Partida Rol por web

Asintió a Oberyn con la cabeza y comenzó a caminar acia la puerta. Después el príncipe y el mayordomo abandonaron la estancia para ir a otro lugar.

Sloth se sentía muy confuso. Había mantenido una de las conversaciones más extrañas en mucho tiempo con Ser Dayne. ¿Conversación? No. Sloth ni siquiera había hablado. El caballero había empezado a pedirle ayuda y, acto seguido, había huido sin acabar. ¿Acaso estaban los invitados ya borrachos?, se preguntó Sloth. La fiesta no había comenzado, ¿cómo era posible? Tal vez había bebido demasiado vino durante el almuerzo y aún le duraban los efectos. Sí, debía de ser eso, creía Sloth.

No dio un paso más, cuando Sloth se vio arrastrado por la joven criada. Gwen le caía bien, era buena trabajadora, por eso asintió a todo lo que le dijo, aunque Sloth no estaba del todo de acuerdo. Sloth no sabía por qué estaba recibiendo órdenes de Evan. Sloth solo recibía órdenes de Lord y Lady Vaelys o de sus hijas. En cualquier caso, el jorobado ya tenía pensado quedarse ahí un rato, comprobando que todo salía a la perfección. Ese era su cometido, encomendado por su señora, no por el mayordomo.

Vio cómo Evan salía hacia la capilla con el príncipe Oberyn, tras lo cual la preparación del banquete quedaba enteramente en sus manos. Se quedó pensando que la mejor persona para dirigirlo todo era Fiona. Ella era tan trabajadora y con tales dotes organizativas, que habría sido imposible que algo saliera mal. Qué situación tan trágica, celebrar una fiesta tras despedirse de una amiga.

Antes de continuar, se acercó a Marvin para hacerle varias preguntas:

- Marvin, la señora no le ha dicho a Sloth nada al respecto, ¿hay que seguir con el plan preparado por Lord Vaelys esta mañana? ¿Debe Sloth acudir a sus aposentos antes de la fiesta para... vestirse para la ocasión? -preguntó, dudando durante un instante en cómo verbalizar los deseos de su señor, pues se sentía ridículo, ante varios invitados, decir que le había tocado disfrazarse de bufón. Tampoco iba a importar mucho, iban a ver todos a Sloth tarde o temprano, como chiste de la Fortaleza que era. 

- ¿Sabéis algo sobre el señor? -añadió, con esperanzas de que él pudiera darle noticias más alentadoras a las que había escuchado.

Marvin, quien había estado como ausente mientras se desarrollaban otras conversaciones a su alrededor, volvió a ser consciente de que no se encontraba solo y que estaba siendo falto de tacto, un poco huraño y ligeramente antisocial por no saber qué decir o cómo actuar previamente. Solo las intervenciones, primero de Evan, luego de Sloth, que se dirigieron directamente a él le sacaron de sus pensamientos y ensimismamientos.

Tras escuchar a Evan, el castellano mantuvo silencio con él y solo negó con la cabeza a su pregunta, ya que desconocía la respuesta a su duda. Nuevas noticias le habían llegado por parte del mayordomo, y desde luego, no le llevaban a tener un mayor reposo en sus cavilaciones. 

La siguiente pregunta, la expuesta por Sloth, le llenó de cuestiones a su vez. No era el mejor ambiente para una fiesta, pero dudaba que Lady Myriah fuese a posponer la celebración. Estaba completamente seguro de que la cancelación o postergar el evento no era una opción.

-Mi buen Sloth, Habrá que continuar con lo dispuesto por Lord Vaelys. Sé que nuestro señor está descansando en estos momentos, pero estoy seguro que estará en la fiesta y le agradará ver como lo que ha planeado se lleva a cabo, aunque solo sea esa mínima parte de lo que os mencionó esta mañana. El señor se sentirá complacido al ver que algo se mantiene igual.

