Por mi bien :)
Enarcó una ceja audaz observándolo de lado. -No te imagino sin tu melena - volvió la vista hacia el frente sonriendo.
Evan ya se había preparado y estaba en posición listo para empezar. Fiona por su parte se aseguró de que el nudo estuviese bien atado.
-Yo, no me fio de un mozo de cuadras. - estaba muy bromista. Ya veríamos quien de los dos ganaba.
-1...2...3!!! - dijo en voz alta nadando lo más rápido que pudo. Cuando vio a los pocos segundos que Evan le tomaba ligeramente la delantera se sintió un poco mal pero no se iba a rendir. Trataba de nadar más rápido moviendo sus brazos y piernas.
El nudo de su falda se empezó a deshacer enredando sus piernas y dificultandole el nado. Evan estaba en una posición muy aventajada pero Fiona continuó nadando con el vestido embombado bajo el agua.
Que mala suerte tengo. Yo nado mucho mejor! - Evan llegó a la meta y ella detrás nadando avergonzada por el ridículo que había hecho.
Motivo: Gana 1-E 2-F
Tirada: 1d2
Resultado: 1
Lo he echado a suertes y gana Evan xDDD
Evan ni se planteó dejarse ganar, no por ser poco cortés, si no porque por un lado estaba acostumbrado a tratar con hombres, y por otro creía que no esforzarse por estar compitiendo con una mujer era discriminación positiva, pero discriminación al fin y al cabo. Dejar que Fiona ganase o no tomar en serio el juego era asumir de entrada que ella no podía vencerle, cosa que no creía.
A la de tres se tiró hacia adelante y empezó a nadar aprovechando el impulso. Al principio él salió con más fuerza, pero ella no se amilanó y a los pocos metros Evan pudo verla a su lado. Sin duda era una buena nadadora y aunque Evan no era el mejor ni el más ágil en la materia Fiona no perdía mérito.
El muchacho se centró en las raíces, en la meta, y se esforzó por acelerar. Cuándo llegó al pié del árbol y se volvió se sorprendió de haber sacado tanta ventaja a su amiga. Todo cobró sentido cuándo ella llegó a su lado con el vestido libre del nudo que había hecho.
-¿Lo ves?-dijo riendo-Los vestidos son muy bonitos y realzan mucho vuestra figura, pero también son una trampa mortal-
Claramente exageraba, pero era cierto que creía que eran atuendos poco prácticos.
-¿Y bien? ¿Cómo debería llamarte ahora? Fiona no es un nombre que le pegue a un gordo, calvo y borracho.
El mayor de sus problemas no era haber perdido, sino tener un vestido interior empapado, embómbandose de nuevo por la fuerza del agua.
Fiona observó su vestido, bajando inquieta la mirada. Miró después a Evan quien se reía claramente por su aspecto y dijo orgullosa. -Las damas debemos usar vestidos, aunque los pantalones de hombre sean más útiles y permitan un mayor movimiento. - por supuesto que Evan sabía aquello, pero como se había empeñado en chincharla...
Cuando le preguntó por su nombre nuevo bromeando con la excusa de que había ganado, Fiona frunció los labios y salpicó de repente a Evan usando su mano derecha. - Agua para el ganador! - exclamó riendo y saliendo apresurada de su posición.
Era un espectáculo nadando con el vestido hacia arriba pero no se paró en ningún momento.
Tengo que volver. - lo había pasado muy bien con Evan pero no podía desantender sus labores eternamente.
Al llegar a la posición inicial donde les esperaba cada uno su ropa, Fiona trató de colocar bien su vestido antes de salir. Evan le había visto las pantorrillas seguro y ya no le dio vergüenza salir aunque vestirse delante de él era otra cosa.
Tomó su falda y la estrujó con ambas manos dejándola seca, hizo lo mismo con su pelo. Volvió a atárselo con el pañuelo y se dio la vuelta para recoger su ropa.
Evan la observaba pero no le importaba. Fiona se dio cuenta aquella tarde de que muchas percepciones suyas acerca de los hombres eran exageradas.
Pero lo cierto es que dependía mucho de quien la mirase y con que intenciones lo hiciese. No hacía tanto que alguien se había burlado de ella.
Evan por suerte era su amigo y también apreciaba a Kyle. Le sonrió y se ocultó detrás de un árbol para vestirse.
