Partida Rol por web

El dorniense comenzó a abrirse camino a través del pasadizo secreto, desplazándose por sus escaleras en medio de la oscuridad. No le sorprendió advertir que Edric Colina había seguido sus pasos, aunque lamentó que Lord Grizzly todavía no les acompañara. Sin duda, la presencia del gigante resultaría decisiva si tuvieran que enfrentarse a algún enemigo.

-Me alegra de ver que no estaré solo en este recorrido -dijo el dorniense, esbozando una ligera sonrisa-. Obráis bien al haber decidido acompañarme. Puede que esto sea justo lo que necesitáis para haceros con un buen nombre en la Casa Vaelys.

El príncipe trató de guiarse a través de los pasadizos. Se encontraba en la Torre de los Cuervos, justo en la primera planta, por lo que su objetivo era el de acudir a la Torre del Fénix. Sabiendo que un miembro del servicio había sido capaz de moverse por toda la fortaleza, Oberyn no descartaba que toda la Fortaleza de Sangre estuviera conectada a través de aquellos pasadizos.

-Sabéis que os desprecian, ¿verdad? -le dijo a Edric, en medio de la intimidad que habían hallado al estar a solas-. Como bastardo, nunca os considerarán uno de los suyos. Pero vuestras acciones, vuestras acciones podrían llegar a cambiar eso. Si vos llegarais al fondo de esta conjura y encontraseis a los responsables, no dudo que no podrían obviarlo. No os convirtirían en el señor de la Casa Vaelys, pero probablemente sí que os legitimizaran, y si demostraseis ser leal a ellos, os tendrían en cuenta como a un buen aliado. No por ser bastardo sois menos que nadie.

Pensó en sus hijas. Obara, Tyene, Nimeria y las pequeñas. A todas ellas las había educado y entrenado él mismo. Todas eran bastardas a ojos de los Siete Reinos, aunque eso nunca había supuesto un problema para él. Mirar a Edric era ver lo que habrían podido ser sus hijas de no haber sido reconocidas por él.

-Os aconsejo que no toméis partido por Ser Mordred en esta disputa -afirmó, en tono serio, mientras avanzaba-. Los rumores apuntan que fue uno de los hombres que forzó y asesinó a mi hermana y, para colmo, el propio Lord Vaelys sabía desde el principio que Ser Mordred estaba descontento con el modo en que desempeñaba su cargo y que pretendía derrocarlo. Ya visteis cómo los Risefeller desviaban la atención hacia él. Por su temperamento, Ser Mordred el hombre indicado para mostrarlo como el villano de esta historia, incluso si fuera inocente. -El dorniense suspiró, pensando en si Ser Cedric Trindell no le habría mentido también sobre lo que le había contado acerca de Mordred Rowain-. Pero como habréis podido comprobar, Ser Edric, los propios Risefeller están envueltos en este cúmulo de traiciones. Mi consejo es que no saquéis la cara por ninguno. Ya habéis visto sus acciones en la capilla: todos deseosos de hacerse con el control de la Casa Vaelys, pero ninguno de ellos pretende sacar la verdad a la luz.

Oberyn se detuvo, recordando la inesperada forma en que lady Alyra y lady Lenia habían sido sanadas de sus afecciones en apenas un instante, solo una vez que su madre se había suicidado.

-¿Creéis en las maldiciones, Ser Edric? -le preguntó, con una sonrisa en los labios-. ¿Pensáis que ahora que lady Myriah ha fallecido, las hijas Vaelys se han recuperado de sus dolencias? Es realmente extraño lo que acabamos de observar en la capilla, y no descarto que todo sea un truco más, orquestado desde el principio.

El bastardo seguía los pasos del Príncipe Oberyn. 

-Me alegra de ver que no estaré solo en este recorrido -dijo el dorniense, esbozando una ligera sonrisa-. Obráis bien al haber decidido acompañarme. Puede que esto sea justo lo que necesitáis para haceros con un buen nombre en la Casa Vaelys.

