Partida Rol por web

Negó con la cabeza al jorobado. - No, pero no es mala idea intentarlo y comprobar si está envenenado, aunque puede que el peligro se encuentre en tu copa especialmente y no en la bebida que sirvamos. - frunció el ceño concentrada. - Mi hermano podría traer algún animal vivo del bosque, si, pero ahora mismo no puedo hacer mucho, no sé donde está y debo atender a los invitados. 

En cuanto Sloth afirmó contundente que Caelus era malo ella apretó sus labios asintiendo conforme con la descripción hecha del anciano, aparentemente inofensivo y sanador. - Hay que tener cuidado con él, antes me ha ofrecido leche de amapola para soportar el dolor de mi pie. Mi hermano no quería que cogiese el frasco pero lo guardé. - Fiona rebuscó en el bolsillo de su vestido y se lo mostró al jorobado enarcando las cejas. - Esto es un arma, si creo que estamos en peligro la usaré para adormecer a Caelus o a cualquier otra persona que intente hacernos daño a nosotros o a nuestras señoras Vaelys. - la criada se había sincerado con él y esperaba que le guardase el secreto. 

La cocina se encuentra justamente debajo del Gran Comedor, bajando por unas escaleras. Tiene mesas idénticas a las que hay en el Gran Comedor justo debajo de ellas; la comida se pone en las mesas de la cocina y luego las suben al Gran Comedor. Tiene techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, hay montones de ollas y cacerolas que se apilan en las paredes.

En una de las paredes hay tres botellas pegadas a modo de decoración, están a la altura del pecho dos y la tercera a la altura de la cabeza formando una especie de triángulo.

La mayoría de repisas están repletas de jarrones llenos de agua fresca con hermosas flores que visten de gala la cocina. La verdad que todos los detalles están cuidados al máximo y luce muy hermosa.

Kyle entró en las cocinas pensando más en comer que en su hermana, ya que llevaba un buen rato sintiendo como sus tripas rugían pidiendo alimento !Por los antiguos dioses, que hambre tengo! Mientras cogia un mendrugo de pan y se lo llevaba a la boca, observó a los presentes y se dió cuenta de que su hermana no estaba allí ¿Dónde se habrá metido? Debería haberse quedado en la habitación de Alyra. ¡Seguro que se ha puesto a trabajar!

- ¿Que tal va el día? Preguntó a modo de saludo ¿Habéis visto a mi hermana pasar por aquí? ¿Sobra algo de comida?

Ninguno de los presentes dijo nada, así que Kyle dedujo que o bien no le habían escuchado o estaban tan liados que no podían contestar Será mejor que busque a Fiona por otro sitio Pensó mientras cogía otro mendrugo de pan para llenar el estómago Espero aguantar bien hasta la noche con esto. Así tendré más hambre para la cena y podré probar de todo.

- ¡Hasta luego! Dijo mientras salía de las cocinas pensando dónde podía dirigirse a continuación Me daré una vuelta por los jardines. Llevo casi toda la mañana metido en el Castillo y un poco de aire fresco seguro que me vendrá bien.

La cocina se encuentra justamente debajo del Gran Comedor, bajando por unas escaleras. Tiene mesas idénticas a las que hay en el Gran Comedor justo debajo de ellas; la comida se pone en las mesas de la cocina y luego las suben al Gran Comedor. Tiene techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, hay montones de ollas y cacerolas que se apilan en las paredes.

En una de las paredes hay tres botellas pegadas a modo de decoración, están a la altura del pecho dos y la tercera a la altura de la cabeza formando una especie de triángulo.

La mayoría de repisas están repletas de jarrones llenos de agua fresca con hermosas flores que visten de gala la cocina. La verdad que todos los detalles están cuidados al máximo y luce muy hermosa.

Merol entró en las cocinas proveniente del exterior y agradeció el frescor que hacía en el lugar en comparación con el exterior. Aunque también la calma de evitar el barullo de gente también ayudaba.

Recordando el mensaje del criado, Merol se dispuso a coger viandas para llevar a su maestro. También he de coger para el maestro Caelus... recordó mientras seleccionaba algunas trozos de queso tierno para el Septón Tiziano. Cogió también dos buenas hogazas de pan de centeno y un par de pequeñas jarras de vino dulce.

- El Septón y el Maestre están reunidos y me han encargado que les lleve esto - dijo Merol dirigiéndose a Jevic el cocinero antes de que este tuviera oportunidad de protestar...

