Partida Rol por web

Ok xD que por poder podrías, pero desobedeciendo a Evan xDDD.

Nos vemos pronto on

- Las manos que van a desposarse no deberían cargar a quien parte con el Desconocido, hmmm, eso dice mi buena madre, permitidme que cargue yo por vos- miró a Alester antes de devolver la mirada a Lady Tabitha- o mejor me quedo aquí, por si aparecer Ser Mordred o... -demasiadas palabras y dudas, el gigante calló.

Tabitha escuchaba a Ser Alester con atención mientras se preguntaba de donde sacaba fuerzas el hombre para aguantar el hedor que su propio cuerpo desprendía y que no dejaba impasible a nadie. - Es solo una especulación, realmente no se si Ross es el verdadero bastardo, pero sospecho que podría ser así.

Sus pasos estaban cada vez más cerca de la Capilla y la enorme puerta se alzaba frente a ellos cuando Alester mencionó a Viserys Targaryen y su posible alianza con Ginevra. Tabitha abrió mucho los ojos al escuchar aquello y frunció el ceño, elevando un tanto los labios y mostrando sus dientes, los cuales apretaba con fuerza. Quiso hablar pero realmente no sabía que decir puesto que le daba vueltas a esa idea, hasta que recordó la conversación que mantuvo con ella. De ser cierto eso, no me hubiese empujado a alejarme de él... - Pensó la joven dándose cuenta de que ya habían llegado junto a los demás en ese momento, escuchando como su madre la llamaba la atención.

- Madre, es primordial que piense en si realmente es buena idea que Astrid se case la primera. Sabéis de su amor incodicional hacia los Lannister y a donde nos arrastraría a las demás aquello. Quiero el bien de todos ahora que padre no está... - Tabitha se sujetó a Alester con fuerza al decir aquello y no pudo evitar mirarle a los ojos y asentir con tristeza en su mirada al hombre. - No se si Lenia y su elegido se aman realmente o si eso les llevará un tiempo aún, pero puedo asegurar, madre... que mi elegido y yo nos amamos desde hace meses. - Evitó decir quien era quien la había robado el corazón, así como algún dato más importante por la presencia de Alester, puesto que no quería incomodarle y consideraba que aquello debía hablarlo a solas con su madre. A fin de cuentas, era la familia la que estaba en juego y Tabitha no quería saber nada de los Lannister, salvo quizás verlos colgados por el daño hecho a su familia.

Tabitha miró al gigante con una cándida y cálida sonrisa antes de responderle agradecida por sus palabras. - Haced lo que el corazón os dicte, noble guerrero. Si Ser Mordred entra en la Capilla, dudo que intente hacer daño a ninguno de los presentes. - A pesar del dolor en su mirada, Tabitha mantuvo la sonrisa hacia el hombre, antes de volverse a mirar levenmente el cuerpo de Fiona y apartar su mirada del mismo, sin poder ir a despedirse de su amiga.

Si acceden a hablar con ella, Alyra los aparta del grupo y los queda mirando, sacándose el velo para su incomodidad, pero era necesario para lo que haría.

— sé quién es... y el peligro que corre estando aquí... — le hablo a Alester, estaba palida, asustada, algo la debía estar haciendo pasar un calvario y no eran sólo esas marcas   — pero sé también que por alguna razón  alguien muy querido por mi lo ha protegido y cuidado e intento que nos conociéramos y nos comprometiéramos — miro a su hermana ahora  tomó su mano — si me lo permites y están ambos de acuerdo, déjame tomar tu lugar, hermana, si amas a esa persona, ve con él... confío en que lo podrás hacer y que dirigir esta casa y seguir sus reglas, nunca fue lo tuyo, eres una fuerza imparable de la naturaleza y eso siempre amé y admire de ti  — soltó la mano de sin hernana, esbozando una pequeña sonrisa.

— te ofrezco esta salida, por mi parte, debo honrar la confianza que esa persona deposito en mi— llevo su mano a su pecho y ahora sus ojos fueron hacia el hombre — ser Alester, soy Alyra, la cuarta hija del señor de está fortaleza, y si bien, no gozo de las exquisitas aptitudes de toda dama noble, soy diestra en el combate, así como finanzas, política y la guerra, si mi hermana me lo permite y usted acepta, desearía ser su esposa y regir esta fortaleza, procurando el bienestar de todos y darle a usted su lugar, sanando así nuestra historia y familias, ese es mi mayor anhelo, mi hermana conoce mi corazón y espero que sepa que es sincero en lo que he afirmado  — imaginaba al septon mirándola, y se repetía una y otra vez que era lo correcto, que debía hacerlo, que era su deber, algo que en cierta forma la aliviaba, pues, a lo menos lo estaba intentando, siguiendo los pasos del desconocido. 

