Partida Rol por web

Estuvo escuchando atentamente todas las preguntas y sobre todo las respuestas. Por más que intentaran adornarlo, aquello era una competición en toda regla, puede que no entre ellas tal y como pretendía hacer ver a Alyra, pero sí entre los primos, que como bien hacía notar su padre podían pasar desapercibidos entre los pretendientes. Fueron las palabras de Mira las que la sacaron de su ensimismamiento. 

La miró, estaba a unas sillas más allá, por eso se levantó, se sentó al la butaca de su lado y le dio la mano. No tenía porqué disimular su cercanía, nunca lo hacía, y además allí estaban solo sus hermanas, su padre y madre y el septón. Con una sonrisa le quiso transmitir que todo estaría bien. 

Tabitha ya había notado que su padre estaba enfermo, pese su silencio, por eso se había estado comportando de un modo más cercano con él en las últimas semanas... Aquella noticia no la sorprendió, pero entendía que a su hermana menor le afectó. No apartó la mano. 

Entonces, para asegurarme de haberlo entendido, ¿podemos elegir cualquiera de los pretendientes que vengan a la fiesta? Y con eso me refiero que puede que sea un primo, o un plebeyo -miró a Alyra de reojo-. Aunque no tiene mucho sentido que digas, padre, que es mejor no casarnos con plebeyos y luego los invites como pretendientes en la fiesta. 

Y había otra pregunta que se le pasaba por la mente, una que interesaría a todas sus hermanas, y probablemente Tabitha era la única que se sentía con la libertad de hacerla: 

¿Aceptaréis sin problemas a cualquiera? 

Porque si lo había entendido, eso era un "sálvese quien pueda", la primera que se casaba triunfaba: salvaba a la familia y lo heredaba todo. Doble diana. 

No es que a Tabitha ahora de repente le estuviera interesando casarse, por más que podía parecerlo con sus preguntas... Pero la situación había cambiado suficiente como para incluso ella darse cuenta de la urgencia y ponerse un poco seria con sus "obligaciones", eso que tantas veces le recordaba su madre. 

La mano de Tabitha la tranquilizó y apretó aquella mano que le hacía sentir a salvo. Había escuchado a su Padre, entendía que a él le importaba más el futuro de su Casa y su familia, mucho más que su salud o próxima muerte. Eso igual no la hacía feliz. Con un brazo ahora alrededor de Lady, pensó.

“Vamos a encontrar un mago poderoso que cure a Padre” y la solución de sus problemas parecía, a su mente de niña, demasiado fácil ahora “entre los asistentes a la fiesta buscaré un mago. Si me caso con el mago, él sanará a Padre…” Ella no comprendía mucho lo de los apellidos pero sí entendía, a rasgos generales, los peligros de perderlo todo.

Se puso a mirar a sus hermanas y a su padre, alternativamente.

“Le preguntaré a ellas si saben cómo son los magos. O mejor aún, quizás el Septon lo sepa. Él sabe muchas cosas. Siempre tiene ojos de inteligencia. Tal vez me enseñe una oración para que los dioses me guien al mago que se casará conmigo y curará a Padre…”

No Tabitha, sois vosotras las que debéis de elegir, nosotros solo os daremos el visto bueno. Debéis de ir cogiendo la astucia que es el arma de las mujeres. A pesar de que una de mis hijas ha cogido la senda del caballero de la cual me enorgullezco. Debéis de investigar a vuestros pretendientes, mandad a las criadas para que los espíen, ya que pueden ser vuestros futuros maridos y el futuro del feudo depende de vosotras. No os podéis casar con mis primos pues el testamento está a su favor y perderíais vuestro feudo, ni dejad que se casen antes que vosotras ya puede ser con las criadas o cualquier otra pueblerina. Para poder saber quienes son debéis de ser astutas, interrogadlos, sabed cuando os dicen la verdad o cuando os mienten. Debéis de ver que es lo que buscan en estas tierras. Aquellos que sean los primos o futuros herederos buscarán ante todo casarse pero también intrigar hacia mi persona. Vigilad con quienes se codean y a quienes les muestran su apoyo. Es vuestra vida, vuestra herencia y tesoro. Es hora de que vayáis asumiendo vuestras responsabilidades como señoras de vuestro feudo, y participad en lo que es manipular mediante la astucia para desvelar los secretos de los hombres.

Después miró al Septón, su hombre de confianza, - ¿tenéis algo más que añadir o aconsejar a mis hijas Septón Tiziano?

