Partida Rol por web

Oberyn observó que Lady Myriah acababa de entrar en el Gran Comedor, dando el beneplácito a los caballeros allí reunidos para que fueran entrando.

-Lady Alyra -dijo el dorniense, tomando la mano derecha de la joven y besándole la palma de manera caballerosa-. Un placer veros. -Después se dirigió hacia Lord Swann Grizzly y Ser Ulrich von Liechtenstein, los dos hombres con los que más había conectado durante el viaje y añadió-: Lord Grizzly, Ser Ulrich, les veo en el Gran Comedor.

Sin más, Oberyn echó a andar detrás de Ser Lance Dayne, en dirección al comedor.

Causó solo curiosidad saber qué historia y de donde Fiona conocía al príncipe, ya se lo preguntaría a su amiga, sin embargo ocultó esas dudas casi infantiles diciéndole al principe  Oberyn que apenas la viera le daría sus saludos, pero que por desgracia, Fiona había sufrido un pequeño accidente, sin embargo estaba bien, al decir eso, tuvo nuevamente la intensión de preguntar de donde se conocían pero no, era mejor no inmiscuirse ahí, para eso tenía a Fiona, suspiró levemente, debía contarle tantas cosas a su amiga. 

Su hermana pequeña apareció, eso alivió a Alyra que en otras circunstancias hubiera corrido donde Mira para preguntarle sin estaba bien y qué es lo que había hecho con aquel tema, también notaría que hablaba sin mayores problemas, eso era bueno. Quería a su hermanita lo más alejada posible de todo aquello, así que volvió su mirada hacia sus interlocutores para preguntarles cualquier cosa, solo una plática casual, no obstante su madre tendría otros planes, ordenar el almuerzo y llamar a los que faltaban. Alyra asintió, aliviada, ya podrían comer, pero Lady  Myriah tenia otros planes para ella, enviándola en busca de Tabitha.

— nos vemos pronto —  agregó la joven inclinado su cabeza ante la despedida del principe y saliendo en busca de Tabitha, ya imaginando donde podría estar.

El noble enarcó las cejas y sonrió, como gesto de grata sorpresa, cuando escuchó las noticias de Risefeller- Gracias por el aviso. Y no os preocupéis, que de mi boca no sale un comentario –le aseguró, cuando este le dijo que era mejor que no se corriera la voz-. Espero que Lord Rhys acepte y al final se celebre, siempre es agradable tener un poco de acción. En caso afirmativo, estaré deseando veros allí y ver si el tiempo de verdad ha afectado a nuestras habilidades –bromeó, dándole una palmada en el brazo.

Alester sonrió a Ser Tyler y le contestó en susurros al tiempo que le daba una palmada amistosa en el brazo. Apartándose un poco, volvieron a hablar con un volumen que todos los presentes pudieran escuchar-. Nada me apetecería más –contestó con sinceridad-. Nunca he estado por estas tierras y sería un delito no aprovechar esta oportunidad para cabalgar por ellas. Y, por supuesto, acepto también entrenar con vos –Le brillaron los ojos, llenos de entusiasmo ante la idea-. Conozco tanto los movimientos del maestro de armas de mi casa y de los demás soldados de Marcaceniza, que nuestros entrenamientos son casi pura rutina. Así que aunque me machaquéis y acabe por los suelos, habrá sido una experiencia de lo más estimulante.

El noble siempre apreciaba una buena conversación, sobre todo con un viejo conocido, y se le veía disfrutando del momento. Durante su viaje, apenas había tenido tiempo para estos momentos, ni siquiera la noche anterior, cuando tantos hombres se reunieron a cenar en la taberna.

Ese último pensamiento le hizo recordar algo, promesas que aún no había cumplido. Se maldijo a sí mismo, pues él gustaba de ser hombre de palabra y, ya casi se le había olvidado. Por desgracia, tendría que esperar un poco más.

En ese instante entró una jovencita, una criatura delicada de rostro infantil al que Alester puso nombre en cuanto la vio. Mira Vaelys, la hija pequeña de Lord Rhys. Al tiempo en el que la pequeña pasó a su lado para dirigirse a su madre, Alester se inclinó en una cortés reverencia.