— pero si realmente quieres seguir adelante con todos esto, y ser la señora de este lugar, estaré feliz por ti, solo te pediré que me permitas ser tu protectora, ya no quiero ocultarme, o que el hecho de será escudera sea un secreto  — les sonríe a ambos, realmente el destino de Alyra, sus sueños e incluso lo que dejaba atrás, estaba en manos de ellos dos. Por su parte Tabitha comprendería ahora porque su hermana pasaba tanto tiempo con su padre, porque siempre andaba lastimada y con vendas en las muñecas y proque de pronto comenzó a cultivar el arte de la cetreria o la doma de caballos (ella había domado a su caballo de  guerra, Indómito), y también tendría sentido esas largas charlas con El castellano o porque se quedaba con su padre cuando revisaba los asuntos de ls fortaleza y las tierras; proque nunca mostró interés ni habilidad en él bordado u otra otras actividades femeninas, y las largas noches en vela de la solitaria chica. Mucho le haría sentido a la joven respecto a aquella hermana que quizás consideraba demasiado sería y correcta.  

Parecía que el hecho de aparecer asistiendo a una dama desfallecida daba pie a suposiciones de todo tipo. Alester miró con amabilidad a Lord Grizzly y, con una sonrisa, negó con la cabeza.

- Nada me gustaría más que desposarme, mi señor. Pero, a menos que ocurra un milagro, temo que aún no estoy prometido, así que no os preocupéis. Si es necesario, podré ayudar a cargar con Fiona -respondió.

Lady Tabitha, quien aún se sostenía del brazo de Alester, probablemente notó la tensión en sus músculos cuando Lady Alyra se acercó a ellos. Y, más concretamente, cuando pronunció su afirmación. Tan concentrado estaba en seguir escuchando a la joven, que no fue apenas consciente de lo mucho que habían crecido sus marcas desde esa mañana hasta el momento. Sabe quién soy, pensó, curioso por saber si realmente lo sabía o sería algún rumor incompleto; y, de ser cierta su información, por saber cómo lo había descubierto. Al fin y al cabo, él había mantenido su identidad en completo secreto desde que pisó la Fortaleza.

Alguien me ha protegido e intentado que nos conociéramos. Alester solo conocía a una persona en la Fortaleza que supiera de su identidad y le alegró saber que, a pesar de lo desaparecida que había estado dicha persona durante todo el día, no había sido en vano. Había seguido velando por su seguridad y su futuro.

Pero esa no era la única sorpresa que le deparaba la conversación. Aún quedaban más. Y, cuando terminó de hablar la cuarta hija de Lord Vaelys, Alester tuvo clara una cosa: El milagro del que había hablado con Lord Grizzly había ocurrido.

Nunca, en su más loca imaginación, habría creído que pudiera escuchar esas palabras. Pues él suponía… no, no suponía: sabía que ella estaba enamorada de otro. Y se estaba proponiendo como su esposa a pesar de que, seguramente, no lo amaba.

Eso lo respetaba y admiraba, pues él habría estado dispuesto a hacer lo mismo. Quería casarse y, tras haberse convencido de que la mujer de la que podría enamorarse no lo elegiría a él nunca, pensó en hacer lo adecuado y desposar a otra. Un mundo triste era aquel en el que vivían, que damas y caballeros tenían que seguir caminos contra sus propios deseos y felicidad. Pero así los habían educado.

- Mi señora… -comenzó Alester, confuso aunque manteniendo la compostura. Tragó saliva, antes de continuar-. ¿Sabéis quién soy yo, entonces? He intentado, por todos los medios, no divulgarlo, pues pensé que me veríais todos como una amenaza –dijo, bajando la mirada al suelo unos segundos-. Pero justo en este instante pretendía tener una conversación con vuestra madre al respecto, pues creí que era la hora de dejar de esconderme.

Continuó hablando, aún sujetando a la debilitada Tabitha, aunque mirando únicamente a la joven que tal proposición le había hecho.