Astrid, junto a sus hermanas, se mantuvo en la sala hasta que todos los allí presentes la abandonaron. Sus manos dejaron nuevamente de jugar con el colgante mientras buscaba la mirada de su madre. Quería hablar con ella.

Pero fueron las palabras del padre la que la llenaron de sorpresa, frustración y algo de rabia. Eric Colina... susurró. Su mirada descendió sobre la mesa y sus ojos se movieron, como si estuviera leyendo un libro a toda velocidad, aunque en realidad estaba buscando el nombre de ese hombre en su mente. ¡Ella le conocía! ¿Pero de qué?

¿Eric Colina ha dicho, Padre? preguntó, pues su mente ya había encontrado respuesta. Le conozco. Estuve en Desembarco del Rey con él. No sabía que era familia nuestra, Padre su cerebro procesó recuerdos e imágenes a su lado. ¡Y pensar que era un bastardo de los Lannister, cuando en realidad estaba emparentada con ella! ¿Lo sabía él desde un principio? ¿Se había estado burlando de ella?

La enfermedad de Lord Rhys no le pillaba de sorpresas. La sombra de la maldición de los Vaelys la había acosado desde pequeña, y más viviéndolo tan de cerca cuando su hermano cayó enfermo. Su padre podía tener la misma enfermedad... O tratarse de otra cosa, un mal que proviniese de otro destino.

Segundos después de hablar de Eric, su cerebro procesó todo lo demás. ¿Ella no era la heredera? ¿Podía perder todas esas posesiones porque sus hermanas se adelantaran a su matrimonio? ¿Todos sus sueños se esfumarían si alguien llegaba primero? Apretó los puños sobre los reposabrazos de la silla en la que estaba sentada. No si puedo impedirlo

Asintió a las palabras de su padre, la normas parecían "sencillas": casarse antes y no casarse con sus primos. Su mirada se paseó entre sus hermanas, quedándose un instante en Astrid, entrecerró los ojos un instante y volvió la mirada a su hermana menor, Mira, le dedicó una suave sonrisa y apartó lentamente la mano para acabar levantándose. 

Era mucha casualidad que su hermana mayor hubiese conocido al principal que amenazaba el "trono". No es que sospechara de ella, pero sí de él. 

Con todo hablado y aclarado, supongo que es mejor que nos vayamos moviendo, habrá que hacer caso a los invitados, digo yo -aunque no fuese para meterlos contra las telarañas y contraer matrimonio con ellos casi forzosamente.

No creía que tuvieran nada más que añadir. Astrid se encargaría de casarse la primera, aunque después de la prematura muerte de su prometido todos sospecharían si empezaba a buscar desesperadamente un marido. Puede que al final la mejor opción fuera el hermano, aunque Tabitha ignoraba si estaba soltero. 

Dejó de darle vueltas al asunto para mirar a sus padres:

Con permiso -también se despidió educadamente del Septón.

Se giró y caminó hacia la salida, abriendo y cerrando la puerta tras ella.

La reunión familiar no parecía avanzar y parecía que padre había comunicado todo lo que quería decirnos, empezó a hablar sobre Eric Colina, Astrid lo conocía por lo que pensé que la conversación estaba derivando solo a ella. Vi como Tabitha se levantaba dando por terminada la reunión por su parte. Seguí su camino con la mirada y cuando ya no pude verla decidí también levantarme y dar por concluida la reunión, también por mi parte:

-Tabitha tiene razón, además deberíamos empezar a prepararlos-dije mirando a Alyra y Mira, ambas estaban muy hermosas pero supuse que no iban a ir así vestidas para la fiesta, yo por lo menos no llevaba el vestido que pensaba ponerme por lo que me levante y con un gesto cortes:

-Padre, Madre. Me retiro, con vuestro permiso-dije mirando también al Septón para que también se diera por aludido.

Me encamine hacia la puerta y la traspase cerrándola delicadamente tras de mí.

-Así es,- asintió a su hija Astrid. - Edric Colina es el bastardo de mi difunto hermano Andiu. - Miró a los presentes con esa mirada que tanto le caracterizaba que parecía como si quisiera ahondar en el pensamiento de los demás. Vio que su hija Tabitha salía y después de ella Lenia. El septón se mantuvo pensativo y supuso que no tenía nada más que decir sobre el asunto.

