Partida Rol por web

Pese a todo lo que estaba ocurriendo alrededor que, pese a que sonase a broma, le quedaba grande - Lady Tabitha seguía demostrando su confianza en él, lo cual iluminaba su rostro de genuina alegría y le hinchaba el pecho, poniendo en tensión las costuras de sus ropajes.

Sus ojos bajaron hasta encontrar a la pequeña Lady Mira. No queriendo intimidarla, se arrodilló para que le pareciese menos imponente y habló lo más bajito que supo - lo cual seguía sonando a un gruñido cazallero pero se notaba su esfuerzo al acordarse de sonreír y medir sus palabras.

- Saludos, Lady Mira, vuestra hermana os aprecia más que nada en erm... Más que todo, ¿sabéis? -aquella mirada risueña y perdida, le recordaba a la inocencia de los "oseznos"* de su gentes- Soy Lord Swann de casa Grizzly, es un honor conoceros -algo debió volcarse en su cabeza cuando abrió sus enormes manos para que Mira las apreciase antes de cerrarlas en puños y añadir - Ah, y soy un gran guerrero y los monstruos me temen, así que si veis algo o alguien que os asuste o moleste me lo señalaréis ¿verdad?

Miró a Lady Tabitha y, por un momento le entró miedo de estar como oso entre la loza, pues aunque nada le haría más ilusión que tener "oseznos" lo cierto es que no tenía mucha idea de cómo tratar con ellos, mucho menos cuando no se podía hacer el animal delante de terceros.

* refiriéndose a los críos

Miró a Oberyn de un modo distinto a como lo había estado haciendo hasta el momento. Parecía que el príncipe había dicho algo que hacís que ahora el mayordomo confiase más en él. Quizás por la amistad que le unía con su señor, quizás porque venía por un tema que estaba por encima de desposar a las damas, o tal vez por ambas cosas. Y aunque realmente no tenía pruebas, tan solo la palabra del príncipe, intuía que el de Dorne era un invitado tan solo de Lord Rhys, en el fondo, en la realidad que le parecía percibir, este hombre no había sido llamado por Lady Myriah.
-No puedo negar que estoy preocupado. Primero por no haber visto a Lord Vaelys desde el desayuno. Temo que haya sido atacado o se encuentre retenido contra su voluntad en algún lugar de la fortaleza. Es imperativo encontrarle.- cogió un poco de aire mientras sus hombros se tensaban de nuevo -Llevo todo el día tratando de descubrir quién está actuando contra las damas. Tengo mis sospechas, aunque, a pesar de mis esfuerzos ninguna prueba concluyente- No detuvo su paso, pero por vez primera se atrevió a mirar directamente a los ojos del príncipe. Algo que quizás el noble podría tomar como una falta de respeto, como un no saber estar en su lugar. Pero Evan era un miembro del consejo y no había llegado hasta ahí por arrastrar los pies cabizbajo, también a su señor le hablaba sinceramente cuando debía ir más allá de simplemente servir.-Debeis saber que entre los invitados hay uno que es familia del maestre. Y aunque el viejo defiende que al colgarse la cadena renunció a su apellido... bueno, no creo que sea tan sencillo cortar con el pasado. Y hablando de pasados, ¿Sabéis algo del de Sloth?-
Oberyn era mayor que él, los años y su posición social sin duda le habrían otorgado unos conocimientos con los que Evan no podía ni soñar. Las leyendas contaban que la fortaleza se había erigido alrededor del jorobado, pero sin duda aquello era, o parecía, imposible.
Aguardó la respuesta del Martell y cuando éste terminó de hablar le soltó otro interrogante, lo hizo directamente, sin rodeos, como quien hace rato que desea soltar un gran peso, aunque para Evan en realidad pudiese suponer cargar con él.
-¿Qué opináis de lady Myriah?-

El anciano escuchó las palabras de la hija de Lord Rhys y tomó sus manos con ternura - No hay duda que es un hombre afortunado. Si lo amas, ya tienes mi bendición, así sea devoto de los dioses del norte los casaré si tú estas convencida de hacerlo, los Siete ya te bendicen- le dedicó una sonrisa - La ceremonia de Fiona se hará en el jardín, a medianoche, estoy seguro que estarás. Pero no se a que hora será la boda, la demoraré cuanto pueda pero deben estar los dos aquí para que los case- dijo, incitándola a que se apurase a hablar con su madre y enviase por él cuanto antes. Luego soltó su mano y dejó que siguiera su camino, atento a las palabras de Ser Bernard.

