Partida Rol por web

Las palabras de su padre nublaron el corazón de Mira, solo le quedaba la esperanza de que nadie se fijara en ella. Se sentía muy joven para casarse y veía a los hombres como seres hasta peligrosos. Le gustó saber que Ginevra la vigiliaría y cuidaría de ella. 

Apretaba tanto a la muñeca mientras su padre hablaba que los nudillos se le pusieron blancos. Respecto a su trenza, tan bien cuidada, de tanto movimiento de cabeza la terminó soltando y su dorado cabello cayó como una cascada.

Sus ojos miraros a los caballeros que se estaban presentando y luego sonrío cuando supo que el bufón iba a ser Sloth. Ella lo apreciaba, él era diferente.

Se quedó junto a sus hermanas mirándolas con admiración. Sabía que se verían realmente bonitas cuando estuvieran en situación. Qusiera ser como ellas: más segura, más suelta en sus movimientos, menos cerrada. 

"Todo va a salir bien..." le dijo a su muñeca, "todo va a salir bien..."

Ser Bernard Ser Tyler, ¡levantaros! Vuestra familia me ha servido siempre con honor y lealtad nadie puede discutirlo. Nuestros lazos siempre se han mantenido estrechos por desposorio de mi hija Astrid con vuestro fallecido y gran caballero Richard cuyas cualidades eran un ejemplo a seguir. - El señor miró hacia el suelo cabizbajo, una sombra de tristeza cubrió su rostro por un momento llevándose una mano como gesto de pesar.

Después se incorporó y miró con benevolencia a los hermanos y caballeros vasallos. - ¡Estamos en una fiesta! Alegrémonos pues de vuestro buen vino que será exhibido y degustado por todos los invitados. Cuyo producto ambas casas se benefician. Nuestros lazos son estrechos Ser Bernard Ser Tyler. 

Después miró a Merol. - Merol lleva a los caballeros a la capilla, la guerra provoca que nuestro corazón necesite expiar nuestros pecados. El Septón Tiziano se reunirá con ellos como es costumbre para atender y aconsejar sobre las inclinaciones de las que nos vemos sometidos. 

Miró rápidamente a sus hijas para posar su mirada en Sebastian. - Quédense mis hijas y mi Consejo, Sebastian ve preparando las habitaciones de los caballeros que residirán en la primer planta de la torre de armas.

Los demás id yendo a la cripta allí nos reuniremos todos, donde rezaremos por el difunto Richard, escuchando los rezos de su familia. Para que en nuestro corazón tengamos siempre en cuenta a tan grande caballero.

Id pues. 

Hizo un leve gesto con la mano como signo de despedida y también de que les daba la venia para dejar la reunión.

Sin pensarlo dos veces Merol tomo iniciativa para dirigirse a la capilla saliendo de la sala de reuniones para no importunar al consejo y guiar a los caballeros que se reunirian con Tiziano.

Evan se mantuvo en el lugar esperando a que todos saliesen excepto el consejo. Observó sin mucho interés y manteniendo la calma como iban abandonando la sala, se fijó un poco más en los hombres y mujeres que estaban a su cargo, mozos de cuadra y sirvientes, y también en Ginevra. También trató de ver disimuladamente si el Targarien cruzaba el humbral de la puerta o si por el contrario se quedaría. Una vez hecho esto tomó asiento dónde vió un sitio.

Todo el servicio y un gran número de personas estaban allí reunidas para escuchar a su Señor disponer de los preparativos de la fiesta. Aunque una buena Casa realizaba a menudo eventos de este tipo para ganar confianzas de otras Casas era evidente que el verdadero motivo estaba en las hijas del Lord. Eran solteras y en edad casadera, casrlas pronto podría otorgar beneficio a los Vaelys.