Evan había preparado tres caballos, pues había llegado el día en que junto con Kyle y Fiona cabalgarían hasta el pueblo. Estaba ansioso por verles llegar, una alegría invadía su corazón, era tan fuerte que siquiera lograron borrarle la sonrisa de la boca sus compañeros mozos. De todos eran tres en concreto los que le preocupaban, y aquella mañana habían empleado sus energías en urdir un buen plan para amargar al nuevo mozo de cuadras, que en tan poco tiempo estaba ganando confianza por parte del jefe de caballos considerándolo por ello una amenaza.
Habían tomado al joven entre los tres, más grandes y fuertes, y le habían quitado los pantalones y las botas encerrándolo después en un box sucio y en aquel momento vacío. Cuándo Evan logró salir de allí vio sus pantalones y sus botas en la puerta de los establos, se apresuró en vestirse de nuevo, la mayor sorpresa llegó cuándo al introducir el pié descubrió que habían llenado sus botas con estiércol.
Por suerte el muchacho tenía más de un par y fue a cambiarse, quizás alguien le viese entrar en la fortaleza descalzo. En su hora de comida no apareció por la cocina, pues estaba limpiando las botas sucias.
Pero ahora llegaba su mejor momento del día, el que llevaba tiempo esperando. Ahora saldría con sus amigos y todo lo demás no podía ensombrecer aquello.
Cuando Kyle y Fiona llegaron vieron tres corceles listos para ser cargados y montados para salir.
La primera no podía ser otra que Flecha, una yegua de 5 años esbelta, de patas finas y capa castaña con una marca blanca en la frente y en alguna de sus patas. Sus ojos vivarachos y sus orejas atentas dejaban patente el interés que sentía por la inminente excursión, aunque por lo demás estaba tranquila.
FLECHA
Había también otro caballo, este era totalmente negro. Era un macho de 3 años, un potro recién domado y con mucho carácter, cosa que le había hecho ganarse su nombre, Salvaje. De complexión fuerte, patas rápidas y una energía inagotable resoplaba por los ollares impaciente por correr, ver y descubrir. Un caballo solo apto para jinetes expertos y con ganas de acción.
SALVAJE
El tercero era un caballo que ya llevaba años en las cuadras de los Vaelys, había participado en muchas cacerías y salidas de reconocimiento. Era un animal de estatura notablemente más alta que los otro dos, muy bien proporcionado y con una capa isabella preciosa (cuerpo crema con crines y patas negras/oscuras). Ese era Dardo, un caballo de 15 años, valiente y decidido, obediente hasta el fin con quienes se ganaban su confianza.
DARDO
Cuando llegase Kyle le dejaría escoger entre los dos caballos, Salvaje o Dardo, pues Flecha estaba destinada a Fiona.
Años más tarde Dardo iría al cielo de los caballos, en su lugar llegaría Perla, la cual adquiriría Evan para las cuadras Vaelys con 2 años y medio y empezaría a trabajar con los tres recién cumplidos. Una yegua torda muy inteligente y con nervio. Muy vivaracha y despierta. Pondrá a prueba a los jinetes, de modo que solo podrán montarla en las partidas de caza y otros con la suficiente experiencia. Perla suele retrotarse y darse alguna que otra alegría (bote) exceto con Kyle, con quien no pierde su energía alegre pero al que adora, cuando la monta él mantiene las orejas bien atentas al jinete y la cola en alto con orgullo.
Por alguna razón se han roto varios enlaces, entre ellos los de las cuadras. Los reestableceré en cuanto llegue a mi casa, que ahora estoy en el pueblo.
Rió cerrando los ojos en reacción al agua que le salpicó Fiona. Cuando volvió a abrirlos ella huía nadando alejándose de él.
-¡Vuelva aquí caballero!-
Le gritó bromeando mientras se disponía a seguirla.
El cuerpo femenino no era un misterio para Evan, y aunque hacía tiempo que no veía uno sabía cómo los hombres solían verlos como un mero objeto de placer. Hacía muchos años que se había prometido no ser ese tipo de hombre. Sin embargo cuando Fiona salió del agua con el vestido pegado a su piel las hormonas empezaron a trabajar, a fin de cuentas él era un chico y ella una chica y en el caso de Evan estaba en aquella edad en que algunos impulsos despiertan con vida propia. Se sumergió por completo en el agua fresca del lago, como buscando en el frío silencio recobrar el control de su imaginación. Cuando salió de nuevo a la superficie Fiona se había escurrido las ropas, ya no se le ceñían tanto, y mintras ella estaba recogiendo las prendas secas y buscando intimidad para vestirse Evan le sonrió.