Lady Myriah anunció que la comida ya estaba a punto de ser servida y, con curiosidad, Alester escuchó cómo le decía a Marvin que buscara a su marido, a quien nadie había visto en toda la mañana. Él se preguntó lo mismo. ¿Dónde estaba Lord Rhys? ¿Serían ciertos los rumores que corrían sobre él? No podía estar seguro, pero por cómo hablaba la señora de la casa, no lo parecía.

El hambre le obligó finalmente a moverse. Se giró hacia Ser Tyler y le dijo:- ¿Entráis vos también a comer? Yo lo estoy deseando –Y, sin más dilación, siguió a los que ya habían entrado al comedor.

Mientras hablaba con Alester y Astrid de forma distendida hizo su aparición la pequeña de los Vaelys. Al mirarla muchos verían tan solo a una niña, sin embargo Tyler estaba seguro de que no era el único en ver su potencial. Aquella niña pronto dejaría de serlo y en lugar de esa figura, todavía infantil, surgiría la de una hermosa y joven mujer. Muchas cualidades prometía para cuando se convirtiese en una esposa fecunda, y sin embargo Tyler se reservaba sus juicios personales en cuanto a ofrecerla en matrimonio aquella noche.

Cuando Mira pasó junto a ellos, saludando tan cordial, no pudo si no dedicarle una de sus sonrisas acompañadas de la reverencia que el momento demandaba.

-Mi señora...-dijo

La hermana menor, sin embargo, no se entretuvo y acudió junto a su madre. Lady Miryah aprovechó ese instante para invitarles a pasar al comedor

Bien, será mejor no hacer esperar a nuestros señores pensó para sí mismo. Por otro lado le parecía totalmente descortés adelantarse a las hijas Vaelys, a fin de cuentas no tan solo eran también sus anfitrionas, si no que, ellas eran el centro de todo aquel asunto.

Fue por este motivo que Tyler contuvo la llamada de sus tripas a saciar el hambre, permitiendo que tanto Astrid cómo Mira pasasen antes que él. Ellas tenían pleno derecho a ocupar su asiento y esperaba viesen en su gesto el respeto que les profesaba y la confianza y valor que aquello tiene en un esposo.

Ante la ausencia de Tabitha y Lenia, y el hecho de que Alyra fuese enviada en busca de su hermana mayor, el caballero cruzaría la puerta al comedor tras la primogénita y la hermana menor. Esperando que las otras tres no tardasen en personarse, pues la educación le impedía empezar con el almuerzo sin estar todos los Vaelys presentes.

Al llegar, Astrid se situó al lado de su madre, para dar la bienvenida a los que llegaran, como buena anfitriona. Así, colocó las manos juntas delante de su cintura, a la par que su madre, y mostró la mejor de sus sonrisas. Lo apropiado es que los caballeros se presentaran, no que ella fuera de uno en uno recibiéndoles. Sus hermanas debían estar allí, a su lado, para hacer lo mismo. Pero, una vez más, demostraban su inexperiencia y su poca inteligencia.

Saludó a todos los caballeros que se acercaron Soy Lady Astrid, es un placer poder saludarle y conocerle acompañaba a esas palabras con una leve inclinación sin perder su sonrisa. Indicar que era la primogénita era innecesario. Si habían acudido a la fiesta, debían saber quién eran cada una de ellas, y el poder que ostentaban en la casa.

No le pasó inadvertido el comentario de Oberyn Martell. Justo saludaba y hablaba con Alester Marbrand. Su rostro se tensionó durante una fracción de segundo, recordando más a la dureza de la piedra que a la delicadeza de la flor, pero tan rápido como llegó se fue. Quiso notar también la tensión en Alester, pero no supo si su instinto era acertado. Dejó escapar un pequeño suspiro, meditando sobre qué podría hacer para evitar ese tipo de comentarios, antes de continuar con su conversación.

- Buen día tengáis Lady Astrid, hace mucho que no os veía.

La presencia de Edric Colina estaba más que anunciada, pero verle desarmó temporalmente a la joven Astrid. Su piel, ya de por sí pálida, perdió parte del color, pero consiguió recuperarse antes de que él pasara al comedor.

