Partida Rol por web

Lord Rhys se quedó sorprendido de que lady Ginevra guardara los objetos en los lugares donde tuvieron la primera relación. Todo parecía girar al tiempo de ese amor fugaz, intenso y ardiente que selló su corazón. Vio en la mirada de Ginevra la misma mirada que cuando cabalgaban por el campo y ella azuzaba a su caballo con esa mirada de desafío. La misma mirada que tenía ahora, el señor había pensado en otro criado no en ella. La respuesta que le dio haciéndose voluntaria a tal misión le cogió por sorpresa, y sin motivo de dilación cedió dándole la llave para que ella se encargase de la tarea. - Ten cuidado Ginevra no te expongas y deja que los soldados hagan su tarea. - Su voz implicaba un claro acento de preocupación, el peligro acechaba en la casa ahora más que nunca. 

Los caballeros aposentados en el Septo vinieron a su mente, todo aquello tan desordenado debía de permanecer oculto ante los de fuera. Ante sus caballeros vasallos no podía permitirse el lujo de que supieran todo lo que estaba sucediendo. Eso conllevaría más problemas a los ya surgidos debía de seguir controlando la situación más ahora cuando parecía que la situación se le iba de las manos. 

Una nueva luz había surgido en su interior cuando los lazos de confianza y amistad de Ginevra y el señor se estrecharon ese día del Consejo. Esa noche lluviosa no esperaba que al final todo acabase de esa forma pero lo que más le motivó era sentir que su amada Ginevra seguía allí a la espera de la respuesta de su señor. Todo le conmocionó y tuvo que esperar un momento de pie para calmar la cantidad de emociones que estaba sintiendo.

Era un salón con sus pequeñas y profundas ventanas y sus lámparas de cristal que colgaban del distante techo. Las dos ventanas con cristales de colores se encontraban cerradas dando sensación de intimidad, pero permitiendo la luz del sol y se encontraban talladas a su alrededor con temática animal y natural. Alrededor del interior de la puerta y en las columnas también se percibían relieves y esculturas que representaban su voluntad de introducir el mundo exterior en su casa. Las dos grandes aberturas al lado de la gran puerta delantera estaban orientadas para recibir la luz del sol en cuanto se alzaba sobre el brazo más oriental del puerto. Alrededor de una mesa grande se encontraban sillas enormes de madera talladas con caballos relinchando.

Evan entró con su copa y jarra de agua fresca. El desánimo empezó a hacerse presente en su interior. Lord Rhys estaba resultando muy escurridizo aquella noche.
¿porque no le habría esperado?
Sabía que fuese como fuese la falta resultaría ser suya, a fin de cuentas siempre es culpa del de abajo.

Suspiró y se dirigió a los aposentos de sus señores, con la esperanza de que estuviese allí.

De nuevo se encontró con justo lo que temía: una inmensa nada. La falta de capacidad para intuir en qué zona estaría Lord Rhys, ese esquivo señor de la Fortaleza de sangre; añadido a una hambre cada vez más incipiente, estaban mermando la paciencia de Marvin.

Pellizcando el puente de su nariz, reprimiendo la desesperación y emitiendo un pequeño bostezo por el hambre y lo aburrido de la búsqueda del Señor de Vaelys, el castellano se dispuso a intentar por otra nueva ocasión el hallar a su Señor.

Era un salón con sus pequeñas y profundas ventanas y sus lámparas de cristal que colgaban del distante techo. Las dos ventanas con cristales de colores se encontraban cerradas dando sensación de intimidad, pero permitiendo la luz del sol y se encontraban talladas a su alrededor con temática animal y natural. Alrededor del interior de la puerta y en las columnas también se percibían relieves y esculturas que representaban su voluntad de introducir el mundo exterior en su casa. Las dos grandes aberturas al lado de la gran puerta delantera estaban orientadas para recibir la luz del sol en cuanto se alzaba sobre el brazo más oriental del puerto. Alrededor de una mesa grande se encontraban sillas enormes de madera talladas con caballos relinchando.

De nuevo entraron en aquella sala. Tyler no pudo evitar recordar la noche anterior, en la que Lord Rhys había hablado y designado el papel que cada uno jugaría. ¿Dónde estaría ahora? no lo habían visto desde el desayuno. Miró a su hermano y a Astrid, sin tomar asiento hasta que la dama lo hiciese. Si ella no se sentaba no era propio que ningún hombre lo hiciese. 