Asintió dándole la venia a sus hijas para que salieran, - la reunión se ha terminado, no tengo más que decir y creo que vuestra madre tampoco. - Miró a su mujer cuyo rostro pensativo se lo confirmó.

Esperó a su hija Astrid antes de salir, - el Consejo nos espera hija mía,- observó a sus hijas que eran el orgullo de su casa, ya que eran unas mozas llenas de salud y audacia y tenía la confianza de que el linaje Vaelys se fortaleciera con ellas.

Se dirigió a la entrada del salón abriendo la puerta y dejando pasar a sus hijas... dando con ese gesto por teminada la reunión. A las afueras se encontraba Marvin Curton.  

- Es hora de ir al Consejo, - miró al castellano comunicándole el fin de la tarea encomendada y aclarándole hacia donde debían  de dirigirse. 

El panorama no era para nada bueno, saber que padre moriría pronto me angustiaba, no podía dejar que todo se perdiera, Astrid tiene un peso enorme en sus hombros, pero las demás no nos escapamos de aquello tampoco.

Nuestro padre se retira del salón y me despido con un gesto con la cabeza, no había más que hablar, pero olvidaban un detalle también, Ginevra también entra en la lista de primos como posibles herederos y en ella me costaba confiar desde que llego, la coincidencia de algunos sucesos me resultaban de lo más extraños con su llegada.

Debía hablar con Evan, aunque con la reunión del consejo debería esperar, lo mejor era volver a nuestro cuarto, mire a mi hermana Mira -Cariño, vamos al cuarto, debemos preparar nuestros atuendos para la fiesta- me acerque a ella y tome su mano para llevarla conmigo, el Septon aún nos observaba.

-Con su permiso, de seguro el consejo espera por usted-, sin más salí guiando a Mira hasta nuestros aposentos.

La sonrisa de Tabitha la relajó un poco y con cada segundo se iba convenciendo de que podrían hacer aquello que Padre les exigía. Algunas de las chicas comenzaron a moverse y a salir con el permiso de su padre. Mira aguardó a ver a dónde le tocaba dirigirse y una de sus hermanas, Alyra, le explicó:

Cariño, vamos al cuarto, debemos preparar nuestros atuendos para la fiesta-

Mira asintió con dulzura y tomó su mano para dirigirse a la habitación. Antes de salir, de súbito, fue hasta su Padre y le dio un abrazo para rápidamente volver con su hermana. Se enjuagó las rebeldes lágrimas que peleaban por escaparse de sus ojos y prometió a sí misma que se encargaría de hacer su papel lo mejor que fuese necesario.

-Vamos, estoy lista.  

Salió con su hermana de ojos como piedras preciosas echando un vistazo una vez más a su padre.

"Salvaremos... salvaremos nuestra casa. Ya lo verás... "

Era un salón con sus pequeñas y profundas ventanas y sus lámparas de cristal que colgaban del distante techo. Las dos ventanas con cristales de colores se encontraban cerradas dando sensación de intimidad, pero permitiendo la luz del sol y se encontraban talladas a su alrededor con temática animal y natural. Alrededor del interior de la puerta y en las columnas también se percibían relieves y esculturas que representaban su voluntad de introducir el mundo exterior en su casa. Las dos grandes aberturas al lado de la gran puerta delantera estaban orientadas para recibir la luz del sol en cuanto se alzaba sobre el brazo más oriental del puerto. Alrededor de una mesa grande se encontraban sillas enormes de madera talladas con caballos relinchando.

A Lord Rhys le traía buenos recuerdos esa estancia cerró la puerta una vez que entró Ginevra y hechó la llave para que no lo molestaran. Las ventanas estaban cerradas y con lo que estaba cayendo no creía que nadie pudiera escuchar su conversación.

- Te acuerdas de la segunda vez que nos vimos fue aquí - Dijo mientras acariciaba la mesa y se iba a la pared de la ventana. - Aquí tú me abrazaste e hicimos el amor. Después te concreté el plan que tenía de llevarte durante una semana entera a la fortaleza de Ser Mordred Rowain mi aliado, que era un minúsculo feudo cercano al mío, una baronía. Se le otorgó a su abuelo, después a su padre y que ahora era suyo. Tenía ese feudo una torre y tierras de cultivo, era un sitio que servía de alto en el camino para descansar. Y como administrativamente no tenía nada más, era un feudo que tributaba a la Casa Vaelys con la comida sobrante y comerciaba con la casa. Era el sitio ideal para llevarte bajo la excusa dada a mi mujer de asuntos de negocios. 

