Partida Rol por web

Castillos y Caballeros

Por el simple placer de narrar...

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18/09/2017, 09:40
- Muerta (accidente ) - Fiona Ironsmith

Rió animada por la broma de su hermano. - ¿Has escuchado Flecha, me compara con una guerrera y a ti con un dragón, que te parece? - acarició su cuello dándole unas pequeñas palmaditas. Si quisiéramos podríamos acabar con él y con todo poniente. - le susurró en voz bajita.

Que alta se sentía sobre ella y que sensación más agradable de libertad cuando la yegua echó a galopar tras picar espuelas. Tuvo cuidado de no se brusca tal y como le había aconsejado Evan.

Retrocedió en el tiempo unos años, cuando Arroyo, su yegua tan blanca como la nieve era su mejor amiga. Poco a poco Fiona notó como se iba complementando con Flecha, sintiéndose cada vez más unida y cómoda con ella. Le resultó gracioso observar a Evan intentando montar a Salvaje, el semental hacia honor a su nombre por el temperamento que tenía, impulsivo e impredecible. - Todo un maestro con los caballos eh. - sonrió burlándose de él, por supuesto en broma porque ella nunca se reíria de nadie con maldad. Estaba segura de que iba a ser un buen día para todos.

Tras una marcha relativamente importante del recorrido Evan le preguntó como estaba. - Esto es maravilloso! - exclamó desde su posición delantera siguiendo los pasos de Kyle. Estaba contenta como una niña. - ¿Falta mucho para llegar al pueblo, hermano? - ya tenía ganas de ver como era aquello. Se imaginaba un hervidero de gente en la plaza del pueblo vendiendo verduras, carne, pescado, vino, pan, todo lo necesario para hacer una compra abundante.

Esperando su respuesta se giró levemente para mirar a Evan. - ¿Cómo se porta Salvaje? espero que llegues entero al pueblo. - bromeó.

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19/09/2017, 11:40
(0) Kyle Ironsmith

Para Kyle no había mayor sensación de libertad que cabalgar. Solo faltaba que lloviera y sentir las gotas en su rostro para sentirse completamente libre. Echaba de menos cabalgar en el Norte, en su hogar.

Empezó a recordar como le gustaba salir a cabalgar por los túmulos, cerca de la fortaleza donde vivían. También le encantaba hacer excursiones hacia el Camino Real y llegar hasta a Invernalia. A veces prefería escaparse hacia el sur, cruzar el río de la fiebre hasta llegar a los pantanos del cuello, donde negociaba con los lacustres. Les llevaba pieles y carne roja, cosa que escaseaba en los pantanos, y ellos le daban piel de Lagarto-león, que era muy codiciada por los mercaderes sureños.

- ¿Falta mucho para llegar al pueblo, hermano?

 La pregunta de Fiona devolvió a Kyle al presente y tuvo que mirar un par de veces alrededor para ubicarse bien. - Ya queda poco, estaremos a una media milla más o menos. ¿Ya te duele el culo? 

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21/09/2017, 00:41
(0) Evan Ross

Cuándo Fiona le provocó diciéndole que era todo un maestro de los caballos no pudo evitar reír.  Cuando finalmente se sentó en la montura miró a la joven y le hizo una mueca divertida arrugando la nariz y enseñando los dientes. 

Todo parecía marchar bien. Kyle con Dardo ya se conocían y eran un binomio de buen caballo y buen jinete. Fiona iba ganando seguridad, Flecha era una yegua muy cómoda en sus aires y a Evan le hizo sonreír ver que se compenetraban bien. Por su parte Salvaje estaba atento a todo, y de vez en cuando algo le resultaba inesperado y el animal daba un pequeño respingo. Nada importante. 

Fiona:

- ¿Cómo se porta Salvaje? espero que llegues entero al pueblo. -

 

-Bien, tiene nervio, es un caballo divertido. Todavía ha de aprender muchas cosas, pero será un buen corcel. Yo espero que si me tira no me abandonéis en el camino- Dijo bromeando también, pues estaba seguro de que no habrían incidentes que lamentar. 

- Será la primera vez que vaya a vender pieles y a comprar comida. ¿Es muy larga tu lista Fiona?- 

A medida que se debían estar acercando al pueblo se iban cruzando con más personas. Algunos con carros, la mayoría a pié. Evan no perdía la sonrisa, no podía, se sentía demasiado feliz y no era siquiera consciente de que estaba sonriendo. 

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22/09/2017, 17:46
- Muerta (accidente ) - Fiona Ironsmith

Abrió los ojos como si hubiese visto un fantasma en medio del camino poniéndose colorada de repente. - ¡Kyle! - su voz en tono queja advertió claramente que su pregunta le había molestado, pero ese enfado duró segundos porque la vulgaridad de esa palabra dicha en boca de su hermano le produció una risa contagiosa.

Movió sus muslos colocándose mejor sobre la montura. - Mis posaderas no son asunto tuyo. - lo miró de reojo como midiendo lo siguiente que iba a decir. - Puede ser que sienta esa zona ligeramente adormecida, si. - y se volvió a reír ella sola.

Esperaba que faltase poco para llegar al pueblo. Mientras tanto Evan le explicaba como estaba siendo su paseo con Salvaje. - Seguro que aprenderá con un maestro como tú. - lo halagó y luego pensó que no sabía a que miembro de la familia pertenecía ese caballo. Entonces se corrigió. - Y... bueno, también con quien lo monte habitualmente.