- Vuestra hermana y yo hemos mantenido una conversación que nos ha hecho conocernos un poco y entablar una relación. Pero esa relación es pura amistad. Ni ella tiene deseos de casarse conmigo, ni, disculpadme, yo con ella –le aseguró, mirando a Lady Tabitha al pronunciar la última frase. Tal vez, si el deber así se lo obligaba, podría haber aceptado. Pero no era ese el caso.

- Decís que no gozáis de las aptitudes de una dama, pero yo os he visto durante todo el día. Cuando vuestra madre no estaba, cuando vuestras hermanas mayores no estaban, vos habéis tomado las riendas y lo habéis hecho admirablemente –dijo, con total sinceridad, recordando la organización y las dotes de mando de las que había hecho alarde durante el banquete-.  Decís también que sois diestra en el combate y que vuestro deseo es ser escudera –Una ligera sonrisa y un brillo en los ojos del caballero aparecieron al pronunciar esa frase-. No puedo más que responderos que mi deseo es ver vuestras habilidades.

- Por todo eso, nada me haría más feliz que aceptar vuestra propuesta, mi señora. Pero, decidme antes de continuar, ¿estáis segura de ello?

Se sentía mareada, eran los nervios, sentía frío, y también eran los nervios, pues delante de ella se dio aquella posibilidad que aquella persona tanto le habló, quizás era verdad que los siete estaban bendiciendo su unión, pues, los hechos se habian desarolllado de tal forma que sin planearselo, estaba ahi, delante de ellos, y ofreciendo una salida a su hermana. Si no hubiera dicho esas palabras, Alyra no se hubiera atrevido, pues se cuestionaba demasiadas cosas. Tragó saliva, y le sonrió inocentemente a hombre que aceptaba su propuesta pero con una pregunta compleja de responder.

— ¿segura? ¿Realmente se puede estar seguro de tomar una decisión tan repentina pero que marcará la vida? — contra preguntó, a sabiendas que él se estaba haciendo el mismo cuestionamiento — pero sí, estoy segura dentro de lo que puedo estar, tengo la plena convicción que este momento fue orquestado por los siete, y que usted... es el camino que él desconocido ha trazado para mí... y creo que yo, soy el suyo, y aunque dejemos muchos atrás, incluso nuestro corazón, también creo que si ponemos de nuestra parte, el cariño, la confianza y el amor pueden surgir entre dos personas qué sentido unen por un buen motivo... aunque no sea el amarse, porque... porque... juro que pondré todo de mi parte para que a sea asi, me resisto a la idea de ser infeliz a pesar de las decisiones que nos hacen hacer elecciones dolorosas, pero que nos lleva a no traicionar nuestras convicciones y buscar nuestros anhelos,pues  esté es mi anhelo, poder llevar a está casa a la grandeza y sé que usted me ayudará en esto, y que procuraremos el bien común, pues no debemos a aquellos que dependen de nuestras decisiones, que nos respetaremos, nos cudiaremos, y nos oiremos y que lucharemos codo a codo... por un futuro mejor  — lo miraba a los ojos, los de ella brillaban al hablar de sus aspiraciones, era una fuerza enorme, creía fielmente en lo que decía.

— además, debo honrar lo que esa persona hizo por mí, arriesgando su vida incluso, no me puedo permitir desepcionarlo, no otra vez — era obvio que la joven tenía un alto canon moral, un gran sentido del deber — sin embargo... a pesar de todo lo que hemos dicho, la decisión depende de mi hermana, a ella le prometió primero matrimonio, y ella puede decidir qué hacer, si la reemplazo o no en esto... — ahora miró a Tabitha, de ella dependía todo aquello. 

era su abuelo, y nadie podía decir lo contrario, Alyra lo miraba y asentía, pues las palabras que salían de su boca eran elocuentes, eran verdades, y debía arriesgarse, no debía decepcionarlo, realmente se había arriesgado mucho con todo aquello, así lo miró, debía arreglar el entuerto que había hecho, y sobre todo, tomar el valor, pero cuando su hermana Tabitha anunció que se casaría, aquel valor malentonado de la joven se esfumó, volviéndolo a mirar, como queriendo decir: Lo siento, sin embargo Tabitha tenía más que decir, y la cuarta hija sintió que el desconocido le brindaba la última posibilidad.