Te dije que iríamos con capa y capucha para no ser reconocidos en el exterior. Y había dicho que necesitaba de algunos de mis criados para que me sirvieran en el viaje, todo estaba planeado para que fuese perfecto.

Después de hacer el amor me preguntaste cuando nos íbamos a ir y te dije: " saldremos hoy te lo iba a comunicar pero te sentí tan fogosa que no pude contenerme mi amor. Me vestiré y te esperaré afuera del castillo. Los caballos están preparados, las indumentarias se encuentran en la otra fortaleza y todo lo que puedas imaginar de placentero y glamuroso. Sal por la poterna del castillo allí te espero con los caballos y con nuestras capas para ocultar nuestros rostros. No puedo esperar más mi amor mi corazón late con la misma fuerza que el tuyo y no podría aguantar esperando el momento. Mejor irnos ya, no te preocupes todo ha sido comunicado".

Al fin acabó mostrando una sonrisa de satisfacción al notar que su mente no estaba dañada por esa extraña enfermedad.

Sintió un escalofrío al escuchar el cierre de esa cerradura. Había necesitado bastante fuerza de voluntad para mantener la expresión serena mientras avanzaba pasando a todos de largo, sabiendo lo comprometedora que podía ser esa soledad.

Miró de nueva cuenta el mobiliario. Recordó su fascinación la primera vez que vio esas crines, y su sorpresa cuando escuchó la voz del lord, que se apoyaba junto a la ventana. Sus dedos recorrieron nuevamente los tallados, ahora con menos admiración. Era melancolía.

¿Como era posible que hubiera estado tan enojada con él, y luego a los pocos minutos haberse preocupado tanto por él? ¿Como era posible que siempre caminara por su propio pie a él?

Rhys habló de aquel encuentro. Una sonrisa triste que no le llegó a los ojos se formó en su cara. Ella también recordaba cada detalle.

- Nos encontramos a las afueras de la Fortaleza. Me contaste que hacía mucho no podías cabalgar y que era un alivio, y decidí retarte a una carrera. Cabalgamos a toda velocidad, como un par de locos temerarios. Me besaste y me alzaste en brazos para llevarme al interior de una posada. La habitación era magnífica y bien provista. Nos bañamos e hicimos el amor toda la noche.

Recordó como se habían besado. Como tras montar a Meraxes la besó con fuerza, bajando a su cuello, y como ella gimió, por primera vez, "amor" para referirse a él.

Los años de separación y dolor, de amor y pasión, de secretos y palabras no dichas, volvieron a apretar su corazón. Solo había visto cansancio, y se había reprochado que aun siguiera importándole. Ahora que temía que aquello fuera más grave aquella coraza se había agrietado. Y aquí estaban, de nueva cuenta. Y de nueva cuenta volvían a estar así, a solas, ella acariciando la crin de un caballo de madera y él apoyado en la ventana.

Su voz sonó tan rota cuando ella habló.

- ¿Qué nos pasó?

Sí, - lord Rhys sonrió ya que le alegró que ella también tuviera ese recuerdo como si fuera ayer.- No tenemos tiempo mi señora, y el poco tiempo que tenemos debemos de confiar el uno en el otro. - La miró a los ojos y él todavía tenía esa mirada de desafío aunque su cuerpo estaba debilitado debido a algo que lo estaba consumiendo. - Sé que Sloth no estaba enfermo y que tú te preocupas por todos nosotros, pero no debes de actuar a mis espaldas. El maestre es un miembro honorífico de mi casa y si tuviese acusaciones serias contra ti me vería en un gran dilema. No debes de actuar sin mi consentimiento, ¿entiendes? Esperó a que ella lo afirmase pero sin dejar que hablara ya que debía de terminar lo que quería decirle. 

- Bien, he sacrificado mucho por esta casa y tengo planeado algunas cosas. Necesito que confíes en mí como yo también confío en ti. - Esperó a que ella afirmase, él tomó aire como si le costara lo que iba a decirle.

- Mañana en la fiesta le he dicho a Myra que se invente una excusa y salga para ir a su cuarto. Pero mi intención es que busque cualquier indicio de sospecha en el cuarto del maestre. Sé que es peligroso pero ella es pequeña y cualquier excusa le valdrá. Quiero que tú vayas con ella pero no quiero que mires en el cuarto del maestre sino en el de Lenia. A juzgar por sus comentarios temo que ya no sea seguidora de ninguno de los dioses conocidos, ni de los antiguos, ni de los nuevos y es algo que quiero que averigües. Quiero saber a qué se debe y como ordena las normativas de la casa, cualquiera que no respete a los dioses tiene que ser investigado. Hazte amiga suya e intenta saber la verdad pero antes busca en su cuarto cualquier indicio que le haya llevado a la descreencia.