Ser Edric, se bienvenido a nuestro hogar dijo, siendo de lo más galante. No hubo veneno en sus palabras, aunque podría, ya que él era un bastardo y aquel podría ser su hogar si le hubiesen reconocido como hijo. Es un placer tenerle aquí y, aunque eso era una mentira tan grande como el castillo, su diplomacia y educación lo hicieron pasar por un saludo más.

Esperó a que su madre tomara la delantera y la siguió hasta el comedor

Astrid escuchó las palabras que los amigos se dirigían. Ella no sabía nada de un torneo, pero se imaginaba cuál de sus hermanas lo propondría. Negando con la cabeza, aportó a la conversación unas palabras

Mis hermanas, siempre tan inocentes y divertidas

Astrid cruzó una mirada con ser Tyler, pero lejos de cariño, era de alerta. Su pensamiento sobre el combate no era agradable, pues les pondría en una situación muy comprometida a ambos. Al fin y al cabo, quien ganase el combate, sería el más digno de todos para tomar a cualquiera de sus hijas y, muy seguramente, a la mayor. Que el ganador quisiera tomar a otra cualquiera sería un desagravio a la casa.

Marvin escuchó las palabras de lady Myriah y asintió sin más a la orden que le dio. Casi tan pronto como había llegado al recibidor, veía que debía salir a la búsqueda del señor de la fortaleza, quien esperaba se hallase en sus aposentos. Cómo le había señalado la propia señora del castillo, el castellano no sabía nada de lord Rhys desde la ultima vez que coincidieran ambos, en el desayuno.

Casi más que saludar a los presentes, decidió bajar la cabeza, sin decir nada, para pasar desapercibido, ausentarse e ir al encuentro de el señor Vaelys a sus habitaciones para cumplir el cometido que se le había encargado.

Tyler respondió a su mirada con otra de calma acompañada de una leve sonrisa. Por su parte no creía que se celebrase, al menos no en principio. Si ellos procedían como habian acordado pronto estarían desposados, aunque fuese en secreto. Además tenía el convencimiento de que Lord Rhys y Lady Miryah tenían en mente una fiesta más sofisticada, en la que los caballeros hiciesen uso de sus modales, lábia y estrategia para conquistar a las damas. Si hubiesen deseado realizar un torneo deberían haberlo avisado de antemano, pues por lo que había visto en los establos muchos caballeros habían acudido a lomos de sus palafrenes y no de sus monturas de guerra. Tampoco habrían acudido con sus armaduras ni sus mejores armas. Anunciar un torneo sería todo un desatino en esas circunstancias.

Pero entonces ¿Porque mencionaría Tyler el asunto? Pues para poner al corriente a Astird, y también porque mientras algunos caballeros pensasen en el torneo, mientras midiesen a posibles oponentes en la liza, no estarían trabajando en conquistar los corazones de las damas. Quiso tranquilizar a su amada con un guiño, esperando relajar sus temores.

Creyó que caminarían juntas, pero vio cómo su madre se iba al gran comedor sin brindarle un gesto para que la acompañase. Durante unos segundos no dijo ni hizo nada, sencillamente se quedó inmóvil observando cómo iban desfilando los caballeros tras Lady Myriah.

¿Significaba eso que tenía libertad para ir donde quisiese?

Mira dudaba qué hacer. Tenía un hambre considerable y su estómago le indicaba la dirección dónde le servirían unas buenas viandas, pero su madre dijo que no empezarían hasta que Lenia hubiese llegado. No le agradó la idea de hacer tiempo en el comedor esperando su regreso, se sentía bastante expuesta sin la presencia del resto de sus hermanas y tampoco sabía del cierto dónde estaría Ginevra. Así que aunque consideró seguir resignada la comitiva, optó por seguir su intuición e ir tras su hermana Alyra, como tantas otras veces había hecho.

Será solo un momentito...

Galbart llegó al Recibidor a tiempo para ver cómo Lady Astrid se situaba junto a su madre para recibir a cada uno de los caballeros y el norteño no iba a faltar más el respeto a la familia Vaelys, no como hizo aquella mañana entrando en el comedor sin ser presentado, así que esperó paciente su turno como el protocolo ordenaba.

Era un norteño, pero no carente de modales, quería demostrarles a todos que en el norte no sólo hay salvajes, fríos y sin educación, estaba harto de esa terrible imagen que acarreaba como una invisible maldición.