-Bernard, ¿podrías aguardar un momento en la puerta?- sugirió a su hermano. Creía que posiblemente la dama quisiese conversar con él en privado, pero si fuese de otro modo ella estaba tiempo de pedirle a Bernard que se quedase con ellos. Siempre era más violento pedirle a alguien que marchase a invitar a que se quedase, por eso Tyler tomó aquella iniciativa. Sin embargo pronto debería tratar asuntos importantes con su hermano, por lo que era bueno que no marchase muy lejos.

Después de la pequeña charla por el camino comentando los asuntos con los caballeros arrivaron a la sala de reuniones. Al llegar a la puerta su hermano le indicó que se quedara fuera, cosa que Bernard no había esperado y generalmente este tipo de sorpresas le producían algo de malestar. Se tuvo que quedar callado pensando qué estaría sucediendo para que Tyler le dijera algo como eso.

- La verdad... ambos sabéis que podéis contar conmigo. Que estoy de vuestra parte y que guardaré silencio respecto a todo lo que sea necesario. Pero si preferís que me quede fuera, lo haré, por supuesto.

Esperó hacerles pensar un poco más en aquello y si fuera posible le dieran una oportunidad de participar. Después de esas palabras miró a Lady Astrid creyendo que era ella la que tenía que tenía que aceptar su presencia, pues contaba con que su hermano iba con precaución por algo que se refería a la familia Vaelys, posiblemente fuera algún tipo de información que le habían pedido que fuera confidencial. Sólo así creyó que Tyler podría mostrar ese distanciamiento del que acababa de hacer gala.

Astrid alzó la mano 

Esperad dijo a ser Bernard, mirando sin comprender a ser Tyler. Ser Tyler, me comunicaron que tenía un mensaje para mí, pero no me pareció apropiado preguntarle delante de mi madre y del cadáver de Fiona dijo, haciendo gala nuevamente de su saber estar, intentando concederle la importancia a cada asunto en el momento oportuno Si es algo que puede escuchar tu hermano, no seré yo la que le impida quedarse en esta reunión. De hecho, hay ciertas cosas que debemos hablar, pues me temo que los acontecimientos se están acelerando y nos queda muy poco tiempo. Así que proceded, no hay tiempo que perder

Tyler sonrió levemente, complacido, al ver que Lady Astrid deseaba que Bernard no quedase al margen en nada. Los dos hermanos habían crecido juntos, luchado juntos, sangrado juntos y llorado juntos. Siendo los únicos hermanos Risefeller que quedaban vivos se habían convertido en inseparables, en grandes cómplices, y como no deseaban sufrir ninguna pérdida más eran capaces de todo el uno por el otro. Así lo veía el mayor, y pondría la mano en el fuego por jurar que no estaba equivocado.

