Partida Rol por web

Por fin el dia había guiado al caballero dorniense a las puerta del castillo. Llegaba el primero, mas no por haber olvidado su código sino por ser el mejor jinete y haber cruzado antes esos parajes.
Con su sequito y la lanza y el sol en su pecho la Víbora Roja de Dorne se presentó antes las murallas y exigió con su sola presencia que se abriesen para franquearle el paso a tan alta personalidad. Muchos sabían que no era una buena idea hacerle esperar.
No sería tan patán de golpear a los soldados que guardaban la puerta pero alguno podía enfermar esa noche accidentalmente si el dorniense decidía que no había cumplido con su exacto y exigible cometido.
Esperó paciente ante las puertas. Estas se abririan ante él.
El gran hombre llegaba a la fiesta.

Los soldados que custodiaban la puerta se percataron rápidamente Oberyn Martell y todo su séquito, como no podía ser de otra forma. Uno de los soldados fue a adelantarse, tal vez para preguntar a los recién llegados por su identidad y sus intenciones, pero otro soldado de aspecto más veterano lo detuvo y negó con la cabeza.

Tras unos pocos susurros entre los soldados la puerta principal quedaba abierta, y unos cuantos soldados custodiaron a la Víbora Roja hacia el interior de la fortaleza.

Llegamos al castillo sin más contratiempos, cosa que ciertamente agradecí, el viaje había sido largo y tedioso en su mayoría, convirtiéndose en una agonía las últimas jornadas, al menos el incidente del camino bloqueado había hecho más ameno el último trayecto.

Al llegar a las puertas de entrada, observé con atención. Ya de por sí las murallas y la puerta principal, nos empequeñecía por su enorme tamaño, así que el castillo en si debía de ser majestuoso.

-Caballeros, al fin hemos llegado, veamos que futuro nos depara esta celebración, os deseo la mejor de las suertes-les dije con una sonrisa amistosa, mientras avanzaba había la entrada para avisar de nuestra llegada.

Nada más divisar el castillo, Alester redujo la velocidad. Contempló cada detalle mientras avanzaba al trote. Para cualquier otra persona, podía ser una muralla más, pero para él significaba una oportunidad, quién sabía si la última. Y esperaba que los dioses estuvieran de su parte en esa ocasión.

Por suerte, nadie más a lo largo del camino le había parado para solicitar su ayuda, pues al final había llegado más tarde de lo deseado y, además, no podía acumular más recados ajenos. Paró unos segundos justo al lado del norteño, a quien sonrió y respondió:

- Sin duda, el futuro está en manos del azar, casi por completo. Mucha suerte hay que tener para que esas muchachas decidan esta noche que quieren pasar el resto de su vida con alguien a quien apenas conocen –Y con alguien a quien ellas verán como un viejo, pensó, aunque sin desanimarse demasiado-. Pero supongo, mi Lord, que lo importante es disfrutar de la celebración.

Avanzó junto a su acompañante, acercándose a las puertas de la Fortaleza. Vio a las tropas que había apostadas en la entrada y les saludó con un gesto de la cabeza al tiempo que les daba su nombre-. Alester Marbrand, soldado. Vengo a la fiesta organizada por Lady Vaelys.

Esperó a que los dejaran pasar, deseando que no los retuvieran demasiado ahí fuera.

Buenas Soldado, Soy Cedric de la casa Trindell, he sido invitado por mi señor al banquete. Ruego me dejen pasar.

El guardia asintió en dirección a Alester y se dirigió a ser Galbart: "Y vos, ¿se puede identificar por favor? Me temo además, mis señores, que deberán dejarnos sus armas. No se permite pasar con ellas al interior."

Evan se dirigió con paso firme hacia la puerta principal del castillo.

Miró rápidamente alrededor. Pareció decepcionado por no encontrar a quienes esperaba, sin embargo no estaba todo perdido. Uno de los invitados parecía llegar desde el camino. Rápidamente Evan se acercó  a uno de los soldados que estaban justo en la puerta.

