Partida Rol por web

La capilla del septo de los dioses se hallaba en la Torre de los Cuervos de la fortaleza de Sangre. Estaba situada en la primera planta y en ella había una gran capilla con la estatua de El Guerrero. Tenía un pequeño altar con unos bancos de marfil para sentarse frente a él. Detrás del altar estaba la figura de El Guerrero apoyándose en el mango de una gran espada y gran parte de la figura estaba inmersa en la pared.

El cuerpo de Fiona reposaba en el centro de la sala, rodeada de toda la gente que se hallaba presente en la sala.

Junto a la estatua del guerrero había incienso y  siete velas prendidas, el clima de la sala había cambiado, dejando atrás las sombras y la descomposición para dar paso a la solemnidad de los signos divinos. El septón estaba cubierto con un lienzo gris con inscripciones y símbolos sagrados.

Agradecido y emocionado por el magnánimo gesto de Lady Tabitha, el gigante se puso en pie y asintió, perdiendo de nuevo las palabras pero encontrando su orgullo. Con una sonrisa decidida acompañó a la hija de Lord Rhys hasta el Septo de los dioses y se plantó en la entrada, golpeándose con los nudillos el pecho en señal de momentánea despedida hacia quien había visto más allá de sus formas para encontrar sus pocas virtudes.

- Es el deseo de Lady Tabitha el tener intimidad con Lady Myriah, no cometeré el mismo dos veces y aguardaré aquí con ustedes -dijo dedicándole miradas a todo el que pasase a su lado para entrar en la capilla, para que pudiesen sopesar si creían de verdad que debían acceder o quedarse con afuera y respetar a la familia.

El septón se dirigió a Lady Myriah justo en el momento en que las dos últimas de sus hijas hacían acto de presencia en la capilla. La mujer tenía el rostro triste y melancólico pero cuando vio llegar Tabitha acompañada de dos de los invitados, y a Astrid de los hermanos Risefeller, su rostro cambió a un semblante serio y frío. A punto estuvo de lanzarles una reprimenda cuando se giró y vio al anciano a su lado que empezó a hablar con ella entre susurros.

Lady Myriah pareció un rato molesta por las palabras del anciano, pero un par de minutos después su rostro volvió a cambiar y lanzó varias miradas a sus hijas. La Señora vio que sus tres hijas mayores venían emparejadas, quizá eso fuera lo que resolviese de una santa vez el tema de la herencia.

Por un lado Astrid venía con los dos hermanos, ya le había contado su interés hacia Tyler, cuyo parecido con Richard además era más que evidente. Después estaba Tabitha, la segunda, que venía acompañada de El Oso y de Alestar Marbrand, confiaba en que de tener intenciones de casarse fuera con el segundo. También se hallaba allí, la tercera, Lenia cuyo interés amoroso por Ser Galbart había sido mostrado en público y era más que evidente para todos los presentes. Por último se hallaba Alyra, con su rostro tapado y Mira, las más pequeñas, y por lo tanto Lady Myriah no tenía intención de obligarlas a contraer matrimonio.

Llegáis tarde. Le dijo a Astrid y a Tabitha. La ceremonia era solo para miembros de la casa y de la familia, dijo lanzando una mirada de desagrado a Swann y a Alester. Pero ya da igual, porque hemos terminado. Podéis despediros de Fiona si queréis, la llevaremos a un lateral de la capilla para que descanse junto al Desconocido. Después, miró a sus hijas, me gustaría preguntaros algo, ¿alguna está dispuesta a contraer matrimonio ahora mismo? La pregunta fue lanzada directamente hacia Astrid, pues confiaba que ella se casase de inmediato para dejar solucionado el tema de la herencia. El único problema es que Myriah no confiaba en Tyler, aunque sí en el menor de los Risefeller.

Lady Myriah pareció no querer escuchar al septón. Los asuntos de la fe de Fiona era algo que ahora mismo le traían sin cuidado. Era algo de lo que no pensaba preocuparse esa noche, eran demasiadas cosas ya, y donde sería enterrada era algo que le daba igual. 