Escuchó a su señor dando órdenes al servicio para que la fiesta fuera un éxito. Marvin era un hombre que gustaba de hablar. No obstante, en ese momento solo escuchaba. No recibió ninguna orden directa hacia él, al menos no en público, por lo que se consideró a sí mismo un invitado más de la fiesta. Y desde luego, lo parecía, pues se había puesto sus mejores galas para la ocasión.

Esperó a que su Señor diera por finalizado el discurso, suponiendo que la Señora hablara o no. Desde luego, si tenía algo que decir, lo haría en privado, como señalaba el propio Rhys. 

John no tenia nada que añadir u objetar. Bajo la cabeza a modo de respetuoso saludo a su señor y salio dejando que otros de los presentes, de honores más merecidos o reconocidos, fueran saliendo.
Se acerco a los hermanos y les susurro unas palabras que pudieron entenderse como el pesame que no tuvo oportunidad de darles en su día. Despues bajo el paso, hasta casi quedar cerrando la fila.
Kalhan les acompañaría en sus rezos antes de comenzar su larga lista de tareas pendientes.
Un fugaz vistazo fue dedicado a las jóvenes antes abandonar la sala. Algunas eran casi niñas y el mundo ya les ponía sobre los hombros el peso de la responsabilidad excesiva. Sin pronunciar palabra les deseo lo mejor a todas ellas, practicamente las había visto crecer y le costaba admitir que ya tenían edad casadera. Algo se le revolvió dentro cuando pensó que algún día seria la mano de su pequeña la que tendría que ceder, por suerte aquello tardaría muchos años aun en llegar, tal vez menos de los que a Kalhan le gustaría.

Acostado se encontraba Bernard, con una mano apoyando su cabeza y con la otra jugando con lo que parecía ser una daga, sumido en sus propios pensamientos. Los cuáles eran, más que otra cosa, producto de su propio aburrimiento y a su vez ansiedad. Largó un bostezo el cual su hermano pudo escuchar, al encontrarse en la misma habitación de la posada.

Bernard dirigió la mirada hacia la puerta cuando alguien detrás de esta la hizo sonar. Fue entonces cuando vio al mensajero y la plática con su hermano. Cuando este le cerró la puerta en la cara soltó una pequeña carcajada, reincorporándose en la cama.

¿Tenemos que ir entonces? —dijo Bernard a Tyler, quien no pareció interesado en contestar sus palabras.

El sabía que tenían que ir, simplemente fue un comentario malcriado; no era fanático de este tipo de eventos. Suspiró y se levantó de su cama, repitiendo las acciones de su hermano y tomando un baño por su cuenta, utilizando una cubeta para echarse agua sobre el cuerpo.

Arribaron entonces a la Fortaleza de Lord Vaelys. Siguió a su hermano como si de un guardia personal se tratase. Su altura y su silencio le hacían ver imponente ante la presencia del resto de los invitados. Pudo notar el codeo de su hermano —Sí, también lo noté. Quien diría que invitarían a esa basura pelo escombro a este salón. —dijo en un tono que denotaba lo iracundo que la presencia del Targaryen le producía, pero aquél comentario fue particularmente bajo de manera de que su hermano le escuchara, pero no lo suficiente como para armar un escándalo innecesario.

No ofreció particular interés en alguno de los invitados ni los mismos sirvientes de Lord Vaelys. A diferencia de Tyler, pasaba más tiempo en sus propias tierras que en la fortaleza de Lord Vaelys, por lo que no conocía a la mayoría de estos. Sin embargo, centró su atención en el jorobado a quién consideró un pobre desgraciado con una tarea degradante...lástima; eso sentía por él.

Dirigió su mirada hacia las hijas, quienes concluía habían crecido como absolutas bellezas, algo que consideraba extraño ya que su padre parecía parecía más cuervo que humano. Centraba su atención en Tabitha, quién le causaba gracia su apariencia tan particular para ser la hija de un noble.