Algo en su mirada la aturdió. Como si lo que hubiera en él fuera más grave de lo que había imaginado, como si una sombra se extendiera a sus espaldas pero aun brillara con luz propia contra ella. Inconscientemente se acercó un par de pasos a él.

Sintió un escalofrío más difícil de disimular. Aceptó su culpa. Fue un recurso malpensado, ocurrido por haber tenido que luchar sola contra una marea peligrosa... otra vez. No podía sola, ya lo había intentado.

- Deacuerdo. Pero si te preocupas por nosotros actúa conforme a ello. Quiero que mañana Sloth no sea un bufón. Tu coopero, si quieres, pero no un bufón. Dale un poco de dignidad.

Se sentó en una silla. No iban a tener mucho tiempo, pero el que tuvieran era valioso, solo que ahora por motivos completamente diferentes.

- Ordené a Gwen y a Sebastián darle a beber a los cerdos, para ver que no hubiera ninguna reacción en ellos. Ordené lo mismo para la comida. Mientras tanto...

Inspiró aire. Si estaba confiando en ella, podía confiar de vuelta. No se atrevía a confiar todo su corazón. ¿O si?

- Tu invitado ha estado buscando algo en los pasillos. - se refería a Viserys Targaryen - Antes de desaparecer Anna Arryn estaba convencida de una terrible maldición - aunque lo dijo en otro tono, sus ojos se clavaron en los del lord. - Hoy mismo tendrás el diario de Anna Arryn. La pobre mujer creía que era una maldición, pero habló de que encontró una desgracia.

Muy raras veces le había así, sin etiquetas entre ambos. Le agradó que no confiara en el maestre. Ella también tenía motivos para desconfiar, serios motivos.

Al escuchar lo que había pedido a su pequeño ángel... se levantó de golpe, movida por la furia que apenas podía contener.

- ¡Déjala fuera de esto! - la voz le tembló, con una mezcla de miedo e ira. - Por supuesto que buscaré en el de Lenia, pero no se te ocurra exponerla - había una advertencia fiera en ello.  - Encontraré una alternativa, pero no... ni lo pienses...

Se llevó una mano a la boca, girándose para darle la espalda al lord. Temblaba. Sus ojos apenas contenían las lágrimas que a la fuerza luchaba por mantener dentro de ella, como venía haciendo con todo lo que sentía hace tiempo.

- ¿Has pensado que podía tener ya una muy buena acusación en mi contra? - se golpeó el pecho con una mano - ¿Que quizá en el fondo yo ya no tenga mucho que perder y si que ganar, y que puedo ser peligrosa por eso?

¿Que estoy en peligro y sin embargo sigo aquí, y que he aguantado, y aguantado, y aguantado...?

Contuvo el aliento, calmando el peligroso flujo de emociones que la apresaban.

- ¿Qué tan enfermo estás? Quiero toda la verdad, a partir de ahora.

 - Oh no, no, esto es mucho más grave de lo que parece. - Se sentó en la silla cabizbajo con las manos apoyadas en la frente después la miró a los ojos con un rostro de súplica. - Allí está escondida la verdadera espada es la causante de que mi hermano desapareciera y de que mi otro hermano Andriu muriera. Allí está escondida la verdadera espada que es de acero valyrio la que hay expuesta en el gran comedor es una copia burda de ella. Esa espada ha sido trasmitida solo al miembro más aguerrido de la casa y que tenía que ser el heredero por derecho no por sucesión.

Esa espada provocó que mi padre enloqueciera cuando me enseñó el pasadizo secreto donde estaba guardada la espada... - Calló todo eso era demasiado.

Anna Arryn fue violada por mi hermano Andriu. Sebastian es el fruto de esa violación. - Ahora miraba otra vez a la mesa estaba indignado por todo. - Estábamos cenando los tres y de repente mi hermano empezó a atragantarse echaba espumarajos por la boca sus ojos estaban inyectados en sangre yo le pedía ayuda a mi padre. Lo miré a los ojos y entonces supe que lo había envenenado. Él me dijo que ya estaba dispuesto para conservar la herencia de la casa que era el elegido, y que debía de ocultar el cadáver de mi hermano en el pasadizo secreto ¡Y yo lo hice! Esa espada es la causante de todos los asesinatos que ha habido en mi familia matando a aquellos que no eran los elegidos. - Tosió y después tragó saliva - ella me vio tener que llevar el cuerpo de mi hermano al pasadizo y su diario tiene que culparme de ello...