El señor está descansando. ¿Pero está descansando de verdad? Sloth había oído muchas cosas sobre su señor y no había creído ninguna. Porque era imposible aquello que se contaba de él. Sloth no lo había visto en todo el día y el "invitado" especial de la casa se había burlado de Sloth y había fingido que sabía dónde se encontraba Lord Rhys. ¡Valiente afirmación! Ese caballero siempre mentía y manipulaba, sabía Sloth.

Aun así, a Sloth le quedaba la duda.

- Gracias, Marvin, Sloth así lo hará –respondió mecánicamente, con su mente en otros asuntos-. Viendo que está casi todo aquí dispuesto, Sloth marcha a sus aposentos. Sloth se cambiará y preparará para la fiesta –anunció, comenzando a caminar-. Sí, Sloth se preparará… Si no os importa, Marvin, Sloth cogerá un pedazo de pan y una fruta -añadió, tomando los alimentos de las bandejas que habían traído los criados-. Sloth hace tiempo que no come y seguramente no pueda disfrutar del banquete, tan ocupado como estará durante la celebración.

En la cabeza de Sloth, miles de preguntas. No tenía ninguna orden más de Lady Vaelys, nada en lo que ocupar su tiempo y que le impidiera a Sloth hacer lo necesario. Pues esto era necesario, así lo consideraba Sloth. Su espíritu quedaría tranquilizado y podría aparecer de nuevo ante las damitas y ante su señora con buenas noticias. Sloth ya daba por sentado que iban a ser buenas noticias, pues no le quedaba otro remedio que mantenerse optimista. En esto, al menos.

A la salida de Sloth para ir a comer algo y prepararse no tardó demasiado en unirse el propio castellano. Marvin, quien aún veía que había mucho por realizar, no iba a demorarse mucho más tiempo en la zona usada como recibidor. Tal vez no fuese a ser de mucha ayuda para que la celebración fuese perfecta, pero nada ayudaba permaneciendo en ese lugar.

-Con vuestra venia, sers, me retiro -anunció a los caballeros que allí se encontraban todavía con una reverencia a modo de despedida.

Sin más dilación, Marvin salió del lugar.

Qué extraño le parecía ahora el recibidor. Parecía un lugar distinto, nuevo, y la niña lo miraba con detenimiento como si lo hiciese por primera vez. 

Allí iban a reunirse sus padres, sus difuntos padres. Mira no sabía si podría soportarlo ni por cuanto tiempo podría mantener la compostura. Allí debían aguardar, con el cuerpo presente de su madre, la llegada de su padre cadáver. 

Con el alma rota fijaba su vista en los cuadros, en los marcos, en cualquier detalle que poco le importaba en realidad, pero que le permitía obstinarse en el engaño de que nada ocurría, con la ilusión de alargar un tiempo de esperanza que podía agotarse en cualquier momento.

Sloth llegaba de las mazmorras con paso apesadumbrado y lento, pues aunque él siempre cumplía órdenes con absoluta presteza, esta última que le habían encomendado le llenaba de tanta pena, que se veía casi inmovilizado. Sobre sus brazos descansaba un gran bulto envuelto en una sábana blanca, un bulto con clara forma de cuerpo humano, aunque su identidad no podía ser reconocida al estar tapado. Y Sloth lo transportaba con tremenda delicadeza, como si temiera hacer incluso más daño a aquel que ya no podía sentir más.

Sloth llegó al recibidor, donde le habían ordenado, y cuál fue su sorpresa al encontrarse a Evan y a la pequeña Mira allí. Pero no estaban solos. El cuerpo de Lady Myriah los acompañaba. Así que había fallecido. El espíritu de Sloth, que tantas ilusiones se había hecho pensando que tal vez seguía viva, se derrumbó por completo.

- Evan… ¿Dónde la has encontrado? –preguntó con un hilo de voz.

Y Mira estaba, en ese momento, ante los cadáveres de sus padres. Oh, Sloth no quería tal cosa, no quería que la pequeña viera una escena como esa.

