Partida Rol por web

Viernes, 16:50

Ya está todo listo. Hoy se juega el partido del año donde se mostrará cuál es el colegio que vale. Y por supuesto que no han comprado entradas. Ya hay un candado roto esperando a que se cuelen para verlo todo desde una torre de iluminación y espejos para encandilar a los rivales en momentos clave.

Para amenizar la larga espera se te ocurrió hacer una de tus típicas triquiñuelas, nada muy elaborado, simplemente para tener de qué reírse mientras esperan que comience el encuentro. Lamentablemente un preceptor te ha pillado infraganti.

Ahora marchas hacia la oficina de la rectora pensando excusas para poder salir rápidamente del aprieto y no llegar tarde. En el pasillo te encuentras con tus dos habituales camaradas. ¿Ellos también? Hoy los preceptores estaban afilados.

El pasillo está desierto, todos han salido apurados, nadie quiere llegar tarde.

Que a ver, la idea de pillar el examen de ciencias de la semana próxima no era la bomba pero la ocasión era demasiado buena para desaprovecharla. Y no sería la primera vez que lo hacía, con sus "secuaces" siempre, y nunca tuvo problemas. Algún susto y carreras, pero no la ha habían cogido.

Hasta ahora.

Por pasarse de lista. Estaba sola, las posibilidades a favor enormes, el plan bien trazado y los tiempos calculados. Y además se llevaría el éxito total de la operación, sin repartir ganancias. Todo para ella, que iba bastante pelada de pasta. ¿Se podría interpretar como una traición..? Hum, Agneta no lo veía así. Vendería la historia con su habitual gracia y simpatía, y para que n hubiese malos rollos, invitaría a sus dos mejores amigas a una merienda o una comida. Y ya. 

Las cosas se torcieron. Estaba segura que alguien la vio, esa sombra , ¿verdad? Ajá, algún despreciable chivato o chivata. Le daría de hostias si se enteraba quien fue. Maldita sea. Estaba furiosa. Sin examen. Sin likes. Sin money.

¿Sin partido?

Bueno, eso estaba por verse.

Pensando en todo esto , mascando su chicle con rabia y frustración contenido, se encontró con otros dos colegas de fechorías y risas, en la misma situación que ella. Le dio la risa, esa habitual carcajada un tanto fuera de lugar.

-Qué pasa, boys, ¿no me queréis dejar sola? Qué majos, sois la hostia. Os regalaría un beso pero tengo un chicle en la boca y no hay espacio para lenguas. -se partió de la risa.

-Preceptor - lloriqueó- , que hay partido, tenemos que animar a los chicos. ¿No podemos dejar esto para mañana? Le prometo que no faltaré a la cita con la rectora. Palabra de girl scout. 

Le había sorprendido encontrarse con Agneta y Tomas en aquel famoso pasillo, no porque no lo frecuentaran (era habitual que lo visitaran, ya sea juntos o por separado), sino porque precisamente hoy se suponía que tenían que tener todo preparado. Tenían el lugar, los espejos y hasta bolsas de patatas listas, pero si no había nadie guardando el sitio... solo faltaría que algún mayor se les adelantara y se lo quitara.

-¿Qué hacéis aquí? Joder, ya nos hemos quedado sin vídeos, y a este paso sin sitio y sin partido...

El chico andaba de un lado para otro, con los puños apretados y el ceño fruncido. Se le había cruzado ya el día por la mañana, y parecía que seguía yendo cuesta abajo y sin frenos. No estaba de humor ni para responder a las bromas de Agneta.

-A la de lengua se le olvidó devolverme mi móvil después de clase así que fui a cogerlo yo mismo. Pero claro, explícale tú eso a la sargento. No me ha hecho ni caso y me ha mandado aquí. Es que no es justo, macho. Para un día que me lo traigo... 

