Partida Rol por web

Era un hombre atractivo, un hombre guapo y galan, alto y fuerte, un hombre que cualquier mujer podría querer, un hombre gallardo que aseguraba estabilidad, nombre, poder. Un príncipe, un príncipe soñado, de esos con los que Lenia soñaba, por desgracia o bendición, para despertar la atención de Alyra se necesitaba mucho más que aquella espalda ancha, esas piernas fuertes, se necesitaba mucho más, aunque no pudo negar la chica que fue un agasajo para la vista observarlo, pero eso no la sacó de su objetivo, que era ganar.

Apretó sus piernas contra Indómito, debería correr más rápido, Pícara era mucho más liviana, pero Indómito iba sin montura y ella misma era mucho más liviana que Tyler. El caballo corría con mayor libertad y pronto esa distancia fue acortada a casi nada, los caballos no se despegaban, a cada tranco, sus cabezas se superaban apenas, Alyra se aferraba al cuello de su caballo, inclinada hacia el cuello de Indómito.

Llegaron casi al mismo tiempo, Tyler efectivamente ganó, pero por los pelos, y sólo porque el mismo Indómito detuvo la carrera al notar que su dueña estaba a apunto de caer y su primer objetivo era el protegerla, aun así, casi le ganó al hombre. Los caballos bufaban y Alyra bajó del caballo rápidamente, tensa y ligeramente adolorida por la fuerza que debió aplicar para no caer.

- ¡exijo revancha! - exclamó, con una gran sonrisa en los labios y se acercó al hombre, para nada se veía en esa los estudiados modales que siempre tenía y que le habían valido el apodo de "pedazo de hielo", al contrario, en es estado, era risueña, alegre, cálida, la muchacha levantó el brazo y Alma se posicionó en su guante - muchas gracias por la gran mañana - inclina su cabeza en una reverencia, recordando de pronto donde estaba y que volvía a ser la hija del señor de la fortaleza. El regalo que le había dado brillaba en su oscuro mechón de cabello.

Y claro que la hizo sonreír, pero era imposible decir que aquella sonrisa obedecía a algún intento de coquetería, ella no lo era, no como Lenia, Alyra estaba tan enfocada en sus objetivos que realmente no sabía como coquetear, como ser más como sus hermanas y aveces se lo lamentaba.

- si alguna dama lo considerara aburrido, sería una tonta, si me disculpa, no hay nada de aburrido en usted, Marvin, además, creo que debe haber alguien dispuesta a acompañarlo en sus viajes, compartir sus aficiones, no todas las doncellas son señoritas que solo saben bordar y tejer - ladea su cabeza, mientras le habla, y cierra los ojos, sintiendo el sol sobre su rostro- aunque como consejo, más que pensarlo, debería simplemente actuar, a veces meditamos mucho las cosas y perdemos las opciones, por eso debemos... actuar también, Marvin, así que... espero que le haga caso a su amiga y ponga más iniciativa en el asunto si no desea pasar en esta vida sin una compañera - abre de nuevo los ojos, contemplándolo.

- además estoy segura que mala suerte no debe tener entre las damas, y no peque de falsa modestia, sabe perfectamente lo que vale mi querido amigo - su sonrisa se vuelve un poco más traviesa, lo había atrapado en su juego.

Sonrió satisfecho por la victoria, pero más aún por la competición sin tregua. Finalmente se había esforzado al máximo y eso siempre le producía satisfacción. Sí, era cierto que jamás hubiese imaginado tener esta experiencia con una dama, era más propio de los momentos que compartía con Bernard, pero sería un mentiroso si negase que lo había pasado francamente bien.

-Donde y cuándo querais- Respondió cuando Alyra exigió la revancha.

Los caballos respiraban con fuerza, haciendo temblar sus ollares. Tyler dió un par de palmaditas sobre el cuello de Pícara.

Cuando la joven le dió las gracias le dedicó una sonrisa ámplia.

- Lo mismo os digo. Dudo que en la fiesta lo pueda pasar mejor-

Si de Alyra decían que era hielo, Tyler acababa de descubrir lo contrario. Era puro fuego.

Alyra se sonrojó mucho se vio nuevamente observada por el hombre, pero carraspeó  apretando sus labios por dentro y desviando por unos segundos la mirada, mientras acariciaba a Indómito.

— la fiesta será maravillosa, pero nada se compara con la libertad de correr — lo volvió a mirar, el rubor no se iba de sus mejillas — oh, ya debo irme, me he ausentado demasiado y deben estar esperándome, debo volver a ser la hija del señor de esta casa — lo dice con algo de resignación, como si ansiara algo más, pero solo eran algunos días en que se sentía así, como aquel, en que debía comportarse como una dama, bailar y sonreír.

