Partida Rol por web

Evan se mantenía junto a Fiona, de modo que los dos (Kyle y él mismo) quedasen cada uno a un lado de ella. El septon se sentó sin ningún tipo de complejo sobre la cama de Alyra, aquello sorprendió un poco a Evan aunque no dejo que reacción alguna se exteriorizase. 

El hombre está mayor y ha realizado un gran esfuerzo. Al ocupar Fiona el sillón no habrá encontrado otro lugar en el que descansar sus piernas.

Quizás en cualquier otro hombre aquel gesto le hubiese llegado a molestar, pero el septón era un hombre santo, y Evan lo consideraba puro y por encima de las debilidades de la mayoría de los hombres. Por esta razón no dijo nada y permitió que reposase allí. 

Para su sorpresa la puerta se abrió y apareció Alyra, mucho antes de lo que hubiese imaginado, por eso se puso en lo peor. ¿Había sucedido algo? Pronto dejaría claro que venía buscando a Tabitha. Evan apretó levemente los labios.

Alyra:

—  Evan, ¿puedes acompañarme? —

-Por supuesto mi señora- Respondió el mayordomo.

El septón le pidió entonces su ayuda

Tiziano:

- Evan, si vas a salir, te pido me ayudes a ir al piso superior,  tengo que continuar hablando con  el Maestre en breve y no tendré fuerzas para subir por mi cuenta -

 -Claro, si mi señora me lo permite no tendré ningún inconveniente- Dijo sonriendo levemente al anciano con afecto. Desde luego si Tiziano estaba realizando tanto esfuerzo y a penas era la hora del almuerzo, ¿Cómo llegaría a la hora de la cena? Su papel en toda este asunto de la fiesta era imprescindible, pues sin él no habría boda posible y ¿no era una boda lo que los señores Vaelys deseaban lograr? Esperaba que el anciano comiese y después reposase un poco para coger fuerzas. 

Mientrastanto el maestre reconocía el tobillo de Fiona y no daba el peor de los resultados posibles, pero tampoco el mejor. Según decía la joven estaría indispuesta varios días, así que no podría cumplir con la cena como se le había designado. La mente de Evan trabajaba a gran velocidad, ella no podía quedar simplemente al margen, apartada y relegada a permanecer estirada en su cuarto. Debería hablar con Ginevra, pues el ama de llaves se ocupaba de dirigir al personal femenino de la casa, entre ellas Gwen y Fiona, aunque esperaba que el buen entendimiento entre ambos hiciese prosperar la idea que se iba formando en su cabeza.

Caelus concluyó dándole unos remedios a muchacha. Reposo, un ungüento y leche de la amapola diluida. Esto último provocó que Evan mirase a los ojos de Fiona con intensidad, con semblante serio. Un muy leve gesto, imperceptible para quienes no le conociesen o no estuviesen pendientes de él en ese instante bastaría para que tanto Fiona como Kyle comprendiesen lo más básico que cruzaba, como un destello, los pensamientos de Evan. 

No deseaba crear un ambiente de tensión, el maestre estaba trabajando y había que dejarle hacer, así que volvió su atención a Alyra, aunque permaneciendo serio, aguardando si ella accedía a que acompañase al Septón a los aposentos del maestre y después acudiese a Alyra para cumplir con lo que ella pidiese.

Cuando Evan miró a Fiona, al entregarle el maestre una botella de leche de la amapola diluida a ella, pudisteis entender claramente que el mayordomo desconfiaba completamente de aquel líquido.

Si bien la leche de la amapola servía para calmar el dolor podría decirse que Evan, por algún motivo, instaba a Fiona a que no hiciese uso de ella. ¿Quizás era mejor sufrir? Solo Fiona podría decidir qué hacer, convivir con aquel dolor intenso hasta que se calmase por si solo, o confiar en el maestre y tomar la leche de la amapola pudiendo pasar mejor el trance de su lesión. La postura de Evan estaba clara para los mellizos, aunque nada podría hacer él si decidían hacer lo contrario.

Alyra conoce a Evan, incluso en situaciones y facetas que nadie más ha visto. Es por eso que Alyra también se da cuenta de que Evan desconfía de la leche de la amapola que le entrega el maestre a Fiona. Evan parece preferir que la sirvienta sufra los dolores que le causa su lesión a que tome aquel líquido calmante.