Se apoyó contra la pared cruzado de brazos. Encima era uno de esos móviles nuevos, con cuatro lentes, 4K y posibilidad de slow motion y otros tantos efectos especiales. Eso unido a su lugar especial para ver el partido, le habría dado unos vídeos chulísimos que luego enseñar a la clase. Ya lo había hablado hasta con los del B, precisamente había sido cuando les enseñaba una muestra de lo que podía hacer cuando la de lengua les había pillado con las manos en la masa. Nada que le dijera, fuera verdad o mentira, fue capaz de evitar la confiscación. Diego diría que la de lengua le tenía manía, porque no era normal que siempre fuese a por él.

-¿Vosotros tenéis el vuestro?-preguntó, pero ya se temía que no serían móviles tan buenos como el suyo. Con suerte se vería algo desde ellos...

Aquello le parecía sencillamente increíble. Con la de cosas peores que había hecho aquel día, que por una tontería le enviasen a ver la rectora, era de risa. 

Tan solo una bromita, algo sin importancia, sin heridos y casi sin perjudicados. Al ver a Luis con una enorme bolsa de patatas fritas onduladas "sabor jamón", de las que había estado hablando toda la hora de matemáticas, que ilusión le hacía comer aquellas patatas en el recreo. Pues no se pudo contener, y eso que Luis no le caía mal. Pero al verle allí, con su cara de felicidad, casi parecía que iba a entrar en éxtasis el cabrón. Pues ya no pensó y actuó, como si el tan solo lo viese todo como en una película.

Hora del recreo, baños, mucha gente, con bocadillos y chuches, que van al baño, tras la clase y de camino al patio. Y en medio Luis, con su cara de felicidad extrema, sujetando con mimo su enorme bolsa de patatas fritas. Ni lo pensé, fui y di un fuerte golpe con las dos manos abiertas. La bolsa reventó, la mayoría de las patatas fueron al suelo, algunas salieron por la parte superior pasando cerca de la boca, que ya comenzaba a abrirse de Luis, e impactando contra su cara y sus gafas. Su cara de pasmo, se quedo quieto, no comprendía lo que había pasado. Casi me muero del ataque de risa, pero este duro muy poco. El cabrón del profe de mate, al cerrar el aula, y dirigirse a la sala de profesores, lo vio todo. Oí su potente voz tronar a mis espaldas:-¡Tomás, venga usted aquí ahora mismo!-

No me lo podía creer, se notaba que hasta el profe se había reído al ver la cara de Luis, pero ya no se reía, miro el suelo lleno de patatas, muchas ya pisadas, por todos los alumnos y alumnas que por allí pasaban. Las risas de los demás, y el agobio de Luis, que no terminaba de creerse que se había quedado sin patatas. Me jodió, y bien jodido, y justo hoy, el día del partido. Qué mala suerte, detrás de todas las cosas que había hecho, y de las que de alguna extraña manera había salido impune, a ver a la rectora, por una chorrada. De nada sirvió, que ayudase a limpiar aquello, el de mate fue inflexible.

Y allí estaban los habituales.-¿A vosotros también os han pillado? ¡Maldita sea! No he hecho nada, para que me jodan un día como este. Esto es un error, yo soy inocente. ¡Hay que joderse!-

Pero mucho se temía, que si no buscaba alguna excusa, el partido se lo iba a perder. 

Viernes, 17:05

Llevan una eternidad esperando a ser atendidos en la recepción de la oficina de la rectora. Hay varios libros alrededor, pero ni se les ocurriría mirarlos, so pena de ser considerados ñoños.

Solos, en un cuarto con un gran reloj de pared que les recuerda el inexorable paso de los minutos, sin más que hacer que mascar chicle y recordar aventuras pasadas. Y están en esta situación por algo tan simple como hurtar un móvil incautado, maltratar a un ñoño o robar un examen. ¿Que hubiera pasado si los cogían por la gran sorpresa? ¿Recuerdan? Ya hace más de cuatro meses. Sólo mentes tan maquiavélicas como las vuestras podían haber concebido y ejecutado ese plan.

Para evitar morir de aburrimiento, y aprovechando que nadie oye, los jóvenes se regodean en la grandeza de aquella estupenda idea que ya quedó en la historia como el mayor susto sufrido por las autoridades del colegio.

