Partida Rol por web

El dorniense se sintió sorprendido al ver que la mayor parte de los miembros del servicio de la Casa Vaelys habían acudido al recibidor, desde la joven sirvienta Gwen, a la que Ser Cedric había manoseado durante la comida, hasta Sloth el Jorobado. Aunque en esos instantes, Oberyn sólo tenía ojos para un hombre, y ese era Evan Ross, el mayordomo y jefe de caballos. Lo consideraba tan atractivo que difícilmente pensaba que pudiera haber en la Fortaleza de Sangre una sola dama que no hubiera caído prendada de él.

-Maese Ross -le saludó, acercándose a Evan con gesto serio-. Me alegro de veros, aunque tenga que ser en unas circunstancias tan fatídicas. -El príncipe se frotó las manos, con nerviosismo, mientras pensaba en el funesto destino que había sufrido la joven Fiona-. Me consta que, dada vuestra posición, sois un hombre que conoce más de un secreto sobre los sucesos que están desarrollándose en esta fortaleza. Me gustaría poder hablar con vos, a solas si lo preferís, o en esta misma sala. -Posó su mano con delicadeza en el hombro del fornido mayordomo y añadió, bajando el tono de su voz y acercándose al oído de Evan-: Siempre que podamos evitar que nos escuchen los oídos indiscretos.

Entró con paso decidido y porte serio. Daba instrucciones a los sirvientes, sin alzar la voz pero con determinación.

-Pronto llegarán más invitados, que no falte de nada, que puedan hacer aquí un aperitivo antes de pasar al comedor-

Nada podía fallar ya, se había cubierto el cupo. Evan, sin su capa, observó todo el recibidor ¿estaba limpio? ¿ordenado? ¿Con asientos disponibles por si alguien decidiese descansar un momento? 

Entonces uno de los caballeros invitados se acercó a él, solicitando hablar en confidencia.

Las palabras del dorniense provocaron una mueca de clara angustia en el mayordomo, sin duda le había afectado la muerte de la sirvienta, aunque por alguna razón no se le había visto por la capilla. 

-Por supuesto- respondió al caballero -Podemos apartarnos un momento en un rincón, aunque si lo prefiere podemos salir al otro lado de la puerta- Sabía que si se quedaban allí podrían observarles, y según de qué hablasen sus gestos les delatarían. Había que velar por la integridad de todos, y si Oberin prefería cuidarse de los curiosos él no se lo negaría.

Sloth iba de camino a las cocinas. Sloth iba corriendo a las cocinas. ¿Llegaría a tiempo de prepararlo todo, de transmitir las órdenes de su señora? En el pecho de Sloth, una bola de inquietud y agobio iba creciendo al lado de la bola de tristeza que le había dejado la muerte de su amiga. Por suerte, la inquietud y el agobio se esfumaron de repente al ver cómo los criados subían las bandejas con comida y las jarras con bebida. Qué alegría debía de sentir Sloth en ese instante, pues al menos una cosa estaba saliendo bien ese día.

Entonces sus ojos vieron a Evan, junto al resto de sirvientes. Y luego al Príncipe Martell, quien se acercaba para hablar con él. Sloth no quería interrumpir, no sería una muestra de buena educación hacia los invitados. Pero Sloth tenía que hablar con Evan, tenía un mensaje para él.

Se acercó lentamente, dando muestras claras de su intención para no violentar a ambos mientras conversaban en privado y para que pudieran callar sus palabras a tiempo antes de que él llegara a ellos. Una vez al lado, hizo una reverencia al dorniense.

- Disculpad, Príncipe -Sloth se dirigió primero a él, para luego hablar al mayordomo-. Evan, cuando termines tus tareas aquí y de hablar con nuestro invitado, Sloth te aconseja que busques a Lady Vaelys. Te está buscando con urgencia. Sloth imagina que sigue en la capilla del Septo. Acaba de finalizar la misa por Fiona –le anunció. Y, con una reverencia más a Martell, se retiró.

A continuación se giró hacia el resto de los criados:

- Precisamente Sloth iba a la cocina a deciros que era la hora de prepararlo todo. Muy bien, muy bien. La señora estará contenta de lo rápido que se está llevando todo a cabo –les animó.

Viendo que no tenia nada que hacer en el recibidor me preparo para marcharme, "Señores, les agradezco este buen rato, me voy a esperar la comida en el comedor", me dirijo en dirección del comedor del castillo, pensando en las nueva información que tengo.

Cuando estaban apartándose Evan y el príncipe de Dorne se acercó Sloth.
-Excuseme un instante señor- se disculpó ante Oberin por deber atender a Sloth. Sin embargo con un gesto indicaba al dorniense que no se alejase, pues en seguida volverían a sus asuntos.