La broma sobre dejarlo tirado hizo que sonriese. - ¿Tu que dices Kyle, lo abandonarías en mitad del camino?

A la pregunta sobre la lista de la compra Fiona asintió enérgicamente. - Vamos a comprar productos frescos, carne, pescado, algunas frutas y verduras, y tal vez algunas telas.

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02/10/2017, 16:30
(0) Kyle Ironsmith

Kyle se ruborizó un poco cuando su hermana le recriminó su grosería. Había olvidado que apenas habían conocido a Evan, y no sabía si esos chistes le harían gracia - Disculpa mis modales Evan. Normalmente soy más discreto con las bromas hacia mi hermana, pero esta vez me he dejado llevar por el buen ambiente y la confianza. 

Ante la idea de dejar tirado a Evan si se cayera del caballo, Kyle estuvo a punto de bromear diciendo que nunca dejaría tan buen espécimen en mitad del camino, como si fueran a venderlo en el pueblo; pero al final decidió guardar las bromas para más adelante, cuando tuvieran más confianza ​- Nunca se me ocurriría, no vaya a ser que luego se escapen los caballos a buscarle y nos quedemos tirados en el pueblo.

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05/10/2017, 01:40
(0) Evan Ross

Sonrió divertido con la broma entre hermanos. Debía ser genial eso de ser mellizos.

Ante la respuesta de Kyle rió -Ya veo, soy una especie de garantía de transporte- 

Salvaje iba atento a todo. A veces daba una leve alegría, pero más que rebeldía era por sorpresa de algo inesperado, como cruzarse con un hombre que arrastraba un carro, o una voz fuerte, incluso un conejo que saliese de entre los matorrales como una flecha. 

-Solo le hace falta que tengan paciencia con él- respondió a Fiona cuando le dijo que Salvaje aprendería -Es como un niño todavía, le falta ver mundo y solo tiene ganas de jugar- Cuando terminó la frase le acarició el cuello al animal en muestra de afecto.

Fiona redactó un poco la lista de productos que tenía que comprar. Evan no sabría por dónde empezar.

-¿Me dejarás ver como lo haces?- Había muchas cosas que desconocía, pero era un chico curioso y eso de comprar y vender las pieles no quería perdérselo por nada.

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10/10/2017, 01:36
- Muerta (accidente ) - Fiona Ironsmith

No dijo nada más respecto a las bromas de su hermano, se limitó a sonreír divertida mientras Evan entomaba lo que le decía Kyle y ella esperaba su turno para intervenir.

- Eso sería horrible, tendríamos que andar mucho camino para volver a la fortaleza. 

Sonrió por como hablaba el mozo sobre Salvaje, la comparación de su temperamento con la de un niño era acertada. - Todos necesitamos aprender... modales. - dijo con una doble intención mirando a Kyle. 

Los mellizos de pequeños no podían estarse quietos sin picarse, a pesar de los años aún conservaban esa tradición. 

Miró a Evan sonriente cuando le preguntó si le dejaría ver como compraba. Fiona se sorprendió ante aquella petición, pues pensaba que un chico de mundo como él habría estado en muchos mercados y se habría fijado en las acciones de las mujeres cargando sus cestas de alimentos. Pero quizás estaba equivocada... 

- ¡Por supuesto! y puedes ayudarme también con la cesta Evan, seguramente pese bastante. - si, ya se lo estaba imaginando, ella dándole órdenes y él obedeciendo sin rechistar colocando en la cesta todo lo que le diese Fiona. 

 

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10/10/2017, 16:21
(0) Kyle Ironsmith

Kyle estaba a punto de replicar a su hermana cuando le lanzó la puya de los modales, pero entonces divisó el final del bosque, y el pueblo a continuación - Ya llegamos. 

No quería seguir pareciendo desconfiado y protector, así que les propuso un plan ​- Si queréis, puedo ir a vender las pieles mientras vosotros hacéis la compra y luego encontrarnos en la taberna para comer. ¿Os parece bien?

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12/10/2017, 02:30
(0) Evan Ross

¿Ya llegaban? Sabía que habían cabalgado un buen rato pero a Evan se le había hecho corto. Asomó la cabeza ladeandose un poco, tratando de ver el pueblo desde su posición, pero en su caso todavía no podía hacerlo, no tendría que esperar mucho.

Tanto la propuesta de Kyle como la de Fiona le parecían estupendas.

-¡Claro!- Dijo entusiasmado - Fiona, yendo contigo un chico tan fuerte como yo no podemos permitir que cargues nada- Mientras pronunciaba estas palabras flexionó el brazo izquierdo para sacar músculo, ambas riendas las sujetaba en ese momento con la mano derecha. -Pero si ves que empiezo a sudar demasiado... por favor, ten piedad y dejamos el resto para después de la comida, así seremos dos hombretones para cargar- Claramente bromeaba, esperaba poder con toda la compra él solo. A fin de cuentas habían mandado a Fiona, y si representaba que una chica podía con aquello pues él también, en el tema de cargar con el peso claro, si se tuviese que encargar de las compras sería todo un desastre.

Estaba muy feliz de pasar ese día con sus nuevos amigos. Además comerían juntos en una posada o taberna, o quien sabía, era una sorpresa refrescante.