Fué saludando a todas las Vaelys presentes y se encaminó al Comedor tras ellas.

Viendo como Lady Myriah y Astrid Vaelys entraban en el comedor y tras apreciar como Mira salía en otra dirección, Tyler decidió entrar en el gran comedor con el resto de invitados. 

La reacción de la pequeña le sorprendió, aunque no era labor suya juzgarla ni tratar de comprender qué le movía. Se limitó a esbozar una sutil sonrisa mientras Mira desaparecía. Después el caballero cruzó la puerta para llegar al lugar dónde las viandas serían servidas.

-De nuevo nos encontramos- Saludó a Ser Galbart mientras avanzaban -Esperemos que la comida sea generosa y transcurra en un buen ambiente- Quizás el norteño no comprendiese el doble significado de las palabras de Tyler, tampoco le importaba demasiado, no era su intención ofender a nadie y menos a los Vaelys, pero había que reconocer que todo aquel asunto del desayuno, ya mucho antes de la aparición de Galbart y Oberyn, había sido, como poco, inusual.

Tyler se fijó en la vestimenta del caballero del norte, ¿Se había cambiado de ropajes? También se fijó en si sus cabellos estarían mojados o húmedos.

Mira sonrió cuando sintió el cálido gesto de Lenia acariciando su cabello. Le abrazó un instante, y luego la miró extrañada cuando señaló su garganta negando con la cabeza. 

-Te due-le? -le preguntó con preocupación justo antes de llegar al umbral del recibidor. Esperaba que se recuperase pronto. Le apenaba pensar que su hermana podía estar sufriendo. 

Iban bajando los escalones de la torre del fénix cuando se encontraron con la pequeña Mira, Alyra iba del brazo de su hermana mayor, lo que significaba que por fin ambas habían solucionado sus conflictos y ahora volvían a ser las mismas hermanas de hace semanas cuando por alguna razón, Alyra le había dejado de hablar a Lenia y parecía sentida con su hermana. 

Hubo un pequeño gesto de preocupación cuando Mira habló con la voz entrecortada, y sus ojos mirando a Lenia, era parte de lo que estaba diciendo, algo extraño, demasiado extraño, estaba pasando y no podía decirse que eran meras coincidencias, pues, las tres "enfermas" y con aquel hedor que aparecía y desaparecía, ya parecía ser otra cosa. 

— esperen un poco —  Alyra se alejó de sus hermanas para pedirle algo a una de las sirvientas y volvió con las chicas —  ya te pedí el té, Lenia, con eso deberías mejorar... —  acaricia la mano de su hermana para que estuviera tranquila, no quería preocuparla más, a ninguna de las dos de hecho, quedaría con sus meditaciones y sus recelos, esos rumores la estaban volviendo locas, sobre todo algunos que eran oscuros y terribles. 

Las tres hermanas Vaelys llegaron al recibidor, Tenia venía al medio, tomada del brazo de Alyra, y llevando de la mano a la pequeña Mira. Apenas llegaron, Alyra se alejó de las chicas para ir a hablar con una de las sirvientas que llevaban parte de los platos y luego de cruzar algunas palabras, volvió con sus hermanas para seguir la caminata hacia el comedor, moviendo su cabeza a modo de saludo a las persona que aún estaban en el recibidor. 

— imagino que Tabitha debió haber llegado ya —  comenta en un susurro a sus hermanas, seguía muy inquieta por ella, y aun no veía a aquel hombre. 

Lenia se encogió de hombros ante la pregunta de Mira, si que le dolía, pero ... ¿Que iba a hacer? quizás otro día lo hubiera pasado tranquilamente en cama, pero hoy, era un día muy especial.

Sonrió agradecida a Alyra cuando le pidió el té y al entrar en el recibidor se dio cuenta de que había caballeros que aún no conocía. ¿Cuantos más iban a venir?.

Inconscientemente, apretó un poco la mano que tenía sujeta de Mira y suspiró, mirándo a ambas hermanas. Vio a John, pero apenas le sostuvo la mirada. Hizo una pequeña reverencia a modo de saludo y pareció buscar a alguien entre los presentes, alguien que no encontró, pues su mirada se llenó de decepción.