Pero cuando le dijo lo de la ceremonia de sus hijas ahí sí que mostró interés. Me alegro de que todo esté preparado. Y por lo que veo tres de mis hijas ya llegan emparentadas con alguien. Confío en que se casen ahora mismo y tú puedas oficiar la boda. No me gusta Tyler, ni Swann, pero creo que Bernard y Alester pueden ser unos señores dignos de esta casa. Aunque de este último no sé prácticamente nada. Dijo mirándolo con curiosidad. De todas maneras, la ceremonia la celebraremos junto a la estatua de La Madre, como se ha hecho siempre.

Los pasos les llevaron hasta la capilla, en donde encontraron gran número de personas reunidas. El septón estaba entre ellas y tal hecho agradó a Ser Bernard. Le llamó la atención igualmente el aspecto de Alyra quien trataba de ocultarse y aquello le transmitía una cierta tristeza. La miró imaginando los motivos de tal decisión, centrándose después en el resto.

- Saludos a todos.

Dijo de forma escueta. En el centro del lugar se encontraba el cuerpo de Fiona, tendido y apagado. A duras penas habían llegado a tiempo para poder presentar los respetos a la joven fallecida. Era un momento solemne aunque urgentes asuntos forzaban a Lady Myriah a lanzar una pregunta cargada de intención. Bernard caminó unos pasos más y quedó en pie. Ahora las hermanas atraerían la atención de los presentes y así debía de ser. Todo indicaba que no se iba a forzar a ninguna de ellas en matrimonio y así, de producirse, sería un evento alegre, o tanto como lo permitieran las extrañas circunstancias que les rodeaban para las que todavía no existía explicación pero esperaba que terminaran por localizarlas pronto para poder actuar contra ellas.

El caballero observó a Lady Astrid pero también a Lady Lenia, creyendo que de cualquiera de ellas podrían surgir algunas palabras dirigidas hacia su madre. Si así sucedía, Lady Myriah parecía dispuesta a comenzar la boda de inmediato y aquello le sorprendió, pero quizá era lo mejor para todos. Por su parte, mantenía una cierta disconformidad pero no la expresaría, llevado también por los deseos de superar la dura prueba en la que estaban inmersos.

El norteño observó cómo se habían congregado en tan poco tiempo las hijas restantes con mas caballeros lo que llamó su atención, pero lo que más le chocó fue la pregunta tan directa de la madre Vaelys.

En ese momento los ojos de Galbart brillaron y miro a Lenia con una cálida sonrisa. Ambos sentían lo mismo, ambos querían lo mismo, pero dada la dolencia de Lenia, le sería imposible pronunciarse, así que el norteño sin dudar dió un paso adelante con la mano de la joven Vaelys aún apoyada en su antebrazo.

-Mi señora-dijo con tono solemne y respetuoso-me dirijo a vos en nombre de Lenia pues su afección le prohíbe articular palabra alguna, os pido con toda humildad y respeto que me déis vuestro consentimiento para contraer matrimonio con ella-dijo con aplastante seguridad mirando a Lenia, sonriendo-No quiero extenderme dada la triste situación, pero ambos queremos lo mismo-me detuve y miré a la matriarca esperando su respuesta positiva, pues ya solo una mujer podía ocupar su sitio como Señora de Bosquespeso y era la joven que se encontraba a su lado.

Mantuvo su mirada firme y segura, a pesar de conocer ciertos detalles que no había imaginado. El funeral parecía haber terminado, quizás después presentaría sus respetos a la difunta Fiona, sin embargo, la pregunta tan directa de Lady Myriah a sus hijas hizo que se irguiese y sus músculos se tensasen, aunque esto fuese imperceptible a la vista de nadie. 