Cuando Fiona llegó al lugar que había escogido Evan salió también del agua. Los calzones también se le pegaban al cuerpo. Convencido de que Fiona estaría más preocupada de estar bien oculta que de él, y también porque buscar cobertura suponía ir en dirección a dónde había ido ella, Evan dió la espalda al lugar dónde debía estar Fiona, se quitó los calzones y se puso la ropa seca. Después se sentó mirando al lago, aún con el cabello mojado aunque sin gotear.
Suspiró. Aquel lugar era hermoso, y sus momentos con Fiona y Kyle le hacían sentir felicidad. Lo demás....era demasiado incierto y prefería que no ocupase su mente en ese preciso instante.
Respiró hondo cuando se hubo vestido. La ropa seca no la mantenía caliente del todo, debajo llevaba el vestido mojado. No se lo había quitado por vergüenza a que alguien la viese, así que no le quedaba mucho tiempo para estar con Evan y no ponerse enferma si no volvía al castillo y se cambiaba de ropa.
- ¿Evan estás visible? - preguntó un tanto nerviosa ocultándose detrás de su escondite. Evan no respondió nada, quizás porque no le escuchó, así que Fiona asomó la cabeza lentamente pegando sus manos a la corteza del árbol. Observó tranquilamente de espaldas a Evan vestido y sentado junto al lecho del rio.
Al verlo así suspiró aliviada. Unos segundos de incertidumbre bastaron para que su corazón latiera deprisa pensando que podía encontrarlo en una situación incómoda para ambos.
El cuerpo masculino era un secreto para ella. La ignorancia en la que vivía le hacía temer la desnudez de los hombres.
Más tranquila caminó hasta la posición donde estaba Evan. Se sentó a su lado y admiró el paisaje junto a él unos minutos.
- La próxima vez llevaré pantalones. - sonrió. - Y te costará un poco más ganarme.
El día que había esperando con tanta ilusión había llegado. Estaba emocionada por ir al pueblo junto a Kyle y Evan. Parecía sencillo hacerle feliz, desplazarse a otro lugar suponía una inyección de vida para ella.
Habitualmente pasaba sus días trabajando duro en la fortaleza, en sus horas libres paseaba por los alrededores, y solo en contadas ocasiones tenóa oportunidad de visitar el pueblo acompañada por su hermano.
Esa mañana se dijo a si misma que montaría a caballo como lo haría un jinete. Sería la última vez que un vestido le coartase la libertad para moverse. Se vistió con unos pantalones ajustados que dejaban entrever la silueta de sus piernas, arriba optó por una camisa blanca, un chaleco marrón y en los pies se calzó unas botas desgastadas que usaba cuando tenía que pisar el barro. Recogió su pelo con una trenza y salió sonriendo de la habitación al lado de Kyle.
Al llegar al establo donde les esperaba Evan saludó entusiasmada. - Buenos días! - sacó de su bolsillo un pequeño papel que le había entregado Anna Arryn. Contenía la lista de la compra. - Esto me permite acompañaros. - señaló a Evan mostrándole el papel. - Le he pedido a Anna que me diese algo que hacer. - la dama de llaves era como una segunda madre para ella.
Miró a su hermano esbozando una sonrisa cuando Evan les presentó a los caballos. Salvaje era imponente, su pelaje negro relucía brillante, proyectaba haces de luz sobre él, Dardo era del color de la tierra, sus patas y melena oscuras contrastaban con el resto de su anatomía. Ambos parecian fuertes, rápidos y con carácter. ¿Qué caballo elegiría su hermano?
Siguió echando un vistazo hasta que reconoció a Flecha. Le pareció más preciosa aún de lo que recordaba. El viento mecía su melena morena... Fiona se acercó con cuidado y le susurró bajito. - ¿Me recuerdas? - acarició su lomo y después miró nerviosa a Evan. - ¿Hay algo que deba saber antes de montarla? - estaba deseando partir.
Kyle llegó al establo con las pieles cargadas en una carretilla. En total llevaba siete pieles de conejo, dos de zorro y una de un oso negro.
- ¡Buenos días Evan! Saludó al joven que se encontraba al lado de los caballos.
Su hermana fue directa a por Flecha, así que Kyle tendría que montar a Salvaje o a Dardo. Los dos eran unos especímenes preciosos, y estaba seguro que cualquiera seria una excelente opción. -¿Cuál es el mío? Me gustaría llevar la piel del oso conmigo, así que el que me toque llevará unas cincuenta libras extra.
Que mal cuerpo me ha dejado buscar el peso de las pieles de osos. Que fotos más desagradables :(
Sonrió ante el comentario de Fiona.