Sloth eligió una mesa rápidamente y sobre ella depositó el bulto, con sumo cuidado. Tomó una de las sábanas extra que había cogido y se la pasó a Evan-. Para que la tapes. La pequeña no tiene por qué verlos así ­–le dijo entre lágrimas.

No había sido capaz de articular palabra en todo el camino que había compartido con Mira. Desde los establos hasta el recibidor caminaron juntos, compartiendo la pena y la angustia. Evan llevaba en sus brazos el cuerpo de la señora, una mujer fuerte, a veces fría y distante, aunque prefería pensar en ella como una madre y esposa capaz de brindar su calor en la intimidad. De cualquier modo, la menor de las hijas no merecía todo aquello. ¿Qué sería de su brillante inocencia? Evan maldecía aquel día en su fuero interno, pues había traído la desdicha y el dolor sobre la familia una vez más.
Hizo su entrada Sloth portando otro cuerpo ¿Sería Lord Rhys? Debía de ser él a no ser que hubiese fallecido alguien más.
-Gracias-dijo a Sloth-uno de los mozos la vio y la puso a resguardo de la lluvia en los establos- había sido un detalle, una muestra de buen hacer por parte del sirviente el llevar una sabana de más. Evan ya no disponía de capa, pues con ella había cubierto a Fiona y por esa razón no había podido evitar la visión del cuerpo inerte de Myriah a los ojos de la niña. Sin duda algo que lamentaba profundamente.
Dejó el cuerpo de la esposa junto al del esposo. Ver allí los dos bultos hizo que buscase por la sala con la mirada, y cuando dió con una de las jarras de vino que se iban disponiendo durante toda la jornada para los invitados, cogió tres copas, las llenó y ofreció una a Sloth, una a Mira y la otra, bien llena, se la quedó para si mismo. Sabía que ella era tan solo una niña, pero después del día que llevaban quizás el vino la ayudase también a sobrellevarlo. Después dio un largo trago.

Sloth entró en el recibidor y no lo hizo solo. En sus brazos descansaba un peso inerte. Mira clavó su mirada en Sloth buscando confirmación a su peor temor.

Voló a la mesa donde el jorobado estiró el cuerpo. Apenas escuchaba la conversación entre él y Evan, sonaba como un eco lejano. La presión que sentía en el pecho ahogaba todo lo demás.

Aceptó la copa que le ofreció Evan y la bebió de un trago. El vino sacudió su cuerpo con un escalofrío. Veía los demonios arremolinarse a los pies de sus padres celebrando una victoria que ni ella ni nadie había logrado impedir. Sin estar muy convencida retiró la sábana para descubrir el rostro de Lord Rhys y su imagen se tatuó en su alma de un modo tan doloroso que jamás habría alcanzado a imaginar.

-Padre... os he fallado -sollozó con el alma rota, apoyando su rubia cabecita en un torso que ya no latía.

De pronto un fuerte temblor sacudió los cimientos de la Fortaleza de Sangre. Aquellos instantes parecía que hubiesen durado horas.

Grandes trozos de piedra de la fortaleza se vieron precipitados contra el suelo levantando gran cantidad de polvo. La mayor parte de los objetos que componían aquella sala cayeron al suelo y todo parecía venirse abajo.

Después, un fuerte estruendo en el exterior y una gran nube de polvo que se mezcló con la lluvia que aún seguía precipitándose en el exterior. Algo se había caído o algo se había derrumbado. Pero fuese lo que fuese había hecho pedazos la fortaleza durante unos instantes. Afortunadamente ninguno había sufrido daño, pero... ¿los demás estarían bien?. Sin duda, la peor parte se la había llevado la Fortaleza de Sangre que claramente necesitaría ser reparada de inmediato.

Cuando el temblor comenzó, la primera reacción de Kyle fué ponerse debajo del marco de la puerta para evitar que un trozo del techo se le cayera encima ¿Qué está pasando? Desde esa posición, pudo ver que no estaba sólo en el recibidor, allí también se encontraban Evan, Mira y Sloth ¡Sloth! ¡Tengo que hablar con él! Tengo que saber qué le pasó a Fiona y si él tuvo algo que ver.