Conque esa era la desgracia...

Al ver la mirada de súplica se hincó a su lado, apretándole la mano. Escuchò todo, apretando su mano entre las suyas. El primer contacto físico que tenían en mucho tiempo. Podía ver su culpa por actos que escapaban a su control. Quizo poder abrazarlo, que descansara en su hombro.

- Su diario no mencionaba eso. - apretó su mano - Era peligroso para todos. Tu señor padre tomó la decisión, tú hiciste todo lo que pudiste.

Sin poder contenerse alargó la mano y acarició su mejilla. Era un terrible peso en sus hombros. Entendía lo que aquel secreto tuvo que costarle en culpa.

Pero sabía ya lo de la violación. Recordó el pasadizo, pudiendo ver frente a ella de nueva cuenta la estatua, y entendiendo no solo que le faltaba sino que iba a tener que darle un nuevo golpe al lord.

- ¿En las cocinas, verdad? - esto iba a ser duro de explicar, y peor de escuchar - Estuve allí. Quería ver que estaba buscando Viserys Targaryen. No sabía que estaba buscando, pero quería investigarlo yo misma. Allí no había ni un cuerpo ni una espada. 

Dejó que lo procesara: ambos estaban perdidos.

La miró a sus ojos azules y pudo sentirse perdido, arrebatado por ellos que eran igual que el mar y le producía su efecto. Le tranquilizaba cuando miraba y se perdía en esos ojos claros cuyo color se asemejaba al océano. Pero hacía ya casi dos años que no la miraba. Sus caminos se habían distanciado y el señor evitaba esa mirada y todo tipo de trato con lady Ginevra.

- Debes de guardar ese diario. - Le dijo mientras sentía su mano acariciar su mejilla gesto de una comprensión sin límites. Al señor le tranquilizó sentir el cariño de su amor, de su amada. Un cariño y un amor sin precedentes de un ángel no solo por su belleza sino también por su interior.

Él fue su primer amor y como decían los antiguos el primer amor nunca se olvidaba. Y así lo notó el señor que había arrebatado su doncellez a tan hermosa y bondadosa dama.

Las demás palabras hicieron que los párpados del lord se abrieran de par en par como gesto de asombro, de sorpresa, de algo que nunca quiso escuchar, pues se había representado en sus peores pesadillas y que ahora cobraba realidad. La noticia vino acompañada de rayos y truenos dando al mensaje todavía más desconcierto en la mente y el corazón del señor.

- No, no, no... esto es algo que escapa a la razón. Nadie puede saber de ese pasillo a no ser que fuese una víbora que estuviera acostumbrado a arrastrarse por el suelo de forma tan sigilosa que ni los pájaros fueran alertados. - Cogió su delicada mano en las suyas encallecidas por haberse entrenado en las armas. - Hoy no podemos pedirle más al día, el Consejo ha determinado que Viserys Targaryen sea encarcelado. Se le ha encomendado a John Kalhan por eso no le viste en el Consejo. Se le ordenó que escogiera a cuatro soldados para el cometido. Pero si él posee la espada familiar cinco hombres no serán suficientes. - La miraba y el rostro del señor estaba serio y apesadumbrado.

Debo de alertar a alguien más para que vaya al patio de armas a pedir refuerzos.

- Lo he escondido en el tronco de un árbol, cerca del lago. - suspiró. - No confiaba en la piedra. 

Ese era el lago donde todo había iniciado. No, solo fue una parte. Todo había iniciado cuando él estaba enfermo. Cuando ella lo cuidó.

Después de haberle confesado lo ocurrido en el pasillo vio su desconcierto y temor. Apretó de vuelta sus manos. Viserys no era un dragón, sino otra clase de reptil. Rhys le confesó más, y entendió porqué Viserys era alejado.

Sus ojos se movían, mientras hilaban los acontecimientos. En ese momento tuvo miedo por John. Si los demás hombres caían, y tenía que enfrentarse solo contra esa espada...

- ¡Iré! - se puso de pie, presta a correr - Dadme la llave.