- Créame mi señor que, a esta altura de los sucesos, es lo que más me importa conseguir de todo este asunto. - dijo casi lamentándose. - Entiendo lo que usted dice, sé que usted mismo tiene hijas naturales y que no las trata como si fuesen diferentes, pero las costumbres de Dorne no se extienden a todo Poniente. Si sé que me desprecian? Por cierto que lo sé, toda mi vida he pasado el mismo sufrimiento. No importa que me hayan ungido caballero, la desgracia de ser un bastardo me persigue allí donde voy. Debo decirte que a pesar de todo, al inicio de este viaje, soñaba con cambiar mi destino. Pero al ver la realidad de primera mano, como aquellos nobles caballeros se desesperan por quedarse con todo esto, sin importar quien queda por el camino. Peleas entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Si ser parte de la nobleza implica tener que participar de ese juego, le digo sinceramente, no sé que prefiero. 

-Os aconsejo que no toméis partido por Ser Mordred en esta disputa -afirmó, en tono serio, mientras avanzaba-.

El bastardo se encogió de hombros. 

- Ser Mordred fue de los pocos que me trató como un igual desde que llegué, y hasta me ofreció su apoyo con mis pretensiones hereditarias. De haber sabido que había estado involucrado en la muerte de su hermana, y de una forma tan cruel y violenta, estimo que no hubiese aceptado su ayuda. La verdad es que ya no sé en quienes puedo confiar y en quienes no. Al final, agradezco a los siete, por este momento de paz entre tanta locura. Creo que bajar con usted por este pasadizo me genera menos incertidumbre que las cuestiones familiares que todavía se lían allí arriba. 

En este punto, Edric titubeó un poco. No estaba del todo convencido en lo que iba a preguntar a continuación. - Antes me ha dicho que yo sería un buen heredero de esta familia. Se lo agradezco mucho aunque no sé si lo sigue sosteniendo, pero quitándo mi nombre de todo este embrollo, y tal como viene la mano. Quién piensa usted que deba conseguir dicho título? Más precisamente, por quién tomaría usted partido? Por lo que me cuenta, los Risefeller no son de fiar. Allí arriba prometí lealtad al heredero, y para respetar dicha promesa, me conviene que el castillo quede en manos de alguien digno. Y la verdad, es que no termino por imaginar quién de todos es la mejor opción.

-¿Creéis en las maldiciones, Ser Edric? -le preguntó, con una sonrisa en los labios-. ¿Pensáis que ahora que lady Myriah ha fallecido, las hijas Vaelys se han recuperado de sus dolencias? Es realmente extraño lo que acabamos de observar en la capilla, y no descarto que todo sea un truco más, orquestado desde el principio.

- La verdad es que he llegado tarde. Y para cuando entré todo se había resuelto. Pero así como lo cuentas, parecería que las muchachas se curaron por arte de la magia. Nunca he sido testigo de nada que me sugiera que ese tipo de maldiciones existe, pero no por eso debo descreer. 

El príncipe dorniense continuaba avanzando por los pasadizos, buscando cualquier indicio que le sirviese como pista para hallar una salida a lo largo de la Fortaleza de Sangre.

-Ignoro por completo si Ser Mordred es el responsable al que buscamos o sólo ha sido una víctima de las intrigas de los Risefeller -se sinceró, haciendo memoria de todos los que habían aprovechado para atacar al que fuera maestro de armas de lady Alyra-. Podría ser uno de los asesinos de mi hermana o que sólo haya sido una invención de Ser Cedric Trindell. Al fin y al cabo, tengo entendido que la relación entre esos dos caballeros nunca fue muy cordial. Sabremos la verdad cuando los conspiradores tengan que responder ante la justicia.

-Creo que vos podríais ser un digno heredero para tomar el mando de la Casa Vaelys -reveló el dorniense, muy convencido-. No sois ambicioso, a diferencia de la mayoría de caballeros y damas a los que hemos dejado atrás. De hecho, hasta la muerte de lady Myriah, el septón Tiziano propuso que, si ninguna de las hijas Vaelys se casaba y Lord Rhys ya estaba muerto, vos seríais el legítimo heredero. -Hizo una pausa mientras caminaba-. Si me preguntáis, por quién deberíais tomar partido, os diría dos nombres: lady Astrid Vaelys y Alester Marbrand. Lady Astrid ha sido marcada, como vos. Su relación con sus hermanas menores no es buena y, en un principio, Lenia y Alyra pensaban que ella era quien trataba de sabotear sus compromisos. Es la primogénita y la han educado para convertirse en una gran señora. Por desgracia, creo que está prometida con uno de los Risefeller. Por otra parte, Marbrand afirma ser el heredero legítimo, pero el único que respalda esa afirmación es el maestre. Al menos, hasta el momento en que lady Myriah puso fin a su vida. Mi consejo es que busquéis el apoyo de uno de los dos. Ellos pueden proporcionaros la legitimidad que deseáis.