Quería ir a por Sloth, pero ahora no era el momento. Ahora tenían que ponerse a salvo y averiguar qué estaba pasando ¿Estaís bien? ¡Tenemos que salir de aquí antes de que la fortaleza se venga abajo y nos aplaste!

Sloth aceptó la copa que le ofrecía Evan, aunque no bebió de ella. Sloth no tomaba nunca alcohol, pues era consciente de que aquello le minaría, aunque brevemente, sus capacidades; y Sloth no quería, en ningún momento, trabajar mal. Además, dudaba que sus señores lo aprobaran y menos si era parte de la cosecha privada para los invitados. No, Sloth dejó la copa de vuelta sobre la mesa y se acercó a Mira, quien acababa de destapar el rostro de Lord Rhys.

La cara del gran hombre, por suerte, permanecía intacta, así como su cuerpo. Ninguna herida había sido infligida, así que simplemente parecía que estaba dormido, por suerte.

- No digáis eso, mi señora –le dijo Sloth, acariciándole el pelo-. Vos no habéis hecho nada malo y Sloth está seguro de que vuestros padres se sintieron orgullosos de vos hasta el final.

Entonces, ocurrió. Los cimientos de la Fortaleza temblaron e hicieron caer pedazos de techo y de paredes al suelo. Rápidamente Sloth tomó a la pequeña Mira, la llevó bajo una mesa y, con su enorme cuerpo, la cubrió casi por completo, protegiéndole de cualquier cosa que pudiera hacerle daño.

Por suerte, nada le pasó a la damita y, asomándose por debajo de la mesa, parecía que todo había terminado. Habían sido unos segundos de terror y angustia. Kyle había llegado y Sloth procedió a salir de debajo de la mesa.

- Vos quedaos aún ahí, mi señora, hasta que Sloth se asegure que todo está bien ­–le dijo a Mira-. Lo peor ya ha pasado, Kyle –le respondió Sloth, mientras miraba a su alrededor. Evan también estaba bien. Todo el ambiente estaba cubierto de una nube de polvo, pero únicamente el edificio había sufrido daños. No se escuchaban más desprendimientos, ni crujidos que avisaran de que algo más iba a caer-. Pero habrá que buscar al resto de personas, quién sabe si habrán tenido la misma suerte que nosotros. Los nuevos señores deberían estar ya aquí –dijo, algo nervioso, aunque si finalmente se habían encontrado con Ser Galbart y Lady Lenia, lo normal era que se hubieran entretenido.

Los cuerpos de Lord y Lady Vaelys estaban allí tendidos sobre un par de mesas. No lejos de allí había un montón de cascotes que habían caído del techo como en muchos otros lugares de la fortaleza. Por fortuna, nadie había sufrido daño. Al menos ahí no.

Lenia iba sujeta al brazo de Galbart, cosa que agradeció al entrar al recibidor y reconocer los cuerpos de sus padres. Se agarró fuertemente a su brazo y tragó saliva. Alzó la barbilla con cierto orgullo, no iba a derrumbarse, no podía permitírselo. Miró a Galbart y sonrió debilmente, indicándole que estaba bien y luego a Alyra, para demostrarle su apoyo en todo esto. 

Lenia no se quedaría mucho tiempo, se marcharía en cuanto pudiera, pero debía despedirse, al menos de su padre. Temió por el estado del cuerpo de su madre, desde donde se había arrojado ... ¿estaría muy herida?, trató de no pensar en ello.

Miró a su alrededor para ver quien estaba allí.

-¡Oh, no! ¡Qué desgracia!.-Exclamó el maestre al ver los cuerpos inertes de Lord y Lady Vaelys, aunque ya estaba al corriente de la muerte del primero. 

Caelus se acerca sin pensarlo a las mesas donde se encuentran los cadáveres ( si es que lo eran realmente) y los examina para tratar de encontrar las causas de la muerte.-¿Y estos pedruscos de dónde han salido?