Miró a Astrid y después a su hermano. Era el momento. Pero entonces el norteño decidió hablar por Lenia, quien contaba con aquella pizarra para comunicarse. ¿Realmente quería ayudarla a hablar con su madre? ¿O tal vez era lo que opinaba él debía hacer una buena esposa, Callar y dejar tomar la iniciativa al hombre?.  No le agradó mucho que Ser Galbart hiciese aquello sin permitir hablar, ya no tan solo a Lenia, si no a ninguna de las otras hijas de los Vaelish. 

Por su parte, Tyler, decidió esperar a que Astrid tomase partido por su cuenta, pues a ella se le había preguntado y ella debía comunicar libremente sus intenciones. 

Miró a las otras damas, por un lado Lenia, con su dolor de garganta pero viva, bien. Después estaba Tabitha, casi no la había visto en todo el día, no después del desayuno. Alyra y Mira iban juntas también. Las miró con afecto, con el aprecio que puede crecer tras años de conocerse. Esperaba que realmente todo aquello terminase pronto, ninguna de ellas merecía aquel suplicio.

Ya era la tercera vez que pasaba por esa capilla en lo que iba de tarde. Conocía mejor la estatua del Guerrero que la presidía que sus propios aposentos. Pero ahora había un cambio. Sobre el altar, antes desocupado, yacía el cuerpo sin vida de Fiona. Cuando lo vio, agarró con más fuerza a Lady Tabitha, temiendo que pudiera debilitarse de nuevo y caer al suelo.

Sin duda, no esperaba tal muchedumbre en el Septo. Allí estaban toda la familia Vaelys reunida, a excepción de Lord Rhys, y algunos de los más notables caballeros invitados.

La pregunta de Lady Vaelys lo tomó por sorpresa. Tanto, que retrocedió medio paso, aunque sin llegar a soltar a la dama que lo acompañaba. ¿Acaso no pensaba esperar a que terminara la fiesta? Ciertamente, una fiesta dadas las circunstancias no tenía sentido. Pero la señora de la casa así lo había querido, por lo que Alester imaginó que todo tendría lugar como estaba planeado y no que la madre de las muchachas les preguntara, sin preámbulos, si alguna quería casarse en ese mismo instante, ante el cuerpo presente de la criada fallecida.

Todo le pareció esperpéntico, pero no dijo nada al respecto, pues, al fin y al cabo, no era él quien estaba al cargo de todo. Como invitado, debía respetar las decisiones de sus anfitriones.

Sabía, o imaginaba, el cariño que se habían tomado Lady Lenia y Ser Galbart, por lo que no le sorprendió tanto el anuncio del norteño. Sin embargo, su atención no estaba puesta tanto en lo que contestaba la hija mediana. Sus ojos miraban fijamente a Lady Vaelys, mientras sus oídos esperaban las palabras de otra persona.

El camino hacia la Capilla se hizo eterno para la segunda hija de la familia Vaelys. Por su mente pasaban mil cosas, sobre todo la de hablar con su madre y proponerla aquella descabellada idea de casarse. Pero era lo único que se la ocurría para ayudar a la estabilidad de la familia.

No olvidaba su conversación pendiente con Alester, quien caminaba junto a ella y brindaba su brazo para ayudarla a caminar, puesto que aún se la veía bastante afectada. Tabitha iba hablando con él entre susurros, mientras que Swann les seguía de cerca, con semblante orgulloso y paso seguro.

A su llegada, Tabitha guardó silencio y se detuvo a la entrada de la Capilla. Había más gente de la que esperaba. Muchísisma más. Escuchó las palabras del gigante que les acompañaba y la joven le tendió la mano. - No mi señor, pasad con nosotros. Necesito intimidad para hablar con madre y veo que hay tanto familia como invitados en el lugar. No os quedéis fuera, os lo ruego.