Ya lo averigüaré, Fiona, no te preocupes. Seguro que Jevic lo tiene controlado. Le contestó Sebastián mientras la veía salir hacía el jardín, ocupada con las bandejas. Le miraba la pierna con gesto preocupado, pero no dijo nada y siguió sonriendo. Pobrecita, seguro que le duele el tobillo. Pero mejor no le digo nada ahora, para no hacerla sentir peor.

Jevic, ¿cómo vas a tener controlada la comida, si ni siquiera puedes valorar mis postres? Le dijo con una sonrisa al cocinero, mientras miraba sobre sobre sus hombros lo que Jevic estaba cocinando. Espero que los tuyos valgan la pena. Hoy es un día importante y no puede fallar nada. Le guiño el ojo y le sonrío, aunque se estaba esmerando a fondo, sentía que podía confiar en el cocinero.

Sebastián miró a su alrededor, y viendo la variedad de platos listos o a medio preparar a su alrededor, se sonrió y estiró su espalda. Uff, ha sido un duro trabajo pero estoy bastante orgulloso. Me ha venido bien concentrarme en la cocina por un buen rato, ocupar la mente en algo y poder pensar en lo que he descubierto. Pero hay demasiadas cosas pasando y demasiado por hacer. Esto me parece que va bastante bien. Jevic, Ginebra. ¿Verdad que no necesitas mi ayuda con lo que queda del almuerzo? Necesito hacer algunas cosas fuera de la cocina.

¿Jevic, podrías encargarte tú de controlar estos fogones y de vigilar lo de la cena mientras me ausento? Le dijo a Jevic mientras se acercaba a su rincón y le susurraba algo mientras señalaba los platos. 

En privado, tras asegurarse con disimulo de que nadie los escuchaba, le dio a Jevic un par de detalles sobre los alimentos que se cocían a fuego lento. Confío que lo harás muy bien, tienes un gran talento. Acabó. Quizás tarde un poco en volver. Sobre todo, procura que nadie se acerque a la comida que tenemos preparadas y que nada salga de aquí sin mi permiso o el tuyo. Hoy es un día importante y te dejo al cargo. Puedes asumir la responsabilidad, ¿verdad? ¿O necesitas que me quede?

Tras acabar de dar sus indicaciones, Sebastián se para un solo segundo a mirar a los presentes. Quien calla otorga, piensa. Se alegra de que no le pongan problemas, ¡Que tarde se ha hecho!, y empieza a dirigirse hacía la puerta, dispuesto a salir hacía los jardines. Ya casi en la puerta, se gira y dándoles una última oportunidad de pararlo (que espera desaprovechen), se despide. Vuelvo en un rato, hacerme llamar si pasa algo importante con la comida de la cena

Sloth entró a la cocina con paso rápido. Había caminado hasta allá cavilando sobre lo que acababa de pasar y deseando poder hablar con su señora. Ella sabría qué hacer, ella tomaría las riendas del asunto o le diría a Sloth lo que tenía que hacer. Y, si no, Sloth tendría que encargarse él solo de ese maldito.

Todo el mundo se había marchado a los jardines. Todos menos Ginevra, que aún no se había movido. ¿Qué le pasaba a Ginevra? ¿Sería por aquel rumor que acababa de escuchar? A Sloth no le gustaba, no quería que fuera eso cierto; él admiraba a su señor, pero también quería mucho a Ginevra y pensar que él la había hecho daño le hacía daño a él. Pero no podía ser cierto, eran palabras de gente malvada que quería desprestigiar a Lord Rhys. Y, de ser verdad, Sloth estaba convencido de que su señor no había sido consciente. Seguro.

Sloth pasó a su lado, apoyó la mano en su hombro, para darle ánimos, y fue a la despensa a buscar el tabaco que tenía que sacar a los jardines. Cogió algunas botellas de vino más. Sloth sabía cómo eran esos caballeros, comían y bebían como si les fuera la vida en ello, así que mejor que no les faltara.

Estuvo a punto de marcharse sin decir nada, pero en el último instante se acercó de nuevo a Ginevra y le dijo:

- Ginevra, yo soy vuestro amigo -Por alguna razón que solo él conocía, Ginevra era la única persona con la que usaba la primera persona para hablar de sí mismo-. Si queréis contarme algo, podéis hacerlo. Eso os puede ayudar a sobreponeros de… vuestro problema –pronunció las dos últimas palabras con un tono distinto, como dando a entender al ama de llaves que él era consciente de lo que le podía pasar-. Amo a mi señor, pero os apoyaré y escucharé lo que necesitéis. Buscadme cuando lo necesitéis.

