Partida Rol por web

Sebastian asintió a Lord Rhys en cuanto recibió la orden de preparar las habitaciones. Esperó de pie hasta que el lord terminó de hablar.

Cuando Sloth le pisó Sebastian le guiñó un ojo y sonrió amistosamente quitándole importancia. Salió justo detrás de Sloth y se desvió hacia la Torre de armas.

Astrid endureció las palabras cuando su padre pronunció a su prometido. No, a su difunto prometido. Le había costado mucho superar esa desgracia, hacía poco que había abandonado el luto, y consideraba que las muestras de respeto a los familiares de Richard ya habían sido más que suficiente, y sobre todo en su presencia. Pero, como si su padre se alegrara de toquetear las heridas del corazón de su primera hija, había vuelto a sacar el tema. Su trato con los hermanos de Richard siempre había sido escaso, pero estaba convencida que tampoco les hacía gracia ese nuevo pésame.

Suspiró en silencio, intentando que se le pasara ese leve enfado que había sentido. Le hubiese gustado negar con la cabeza, sonreír y repetirse que su padre no lo hacía con maldad alguna, pero no podía hacerlo delante de todos aquellos. Esperaría a después de los rezos a poder hacerlo, aunque ella se inclinara más por no hablar con los nuevos dioses.

En el breve tiempo en el que la gente empezó a marcharse, sus manos lo tomaron como tiempo libre y volvieron al medallón, a juguetear con él tranquilamente. Se dio cuenta que no le apetecía quedarse, quería caminar sola por el castillo y relajarse. También quería hablar con su madre a solas. Y eso, antes de la fiesta, iba a ser muy complicado.

Padre dio las órdenes a los demás de salir mientras él se quedaría con sus hijas y con el Septón. Mira bajó la cabeza y miró el suelo. Vio pasar a Sloth, su enorme sombra en el suelo lo delató, y al alzar la cabeza también observó a Ginevra. Les regaló una sonrisa y volvió a apretar a su muñeca.

“No quiero casarme” le dijo a Lady Mannderly, pues así la había bautizado “no tiene sentido. Soy muy pequeña. No me gusta nadie, aunque sé que tiene que ver más con el deber. Si me caso, si esa cosa horrible pasa… te prometo llevarte conmigo Lady, y seguro que encontraremos alguna biblioteca en donde leer aventuras, cantares, fábulas. Sí. Y cuando seamos grandes iremos en pos de un unicornio. Son más raros que los dragones, ¿sabes?”

Siguió conversando en su cabeza mientras la gente abandonaba el lugar y los dejaba solos, a los miembros de la familia. Vio a su hermana mayor jugando con un medallón pero luego volvió los ojos a su muñeca.

El septón esbozó una sonrisa para después afirmar con la cabeza. Una vez más, observó cómo los pocos que ya quedaban en la sala abandonaban el lugar, a la espera de lo que allí acaeciera. Con sus viejas manos se acarició la barba, paseando distraídamente su mirada por cada una de las hijas de Lord Vaelys. Eran todas y cada una de ellas extraordinariamente bellas. Por supuesto, aunque no había distinción para los Dioses, sí que había cierta importancia en la heredera, pues de ella dependía el futuro de la Casa. Seguramente, las decisiones de la misma, tuvieran que ser mucho más meditadas que la de las demás.

Tiziano supuso, mientras se perdía en sus oraciones, que aquello pequeña reunión, sería para hablar sobre determinados asuntos relacionados con los esponsales de las hijas de su señor. De hecho, el septón era un fervoroso defensor de que contrajeran matrimonios de la manera más rápida posible, pues era, sobre todo, necesario. Lord Valeys siempre había sido un hombre de fe, por lo que esperaba que le pidiese alguna clase de consejos sobre las nupcias. Por supuesto, a ojos de los Siete, todo era algo más complejo. Muchos afirmaban, que una niña recién nacida podía estar prometida con cualquiera que su antecesor mandase, pero por supuesto, no podría ser poseída por nadie hasta que no hubiese sangrado por primera vez. Por otro lado, también entraba a colación la voluntad de la mujer a la hora de pronunciar sus votos, pues si estos eran forzados, no tendrían valor a ojos de los Dioses. Por desgracia, los intereses económicos y sociales primaban en aquellos tiempos, más que la fe.