-Seh, tengo mi móvil. Casi sin batería, se me olvidó cargarlo. -respondió Agneta a Diego. Luego se giró hacia Tomás.

-Oh, venga, tío. Déjate de lloriqueos. A llorar a la llorería. También somos inocentes Diego y yo. Claro. -rodó los ojos- Es un grave error, obviously -había mucha ironía en su voz. 

La chica miró por la ventana. Los pocos alumnos que se veían corrían aprisa para no perderse el partido. Cosa que a este ritmo a ellos sí que les pasaría. Menuda lata. Paseó por el despacho -Esa arpía nos va a hacer esperar aquí un huevo, ya veréis -Se le ocurrió despegar su chicle ya agotado de sabor en dos bolitas y las puso en los ojos de la rectora en una de las fotos con varios profesores. Esgrimió una sonrisa alegremente malvada y lo recolocó a un lado para que no saltase a la vista muy pronto.

Después tomó asiento en la silla de la mujer, se apoyó en el respaldo, estiró y cruzó las piernas y colocó sus nikes violetas sobre la mesa. Compuso una divertida y falsa expresión severa. El tono de su voz se tornó grave.

-Aquí tenemos a Don Vagancia en persona, y a Diego Señor excusas. Inocentes por supuesto de cualquier cargo. En realidad les hemos traído aquí para felicitarles por su excelente labor en el instituto. Este año se está superando y queremos otorgarles una medalla al mérito. Lástima que la atractiva y dulce señorita Agneta ha declinado el ofrecimiento. Es tan humilde y modesta esa chica...

Soltó una risotada. Se quedó pensativa, con mirada soñadora, rememorando una de las obras de arte de los cuatro. Se les caería el pelo, y las bragas, si algún día se enteraba la dirección de la escuela.

-Todavía me río sola cuando recuerdo lo del laxante que metimos en la comida. Joder, qué risas, pegó muy muy fuerte, más de lo esperado. ¡si medio instituto se lo hacía patas abajo! Jajajajajaja...

-¿Y tú, Tomas?-se giró hacía su compañero con expectación. De él dependía salvar su cometido de grabar el fútbol, misión a la que se aferraba a pesar de que todo apuntaba a que no habría partido que ver.

-Quizás se ha olvidado de que estamos aquí y se ha ido al partido también.-añadió hundiéndose en el asiento y en la peor de las posibilidades. Si alzaba la vista hacía la ventana, alcanzaría a ver las rejas que rodeaban el patio donde se realizaría el partido, pero desde el despacho era imposible ver el campo de juego en sí. Lo había comprobado cada vez que había acabado ahí, esperando aligerar las esperas viendo cómo jugaban sus compañeros.

Oyó su nombre en boca de Agneta y se giró hacía ella. La chica era imparable, con una energía y una rebeldía que le encantaba. Diego a veces pensaba en ella un poco como la líder del grupo, aunque fuera porque su mente era un torbellino de ideas y travesuras esperando a ser liberadas y puestas en práctica. Solo había que verla ahora, todavía encontrando formas de liarla. Era tronchante, o al menos lo habría sido cualquier otro día. Justo este, sus bromas no conseguían animarle. Al menos, no hasta que les recordó el incidente. Nadie, ni siquiera Diego en el peor día de su vida, se podía resistir.

Una sonrisa pícara apareció en Diego, ampliándose más y más a medida que Agneta se regodeaba en cada detalle. Para cuando ella se echó a reír, Diego no pudo evitarlo y se le unió.

-Y encima el día en el que los de último curso tenían exámenes finales. No podíamos haber elegido un mejor día, con los profes todo cabreados pensando que estaban fingiendo hasta que les llegó el turno a ellos.-la historia ya era lo suficiente graciosa como para que le doliera la tripa de tanto reír, pero es que todavía quedaba rato para terminar de contarla.-Las peleas para entrar en el baño de profesores fueron é-pi-cas.

Aquello no entraba dentro de sus planes, justo aquella maldita tarde, allí esperando a que la maldita rectora les leyese la cartilla, y por una tontería sin importancia.