— si me dispensa, Ser Tyler, pero ya veremos cuando nos volveremos a enfrentar y juro por los siete que será mía la victoria — le susurró desafiándolo con la mirada, pero con ese tono ameno en que lo estaba tratando. Alyra volteó hacia los costados para ver que nadie los estuviera observando y luego de inclinar su cabeza, comenzó a alejarse de él.

La risa de lady Alyra, una joven dama tan enfocada y centrada en el futuro, agradó al castellano. Le gustaba verla así: alegre, jovial y libre, sin tener que soportar el peso de la Fortaleza de Sangre sobre sus espaldas. Muchas veces olvidaba la juventud de su amiga, que mostraba un entendimiento y un sacrificio muy por encima de su edad.

- Milady Alyra, es mi labor el ser así, he de comportarme tal y como se me ha enseñado - marcó un tono de voz más cálido, lleno de amabilidad y empatía. Se acercó a su lado, mirando la calidez que desprendía su risa y como el sol potenciaba su mirada, unos ojos llenos de vida - . Supongo que es difícil para muchos escapar de lo que desde la infancia se nos ha inculcado. Por eso valoró aún más vuestra convicción. Vos, con vuestro ejemplo, demostráis que podemos aspirar a mucho más. De nuevo, como es habitual en vos, habláis con gran sabiduría: Creo que he de luchar contra mi eterna actitud meditativa, tiendo a reflexionar demasiado sobre todo y cuando decido actuar el tiempo ya ha pasado.

Marvin se hallaba sorprendido por cómo la noble había captado su personalidad. Siempre había intentado mostrar una faceta correcta, cordial y de mucha reflexión, alejándose de la acción directa. Realmente, lady Alyra resultaba una joven dama que parecía conocer todo lo que al castellano le pasaba por su cabeza.

— el tiempo pasa, pasa y pasa, no espera a nadie, ni a los bobos ni a los listos... y al final, termina para todos, antes o después, pero lo hace — le aconseja a su amigo, aunque en ese momento se entretenía observando cómo el sol jugaba con los destellos dorados de su cabello y su sonrisa que parecía la de un muchacho inocente — por eso creo qué hay tiempo para todo, pero justo en el momento que se da, ni antes ni después, hay momentos para comportarnos como nos han educado, y otros, seguir la fuerza de nuestro corazón y usted, sobre todo usted, debería tomar la suerte de su libertad y perseguir aquello que ama y lo hace vibrar, la vida se forma por esos momentos en donde somos completos — ¿y cuáles eran esos miembros?, Alyra sonrió de medio lado, sabía qué momentos eran esos, y los atesoraba.

— como cuando cabalgo a pelo por la pradera, o cuando empuño una espada o converso con usted o con septon Tiziano, el conocimiento me hace sentir así, pero debo fingir, ocultar mi felicidad, creo que por eso creen que soy de hielo, porque... debo contenerme, ser correcta para liberarme en esos momentos de felicidad — le tendió la mano, y lo invitó a sentarse a su lado.

— ¿que es lo que haría sin dudar si tuviera el suficiente valor? — ella si sabía lo que haría, por los siete, si lo hiciera, temblarían el suelo bajo sus pies. Y estaba tan cerca de hacerlo...

Comprendió que ella debía ir a cumplir con sus obligaciones. Cuando exigió una revancha asegurando que en esa ocasión derrotaría a Tyler él sonrió divertido.

-Cuando y donde deseéis mi señora- Le respondió siguiendo el juego.
Después le dedicó una leve reverencia sin dejar de sonreír. Realmente lo habían pasado bien. Ahora debía acomodar a Pícara, asearse y preparase para la fiesta, en la que volverían a verse.

Observó cómo se alejaba, satisfecho porque ella conservaba su regalo prendido del cabello. Le alegraba que le hubiese gustado.

- Milady Alyra, nunca aceptaré que mencionéis que sois fría. Considero que ardéis de pasión - replicó Marvin cuando ella dijo que era de hielo -. Demostráis eso en vuestro valor, en cómo os comportáis, en cada fibra de vuestro ser. Nunca he creído que seáis una mujer que demuestre frialdad, o que sea distante, sólo que tenéis una intensidad que pocos captan, unos pocos elegidos. Os agradezco ser uno de los escogidos - la mano del castellano aceptó la de la dama, sentándose a su lado, con una sonrisa en el rostro -. Lo que os sucede es que esa llama interna aún ha de propagarse mucho más. No confundáis estar empezando a mostrar vuestra luz con estar en tinieblas - La mirada de la muchacha centraba su atención, era una mirada penetrante, que podía lograr que muchos apartasen sus ojos de ella, pero no Marvin.

