Partida Rol por web

Tyler se mostraba alegre ante la conversación con Alester. 

-Desde luego. Puedo aseguraros que el cocinero de la Fortaleza Roja es de los mejores que he tenido el gusto de conocer.- 

Se sirvió también vino y llenó la copa de su hermano.

-Brindemos, por el reencuentro en mejores circunstancias, y por las próximas comidas que compartiremos - 

Propuso el brindis queriendo recalcar que no olvidaba la cita pendiente en un futuro esperaba que no muy lejano, pues pensaba visitar Marcaceniza y después invitar a Alester a su hogar de igual modo.

Por fortuna habían tenido cuidado de no tomar asiento demasiado cerca de Dayne, aunque podía escuchar su voz si el muchacho la alzaba, y desde luego podría verle, aunque trataba de evitar mirarle. Tras el brindis observó a las damas Vaelys, parecía que el día se estaba truncando cada vez más para ellas, y por lo tanto también para ellos, pero no debía ni desobedecer a las anfitrionas ni dar a entender que eran vulnerables o demasiado frágiles pues sabía bien que no era el caso. Aguardó a que ellas tomasen asiento y tan solo cuando lo hicieron él se sentó esperando de igual modo que comenzasen a comer para hacer lo propio.

El norteño se dejó llevar por el caballero tras ver como se marchaban las jovenes Vaelys-Por su puesto Sir Alester-afirmó con una amable sonrilla-Esos entremeses han apaciguado mi hambre, pero creo que el estómago reclama algo más contundente-contestó sonriendo mientras acompañaba al caballero a la mesa, viendo como varios caballeros más tomaban la misma dirección y decisión.

Ahora ya, con varios de los hombres a su alrededor, Galbart charlaba de forma distendida y alegre con ellos, observaba como Fiona, una de las criadas cumplía diligentemente con su cometido.

Alzó su copa a la par que los demás en respuesta al brindis de Tyler-Bien dicho Sir Tyler ¡brindemos por ello pues!-dijo con una sincera sonrisa mirando a todos y bebió junto al resto. Se sentía cómodo de nuevo, pero aunque permanecía atento a cuanto le rodeaba, miró de formar discreta a aquella persona que aún permanecía en el jardín y que necesitaba hablar con ella.

Lenia, a pesar de querer quedarse, terminó haciendo caso a su madre y tras disculparse con una reverencia y con gesto de disgusto, se encaminó con enfado más que evidente hacia el interior de la fortaleza, con intención de buscar a su hermana Alyra. Se notaba su enfado en sus dientes apretados y sus pasos rápidos y largos.

Después de que Ser Lance Dayne se alejase tras su breve conversación Merol volvió a quedarse en solitario un tanto apartado del grupo de invitados de la fiesta. Merol se sentía incómodo, fuera de lugar ante la magnificiencia y nobleza del resto de los congregados en el lugar, pero era su obligación aparentar y estar a la altura de lo que le habían pedido.

No podía sacarse de la mente las palabras del caballero. ¿A que se refería con sus palabras" pensaba el joven bastardo para sus adentros. En ese momento sus pensamientos se vieron interrumpidos por el mandato de Astrid de que el resto de las hermanas acudieran al cuarto de Lenia.

- Si mi mi señora... - balbuceó apresurándose a moverse sin torpezas. Tras haber cumplido la orden, otro de los sirvientes se acercó a él susurrándole las indicaciones de su maestro. Sin mirar atrás, Merol volvió al interior del castillo...

Los caballeros habían tomado asiento y comenzado a comer. Mira observaba a Lenia, que a juzgar por su expresión, parecía enfadada. Su madre les había ordenado reunirse a todas, y por ello, cuando la vio salir, hizo una elegante reverencia que tal vez nadie viese. Pensó en desearles buen provecho, pero los caballeros estaban hablando entre ellos y no quiso cortar ninguna conversación, más si era para despedirse.