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18/01/2018, 21:18
(0) Ser Mordred Rowain

A escasos metros de la hoguera, Mordred observaba el campo de fogatas que se extendía frente a él. Mientras daba un trago de vino y mantenía la mirada en algún punto indeterminado del campamento, escuchó de forma distraida la conversación que varios compañeros mantenían cerca. Pues así los consideraba, aunque él llevase el título de comandante. Cualquiera dispuesto a morir a su lado era un compañero; un hermano, si luchaba con valentía. Hacía un rato, aproximadamente media botella, que dejó la compañía de la última prostituta, y ahora se sentía con ganas de compartir algo de tiempo con hombres de armas. Se sentó junto al fuego junto a ellos.

- Yo sí. -contestó a Tyler.- He cabalgado bajo el sol, he corrido en la noche. He sudado hasta sentirme desfallecer y me ha sangrado la piel del frío. Y si tu pregunta se debe a la duda, bórrala ahora que aun hay tiempo. Ahora que la noche es clara y no hay más sonido que el crepitar del fuego. Pues mañana no habrá lugar para la duda.

Dió un trago de vino y tomó una posición más recostada. Durante unos segundos obsevó el fuego, absorto en sus propios pensamientos. Después habló, pero sus ojos seguían sobre la madera ardiente.

- Si quereis saber a qué huele la muerte... La muerte tiene muchos olores. La muerte del anciano huele a polvo y a soledad. La muerte del enfermo huele a resentimiento, a orina y a bilis. La muerte del cobarde es, oh... -dió otro trago de vino mientras movía energicamente el dedo.- La muerte del cobarde es la que peor huele, pues apesta a miedo. Pero la muerte del guerrero valiente... -volvió a erguir la espalda, y miró a las caras de los presentes, uno a uno, de un modo solemne. Su voz fue subiendo de tono e intensidad, y su expresión no podía ocultar un sentimiento de enaltecimiento.- La muerte del guerrero valiente huele a flores, y al olor del cuerpo cálido y suave de una doncella. Huele a hierro, ¡y a gloria! Huele a canciones inmortales, a estandartes iniestos. ¡Huele a sangre y a eternidad!

Los ojos de Mordred brillaban de júbilo, rebosante como estaba de pasión por la guerra y de embriaguez por el vino. Dió un último trago antes de pasar la botella a sus compañeros. Pero no lo hizo como un compadre podría pasarle a otro la penúltima jarra. Lo hizo de un modo ceremonial, como si aquel momento fuese tan importante que debiera de quedar escrito en las memorias de muchos hombres.

- Bebed ahora conmigo, antes de que el amanecer nos llame a la batalla. Bebed, pues mañana cabalgareis a mi lado. Y si vuestra valentía es tan recia como vuestra espada, no debéis temer a la muerte. Bebed, pues mañana cabalgaremos a la victoria.

Notas de juego

Hey, primer post enla partida! Ya sé que esta sección es opcional, pero para que pueda escribir en cualquier otra escena aun tengo que leermelas. He visto que Mordred no había participado en la conversación, y como creo que es un punto interesante de nuestro trasfondo común, me ha parecido correcto compartir un post con vosotros :)

Ala, vuelvo a la lectura que aun tengo pa' rato XD

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20/01/2018, 16:31
(0) Ser Mordred Rowain

Pasaban las primeras horas de la mañana de un día cálido pero de cielo nublado. Los alrededores de Fortaleza de Sangre se mecían en calma, como hojas llevadas por el viento sin oponer resistencia. El mundo parecía en calma. Pero dentro de los muros, palabras amables y felicitaciones se mezclaban con tonos secos y reproches silenciosos.

Un tiempo prudencial había pasado desde el fin de la Guerra, y Ser Mordred finalizaba la que sería su última visita a Fortaleza de Sangre como comandante de las fuerzas de Vaelys, por el momento. No llevaba símbolos de su Casa más que el sello que lucía en su dedo. El anillo plateado parecía apagado en la penumbra del día sin sol, pero destacaba en la mano izquierda del caballero, junto a una fea cicatriz, que ahora iba apoyada sobre el pomo de la espada, envainada en negro azabache. El ruido de sus botas al caminar era lo único que parecía escucharse por el pasillo, e incluso ese repiqueteo continuo se iba desvaneciendo a oidos de Mordred; sus pensamientos hablaban demasiado alto como para prestar atención a nada más. Así avanzó, con la cabeza ligeramente baja y el ceño fruncido, pues en su interior se hacía más grande la sombra de una duda. La guerra de las guerras se había terminado, pero el conflicto para él seguía vivo, ardiendo y llenándolo todo de humo.

Notas de juego

Lo dejo así un poco abierto para que entres como mejor te parezca. He hecho un poco de referencia a la Guerra del Usurpador, por aquello de ambientarlo en un momento histórico pero sin concretar año, para no tener que comernos la cabeza más de la cuanta con qué año és, qué edad tenemos y demás. ¿Te parece bien así?