-Con respecto a la supuesta maldición, aparentemente lady Alyra y lady Lenia se han curado milagrosamente de sus afecciones, justo unos segundos después de que su madre se arrojara al vacío. Pero, ¿de verdad se hallaban enfermas? ¿Y si ha sido todo una farsa orquestada por ellas mismas para alejar pretendientes y, desde el inicio, ya tuvieran claro con quién se debían casar? Es muy extraño, Ser Edric. Ni siquiera el maestr logró encontrar una cura para las afecciones que padecían.

Edric detuvo los pasos solo unos segundos. La charla los estaba distrayendo y no era inteligente seguir bajando sin estar completamente alertas.

- No voy a mentirte, me halagas mucho. No todos los días un príncipe te dedica tamaños elogios, de verdad lo valoro mucho. Más debo disentir en lo de que no soy ambicioso. Si no lo fuera, no habría tenido la motivación para convertirme en caballero, no habría tenido la constancia para dedicar mi vida por una causa, y sin lugar a dudas, no estaría hoy acá reclamando mi derecho. El problema con esos caballeros que dejamos atrás no es la ambición, el problema es la avaricia, y la falta de escrúpulos. Debo decirte que era algo fácil de sospechar, pero me llama muchísimo la atención que las máscaras se hayan caído con tanta velocidad.  – luego repasó los nombres que Oberyn había propuesto como dignos herederos. – Supongo que tienes razón con Astrid y con Alester, y sin embargo no me termina de convencer. Alester me sugirió antes de que nos adentráramos en este pasadizo que cuando se calme todo vaya a verlo con mi petición. Pero no dejó pasar la ocasión para aclararme que él era el legítimo heredero, sus exactas palabras fueron “os comunico que yo soy el sobrino nieto de Lord Rhys y de mayor edad que vos, por tanto me hace heredero legítimo.” Entenderás entonces que no me fie de él. Fui con la guardia baja y terminé recibiendo una reprimenda por si acaso. En cuanto a Astrid, la conozco bastante. Coincidimos seguido durante nuestra juventud, nuestro trato siempre fue cordial, aunque siempre mostró aires de superioridad. Supongo que no puedo culparla, como decís, la han educado para convertirse en una gran señora. Si no fuera porque está comprometida con uno de los Risefeller no sería una mala candidata.

Siguió bajando unos peldaños más, para luego detenerse nuevamente.

- Príncipe Oberyn, no quiero ser indiscreto. Pero me pregunto qué papel juega usted en todo este asunto. Me imagino que no seré la primera persona en el castillo que se lo pregunta, su presencia aquí ha sido por lo menos curiosa para la mayoría. 

-No sois el primero que me lo pregunta, en absoluto -dijo el dorniense, esbozando una ligera sonrisa-. Varias de las hijas Vaelys ya quisieron saberlo, así como Alester Marbrand y, si mal no recuerdo, también Evan Ross, el mayordomo. Lord Rhys me pidió expresamente que acudiera para ayudarle contra la persona que lleva largo tiempo amenazando su vida. Mi presencia en la Fortaleza de Sangre resulta sumamente llamativa, dado que soy un Martell rodeado de vasallos de los Lannister, y lo más probable es que no estuviera aquí de no ser porque Lord Vaelys es un buen amigo mío desde la juventud. Sin embargo, mi investigación no está obteniendo los frutos que debería y a la vista está que ni el septón ni los Risefeller tienen interés alguno en que la verdad salga a la luz.

La Víbora Roja de Dorne se detuvo un instante, mostrándose preocupado por un tema que llevaba inquietándole desde que abandonó la capilla.

-¿Creéis que Marbrand decía la verdad sobre Lord Rhys? -le preguntó a Colina, intrigado sobre su punto de vista-. ¿Pensáis que Lord Vaelys ha fallecido y que su muerte está siendo ocultada por su ahora difunta esposa y sus propias hijas?

El semblante de Edric se ensombreció un poco.