— lo intentaré, Tabitha no desea aquello, pero tampoco quiere que Astrid sea a cabeza, la conozco... — se encogió de hombro — mi indecisión ha causado más estragos que si hubiera actuado en su momento... y debo arreglar todo esto, espero que los siete me bendigan — era lo último que podía hacer, después de eso, por lo menos, quedaría libre. La joven tomó la mano del anciano y la besó con el afecto de una nieta para su abuelo, y se acercó  la pareja, ofreciéndoles una salida.   

Si Marvin estuviese solo y desocupado por un momento, Evan se le acercaría y le hablaría.

-Disculpe señor Curton, le pido perdón por no haber hablado antes con usted. A estas horas ya sabrá que la capilla está en perfectas condiciones- hizo una breve pausa, el motivo por el que Marvin habría ido a la capilla era doloroso para el mayordomo - y no pretendo eludir mi falta, pero sabéis que no miento si os digo que está siendo una jornada harto complicada.- Negó con la cabeza - En todo el día no he visto a Ginevra ¿Sabéis dónde está? Haríamos bien en tenerla controlada, bien por lo que pueda hacer o por lo que pueda sufrir. Pues mucho me temo que amaneció con un dolor similar al de las hijas Vaelys.- No podía decirle más por ahora, todo eran conjeturas y aunque el castellano y él no mantenían una relación muy cercana siempre habían sido correctos. Marvin parecía un tipo recto, cabal y en el que confiar, a fin de cuentas era otro miembro del consejo, aunque tampoco sería el primero en despertar sospechas. -Ahora debo partir hacia la capilla, la señora me ha hecho llamar y no quiero hacerla esperar. Si me disculpa- Hizo una inclinación de cabeza para después alejarse.

Dado que el septón parecía instarle a que le siguiera, el caballero tan sólo miró agradecido a su hermano Tyler.

- Gracias. De todos modos parece que Tiziano no está de acuerdo por lo que veo en la mirada de Lady Alyra.

Era una pequeña decepción para la pareja pero quedaba tiempo de sobra para conseguir tal matrimonio. Peor resultaron ser las palabras de Lady Myriah que no aprobaba ningún matrimonio de los posibles en una situación tan delicada como la actual.

- Voy a ayudar a Tiziano. Me parece además que él va a ser el único capaz de parar esta locura.

Miró a ambos, Tyler y Astrid. Tenía la seguridad de que su hermano ya había pensado en ello.

Lady Myriah alzó una mano con gesto claro para indicarles que esperasen. Estaba manteniendo una conversación con bastantes personas dentro de la capilla y ponerse a susurrar le parecería algo de mal gusto delante de todas aquellas personas. 

Alester asintió con la cabeza al escuchar el discurso de Alyra.

- Mi señora, Lady Tabitha no tiene que daros permiso de nada. Ella y yo no estamos comprometidos –respondió Alester, imaginando que a muchos les sería difícil comprenderlo, teniendo en cuenta que habían entrado en la capilla unidos-. Seré vuestro esposo y estoy seguro de que ambos conseguiremos llevar la casa a lo más alto –le aseguró-. No sé si será fácil convencer a vuestro Septón para que nos una, después de lo que ha dicho sobre el amor. Pero por eso no debéis preocuparos –Ahora no había prisa. No tanta, al menos.

- Antes de nada debo hablar con vuestra madre, pues temo que aún no haya recibido cierta información –le dijo, recordando algo que había dicho Lady Tabitha hacía unos minutos cuando intentaron hablar con Lady Vaelys. Tomó de la mano a la joven Alyra, apretándosela para darle seguridad-. ¿Queréis acompañarme? Creo que lo que tengo que decirle lo entenderá mejor si estáis a mi lado.

Por supuesto, daba por hecho que su hermana mayor también estaría presente, a menos que ella se viera con fuerzas para caminar y sostenerse por sí sola.

La joven pestañeó varias veces, y luego levantó una ceja, claro, había entendido todo muy mal, al revés de hecho, realmente le era imposible ser una conspiradora como muchos en las cortes, de hecho, si la hubieran enviado con los Lannister, se la hubieran comido. Se puso roja y tuvo que contener una carcajada de vergüenza por haber sido tan tonta, y sabe metido a Ser Bernard en todo eso al creer que su hermana se casaría con el hombre, realmente había hecho mucho caos por no haber obedecido, no... no fue por eso, fue por ser errática y temerosa, y esta lección la aprendería.