EDITADO:

He cambiado las menciones al tiempo. Lo demás sigue teniendo sentido para mi personaje (ahora más que antes, quizás)

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20/01/2018, 19:40
(0) Alyra Vaelys

Los rumores de guerra eran alarmantes, el rey loco, como había sido bautizado Aerys II Targaryen estaba haciendo cada vez más méritos para justificar el tiranicidio que se estaba fraguando en su contra. Sus súbditos, aquellos que habían prometido lealtad a su casa y al trono de hierro, ahora complotaban en su contra y no tardaría nada para que todo explotara. Mordred, que con cuyo gesto oscuro vagaba por aquellos pasillos, a sabiendas de lo que se fraguaba, vería a la esposa de su señor, la hermosa Lady Myriah Vaelys con su barriga abultada, los señores de la Fortaleza de sangre esperaban a su quinto hijo, y había gran expectación de saber el sexo del futuro miembro de aquella casa. 

Eran hermosas noticias, sin embargo la guerra explotó y empezarían años oscuros, en donde no serían pocos los que caerían en batalla ni tampoco serían pocos los que se verían transformados por una guerra que era por el poder de los siete reinos. En medio de aquellos aires convulsionados nacería el quinto integrante de la casa, la pequeña Alyra. Fue un parto complicado, Lady Myriah pensó que perdería a la pequeña más cuando al salir de ella, no escuchó su llanto, y rogó con que no hubiera muerto, pero cuando se la entregaron, la pequeña tenía aquellos ojos abiertos y observaba todo. Sería una niña especial, le dijeron, no había llorado al nacer y había nacido observando al mundo con curiosidad. 

Los años transcurrieron, la guerra seguía desarrollándose en distintos frentes, Robert Baratheon era indicado como el principal traidor y los Lannister que no habían perdido el tiempo apostar a ganador, pero la guerra era cruenta y al pasar los años, llamarían a otros guerreros, no soldados, para que lucharan en nombre de Baratheon, los Lannister también llamarían a sus súbditos debiendo acudir Mordred en representación de su señor, ya era 292 y ya llevaba 10 años la guerra. Mordred, que había dejado el consejo, caminaba por los mismos pasillos de paredes desnudas y grandes ventanas que a pesar de su dimensión no ayudaban a calentar esos lúgubres pasajes la volvió a ver, a notar mejor dicho, a una pequeña de ojos castaños y cabello marrón, tan oscuro que parecía caoba. Alyra, la cuarta hija de su señor, era alta para su edad pero de mirada inquieta y vivaz. Ya lo había visto otras veces y no había ocultado su interés en saber sobre el hombre, era curiosa e impetuosa y lograba ver ver en sus gestos los mismos rasgos de su señor acompañados de una fuerza que era más propia de su género. 

Alyra lo vería también, y se apartó de Jhon Kalhan, con quien estaba para acercarse a aquel hombre al que veía tan alto e imponente, la pequeña de ojos vívidos estaba vestida con ropas de varón, pantalón y una camisa blanca, su cabello estaba trenzado pero se notaba que ya llevaba bastante tiempo en actividades, pues mechones escapaban de aquel tejido.

¿irá, no es cierto? — no tardó en preguntar, Alyra había hecho un gran berrinche, impropio de su personalidad más bien acallada y serena, pues deseaba que la llevaran a la guerra, le había suplicado a su padre y al mismo John de que debía ir, que debía estar al lado de su maestro, pero sus padres se opusieron enérgicamente — quisiera ir... — murmuró, encogiéndose de hombros, haciendo un pequeño mohín con los labios, tenía moretones en sus manos y su mentón arañado, si que jugaba brusco la jovencita que rara vez se le veía junto a sus hermanas o en tareas más propias de una dama. Eso fue lo último que había hablado con la pequeña, por la mañana saldría con los demás llamados a la guerra, dejando a atrás a su señor que se había excusado en su enfermedad. 

Tres años, tres largos años fueron los que estuvieron los hombres en el campo de batalla, lejos de sus familias y de una tranquilidad que nunca más volvería, pues, los recuerdos de la sangre y las espadas batiéndose en duelo mortal resonarían en sus cabezas por largas noches en lo que les quedaba de vida. 

Mordred volvería a la Fortaleza y caminaría para aquel mismo pasillo, su gesto se había vuelto más adusto, la guerra, la infidelidad de su propia mujer y el rencor que guardaba en su corazón crecían en su ser como la mala hierba, pero ahí al vería de nuevo, esos tres años habían cambiado a la doncella, la cuarta hija que había visto crecer, y aunque ahora se veía como una dama, aquella fiereza persistía en su mirada, Alyra se detuvo e hizo una reverencia, ¿acaso esos tres años habían ayudado a amansar aquel espíritu indómito?, era difícil saberlo al verla con aquellas ropas y su cabello ordenado. 

— por los siete, que alegría es verlo, ser Mordred— no hubo un puchero, ni un mohín ni nada, solo una educada sonrisa y reverencia — los pajarrillos ya comentaban de su visita — los sirvientes no dejaban de estar atentos a los movimientos en aquella casa, pues ahora que la guerra había acabado, la gente debía buscar en qué entretenerse, crear rumores o cualquier cosa que fuese necesaria para pasar el rato, la joven lo miraba a los ojos, era la misma expresión de cuando la dejó de ver, pero quizás había algo más en ella, ¿era fiereza?... sí, algo de eso tenía aquella mirada. 