- Creo que lo que puedo opinar al respecto, poco importa. Si está vivo, seguirá estando vivo, aunque opinemos lo contrario.  Lo más productivo que podemos hacer es encontrarlo. De lo que sí puedo opinar es que creo que Marbrand miente. Si de verdad fuera el legítimo heredero, y está convencido de que el Lord está muerto, lo estaría buscando sin descanso para reclamar su herencia sin que haga falta sellarla con su casamiento.

- En cambio, entiendo la posición de los Risefeller, que querrán apurar los compromisos antes de que se confirme la muerte del Lord. Y en cuanto a las señoritas, no las creo capaces. Me decepcionaría que así fuera. De lo que no quiero opinar es de Lady Myriah, mis sentimientos hacia ella no eran los mejores y hablaría desde una posición en que mi resentimiento nublaría mi juicio, haciéndola culpable de todo pecado sin importar si es cierto que lo ha cometido o no.

Se encogió de hombros.

- Supongo que debemos apurarnos si tu objetivo es encontrar con vida a Lord Rhys, si estaba tan enfermo como decían, cada segunda cuenta. Pero en cuanto a tu investigación, disculpame si me he perdido, no han encontrado en Ser Mordred al culpable?

Las escaleras del pasadizo por el que bajaban eran oscuras y estrechas, no dudaron en decender algunos metros pero el pasillo carecía de iluminación y no podrían llegar muy lejos sin un foco de luz. El primero en descender había sido Oberyn dejando atrás a Edric Colina con el que mantenía una particular conversación.

Cuando Oberyn bajó una cantidad determinada de escalones escuchó un sonoro "click". Entonces sintió una punzada de dolor tan fuerte en un pie que cayó al suelo varios escalones rodando. Gracias a la poca luz que entraba por la puerta de la capilla, Ser Edric Colina pudo ver que Oberyn había activado una trampa que había en el pasadizo. Unas cuchillas habían salido de los escalones y habían perforado el pie del Martell. Oberyn sentía como su pie se llenaba de sangre y un dolor tan intenso que empezó a marearse. Además la caída por las escaleras no había ayudado en nada, se había torcido un pie, se había golpeado la cabeza provocándole una profunda brecha y se había dislocado un hombro. La caída había sido brutal, pero Oberyn aún se mantenía consciente a pesar del dolor intenso que sufría por todas partes de su cuerpo.

Al adentrarse en el pasadizo secreto, podía verse una escalera muy estrecha que descendía. Apenas había luz y era necesario alguna antorcha para poder descender sin problema, aunque aún entraba la luz de la capilla que dejaba ver los primeros escalones. De pronto se pudo escuchar una caída, varios golpes y un grito de dolor. 

Entre la escasa luz del lugar podía verse la silueta de uno de los dos hombres que se habían adentrado allí. Además, las escaleras eran lo suficientemente empinadas como para que una caída por ahí pudiera ser mortal. ¿Edric habría empujado a Oberyn por las escaleras con alguna terrible intención? ¿O habría sido Oberyn con claras intenciones de deshacerse del que se creía que podría ser el heredero?

Habiendo abandonado la capilla encontraron aquél lúgubre pasillo de olor rancio. Era lo esperado pero el siguiente sonido le pilló por sorpresa. Alguien había caído por la escalera y lo peor es que fuera de su campo de visión. Así, todo indicaba que se acababa de producir un nuevo intento de asesinato en el interior del castillo. Para Bernard era más probable que Edric estuviera detrás de aquello aunque no terminara de tener sentido, o sí, si tan sólo quería atrapar a alguien en solitario, sin importarle que fuera un príncipe. Eso significaría que los demás habitantes del lugar estarían en claro peligro también y había que actuar pronto.

El caballero hizo un gesto a Swann con la mano para que fueran hacia abajo, sin decir nada para intentar mantener la sorpresa. Esperaba que Grizzly fuera a apoyarle en lo que parecía ser un rescate de Oberyn. Siendo ellos dos, llegando desde arriba y contando además con un poco de acero, tenían la situación ganada. Así que con agilidad fue descendiendo los peldaños. Si era atacado entonces tenía claro qué hacer, usar el puñal de Lady Alyra en el caso de que fuera Edric.