-Llorar lo que se dice llorar, de momento no lo veo oportuno Agneta, eso te lo dejaré a ti, que ya te he visto en más de una de tus lacrimógenas actuaciones. Aunque es mejor que alguien te diga ya de una vez, que ya no cuelan, aun así, tu por intentarlo que no sea.-Y ante los comentarios de Diego:-No me jodas Diego, no creo que esa puta nos vaya a dejar aquí toda la tarde. La madre que la pario. Pero no, seguro que es su típica artimaña para que nos pongamos nerviosos.-

Y como de alguna manera tenían que pasar el tiempo, se pusieron a comentar algunas buenas jugadas del pasado. Hasta que salió el asunto del laxante.

-¡Joder! Aquella fue muy buena. Meter laxante en la maldita sopa de pescado que se suponía iban a tomar solo los mayores y algún profe. Y luego van y la ponen para todos. "Hoy receta especial" anuncio la maldita cocinera, "La nueva sopa de pescado para todos" cosas de la dirección del Centro. Menuda cagada, y allí nosotros sin probar la sopa, yo al menos hice el gesto de llevarme a la boca un par de cucharadas pero vosotros ni eso, parecía que le teníais miedo a la puta sopa.-Y aquí no pudo evitar echarse unas buenas risas, al recordar la que se monto aquel día.

-No os lo había dicho, pero yo creo que el principal problema fue el origen del laxante. Os conté que me lo había encontrado, pero no os dije donde. Pues ni mas ni menos que en la basura de una clínica veterinaria. Era laxante para caballos y estaba caducado. Así que cuando comenzaron a llegar las ambulancias, para llevarse a algunos alumnos y profes a urgencias, tengo que reconocer que sentí algo de miedo. Haber si la iba a palmar alguno.-Pero no le duro mucho tiempo la seriedad a Tomás, y pronto le volvió la sonrisa y detrás llegaron las carcajadas.

-Menudo día, lo mejor de todo las caras, de algunos chulitos y pijas totalmente cagaditos, por no hablar de la de algunos profesores, a los que aun no puedo mirar a la cara sin reír. Cagados hasta los ojos, que peste, si, aquella fue muy buena. Si nos llegan a pillar nos expulsan, ya que no tenemos edad para ir a prisión.-Y tras reírse un poco más, se dio cuenta de donde estaban hablando, a ver si les iban a escuchar y lo siguiente no era ser castigados, sino echados de una patada a la puta calle. Joder, que nunca se sabe quien puede estar escuchando.

Viernes, 17:15

Por fin se abre la puerta y ven la cara de estreñida de la rectora. Seguro que está por largar uno de sus típicos sermones. Pero la interumpe él, el jefe de preceptores, Robles García, una persona más odiosa que la rectora y todos los profes de matemáticas juntos. Se le acerca y empieza a hablarle en susurros.

Apenas alcanzais a oír algunas palabras sueltas, "cargarría", "bloqueados", "pendejos", "por culo", "sopa de mierda". ¿Este tipo que siempre los critica por la forma de hablar usando esas palabras?

Cuando la rectora nota que estáis intentando oír cierra la puerta de un golpe y quedais solos nuevamente.

¿Puede ser que estuvieran hablando de la sopa de pescado? No es posible que tengan pruebas. Quizá la mejor estrategia sea negarlo todo, aunque claro que todo se dilataría y sólo quedan 15 minutos para el partido.

Quizá si alguien asumiera toda la culpa tu podrías llegar a tiempo. O mejor aún dos que compartan el castigo, para que así no sea tan grande, y tú puedas ir a cumplir la tarea que corresponde al encuentro. Porque no hay nadie mejor que tú para molestar a los rivales, ¿verdad? Rápido tienes poco tiempo para explicarles tu plan a los otros.

Bueno vale, nos habíamos pasado un poco, claro que nadie pensó en unas consecuencias desproporcionadas. Y también me entró mieditis con el rollo de las ambulancias.