-¿ Si tuviese el valor y la convicción de poder hacer cualquier cosa?, ¿ lo que fuese? - contestaba a su pregunta con dos preguntas, una clase de juego que gustaba de realizar. El hombre se aproximó más al rostro de lady Alyra, quedando su boca muy cerca de su oído -. Querría hacerla feliz. No deseo nada más en esta vida, milady. Y sé que os merecéis la felicidad. Lo demostráis cada día. Esa es mi gran pretensión - le susurró suavemente, apartando su cara de la de la noble. Luego, adoptó una sonrisa de complicidad para con su amiga.

Tomó su largo cabello solo para acomodarlo sobre su hombro cuando siente a Marvin cerca de su cara, el aliento del hombre acaricia la piel de su mejilla y su cuello y se queda paralizada, con los labios entreabiertos, conteniendo el aliento mientras dura esa corta distancia. No sabía como leer aquello, sus palabras y esa repentina cercanía y no pudo negar que su corazón se estremeció.

— eh.. — se miran directamente a los ojos y a esa ínfima distancia por algunos breves segundos, pero no logra hablar, aún confundida por todo aquello —digo... no-no necesita valor ni es un acto de locura procurar que las personas que apreciamos sean felices — su voz demuestra su duda, y sus mejillas se habían encendido, así que desvió rápidamente la mirada, tragando saliva y buscando hilar de nuevo sus pensamientos — no sería un acto heroico... digo, lo dice como si no fuera tan valiente como para ello, y yo preguntaba por un proyecto personal, no por su trabajo — ya iba recuperando su confianza, y esa soltura con la que siempre hablaba — no intente engañarme, yo le he contado cosas importantes de mi vida, y espero la misma confidencia de mi amigo —  lo mira de reojo de manera suspicaz, pero suelta una risita divertida, creyendo que lo había vuelto a atrapar en su retórica.

A mi también. Ya hay ganas de encontrarnos en la fiesta ^^

Marvin ladeo suavemente su cabeza, para tener una mejor visión de Alyra y de su sonrisa. Le encantaba verla así, con alegría en su rostro, disfrutando de su juventud y sin pensamientos que la turbasen.

- Lamento diferir en eso, milady. Para hacer feliz a alguien se requiere de mucho valor, de uno que no toda la gente posee. Entendedme, resulta sencillo desear de palabra la felicidad, pero , realmente, actuar para que lograr darla a un ser querido, eso sí, eso si es acto digno de elogio - el castellano pensaba que se había sobrepasado en ese momento. Mostrar, aunque sólo fuese por mención, el cariño que sentía por la muchacha había estado fuera de lugar -. Disculpad si os he incomodado por esas palabras, milady Alyra, mas, al igual que vos lo habéis sido conmigo, he decidido ser sincero con vos. Os tengo en muy alta consideración.

A modo de cambio de tema, Marvin vio la oportunidad en mencionar sus futuros proyectos. Sus deseos más inalcanzables, aquellos que siempre estaban en su corazón, pero que sólo existían en ese espacio, en ningún otro lado podrían hacerse reales. 

- Desearía, aunque os riáis de mí, alcanzar un puesto de importancia vital en Poniente. Entended que  estoy agradecido a la casa Vaelys por el puesto de castellano que habéis brindado a los Curton desde siempre, pero he soñado con llegar a ser alguien famoso, que Marvin Curton fuese recordado por la historia - Salió de sus ensoñaciones en vida, resoplando ligeramente al volver a la realidad -. Es muy soberbio por mi parte, lo sé. Algo que nunca será, pero que me hace levantarme cada mañana con fuerzas para afrontar el día - Reconocía lo inalcanzable de sus pretensiones, aunque prefería mantener cierta esperanza en la posibilidad de que se lograse algo parecido en el futuro.

Fiona sonrió al conocer el nombre de la yegua. Se llamaba flecha. Evan se estaba portando bien y cada minuto que pasaban juntos la convicción de que los tres se harían buenos amigos era más firme. -¿Y corre como una flecha? - rió divertida.

Su hermano también sonrió y olvidaron por un instante la pena que iba ligada a tantas ausencias familiares. Heridas que jamás cicatrizarian pero que al mismo tiempo les recordaba la importancia de la familia. -Me encantaría verla en movimiento. ¿A cuál hija va a pertenecer Flecha? - preguntó interesada. Todas las niñas de Vaelys estaban en edad de crecer pero eran señoritas y montar a caballo un divertimento de nobles.
-Me alegro de que te hayan contratado. - lo dijo sin timidez porque realmente lo pensaba. Le salió natural. -Bueno si queréis postre tendréis que conformaros con una receta nueva que he probado. - había ayudado a Jevic preparando una torta inusual hecha a partir de almendras picadas, higos, miel y azúcar.
-Dicen que se come por el sur. - explicó sonriente.