- Gracias muchacho, los Siete te bendigan - dijo satisfecho cuando Evan accedió a ayudarlo a subir, era un joven fuerte, responsable y de buen corazón, Lord Rhys lo había elegido bien, y el Septón se encargaría de que siga siendo así por mucho tiempo mas. La salud de Fiona no estaba tan comprometida, al parecer la herida no era grave Loados sean los Siete pensó, aunque la idea de que estuviese tanto tiempo inhabilitada lo apenó, una joven tan dedicada a la familia se perdería la boda que probablemente se realizara esa noche, tras la fiesta. El maestre accedió a que subiese, lo cual Tiziano agradeció con un gesto de su cabeza, quería descansar en la silla del Laboratorio y no moverse por un buen rato. Cuando extendió su brazo a Evan para que lo ayudase, notó un leve cambio en el rostro del joven. No sabía desde que momento ni qué había sido lo que lograra ese sutil cambio, pero el anciano lo notó, leer lo que había en el interior de las personas era su trabajo desde hacía décadas, ya tendría tiempo de preguntarle.

Miró a Alyra, convencido de que accedería a que Evan lo ayudase a subir primero al Laboratorio, antes de que ambos saliesen en busca de su hermana. Luego se volteó, como si los Siete hubiesen dado un destello de sabiduría a su envejecida mente - Ah, pero Maestre, la pierna puede entablillarse, verdad? Recuerdo haber visto en mis largos años que algo así ayudaba a los caballeros heridos a movilizarse sin comprometer la recuperación. Evan puede bajar unas tablillas de su Laboratorio cuando descienda para  a atender los pedidos de Alyra, no es así?- su rostro no se dirigió ni al Maestre ni a Evan, sino a la hija de Lord Vaelys, ella era quien tenía la autoridad en esa habitación.

Apenas  se estaban acomodando para atender a Fiona aunque el maestre no demoró mucho en dar su veredicto, era una lesión que solo necesitaba descanso para poder mejorar, afortunadamente, Alyra agradeció a los siete de aquella buena noticia, claramente haría todo lo que estuviera en sus manos para poder ayudarla a sanar. Se había separado de Fiona para pedirle a Evan que la acompañara, acercándose a la puerta para poder salir, sin embargo la petición del septon la hizo quedar cabizbaja, mirando unos segundos con pena al anciano, era un gesto extraño, no de molestia, es decir, ella era la hija del señor y por su posición y carácter podría imponer su decisión, pero en ese instante había algo más cercano a la resignación. 

 — pues... acompaña al señor Tiziano a donde desea ir, yo iré sola en busca de Tabitha, la necesitan ahora en el comedor y están todos los invitados, Lady Myrian desea a todas sus hijas en la mesa, y no hay que hacer esperar a nadie — les explica, cerrando ligeramente los ojos, aunque había notado la expresión extraña de Evan respecto a la todo lo que hacía el Maestre, lo que se sumaba a otras actitudes que tomaban solo ante la mención del hombre, parecía poner los pelos de punta al mayordomo, Alyra arrugó ligeramente el ceño, más por la actitud que estaba tomando. Tomó un suspiro, y movió la cabeza un poco.

— Fiona, descansa en mi cama, por favor, — ni se atrevió a decir que siguiera las recomendaciones del maestre,  después de como habían actuado todos. Sus ojos castaños van hacia Evan al que le dedica una tímida sonrisa, quizás la última que fuera a ver el hombre en el rostro de la chica antes de que ella inclinara el rostro y saliera del cuarto, en búsqueda de su hermana mayor.

Alyra accedió a que ayudase al septón a ascender por las escaleras, sin embargo ello significaba que iría sola en la búsqueda de su hermana. El mayordomo no pudo evitar sentir que, de algún modo, fallaba a su señora. ¡Cuántas veces había deseado poderse partir en dos! Aquella fue otra más, en dos o en tres, mas no importaba cuánto lo desease, era, simplemente, imposible.

Alyra le dedicó una ligera sonrisa antes de desaparecer, quizás queriendo liberar la voluntad en servirle del mayordomo.

Evan le devolvió un tímido atisbo de sonrisa, no era capaz de más en ese momento. Mientras Alyra abandonaba la estancia extendió sus brazos para ayudar al anciano Tiziano a ponerse en pie. Después le ofreció el derecho flexionado para que pudiese asirse.

-Recordad que disponéis de todo lo que cogimos en la cocina. Podéis utilizarlo si es conveniente o preciso-dijo mientras volvía la mirada a los mellizos -No se si el hielo se mantendrá todavía, pero las telas y los tablones quizás sean adecuados para el maestre, ya me entendéis, si hay que entablillar esa pierna-

Asintió a sus amigos. Después miró al maestre.

-Cuide bien de Fiona, es un miembro imprescindible para todos- Se lo dijo serio y directo.

El anciano asintió agradecido hacia Evan y Alyra - Gracias, gracias - dijo y salió por la puerta tras la dama. Fiona estaba en buenas manos y Evan había dado la solución para entablillarla de ser necesario, confiaba en que el Maestre trataría a la mujer como si fuese una noble y no una criada mas de la casa.