— qué tonta he sido, pensé que se casarían, nunca me hubiera acercado si no hubiera escuchado que Tabitha amaba a otra persona... ahora me doy cuenta que he ocasionado muchos trastornos — se mordió el labio inferior, y miró de reojo al septon, sí, él sería complicado, quizás no aceptaría todo aquello, quizás, la había cuidado e intentado aconsejar, pero Alyra era testaruda y quizás si le faltaba la determinación de Astrid para ser señora pero incluso muchos pensaban que ella sería mejor señora que la primogénita, no por ser menos astuta que Alyra, sino por como consideraban las cosas ambas, tan diametralmente distintas. 

— pero... ¿realmente desea hablar con madre?, dudo que ella quiera hablar, además, ¿qué le dirá?, piense, ella desea que su hija mayor sea la heredera, aunque no quiere a ser Tyler — eso le preocupaba, no sabía porque su madre no le gustaba — de todas formas... temo por usted, dije que sabía quien era que era peligroso para usted estar aquí.... — juntó sus labios, apretando su mano, le gustaba su tacto, mucho — porque es nuestro primo y tomo que la maldición caiga sobre usted, creo que quien esté detrás de esto... mató a mis hermanos y no me extrañaría que cualquier en línea masculina de nuestra familia... corra peligro — tomó una bocanada de aire, pero su gesto cambió de pronto, arrugó el ceño, y llevó sus dedos a su cara, dolía menos, escoraba menos. y aunque no pudiera verlo, notaba que su cara estaba mejor...

— mi.. mi cara, no me molesta tanto — la alegría asomó en su rostro, y tomó ambas manos del hombre — deben ser los siete que nos están bendiciendo, hermana — miró a Tabitha, había emoción en esos ojos castaños — saldremos de esta... lo sé — y ahora quedaba decir aquello, esperar que no los mataran y que lo aceptaran. — bueno... ahora sólo queda... queda comunicarlo — se mordió el labio inferior, estaba nerviosa como nunca antes en su vida. 

Tabitha permaneció en silencio, tratando de asimilar lo que su hermana decía y pedía. - ¿Y si yo estuviese enamorada de Ser Alester, debería cedérselo porque sí? - Pensó para sí. Pero afortunadamente para todos no era así, aunque si sintió una especie de punzada en el pecho viendo como se sucedían las cosas entre ambos. Quizás porque en algún rincón de su mente se había instaurado la idea de que, quizás con el tiempo, si su amado era rechazado...

- Cierto hermana. Es un encanto, pero no es él por quien suspiro. Además, yo sería incapaz de casarme sin amor. Por eso nunca quise hacerlo... - Hasta hoy. - Hubiese dicho algo más en ese momento, pero la intrigaba demasiado saber quien era ese hombre que se había comportado de manera tan cortés y galante con ella. Tardó un rato en averiguarlo de las palabras de su hermana.

- ¿Nuestro primo? ¿El bastardo? - Miré con cierto recelo al hombre, puesto que realmente creía que era Evans aquel primo suyo secreto y que andaba detrás de todo aquello junto a Ginevra. Que no apareciese ninguno de los dos por la capilla, era una muestra de ello para la joven. Miró a su hermana de manera inquisitiva mientras sentía como esta iba tomando las manos de Alester, perdiendo su apoyo físico.

La situación comenzaba a incomodarla, pèro realmente no sentía fuerzas para moverse demasiado y, si las malas noticias se seguían sucediendo, no descartaba terminar de nuevo en el suelo.

— ¿el bastardo? ¿No era ser Colina? Digo, de él nos dijeron que no se cuidáramos  — pregunta ladeando su cabeza sin comprender sus palabras — hermana, tú misma dijiste que era nuestro primo... la verdad no sé cuál línea ahora que lo pienso... pero no importa, si con tal de hacer daño, no dejarán cabos sueltos ¿cierto? — pregunto sujetando el brazo de Tabitha — luego convenceremos a los padres je acepten a tu enamorado — ahora miraba a Alester, cuya mano no había soltado. 

apretó la mano de Alester mientras asaltaba con preguntas a su hermana, un apretón, ligero pero firme, era una señal, quizás la chica si sabía mas de lo que decía y ocultaba tras la inocencia de sus palabras.