Fiona observaba con gran curiosidad a Evan comiéndose su parte del pastel. Primero daba bocados contundentes y luego pareció querer dosificar su ansia por comerlo, degustándolo pausadamente. Ella lo observaba con una sonrisa complacida mientras masticaba despacio. -Carne hecha sobre una hoguera!. - exclamó fingiendo un gesto de sorpresa, tras lo cual se echó a reir como una niña hasta que el estómago le empezó a doler. Evan era un completo desastre.
-Las ollas sirven para los cocidos. - volvió a sonreír limpiandose las manos en el dobladillo de su delantal.
-Yo sé cocinar porque mi abuela me enseñó. Cuando cocinas pones tu amor en cada plato. La comida es un bien que hay que tratar con delicadeza. - se concentró en lo que le estaba explicando.
-Y cuando cocinas para gente querida lo haces con mayor cariño y cuidado. Cortas los alimentos de forma bonita, los preparas a fuego lento, los mezclas, todo ese proceso se asemeja a cualquier otro trabajo artesanal como la forja o el cuidado de los caballos - sonrió con los ojos llenos de luz. Se notaba que sentía lo que decía.
-Algún día te puedo enseñar a cocinar un plato, el que quieras. - miró a Evan esperando a ver su reacción.

resopló y lo miró de una forma que podría significar que se había molestado, aunque no era un enfado real, más bien solo una forma de llamar su atención.

—si continua con este trato, tan distante y protocolar, creo que no podremos ser nunca reales amigo, mira a su alrededor — hace una pausa para que el castellano hiciera el ejercicio de mirar en torno a él, estaban solos, no había ninguna persona — no hay nadie, estamos solos, conversando ¿hay una posibilidad de que cuando estemos así, no me trate como la hija de su señor?... realmente apreciaría que pudiera verme como su amiga, Marvin, realmente lo apreciaría — buscó su mirada, el hombre se sincera sobre sus verdaderos planes.

— ¿cómo reírme?,  yo le conté que quiero ser la señora de este lugar y un caballero, valiente y reconocido, ¿cómo reírme de sus planes? de hecho creo que usted está más cerca de ellos de los que yo estoy o estaré de los míos — suspiró, colocando sus manos en su regazo, una mano sobre la otra, y adoptó una posición más recta, solemne, suspirando tranquilamente — deseo que pueda cumplirlo, dígame en lo que pueda ayudar, y lo haré, creo que nadie podría decir que es un mal agradecido, al contrario... además, creo que puede hacerlo, — sonríe para sí, un pensamiento le causó alegría — creo que somos demasiado parecidos los dos, y me encanta —

-Como una flecha- aseveró respondiendo a Fiona mientras asentía con la cabeza. -Al parecer no solo buscaban caballos para la familia. Flecha formará parte de las cuadras para servir, sobretodo, en las partidas de caza. Aunque no creo que haya problema para llevar a quien se encargue de las compras al pueblo, siempre que no se la necesite para realizar tareas que no puedan llevar a cabo con eficacia las mulas-

Evan sonrió a ambos
- Kyle, imagino que tú sabes montar. ¿Y tú Fiona? Quizás podríamos comprobar tu teoría sobre que la yegua se entienda mejor con las mujeres-

Evan no imaginaba nada mejor que compartir sus aficiones y pasiones con aquellos que estimaba. Y Kyle y Fiona eran para él sus primeros amigos en la fortaleza.
Cuando Fiona le dijo que se alegraba de que le hubiesen contratado sus ojos brillaron. Nunca nadie le había dicho algo así, y solo por eso creyó que valía la pena esforzarse al máximo en su nuevo empleo.

-¡Por supuesto que quiero ese postre!- Dijo quizás con un entusiasmo desproporcionado. Había comido dulces en muy pocas ocasiones, y aquel además era típico de tierras lejanas, y lo más importante, lo había preparado Fiona.
El apetito volvía a él gracias a los mellizos, y aunque su plato ya se había enfriado empezó a comerlo rápido, con voracidad. Adnan siempre le había dicho que uno debía terminar el plato antes de poder servirse el siguiente. Por esta razón incluso lo tomó entre sus manos y se lo llevó a los lábios, inclinándolo para beber el caldo. Después se limpió con la manga y mostró el plato limpio a los hermanos con una amplia sonrisa.