Avanzó después lentamente junto a Alester y sintió como este la agarraba con fuerza. No era para menos pues el cuerpo de su amiga, su mejor amiga, yacía expuesto en el altar. Se sintió flaquear de nuevo y ella misma se aferró a Alester sintiendo como su cuerpo temblaba de nuevo. No... no... es real. - Pensó para sí con dolor y entonces escuchó las palabras de su madre y observó con desagrado la mirada que lanzó a sus acompañantes.

- Ya veo como esperásteis a todos los miembros de la casa y la familia, madre. Y como también permanecen aquí invitados a la fiesta. - Replicó dolorida y resentida por las palabras de su madre y su mirada. Ella sabía perfectamente quien era Fiona para su segunda hija y aún así decidieron realizar la ceremonia sin ella presente. Sus modales se esfumaron por completo cuando el dolor por aquello se comenzó a apoderar de ella.

Pero la pregunta que realizó su madre a continuación dejó a la joven helada e hizo que se mantuviese firme y lo más fría que se pudía permitir. Sintió como Alester daba un paso atrás y, a pesar de que no la soltaba, Tabitha se sintió un tanto desprotegida. Miró a los presentes en silencio y vio que el caballero que estaba junto a su hermana Lenia tomaba la palabra a pesar de no ser él quien debía contestar ni hablar, puesto que la pregunta estaba dirigida a las hijas de Lady Vaelys directamente.

Tabitha no pudo evitar mirar a su hermana mientras escuchaba las palabras de aquel hombre y luego dirigió su mirada al Septo, allí presente. Había escuchado muchos rumores por la fortaleza y buscaba cualquier reacción de aquel hombre de fe, frente a la proposición de matrimonio de Glover hacia su hermana.

Sin esperar que Astrid respondiese, o a que Lenia afirmase o negase las palabras de aquel hombre, Tabitha alzó la voz ante todos. - Madre. Estoy dispuesta a casarme yo también si es preciso. Se con quien y que no se negará a ello. Pero antes, madre... deberíamos tener unas palabras a solas.

De pronto el recinto se llenó de personas, de muchas personas, y no sólo de eso, sino de que estaba ya en acápite de cómo se iba a terminar aquella historia. Alyra suspiró, no con pena o resignación o algo en especial, de hecho sintió hasta alegría, pues veía a sus hermanas ahí, dispuestas a todo, a ir más allá del deber por la casa, incluso Astrid y tras lo conversado con Tiziano sabía que era una buena opción además, Tyler ablandaría ese corazón endurecido por la distancia. Alyra dejó que Mira se apartara de ella, la pequeña era fuerte y deseaba demostrarlo en ese momento, y ella, pues sentía un enorme peso menos, ahora, y tal como dijo el anciano, el asunto quedaría resuelto en manos del rey. Bien, quizás ahora si no sentiría el peso, bueno, siempre y cuando la afección en su rostro pasara y pudiera dejar todo aquello atrás. Sólo lamentaba que su amiga hubiera muerto, ella estaría contenta.

Bajo el grueso velo miró a Alister, su presencia ahí y a lado de Tabitha se señalaba algo, que Tiziano tenía razón y que aquello se iba a resolver de esa manera, de hecho ya imaginaba que el tema con el rey decantaría de una forma y sin más se dio cuenta que era mero testigo de lo que ahí sucedía. Estaba bien, o eso quiso pensar, nunca estuvo preparada para todo lo que ahí pasó y se dio cuenta, quizás era mejor dejar que el resto de sus hermanas actuaran aunque lamentaba que fuera tan apresurado. Como dijo en algún momento, el amor no era algo que se jugaría en ese sitio, a diferencia de ella, sí. 

Bernard también estaba ahí, al final ambos estaban relegados a una segunda posición, era divertido, pero bien, Lenia se casaría, Astrid se casaría, y la rebelde Tabitha también, y no estaba entre los presentes Colina, sólo faltaba una persona y eso le comprimía su corazón. Había otra persona que faltaba en ese sitio, esperaba que pronto lo antes posible, pero no tenía forma de avisarle ni mucho menos decirle lo que deseaba hacer, pero ya no importaba, luego lo haría, tendría tiempo y sobre todo tranquilidad.  Se puso al lado del hermano de Tyler para poder tener algo de compañía, mientras Mira decidía a donde ir, ahora todo quedaba en manos de Tiziano y la boda que llevaría a cabo, al parecer ni él mismo sabía que se haría así de intempestiva esa boda.