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20/01/2018, 21:06
(2) Ser Galbart Glover

Notas de juego

Alyra, soy Galbart, no Mordred, creo que te has equivocado de avatar ;)

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20/01/2018, 21:34
(0) Alyra Vaelys

Notas de juego

opps, eso pasa por postear medio resfriada XD gracias y disculpa *-*

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20/01/2018, 22:04
(2) Ser Galbart Glover

Anda, no te preocupes! Disfruta del roleo y mejórate! ;)

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20/01/2018, 21:58
(0) Ser Mordred Rowain

"La pena más pequeña es siempre una gran desgracia para quien la sufre en sus carnes", solía decir su padre. Y quizás fuese eso lo que impedía a Mordred tener un momento de calma interior. Los pensamientos sombríos rodaban y rodaban, chirriando como piedras de molino tratando de desmenuzar grava. Por primera vez en mucho tiempo se sentía viejo y dolorido; las heridas de la guerra parecían doler más y no terminar de cicatrizar nunca; no había paz para él en su propia casa; y lo que más le dolía, ya no sabía qué bien hacía al blandir su espada.

Pero algo sacó a Mordred de la tormenta. Una voz llegó a sus oidos, como un canto de pájaros que anuncia el fin del temporal, y una imagen del pasado se presentaba ante él, aunque distinta. Frenó en seco, sorprendido, pues no había notado la presencia que ahora le hablaba. Tardó unos segundos en reaccionar.

- Mi señora. -dijo al fin, y mostró la primera sonrisa que aparecía en su rostro desde hacía mucho. Ni siquiera recordó hacer una reverencia.- Que me arranquen los ojos si no os habeis convertido en toda una mujer. ¿Cuántos días del nombre habeis cumplido?

La guerra le había mantenido lejos de su tierra y de la casa vecina de los Vaelys. Y si su memoria no le fallaba, la última vez que vió a Alyra fue cuando volvió del frente para recoger las últimas tropas que debían partir a combatir, tres años atrás. Ya por aquel entonces la muchacha llamó su atención. Era una fuerza de la naturaleza, indomable pese a su corta edad. Y quizás Mordred no tenga buen juicio para otros asuntos, pero por seguro tiene buen ojo para los soldados, y en ella vió a uno. Pero en aquel momento estaba frente a una dama, iniesta como una lanza y gentil como el lecho tras el combate.

- Así es, he vuelto; a dar a vuestro padre los nombres de aquellos que no han tenido tanta suerte como yo. Muchas generaciones tendrán que pasar para que se entierre en el olvido todo lo que hemos vivido, pero traemos la paz con nosotros. Pero... -sacudió al cabeza, como si le costara escuchar el discurso que él mismo estaba dando.- Qué estoy diciendo. No me hagais caso, los años me envalentonan la lengua con sermones. ¿Cómo os ha tratado la vida a vos, mi señora? -se acercó un poco a ella y habló con tono burlón en voz baja.- No me digais que os han convertido en una señorita refinada, esperaba que hubiéseis seguido dando guerra en mi ausencia.

Con su habitual falta de respeto por las partes del protocolo que no le parecían convenientes, Mordred echó a reir sonoramente. Que los criados miraran y dijeran lo que quisieran, pues nadie podría quitarle los méritos conseguidos con la espada.

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21/01/2018, 03:46
(0) Alyra Vaelys

Alyra entornó los ojos cuando el hombre comenzó a hablar de la paz y la guerra, ella ya lo había observado, analizado de hecho, había estado cuando volvieron los hombres, montada en uno de los caballos de su padre y desde la colina. Alma aun era un pichón pero estaba en su brazo, descansando de haber volado por un rato, la joven había leído sobre cetrería y había pedido que la dejaran criar al ave de la misma manera, lo que significaba dormir con el animal, estar siempre con ella. para que Alma la reconociera como su par.

— pues acabo de cumplir los 14 días del nombre — no hace mucho había sido el día del nombre de su señor padre, el mismo día en que la joven había nacido, casi como regalo para Rhys — y no se detenga, o mejor dicho, si realmente cree lo que dice, puede seguir hablando — ella, a pesar de su corta edad, se había cuestionado lo que había traído la guerra, pues, estando desde la colina había observado a los hombres llegar, abatidos, tullidos y lastimados en mil formas, aunque luego estuvieran con sus mejores ropas para la cena que se celebró en su nombre. John había sido justamente uno de los que había resultado físicamente herido, y ella, que lo conocía antes de la guerra, sabía que estaba destruido por dentro. 

La joven movió su cabeza y lo invitó a caminar a su lado, ahora con aquella sonrisa listilla en los labios, como cuando su padre ponía ese gesto, dando cuenta que sabía más de lo que hablaba. 

— ¿es posible decirle al viento que deje de soplar? — preguntó de pronto, mientras avanzaban por ese pasillo de paredes desnudas, que no se comparaban a la hermosa mampostería de la fortaleza Roja. — eh... aun sigo con mis estudios, el septon Tiziano ha comenzado a instruirme en religión e historia, aunque temo que intenta contarme los hechos como si fueran los siste los grandes arquitectos de todo... creo que puede tener razón, aunque desearía una mirada más.... cómo decirlo.. objetiva — había conseguido, como muchas otras cosas, Mordred había estado cuando la pequeña, hace años ya, le suplicaba a su padre el aprender a usar la espada, no sólo pedía lo básico, sino que pedía mucho más, casi que la instruyeran como si hubiera nacido varón.