-¡Listo!-
Les dijo alegremente.

Escuchaba atentamente a Fiona mientras comía despacito el pastel. Nunca se había planteado que cocinar fuese algo en lo que se pusiesen también los sentimientos. De pronto algunas experiencias cobraban sentido. Nunca habría creído que podría tener la oportunidad de aprender a cocinar, desde luego su ignorancia le hacía creer que lograría buenos resultados, que sería un buen pinche. Con la ayuda de Fiona se atrevía a aventurarse en la cocina, ese sitio lleno de cacharros y artilugios, cucharas sartenes, ollas, cuchillos, trapos... A sus ojos no era tan distinto del laboratorio de un maestre.

-Pues... No se... ¿Empanadas?- preguntó algo tímido. Las empanadas siempre le habían gustado y le parecía algo accesible para empezar.

El aparente enfado de lady Alyra provocó que Marvin se inquietase ligeramente. Había expuesto sus ideas, sueños que nunca había compartido con nadie más, y ahora desconocía los sentimientos que sus palabras había provocado en la joven noble. Al oír la razón de su disgusto, el castellano se apuró en sonreirle tal y como llevaba haciendo en todo el paseo.

- Milady, no sois mi amiga, sois mucho más - le confesó a la muchacha -. Nunca he confiado mis sueños a nadie excepto a vos. Os veo como más que una mujer, pupila o dama a la que debo servir - realizó un gesto de cercanía, tomando una de las manos que tenía en su regazo suavemente con una de las propias -. Sois Alyra Vaelys y ese, vuestro nombre, es valioso para mí. No por ser la hija de mi señor, no por ser de sangre noble, sino por ser una buena amiga que tengo en la más alta estima. Os aprecio de verdad, Alyra - de su boca no salió lady o milady, sólo el nombre, para demostrar que, a pesar de su rigidez en el protocolo, comprendía que existía una complicidad con ella. Con el pulgar acarició ligeramente su mano para, justo después, dejarla libre.

- Veo la similitud en nuestros deseos también. Os agradezco el haberme brindado la oportunidad de poder hablar de ellos con vos, tal y como vos habéis hecho de los vuestros conmigo. He de confiaros que me agrada el compartir ideas con vuestra persona - Marvin estaba cautivado por lo mostrado en lady Alyra. Sus palabras eran reconfortantes y le daban al castellano confianza -. Vos sois la que podéis convertir cada uno de vuestros deseos en una realidad. Nunca dudéis de eso, Alyra - por segunda vez había abandonado el tono formal con la dama, le hablaba como a una igual.

Kyle asintió cuando Evan le preguntó si sabia montar - Si, aprendí de chico en... bueno, en nuestro antiguo hogar Kyle siempre había sido muy celoso con su pasado desde que llegaron a la Fortaleza de Sangre. Después, su hermana ofreció el postre, y Kyle prefirió tomarlo sin acabar con el estofado. Se había enfriado un poco, y también prefería no llenarse demasiado.

- ¡Probemos esa delicia sureña!

Por fin Marvin había entendido lo que quería expresarle desde el principio, así que, Alyra suspiró, agradeciendo su caricia, y esa nueva complicidad con la que hablaban, era reconfortante el poder llevar a ese nivel de conexión con una persona, en esa fortaleza había logrado esa alianza con cuatro personas y le honraba saber que uno de ellos era Marvin. La joven terminó apoyando su cabeza en el hombro del hombre.

— cuanto desearía que... estas tardes de primavera nunca se perdieran, poder sentarnos aquí, conversar, como si nada nos preocupara, — era si era un sueño, y quizás el que más anhelaba — quizás en un futuro posible, si se dé, antes de que deba dejarnos para ir a probar suerte y que todo el mundo conozca a Marvin Curto — tenía sus ojos cerrados, sin apartar su cabeza del brazo del hombre — eso lamentaría de ese futuro, el no verlo más, pero sabría que cumple sus sueños, solo quisiera que no se fuera solo, — su voz se fue adormeciendo, estaba durmiéndose, había trabajado tanto esos días, que ya no estaba durmiendo lo suficiente, y el relajo de la tarde la estaba aletargando.

— si... quiere a una mujer, debe ir por ella, sin dudarlo — bostezó disimuladamente, llevando su mano a su boca — creo que solo lanzarnos a lo.. desconocido nos lleva... a alcanzar... nuestros sueños... mi querido Marvin — el  peso en el brazo del hombre se hizo más marcado, pero ella sonreía mientras descansaba apoyada en su amigo.