Aunque el septón reconociera a Lord Vaelys como su señor, la voluntad de los Siete sobre él era aún más poderosa. Por supuesto, conocía a su señor, y sabía perfectamente, que buscaría la mejor solución en el caso de que naciera cualquier tipo de problema.

Evan asintió ante las instrucciones de su señor para el consejo. Hizo una reverencia a Lord Rhys y Lady Myriah, después, durante un breve momento miró a las jóvenes Vaelys, en su expresión no se adivinaban pensamientos concretos, quizás las mirase tan solo para que supiesen que la reverencia que haría a continuación era la despedida hacia ellas. La primera reverencia fue sin reservas y perfecta. La segunda más lenta, leve y llevándose la mano derecha al pecho.

Tras esto salió de la estancia con la mirada al frente y los pensamientos puestos en la sala del Consejo.

Claro. Porque lo mejor para alegrar a la gente es rezar a un muerto... OTRA VEZ. 

Al menos ella iba a escaquearse por el momento, porque por primera vez en la historia de Tabitha, se quedaba con el Consejo; Eso era ¿malo? desde luego no podía ser bueno, nunca antes se habían tenido que quedar allí, y menos Mira, que era la más pequeña. De hecho, que se quedara Mira significaba que no iba a seguir con el tema de los matrimonios, o eso esperaba, porque sinceramente, tenía las esperanzas que su padre no hubiera sido tan absurdo de haber prometido a la hermana menor.

La miró de soslayo, y cuando ésta levantó un instante la mirada, Tabitha le sonrió brevemente intentando darle cierta tranquilidad. 

Miró cómo se iban retirando todos los invitados uno a uno, de forma más lenta de la que cabía esperar. Impaciente, Tabitha se levantó y caminó hasta una de las ventanas para ver cómo llovía, cuando su padre se lo pidiera, volvería a sentarse.

Gwen y Fiona acompañaron a Marvin fuera.

Después de haber escuchado a Lord Rhys escuchar silenciosamente, al final solo asentió con un gesto de mi cabeza. Cuando la familia se había retirado Gwen pudo suspirar de alivio ya que no le gustaba presentarse con el estado en que se encontraban sus ropas pero, igualmente tal y como había indicado su señor le seguí hacia la cripta.

Kyle se despidió de Lord Vaelys y de sus hijas con una leve inclinación de cabeza y se dirigió hacia la sala del consejo. Con tanta reunión, tenía la impresión de que el día sería muy largo y tenso.

Lord Vaelys había dicho al resto de invitados que acudieran a la cripta para rezar por el fallecido Ser Richard Risefeller; y aunque Kyle respetaba la memoria de Ser Richard, no se sentía cómodo rezando a los siete Por más tiempo que pase aquí, nunca podré comprender cómo rezan a esas falas divinidades. Los verdaderos Dioses se encuentran en la naturaleza, en los sagrados arcianos, y no en una sala cerrada representados en unas estatuas de piedra.

El Maestre interrumpe sus cavilaciones y se levanta de la silla. Se pregunta que cuestiones podrían tener que tratar con el Septón y que no requieran de su consejo pero no demasiado, Lord Vaelys es un hombre sensato cuya mayor virtud (desde el punto de vista de Caelus) es tener una mente abierta y pedir el consejo a la persona adecuada en el momento adecuado.

Caelus asiente a Lord Rhys y se marcha a la sala del consejo.

Mis hijas mi Septón a ambos os atañe el problema que debo de plantearos con respecto al testamento familiar este dice así.

Todos los títulos y posesiones pasarán al primero de los primos que se case; si ninguno está casado cuando fallezcas, el heredero será Edric Colina, tu sobrino bastardo, hijo de tu difunto hermano.

El señor se llevó una mano a la frente cuya cabeza cabizbaja ahora pensaba antes de volver a hablar. – El testamento lo dice bien claro debo de tener primos sino sería un sin sentido mencionarlos. Pero los desconozco. Septón debemos de tener cuidado con los desposorios que se hagan e investigar su procedencia. Como también investigar a los invitados su genealogía. Mis hijas no podemos permitir que perdáis la herencia que os corresponde quedándoos sin nada.