-Bien- dijo entrando y cerrando la puerta tras ellos. Una vez dentro y en la intimidad que la sala les concedía dio una leve palmadita en el hombro de Bernard, así le expresaba sin palabras que le alegraba tenerle allí -Están ocurriendo cosas muy extrañas. Parece que cada una de vosotras sufre algún inconveniente. - dijo volviéndose hacia Astrid -Varios de los invitados ya se han dado cuenta de eso. Muchos hablan de alguien que ha de salir beneficiado de todo esto, alguien que lo ha causado. Al parecer otros creen en la brujería y el más allá... - Tyler no era muy amigo de esas ideas fantasiosas, siempre había tocado con los pies en el suelo y creía que todo tenía su respuesta en el mundo y actos de los hombres -Yo comparto que es casi seguro que alguien anda detrás de todo esto. Y parece claro quien saldría mejor recompensado, aunque hay más opciones. Nada sabemos de Lord Rhys- No quiso ser brusco con eso, pero era estúpido obviarlo -y todos sabemos que entre los que hay en la fortaleza hay alguien poco deseado y a quien tampoco hemos visto desde la reunión en esta misma sala. ¿Dónde está ese individuo? ¿El dragón? ¿Alguien más sabía que estaba aquí? ¿tendrá algún aliado entre los presentes?- Todas estas incógnitas se sucedían en la mente de Tyler, se agolpaban a gran velocidad y tarde o temprano deberían ser resueltas. No creía que Viserys se hubiese perdido la fiesta porque si, era demasiado altivo, seguramente estuviese oculto, actuando desde las sombras para conseguir a saber qué - Por otro lado...- Su voz adoptó un tono más suave -... ya sabéis lo que siento por vos.- Tomó las manos de Astrid. Seguramente su hermano Bernard no se sorprendiese demasiado, o quizás sí, pero eso no era lo que importaba, Bernard debía saberlo y no podían jugar al ratón y al gato - ... al parecer Lenia esperaba que yo correspondiese su amor. En el recibidor, justo antes de que dirigiese mis pasos a vuestro encuentro, me dijo que le habíais informado de nuestro compromiso. No me preocupa eso, pero sí el hecho de que nada más entrar en la estancia se lanzó a los brazos del norteño ante la mirada del resto de invitados. Eso fue como una declaración de que ha escogido un hombre, ambos sabemos lo enamoradiza que es Lenia, pero los tres, aquí presentes, también sabemos quien debe heredar La Fortaleza de Sangre.- Todo aquello podía ser como un bombazo para Bernard. Tyler no sabía si su hermano había sospechado alguna vez sobre sus sentimientos con la primogénita. Era posible que lo hiciese al ver que buscaba algunos momentos para hacer compañía a la dama, sobretodo cuando Richard falleció, y aunque jamás habían dado una muestra de afecto en aquel sentido, al menos en público, ahora quedaba claro que ese sentimiento existía. - Astrid, no demoremos más el informar a vuestros padres, al menos a vuestra madre. No quiero que un norteño se siente en el trono de vuestro padre, no quiero que Lenia ocupe vuestro lugar. No solo debéis ser vos por ser la primogénita, si no porque sois la mejor candidata para vuestro pueblo- 

Lady Astrid y su hermano eran ambos personas juiciosas, también prácticas. Agradeció que entendieran que no quería quedarse al margen, aunque las palabras que terminó por oir algunas las esperaba y otras no tanto.

Escuchar al Risefeller era algo duro para Bernard. Como hermano mayor le correspondía tener la iniciativa y aquello le hacía sentir atrapado. Bien le gustaría a él poder decir palabras como aquellas, dirigiéndose a Astrid de forma tan directa. El guerrero tuvo sin embargo que darse la vuelta y apartarse unos pasos porque todo parecía dirimirse entre ellos dos. Era preferible darles espacio mientras él pensaba en la situación actual y que en efecto habían varios desaparecidos. Por lo que él entendía, el Lord de la casa y el Septón estaban ilocalizados lo que indicaba un gran peligro para todos. Parecía un plan del colina, posiblemente cooperando con algún otro invitado. 

Tras apartarse, esperó las palabras de Lady Astrid pues las suyas no podían añadir nada en este justo momento, quizá después de que ella hablara podría unirse a la conversación.

Astrid entrelazó sus manos por delante de su cintura a la espera de que ser Tyler terminara sus palabras. De vez en cuando, desviaba la mirada hacia su hermano, curiosa por ver su reacción si desconocía toda aquella situación.

Cuando Tyler acabó, Astrid miró a ambos con detenimiento. La educación que había recibido como dama había sido espléndida, pero seguramente brillase más por su educación estratégica. Haber aprendido de grandes mujeres poderosas había marcado el rumbo de su vida, y ella sabía muy bien cuándo era el momento de declarar sus cartas y buscar aliados para lo que podría venir. La partida de ajedrez estaba llegando a su fin y, aunque no sabía muy bien quién tenía ventaja, sí sabía que ella tenía que ser la ganadora.

Desde esta mañana, todas las hijas Vaelys nos hemos levantado con algún problema. Afonía, mal olor, problemas cutáneos, tartamudeo... empezó a quitarse un guante. Los dos hermanos Risefeller pudieron ver cómo el antebrazo de la primogénita estaba cubierto de un vendaje teñido de sangre. Con velocidad, se deshizo de parte del vendaje para mostrar sus heridas, como si un sin fin de navajas se hubiesen estrenado en su piel Me levanté esta mañana con heridas dolorosas en las manos. Al acudir al Maestre, me dijo que podría ser magia negra. Oberyn dice que puede ser provocado por algún tipo de veneno. Ambas teorías se sustentan en que las hermanas tenemos un enemigo que nos desea el mal. Y, por desgracia, este palacio está lleno de ellos Antes de que alguno de los dos pudiera acercarse demasiado, Astrid se volvió a vendar con agilidad, a pesar del dolor que debería estar sufriendo. Según va pasando el día, mis heridas han ido aumentando en número. Ya me llegan hasta los codos y las piernas van por el mismo recorrido.

