Partida Rol por web

En esta escena yo no intervendré. Simplemente la creo para aquellos que quieran poder narrar libremente. 

Aquí podéis poner vuestras historias, vuestras historias ocultas, o vuestros encuentros con otros personajes. Cualquier narración que haya ocurrido en el pasado. Lo que queráis. 

Esto solo ayudará a potenciar el trasfondo de vuestros personajes, a que disfrutéis vosotros escribiendo, pero no estará relacionado con la partida.

Podéis marcar a todos, ninguno o alguno de los personas a los que creáis que va dirigida vuestra narración.

A medida que la fecha de la fiesta se acercaba Evan parecía irse poniendo más nervioso. Había mucho que hacer, y siendo de naturaleza perfeccionista en lo que a sus labores se refería, no quería dejar nada al azar. Los hombres a su cargo sentían la presión y Evan, consciente de ello solía soltar alguna broma de vez en cuando para destensar el ambiente. A fin de cuentas se avecinaba una fiesta, no una guerra. 

Aquella mañana Evan se preparó a Flecha, pues la yegua a penas había trabajado el día anterior y a él también le convenía una buena excursión por la montaña. Evan miró a derecha e izquierda, delante y detrás, mientras terminaba de ajustar la cincha, como esperando ver si alguien deseaba salir a desbrabarse como el.

—Preparad a Gracia.
La voz de Alyra sonó con cierta dureza. Llevaba uno de sus vestidos de montar, uno marrón chocolate con algún detalle en color dorado, y se estaba poniendo los guantes. Su rostro permanecía serio, y era evidente que en los últimos días la tensión había ido en aumento conforme se acercaba la fecha señalada.
—No os importará que os acompañe, ¿verdad? —Miró a Evan, aunque realmente no esperase respuesta alguna por su parte.

A Evan le brillaron por un segundo los ojos al escuchar la voz de Alyra, pero pronto contuvo el ansia. 

-Por supuesto que no, mi señora -

Gracia estuvo preparada rápidamente, pues Evan ya había cepillado a todos los caballos y todo estaba dispuesto para ser colocado en cuánto se precisase. Evan sabía que era mejor no hacer esperar a los señores, el tiempo de ellos era más precioso que el de los demás, y no debían perderlo aguardando a que los sirvientes comenzasen a trabajar. 

- ¿Os apetece un paseo tranquilo o vuestro espíritu os pide más acción? - preguntó a Alyra, tenía en mente mostrarle una ruta nueva, pero en ella habían pendientes que subir y bajar más pronunciadas y frecuentes de las que había realizado la joven hasta hoy, al menos que Evan supiese.

Observó cómo Evan preparaba a su yegua con una pequeña sonrisa, y cuando estuvo lista montó a lomos de Gracia sin su ayuda. Acarició la crin mientras esperaba a que él montara sobre Flecha, con la espalda bien recta y sentada como la dama que era.
—Algo de acción, por favor. Tal vez me libréis de la pesadilla que se avecina.
Mantenía las apariencias lo mejor que sabía, tratándole con el respeto que debía al formar parte del consejo pero sin excesiva familiaridad.

Evan sonrió, era la respuesta que esperaba y deseaba, pues el cuerpo le pedía quemar algo de adrenalina. 

- En tal caso, si a mi señora le place, os mostraré una ruta distinta, algo más complicada. -

Montó sobre Flecha de un salto, esperando divertir y admirar a la dama por igual. Una vez acomodado en la silla intentó no mirar a Alyra, fué una lucha intensa contra las ganas de descubrir si había causado en ella la impresión deseada. 

Dirigió la vista hacia la puerta.

-¿Estáis lista señora?-

Enarcó una ceja al verle subir de aquella manera e intentó ocultar la sonrisa que se había dibujado en sus labios, claramente sorprendida. Miró al frente, sosteniendo las riendas en la mano derecha, con confianza.
—Siempre —contestó alzando el mentón con cierto orgullo, como si la duda la hubiera ofendido—. Adelante, mostradme esa ruta nueva.
Ordenó a Gracia que empezara a avanzar lentamente con un ligero toque del talón. Evan ya se pondría a su altura para guiarla después.

Evan dejó que Alyra abriese la marcha hasta llegar a la puerta, le pareció una oportunidad perfecta para poder lanzar alguna disimulada mirada furtiva para apreciar lo bien que le sentaba el traje de montar.

Mientras cruzaban el umbral de la puerta empujó con el asiento al caballo ajustando levemente las piernas para que éste alargase el paso y ponerse de este modo al lado de Alyra. 