El tiempo urge según el maestre la tos y el dolor del pecho que padezco desde hace un mes es una enfermedad incurable que se irá agravando. La casa está pasando por una situación muy difícil. Debéis de luchar por lo que es vuestro, vuestras posesiones. No podemos permitir que la casa sea gobernada por otros familiares o un bastardo.

Debéis pues interrogar a vuestros pretendientes y cualquier atisbo que os haga pensar que son mis primos comunicármelo inmediatamente.

Me da la sensación que intrigarán en la fiesta hacia mi persona aquel que se vea con derecho al testamento lo primero que querrá será atentar contra mí. 

Cuando todos se hubieron retirado, Tabitha caminó de nuevo a la silla y se sentó, mirando a su padre y esperando la gran noticia que debía darles a todas. Esta noticia tan importante que no podía esperar a que terminara la fiesta, o incluso puede que la fiesta fuese precisamente por esta noticia; aunque de ser así, ya se lo podría haber dicho antes, y no esperar todo este tiempo.

Sus ojos se fueron abriendo de par en par a medida que su padre iba hablando. Era difícil sorprender a Tabitha, él lo había hecho. Se llevó la mano al abdomen, intentando contener el asombro. 

Incluso ella se dio cuenta de la gravedad de la situación, tenía más que asumido que Astrid era la heredera genial y fantástica que lograría que todas las demás pudiesen elegir un hombre según sus gustos. Pero ahora las cosas habían cambiado. 

Y por cierto, ¿desde cuándo tenían un primo bastardo? ¿Por qué nadie le había dicho nada? Aunque supuso que eso no era lo realmente importante ahora. 

De todos modos, padre, y si lo he entendido bien... Solo una de nosotras se quedará con todo, las demás sin nada. ¿Cómo va a funcionar esto? ¿Tenemos que pelear entre nosotras para ver quién encuentra el primer marido para poder tener la herencia? ¿Y qué pasará con las demás? -le importaba más bien poco Astrid, pero sus hermanas menores eran otra historia, ¿qué pasaba si la heredera decidía coger las riquezas e irse? ¿O echar a sus hermanas del castillo? Poco probable, pero posible, según quien fuese el marido de turno...

Miró a sus hermanas, incluso a Astrid, esperando ver también sus reacciones.

Todos fueron retirándose uno a uno de la sala hasta que solo quedamos el Septón, Padre, Madre y nosotras cinco.

Tabitha se había limitado a esperar mirando como llovía por una ventana, pero en lo que empezó a hablar padre, volvió a sentarse a mi lado y hablo.

Tenía mucha razón pero una solución que ella no había pensado me daba vueltas a mi cabeza:

-tendremos que casarnos con un noble para mantener nuestro nombre y que no sea olvidado, Tabitha, y claramente la principal vía será tener hijos que hereden por lo menos el apellido-comente y después de una pausa añadí- Padre, ¿no crees que pueda a ver alguien que dejara entrar a los primos?, puede que no les conozcamos pero llevan el apellido Vaelys y eso no es fácil de esconder-

El problema Tabitha reside en que herede estas tierras otro que no lleve el apellido Vaelys. Si una de vosotras fuese la que heredara por haberse casado antes de que yo falleciera. Y sin que hubiese esos primos que pueden tener el poder de la herencia pero escondiéndose bajo otro apellido.

Por eso le he dicho al septón de investigar la genealogía de los invitados. No tendríais problema pues al no perderse el apellido tenéis el derecho de permanecer en vuestras tierras y ser sostenidas y protegidas. Y el candidato no podrá expulsaros de vuestras tierras pues vuestro apellido os da derecho a permanecer en ellas. El problema está que la herede alguien que no tenga el apellido Vaelys.

El fondo del asunto estaba relacionado con sus suposiciones, pero en un sentido completamente contrario. El septón se acarició la barba bastante sorprendido por lo comprometido de la situación. 