El sirviente tenía un mensaje para él, y desde luego no estaba dispuesto a hacer esperar de nuevo las peticiones, u órdenes, de su señora.
-Muy bien Sloth, enseguida acudiré a la capilla. Mientras asegúrate de que en el recibidor los invitados estén bien atendidos y cómodos- dijo amablemente al jorobado con quién también debía conversar cuando encontrase un momento.
Pero entonces vio como Ser Lance se disponía a pasar, presumiblemente, al comedor pues en la dirección que tomaba el caballero pocas cosas de más interés podía encontrar. Fuese lo que fuese lo que Dayne buscaba por allí el mayordomo apretó los puños. ¿Porqué algunos de los invitados creían estar en su propio castillo? Se paseaban por todos los lugares con una libertad desvergonzada, sin pararse a pensar que con ello podían entorpecer el trabajo de los sirvientes. Y ni que decir que también podían despertar ciertos sentimientos en los anfitriones, quienes sin duda, y a pesar de las circunstancias, se esforzaban y deseaban que todo fuese perfecto. ¿Entonces porque ir a un comedor que todavía no estaba listo para recibirles? ¿Porque no esperaban a que los sirvientes, o aún mejor el castellano o uno de los Vaelys les invitaste a pasar?

-Disculpe señor- interceptó a Ser Lance -¿Puedo ayudarle en algo?-

-Buenas tardes, Sloth -saludó el dorniense al jorobado, al ver cómo se acercaba a él y a Evan Ross.

Si bien es cierto que el sirviente parecía haberlos interrumpido, los modales del anciano jorobado eran tan exquisitos que Oberyn no podía reprocharle lo más mínimo. El Jorobado de Valeys llevaba tanto tiempo viviendo en la Fortaleza de Sangre que a ojos del príncipe era un miembro más de la familia de Lord Rhys.

Justo cuando la Víbora Roja de Dorne se disponía a conversar con Evan Ross, este se dirigió a Ser Dayne, quien estaba paseándose por el recibidor y ahora pretendía acudir al comedor como si aquel fuera su propio hogar. Una muestra de descortesía que el dorniense no esperaba captar en el siempre recto y cortés vasallo de su hermano Doran. No pasó por alto que Ross lucía molesto por la acción del caballero.

-Ser Lance, quedaros con nosotros en el recibidor -le indicó el príncipe, haciéndole un gesto de mano para que se acercara y desistiera en desplazarse al comedor-. El servicio aún no ha servido la comida. Apuesto a que sólo os impacientaréis más.

Aprovechando a que se hallaba cerca de Evan Ross, Oberyn susurró algunas palabras en tono bajo, para que no les oyeran los dos caballeros invitados ni los otros miembros del servicio.

-Maese Ross, me gustaría poder hablar con usted acerca del complot que está teniendo lugar en la fortaleza -dijo, en tono casi inaudible-. Tengo información que creo que puede serle de utilidad y, de igual manera, creo que usted posee información proporcionada por Lord Rhys que puede serme de ayuda. Más concretamente, me refiero a lo concerniente a Ser Mordred Rowain. Intuyo que sabe a qué me refiero.

"No hace falta" le digo a Evan, luego me dirijo a Oberyn, "gracias por el aviso, esperare tranquilamente a que este lista la comida", tras decir estas palabras me dirigo e intercepto a sloth, "Me guataría hablar unos asunto en privado con usted, si ahora tiene tiempo claro, si no, pues lo solucionaremos luego"

Evan se relajó un poco al ver como Ser Dayne decidía permanecer en el recibidor. Solía ser un tipo alegre, sobretodo cuando estaba con los caballos, sin embargo los acontecimientos de aquel día le tenían preocupado. Asintió a las palabras de Oberyn.
-Por supuesto- respondió sin poder ocultar cierta sorpresa y al mismo tiempo comprensión del asunto. -permitidme dar un par de instrucciones más y vuelvo junto a vos-
No quería ir como una exhalación entre los invitados, ni ante ellos, por eso hubo de contener su paso, que le pedía avanzar a grandes zancadas y velocidad. Ejerciendo aurocontrol sobre sus propios nervios logró caminar hasta Gwen con paso firme, directo pero sin aparente prisa desesperada. Cuando estuvo junto a ella le dedicó unas palabras con aire serio, aunque claramente no se trataba de ninguna reprimenda. Sencillamente estaba tomando en serio sus deberes.

Esperó a que Gwen dejase lo que estaba cargando y la miró a los ojos unos segundos, como si tratase de descifrar algo. ¿Dónde debían estar John y Ginebra? ¿Porqué no estaban llevando a cabo sus tareas? Sin embargo desistió de preguntar a la muchacha, hasta ahora de nada había servido y ahora le tocaba tomar las riendas.
-Gwen, toma a Lydia y a otro sirviente si ves que te hace falta. Quiero que Sloth se ocupe del recibidor, tampoco a él pueden faltarle dos en su equipo. Los invitados deben estar cómodos aquí y sin que les falte de nada. Tú y tu equipo os ocuparéis del comedor. Quiero que todo esté listo cuanto antes. Las mesas puestas, la decoración impecable y ventilado si es necesario. Confío en ti esta labor y te doy esta responsabilidad porque confío en tu buen gusto y en tu capacidad organizativa. No podemos cometer más fallos-
En todo momento clavaba su mirada en los ojos de la sirvienta. Ella le conocía y sabía que cuando se ponía así era porque había mucho en juego. Le había dado una gran responsabilidad, pero igual que si salía bien sería felicitada , si salía mal se la haría responsable.

