya jaleo todo. Ah, ¡pero que yo me estaba comiendo un yogur! Cojo otra cucharada y así, saboreando la miel se piensa mejor. Me dan un poco ganas de coger alguno de los últimos sanjacobos y meterlo en el yogur, pero con lo que me dijo Risto se me pasa la idea enseguidita. 

-Pues yo me he enterado de un par de cosas, pero ya os las contaré, que ahora no quiero darle información a los chungos. Y lo de Vicente me parece fatal, ¿eh, tíos? Para algo que le iban a dejar hacer a los expulsados y va alguien y se lo fastidia. Pues muy mal. Vaya forma de quitarles la ilusión.

-¡Pero ehto que eh! -¿Ce había zarvao er vicente por lo del programa? ¿Qué cohone había pazao aquí? ¿La votació de lo de afuera no había valío de nah? ¿Pa que cohone le hicieron votá? -Andevé, andevé... Benito, ¿Tú zave po qué no te eshan? ¿A lo mejó lo de la votació de lo de fuera ha cío zolo pa que no zaburran peo luego no contaba o argo azí?. -Me encojo de hombro. -Ehpero que Anshoa no ce haya io ciendo una pezona nomá... ehpero que cea una lianta... que ci no... vaya palo ma grande... La veddá que lo der programa podrían decí ci era una lianta o no... que ce te quea un corajito... ¡Que aú!

Le doy una parmaa en el hombro a Buenafuente. Que a mi me da un poquico iguá, pero amo, la demotración ha cío de too meno demotraa. ¡Qué malaje! Le ha dao la der purpo a Tatiana. Ci ezo le paza po confiá, aunque weno, lo que dice me da a mi que penzá. Que penzá muzo, muzo. A ve, ce zupone que Anshoa había disho que era la BI-dente, ¿Ahora lo deja caé el Finafuente ehte?

-A vé... ce claro, po dió. Ce claro... Tú... ¿zabe coza? ¿De la gente? A ve... ¿Qué zabe de Juantenorio? ¿Y qué zabe de Benito? -Le miro con carita de pezona que quiere má de lo ofrecido... -¡Que ezo e decí y no decí naa, cohone!

No iba a negar que las votaciones le tenían nervioso. Un montón de gente había dicho que no se fiaba de él, y luego de pasar la tristeza que eso le provocaba, se había dado cuenta de que si lo expulsaban perdería la oportunidad de cumplir su sueño. Eso le atacaba los nervios a cualquiera. Por eso, cuando los Pavis dijeron que no se iba, Alfred suspiró de puro alivio. Le volvió el alma al cuerpo, sonrió de la más plena felicidad, y miró a todas partes con esa mirada de estar perdido en la muchedumbre y no saber a quien expresar su alegría. Pero daba igual. Estaba feliz y a salvo, y la persona por la que había votado se había ido. Todo había salido bien. 

Todo, excepto por lo de Vicente. Eso estaba muy raro... pero por suerte alguien más comentó al respecto y no tuvo que hacerlo él. Con la boca seca de tanta ansiedad, fue a la nevera y se sacó una botella de agua para él y otra para Aitana - Tienes que cuidarte la voz ahora que vamos a cantar solos - se la entregó con una sonrisa, aliviado de no tener que cantar con Chenoa. 

Cuando David habló, Alfred ladeó ligeramente la cabeza. No le quedaba muy claro como el chico sabía lo que sabía, o si era cierto o se lo estaba inventando, pero también era cierto que le pasaba eso con la mitad de los presentes. De todas formas, cuando vio que Juan Camus lo miraba se distrajo y sonrió feliz. 

Muchas gracias por la disculpa, Juan. No pasa nada, en serio, que es normal que todos sospechemos de todos. - sonrió amablemente. - Pero, entonces... - miró a David Bustamante, a propósito de sospechas - ¿Que es lo que nos ibas a demostrar ahora? - porque si era por hablar, podría haber hablado antes, ¿no?