-Investigaré en el septo e intentaré averiguar algo la genealogía de casa con la ayuda de algunos de los escritos de mi predecesor ​ -contestó Tiziano con gesto serio, mirando a los ojos de su señor. -Es algo completamente ilegítimo a ojos de los Siete, pero como la voluntad reside en el ser humano, no podemos dejarnos caer solo en los brazos de la fe, mi señor. 

Guardó silencio durante unos segundos mirando a las hijas de Lord Vaelys. 

-Aún así, si alguien quiere desposarse de manera que los Dioses lo acepten, solo será bajo mi voluntad. Por lo que me ocuparé personalmente de que no haya casamientos que puedan perjudicarlo mi señor. 

Reposó sus manos sobre el bastón. 

-Debéis de tener sumo cuidado en la fiesta, Lord Vaelys. Ya sabe que la codicia del ser humano es más poderosa que la ética y la fe.

Mira subió la mirada cuando su padre comenzó a hablar. Ella no comprendía realmente la magnitud de la posibilidad de un primo que les quitase todo. No entendía de vivir en desgracia, sin un techo sobre su cabeza.

-¿Estás enfermo?

Eso sí lo entendió y sus ojos se llenaron de lágrimas. Thabita y la hermana mayor habían hecho preguntas y Mira intentó prestar atención. “No vayas al mundo de los sueños todavía, no. Te necesita, padre te necesita.”

Se secó la cara y pensó en eso de saber si había algún primo allí. “Tenemos que averiguarlo, Lady” le susurró mentalmente a su muñeca “tenemos que ayudar a la familia. La gente suele no esconder bien sus secretos cuando creen que delante de ellos hay solamente una niña, puedo intentar hacer lo que Padre pide.”

-Soy pequeña y puedo escuchar sin que se note, Padre. Puedo saber cosas así, voy a hacerlo. Puedes contar conmigo.

Afirmó con un gesto enégico de su cabecita dorada y los ojos llenos de vehemencia.

Lenya no lo llevan, si llevaran el apellido de la familia sabríamos quienes son, pero los primos pueden perder el apellido de diversas formas pero no poseo los conocimientos suficientes. Pero si el testamento habla de ellos es porque viven ocultos en otros apellidos pero deben de poseer un documento que demuestre su pertenencia a la familia y su vínculo como primos. 

Gracias Mira eso es lo que espero de todos vosotros. Son vuestras tierras, vuestro futuro depende de que la hereden los Vaelys. Un primo cuyo apellido ha cambiado aunque tenga los documentos que lo acrediten puede hacer prevalecer su apellido por encima de los Vaelys. Y entonces... oh mi niña no llores una enfermedad invade este reino y debemos de desenmascararla también. Pero antes nuestro principal problema reside en no perder nuestras tierras, nuestro poder.

Gracias Septón no esperaba menos de vos, espero que por el bien de los Siete se pueda demorar los matrimonios hasta que una de mis hijas esté casada y yo haya fallecido. Es la única salvación para la casa. Oh mi hermosa niña tu padre estará muy contento de sacrificar su vida por vuestro futuro y el de la casa. No temas el creador sabe más sobre ese asunto.

Sus ganas de rezar no eran muchas en aquel momento pero eran ordenes de su señor y como tales las cumpliría. Además, si acompañar a los hermanos en su rezo podía, de alguna forma, darles una muestra de animo u apoyo, daría por bueno el tiempo perdido.
Cuando Slot se choco con él le disculpo de inmediato con un gesto amable. El hombre no lo había hecho intencionadamente.

Lo expuesto por el testamento es un directo atentado contra el legado de mi padre y la sobrevivencia de nuestra casa, más que quedar sin herencia y nos quiten todos, será un extraño quien siga escribiendo la historia de nuestra familia y eso no es permitido, el legado de Lord Rhys Vaelys no puede simplemente no puede morir así. Los pensamientos de Alyra se movían rápidos y preocupados, su mayor temor había llegado, si bien la salud de su padre no era buena en el último tiempo, no esperaba que no tuviera cura y eso suponía una muerte más pronta que tardía del líder de la casa Vaelys, de su padre, sintió como el pecho se le apretaba con fuerza, sus manos empuñadas reflejaban su angustia, no solo en Astrid ahora estaba la responsabilidad en heredar, si no en todas ellas, incluso en la pequeña Mira. Pero nadie se detenía a pensar en un detalle, su voz salió como si sus pensamientos se dijeran en voz alta.