Sonrió con dulzura y nostalgia a su hermana. La recordaba contándole cuentos, compartiendo momentos que se atesoran para siempre. Y ahora un mal endemoniado la perseguía y la azotaba, sin respetar en absoluto su corazón.

Había dicho que estaba enamorada. ¿Quién sería el afortunado? Tenía curiosidad pero desde luego no se lo preguntaría, no delante de tanta gente, pues fácilmente pudiese llegar el nombre a oídos ajenos.

Hizo una gentil reverencia a Lord Swann. Si Tabitha confiaba en él, también lo haría ella.

-El ho ho-nor es mmmí-o -respondió con dulzura a su presentación. Abrió los ojos como platos al escuchar que los monstruos le temían!

Entonces, él puede enfrentarlos!

Si Mira conseguía seguir la pista de una bestia mágica maligna... Lord Swann acabaría con ella! Era complicado, pues eran invisibles y si pronunciaba su nombre... entrarían en el mundo de los hombres. Aún así eso era una buena noticia. Había esperanza!

Tal vez podrían ir entonces a buscar a su padre! Pero entonces cayó en algo que no había pensado hasta ese momento.

-Pe pe pe pero si él me prote-ge a mmí -hizo una pequeña pausa para respirar- quién te pr prote-ger-á a ti, herma-na?

Le miró bastante angustiada, no quería que nada malo le ocurriese y no podría perdonarse que fuese por separarla de alguien en quién confiaba. Si Tabitha no quería que Mira estuviese sola, ¿cómo iba ella a permitir lo mismo para con su hermana?

-Te acom acom acompa-ña-ré -asintió convencida.

Tabitha miró a su hermana pequeña con dulzura cuando escuchó sus palabras. - No te preocupes. - Dijo con una sonrisa. - Los guardias velarán por mí. - Procuró que aquella sonrisa fuese lo más tranquilizadora posible para su hermana. Dudaba que la ocurriese peor en la Fortaleza que aquella maldición, pero sabía que tampoco se podía fíar.

- Además, el septón quiere que hablemos con madre... y yo no estaré presente puesto que me voy ya mismo. - Explicó a su hermana. - No tengo ni un minuto que perder y de verdad quiero que conozcáis todos a quien me ha robado el corazón... - Y las mazmorras no son un sitio agradable de visitar para una niña como tú. - Pensó Tabitha para sí, pero necesitaba un argumento mejor para hacer que Mira se quedase allí con los demás. Estaría más segura en aquel lugar.

- Y necesitaré a alguien que escuche bien lo que madre tiene que decir para que luego me lo cuente. - La explicó ofreciéndola ser su pequeña espía. - Yo no tardaré, se exactamente donde está mi amado.

- Ser Swann, os veré más tarde. - Dijo al hombre mientras guiñaba un ojo a su hermana. Esperaba que eso la hubiese convencido para quedarse allí, donde realmente la resultaría también de gran utilidad precisamente para escuchar las palabras de madre.

Lord Grizzly irradiaba felicidad ante las palabras de ambas hijas Vaelys pero no dijo nada, aquella despedida era entre Lady Tabitha y Lady Mira, él tan sólo asintió.

Bajó los hombros suspirando con resignación adivinando cómo seguiría la conversación, mas si su hermana prefería que ella se quedase le obedecería, pues no deseaba ser un motivo más de preocupación.

Sus ojos centellearon cuando mencionó que deseaba presentarles a aquel que le había robado el corazón. Mira sonrió y unió sus manos sobre el pecho mientras una sincera sonrisa se dibujaba en su rostro y se movía haciendo girar ligeramente su vestido hacia un y otro lado, como quien espera feliz algo bueno que está a punto de ocurrir.

Además Tabitha necesitaba que le explicase lo que madre tuviese que decir. No querría la pequeña que se desatase otra discusión entre ambas, así que atendería bien para que su hermana no tuviese problemas.

-Dea cuer-do -asintió-. Ve con cui cui-da-do -suplicó y besó su mano para desearle toda la suerte del mundo.