Serían cuatro bodas y un funeral, pensó divertida, y se le comentó en un susurro al hermano menor de los Risefeller.

Kyle se sorprendió cuando la joven Vaelys se acercó a él para darle su pésame. Ante sus palabras, su dulzura y nerviosismo, Kyle consiguió esbozar una sonrisa pese a las lágrimas - Muchas gracias mi señora. Ella nunca nos abandonara mientras la recordemos. Para terminar de agradecérselo, el jefe de cazadores se atrevió a darle un beso en la frente de forma paternal. Le importaba poco que estuviera fuera de lugar, puesto que ya había tomado la decisión de dejar el castillo después de la fiesta. 

Si la actitud de Mira le había sorprendido, las palabras de Lady Vaelys multiplicaron su sorpresa ¿Una boda ya? ¿Querrá hacerla aquí mismo? ¿Delante del cuerpo de mi hermana? No sabía a qué venía esa proposición tan apurada, pero sin duda algo raro pasaba.

Fué su paisano norteño el primero en ofrecerse a casarse con una de las hijas, Lenia, por lo que Kyle dedujo que habrían intimado durante todo el día. Mientras pensaba en que quizá Ser Galbart Glover pudiera traer un poco de la religión de los Antiguos Dioses al castillo, Tabitha tomó la palabra y fué como un jarro de agua fría para Kyle Ahora ya sí que no hay nada que hacer...

Tiziano estaba aún hablando en voz baja con la Señora de la Fortaleza cuando las otras hermanas llegaron a la Capilla. Le sorprendió el pragmatismo de Lady Myriah, que con extrema franqueza se dirigió a sus hijas acerca del delicado tema del matrimonio. El anciano se quedó atónito por la velocidad de los sucesos, aún estaba tibio el cuerpo de Fiona en medio de la sala y Kyle llorando su pérdida cuando comenzó a hablarse del matrimonio. Afortunadamente había estado preparando en la mañana el altar junto a la estatua de la Madre para oficiar esa ceremonia, pero él hubiese preferido manejar las cosas de un modo más pausado.

El primero en responder fue Ser Galbart, hablando en lugar de Lenia, lo cual le hubiese parecido absolutamente fuera de lugar de no haber sido por la pequeña conversación que habían tenido minutos atrás, ahora Tiziano no dudaba acerca de la nobleza de corazón de aquél hombre, como tampoco lo hacía la madre de las hermanas Vaelys. Luego respondió Tabitha, en un alarde de insolencia que el anciano no estaba dispuesto a tolerar - Tabitha, tu madre te esperó por mas de dos horas, tu sabías que estábamos aquí, nada tiene que ver ella con tu demora - contestó tajante, el Septón había invertido su vida enseñando a esas hijas los valores de los Siete y se enfadaba al verlas actuar desde la soberbia - En esta Capilla todos nos comportamos con respeto, el mismo que te transmití desde que aún eras niña y justamente por respeto a nuestro querido Kyle, hermano de Fiona, es que se realizó la ceremonia a tiempo- completó la frase. No la casaré hasta que se disculpe, no, ni aún disculpándose, así aprende a respetar a los demás, pensó y luego agregó - Nadie dice que sea necesario que contraigan matrimonio. Tabitha, a estas alturas debes saber que yo solo bendeciré una unión por amor, y eso es algo que va mucho más allá de que un compañero no se niegue, y nada tiene que ver con que sea preciso hacerlo o no. Le prometí a Lord Rhys que haría lo mejor para ustedes y a la Madre que solo oficiaré matrimonios en los que el amor habite, y no voy a romper esa promesa hoy- dijo. Se sorprendió por sus palabras, hacía tiempo que el amor estaba ausente en esa Capilla, pero con las hijas de su amigo no iba a permitir que eso pasara, por fidelidad a su señor que tal vez a estas alturas ya estuviese sin vida tras su desaparición.