Siguió a su hermano entonces en su presentación hacia el Señor de la foraleza. Imitó a su hermano cuando se acercaron a Lord Vaelys, arrodillándose frente a este y agachando la cabeza hacia el mismo.

Mis pensamientos son los mismos que los de mi hermano, mi Señor, me honra la invitación a vuestro salón. —Sin decir mucho más, pues lo que había que decirse su hermano ya lo había dicho, se levantó.

Espero las palabras de respuestas de Lord Vaelys, y con una sonrisa "política" y una leve inclinación de su cabeza en reverencia a este, se quedó cerca de su hermano, siguiéndole hacia donde este tuviera pensado moverse.

Tyler escuchó la réplica de Rhys hacia ellos. Asintió y sonrió levemente, mientras aún se levantaba.

Así será, honraremos la pérdida de nuestro hermano Richard - dijo, cuando apoyaba una mano en el hombro de Bernard.

Gracias nuevamente, mi Señor. Me alegra ver que siempre quiera honrar la memoria de Richard. Realmente me llena de regocijo. 

Se alejó lentamente mientras observaba a su alrededor. Junto a Bernard parecían intercambiarse algunas palabras, hasta que fueron interceptados por John. Susurraron algunas cosas y este asentía en la medida que hablaban. Finalmente se alejaron con el resto del grupo.

Alyra nunca comprendió del todo porque a Tabitha siempre andaba desaliñada, comprendía su actitud rebelde, pero ¿era necesario vestir así?, estaba segura que sus propias actividades eran mucho más adrenalinicas que las de su hermana, pero Alyra jamás había descuidado lo enseñado por vuestra madre, por un momento imagino a Tabitha siendo la líder de su casa y un frio escalofrió recorrió su espalda al imaginar a todo el mundo, así como ella…que espanto…pensó. Al menos Astrid era más educada, Lenia por otro lado era más preocupada que Tabitha, después de Astrid ella tenía más posibilidades por línea de sucesión; Mira, su dulce Mira esperaba que no hubieran interesados en su pequeña hermana, ella es aún muy pequeña para estas responsabilidades.

Continúo mirando a Ser Tyler y Ser Bernard, siempre ponía especial atención a sus modos caballerescos y no ocultaba su interés en observarles, desde pequeña sentía especial atracción por las normas caballerescas y ellos eran los más cercanos que tenía y que conocía; nuevamente la voz de padre se volvía a escuchar y esta vez pidiendo que todas sus hijas se quedaran junto al consejo, algo curioso por decirlo de alguna forma, pero seguramente tendría relación con la fiesta.

Espero a que todos se retiraran, cuando Jhon paso cerca le sonrió con la amabilidad de siempre, mese puso de pie para ir a la ventana y ver como las gotas de lluvia se deslizaban por la ventana, en el fondo estaba preocupada con lo que acontecía, puesto que el futuro de su casa estaría en juego aquella noche, solo esperaba que la primera en que se case, llene de honor y gloria nuestra casa y continúe con el legado de nuestros padres.

Viserys escuchó las palabras de Lord Vaelys, había oído como les había solicitado a todo el mundo que por favor abandonaran la sala dejando solo al consejo. El Targaryen así lo hizo, asintió ante sus palabras, agachó la cabeza dando señal de que lo había comprendido y se marchó de la sala.

Había sido el primero en dirigirse a las criptas, el resto de personas aún estaban demorándose un poco en marcharse, pero pudo ver como Merol y los dos caballeros Rysefeller se marchaban a la capilla donde les había mandado su señor. Negó con la cabeza sin decir nada, él no era muy devoto de las religiones, ni de los Antiguos, ni de los Nuevos ni tampoco del misterioso Señor de Luz de los que algunos habían empezado a hablar en los últimos tiempo. 

Tanta gente le incomodaba, así que sin decir nada se marchó dirección a las criptas, para rezar por el prometido de Astrid. 

Merol fue el primero en hacer caso de las órdenes de su señor, marchándose de allí en dirección a la capilla. Debía prepararlo todo para cuando llegara el septón y los dos caballeros.