— siento... siento todo lo que pasó, ser Alester, madre... pero algo debo decir, por favor, si es verdad lo de padre, por todos los dioses que no sea así, nadie, absolutamente nadie, puede saberlo, porque si se hace público, ninguno heredará, ni las hijas, ni los primos, nadie,... todo pasará a Ser Colina, el testamento es así de claro, demasiado claro... ser Alester, si la herencia está decidida, madre y todas nosotras estaremos en la pobreza y a merced de Ser Ser Edric Colina, porque si nadie se casa antes de la muerte de mi padre, todo pasará al hijo bastardo de mi tío — tragó saliva y miró a su mamá, no sabía si alguien había sido tan clara con el hombre que ahora sabían que era justamente uno de los primos, así que a pesar de no saber qué le había dicho su madre a Alester o él a ella, algo debía intentar, un poco más.

— madre, si ser Alester está dispuesto a casarse conmigo, yo lo escojo como marido, ya dije, creo que con él puedo hacer todo lo que manifesté y más, además de no dejarlas solas, el septon Tiziano ya dijo que no necesitaba más muestras de amor que las ya hechas y todos han sido testigos, pues el amor no sólo es el de pareja, sino el que nos une a aquellos con los que tenemos lazos — llevó su mano a su pecho y esperó la decisión de ambos, el hombre tendría que salir antes de empeorar las cosas por eso Ayra lo había tomado del brazo para alejarse de ahí antes de que los guardias se lo llevaran. Quizás creería en las sinceras palabras y la petición de Alyra quién depositaba todo en aquella petición que uniría a las familias y creía que arreglaría todo el mal en la casa Vaelys.  

Los ojos de Tabitha brillaron con ilusión y esperanza al escuchar las palabras del Septón. Luego miró hacia su madre. Hablar con ella. ¿Para qué? Traía las peores noticias que podía dar a la familia y no quiso escucharla. De hecho se las dijo e ignoró por completo sus palabras. - No hay tiempo para charlas vacías y huecas. Sabemos a quien quiere casar madre y a quien no y debo darme prisa si queremos que todo salga bien.

En cuanto a la norma de su madre de tener dos testigos de su amor, a Tabitha poco la importaba eso ya. Ambas sabían quien mandaba en la Fortaleza y, o bien su madre cedía o estaban condenadas al destierro.

Tabitha miró a su madre y luego a Mira. - Y necesito que hagas algo más. Dila a madre que todo lo que hago es por nosotras. El tiempo no es nuestro amigo. Ella lo entenderá. - Besó nuevamente la frente de su hermana pequeña y sonrió a Swann antes de ir a hablar con el Septón y marcharse de allí.

No es momento de hablar nada. Dijo contestando a su hija y a Alester. Pero no creo que casarte con un desconocido sea la mejor opción. Y menos alguien que dice ser el verdadero heredero de la casa. Le dijo a su hija aunque le estuviese oyendo Alester.

-No os preocupéis por Lord Vaelys, maese Ross -le pidió el príncipe dorniense al mayordomo, mientras ya llegaban a la capilla-. Cuando me hallaba con Lady Tabitha hace unos minutos en el recibidor, un grupo de soldados la informaron de que Lord Rhys se hallaba de vuelta en sus aposentos, a pesar de su estado de salud.

Sonrió al escuchar que, al igual que él, Ross había estado buscando a los responsables del estado de las muchachas Vaelys. E incluso era probable que sus sospechosos resultaran ser los mismos.

-Os referís a Alester Marbrand -afirmó la Víbora Roja, en tono severo-. El familiar del maestre, me refiero. No llegó a confirmármelo, pero es evidente que el afecto de Marbrand por el anciano. Aunque no estoy del todo seguro de si son los hombres a los que buscáis. Con respecto a Sloth, es un misterio incluso para mí. Estaba aquí cuando Lord Rhys era niño y, por lo que tengo entendido, puede que incluso tenga más de doscientos años. -Se rió ante la improbabilidad de que aquella historia pudiera siquiera ser cierta-. Siempre he pensado que podría haber habido incluso varios Sloths, como un manto que pasase de generación en generación, como un actor de teatro bajo muchas capas de maquillaje representando su papel. La otra opción, por supuesto, es que se trate un hechicero, opción que valoraría si no fuera porque no creo en la magia.

-Con respecto a Lady Myriah -miró a Evan, buscando escrutar el porqué de su pregunta-, intuyo que me odia, aunque nunca nunca revelará los motivos reales de su desdén hacia mí. De saberse, serían detalles que no harían sino hundir aún más el buen nombre de la Casa Vaelys, y tampoco yo los revelaría. En cuanto a qué pienso sobre ella, corren muchos rumores en la fortaleza y, por lo que me han comentado algunos de los invitados, se la vincula con uno de los sirvientes de mayor edad, aunque nada de lo que he visto u oído confirma que estos rumores sean ciertos.