Apenas salieron de la habitación, aún en las escaleras, el anciano no se demoró en cruzar unas palabras con la hija de Lord Vaelys - Alyra, no tienes nada que temer, los Siete protegen a los tuyos - al menos oro por eso todo el tiempo - Lamento ser un peso para ustedes, pero no dejen que los dolores de este viejo se interpongan con lo que se proponen hacer. Una vez que Evan termine conmigo puede ayudarte, así que no salgas de la torre del Fenix, te prometo que lo dejaré libre pronto - dijo con cierta incomodidad, sabiendo que si su cuerpo fuese mas joven no tendría que molestar a nadie. Se tomó del brazo de Evan y se apoyó en él para subir.

Aunque estaba casi convencido de que el tobillo de su hermana no estaba roto, la exploración del Maestre Caelus pareció confirmar que simplemente se trataba de una torcedura. Lo que le preocupó, fue cuando el Maestre le dio la leche de la amapola como tratamiento, ya que era una medicina muy fuerte que tomado regularmente creaba adición. 

Kyle recordó su época de soldado en la guerra y cómo grandes guerreros habían terminado adictos a la leche de la amapola y no poder estar más de medio día sin consumirla. Lo peor no era el gasto de dinero para tomarla todos los días, sino el estado en el que quedaban casi todo el día, medio dormidos y casi sin poder levantarse de la cama. No quería eso para su hermana, así que cogió el frasco y se lo devolvió a Caelus mientras sonreía y le dedicaba una mirada de gratitud.

- Muchas gracias Maestre Caelus, pero le recuerdo que mi hermana es una Norteña, seguro que no necesitará esto. Aún así se lo agradezco mucho. Agradezco su tiempo, su dedicación y el ungüento. Seguro que pronto estará otra vez de un lado para otro realizando sus tareas. 

Se tomó con firmeza del brazo de Evan, apoyando su peso en él para caminar con mayor facilidad. A pesar de ello avanzaba lentamente, tardarían minutos en poder subir - Gracias muchacho - dijo mientras dejaban atrás a Alyra. Una vez que lo único que los rodeaba era el eco silencioso de la piedra alrededor de la escalera, el rostro del Septón cambió, su mirada retomó el brillo que había tenido en el último encuentro entre ambos en la Capilla, aunque sus rodillas necesitaban descanso su mente estaba lúcida y su espíritu ávido de acción. - Hijo, disculpa que te haya traído aquí- dijo en voz baja - debo hablar contigo de modo urgente, y solo contigo - su voz sonaba agitada - Hasta que subamos, porque no hablas tú que tienes aire? Dime, que sucedió allá abajo antes de salir? Me pareció que algo te preocupaba- dijo, evitando comentar lo que quería decirle a Evan hasta deje de estar agitado, y aprovechando el tiempo que tardaba en subir para que el joven le aclarase esa duda.  

El maestre cogió el frasco que le tendía el jefe de cazadores.-Es una norteña, si claro, por supuesto...-Dijo mientras se lo guardaba en uno de los bolsillos de su túnica.-¿Qué necesidad hay de aguantar el dolor, pudiendo evitarlo?.-Se preguntaba Caelus que no tenía intención de discutir sobre el asunto con Kyle.-No me extrañaría nada que vengáis corriendo más tarde a por el frasco.-Pensó, sonriendo por dentro.

-Bien, pues esto ya está listo.-Concluyó Caelus, acabando de recortar una de las vendas.-La inflamación debería ir remitiendo, manda a buscarme si no es así. 

-Ahora si me disculpan debo atender otros asuntos.-Dijo ya pensando en los temas que debía tratar con Tiziano.

Se acomodó en el sillón donde los muchachos le aconsejaron sentarse, mientras Evan ponía sobre su pie un cojín que serviría de apoyo. Suspiró poniendo las manos sobre su regazo esperando preocupada al maestre.

La broma de su hermano por suerte le sacó una sonrisa y no tardó en mostrar su ingenio de melliza siguiéndole la corriente como hiciesen desde pequeños. Se tapó con la mano derecha uno de sus ojos a modo de parche y puso voz grave forzando sus cuerdas vocales. - ¡Yo-ho, yo-ho! ¡Un gran pirata soy!. - por supuesto que no le iban a tener que amputar la pierna.

La intervención del septón fue otra sorpresa. En todo el tiempo que lo conocía no había escuchado nunca su admiración por las creencias norteñas. - La naturaleza es tan poderosa como la madre que nos acoge, como dice solo un necio la subestimaría. Algo de esa fuerza sigue viviendo en nuestros corazones, y mientras sea así para muchos no habrá muerto. El norte sigue protegiendo a los arcianos que tallaron los niños del bosque, hay algo primigenio en ello, el origen de todo. Y espero que sea así durante mucho tiempo, pues forma parte de nuestra evolución. - ella creía en los espíritus del bosque, fábulas para niños decían algunos con mala fé burlándose de las creencias puras de los hombres y mujeres del norte.