-Ayy Miguel me había quedado pensando en los preciosos aspersores!!!- miró y preguntó a Aitana- Aitana aspersores y sanjacobos un plan perfecto verdad??

-Ay, gracias -Cojo la botella que me tiende Alfred, que no sé si me quiere hacer la pelota o es su forma de rarito de decirme que me calle un rato, pero la dejo al lado en el sofá-. Me la guardo para cuando me acabe el yogur. 

La verdad es que por un lado lo de que se vaya Chenoa nos ha dejado sin hacer el medley sorpresa que habíamos planeado. Pero por otro se debe notar que no me da pena ninguna. Miro a Bustamante, a la espera de que demuestre algo, pero cuando Amaia por fin habla, levanto una mano así en alto. 

-¡Di que sí, tía! Los sanjacobos son lo mejor. Y los aspersores no están mal tampoco. Con eso y menos se hace una canción del verano, ¿eh?

Tras enfurruñarse un poquillo con la expulsión de Manu y desenfurruñarse con la expulsión de Chenoa, Natalia cambiaba un dato por dos y seguía su suspense pensando que, que alguien salvase a Vicente de la expulsión de los expulsados era motivo suficiente para volver a enarcar una ceja como solo una Christina Aguilera española sabría hacerlo... Toques mostrados en su expresión, claro, y por el cual cualquiera podría preguntarle la causa.

En algún momento, pos dice.

- Bueno mira, que es mu raro eso, saes? Que si Vicente se iba pa fuera no tenía que Seguí - Jaja. Okno. No tiene gracia... - Pero si le damos al coco por algún lao tira, digo yo. Y qué mal porque pintaba doblete - dice entonces, así, como desconfiando de Vicente - Pero qué bien también, que por lo menos echamos a Chenoa que seguro que iba pa mal la cosa ¿no? - Porque al final también desconfiaba de Chenoa, claro, aunque fuese casi desde el principio.

Acto seguido la rubia mira para David, pero el Bustamante, que el otro ya no estaba.

- Y David, que pa mí eres un fiera. Molaba que seas de los buenos, que en serio que me río un montón con tus pelis - Y a Natalia le encantaría haberse metido dentro de ese abrazo tan gay con y entre el susodicho y Juan, pero el Camus que el otro tampoco estaba ya. No obstante, ella tira palante... - Y esperar se espera, pero que o te cantas algo o te cantas algo, aunque sea al despiste - dice, y esta vez como impulsando lo dicho por Aitana.

Entonces recoge la botellita que le habían dado anteriormente y cruza sus brazos con ella.

- Y Aitana, al final casi has seguío la senda que marcaba Manu, eh! - le dice - Pero si pudiese proteger, igualmente te protegía a ti por inocente super confirmá.

David no terminaba de entender lo que estaba pasando con sus compañeros. No sabía si es que quería que los saboteadores lo echaran o si lo único que les importaba era la información. Al menos Aitana parecía pillar lo que ocurría.

-No digo cosas chinas, Aitana, es que las cosas no pasan cuando yo quiero. Que ojalá funcionase así, pero no.  Lo que está claro es que llevaba razón cuando decía que Vicente era un mal tío.  Lo que os digo es que yo no sé con seguridad quien es malo y quien no, pero es como si tuviera unas ideas sobre varias personas que pueden serlo, y cuando sé que alguien es bueno pues me parece más fácil encontrar al malo.

David escuchó a Rosa y negó con la cabeza. Tuve un sueño con Vicente, Aitana y Ainhoa una vez y sentí que uno de ellos era un mal tío. Al ver que Aitana y Ainhoa abandonaban la academia me quedó muy claro a quien tenía que echar- dijo finalmente, mirando ahora a todos lados con algo de temor.  Lo que os pido es que si alguien tiene una tarjeta o una oportunidad,  protegedme esta noche, porque hasta el lunes no podré volver a tener otro sueño y quizá eso nos ayude.