Lo único que se escuchó antes de que el Príncipe Oberyn cayera estrepitosamente escaleras abajo fue un sonoro “click”. El dorniense fue tragado por la oscuridad de aquel pasadizo. Maldita sea, esto está lleno de trampas! pensó Ser Edric.

La penumbra apenas le dejaba ver algo en aquel sitio, pero pudo ver cuál era el escalón tramposo que había pisado el dorniense.  Desconocía si sería la única trampa o no, si Oberyn habría activado alguna otra en su caída, o si esa sería la única trampa en aquellas escaleras, cosa que creía poco probable. No lo comprobaría en aquel instante.

- Oberyn, estás bien? Voy a buscar ayuda! Por favor resiste! – gritó y esperó un segundo antes de correr escaleras arriba en busca de ayuda.

Podría haber bajado a ver el estado en que se encontraba el dorniense, pero de activar otra trampa, ambos se quedarían allí abajo atascados hasta que los encuentre, lo cual podría haber sido demasiado tarde. La mejor alternativa que pensó fue correr en busca de los demás, para luego regresar por el Príncipe dorniense, con antorchas para alumbrar mejor el lugar, con el maestre para atender a Oberyn si era posible, y precavidos en caso de que haya más trampas. 

El príncipe de Dorne sintió un intenso dolor recorriendo distintas partes de su cuerpo. Podía percibir que tenía el hombro dislocado y, aunque en esos momentos el dolor era terrible, sabía que era el menor de sus males. Cualquier soldado con un mínimo de experiencia podría recolocárselo. Le preocupaban más sus pies, uno de ellos perforado por aquella trampa y el otro ligeramente torcido. Dudaba mucho que pudiera incorporarse sin problemas.

"¿Sería esto lo que le sucedió a Fiona?" pensó Oberyn, para sus adentros, recordando que oportunamente la ya difunta criada de los Vaelys también se había torcido el pie esa mañana. "¿Descubrió estos pasadizos y fue por ello que la mataron?". Se llevó una mano a la cabeza, donde le había salido una brecha tras el golpe y percibió cómo su mano se manchaba de sangre. "Al final, parece que somos mucho más parecidos de lo que pensaba, mi joven dama" piensa, considerando la ironía de lo sucedido.

-¡Estoy bien, Ser Edric, aunque no puedo levantarme! -respondió a la pregunta de Ser Edric, tratando de mantener la compostura mientras hacía su mejor esfuerzo por resistir el dolor-. ¡Id a buscar ayuda! ¡Precisaré de alguien fuerte que pueda cargar conmigo! ¡Y tened cuidado con los escalones, podría haber más trampas!

- ¡Eeeehhh! -rugió Lord Swann al oír una voz conocida al fondo.

Con una palmada en el hombro de ser Bernard el gigante comenzó a avanzar por el túnel, aquella negrura le dejaba ver poco o nada pero él acudiría a ayudar a su lastimado amigo. El aviso no le pasó por alto y extendió los brazos contra las paredes y caminó arrastrando los pies para palpar el suelo a su paso.

Por un momento había pensado que ahí abajo se estaba desarrollando un combate y había comenzado a acercarse, pero el Martell explicó un poco mejor la situación y eso hizo que Bernard se detuviera.

- Ser Swann y yo estamos aquí. Íbamos a unirnos a la exploración.

Aunque con el príncipe herido lo más posible es que no siguieran adelante.

- Trampas. Casi creí que había una pelea. Desde luego han querido proteger este pasadizo a toda costa.

Dijo con calma aunque todo su cuerpo se había puesto alerta durante unos instantes. Viendo que Grizzli ya iba en busca de Oberyn, el Risefeller prefirió esperar.

- Ser Edric, después le quiero comentar algo.

Le indicó pensando en el mensaje que tenía para él. Ahora lo prioritario iba a ser salir de ahí con el príncipe.

El bastardo subió a toda velocidad por las escaleras del pasadizo y se topó con los dos caballeros que bajaban.

- Por los siete! Que suerte que estén aquí! – dijo agradeciendo por la presencia de aquellos dos. – El Príncipe Oberyn ha activado una especie de mecanismo unos escalones mas abajo. Unas cuchillas se levantaron del piso y atravesaron sus pies. El príncipe cayó rodando escaleras abajo, por suerte parece que no ha activado nuevas trampas, pero por desgracia parece estar malherido. Pensé que quedaba yo solo por lo que salí a buscar ayuda, si bajaba a ayudarlo yo solo y cayera en otra trampa, nos veríamos los dos atrapados allí.