Se quedó pensativo tras sus respuestas. No eran las habladurías sobre los encamamientos de Lady Myriah lo que habían provocado que frunciese levemente el ceño, si no la loca idea de que Sloth fuese un hechicero. Miró de nuevo con determinación a Oberyn y asintió.
-Así es, ser Marbrand es sobrino del maestre. Había sospechado del anciano, y no es que ya no lo haga, pero hay más actores y quizás de más peso. Creí que el causante de los males de las damas sería el maestre, pues ¿Quién si no él podría preparar un veneno así?. Sin embargo... ¿Y si realmente fuese mágia? O pretendiese parecerlo. Sloth, él conoce mejor que nadie la fortaleza y recientemente he sabido de que existen pasadizos secretos. Al menos uno llega hasta la torre del Fénix, pero no se desde donde sale.- le miró como si con aquello el príncipe hubiese de ser capaz de unir algunas piezas - La señora es una mujer fuerte, la vida la ha golpeado y templado como una espada. No siempre comprendemos sus gestos, aunque temo que sean en parte causa del peso de estar al frente de la casa, más ahora con Lord Vaelys enfermo- No sabía si debía seguir hablando, pero creía que Oberyn podría ser un aliado importante en esta lucha y unidos avanzarían más rápido. Aunque tampoco hacía falta ser un necio, claro está, la intuición no lo es todo y antes de confiar ciegamente en él necesitaba ver con más claridad que no se equivocaba.
-¿Habéis visto a Lady Ginebra?- preguntó volviendo a reflejar aquella expresión que parecía indicar que había mucho más tras aquella cuestión pronunciada.

Tras las duras palabras de Alester el mayordomo susurró algo a su señora. Como miembro del consejo de Lord Rhys se tomó la libertad de hacer las veces de consejero de lady Myriah.
-Mi señora, manteneos fuerte. Nadie ha encontrado en cuerpo inerte de vuestro esposo, de otro modo ya estaría aquí. Tan solo tiene su palabra, y sin nada que les de soporte real no tenemos porque creerla. -
Le habría gustado decirle que no estaba sola, aunque recordó cómo ella había sentido que él le había fallado momentos antes, así que decidió callar.

-Hay muchas intrigas y demasiados actores implicados en esta gran conspiración -asintió el dorniense, pensativo-. Si Marbrand forma parte de estas traiciones a Lord Rhys, tal vez esté aliado con el maestre. Pero, por otra parte, me da la ligera sensación de que Caelus no ha podido ser quien preparó el veneno. Por su oficio, todas las sospechas se dirigirían hacia él.

-No puede tratarse de magia. La magia, como tal, no existe. Pero da la sensación de que alguien está pretendiendo orquestar un espectáculo que gira en torno a la supuesta maldición de Lady Catalina: veneno, títeres asomando desde las ventanas, todo lo que ha sucedido tiene una explicación racional. -Oberyn sonrió al escuchar a Evan mencionar a Sloth-. Habláis con verdad, maese Ross, y creo poder ayudaros. Los pasadizos secretos existen y, si no me equivoco, una de sus entradas puede activarse desde la Capilla, al frotar la espada de la estatua del Guerrero. Creo que Sloth podría ser uno de quienes utiliza estos pasadizos. Habéis sugerido una alianza entre Marbrand y el maestre, pero, ¿habéis pensado que tal vez la alianza sea entre Marbrand y el jorobado?

Ante la pregunta final de Evan Ross, el rostro del príncipe se ensombreció, pensando en uno de los últimos rumores que había escuchado sobre la joven.

-No la he visto en todo el día. He escuchado de todo sobre ella. Desde que se halla convaleciente, al igual que las hijas Vaelys, hasta que trama derrocar a la Casa Vaelys con la ayuda de Viserys Targayren y Ser Mordred Rowain. -La Víbora Roja de Dorne se rió, divertido-. Personalmente, no doy crédito a este último rumor, aunque no me ha pasado desapercibido que Lady Tabitha no parece tener a su prima en mucha estima.

Dio dos tironcitos a la camisa de Evan para llamar su atención. Le costaba hablar pues aquella impactante noticia la había destrozado. Sería el instinto tal vez lo que animó a la pequeña a dejar una puerta abierta a la posibilidad de que aquello no fuese cierto, así que hizo un gran esfuerzo para comunicar lo que le inquietaba.

-Ha ha habéis vis-to a padddre? -preguntó suplicante.