- Disculpen, ¿les importaría indicar a los siguientes invitados que vayan llegando que tras dejar sus monturas en el establo se dirijan al Recibidor? De este que se aproxima me ocuparé personalmente, y en seguida llegarán los encargados de cumplir esta labor. - le dijo esperando que pudiese contar con su colaboración en este asunto. 

No se si es posible, pero si lo fuese, y por casualidad hubiese por allí algún sirviente realizando la tarea que fuese (mozo de cuadras o sirviente, da igual, mientras Evan fuese su superior) Evan le diría apremiante que fuese raudo a las cocinas, dejando por un momento lo que estuviese haciendo, para que dijese a los sirvientes que allí estuviesen que el mayordomo exigía que uno o dos, los que estuviesen mejor dispuestos, se dirigiesen al recibidor para atender a los invitados, que ya estaban llegando. 

En la cara de Evan y su tono se notaría el disgusto y desagrado por el hecho de que no hubiesen estado listos para esto en el momento adecuado.

Sí, señor. Ser Rodric acaba de llegar (le señala educadamente). Haremos como dice.

Asintió mirando como el caballero se aproximaba a la puerta. Aún parecía estar lejos. Las prisas apremiaban su espíritu inquieto, había que atar las cosas con presteza o todo se complicaría todavía más. Si ser Cedric no llegaba pronto él partiría a organizarlo todo, no podía quedar así.

¿A que se estarán dedicando John y Merol?

No podía evitar hacerse esta pregunta. Se suponía que él debería haberse podido tomar el día libre, y sin embargo, todo se desmoronaba si no estaba pendiente.

-Muchas gracias, de veras- Dijo al soldado sinceramente agradecido, pues sabía que no era su obligación realizar esta tarea.

Viendo que ser Cedric aún estaba lejos decidió ir asegurarse de que las cosas estaban preparadas.
-Gracias de nuevo, en un momento volveré.-

Marvin llegó a la puerta. Su intención era actuar como comitiva de bienvenida ante la llegada de los nuevos caballeros que debían estar a punto de presentarse. Había que demostrar el buen acogimiento de la casa Vaelys para con sus invitados de lujo.

Sin duda, los caballeros habían de comenzar a presentarse en cualquier momento. Marvin buscó un punto adecuado para poder divisar su aproximación y ser visto por ellos de igual manera. La improvisada fuerza de acogida en la puerta tenía la función de dar indicaciones, principalmente dónde estaban los establos e invitarles a tomar un refrigerio en el recibidor mientras se preparaban sus estancias, y servir de ayuda ante las dudas de los nobles que llegasen.

El castellano, un poco impaciente, esperaba que el resto de invitados fuesen alcanzando pronto este destino para poder dedicarse a otras funciones.

El castellano llevaba un tiempo esperando por posibles caballeros que llegasen, pero parecía que era un tiempo perdido. Con cierta frustración por haber pasado gran parte de la mañana en la muralla se disponía a irse cuando apreció la llegada de algunos invitados.

- Bienvenidos a la Fortaleza de Sangre, hogar de la casa Vaelys, señores - dijo Marvin, al mismo tiempo que se acercaba para presentarse ante ellos -. Soy Marvin Curton, el castellano de la familia. Milord Rhys está disponiendo de ciertos asuntos en estos momentos, pero en breve les recibirá. Tenemos espacio en nuestras caballerizas, que se encuentran en esa zona - les hizo una señal indicadora para que pudiesen situar el recinto dentro de la fortaleza -. Luego, una vez ya guardados vuestras monturas, disponemos de un pequeño refrigerio en el recibidor mientras los señores esperan a que sus habitaciones sean preparadas. Si desean alguna cosa sólo han de pedirla.

Una vez expuso las cosas, Marvin esperó por posibles preguntas, dudas u otras cuestiones que los nobles considerasen menester y en las que pudiese ser de ayuda.