Algo terrible estaba sucediendo en aquel Castillo y quienquiera que fuese el causante, no estaba escatimando en recursos.

Cuando llegaron al recibidor la imagen era horrible, los cuerpos de Lord y Lady Vaelys se encontraban sobre dos mesas. Hasta ese momento, Lenía se había mantenido impasible con gesto serio y altivo pero al entrar allí y ver a sus progenitores allí tendidos, inertes, parecía a punto de derrumbarse. El norteño estaría allí para apoyarla e infundirla ánimo, pero sorprendentemente Lenia mantuvo el tipo y elevando el rostro me obsequió una suave sonrisa a la que Galbart respondió con igual intensidad, acarició su mano y le dió un suave beso en su dorso.

-Querida si quieres despedirte, éste es el momento. Yo te acompañaré y tras ello, partiremos cuando gustes-dijo el norteño manteniendo una suave sonrisa.

Él mismo había sentido la tentación de levantar aquella sábana y asegurarse de que bajo ella estaba el cuerpo de su señor, mas no le parecía bien hacerlo con la pequeña delante. Sin embargo Mira tomó la iniciativa y quiso observar el rostro de su padre. 

Entonces es él, no se trata de ningún engaño...

Bebió un largo trago de su copa, el vino bajó por su garganta y calentó su estómago reconfortándole, y tan solo un momento después todo se movía, crujía y temblaba, parecía que la fortaleza quería caer junto con sus señores. Sloth agarró enseguida a Mira para ponerse a cubierto, pero Evan se quedó allí de pie, como si no importase que los muros le cayesen encima. A fin de cuentas al mayordomo ya se le había derrumbado todo su mundo sepultándole ¿qué importaba un poco más?

Al final no habrá nada que gobernar, tan solo ruinas y fantasmas, sueños perdidos y promesas vendidas...

Apuró su copa y la dejó sobre una de las mesas ya vacía. 

-Será mejor que salgamos al exterior, si todo vuelve a temblar así quizás no corramos la misma suerte- Tendió su mano a Mira, Sloth la había puesto a cubierto y él la sacaría al jardín. Sería una triste visión contemplar como aquellos muros caían, con toda su grandeza y los recuerdos que guardaban. -Vamos mi señora, en cuanto esteis a salvo entraré por vuestros padres - Era inapropiado tener los dos cuerpos bajo la lluvia, pero peor sería que quedasen bajo los escombros, seguramente las damas querrían darles un entierro más adecuado. 

Entonces, al volverse vio como llegaban gran parte de los invitados y las hijas Vaelys. Al menos seguían vivos, como ellos. 

Espero que a Thiago se le ocurra sacar a los caballos de los establos, estarán más seguros fuera.

No pudo evitar dejar de respirar un momento al encontrar a Alyra con sus ojos, el frío invadió su cuerpo y después lo abrasó un calor arrasador. 

-Será mejor que salgan todos- Dijo con voz más dura de la que pretendía -Es mejor estar bajo la lluvia que bajo las piedras-

Oberyn acudió al recibidor, siendo ayudado a caminar por Swann Grizzly y Ser Lance Dayne, tras haber sido tratado de sus heridas por el maestre Caelus. Un vendaje cubría su frente y nuca, mientras que otro recorría su pie herido.

Sus ojos se posaron de inmediato en los cuerpos inertes que yacían ante él, los cuerpos de los señores de la Casa Vaelys. Lord Rhys, su amigo de la juventud, y Lady Myriah, su señora esposa. Ver en ese estado a Rhys hizo que se le encogiera el corazón, aunque, dadas las circunstancias, hacía ya horas desde que había aceptado la muerte de su amigo, con el que ni siquiera había podido hablar a solas.

Observó a todos los presentes, pensativo al percatarse de que algunos de los invitados y dos de las hijas Vaelys no habían llegado todavía al recibidor.

-¿Dónde se encuentran Ser Edric y Lady Astrid? -preguntó, extrañado. No eran las únicas ausencias, aunque sí las que le resultaban más visibles-. ¿Qué ha sucedido?