Esto pensaba Agneta. Nunca lo admitiría de viva voz. Al contrario -Estuvo genial, chicos, no exageres Tomás, nadie se muere de cagaleras -digo yo- .Lo que hubiese molado es que algunos profes se quedarán una larga temporada en el hospital. Eso hubiese sido lo más.

¿Lo decía en serio, en broma? A saber. -No seas envidioso, hombre, que tú no alcances mi sexapel o como se diga esa palabreja, siempre te tengo en mis oraciones. ¿Que ya no cuelan? Já. -¿Había algo de verdad en lo que decía Tomás. Nah. 

Sí se quedó perpleja con esa nueva información sobre el laxante -la hostia, tío, como te pasas. Laxante de caballos, joder, vas a ser mi ídolo -lanzó una de sus brutas carcajadas que se cortó en seco cuando apareció la rectora. Le dio tiempo a bajas las piernas y poco más. Se quedó así, en plan estatuilla de mármol, mirando a la mujer, a sus compis, con los ojos de aquí para allá.

-¿Nos vamos ya? Tenemos que animar al equipo, he dado mi palabra -se le ocurrió decir. Pero no. No de no. Puso el oído en la conversación entre la bruja y el mamón del jefe de los cabrones. Lo bueno es que los ignoraban. ¿O no era eso tan bueno? Hablo en voz bajita desde la silla de la gorda.

-Esos dos capullos apuesto a que nos van a tener aquí metidos durante todo el partido. Nos van a joder, chicos, donde más duele, como si nos la metieran por el culo. -Se apartó con rabia los pelos de la cara, empezaba a perder la paciencia. Sacó otro chiche y le dio a las mandíbulas con furia.

-Se largarán y pasarán de nosotros. Puta mierda.- ¿Qué hacer?- No creo que con buenas palabras nos dejen salir. Nos han cazado y nos tienen ganas. Tomás podría llorar ya que to no lo hago tan bien y no cuela. -explotó un globo de chicle- Yo creo que en cuanto abran esa puerta salimos por piernas y sálvese el que pueda. Sin mediar palabras. Mañana será otro día. Diego, tú eres rápido, yo hago que enfoque su atención en mí, tú la empujas a un lado, Tomás le da otro empujón y camino libre. ¿Vale?

Y, por si las moscas, se puso en pie y caminó hasta la puerta, cerca de ella para pirarse a toda velocidad. Hizo el amago de tocar el mango de la puerta para ver si lograban escaparse ya. Arriesgado y directo.

-Como para no tenerle miedo a la sopa, no te jode.-se rió Diego, encantado con la manera que tenía Tomas de contarlo. Ya tenía lágrimas en los ojos y juraría que como siguiera así, acabaría con agujetas de tanto reír.

Sus ojos se abrieron como platos cuando oyó el origen del laxante. La historia que Tomas había contado era que sí, se lo había encontrado, y Diego había supuesto que sería algún medicamento de casa o incluso comprado para hacer la broma. Pero lo que estaba contando...

-¿En serio? Tío, estás loco.-rió de nuevo, aunque por dentro notó que le entró algo de miedo. Miró a Agneta, buscando su reacción, pero vió que le parecía guay. Y si ella no decía nada, él tampoco iba a ser él que cortara el buen rollo. Se intentó aferrar a lo que Agneta decía de que nadie podía morirse de algo así, y quería creerlo, pero joder, ¿y si se habían librado de una buena por poco? Aún con su nulo conocimiento de veterinaria, algo le decía que no era muy recomendable usar medicinas así con humanos. Joder, así normal que tan poca cantidad diera para tanta gente...

Diego se sobresaltó cuando la rectora y el jefe de preceptores entraron. Aunque enseguida se fueron, fue tiempo suficiente para que Diego mirara alarmado a sus compañeros. ¿Podría ser que les hubieran oído?

-No, no.-le respondió a Agneta entre susurros.-Si fuera un solo profesor, vale, pero siendo dos lo más probable es que atrapen a uno o a dos de nosotros, seguramente a ti por estar distrayéndoles, y el castigo sea el triple luego. Así que--

Diego trago saliva. No le gustaba lo que iba a proponer, pero era lo mejor que tenía en mente.

