Partida Rol por web

Al menos los soldados le habían permitido pasar sin problemas. Suspiró profundamente y pasó intentando hacer el menor ruido posible por enfrente el dormitorio de Marvin Curton; Ignoraba si estaba en su interior y era algo que no deseaba comprobar. 

Así que tomando aire llenándose los pulmones y soltándolo lentamente, miró de nuevo alrededor y con los nudillos de su mano derecha llamó a la puerta. Solo tres golpes. 

Esperó, acariciándose segundo la barriga con la mano izquierda, antes de dejarla a su lado. Impaciente. 

Miró de nuevo alrededor. 

¡Un momento!

La voz de Viserys se escuchó al otro lado de la puerta. Tardó unos segundos más de lo habitual en abrir la puerta, pero ahí estaba. Tan espectacular como el primer día que lo había visto. Tenía el pelo húmedo y brillante, daba la sensación de que acabara de terminar de darse una ducha. Cuando se encontró con Tabitha su rostro cambió. Parecía de sorpresa y miró hacia un lado como tratando de evitar su mirada. Instantes después se retiró y se sentó en la cama. Aquel gesto parecía darle permiso para entrar. Sentado, con las manos apoyadas en las rodillas la miró directamente a los ojos. Hola. Le dijo. Perdona que no pudiera pasar a verte. 

Se puso más nerviosa esperando, pero si no dijo quien era, era simplemente porque no quería que oídos indiscretas, si los había, la escucharan. 

Viserys abrió la puerta y su reacción fue... ¿Inesperada? Aquel movimiento de evitar su mirada no le gustó. Tampoco el hecho que la invitara a pasar sin ninguna señal de su interés por ella, ninguna caricia, ninguna mirada cómplice.

Tabitha se obligó a mantener la calma y pasó, cerrando la puerta tras ella. No lo estaba mirando cuando se disculpó. Y le costó un poco hacerse a la idea de lo que estaba pasando... Podía ser ingenua, pero no era idiota. Y ahora no iba a ponerse en plan mujer despechada desesperada porque eso no iba con ella, y tampoco iba a arrepentirse de haber tenido algo con Viserys, pero las cosas cambiarían drásticamente si él no se mostraba interesado en ello, pero eso la desconcertaba... Él estaba allí por su cuervo, ¿no?

Negó para sí con la cabeza y evitó llevarse las manos a la barriga, un gesto que debía evitar hacer muy a menudo. Se las cogió entre ellas y las estrechó con fuerza. 

Me molestó más que te fueras sin decir nada -respondió en un tono tan tranquilo como pudo, de pie junto a la puerta, y con la voz un poco temblorosa-. Pero ahora me importa más saber si has vuelto por el cuervo que yo te mandé, o algún otro motivo. 

Porque vale que había sido con su consentimiento, pero él la había preñado... Si él iba a escapar de su responsabilidad con excusas baratas prefería saberlo desde un principio y buscarse una alternativa.

Viserys alzó una ceja sorprendido por lo que acababa de escuchar de la hija segunda de Lord Rhys. No dijo nada, simplemente se giró y movió la cortina para mirar a través de la ventana. Seguía lloviendo, y de vez en cuando, un relámpago iluminaba el patio de armas. ¿Qué estaba pasando? Pensó mientras observaba lo que estaba ocurriendo. Algo ha pasado, dijo sin la intención de cambiar de tema pero es que así era. El manco ése que tenéis por empleado, dijo refiriéndose a Jhon, se ha reunido con dos soldados en el patio. Con la que está cayendo. ¿No te parece muy raro? ¿Crees que habrá pasado algo?