Sus manos temblaban levemente por la tensión, así que se apoyó en el cuerpo de la difunta y mirando a su hermano dijo en voz alta - Caballeros, ayúdenme a mover a Fiona hacia la estatua del Desconocido, así no perturbamos su descanso y dejamos a las hijas hablar con su madre de temas que no nos incumben - dijo, invitando a los hombres a mover el cuerpo y dejar a solas a las mujeres de la familia. 

Tyler escuchó las palabras de Tabitha y de Tiziano en silencio, manteniéndose firme y con seguridad, aunque su calma era aparente, pues en su interior crecía a cada momento la preocupación. Ahora sabía que ninguna de ellas estaba libre de alguna dolencia, y éstos males se iban agravando. ¿Solucionaría aquello una boda? No lo creía, y no estaba seguro de que casarse así fuese lo mejor, desde luego ninguna joven sueña con una boda en la que no puede hablar, desprende un hedor insoportable o siente un dolor intenso, demasiado intenso, a causa de sus heridas. No pudo evitar mirar a Alyra, la cual cubría su rostro con un velo ocultando lo que fue un bello rostro. 

Quizás se debiese estar hablando de cómo solucionar estas afecciones que torturan a las damas, en vez de lanzarse de cabeza a una boda tras tan solo unas horas de conocerse. Cualquiera diría que es avidez por el poder lo que provoca esta falta de tacto. Pensó, pero ni aún así dijo palabra alguna, pues comprendió lo que el septón demandaba y lo importante de aquello. En primer lugar mover el cadáver de la sirvienta, y en segundo, y seguramente más importante, permitir a las mujeres tratar ese asunto, pues solo ellas debían decidir, nadie había pedido su opinión a los caballeros, aunque alguno se hubiese tomado la libertad de intervenir. 

-Por supuesto septón- miró a Astrid con una mirada cargada de significado, para indicarle que se separaba de ella por un momento pero no estaría lejos, si le necesitaba acudiría a la mínima señal -De paso podremos tener aquella conversación que hay pendiente entre usted y yo- Se acercó al cuerpo de Fiona y la tomó en los brazos. No le impactaban los cadáveres, había tratado con ellos hasta la saciedad en la guerra. -Lamento vuestra pérdida Tyler, quizás queráis venir también para acomodarla y despediros con intimidad- Sabía lo que era perder a un hermano, él había perdido a dos, y en aquel trance del jefe de cazadores podía sin duda comprender su dolor. 

-Caballeros, quizás debiésemos dejar a las damas tratar sus asuntos sin nosotros. Que sabemos que solo así serán capaces de hablar con absoluta libertad- instó a los demás hombres. Y con un gesto de la cabeza invitó a Bernard a que compartiese su camino.

Todo era una completa locura, Lenia sentía que estando allí presente en cuerpo, no lo estaba en alma, todo era confuso, pero cuando su madre hizo aquella pregunta y Galbart la miró y ella confirmó que quería que esas palabras fueran dichas, se sintió mas calmada que nunca. A pesar de aquella revelación, no parecía haberse tomado en serio del todo o al menos, no existió la reacción que Lenia esperaba.

Ella siempre había soñado con una  boda de en sueño, con sus hermanas peinándola, vistiéndola, divirtiéndose ... pero la situación estaba muy lejana de ser lo que ella había soñado, aunque a su lado, estaba el hombre con el que quería hacer realidad todos esos sueños.