Miro pehpleja a Torrelodone cuando afihma ce una ehpecie de tío raro que no duehme bien po la noshe y le da demaciao ar coco, y lo ice tan ricamente, como ci no fuera de VITAL impohtancia. Me aceco a é, moviendo er dedito índice regañándole ya dehde la dihtanshia.

-¡Ay, miarma, que ezo no ce ice ací como ací! -Le miro y niego con la cabeza. Luego cojo er mofletillo de Juanca y lo estiro un poquico. -Ci ehque zoy una parejita tan bien avenía... que ¡Ojú, miarma! -Vuervo a mirá a Buenafuente. -Lo ciento, ciquillo. Que te he puehto una diana en la ejparda. ¡Pero corre! ¡Dinno el rehto de zueño que ha tenío ci ezo! -Doy una parma pa apremiá er momento. -¡Que ací no curamo en zalú! -Pohque la zalú era mu impomtamte.

Ahora miro a Benito y pongo cara de mala. 

-¡Tú ere too un malaje! -Oserbo ar tipo en cuehtión. -Te voy a tené ehto 4 día a tofú. ¡Pa que aprenda!

Juan Camus no sabía si quería escuchar el sueño que había tenido Bustamante con Vicente, Ainhoa y Aitana. Parecía todo demasiado personal. Luego resultó que no, que era algo más místico de lo que había imaginado.

- No me digas. ¿Lo sabes por sueños? ¿Sabes qué? Te voy a presentar a mí madre un día, ¿eh? Que ella siempre... Mi padre no se lo cree, ¿no? Porque él es un hombre muy terrenal que no… Pero mi madre siempre dice que por sus sueños sabe cuándo se le va a fastidiar la semana santa a los sevillanos por la lluvia.

Rosa tiene como objetivo ir destrozando partes del cuerpo de Juan Camus. Las costillas y los carrillos ya han caído-. Ay, Rosa, qué ideas tienes –responde Juan Camus con una sonrisa, habiendo perdido ya toda sensibilidad en los mofletes.

Luego mira a Bustamante y asiente con la cabeza.

- Tu ahora mismo estás fichado, compañero. Espero que alguien pueda protegerte. Si hubieran confiado en ti desde el principio, como hago yo… -dijo Juan Camus, lamentando que su amigo se hubiera visto obligado a contar su secreto-. Pero, mira, con suerte no quedan demasiados traidores aquí dentro y podremos identificarlos rápidamente para… Soy un tío con esperanza, ¿sabes?

-Que va, tía. -Eso es para Natalia-. Si Manu estaba obsesionado con echarme a mí el tío. Que tú a lo mejor no lo sabes pero en el box de los nominados les dio una turra buena buena conmigo. -Pero oye, con lo que dice al final le sonrío de oreja a oreja-. Jo, tía, gracias. Yo la verdad es que creo que a lo mejor me echan a mí, por venir a revolver cuando ellos estaban aprovechándose del silencio y eso. Así que si alguien me hiciera favorita pues lo agradecería mogollón. Pero vamos, que si no se puede pues tampoco pasa nada. Puedo dar la lata desde fuera también. 

Y luego ya escucho atentamente lo que dice Busta, pero al final tuerzo el morro y dejo el yogur sobre la mesa. 

-Vamos a ver, Busta -Me sacudo el flequillo mientras lo miro, pensando cómo decir lo que me parece evidente-. Que tú nos dijiste que nos ibas a enseñar para qué servía la tarjeta que te habían dado al entrar. Así, literal lo dijiste. Y ahora, ni tarjeta ni enseñar ni nada, que nos dices que tienes sueños... Bueno, que dices que tuviste uno una vez... ¿Y ya está? Pues sí que suena a chino, ¿eh? Lo entiendes, ¿no? Que vamos, yo te escucho todo lo que nos quieras contar, pero que me fío muy poquito de lo que dices, pues también te lo digo.