Evan se puso a su altura, Mira así podría mirarle de frente, directamente a sus ojos azules llenos de algún tipo de temor, aunque también de valor, pues estaba dispuesto a luchar por ellas. 

-No mi señora- Hubo de reconocer con disgusto. Las órdenes de Lady Myriah le habían impedido emprender todavía la búsqueda - pero partiré ahora mismo a por él. Las últimas noticias que tengo de vuestro padre es que estaba descansando en su dormitorio- Y así era, entonces ¿porqué Oberyn ahora corroboraba su muerte? Algo no encajaba, en algún momento había mentido o había pretendido engañar mediante la confusión y la interpretación que puede darse a las palabras. 

Tras intercambiar unas palabras con la pequeña de sus hijas Evan se incorporó de nuevo y habló en un susurro a su señora.

-Disculpe mi señora. Ruego me permita acudir al dormitorio de Lord Rhys, las últimas noticias que tengo del señor es que está allí descansando. Creo imperativo encontrarle cuanto antes, pues se desea demasiado su muerte y temo que mientras los nobles discuten aquí, alguien lo busca para hacer realidad ese rumor. Podríamos ir Kyle y yo a buscarle, haremos lo necesario por salvar su vida- 

Por su mirada se notaba que hablaba muy en serio, pues no era ningún secreto la admiración y aprecio que sentía por Lord Rhys. Lady Myriah sabía que necesitaba tan solo una palabra, un gesto de su cabeza y él saldría sin más dilaciones a por su esposo.

Habiéndose situado ambos cerca de la estatua de la doncella, Bernard tenía de nuevo próxima a la dama. Ya los últimos cruces de palabras cambiaron su la expresión del semblante de ella y algo había cambiado también en su mirada. Aquello le hacía sentir francamente mal al Risefeller. Myriah había hablado cuando no debía, no sólo informando sobre Evan, sino además aludiendo a un amor por la hermana mayor, que él había aparcado de su corazón. Todo había comenzado a hundirse alrededor del caballero, por un momento había rozado su sueño y luego Alester y Myriah habían hablado de más, afectándole aquello quizás más que a nadie.

Alyra había tomado de nuevo su espada, pero tras ello su mirada seguía fría, quizás encerrada en sí misma. Quería que le tuviera en cuenta, y sólo había una forma de lograrlo. Algo difícil, de consecuencias trágicas, pero él debía de hacer lo que fuera necesario.

- Milady, lo que dijo vuestra madre no es cierto. Yo sentí algo por Astrid en el pasado, pero ya no. Ahora, sólo siento algo por vos.

Miró a sus ojos deseando que ella pudiera a comprenderlo. No podía darlo por hecho, ni mucho menos. Dispuesto a arriesgarlo ya todo, fue un paso más allá.

- Os lo demostraré, le disputaré la primera boda. Me negaré a testificar por ellos, y si vos queréis, con un sólo testigo podremos casarnos. Ella no es importante para mi.

Quería ser rotundo, era la última oportunidad. Si Alester había fallado, todavía él podía conseguir su mano.

- Quiero que seáis feliz y seáis una gran dama. Os lo dije y lo reafirmo ahora.

Escuchar que las últimas noticias sobre su padre le hacían descansando en su habitación le aliviaron considerablemente. Le extrañaba que Lord Rhys se hallase en sus aposentos, pues la pequeña tenía la sensación de que no sería fácil encontrarle, pero si existía la posibilidad de que su padre estuviese vivo, por más ínfima e improbable que fuese, Mira se aferraría a ella como un clavo ardiendo.

Pensaba ahora que no debía creer a Alester Marbrand, pues por lo que había visto, mentía acerca de quién era su tío. Se arrepentía ahora de no haber cogido lo que halló en la habitación del Maestre.

Susurró con mucha cautela algo más a Evan:

-Vís-teis dos dos dos cartas en la habita-ta-ción del M-m-maes-tre? Ahora me arrrrepien-to de no haberlas co co-gido -se lamentó. En un primer momento la pequeña Vaelys había querido pasar desapercibida, pero ahora su familia estaba en una posición delicada y sin pruebas, nada se podría demostrar.

-Yo tam-bién iré con vos a a buscar a mi p-p-pa-dre -anunció sin intención de conformarse con una negativa.

Luego miró un momento alrededor y preguntó algo antes de que se le olvidase la composición de esa larga palabra.

-Qué es un frrra-ti-ti-ci-da?