Por desgracia, no se donde está el Targaryen, pero deseo verle muerto. No quiero encontrar problemas con la casa Lannister. Y creedme, los tendremos como se enteren de que mi padre ha hospedado aquí a uno, sea por el motivo que sea

Paseo lentamente hasta una de las ventanas, y se quedó mirando unos instantes antes de girarse hasta los hermanos No interpretéis mis palabras y la frialdad en ellas, pero voy a contaros mis sospechas. Soy consciente de lo duro que puede parecer ésto que voy a decir, y más con la serenidad que aparento, pero ahora no hay tiempo para las lágrimas. Sospecho que mi padre ha muerto. Ya le visteis tremendamente enfermo, y ahora está desaparecido. Temo que, o bien alguien le ha asesinado o bien ha muerto. Sea cual sea el motivo, en cuanto descubran lo que ha sucedido, la herencia pasará al bastardo, y es algo que no estoy dispuesta a permitir. Si hay que batallar, estoy más que dispuesta a llegar hasta ese punto.

Mi madre conoce mis intenciones. Pero... se quedó mirando a los ojos al que era su prometido, meditando sus palabras. Pero no había forma de suavizarlas. No lo acepta. Desde luego, no necesito su aprobación. Pero los rumores en estos castillos al parecer son más poderosos que las almas de las personas, y ella ha creído los que corren sobre vos. Pero lo que es importante, es que a mi no me importan en absoluto, y sigo adelante con mi intención de casarme con vos, ser Tyler.

Pero necesito que me hagáis una promesa, aquí, delante de vuestro hermano. No se si esto que tengo es una maldición, un veneno o qué. Pero, si algo me pasara una vez casados, necesito que termines la tarea de buscar buenos esposos para mis hermanas. Incluso no me importaría que te desposaras con alguna de ellas, pues el ciclo de la familia debe continuar.

La revelación sobre aquello que aquejaba a la aguerrida dama era desconcertante. Que la piel tuviera ese aspecto acuchillado era un signo diabólico. No había creído antes las palabras de Lance sobre una fantasma pero no podía negarse que algo como lo que afligía a Astrid no podía ser natural ni fruto de un envenenamiento como había creído hasta ahora.

Bernard acarició su barba mientras pensaba en todo aquello.

- No se puede dar por muerto a vuestro padre hasta encontrarle. Habrá que guardar la esperanza de que siga con vida. Tampoco el septón está a la vista y bien podrían estar juntos, escondidos. Sería un alivio. El septón deseaba garantizar la seguridad de Lord Rhys y me comunicó esa preocupación suya. No me habló de ningún plan pero era una de sus prioridades.

El anciano habría acertado y algo les amenazaba a todos, a todas luces algo antinatural. Una maldición, o brujería. Alguna historia de viejos volviéndose real, pues Bernard jamás había visto que algo como aquello fuera posible.

- Es la hora de la cena y quizá allí en el gran comedor hayan novedades. En todo caso y por lo que a mi respecta haré todo lo que esté en mi mano para que vos y vuestras hermanas, para que toda la familia en general, tenga el buen futuro que merece.

A Astrid quizá le tranquilizaran más palabras similares a aquellas viniendo de Tyler, pero Bernard sabía que ambos hermanos coincidían en aquello. Como coincidían en la alta estima que tenían hacia la dama.

Miró a su hermano esperando a que comentara su opinión sobre todo aquello.

Lo que Astrid dijo fue revelador. Mucha información nueva llegaba de sus palabras, pues ahora comprendía lo que debía ser aquel hedor insoportable que había invadido el gran comedor, propiciando un almuerzo en los jardines, una opción muy acertada y agradable pero que era imposible repetir para la cena, ya que estaba cayendo una lluvia que amenazaba con arreciar.