Se apresuró a seguir los pasos de su hermana, demasiado largos y rápidos para ella. Mira debía compensarlo moviéndose más rápido, aunque con pasos más menudos. Cuando estuvo alejada de la mesa echó a correr. No pensaba quedarse atrás como le había pasado escasos minutos antes, cuando seguía a su otra hermana para intentar consolarla.

Lady Myriah sonrió a gusto al ver a todos los caballeros comiendo alrededor de la mesa. Miró al cielo temiendo que de un momento a otro se pusiera a llover. Después agarró algo de fruta para comérselo por el camino y suspiró hondo:

Lamento no poder quedarme más tiempo con ustedes. Es mi misión preparar la fiesta de esta noche. En cualquier caso, les dejo en compañía de mis criadas, Fiona y Gwen, cualquier cosa que necesiten no duden en pedírselo a ellas.

Pronto llegará Sloth con el tabaco para que disfruten de una sobremesa alegre y distendida. No tardaremos en volver con vosotros, lo haremos en cuanto resolvamos algunos de los asuntos pertinentes para esta fiesta.

Después buscó a su heredera con la mirada, y la hizo un gesto que indicaba que era hora de reunirse todas juntas. Tras aquello, se acercó a Fiona y le dijo unas últimas palabras antes de salir. Si veis a mi hija Tabitha, indicadle que hemos ido a la habitación de su hermana Alyra. La esperamos allí, pero que haga el favor de no demorarse más de lo que está haciendo ahora mismo. 

Y tras esas breves indicaciones, se marchó de allí dejando disfrutar de la comida a sus invitados.

La señora de la Casa se había marchado junto con Mira y Lenia, dejando a los caballeros con la única compañía de Lady Astrid, dos de las criadas y el veterano maestro de armas. Oberyn torció la boca con un gesto de armagura. Suponía que Lady Myriah iba a conversar con sus hijas acerca de lo que les había sucedido, especialmente con Lenia y Alyra, ya que sus condiciones eran las más evidentes.

El dorniense dio un largo trago de su copa de vino, mientras observaba que la mayoría de los caballeros ya habían tomado asiento alrededor de la mesa. Advirtió que Ser Ulrich aún permanecía en pie, un tanto apartado y con la copa de vino en la mano y le hizo un gesto para que se acercase.

-¡Sentaos con nosotros, Ser Ulrich! -le indicó al caballero de rubio cabello, en tono cordial-. Tengo curiosidad por saber qué os ha parecido el vino que os recomendé tomar.

A la salida de las nobles mujeres, algo que en parte sorprendió al castellano, no hizo más que una reverencia a modo de despedida de todas y cada una de ellas. Marvin comprendió que la salida de la Señora de Vaelys, lady Astrid, lady Lenia y lady Mira era un asunto de fuerzas mayores, más si cabía aún por las circunstancias que estaba sufriendo la tercera hija y su aparente incomodidad ante la resolución de su madre. Si algo bueno sucedía ese día, fuera lo que fuese, acudiría al lado del septón Tiziano para venerar incluso al Desconocido, ya que todo parecía torcerse a cada segundo que pasaba del día. Incluso agradeció para sus adentros el haber llegado relativamente tarde a los jardines, puesto que, de haber llegado antes, solo hubiese visto aumentado su agobio porque las cosas iban a peor en el día menos indicado.

Con cierto sigilo, propicio por su condición de no ser noble y ser un poco menos destacado, decidió acercarse un poco más a la mesa, aunque sin sentarse en ella, cerca de donde estaba situada Fiona. Sus intenciones eran saber si alguno conocía los motivos que habían provocado la falta de habla de la joven dama, pero no iba preguntar abiertamente por ese tema. Una vez se aproximó a ella, aprovechó para comentarle algo en voz baja a la criada.

Cuando Kyle llegó a los jardines se sorprendió bastante de ver allí tanta gente reunida, y encima alrededor de una mesa ¿Se suponía que yo tenía que estar aquí? Intentó hacer memoria, pero no recordaba que nadie le hubiera dicho nada acerca de acudir al jardín.