Viserys fue el siguiente en dejar la sala, Vaelys había dicho de ir a las criptas y así lo hizo.

Por último, los hermanos Risefeller hicieron caso de su señor y se dirigieron hacia la capilla para dejar solos al consejo privado de su señor.

Antes de que marchase Merol, el septón lo miró a los ojos con seriedad. Debía de disponer todo de manera perfecta, pues el, a parte de ser un viejo torpe, tenía otras obligaciones. Al formar parte del consejo de Lord Vaelys, se sintió en el deberde quedarse. Esperaría cualquier mirada o gesto de su señor para marcharse con los demás, a expiar los errores humanos, errores que todo el mundo podía cometer, pero los cuales, los Dioses no veían con buenos ojos. 

Cansado y torpe levantó un poco su bastón para volver a dejar caer el peso de su cabeza sobre sus manos, acariciándose antes su larga barba blanca. Parecía mentira como habían cambiado las cosas. No hacía mucho tiempo atrás, las cosas no hubieran sido como en realidad eran. 

Con una media sonrisa, el septón observó como la mayoría de los allí presentes abandonaban la sala, a excepción de los miembros del consejo y de las hijas de Lord Vaelys. Con atención miró a cada una de ellas. Sin que nadie si hubiese percatado, habían crecido y se habían hecho mujeres de provecho, estaban en la flor de la vida. Tiziano se miró las manos, viejas y arrugadas. El en cambio, se estaba marchitando. 

Y espero las palabras del que era su señor.

El señor habló nuevamente una vez que vio partir de la sala de reunión a Merol, a los dos caballeros Ser Bernard y Ser Tyler y a Viserys. - Miembros del Consejo nos reuniremos en la sala del Consejo y mientras me quedaré con mis hijas y el Septón. Los demás nos vemos ahora en cuanto termine de conversar con mi familia. Marvin despacha a todo aquel que siga en la estancia quedándote fuera, y cerrando la puerta vigilando de que no se rompa la intimidad de esta reunión. 

Sloth no entendía de religión, dioses ni estrellas. El ancho cielo encerraba para él el mismo misterio que un flor, un rostro hermoso o una cerradura. ¿Por qué algunos árboles crecian fuertes y sanos y otros se torcían según avanzaba su edad? Misterios. Creer que uno encontraría la iluminación encerrado en una casita de piedra era iluso. Incluso para él. Las piedras no hablaban. Las capillas no le gustaban a Sloth, quizás porque su alma deforme tampoco tenía cabida en ellas. Le recordaban a una tumba, fría y oscura, donde yacer esperando que una voz inaudible pronunciara unas palabras. Sloth no gustaba de templos, altares y cementerios. Sloth sabía un secreto; nadie escuchaba. ¿Cómo no saberlo? De haber alguien o algo al otro lado hubieran escuchado sus alaridos y se hubieran apiadado de él.
Sin embargo si el señor decía que debían rezar, eso haría. Aunque Sloth ya había olvidado como hacerlo. Pero podía ir y poner cara de...de bufón, y esperar que todo el mundo creyera que rezaba con ellos.
Había mucha gente, todos querían salir. Tropezó con algunos, pisó sin querer a Sebastian, cedió el paso a Ginevra, siempre tan atareada. Podía ver los hilillos negros de las tareas pendientes zumbado alrededor de su cabeza. Al mirarla, tropezó con John Kalhan.
—Kalhan, Jhon Kalhan, Sloth lo siente —una sonrisa de disculpa y el jorobado abandonó la sala.