Luego sintió como si le estuviera cambiando de tema a la que anteriormente había sido su amante. Me tuve que ir. Dijo secamente. La cosa se complicó y tu padre contactó con Ser Oberyn Martell para sacarme del continente. Pero no, no he regresado por tu cuervo. ¡Yo no recibí ninguno! Al menos no por tu parte. ¿Por qué? ¿Qué querías decirme? Dijo analizándola de arriba abajo sin saber a qué se debía el cuervo. Luego no pudo volver a mirar por la ventana. Quería saber qué es lo que estaba pasando.

Arrugó el ceño de nuevo, hinchó las paletas de la nariz y se contuvo antes de empezar a gritar y tirarle la silla que tenía al lado encima. Al final, hasta funcionaban los ejercicios de su madre para ser una dama "Respira, cuenta hasta diez, y no estalles... Las damas nunca gritan ni estallan". 

¿Y qué le importaba el patio y lo que estuviera pasando en él? Pero sí, movida por la curiosidad, no pudo evitar ir a espiar de qué hablaba el Targaryen. 

Pues sí que es raro -no era raro que John Kalhan estuviera hablando con soldados, al fin y al cabo era el antiguo maestro de armas, pero precisamente eso era lo que hacía raro que estuvieran hablando con toda la lluvia, ¿no podían hacerlo en el interior del castillo? ¿Por qué? ¿Qué decían que no querían que se escuchara? Percatándose que ya se estaba poniendo paranoica, carraspeó y decidió dejar aquel tema para más adelante... Esperaba que no estuvieran planeando una carnicería para el banquete. No, eso sería imposible. 

Y de pronto, cuando Viserys dijo que no había recibido el cuervo... En primer lugar, se sintió profundamente aliviada, bueno, su actitud no venía dada por lo que a ella "le pasaba". Pero claro, si él no había recibido el cuervo... ¿Quién lo había recibido? Si alguien más sabía que estaba en cinta del Targaryen legítimo heredero al Trono de Hierro... Las cosas podían complicarse.

Visiblemente nerviosa se apartó de la ventana y caminó por la habitación. 

Podía ocultárselo, ver para qué estaba allí, por qué había vuelto, qué le pasaba... Estaba claro que Viserys estaba en constante peligro simplemente por ser quien era. Pero no, ella confiaba en él, le daba rabia que se hubiera ido sin avisar y también que no le hubiese dicho nada en aquellos días que había vuelto, también sin avisar. Pero ahora estaba allí, lo había echado de menos y tenía algo muy importante que decirle: 

Estoy embarazada de ti, Viserys. 

Directa como un puñetazo en el ojo, en su línea.

Viserys se giró al escuchar a Tabitha, dejó de mirar por la ventana y miró a la mujer con la que había yacido. ¿Qué? Dijo muy sorprendido. Aquella noticia no se la esperaba. Viserys tenía un heredero. Tabitha iba a ser la madre de su hijo. Pero iba a ser un bastardo. ¡No puedo créermelo! ¿Estás segura? Dijo con dudas. ¿Cómo sabes qué es mío? Aquella pregunta solo podía insinuar una cosa, pero Viserys no era capaz de comprender lo que estaba diciendo o lo que estaba pasando.

De pronto se dirigió a toda velocidad hacia Tabitha, con una sonrisa de oreja a oreja y se colocó de rodillas. Besó la tripa de la mujer que tenía delante y la abrazó. ¡Oh! ¡Tenemos un pequeño Targaryen! No puedo créermelo. Y entonces alzó la mirada para cruzarla con la madre de su hijo. Pero... tenemos un problema, Tabitha. Si no nos casamos, éste niño será un bastardo. ¿No lo entiendes? Él será el legítimo heredero del trono, no ese Usurpador. Tú podrías ser mi reina y juntos reinar sobre los siete reinos. No pensaba que ya fuera a ser posible. Pero esto lo cambia todo. ¿Comprendes? ¡Lo cambia todo! Dijo con un rostro de alegría intensa. ¡Hay que casarse! ¡Tienes que hablar con Lord Rhys y con el septón Tiziano! Mañana, durante la fiesta. Tenemos que casarnos. Habla con tus padres, díselo. Están deseando casaros a una de vosotras. ¡No debería impedirnoslo!