-Vamos a admitir lo que hemos hecho hoy, pedir perdón, e irnos de aquí cuanto antes.-lo cual significaba que no podría recuperar el móvil hasta que viera a la de lengua el lunes, pero debería hacer un pequeño sacrificio para ver el partido.-Les decimos que estamos muy arrepentidos y que no lo volveremos a hacer, que hemos aprendido de nuestros errores. ¿Entendido?

Y ya lo último, lo que esperaba que se debiese a una casualidad fortuita y no a que les habían escuchado.

-Y si nos preguntan por el incidente de la sopa, todos calladitos y a repetir lo que les dijimos la última vez. Que no sabíamos nada y no tomamos la sopa de pescado porque la odiamos.-lo cual era técnicamente cierto. De hecho, por eso Diego había propuesto que lo hicieran en ese plato. Nadie en su sano juicio envenenaría un plato rico cuando podía meter laxante a una sopa y esperar a que la retiraran del menú para siempre.

Allí algo no iba bien, de hecho nada bien. Para una tontería como la que había hecho aquel día, y las de sus colegas eran parecidas, de no ser porque eran ellos, ni les habrían mandado allí. Una buena bronca del tutor y a seguir. Pero siendo tres de los habituales, era normal que cuando les pillasen, trataran de ponerles muchas más dificultades que al resto del alumnado. Aun así, allí había demasiados perros, para tan poca caza. A ver si había algo más y les estaban montando un expediente disciplinario de los gordos, y les hacían tragar lo que habían hecho, y también lo que no.

Tras el cierre de la puerta, escucho los comentarios y planes de Agneta y Diego. Y tras pensar un poco, y calmar sus frenéticos pensamientos, totalmente desbocados, al ver la recepción que les estaban montando, comento en voz baja a sus amigos.

-Esto cuando menos es extraño, no deberían de haberse reunido todos esos, para unas tonterías como en las que hoy hemos participado. Aquí hay algo más. Así que mejor que vayamos con mucho cuidado, o nos vamos a ver metidos en un lio de los gordos.- Una vez que esperaba haber atraído su atención, en voz baja les dijo.

-Agneta, de esta no vamos a poder salir corriendo, eso no nos facilitaría las cosas, al partido no podríamos ir. Y la llamada a casa estaría garantizada, por no hablar de que nos meterían aun más caña y más cargos.- Y luego mirando a Diego añadió: -Estoy de acuerdo en que hay que admitir lo hecho hoy, yo al menos no tengo forma de negarlo, el cabrón de mates vio en primera fila toda la jugada. Lo admitiré y pediré disculpas, pero no lo alargaré mucho más. Y Diego, de lo de la sopa, no sabemos nada, no somos los únicos que no comieron sopa aquel día, ni los únicos que no acabamos de mierda hasta las orejas. De eso nada sabemos, o nos expulsan de una patada en el culo.- Y allí estaba el principal problema y la enorme duda generadora de inmensa ansiedad, que desde que había visto el contenido del despacho de la rectora, no dejaba de crecer en su mente.

-Esto podría ser mucho más de lo que parece, admitamos lo de hoy, y alguna otra chorrada, si la sacan, y sabemos que no hay forma de quitárnosla de encima. Pero no sabemos nada, de aquellas cosas que nos puedan traer la ruina. No pueden tener pruebas, si las tendrían, hace tiempo que nos habrían mandado a tomar por culo.-Aun así, tranquilo no estaba, aquello olía muy mal, algo les estaban cocinado, y seguro, que a el al menos, no le iba a gustar. -Ahora relajémonos, tratemos de estar tranquilos, preocupados por la posibilidad de llegar tarde al partido, pero poco o nada más. Como nos vean nerviosos, estamos jodidos.-

Y trató de recordar alguna cosa graciosa, de las muchas que tenían lugar cada jornada, y de echar unas buenas risas con sus amigos. Calma y tranquilidad, no podían ponerse nerviosos. 