Se mantuvo a su lado y al paso hasta haber alcanzado una distancia prudencial del castillo. Cuándo supo que ya nadie les escuchaba y los primeros árboles les cubrían de poder ser vistos le dijo:

- Debemos tomar esa dirección - miró a la dama mientras comenzaba a esbozar una de sus amplias sonrisas con aire travieso y siguió diciendo - ¿Qué os parecería una carrera hasta aquel árbol grande de allí? ¿A la de tres? -

La joven echó un vistazo hacia atrás para ver la distancia que les separaba del castillo y luego sonrió ampliamente a Evan, asintiendo.
​—Uno... Dos... ​—Espoleó al caballo antes de decir el siguiente número​​.— ¡Tres!
Guió a Gracia hacia el árbol indicado por el jefe de caballos, riendo por la pequeña trampa que había hecho. Miró hacia atrás brevemente para comprobar que la siguiera, sin querer perder de vista lo que le quedaba por recorrer. Los cabellos negros semirrecogidos se movían con cada paso que la yegua avanzaba, y Alyra se mostraba bastante segura de sus habilidades.
​—¡Espero que hagáis lo imposible por no dejarme ganar!

Evan soltó una carcajada espontánea al ver que Alyra le hacía trampas. Mientras daba un toque seco y vigoroso con los talones en los flancos de Flecha para seguir a toda prisa a Gracia no podía sentirse más vivo. Siempre le resultaban refrescantes las travesuras de Alyra. 

- ¡Eso no es propio de una Dama señorita Alyra!- le gritaba desde atrás entre risas - ¡Ni soñéis que vais a ganar!-

Desde luego Evan tenía muy claro que no llegaría a tiempo, la yegua de Alyra era más rápida y además había salido con ventaja. No importaba, ver esa melena negra al viento y saber que ella debía estar sonriendo era su premio.

Esta carta fue escrita por Richard Risefeller para Astrid Vaelys, quien fuera su prometida, días antes de que este acudiera a la guerra.

Para mi querida:

El tiempo se hace cada vez más pesado y agobiante. La tensión antes de una guerra siempre es enorme. La gente corre de un lado para el otro, asegurándose que todos los preparativos estén en orden. ¿Hay comida? Sí. ¿Hay armas? Sí. ¿Hay enfermeros? Sí.

Mi hermano Tyler está más tranquilo que yo. Él dice que era nuestro destino que hoy vayamos a las armas. El Rey Loco ha cometido demasiadas atrocidades en nombre de los 7 reinos, y eso tiene que tener un final.

Espero encontrarme con vuestro padre en el campo de batalla, porque si fuera así mi querida, juro por los Dioses que yo me aseguraré que jamás resulte herido.

Ojalá podamos volver a encontrarnos cuando esta locura termine. No sé si ganaremos, si el derecho al trono de Robert Baratheon es suficiente o no, si los Dioses así lo quieren, o si perderemos. Honestamente no me importa. Soy un soldado, no fui hecho para la diplomacia ni las palabras galantes. Quiero estar a tu lado solamente. Ojalá no demore tanto.

Sinceramente tuyo, Richard.

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Esta carta fue enviada tras la victoria en Desembarco del Rey. Richard fue convocado por Eddard Stark al rescate de su hermana Lyanna.

Para mi querida:

Estoy realmente muy contento al momento de escribirte. ¡Hemos ganado!

La verdad ni yo puedo creerlo. Ha sido una guerra muy larga, pero al final se puede sentir el fruto de tanto esfuerzo, sudor y lágrimas. Perdí a muchos familiares y amigos aquí, entre ellos mi padre y mi hermano Paul.

Ahora me pidió personalmente Lord Eddard Stark que le acompañe a rescatar a su hermana cautiva, ya que dice que me destaqué mucho con la espada. Espero poder ser de ayuda en esa misión, y conseguir el favor de quien será luego el Guardián del Norte, sin dudas.

Espero que puedas perdonar que te haya escrito tan poco. No ha habido tiempo realmente para hacerlo. Pero estoy seguro que tu padre te ha mantenido al tanto de aún seguía vivo y por dónde me dirigía quizás.

Cuando esto termine, iré gustoso a visitarte. Hay tantas historias que estoy deseando contarte.

Espero que no te aburras si hablo mucho sobre eso, pero aún me cuesta creer que sigo vivo y voy a verte. Te mando un beso desde lo más profundo de mi corazón.

Sinceramente tuyo, Richard.