¿Como que cómo sabía que era suyo? ¿La estaba tomando por...? Pero no. Puede que solo fuera una pregunta absurda porque no se podía creer lo que ella no se había podido creer hacía unas semanas, cuando se había dado cuenta de la realidad de la situación. 

Solo he estado contigo, Viserys -le recordó en un tono más dulce que estricto, respondiendo así a su pregunta. 

Cuando se movió para quedar arrodillado, las mejilla de Tabitha aumentaron de temperatura hasta acabar ardiendo, y su garganta secándose. No pudo evitar esbozar una tonta sonrisa y soltar una nerviosa carcajada cuando la besó. Y luego él se aceleraba, la miraba y hablaba del casamiento, y de hablarlo con sus padres, y de la herencia y de ser reyes, y de... Complicarlo todo. 

Empatizaba con él, entendía su ímpetu, claro que lo hacía, pero no podían ser tan directos... Ella no lo veía tan fácil, ni sencillo. 

Espera, espera... -se arrodilló junto a él, mirándolo a los ojos- Si alguien se entera de esto... -ella también puso la mano en su barriga- Estaremos en peligro, el Rey Robert no va a permitir que sigamos adelante, tenemos que ser más sutiles y también más directos. Y no recibiste el cuervo en que te lo anunciaba, puede que alguien más ya lo sepa... 

Estaba asustada, y además, había otro asunto. Se mordió el labio inferior y lo miró. 

Además, han cambiado las condiciones del testamento de mi padre: la primera que se case lo hereda todo.

Lo cual todo lo hacía mucho más genial, si realmente se casaban, pero también era mucho más peligroso. Viserys no solo tendría el heredero, sino también todas las riquezas de los Vaelys. 

Y sin embargo, no era solo eso lo que quería saber, aunque claro, quizás tuvo que hacer aquella pregunta antes de decirle que llevaba en su vientre un heredero Targaryen. 

¿También querrías casarte conmigo aunque no estuviera embarazada? -preguntó mostrando inseguridad, pero él se había ido sin avisar, y había vuelto sin avisar... y ahora puede que solo quisiera casarse con ella por eso, y quería saberlo, podía soportarlo... O eso creía.

¿Qué? Dijo alterado Viserys. ¿Qué has hecho qué? ¿Me mandaste un cuervo contándole a alguien nuestra relación? ¿Nuestro encuentro? ¿Avisaste a alguien y le contaste que estás embarazada de mi? ¡Estás loca! Dijo poniéndose nervioso, volviendo a ponerse en pie y después mirando por la ventana de nuevo para analizar lo que estaba pasando allá abajo.

De nuevo se giró. Eso lo complica todo. ¿Qué decías en esa carta? ¿Y quién más lo sabe? ¿Se lo has contado a alguien más? Tú no sabes usar a los cuervos. Y entonces se acordó de quién lo hacía en la Fortaleza de Sangre. ¿Se lo has contado al maestre? ¿Él lo sabe?

La última pregunta lo desplomó por completo. ¿Casarse por amor? ¿Estaba hablando en serio? Viserys volvió a apartarle la mirada. Era un tema bastante peliagudo para hablarlo de una forma tan directa. No supo qué decir. Tampoco supo donde meterse o esconderse. ¿Y tú? ¿Te casarías conmigo? ¿Acaso confías en mi? 

Y de pronto la magia se rompió en mil pedazos. Como un jarrón que se cae al suelo y sus trozos se esparcen por mil sitios, y medio año después todavía estás recuperando trozos... El jarrón era la magia y el golpe que lo empujaba el puñetazo de realidad que le estampó Viserys.

Aunque tardó unos segundos, Tabitha se levantó también, sintiendo que él la estaba poniendo nerviosa, sus manos se frotaban entre sí casi haciéndose daño. 