- Una curiosa teoría la suya. - entendía el punto del septón, por eso no lo contradecía tampoco. No tenía la mente tan cerrada como para no entender lo que estaba expresando. - Algún día le haré una visita para hablar con usted. Gracias por sus buenos deseos de recuperación, cuídese y apoyese bien en Evan. - le sonrió con amabilidad. Si quería rezar por ella estaba bien, los rezos no podían hacerle ningún daño.

Tras aquella pequeña conversación, su señora Alyra apareció en la habitación apurada buscando a Tabitha y requiriendo a Evan. - Es muy amable mi señora, pero no quiero abusar de su buena fé. Aquí estoy bien, pediré que mi hermano me acompañe hasta mi habitación y allí descansaré un poco hasta que el  tratamiento del maestre haya hecho efecto y pueda volver a mis labores. - todo el miedo que había experimentado por culpa de la caída se borró de un plumazo.

- Gracias maestre. - el hombre se había portado bien y no le había hecho ningún daño aplicándole el potingue en el pie. - Si, seguiré sus indicaciones al pie de la letra. - no se iba a tomar la leche de la amapola ni en sueños, porque aquello podía dejarla atontada todo el día aún así la aceptó de buen agrado. Sin embargo su hermano no estaba conforme y Evan tampoco pareció demostrar mucha aceptación ante aquel ofrecimiento hacia la criada. Le dedicó una mirada calmada y segura al mayordomo.

- No. - dijo rotunda interceptando la mano de Kyle. - Aunque sea una norteña, tengo una lesión en el pie, y si es necesario para trabajar, tomaré la leche de la amapola. Por favor maestre, si es tan amable, devuélvame el frasco. - por algún motivo Fiona estaba insistiendo en tener el frasco. Su hermano debía captarlo.

Kyle se quedó petrificado cuando su hermana le contradijo. Quizá sentía más dolores de lo que él pensaba, pero tenía que explicarle a su hermana que no podía usar la leche de la amapola, que aunque estuviera diluida, seguía siendo muy potente y podía acabar enganchada a su uso. 

Kyle se quedó callado hasta que todo el mundo se marchó de la habitación y quedó a solas con su hermana - ¡Espero que sepas lo que estás haciendo! Dijo un poco alterado - ¡Es mejor no tomar la leche de la amapola a no ser que tengas las tripas fueras! Su efecto es tan potente como su adicción.

Fiona arrugó la nariz un tanto enfadada. ¿Acaso su hermano pensaba que era tonta? - No lo entiendes Kyle... - bajó la voz por precaución aunque ya se encontraban solos en la habitación. - Esto es un arma. - dijo alzando en alto el frasco de leche. - ¿Quién dice que no la necesitemos para pararle los pies al maestre? Voy a guardar esto muy bien. - se lo metió dentro de uno de los bolsillos de su vestido. - Sabes que solo el personal de servicio tiene acceso a la cocina. - levantó las cejas. - No me fio de Caelus. - frunció los labios. - Y ahora ayúdame a bajar las escaleras hermanito, tengo que ir a nuestra habitación a descansar un poco y luego volver al trabajo.* - le sonrió aunque su gesto de preocupación en el rostro por todo lo acontecido empañaba su alegría habitual. 

Cuando su hermana le explicó su plan con la leche de la amapola, Kyle se sintió estúpido por no haber pensado en eso y algo avergonzado ¡Qué lista es! Siempre ha sido la más inteligente de los dos.- De todas formas, ten cuidado con eso. dijo para sentirse un poco útil.

Ayudó a su hermana a levantarse y la llevó como pudo fuera de la habitación de Alyra, para dirigirse a sus aposentos dónde podría descansar un poco más - No te fuerces mucho. Si ves que no puedes trabajar, ya se encargará el resto de sustituirte.

Alyra llega a su cuarto, abriendo la puerta sin preguntar quienes estaba ni mucho menos, primero porque era su cuarto y segundo porque no tenía cabeza para hacerlo. La joven cerró la puerta tras de sí y se apoyó en esta, deslizándose y comenzando a llorar de una manera que pocas veces se le había escuchado, era una pena tremenda la que estaba derramando en aquel llanto y lo cierto es que deseaba estar sola, lo más sola posible, quizás nunca más volver a ver a nadie a la cara si su cara se había puesto de esa forma. 

La joven Vaelys solo podía pensar que estaba simplemente arruina, para toda la vida, estaría arruinada.