Cuando empezaron a retirar el cadaver de Fiona, Lenia apartó la mirada, miró a Galbart para buscar calma en esa situación y tragó saliva. Espero a que todo se "calmara" quería hablar, no tenía muchas fuerzas, apenas tenía voz, pero quería pronunciar unas palabras, aunque con el ajetreo actual, no podría hablar y que todos la escucharan, así que miró nuevamente a Galbart y sonrió suavemente, con una mezcla de ilusión y tristeza, por lo que estaba sucediendo.

Pronto se casaría con el, se marcharían lejos y podría tener la vida que siempre había soñado y sobre todo, dado el día que llevaban ... estaría a salvo.

Tiziano levantó la voz, hablando del amor y de que no bendeciría otra relación que no fuera aquella donde hubiera amor, Alyra, que estaba conversando con Bernard levantó la vista hacia el anciano y arqueó una ceja, llenándose de infinitas dudas sobre lo que estaba manifestando en ese momento, de ahí, sus ojos fueron hacia sus hermanas, pasando desde Lenia que estaba tan débil, Astrid quien parecía hacer esfuerzos sobre humanos para estar ahí y Tabitha que parecía nerviosa, es decir, su hermana era vehemente pero algo le debía complicar demasiado para hablar así. Todas estaban siendo tan golpeadas tan maltratas por alguien cuyo nombre desconocían pero que era parte de la telaraña que se había cernido sobre todas. Suspiró, lo hizo profundamente, ahora confundida por lo que el septon estaba diciendo. amor, Bendiciones,  sin saber si estaba retractándose sobre lo que habían hablado antes ni siquiera si eso realmente era una retracción. 

Luego su mirada se posó en Tyler, él era una víctima de todo aquello, él estaba dispuesto a hacer algo de suma entrega al igual que Astrid porque ahora lo comprendía, más bien, la venda que ella misma se había puesto había caído, su hermana mayor estaba dispuesta a actuar incluso fuera de lo que deseara, aunque jamás tuvo muy claro qué deseaba la verdad. Bernard le habló y lo que le dijo la apartó de todo lo que ahí se estaba desarrollando, si no fuera por su velo, su rostro mostraría suprema sorpresa.

Nuevamente el desconocido pasaba por delante de ella y le mostraba un camino oscuro, por los siete si pudiera hablar con Tiziano en ese momento o incluso con Evan si apareciera, realmente necesitaba que apareciera...

Astrid llegó tarde al lugar, lo sabía. Pero esperaba que la ceremonia no hubiese concluido. Se maldijo en su interior, pero no había podido evitarlo. ¿Tanto tiempo había pasado? No comprendía cómo el tiempo aceleraba y desaceleraba a su gusto, pero así había sido. Una dama como ella tenía que haber estado allí presente, desde el principio hasta el final, pero eso ya no iba a suceder.

Sin hacer caso a nadie, se acercó un poco hasta la difunta, y se quedó en silencio. Elevó una plegaria a los Sietes, velando por Fiona, antes de dirigirse al grupo que se había creado con los allí presentes alrededor de su madre. Ésta no tardó en lanzar la pregunta, una pregunta que parecía llena de veneno y rencor.

Ser Galbart fue el primero en afirmar sus intenciones, aunque su hermana mantenía el silencio. Continuó Tabitha, siempre alardeando de prepotencia. Ninguno de los dos había guardado las formas. Lo correcto hubiese sido esperar a que ella, la primogénita, hablara. Pero para qué se iban a hacer las cosas bien en esa fortaleza.

Madre, sabes mi deseo y mis intenciones con ser Tyler se hizo un hueco en el lugar, y cogió la mano de ser Tyler para que la acompañara. Ese matrimonio era cosa de dos, no de ella sola. Y su amor no se había fraguado en un día. Ambos tenemos deseo de desposarnos, y estoy segura de que seríamos bendecidos por los Siete por nuestro amor miró al Septón directamente, antes de que se fuera. Tras esos segundos, miró a su madre con intensidad. Conocía sus pensamientos hacia ser Tyler, pero no era algo que pudiese frenar ella. Es más, la situación era mucho mayor. Si alguien conocía bien a Astrid, era su madre. Y debía estar segura que, tras sus palabras, había mucho más. Astrid no daba nunca un paso sin haberse asegurado su espalda.