Sabía de la afección de Astrid, aunque había imaginado una sequedad en su piel, no aquellos cortes sangrantes. Al verlos y encontrarse con la realidad, al comprender el suplicio y el dolor que debía sentir su amada, no pudo evitar preocuparse, dar un par de pasos hacia ella y, al cubrirse la dama remarcando así su fuerza y valor, mirarle a los ojos con sincera preocupación, sintiendo un poco en sus propias carnes aquellos cortes que ella tenía. 

Cuánta cobardía puede albergar el corazón de un hombre ambicioso, capaz es de hacer cualquier cosa,  ¿Quien sería tan retorcido y despiadado como para causar esta tortura a una dama inocente?

Pero fue el saber que Lady Myriah no aprobaba su enlace lo que resultó ser la daga más afilada que se clavaba en su corazón. Convencido había estado de que aquello debería resultar sencillo. Maldijo el no haber reunido el valor antes para confesar sus sentimientos y su firme intención de desposar a Astrid. De haberlo hecho seguramente esta fiesta no hubiese tenido lugar, y tampoco nada de lo que estaba sucediendo en ella. 

- Desde luego- Respondió con premura a la petición de Astrid, y no solo la referida a sus hermanas -Cumpliré vuestros deseos. Siempre velaré por vuestras hermanas y vuestro legado. Pero- se atrevió a tomar las manos de la dama y a mirarle a los ojos con firmeza, como quien hace una promesa sagrada -ante todo estaré a vuestro lado, y creedme si os digo que no ha habido ni habrá hombre o mujer más fiero para protegeros. No permitiré que nada os ocurra, no estoy dispuesto a perderos-  ¿Cómo iba a permitirlo? Era imposible después de años deseándola en secreto. Ahora que estaban tan cerca de unir sus vidas, ahora que podrían ser felices, no, no podía simplemente sentarse y esperar no haber de llorar si lo peor sucediese.

Asintió a las palabras de su hermano. Hacía ya un rato que las sonrisas o el brillo alegre en sus ojos habían dejado paso al hombre que había luchado en la guerra. Al joven que conocía el dolor y el precio de la pérdida demasiado de cerca. Sabía a ciencia cierta que ninguno de los tres darían su brazo a torcer y lucharían contra viento y marea por lograr llevar todo aquello a buen puerto. No eran niños, ya no, y los tres eran fuertes y feroces si era menester.

-Bernard tiene razón, sin cadáver no hay muerto. Así que no perdamos la esperanza.- Respaldó a su hermano, aunque a su criterio todo apuntaba a que Astrid tenía razón. Sin embargo no podían darlo por hecho. -Me cuesta creer en maldiciones, magia negra y duendes.- Le parecía increíble que el maestre hubiese sugerido que se tratase de aquello, ¿no era el anciano un hombre de ciencia? -Pero terminaremos con esto. Hay que hacerlo.- Miró a su hermano y asintió -Creo que todavía esperarán un poco para la cena. Según parece la mayoría estarán en la capilla para velar y dar entierro a la sirvienta que ha muerto. Podemos aprovecharlo, Bernard, quizás sí encuentres alguna respuesta en el gran comedor. Por nuestra parte quizás debiésemos asistir a la ceremonia en la capilla, o si vos lo preferís- dijo refiriéndose a Astrid -podemos ir a los aposentos de vuestros padres, quizás allí también demos con alguna respuesta referida a Lord Rhys. Os acompañaré a dónde mejor creáis- No parecía dispuesto ya a que ella quedase sola en ningún momento. Tyler tenía el convencimiento de que uno de los Risefeller debía acompañarla allí donde ella estuviese. Él o su hermano, y siempre que fuese posible, ambos. -Después hemos de reencontrarnos en algún punto, por ejemplo el recibidor. Así podremos ponernos al día y establecer el siguiente paso a dar- En la mente de Tyler una cosa importante era convencer a Lady Myriah de su valía, ser merecedor de su confianza. Pues ¿cómo podrían casarse sin el consentimiento de ella? y lo más importante ¿cómo se casarían sin el septón? Si realmente Lord Rhys y el septón estuviesen juntos debían dar con ellos de inmediato.

No sabía muy bien si las palabras sobre su padre era por consolarla o porque realmente lo pensaba, pero no hizo cambiar su opinión a la joven. Si su padre estuviera vivo, habría estado dando órdenes desde algún lugar, incluso las habría reunido nuevamente a todas para repartir instrucciones, como siempre solía hacer. Su ausencia sólo se debía a su muerte, estaba convencida.