No. No se lo he contado a nadie -al menos de eso sí estaba segura, ni siquiera se lo había contado a su madre, ¡ni a Lenia! con la que nunca antes había tenido secretos-. Pero tú no estabas, y no sabía cuando volverías, así que te mandé un cuervo contándotelo... Tampoco se lo dije al maestre, pero fue él el que mandó el cuervo -pero aquel cuervo lo mandó hacía semanas, de haberse enterado su padre, o alguien del castillo, ella lo sabría. O en el peor de los casos, Viserys estaría muerto... Lo que es seguro, es que no estaría allí.

No respondió a su pregunta y si "quién calla otorga" en este caso era totalmente diferente. Eso también fue otro puñetazo de realidad. Primero, por lo que representaba, segundo por lo que él pensaba de ella. 

Por supuesto -redondeó para responder a todas sus preguntas-. ¿Crees que me acuesto con cualquiera? -le espetó con dureza y de forma tajante.

Estaba a la defensiva, clavándole cientos de cuchillos con los ojos y llegando a la conclusión que haber ido hasta allí había sido un error. 

Viserys negó repetidamente con la cabeza tras las palabras de Tabitha. Se colocó su largo pelo platino detrás de las orejas, se lo había movido tanto de un lugar a otro que ahora sentía que lo tenía por toda la cara. No le gustó saber que el maestre podría saberlo.

Está bien que confíes en la gente, pero estoy casi seguro de que el maestre sabrá el contenido de la carta. ¿Confías en él? ¿Crees que te sería suficientemente fiel como para que no le haya contado nada a nadie? ¿Crees que no habría abierto el mensaje antes de enviarlo y habría leído el contenido de tus palabras? Viserys estaba muy nervioso. Y su estado de ánimo cambiaba repetidamente. 

Y entonces, al escuchar que verdaderamente se casaría con él. Y que confiaba plenamente en él. Se acercó a toda velocidad, le agarró por las mejillas y le plantó un beso en toda la boca. Se fundió en un intenso y profundo beso. Estaba nervioso, pero la declaración de amor le había abierto el corazón.

Está bien. Dijo al separarse. No sé si antes de saber que estabas embarazada me habría casado o no contigo, no puedo engañarte, pues no sabría lo que habría pasado antes. Es cierto que tampoco hemos estado demasiado tiempo juntos y que tampoco ha dado tiempo a conocernos más. Pero eso ya da igual. Es importante casarnos antes de que se te note, antes de que nadie se de cuenta. Aunque es posible que alguien lo sepa, parece que han mantenido el secreto ¿verdad?

Tenemos que andar con cuidado. Nuestro hijo es lo más importante ahora mismo. Y tenemos que pensar en él. 

¿Qué podemos hacer?

¿Confiar en el maestre? Buena pregunta: no lo sabía. Últimamente pasaban cosas raras en la familia Vaelys; desde hacía tiempo, en realidad. Las muertes de sus hermanos, ahora su padre enfermo... Todos tenían un foco en común: el maestre Caelus y sus supuestos conocimientos de botánica. Pero hablar de esto abiertamente podía suscitar sospechas hacia sí misma, y no era algo que le interesara ahora mismo. 

No. No confío en él -respondió finalmente a la pregunta de Viserys-. Pero si lo sabe, no se lo ha dicho a nadie, o a nadie que pueda hacer algo... No lo sé. ¿Por qué has vuelto? Puede que te hayan tendido una trampa... -pero no tenía sentido, antes le hubiera hecho beber algunas hierbas para provocar que perdiera el niño sin que ella lo supiera. 

Lo que no se esperaba era que él se acercara a ella y de pronto la besara. Se quedó sin respiración, cerró los ojos y disfrutó al fin de aquel beso que hicieron que sus piernas flaquearan. Al separarse lo miró como una tonta enamorada, y le costó unos segundos recomponerse y reaccionar. Carraspeó y se recolocó el pelo en la cara. 