— ¿se irá pronto? — preguntó la joven, estaban justo delante de las puertas del salón de armas, donde muchas veces el mismo hombre había entrenado junto a su señor, la joven se detuvo, ahora lo intentaría convencer de que fuera su maestro, ya casi había logrado convencer a Marvin que le enseñara sobre Administración, dentro de esa semana, podrían empezar sus clases. habían pocas cosas que le negaran a la cuarta hija del señor de la fortaleza de Sangre.

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21/01/2018, 15:01
(0) Ser Mordred Rowain

Alargando la mano indicándole que le mostrara el camino, y esta vez sí con una reverencia, Mordred siguió a Alyra por el pasillo, poco preocupado de a dónde le llevara el paseo o cuánto tiempo le demorara. No recordaba la última vez que caminaba acompañado por el simple placer de caminar. No recordaba, a decir verdad, el último momento de simple y mundana felicidad que había vivido, pues solo tenía ahora recuerdos de la guerra. Ante la petición de seguir con el discurso previo, la sonrisa de Mordred se fue apagando poco a poco, y una sombra cayó sobre sus ojos.

-La paz siempre tiene un precio, mi señora. Los que vivimos para la guerra necesitamos la victoria como el aire que respiramos, pero nos vamos dejando una parte de nosotros mismos en cada campo de batalla. Hoy le he dado a vuestro padre los nombres de los caidos, pero soy yo quien carga con sus muertes. Nadie devolverá a los Risefeller sus caidos, ni a John Kalhan su brazo. ¿Y quién si no yo, su comandante, cargará con esa culpa? No vereis a vuestro padre afligido por estas pérdidas; no como a mí. -cogió aire sonoramente, como intentando calmar una inquietud que se acrecentaba.- Muchos de los que han vuelto a casa soñarán durante mucho tiempo con los horrores vividos. No todo es justo, ni en la más justa de las victorias.

No dijo más, pues una cosa era responder a una pregunta cuya respuesta pudiera ser dolorosa, y otra muy distinta es cargar sobre otro los tormentos propios. Y sabía que lo que él y muchos otros soportaban era difícil de comprender, si no se había vivido en las propias carnes. Mordred había visto a hombres fuertes y bien entrenados derrumbarse frente a la cruda realidad de que una batalla no es lo mismo que las sesiones de entrenamiento, a buen resguardo entre paredes conocidas y con un maestro que sabe parar cuando el alumno cae al suelo. Había visto gente de espíritu inquebrantable llorando la pérdida de un hermano o de un hijo. Había visto hombres a quien consideraba amigos tullidos por el acero, muriendo a sus pies sin que él pudiera hacer nada. Pero haciendo un esfuerzo más, intentó apartar de nuevo aquellas pesadillas, al menos mientras charlara con Alyra.

-Vaya... -dijo cortando una risa ante la mención de los estudios de la dama.- Yo también me eduqué con el septón, y permitidme que os diga: Necesitais una mirada objetiva. Los únicos hombres que recurren a los Siete durante la batalla son los malos soldados, tenedlo por seguro. Dejad que os cuente sus  cuentos, pero no dejeis que su forma de ver las cosas se convierta en la vuestra. "El mejor camino termina siendo el que yo mismo aprendí a caminar", solía decir mi padre. Yo nunca fuí buen estudiante, pero pobre del que diga de mí que he sido un fracaso. Simplemente encontré otro camino. Mi camino. -la miró a los ojos, como un padre orgulloso.- Y puede que la religión no sea el camino de una mujer más dada a llevar pantalones de hombre que vestidos. Aun recuerdo cuando no solíais engalanaros con joyas, sino con moratones y lastimaduras. Y de haber estado luchando, si el ojo de este soldado era aun sagaz por aquel entonces.

Se permitió volver a reir, recordando las caras de los padres de Alyra ante algunos de sus comportamientos. "Naciste en la familia equivocada", pensó, y no pudo evitar visualizar a sus hijos, aun pequeños, y la esperanza de que algún día se comportaran como ella. Así llegaron al salón de armas. Mordred miró a través de sus puertas y alzó la cabeza con orgullo, como si aquel lugar le transmitiera recuerdos de tiempos lejanos, de esfuerzo y dolor pero de gran satisfacción.

- Eso me temo, mi señora. -contestó.- Ningún deber me reclama ya en esta fortaleza, y mi espada debe estar lista para cuando los Lannister vuelvan a necesitarla. -entrecerró los ojos, intuyendo que aquella pregunta, de apariencia tan inocente, escondía alguna otra intención.- ¿Por qué lo preguntais?

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21/01/2018, 16:54
(0) Alyra Vaelys

Nunca cuestionó el que su padre no encabezara a los hombres que le servían, al contrario, había agradecido que no fuera a la guerra, amaba a su padre sobre todas las cosas, además, él había podido seguir con su instrucción de caballero, cosa que no hubiera podido pasar si él o Jhon hubieran ido a la guerra, sin embargo ahora que escuchaba al hombre no podía dejar de sentir un poco de remordimiento, pues era verdad, su padre no había visto morir a sus hombre, lamentaba sus muertes, pero no las tenía grabadas en la memoria. Se dijo que de haber una guerra y ser ella la señora de la Fortaleza, iría al campo de batalla y lucharía codo a codo con sus soldados, se lo prometió internamente a pesar de que eso fuera casi imposible pero ¿acaso la guerra distingue entre hombres, mujeres o niños?, no, todos sufren, todos mueren y si se ha de morir, que sea luchando.

la joven llevó su mano al hombro del hombre, su mano era fina y delgada, aunque las marcas de el uso de una espada estaban en sus palmas, ya a esa edad, era tan diestra como cualquier soldado raso. Tomó una bocanada de aire, ella tampoco cargaba con las muertes de los soldados, ni sus gritos ni su llantos.