Estoy seguro de ello. Podría ponerme yo un vestido, pero seguro que entonces tendrías que rescatarme.
Rió un poco imaginando la escena. Si se pusiese un vestido se imaginaba siendo arrastrado hasta el fondo por el mismo.
-Podría hacer empanadas de algas, aprovechando mi visita al fondo del lago-
Miró a Fiona cómo esperando que riese de su broma, ¿Tenía los lábios azulados o se lo parecía?
Sonrió sinceramente a los hermanos mientras terminaba de ajustar la cincha a Dardo.
Pronto Fiona se dirigió hacia Flecha. La yegua volvió la cabeza para olerla al escuchar su voz y al sentir sus caricias.
-Bonitos pantalones- Dijo divertido a la muchacha antes de responderle - Bueno, es bastante sensible en la boca, así que no deberás tirar mucho de las riendas para que reaccione. Por lo demás suele portarse bien. A veces le da por mordisquearme las botas cuando nos detenemos un rato.-
Flecha escuchaba los susurros de Fiona, parecía que le relajaban pues ella se dejaba hacer.
Kyle iba bien cargado, la piel de oso destacaba sobre todas las demás. Evan creía no equivocarse si dijese que era la pieza más cara, que quizás tuviese tanto o más valor que el resto juntas. Era normal que Kyle quisiese llevarla él, por tener controlado su adecuado transporte y porque si tratasen de asaltarles sería el plato más goloso.
Pues creo que entonces mejor lleves a Dardo. Es más fuerte y más tranquilo que el potro. No se alterará tanto con la piel de oso. Desde luego hay que felicitarte
Realmente no había esperado ni tantas pieles ni tan buenas. No es que supiese mucho del tema, más bien lo poco que podía saber cualquiera, pero la calidad se apreciaba por lo llamativas y bonitas que resultaban a simple vista.
Entre él y Kyle cargaron los caballos, Evan seguía las instrucciones de cómo colocarlas y juntos se aseguraban de que quedasen bien sujetas y no entorpeciesen a los caballos. Una vez hubieron terminado se acercó a Flecha para comprobar una vez más que la cincha estuviese bien ajustada y para brindar su ayuda a Fiona para montar.
-Cuando estés arriba ajustaremos los estribos a la altura que te sean cómodos y la soltare de la argolla.
¿Lista?-
Aix Kyle, :( no pienso indagar en lo que te debe haber salido. Por suerte hoy en día podemos evitar (y evitarnos) muchas cosas que antes eran necesarias.
La idea de verlo ahogarse luchando por no hundirse con su vestido de señorita hacia el fondo del mar le hizo reír divertida.
- Apuesto a que si, pero lo haría como un caballero. - levantó la barbilla orgullosa en un gesto paródico pensando en invertir los papeles y ser ella la caballero que lo rescatase como a una damisela en apuros.
- Todo un manjar, mmm... Empanadas de algas. Podrían confundirse con empanadas de verdura. Imagínate la cara de Kyle al probar una. - rió como una niña traviesa.
Era agradable compartir aquellos momentos con Evan, sin embargo el sol de la tarde iba menguando y el cuerpo de Fiona reaccionaba ante el cambio.
La brisa que soplaba y entró en contacto con su vestido húmedo le provocó un escalofrío. - Tengo frío. - dijo acariciándose los brazos. Era momento de despedirse y volver al castillo para poder cambiarse de ropa.
Vamos terminando esta escena si te parece :) no veo otra forma de continuarla sin riesgo de que caiga enferma.
- Gracias. - respondió con una sonrisa amplia a Evan. Hasta que no se subiese encima de Flecha no podría considerarse una jinete por más pantalones que viestese ese día.
Escuchó las indicaciones de Evan asintiendo atentamente. Tomó buena nota de que Flecha era sensible en la boca, eso significaba que no tendría que realizar mucha maniobra con las riendas para que la yegua obedeciese, lo cual para ella estaba muy bien. - Movimientos suaves, de acuerdo.
Su hermano llegó cargado con varias pieles de animales, todas de una calidad excelente, conseguiría un buen dinero con su venta. Mientras ellos las cargaban Fiona permanecía a la espera acariciando a Flecha, familiarizándose más con ella, permitiendo que la oliese, la viese y la sintiese.
- No pasa nada si me muerde las botas, soy una chica pero... ahora soy un jinete. - bromeó con una sonrisa. Estaba emocionada. Se ayudó de la mano de Evan para montar. El corazón le latía rápido, no recordaba la sensación de montar y ver el resto del mundo elevada desde lo alto del lomo de un caballo. Cogió las riendas con respeto y esperó a que ellos también montasen para guiarla en el camino.