Richard Risefeller es asesinado en la batalla en el rescate de Lyanna Stark, a manos de Ser Arthur Dayne.

Tiró suavemente de las riendas para ir frenando el avance de Gracia al ir llegando al árbol, permitiendo que Evan pudiera alcanzarla y ponerse a su altura. Se volvió hacia atrás, pero más que mirarle a él fue su hogar lo que observó. Había algo que enturbiaba sus pensamientos, que no le permitía disfrutar de aquel momento en su plenitud como habían disfrutado de otros tantos paseos. Sonrió de medio lado cuando finalmente posó la mirada azul sobre los ojos de Evan.
—Decidme, querido mío, ¿miraríais a otra mujer de la misma manera en que me miráis a mí?

Evan llegó al lado de Alyra sonriente, su yegua resopló por los ollares como recalcando el esfuerzo y la emoción de la carrera. 

Evan sonreía hasta que Alyra le miró y le lanzó aquella pregunta que no esperaba. Se quedó serio de repente, pues le pareció que se lo preguntaba en serio, no creía que Alyra fuese de aquellas que plantean estas cuestiones solo por ser adulada.

- Por supuesto que no. Sabéis que os adoro y no hay nada que me duela más que saberme no merecedor de vuestra mano.-

Evan le miró directamente a los ojos, para que ella viese la sinceridad de sus palabras así como la preocupación en su corazón. 

- Pronto se celebrará una fiesta, vuestro padre pretende encontraros marido a todas... - No terminó la frase, pero se podía adivinar que su intención era averiguar si Alyra tenía algún noble pretendiente en mente.

Le miró unos segundos más tras su respuesta, volviendo la vista de nuevo hacia el castillo. Se mantenía seria, tal vez por la contestación dada o por el tema de la celebración. Hizo que Gracia se acercara a Flecha para poder estar cerca de él. Alargó una mano hacia su rostro y le sonrió, acariciándole la mejilla con el pulgar.
—Puede intentar buscarme un esposo, pero al único hombre que aceptaría como tal lo tengo frente a mí.
Hizo un amago de inclinarse hacia Evan para besarle, pero finalmente volvió a erguir la espalda. Era evidente que estaba tensa, pero no tanto el porqué.

Al ver que ella se acercaba Evan correspondió el gesto, y cuando Alyra se retiró el no se desdijo y le dio un beso apasionado.

- mi corazón no lo soportaría - le dijo mientras trataba de entrelazar los dedos de su mano libre con los de ella.

-¿qué os aflige? Sabéis que haría cualquier cosa por vos -

Cerró los ojos al notar sus labios contra los suyos y trató de alargar el beso, pero cuando se separaron negó con la cabeza. Bajó la vista hacia sus manos entrelazadas. Si no fuera por los guantes que llevaba para que las riendas no dañaran su piel, estaría disfrutando de su tacto. Se tomó su tiempo en decidir si decirle qué era aquello que la atormentaba hasta el punto de robarle el sueño.
—¿Cualquier cosa? —Le miró con interés.

Evan asintió para reiterar sus palabras.

- Cualquier cosa. Tan solo debéis pedírmelo - Evan se quedó mirándole, esperando que ella confiase en él y le explicase finalmente qué le perturbaba. 

Apretó con suavidad su mano, clavándole la mirada.
—Prometedme entonces que seré la única mujer de vuestra vida, ahora y siempre.
Aquello no es que fuera a aliviar sus preocupaciones, pero contaría con su palabra. Por ahora bastaría, aunque no fuera suficiente. Apoyó la frente contra su hombro unos instantes para luego mirarle con una pequeña sonrisa en los labios.
—Cuando alguna de mis hermanas esté casada, me gustaría contarle a padre lo nuestro. Tal vez, con ellas con marido, os permita pedirme la mano.

Evan miró a los ojos a Alyra y con una expresión muy seria le dijo sin desviar ni un segundo la mirada, podría decirse que sin ni pestañear:

- Mi corazón y todo mi ser es vuestro, y lo seguirá siendo el día en que deje de latir. Os prometo que jamás habrá otra mujer en vida si no vos -

Evan acudió al encuentro de Lord Rhys en un momento en que le pareció que dispondrían de tranquilidad para hablar entre ellos.

- Con permiso mi señor - hizo una reverencia - Deseaba hablar con usted con el fin de que me informe de lo que deba saber de acuerdo a la fiesta. De este modo podre tener todo dispuesto y preparado. Preferiría el mínimo de sorpresas, pues adivino es una reunión importante para usted -