El Príncipe Martell era una persona educada y agradable, pensaba Sloth. Siempre saludaba y era amable con Sloth. Y, más importante, un amigo de la familia, de su señor. A Sloth le caía bien.

- Claro, claro, cuando termines tus tareas –le respondió Sloth a Evan-. Es urgente, pero Sloth imagina que Lady Vaelys, que tanto se preocupa por sus invitados, prefiere esperar un poco si es para que todo esté preparado para la fiesta y para que atiendas a los caballeros –La señora llevaba todo el día pensando en la cena y en que todo saliera bien, así que Sloth imaginó que no le importaría esperar unos minutos a su audiencia con Evan. Además, era posible que, tras la misa, quisiera hablar con sus hijas y consolarse entre ellas. Todas estarían tan terriblemente entristecidas por lo ocurrido…

Mientras Sloth pensaba en todos estos temas, Ser Dayne se acercó a él. Ya anteriormente le había invitado a Sloth a sus aposentos. Y ahora quería hablar con él en privado. ¿Por qué quería hablar con Sloth con tanta insistencia? Sloth no era nadie, un simple criado y había muchos criados en la Fortaleza. Sloth lo encontró muy extraño, pero las órdenes eran atender a los deseos de los invitados.

- Por supuesto, Ser Dayne, decidle a Sloth de qué queréis conversar –le respondió, alejándose unos pasos para que, a partir de ese momento, las palabras fueran privadas.

"Sloth, puede que esto sea una tontería, pero me parece que quedamos en vernos en los establos" después de estas palabras me doy cuenta del error, "siento hacerte perder el tiempo, creo que tal vez haya alucinado un poco,  ire a ver al Maestre para que me mire" 

Gwen mira con seriedad a Evan y asiente ante sus instrucciones. Después se dirigió hacia el lugar donde conversaban Sloth y Ser Dayne y les interrumpió con una leve reverencia. -Si no es molestia para el señor, tengo que llevarme a Sloth unos instantes. La muchacha volvió a repetir la inclinación de manera casi imperceptible y se alejó con el jorobado. Tras terminar de hablar con él, Gwen salió del recibidor.

Una vez a solas, Gwen se dispuso a transmitir las órdenes de Evan.

-Sloth, Evan ha pedido que te encargues del recibidor. Puedes tener a dos personas más a tu cargo. Tenéis que encargaros de que los invitados estén cómodos y no les falte de nada. Seguro que Evan hablará contigo en privado para decirte todo esto. Si nos ha elegido es que confía en nosotros -trató de animarse antes de ponerse en marcha hacia el comedor.  

Cuando terminó de hablar con Gwen se dirigió a Jevic y a William. ¿Dónde estaría Sebastián?
Caminó acia ellos y les habló con seriedad tal y como había hecho con la sirvienta.
Después miraría a Marvin. Hacía tiempo que debería haber hablado con él pero había resultado imposible. Por eso se acercó al castellano si no estaba ocupado.

-Jevic- empezó a hablar con tono firme pero sin elevar la voz. Estaban rodeados de invitados y no era necesario que estuviesen al caso de como se organizaba el servicio. -Necesito que estés bien centrado. Me parece bien que colabores con tus compañeros si te necesitan y ese momento no tienes otra cosa que hacer. Pero recuerda que tú máxima prioridad es la cocina. Que no falte aperitivo en el recibidor y, sobretodo, que los platos de la cena salgan a tiempo y perfectos-
Después habló a William
-Willian, he dejado a Gwen a cargo del comedor y a Sloth como responsable en el recibidor. Ayúdales en lo que necesiten-
Les miró por un segundo, aunque no esperaba más respuesta que un asentimiento. No les estaba pidiendo un favor, les estaba dando una orden.

"sin ningún problema" digo a Gwen, me dirigo a william, "Si no tienes muchos problemas, podrías indicarme donde esta el maestre, necesito verlo, no me encuentro en buen estado", antes de que respondiera, me sentí un poco mareado, tenia que ver al maestre, si no, tenia que estar seguro de que estaba bien, me apoye sobre el muro, no para evitar caerme, solo para estar un poco mas comodo.

Tras decirle algo a Marvin Evan regresó, al fin, a buscar a Oberyn.

-Gracias por la paciencia- le dijo en un tono que tan solo oiría el príncipe y los más cercanos -Debo acudir junto a mi señora, pues me ha hecho llamar, sin embargo me encantaría que compartiese mi camino a fin de poder conversar- 

-De acuerdo. -El dorniense asintió, en voz baja, a las palabras de Evan Ross. Se encontraba deseoso de conversar con el mayordomo-. Os acompaño. ¿Lady Vaelys continúa en la capilla?

No estaba del todo seguro de que fuera una buena idea que él acudiera al lugar donde ahora debían estar velando el cuerpo de Fiona, dado que Lady Myriah había despachado del septo a todos los caballeros invitados, aunque cabía la posibilidad de que acudir acompañado por el mayordomo le permitiera permanecer en la capilla junto al resto de los asistentes.