Y, con estas últimas palabras, Sloth salió de las cocinas de vuelta a los jardines.

La cocina se encuentra justamente debajo del Gran Comedor, bajando por unas escaleras. Tiene mesas idénticas a las que hay en el Gran Comedor justo debajo de ellas; la comida se pone en las mesas de la cocina y luego las suben al Gran Comedor. Tiene techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, hay montones de ollas y cacerolas que se apilan en las paredes.

En una de las paredes hay tres botellas pegadas a modo de decoración, están a la altura del pecho dos y la tercera a la altura de la cabeza formando una especie de triángulo.

La mayoría de repisas están repletas de jarrones llenos de agua fresca con hermosas flores que visten de gala la cocina. La verdad que todos los detalles están cuidados al máximo y luce muy hermosa.

Gwen entro en la cocina con ese paso apresurado y descuidado que la caracterizaba, al entrar vio a John Kallahan y una sonrisa se dibujo en sus ojoss por lo que se acerco al Antiguo maestro de armas buscando respuestas.

-señor Kallahan, que bueno que lo veo, tengo dos preguntas importantes para usted, la primera es sobre la espada de Lord Rhys expuesta en el Gran comedor, uno de los invitados tiene duda si es una replica pues dice que juraria no es la espada de acero valyrio que Lord Rhys solia portar, la segunda es si ha visto a Evan Ross.

Vagando por el castillo con un rumbo indefinido sin encontrarse con nadie llegó a las cocinas, allí estaba Gwen, que se dirigió a él cosa que, aunque nunca lo admitiría, le alegró. Con todos los caballeros en el castillo sentía más que nunca que ya no pertenecía a ningún lugar; y es que aunque por fuera fuese el mismo hombre serio sin aparentemente ninguna emoción, por dentro maldecía a la vida por lo que había pasado.

- No sé si la espada es la auténtica, pero no me extrañaría que no lo fuera, dejar un objeto tan valioso al alcance de cualquiera no suele ser buena idea.- Respondió con naturalidad y su tono neutro usual. - A Evan no le he visto, me ha parecido raro no verle con el resto de invitados en el jardín. 

Entonces reparó en que allí también se encontraba Ginevra; tardó un poco en reaccionar antes de comenzar a hablar. -Ginevra... Marvin os estaba buscando, para algún tema relacionado con la fiesta supongo.

Agradeciendo sus palabras a John Kallahan y tras sentarse por un momento en una silla para descanzar un poco, despue de haber estado atendiendo a los invitados sin decir mas palabra, Gwen sale de la Cocina.

La cocina se encuentra justamente debajo del Gran Comedor, bajando por unas escaleras. Tiene mesas idénticas a las que hay en el Gran Comedor justo debajo de ellas; la comida se pone en las mesas de la cocina y luego las suben al Gran Comedor. Tiene techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, hay montones de ollas y cacerolas que se apilan en las paredes.

En una de las paredes hay tres botellas pegadas a modo de decoración, están a la altura del pecho dos y la tercera a la altura de la cabeza formando una especie de triángulo.

La mayoría de repisas están repletas de jarrones llenos de agua fresca con hermosas flores que visten de gala la cocina. La verdad que todos los detalles están cuidados al máximo y luce muy hermosa.

A nadie se le pasó la mirada que lanzo Lady Myriah a Ginevra. Era dura e inquisitoria. De esas miradas que de ser puñales la habrían atravesado por completo. Lady Vaelys sospechaba lo que estaba pasando, pero en ese momento no dijo nada. Era como si la señora de la casa tuviera oídos y ojos en todas partes, como si supiera todo lo que pasaba en la fortaleza.

Me alegro veros a todos aquí. Dijo mirando a todos sus sirvientes, solo faltan Gwen y Kyle, pues ya he hablado con Evan. Por alguna razón parecía haberse olvidado de Fiona y Sloth. Cuando ambos vengan a la cocina, tengo algo muy importante que deciros, así que es mejor que dejéis lo que estéis haciendo y os sentéis porque habrá un antes y un después en el día de hoy.

Myriah agarró una de las sillas, se cruzó de brazos y se sentó a la espera de que ambos llegaran cuanto antes para poder contarles lo que estaba pasando allí.