Disculpas por el retraso, semana complicada >.<
Como hombre caballeroso sintió el impulso de ofrecerle su chaqueta, pero no llevaba prenda de abrigo, tan solo la camisa, y si se la quitaba quedaría desnudo su torso. Quizás fuese peor las habladurías que surgirían en la fortaleza al ver llegar a Fiona cubierta con la camisa de Evan y a éste a pecho descubierto que recorrrer unos metros pasando frío.
-Volvamos entonces, debes entrar en calor- Le dijo con cierta preocupación en sus ojos. No sabía bien bien como reaccionar, ¿frotar sus brazos y espalda con sus manos? No deseaba violentar a Fiona al invadir su espacio personal de ese modo, no se conocían demasiado todavía y la apreciaba lo suficiente como para no arriesgarse a perder su amistad.
Se incorporó y le ofreció la mano para ayudarle a ponerse en pié. Hizo un ovillo con sus calzones y los llevó en la mano de forma que pudiesen pasar perfectamente por un trapo mojado.
Sí, a ver si va a pillar una pulmonía :P
- Gracias Dijo un poco avergonzado cuando Evan le felicitó por las pieles. Acto seguido se acercó a Dardo y comenzó a acariciarle el cuello - ¡Buen chico! Quería que el caballo se acostumbrara a su olor, y poco a poco fué acercando la piel del oso para que también la oliera. No quería ponerla encima sin más y que se asustara.
- No pasa nada si me muerde las botas, soy una chica pero... ahora soy un jinete.
- Pareces la viva imagen de Visenya Targaryen montando a Vhagar. Dijo en tono de burla mientras le sacaba la lengua.
Kyle se subió a lomos de Dardo y cogió las riendas para iniciar la marcha. -¡A conquistar Poniente! Digo...¡Al pueblo!
Asintió a lo que le dijo Evan y con la ayuda de su mano se incorporó para marchar en su compañía hacia el castillo.
Era curioso porque apenas conocía a aquel joven. Sin embargo, el tiempo y el trato que iba surgiendo entre ellos y su hermano le hacía comprender que tenía buenas cualidades en muchos aspectos.
Al sentir la calidez de su mano se sintió protegida por él. Sonrió y agradeció a los antiguos dioses la bonita tarde que había pasado junto a Evan.
Y hasta aquí :P
Sonrió ante las bromas que se hacían entre los hermanos. Debía ser fantástico tener hermanos. Fiona y Kyle respetaban y trataban bien a los animales, sus formas iban muy acordes con la filosofía de Evan y esto le reafirmaba en el echo de que los consideraba ya sus primeros amigos en la fortaleza. No era muy común encontrar gente que respetase a los animales, la mayoría disfrutaban haciéndose respetar mediante el miedo, o directamente los consideraban meras herramientas.
-¡Al pueblo!- apoyó la exclamación de Kyle.
Había ayudado a Fiona a subir sobre Flecha y soltado la yegua de la argolla. Flecha había girado sobres sus cuartos traseros al sentirse liberada pero se mantuvo bastante tranquila, aunque de vez en cuando trataba de avanzar un par de pasos. Dardo por su parte olfateó la piel del oso y aceptó la carga sin problemas, era un animal con experiencia, pero lo más importante era el proceso que había seguido Kyle, de modo que el animal ya sabía lo que llevaba. Salvaje por su parte dio varias vueltas mientras Evan trataba de subirse sobre él, girando alrededor del muchacho que llevaba el pie colocado en el estribo y daba dos o tres saltitos. Finalmente se propulsó con más fuerza y subió sobre el potro negro mientras éste seguía girando.
-Todavía debe acabarse de acostumbrar- Dijo sonriente.
Esperó a que Kyle abriese la comitiva, después dejó que se colocase Fiona y él cerró la marcha. Para empezar era mejor ir en fila, hasta que Fiona se viese más segura con Flecha y que Salvaje hubiese calmado un poco las ansias. Además era Kyle quien conocía el camino y sabía montar bien a caballo. Fiona y Evan fallaban en una o la otra cosa. El corazón del mozo daba brincos, contento y nervioso a partes iguales. Esto lo debía sentir Salvaje, que de vez en cuando se retrotaba o daba un par de pequeños botes.
De excursión al Pueblo, ¿cómo será?
Miró a sus compañeros de viaje, Evan estaba lleno de esperanza en esos momentos.
-¿Cómo vas Fiona?- Preguntó a la muchacha tras un rato ya al paso.