Viernes, 17:18

Se abrió la puerta y la rectora entró con gesto de hiena y señalando las puertas de tres pequeños despachos: el del vicerrector, la secretaria y otro que no tenía cartel.

—¡Tú, aquí! ¡Tú, allí! ¡Y tú en esa otra! Quiero hablar con cada uno.

Robles García, por su parte, se quedó en el vano de la puerta, cruzado de brazos y con media sonrisa, como si estuviera disfrutando la situación.

Escuchó a sus amigos, sintiendo vergüenza ajena. 

-Diego, eso que dices es una chorrada. No van a sentir pena ni te van a perdonar, eso no cuela. Se va a reír en tu cara como me estoy riendo yo ahora mismo. -miró entonces a Tomás.

-No seas un capullo conspiranóico. Puedes admitir lo de hoy pero nada más, si empiezas a rajarte te irán sonsacando mierda y más mierda. -se encogió de hombros- A mí me da igual que llamen a casa, no les van a creer -Agneta era hija única, mimada y consentida por sus padres. -Que se jodan. -Bueno, seguramente un nuevo sermón le caería encima, y alguna tarea de finde. 

Volvió a mirar por la ventana -Estoy de acuerdo con lo de la sopa, de eso ni idea, aunque nos metan clavos en los ojos -exageró-

La verdad es que estaba nerviosa -Si queréis ese plan...veamos como se desarrollan las cosas - admitió, no muy convencida.

Las cosas fueron que los separaban. Típica estrategia de confusión y desgaste para que no se pudieran apoyar mutuamente. A Agneta le sudaban las manos, mascaba el chicle con cierta fiereza. En realidad no confiaba para nada en el plan de sus compis, era poco menos que hacer el ridículo.

Así que cuando salieron de la rectoría y a ella le señalaban su puerta, caminó hacia allí. Pero al llegar, lo que hizo su salir por patas corriendo por el pasillo. No se atreverían a perseguirla, y menos tocarla. No, no a una menor. Y ya cuando llegase al campo, mucho menos. Aunque la trastada que tenían prevista había que abortarla. No se puede tener todo.

Viernes, 17:19

Lo último que viste al cerrarse la puerta detrás de ti fue a Agneta corriendo y a Robles García alzandola de un brazo como si fuera un muñeco de acción. Unos cuantos gritos y luego silencio.

Unos segundos más tarde la rectora entró llevando una hoja y un lapicero.

—Vaya, esta niña la ha liado.—La mujer estaba sonriendo, era increíble que fuera capaz de sonreír.—Lo bueno es que probablemente ya no tenga que verla. Bien, y tú, ¿quieres seguir en este colegio? Mira, tenemos lo de aquella sopa del cuatrimestre pasado. Si nos haces un favor, nosotros te compensaremos. Aquí en esta hoja me pones lo que sabes, no me molesta si te olvidas de mencionar la parte que tú hayas hecho, pero que el resto esté lo más completo que recuerdes. Cuánto más útil me resulte tu relato, menor será la reprimenda. Si hasta es posible que lleguemos a tiempo al partido. Escribe prolijo y sin tantas faltas. Vuelvo en cinco minutos.

La vieja salió y cerró con llave.

Viernes, 17:19

Lo último que viste al cerrarse la puerta detrás de ti fue a Agneta corriendo y a Robles García alzandola de un brazo como si fuera un muñeco de acción. Unos cuantos gritos y luego silencio.

Unos segundos más tarde la rectora entró llevando una hoja y un lapicero.

—Vaya, esta niña la ha liado.—La mujer estaba sonriendo, era increíble que fuera capaz de sonreír.—Lo bueno es que probablemente ya no tenga que verla. Bien, y tú, ¿quieres seguir en este colegio? Mira, tenemos lo de aquella sopa del cuatrimestre pasado. Si nos haces un favor, nosotros te compensaremos. Aquí en esta hoja me pones lo que sabes, no me molesta si te olvidas de mencionar la parte que tú hayas hecho, pero que el resto esté lo más completo que recuerdes. Cuánto más útil me resulte tu relato, menor será la reprimenda. Si hasta es posible que lleguemos a tiempo al partido. Escribe prolijo y sin tantas faltas. Vuelvo en cinco minutos.