Lo bueno de ser menos que nada, de inspirar lástima y pena, era que nadie esperaba que acudiera a las reuniones importantes. Nadie le echaría de menos. Puede que alguno, jocoso, se preguntase donde se encontraba el jorobado, quizás buscando un chascarrillo fácil al ver su presencia. Sloth podía desaparecer si quería. O aparecer en mitad de una multitud; criado y deforme, no atraía miradas,a veces era como si no existiera. Estaba bien. Porque Sloth no iba a ir a rezar. Los necios rezaban, el erudito contemplaba el mundo y a sus iguales. Casi mimetizándose con la fortaleza, el jorobado se perdió por uno de sus pasillos.

El Consejo se reuniría en breve, aunque antes el Lord quería hablar con sus hijas y el septón, sin duda para algo relacionado con sus casamientos. Éste le dijo a Marvin que les esperara fuera y que acompañara a la salida a aquellos invitados que no lo hubieran hecho ya.

-Así se hará- dijo con tono respetuoso mientras se dirigía a la salida- Señores, damas, milady- dijo, esperando que abandonaran la sala como le ordenaba Rhys.

-Esperaré en la puerta, no seréis molestados.

Marvin mi señora es libre de quedarse o irse, no está bajo mis órdenes los dos compartimos el poder de la casa. Por eso en ninguna de mis órdenes estará el nombre de mi mujer. Tiene el poder de decidir si quedarse o no en todas las reuniones, eventos, fiestas, celebraciones. Es el poder que le he otorgado por ser mi esposa y madre de mis queridas hijas. 

-Disculpadme, pues- creía que quería hablar a solas con sus hijas y ella también se iría para obedecer los deseos de su marido, pero él no era nadie para meterse en ese asunto- Como os dije, esperaré fuera para que no seáis molestado.

Salió de la sala, esperando que aquellos a los que el Lord encomendaba a irse abandonaran la sala.

Le angustiaba dejar allí a Mira. Buscó con la mirada a Tabitha, rogando que cuidara de la niña. No pudo evitar sentir ternura al ver que se había vuelto a despeinar, ¡pero debería de mantenerse en el mismo sitio su cabello!

Por lo general era más dura y estricta que eso, pero con la niña se le derretía el corazón.

Miró a los que comenzaban a retirarse, pensando en las ocupaciones que la mantendrían corriendo de un lado a otro. Su semblante volvió a transformarse en la estricta dureza con la que organizaba el servicio. Sloth le cedió el paso, pero se detuvo al verlo tropezar con John para abrirle el paso. Con él era menos estricta. Quizá, era al que más tomaba por competente.

Escuchó las últimas palabras del lord. Asintió con la cabeza, inconscientemente, para salir.

Cuando advirtió la mirada de Evan, su corazón saltó. ¡La estaba buscando con la mirada! ¿Acaso en secreto pensaba en proponérsele? El pensamiento fue tan gratificante que tuvo que bajar la cabeza.

Dejó pasar a Sloth. Le guardaba simpatía por las noches que pasaban cosiendo y charlando. Bueno, ella más, cuando aun hablaba hasta por los codos.

Comenzaba a entrar en una burbuja de felicidad al imaginarse hablando con Evan. ¿Y si sentía lo mismo, pero no había revelado nada? proyectaba planes de fuga, de una boda apresurada pero feliz y ya veía en qué forma restauraría Thunderocks con la herencia. Volvía a imaginar la piedra lavada y lisa por los años, los caballos relinchando... ¡Que feliz sería Meraxes al verse en aquellos establos, lo único magnífico de Thunderocks! Aun recordaba la curvatura del techo que casi los hacía parecer una capilla.

Le llegaron las palabras del lord. Ahora, lo que brillaron en sus ojos, fue de nuevo la ira. De adolescente no le importaba el rango de su tía, al contrario. Era el orden natural del mundo. Pero sin saberlo, había vuelto a plantarla. Esta vez tenía la malicia para ver que la hacía a un lado, ¡y se lo remarcaba! ¡A ella también la llamó esposa! ¡Y ella también pudo haberle dado un hijo, si la hubieran dejado!

Su semblante volvió a endurecer, y así, marchó.