— cuando llegaron, hace tres días, yo estaba en la colina, los observé... y me di cuenta que a pesar de traer la victoria, lucían abatidos, cansados, no eran más que los despojos del glorioso ejército que había salido hace tres años, y comprendí que La Paz no se consigue sin sacrificios... y que son ustedes, los soldados, los que pagan la mayor parte de ellos — cerró los ojos y bajó su mano — fue una guerra larga, yo... yo no conozco otra cosa que no sea la guerra, nací el mismo año en que inició y ahora, a pesar de haber terminado y que el rey Robert está en el trono de hierro, aún siento angustia, siento que la guerra en sí no ha terminado y no tardará en desatarse otra — eran casi proféticas sus palabras, sin saber que no tardaría mucho en fraguarse los hechos que desatarían una cruenta guerra entre los reinos — los dragones escaparon y nadie puede negar que son legítimos aspirantes al trono, sin embargo ¿qué valor tiene el regicidio?... todos sabemos lo que el rey estaba haciendo ¿acaso el pueblo no tiene el deber moral de detener la injusticia cuando su regente es un tirano?... yo creo que sí, pero sé que no tardará mucho en que los poderes se muevan, hay paz, sí, pero... — no terminó la frase, unas sirvientas pasaban conversando al fondo del pasillo, llevando flores y sábanas limpias, Alyra suspiró.

— a veces pienso que me hubiera gustado ser como una doncella normal, sin más preocupaciones que saber con quien me casaré o cuantos hijos engendraré — rodó un poco los ojos peor volvió su mirada al hombre — Ser Mordred, nada de lo que le diga hará que su pesar sea más llevadero, quizás el tiempo ayude a sanar sus heridas, pero quiero que sepa que el ideal que se buscaba era más valioso y que todo ese sacrificio puso fin al dolor de naciones, y mientras exista una fuera que controle todo, como el rey Robert, La Paz durará — o eso quería pensar y desear, sin embargo era difícil para una joven que había crecido en la guerra, afrontar un presente tranquilo y sin conflictos. 

La risa del hombre la hizo también sonreír, aunque sin mucha gana, no sabía si estaba tomándola en serio, o era como otros, que pensaban que era sólo la gracia de una chiquilla caprichosa pero que con el tiempo o el matrimonio se le pasaría, cosa que no era cierta, no se le pasaría. Nunca.

— ¿lo recuerda? — mordió su labio inferior, era algo torpe pero siempre estaba pidiendo que no la trataran con delicadeza, que nadie lo hiciera, ni su padre — aún sucede, pero no es tan evidente como cuando era más pequeña — la joven había crecido también en estatura, es decir, siempre había sido alta, pero ahora fácilmente alcanzaba el metro con setenta centímetros lo que la hacía resaltar entre otras damas — y bueno, me he dado cuenta que la visión más religiosa no me permitirá observar los hechos con la objetividad que necesito, por eso he empezado a estudiar por mi cuenta, sin embargo necesito un maestro, también un maestro de guerra — lo miró esperando que él aceptara, aunque eso significaría que tendría que ir con mayor frecuencia a la fortaleza, pero tras lo que se dice de su mujer, quizás el hombre lo último que desea es precisamente pasar tiempo en su residencia.

Tras decir el hombre que se iría pronto Alyra miró de reojo aquellas puertas y se volteó hacia ellas, empujándolas para abrir una de ellas y entrar, diciéndole que la siguiera. La estancia era casi curva, enorme y con un techo bastante alto, habían galerías y anaqueles con estacas y espadas, y los pilares que sostenían la cúpula por donde entraba La Luz, están adornadas con los escudos de la familia y de las demás casas vasallas. 

me preguntaba si deseaba ver como no es posible decirle al viento que deje de soplar — la joven se acercaba a donde estaban las espadas, la verdad es que ese vestido le haría más complicado moverse, — aunque no es mi intensión ponerlo en una situación complicada, ser Mordred, — se giró hacia él, le guardaba mucho cariño y aprecio, él era leal a su padre y había puesto en alto el nombre de su familia, además, seguramente había permitido que muchos  lograran volver a pesar de las muertes que necesariamente iban a suceder. Lo admiraba, claro, y de ser posible, desearía ser como él. — le deseo revelar algo, ser Mordred, usted es el más fiel de los vasallos de mi padre... y un hombre de guerra, por eso... por eso desearía pedirle que fuera mi maestro, mi padre me siguió instruyendo, sin embargo temo que él aún me ve como su pequeña hija y Jhon ya no puede entrenarme como corresponde, lamentablemente no hay nadie mas en Fortaleza de Sangre que pueda o que me tome en serio por eso me molestó un poco que se riera cuando le hablé de mis estudios, sin embargo creo que fue solo porque no se lo esperaba de alguien como yo, pero debo decir que no son juegos ni caprichos, es lo que soy, ser Mordred — hablaba con suma convicción, con fiereza incluso a pesar de no haber modificado ni un ápice la cordialidad en su voz. La pequeña sabía lo que deseaba y sabia cómo conseguirlo, lo que a la larga la haría realmente peligrosa. 