La vieja salió y cerró con llave.

Viernes 17:19

La rectora vio con ojos desorbitados cómo Robles García corría tras Agneta y la cogía del brazo, como si de una muñeca de trapo se tratase.

La mujer cerró rápidamente las dos puertas, para que los niños no pudieran atestiguar lo que pasaba con su amiga. Luego corrió hacia donde el jefe de preceptores estaba apretando el brazo de la niña con su manaza.

—¡Claudio! ¿Qué haces? ¡Sueltala ya! Y tú, niña. No quiero ver nunca más tu fea cara. Ya hablaré con tus padres. ¡Fuera de aquí!

Mientras Agneta se alejaba la vieja sonrió. El brazo dolía un poco, pero al menos llegaría a tiempo al partido. Aunque esa sonrisa resultaba algo perturbadora.

Al voltear Agneta vio que la rectora entraba en los cuartos donde había encerrado a los chicos.

Iban a separarles, como no, de esa forma tratarían de asustarles. De acusarles de cualquier cosa que quisieran, sin pruebas o con falsas pruebas, dándoles la salida de acusar al resto para quedar libres. Un viejo truco, por el que ya habían pasado en otras ocasiones. Aquí había que negarlo todo, excepto la tontería por la que les habían llevado allí, en su caso romper una maldita bolsa de patatas fritas. Del resto no sabía nada, a el que le contaban. Esperaba que el resto tuviese esto muy claro, ya que se estaban jugando mucho, no solo la asistencia la partido, también una posible apertura de expediente disciplinario y una expulsión del centro.

-Bueno, al fin parece que podremos terminar con esto.- Dijo dirigiéndose a sus amigos. Tratando de que estos estuviesen lo más tranquilos posibles. Como hablasen mucho, seguro que tendrían problemas, lo mejor era ir tranquilos, hablar poco y negar sino todo, si lo peor. A ver que hostias le harían por romper una bolsa de patatas, que ya había recogido del suelo. Ya le compraría otra a Luis.-Recordad, no admitáis nada que no sea la tontería que os han visto hacer. Nada más.-

Y entro, lo más calmado posible a aquel maldito despacho. Preparado para soportar el chaparrón, o al menos eso esperaba. Que nunca se podía saber con que artimañas podían salir estos adultos. 

Una vez a solas con la bruja, tras escucharla y coger el papel y bolígrafo. Era muy sencillo lo que tenía que escribir. 

"No se nada de esa sopa, no me gusta y al comer poca, supongo que eso hizo que no cagase como la mayoría."

Era increíble, seguro que les habían escuchado, a que venía ahora, a estas alturas lo de la maldita sopa. 

Diego enrojeció cuando Agneta se burló de su idea, herido por la dureza de sus palabras. Al menos Tomás estaba de su parte, por lo que pensó que si su propuesta ganaba 2 a 1, no sería tan mala.

-No se trata de que nos perdonen. Se trata de ir al partido.-le intento recordar.-Llevamos mucho tiempo esperando a hoy, ¿para qué sino todo lo que preparamos?

Le consoló ver que al final parecía aceptar su plan, yendo a la puerta que le habían señalado. Diego también se acercó a la suya, y miró a sus compañeros preocupado. Admiraba la tranquilidad con la que Tomás había entrado en la suya, pues a Diego no se le había pasado por alto que querían separarlos para que no pudieran hablar entre ellos, una técnica que le sonaba haber visto en alguna película. Tres prisioneros planeando una fuga, un chivato que los manda al director de prisión, y solo queda ver si alguno se hunde y delata al resto. Eso era lo que querían. Que alguien lo confesara todo, y a partir de ahí, que les cayera el castigo de sus vidas. 

Agneta también parecía muy decidida, al menos hasta el momento en el que cambió de idea e intentó salir por patas. Tomado por sorpresa, Diego apenas alcanzó a ver como iban a por ella antes de que la puerta se cerrara detrás de él.