No sabía si quedarse o marcharse, pero cuando vió a su hermana allí decidió decantarse por la primera opción. Se acercó a Fiona intentando pasar desapercibido, pero tomando nota mental de quién había allí. Había mucha gente a la que no conocía, pero por sus aspectos dedujo que serían los nobles y caballeros que habían acudido a cortejar a las hijas de Lord Vaelys.

Al llegar a la altura donde se encontraba su hermana vió que Marvin Curton estaba hablando con ella, y le hizo un gesto con la cabeza a modo de saludo para no interrumpirlos.

Alester levantó la copa y brindó con los demás-. Y por el vino de los Risefeller, que levantará los ánimos de muchos hoy –dijo bromeando. Bebió de la copa y se quedó en silencio, mirando a un punto impreciso, a solo él sabía qué. Su ánimo, a pesar del vino, parecía haber decaído. En qué estaba pensando era un misterio.

Se sirvió al fin de la comida que tenía delante. Las anfitrionas habían dejado los jardines y Alester lo tomó como una señal de que sus estómagos podían comenzar a disfrutar sin problemas. Mientras tomaba una pieza de asado, sus ojos seguían las espaldas de las mujeres, aunque pronto bajó la mirada, suspirando.

La llegada de un nuevo hombre no le pasó desapercibida. No tenía aspecto de caballero y, viendo que se acercaba al resto del servicio, imaginó que sería parte del personal de los Vaelys. Volvió a prestar atención a su comida y, acto seguido, se enfrascó en una conversación privada con sus compañeros.

Las palabras de Alester eran claras, aunque su volumen no era demasiado alto, por lo que aquellos a los que no se dirigía apenas podrían escuchar unos murmullos sin sentido. En su voz ya no había rastro de la melancolía que le había atacado hacía unos instantes.

- La verdad, el incidente con las muchachas ha sido de lo más desafortunado. Justo hoy, el día de su fiesta, dos de ellas se sienten indispuestas –O eso suponía, porque, en realidad, no sabía lo que le había pasado a Lady Alyra exactamente; solo la había visto correr con las manos cubriéndose el rostro-. Por no hablar de su padre, quien, por lo que he oído, tampoco se encuentra muy bien.

Tomó un sorbo del exquisito vino y continuó hablando:

- Supongo que será la presión. No puedo imaginar lo que es para las chicas, aun en su propia casa, esta situación; verse rodeada de un ejército de hombres dispuestos a relacionarse con ellas –Frunció el ceño ligeramente mientras negaba con la cabeza. La idea de la fiesta, de poder conocer a las hijas de Lord Rhys, le había atraído mucho; pero en el fondo no podía dejar de pensar que ese no era el mejor modo de resolver el tema de la herencia. Eso solo podía llevar a malentendidos y disputas sin sentido entre familiares-. Espero que consigan mejorarse.

Asintió a Alester mientras daba un sorbo al vino, no solo lo degustaba, lo disfrutaba y estudiaba a partes iguales, siempre buscando la perfección.

-Cierto, yo también creo que los nervios pueden tener parte de culpa, pero es curioso que todas se vean afectadas en algún aspecto, al menos tres de cinco.- Lo dejó caer tal cual. De los presentes tan solo él y su hermano habían visitado con cierta frecuencia la Fortaleza Roja después de la guerra, al menos que Tyler supiese, por eso sabían si esas cosas eran habituales en ellas o no, o si alguna era así de siempre. 

-¿Qué os parecen estas viandas? Ya os dije que el cocinero de los Vaelys era excepcional, no me importaría tenerlo a mi servicio- Comentó mientras se llevaba otro trozo de asado a la boca.

Alzó la copa a las palabras de Ser Marbrand sonriendo y dedicándole una leve inclinación de cabeza agradecido por la atención a su vino.

Vio después como Kyle hacía su tardía aparición en los jardines y no pudo evitar mirar a Kalhan como de rebote. Tenía asuntos que tratar con el maestro de armas, pero debería dejarlo para más tarde.

Devolvió su mirada a Ironsmith y le sonrió de un modo pícaro. 