Luego señaló hacia abajo.

- El escalón de las cuchillas es fácil de identificar, nos daremos cuenta por la sangre, respecto a si hay otras trampas de camino a donde se encuentra el Príncipe, no podemos saberlo.

Luego miró directamente a Swann.

- Sé que puedes cargar fácilmente a Oberyn, pero si llegaras a activar otra trampa, difícil se nos haría ayudarte a ti. Si bajamos con cuidado conmigo y Ser Bernard al frente tal vez lleguemos hasta Oberyn y una vez seguros del camino Swann podrá cargarlo. Les parece bien?

Edric había escuchado la interpelación directa de Ser Bernard, no podía hacerse el distraído.

- Descuida, ya hablaremos cuando estemos todos a salvo. 

Existiendo la posibilidad de que hubieran más de aquellas trampas la precaución que mostraba Ser Edric le resultó adecuada. Entendía que no estaban preparados para esa incursión por unos pasadizos que estaban demasiado protegidos.

- Se me ocurre volver a la capilla, coger dos antorchas y volver. La primera para alumbrarnos y la segunda para presionar contra las baldosas disparando cualquier posible trampa, pero eso va a llevar tiempo, así que bien, esas cuchillas no eran demasiado largas, ¿verdad? por lo que usaremos para presionar las baldosas el puñal de Lady Alyra, me lo ha dado antes de entrar para que tuviéramos un mínimo de protección. Me parece que es lo único que tenemos a mano.

Miró el puñal que la mujer le había prestado, con que midiera veinte centímetros incluyendo su vaina le parecía suficiente. Era el modo que poder avanzar con un mínimo de seguridad. Miró a Edrid asintiendo, esperando también hablar más tarde con él. Este imprevisto estaba demorando la entrega de su mensaje pero ambos parecían entender que había que llegar cuanto antes hasta el Martell.

- Cuando recojamos a Oberyn volvemos a la capilla y después ya vemos.

Bernard fue hacia delante y se dedicó a agacharse para presionar con la daga contra los peldaños, evitando el que estaba ensangrentado pues ya sabían que era el más mortal de todos. Iría aplicando todo su peso contra el suelo, con el puñal en la mano izquierda, y así esperaba determinar que el camino era seguro.

- Así sea, Ser Edric, la vida del príncipe es lo primero, -asintió el gigante- él es capaz de ver lo que a mí se me escapa y el que esté herido no impedirá que señale a quienes han causado tamaña tragedia. Cuando eso ocurra sabré quién es el enemigo para atacar sin reparo o duda.

Lord Swann acataría las instrucciones de sus compañeros quienes parecían querer evitar nuevas desgracias.

Uno de los escalones estaba claramente ensangrentado así que lo saltaron con facilidad sabiendo que ése era el de la trampa, así que tomando mil y una precaución decidieron bajar las escaleras en busca de Oberyn para poder asistirlo. Pudieron llegar ante él sin ningún contratiempo extra.

Lograron llegar hasta Oberyn y en cuanto estuvieron al lado Bernard se apartó para dejar paso a Swann.

- No hay más trampas en este tramo de escalera. Vayamos arriba porque además necesitaríamos más luz de querer seguir.

No era buena idea continuar ese camino, tampoco es que pareciera conducir a ninguna parte.

- Arriba podremos mirar la envergadura de estas heridas.

El príncipe parecía que estaría a salvo, siendo capaz de hablar y pudiendo ser atendido tan pronto creyó que no corría peligro de muerte.

El dorniense sonrió levemente al advertir que aquellos tres hombres se habían aproximado hasta él, descendiendo por las escaleras para echarle una mano.

-Lord Grizzly. Ser Edric. Ser Bernard -dijo, en tono solemne, mirándolos a los tres-. Le agradezco lo que han hecho por mí. Estoy de acuerdo con Ser Bernard. Regresemos a la capilla. Dejen que el maestre se ocupe de mí y bajen después por los pasadizos llevando antorchas. Pero tengan cuidado. Podría haber más de esas trampas en algún lugar de estos pasadizos.