Dejó que su prometido le dedicara esas palabras mientras le cogía de la mano. Cualquier otra persona, por las heridas de sus manos, hubiera hecho un gesto o hubiese intentado apartarla. Pero ella era Astrid, el dolor no la iba a doblegar en absoluto.

Te lo agradezco, Tyler. Y es muy posible que debas desenfundar la espada antes de lo previsto. Y me temo que lo mismo ocurre con vos, ser Bernard. Si mis pensamientos son acertados, es posible que nos enfrentemos a algo más que una pequeña disputa.

Que mi madre acepte o no mi matrimonio no es de nuestra competencia. Necesitamos dos testigos para que el Septón oficie la ceremonia. Y él nos casará seguramente en cuanto se lo digamos. Ser Bernard, necesito que nos acompañe a la capilla, entiendo que el Septón estará allí oficiando el ritual de despedida de Fiona. Una de mis hermanas será la otra testigo. Y esto debería acabar cuanto antes.

La situación estaba enervando a Bernard y no sólo por los extraños acontecimientos, sino por la forma en la que se precipitaba el matrimonio de Astrid. En el fondo, desearía haber nacido él primero y poder desposarla. Ella era una mujer fuerte y decidida, la mejor de las hermanas y él lo sabía. Pero de este modo, el destino quería que fuera su hermano Tyler el afortunado y por el bien de todos no había otra opción.

No iba a discutir nunca con su hermano acerca de qué hermana tenía que casarse con quién. Ellos dos, Tyler y Astrid, eran los más apropiados para unir las casas de forma definitiva. El caballero guardó silencio porque al ponerse nervioso perdía el control y le predisponía a enfurecerse. Era el momento de quedarse en silencio durante unos breves segundos en los que su mente trataba de recuperarse, temiendo incluso que ellos dos llegaran a deducir el motivo de su mutismo, pero en realidad, dudaba que pudieran cruzarse por sus cabezas el motivo del disgusto de Bernard pues él además era capaz de disimularlo tan solo callándose y mostrándose frío.

Acabó por mirar a su hermano pensando que estaría de acuerdo con la dama.

- A la capilla entonces. Yo seré uno de los testigos.

Se conocía y como no detuviera pronto este cabreo lo iba a estar arrastrando toda la noche y no era algo que pudieran permitirse ninguno. Él tenía una cierta fama de violento pero era consciente de aquello y desde hacía tiempo estaba determinado a controlar esa pasión suya. Podía notar el fuego iniciarse y entonces aislándose podía impedir que las llamas crecieran, así que optó por esa solución.

Asintió, era importante hacer efectivo el matrimonio cuanto antes, y si Astrid estaba dispuesta a pasar por encima de los deseos o recelos de su madre él la apoyaría.  Involuntariamente, como un acto reflejo, llevó su mano a dónde estaría su espada, de llevarla encima. Oír de la dama que quizás precisase usarla antes de lo esperado hizo que el caballero echase en falta sentir su peso. El no poder pasear armados por la fortaleza era todo un hándicap, pero no forzosamente un impedimento absoluto. 

-Gracias hermano- dijo a Ser Bernard con un sincero sentimiento hacia él por aceptar ser su testigo, no creía poder contar con ningún otro, no de confianza - Vayamos a la capilla entonces- 

Kyle entró en la sala de reuniones más preocupado por dejar el cuerpo de su hermana sin vigilancia que en el contrario alguna pista Tenía que haberme quedado un rato, a ver si conseguía que despertara. ¿Por que habrá tomado la decisión de fingir su muerte? Si no me sintiera obligado en buscar pistas sobre el paradero de Lord Vaelys, ahora mismo estaría intentando despertar a Fiona.

Como no conseguía centrarse, se sacudió la cabeza para dejar de pensar en su hermana y se obligó a buscar cualquier pista. Recorrió la sala lentamente,  mirando en el suelo posibles arañazos provocados por puertas secretas y se fijó en las paredes, por si corría el aire por alguna rendija inadvertible. Incluso se fijó en el techo, ya que nunca se podía imaginar uno donde habría pistas Tiene que haber algo