-No seas tímido, ¡vamos! ¡únete a la mesa!- dijo a Kyle mientras reforzaba su invitación con un gesto de la mano.

Ante las palabras de Ser Tyler, el dorniense dio un largo sorbo de su copa de vino y desvió la mirada para fijarse en el apuesto joven al que se había dirigido el caballero. Se trataba de Kyle Ironsmith, el hermano de Fiona, sobre el que había hablado con la joven criada cuando esta le había acompañado a sus aposentos.

-¡Sentaos con nosotros, Kyle! -insistió Oberyn, uniéndose a la petición de Risefeller-. Creo que poseéis el mismo derecho que todos nosotros de sentaros en esta mesa.

Cedric que pensaba que había estado a punto de desfallecer del hambre, disfrutó del banquete tanto como se lo permitió su estómago.
Brindó en cada ocasión que proponían los demás caballeros y probó tantos vinos de forma generosa que yo no distinguía por el sabor cual era cuál.

Después de las palabras de Lady Myriah, Gwen dio una ligera sonrisa a los caballeros y conforme se desenvolvía la tarde, iba sirviendo vino y más comida para tener contento a los invitados, tratando de lucir siempre de una manera elegante y confiada, aunque de vez en vez, dejaba escapar alguna actitud que mostraba aunque por unos pocos segundos lo nerviosa que se encontraba por estar atendiendo a tantos caballeros, además de que trataba de no mostrar señales pero en el fondo encontraba muy atractivos a algunos, aunque sonreía y bromeaba con todos por igual, conforme los iba atendiendo.

Ser Edric se estiró un poco desperazándose y dando un sorbo de vino, suspiró y decidió acabar un poco con la pantomima. Las conquistas le gustaban a su debido tiempo, pero le gustaba más tener una conversación interesante:

- Bueno señores, disculpad mi atrevimiento, pero me gustaría preguntarles, ahora que estamos los caballeros reunidos. Qué les parecen las bellas damas a las que todos parece que queremos cortejar.- dejando la copa sobre la mesa y sonriendo a los demás, ignorando la presencia, al parecer por el vino, a Lady Astrid.

El comentario de Ser Edric distrajo a Cedric de la comida. ¿El joven bastardo tenía pensado cortejar a las jóvenes? Cedric lo miró con los ojos enormes, Edric se dio cuenta y para disimular Cedric salió con un comentario al paso:

No sé ustedes, yo soy un hombre casado. Estoy más para cortejar a las sirvientas que para obtener el honor de cortejar a las jovencitas de la casa. – Dicho esto aprovechó que Gwen pasaba por su lado para darle una palmada en la nalga. Cedric soltó una carcajada y volvió a beber del vino. 

Oberyn rió con picardía ante la desfachatez en las palabras de Ser Edric, no supo si el caballero hablaba de esa forma a causa del vino que había injerido o por cualquier otra causa. Posó la mirada en Lady Astrid, la única de las hijas Vaelys que permanecía comiendo junto a ellos. Supuso que la joven podría sentirse ofendida por la actitud de su primo al hablar de esa manera encontrándose ella presente.

-A mí me parece que hoy ya habéis bebido suficiente, Ser Edric -bromeó el dorniense, con una sonrisa-. No es muy cortés hablar de cortejar damas en presencia de una de ellas. 

El norteño masticaba con parsimonia y educación observando cuanto ocurría a su alrededor, los caballeros riendo y hablando, los sirviente se movían febrilmente de un lado a otro atentos de que no faltase comida ni bebida a ninguno de los comensales. Galbart bebió un trago de la copa de vino, para saborearlo, la dejó sobre la mesa pesantivo para mirar a Alester y luego a Ser Tyler-Tenéis razón, a mí me parecen demasiadas coincidencias juntas en un día tan importante para las hijas Vaelys-asintió-Desde luego la tensión, los nervios pueden influir, pero las dificultades para hablar o la directa huída de Lady Alyra me dan qué pensar-terminó dando otro bocado con una media sonrisa.