Puedo hablar con mi madre, ella nos protegerá y hará de intermediaria con mi padre y e septón -se mordió el labio inferior-. O podemos casarnos en secreto -aunque no sabía si el testamento se pronunciaba al respeto y la verdad es que no era algo que le hiciera especial ilusión. No quería casarse, pero si tenía que hacerlo, sí quería que fuese una gran boda. 

Viserys ya no contestó a las preguntas de Tabitha. Mierda. Gritó al ver lo que estaba viendo por la ventana. Ese tullido que tenéis por ayudante de mayordomo se ha juntado con dos soldados y dos arqueros y se dirigen hacia esta torre. ¡Tienes razón! ¡Debe de tratarse de una trampa! Le instó a su futura mujer. Mierda, Tabitha, ¿qué va a pasar si nos descubren aquí a los dos juntos? Viserys se estaba poniendo muy nervioso y no sabía qué hacer. Y entonces se arrodilló ante la cama, parecía que fuera a ponerse a rezar a los siete dioses y entonces sacó una espada de debajo del colchón. Confío en ti. Dijo entregándole la espada.  Tengo entendido que sabías usarla, ¿verdad? Pues será mejor que te la lleves y que la escondas. No dejes que nadie la descubra. Ya te lo explicaré luego. ¡Ahora márchate! ¡Por tu bien y el de nuestro bebé, será mejor que no nos descubran aquí juntos! ¡Rápido!

Dio un respingo ante su repentino grito. Estos cambios de humor la estaban poniendo un poco nerviosa. 

¿Qué? ¿Estás seguro? -preguntó sorprendida, dirigiéndose a la ventana, pero él la interrumpía dándole una espada, haciendo que lo miraba como si se hubiera vuelto totalmente loco. Sí, sabía usarla, pero contra unos soldados y unos arqueros iba a ser un suicidio. 

Le costó entender lo que estaba diciendo, que se fuera y que escondiera la espada. Lo miró a él y tragó saliva forzosamente, no había momentos para ponerse tonta o para besarse, ni siquiera para despedirse. No entendía tampoco qué tenía de tan importante aquella espada, pero Tabitha arqueó las cejas, asintió con la cabeza y corrió a la puerta. 

Ve con cuidado, por favor -fue lo único que dijo saliendo de la torre y dirigiéndose hacia las escaleras, ocultando la espada en el interior de sus largas faldas, sujeta al corsé.

En cuanto Tabitha se marchó con la espada, Viserys pudo respirar mucho más tranquilo. Sabía lo que iba a suceder, así que, no dudó en quitarse rápidamente la ropa y ponerse algo más cómodo. Segundos después se metió en la cama confiando en que Tabitha pudiera escapar.

John hizo un gesto para que los soldados y arqueros quedaran tras suya. Avanzo un par de pasos y toco la puerta con el puño, con toda la cortesía y buenos modales que contaba. Era consciente de que aquel era el dormitorio de una rata rastrera que había coaccionado a su señor, poniéndole en una situación difícil.
Sabia también que Lord Rhys no era un cobarde y solo había aceptado sus sucias condiciones por su estado de salud. De haber muerto entonces el destino de su casa y sus hijas habría sido tenebroso como un abismo insondable.

Espero la voz que le diera paso, erguido y concentrado.

John resoplo. Podía estar dormido o haber escapado, o tal vez hubiera encontrado una muerte repentina que no produciría ningún lamento entre esos muros.
Antes de sacar cualquier conclusión o aventurarse a abrir la puerta por malos modos decidió dar otra oportunidad a la cortesía. Sus nudillos tocaron la puerta, esta vez con golpes mas secos y decididos.
- Señor, traigo un comunicado de Lord Rhys, le ruego que habrá la puerta.- Dijo manteniendo las formas. -Es urgente.