-Si una mujer se casa con un noble, esta perderá su apellido, solo casándonos con uno del mismo apellido nuestra casa continuaría existiendo, desconozco si el noble podría renunciar a su propio apellido para convertirse en un Vaelys, si bien aseguraríamos nuestra herencia, el Legado de nuestra familia seria absorbida por la del posible esposo de quien primero se case-

Las palabras de Tabitha continuaba haciendo eco en sus pensamientos -No Tabitha, nuestra sangre nos une en una promesa, “Juntos en la Adversidad”, no lo olvides, cualquiera de nosotras que se case, debe velar íntegramente por proteger a su sangre, hasta que al desposarnos nuestros maridos lo hagan- miro a Mira angustiada.

Sus ojos brillantes contenían una lagrima que se negaba a dejar ir al mirar a su padre. -Ha sido egoísta al no compartir su estado de salud con anticipación- fue lo único que le dijo, con la misma mirada penetrante y severa que la suya, incluso su voz parecía autoritaria, tras eso guardo silencio y miro sus manos.

¿Quién de todos los invitados, podría asegurar que el Legado de su casa y de su padre pudiera continuar?, se odio por haber nacido mujer, incluso en pensamientos reclamo a los Siete la muerte de sus hermanos.

Las palabras de Lenia también continuaban dando vueltas en su mente. -La lógica asume que nuestro primer hijo sea heredero del nombre de su padre, Lenia…al casarnos conservaremos nuestra herencia, pero no nuestro nombre… ¿o me equivoco?- miro a nuestro Padre -y dígame Padre…si alguna de nosotras se casara con Kyle o Evan, ellos al no tener un título noble, ¿podrían adoptar el nuestro?, aunque eso podría generar que nuestra casa pierda respeto entre las demás por admitir como heredero a un plebeyo- Alyra esperaba respuestas a sus preguntas, dirigiendo la mirada al Septon y a su Padre.

Una cosa es el testamento que da derecho a poseer las tierras y el castillo y administrarlo como mejor veáis. Debe de ser vuestro para que vuestra familia y nuestro apellido perduren. Para ello no podéis casaros con mis primos ya que os quitarían vuestro arraigo en la familia y ya sin ser Vaelys no podéis asegurar la estancia de vuestras hermanas. Por ello debéis de casaros antes que mis primos. Porque este poder lo da el testamento.

Una vez que yo halla muerto si estáis casadas antes que mis primos, no habrá problema para que seáis las herederas del testamento. 

Vamos ahora con lo segundo de vuestro casamiento una vez seáis herederas nadie os podrá quitar vuestro feudo y administración ni el apellido de vuestras tierras. Vuestros hijos serán herederos también de vuestras posesiones. No tenéis que preocuparos por lo de casaros no perderéis nada. Aunque podáis perder el apellido seguirán siendo vuestras tierras y vuestra administración y vuestro arraigo genealógico de los Vaelys que siempre serán recordados.

Si vuestro esposo es de una casa vasalla o no es noble el apellido será Vaelys para vuestros hijos. Seguiréis siendo dueñas de vuestras posesiones por el testamento. Pero debéis de tener en cuenta que la casa es fuerte por sus vasallos. Si os casáis con una persona que no es noble debilitaréis la casa y puede que los que antes eran nuestros vasallos dejen de serlo. Incluso quieran quitar las tierras por la fuerza. Una forma de hacernos fuertes siempre ha sido que las hijas se desposen con nobles de casas fuertes para que así conservemos a nuestros vasallos y no se subleven. O bien con nuestros caballeros vasallos.

Si os casáis con nobles de casas más fuertes estos querrán que los hijos lleven su apellido, pero estas tierras siempre serán vuestras y se recordará como la herencia de la familia Vaelys aunque vuestros hijos dejen de llevar el apellido heredarán vuestros feudos.