Se había apartado para conversar con Bernard, algo lo bastante importante como para que la joven se distrajera de lo que estaba pasando, pero al terminar, la joven avanzó hacia donde estaba su madre y el anciano, justo después de que su hermana mayor anunciara el matrimonio con Tyler, al que Alyra miró con preocupación bajo el velo. 

— madre, quisiera hablar una cosa pequeña con usted antes de que se celebre los matrimonios, si me lo permite, también con usted, septon Tiziano, quizás... con usted primero, si me lo permite, antes de que se retiren... — juntó sus manos delante de ella, no solía comportarse así, tan tímida, así que lo que iba a decir de seguro era algo que le complicaba.

- Gracias Ser Tyler - contestó el Septón, agradecido de contar con el apoyo del caballero - Y por supuesto que podremos conversar a los pies del Guerrero una vez que hayamos llevado a Fiona hacia el Desconocido- dijo y indicó a los hombres que lo acompañaban que tomasen la base de la mesa y moviesen a la joven. El anciano apenas tenía fuerzas para mantenerse de pie así que se paró unos pasos más atrás para no entorpecer el trabajo de los otros hombres.

Astrid reveló sus intensiones de casarse con el hermano de su difunto prometido y luego le dedicó una mirada al Septón tras preguntar por la bendición de su enlace - Los Siete bendecirán siempre el amor genuino, Astrid, además tu padre aprobó una vez tu enlace con un Risefellerd, no tengo dudas que estará feliz de tu decisión - dijo antes de alejarse de las hermanas.

Mientras caminaba lentamente hacia la estatua del Desconocido , Alyra se acercó a él y cruzaron algunas palabras.

La conversación con Lady Alyra fue intensa y dejó la mente de Ser Bernard llena de diversas sensaciones. Al verla dirigirse hacia el septón y su madre, el caballero sonrió levemente sabiendo que todavía habían muchas cosas que hacer. Era importante dar con una buena solución para toda aquella familia y terminar con la macabra influencia de esa maldición que les atenazaba. Bernard tenía muchas cosas en las que pensar y no era el momento ahora. Se aproximó a Ser Tyler y Lady Astrid imaginando que querrían cruzarse algunas palabras.

Lenia miró todo lo que sucedía y miró a Galbart, como si lo que el hubiera expresado no tuviera mucha trascendencia pues "Astrid" era siempre la importante, siempre la brillante y eso, le molestaba. Pero la muchacha tenía una cosa clara, clara como el agua y es que se iba a largar de allí y dejaría de ser la sombra de su hermana mayor.

No le sorprendió saber que iba a casarse con Tyler, era la mejor opción sin duda, aunque su madre no lo creyera así, Lenia miró a Tyler con una mezcla de alegría y amargura, se alegraba por el, si realmente sentía algo por Astrid, pero esa mañana ambos habían mantenido una conversación que ahora, resultaba casi cómica, porque ella iba a casarse con Galbart y Tyler con su hermana, lamentó por un lado, que tuviera que aguantarla, porque Astrid era  brillante en todo, menos en cariño y sentido del humor, según opinaba Lenia.

Después miro a Alyra, cuchicheando con Bernard cada dos por tres, ¿tendrían intención ellos de casarse también? ¿Y Tabitha con Alester? Lo que habían cambiado sus vidas en tan solo unas horas.

Lenia, en su silencio particular, observaba a todos y cada uno de los presentes, sacando sus propias conclusiones de porqué podían estar haciendo una cosa y otra y por último, miró a Mira, su hermana pequeña, la que parecía ser la única en no querer contraer matrimonio por el momento, o eso pensaba Lenia.

- Quiero que todo esto termine ya - le susurró a Galbart como pudo, quería salir de esa capilla, de esa fortaleza y de esa vida tan rápido como pudiera.