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21/01/2018, 19:41
(0) Ser Mordred Rowain

Sin poder evitar cierta sorpresa, Mordred recibió el tacto de la mano de Alyra y sus palabras reconfortantes como quien recibe un plato de comida tras haber pasado días de hambruna: Con agradecimiento eterno, pero con cierto miedo de que sea solo un embrujo, y al ir a cogerlo, ver como se desvanece entre los dedos. La juventud de aquella muchacha no era un impedimento para que viese la realidad de algo tan grave como la locura que produce el poder o la tragedia de la guerra. Aquello llegó al corazón de Mordred, a un rincón al que nadie entraba desde hacía mucho. No supo cómo contestar, tansolo cerró los ojos y asintió despacio. Solo el ir y venir de una sirvienta rompió el momento de intimidad, y Mordred parpadeó como si acabara de despertar de un sueño.

- No deseéis la vida de otro, mi señora. - respondió ante el comentario sobre la doncella.- Escoged la vuestra propia, ahora que sois joven y teneis fuerzas.

No quiso decir mucho más al respecto, ¿pues quién era él para decirle a alguien con el arrojo de un soldado que se recatara? Nunca contarían de él tal vileza. Y de ganarse una mala reputación, sería por incitar a una joven de casa noble a tomar una espada. Observó a Alyra abrir las puertas, y no pudo más que abrir la boca y sentirse rejuvenecer. Entró, con paso calmado, observando cada detalle de la sala, cada emblema, cada arma de práctica, cada marca en el suelo donde cayó un estudiante. Fue en este estado de ensoñación que las palabras de la joven le parecieron misteriosas. Recordó entonces lo que Alyra había dicho apenas unos instantes atrás, cuando él le preguntó si su conducta había cambiado. "¿Es posible decirle al viento que deje de soplar?". ¿Pero en qué situación complicada podría colocarle aquello?

- Explicaos... -dijo con un tono que mostraba cautela y curiosidad a partes iguales.

Y nada pudo haberle preparado para la explicación que recibió. Sus ojos se abrieron notablemente, frunciendo el ceño y ladeando la cabeza. Pero no fue la petición lo que le hizo reaccionar.

- No... No, mi señora. -caminó hacia ella e hincó una rodilla en el suelo, cogiendole las manos con gesto serio. No había protocolo que fuera a interponerse entre él y la aclaración que debía hacerle.- No me he reído de vos. Jamás me atrevería a reirme de alguien que tiene el espíritu necesario para empuñar un arma. Y vos lo teneis, desde el primer momento que os vi supe que así era. Si habeis creído que me reía de vos, perdonad a este viejo que ya no distingue cuándo debe reir en voz alta. Si lo he hecho ha sido recordando vuestra infancia y los dolores de cabeza que les dábais a vuestros padres. Y sobre lo que me pedís... -se puso en pié, pero no soltó aun las manos de la joven.- Sabéis que tengo las obligaciones de un Barón, pues sigo siendo el Señor de Rowain aunque mi Casa parezca caer en desgracia. Y sabéis también que mi espada está al servicio de los Lannister, y que acudiré a su llamada cuando me reclamen. No podré estar todo lo presente que vuestro entrenamiento pudiese requerir. -le soltó las manos y se alejó un par de pasos de ella. Mordred sería un hombre de guerra, pero no podía eludir el gusto por dramatizar de vez en cuando, y esperaba que Alyra se hubiese creído aquella pantomima. Volvió a girarse hacia ella, sonriendo.- Lo cual significa que nuestras sesiones serán el doble de duras. No espereis misericordia por mi parte, pues no habéis de encontrarla en el campo de batalla. -Su voz sonaba imperativa, pero a la vez alegre. Parecía como si Mordred acabara de rejuvenecer varios años, y en sus ojos azules había reaparecido una luz incansable. Hizo una profunda reverencia.- Será para mí el mayor de los honores ser su maestro, mi señora. Si sois consciente de que esto supondrá el descontento de vuestros padres y aun y así es vuestro deseo seguir adelante, asumo las consecuencias del malestar que ahora creamos. Y el tiempo que pueda pasar con vos en esta sala, por corto o largo que el destino quiera que sea, será para mí una segunda juventud. -Se irguió, y al momento hizo una mueca y un gesto con la mano hacia el vestido que llevaba puesto Alyra.- Pero esas no son ropas para un futuro caballero. Id a buscar algo más adecuado.

Notas de juego

Creo que hemos conseguido lo que buscábamos con esta escena, me gusta cómo se ha desarrollado :) No se si hay mucho más que sacarle al tema, y tampoco quiero tenerte aquí entretenida más de la cuenta. Podemos hacer uno o dos post más para rematar la historia (quizás relatando un poco lo que pasó en los años siguientes, por ejemplo), o si se te ocurre algo podemos alargarlo más, aunque creo que lo impotante lo hemos conseguido narrar.

Ahora hay que hablarle a Lord Rhys de todo esto.... *mira un reloj imaginario* ¡Uh, que tarde! Vaya, tendrás que decírselo tú. En fin... ¡Suerte! *salta por la ventana*