Partida Rol por web

Sintió su corazón derretirse por aquella muestra de cariño, y por fin, pudo ella también dejar de sentirse sola. Verla con las manos sobre su vientre la enterneció, llegando a un fibra honda de su ser. En ese momento supo que movería mar y tierra, con tal de salvarlos a ambos.

- Desperté así. Me gustaría poder contar una historia memorable de una lucha heroica o yo cayéndome del caballo. - encubrió su temor a un envenenamiento con una sonrisa divertida. Envenenamiento o en un absurdo de magia negra no lo podía comprobar, pero tras esa plática con Sebastian y lo que dedujo a raíz de ella iba a volver a revisar ese dormitorio, y de paso el de cierta arpía. Prefería pecar de paranoica por un rumor a dejar a un potencial peligro vagar tranquilamente por el castillo.

¡Por los siete...!

Al abrazarla notó algo que no había hecho antes: el regreso del infame aroma. Se preguntó donde habría estado su prima esa mañana, pero al menos eso resolvía el misterio. Gracias al tiempo que pasó en Thunderocks aprendiendo y luego cultivando la tierra fertilizada con estiercol (más aparte lo que solía montar a caballo) tuvo el autodominio de no asquearse. Luego hablaría sobre ello, había cosas más urgentes.

La siguiente revelación acabó siendo tan grave, que incluso con lo anterior lo del aroma fue el menor de los problemas. Recordó toda la noche anterior y el episodio actual que había vivido en las mazmorras. Claro, así fue como ese infeliz se había enterado de tantas cosas que pasaban. Quizá había escuchado los rumores sobre la casa, así orquestó su choque con Rhys, luego mediante Tabitha investigó sobre lo demás. Pero ella no sabía sobre el pasadizo, ¿o si?

¡Maldita sierpe! Si le interesaba tanto contraer matrimonio para algún plan de conquista (la casa Vaelys tenía una fortuna envidiable y una fortaleza con su ejército. Poco para conquistar siete reinos, pero mucho para un rey que no tiene una hogaza de pan) así pudo mover sus hilos. ¿Qué no le decía que había amarrado a Tabitha a propósito?

Se lo reconoció, los había burlado muy bien. Pero ahora ella tenía la ventaja, así fuera por el simple hecho de que él la creía su peón. Lo importante ahora era Tabitha, y un niño al que había que proteger.

Se llevó las manos a la cabeza, pensando. Quizá la intención de Viserys era alcanzar a Tabitha y urdir así un escape, creyendo a Ginevra una oportunista. Debía asegurarse antes de sus intenciones. Si eran honorables lo ayudaría a escapar, si no...

Primero vamos a darte un baño. Por cierto, no deberías montar a caballo. - intentó bromear, además sería una forma de consentirla para que se le bajara el susto. Además, considerando las cosas que tenía que decirle, sería una forma de relajarla, aunque con lo crudo de la realidad iba a seguir siendo un golpe.

Suspiró. Gracias a los siete que estaban solas.

- No comas ni bebas nada que no venga de mi parte. - el maestre podía intentar hacerle beber té de luna con engaños. O eso, o tramaría algo aprovechándose de la vulnerabilidad de su prima. Debían extremar precauciones. Volvió a tomarla de las manos. - Creo que sé donde está Viserys Targaryen. Está bien, pero vigilado.
Necesito que confíes en mí. ¿Cuando hablaste con él? ¿Como reaccionó?

Frunció levemente el ceño cuando dijo que había despertado así. 

¿Cómo que despertaste así? Eso no es normal... El septón Tiziano quizás pueda ayudarte, ya que del maestre no nos podemos fiar.

La cara de Ginevra le mostraba que sabía más de lo que sabía Tabitha, o sospechaba, o que creía cosas que posiblemente a Tabitha no le pasaban por la cabeza. La cara cuando supo quién era el padre era una que sí se esperaba... El Targaryen no era bien recibido allí, solo por su padre, y probablemente eso cambiara cuando se enterara que había preñado a una de sus hijas. Si es que se enteraba. 

Un baño le iría bien, así que asintió con la cabeza. Y sonrió con lo del caballo... Una sonrisa débil, pero siguiéndole la broma. Ahora su tripa no se notara, ¿pero cuánto faltaba para eso? ¿Tres meses? En cuatro meses ya no podría disimularlo con nada. Pero no tenían tanto tiempo.

De acuerdo -respondió a lo de la comida y bebida, que Ginevra se involucrara tanto significaba que no estaba todo perdido, ella iba a ayudarla... Solo esperaba que su cojera no fuera el inicio de alguna enfermedad.

Saber donde estaba Viserys hizo que abriera sus ojos y la mirara, casi suplicante para que se lo dijera. 

Confío en ti -asintió. Luego cerró los ojos y tomó aire-. Hablé con él anoche, me escabullí hasta su dormitorio. Primero se mostró... Un poco frío al verme, no sé si por la sorpresa o si realmente no quería que estuviera allí... Y me confirmó que no había recibido ningún cuervo mío. Luego le dije lo que pasaba -no hizo falta que lo dijera, sus manos seguían en su vientre, odiaba pensar en su frialdad cuando lo se encontró con él-. Me preguntó cómo sabía que era suyo -eso claramente la ofendió, y dejó que se notara en su tono de voz-. Luego... Luego se aceleró: empezó a decir que teníamos a un heredero legítimo al trono, que nos teníamos que casar de inmediato: mañana. Y... Bueno, en resumidas cuentas quiere seguir adelante y con el bebé, y quiere que nos casemos y que nuestro hijo sea el Rey -para Tabitha sonaba a locura, pero necesitaba tanto hablarlo con alguien que ahora mismo se estaba desahogando-. Después, vio a Kalhan dirigirse a su torre y me dio una espada diciéndome que ya me lo contaría. La he escondido. 

Ahora que lo relataba todo seguido... Con lo que Ginevra le acababa de decir, la unión de ideas le hacían pensar que puede que Viserys estuviera en las mazmorras. Pero bajar a verlo sería demasiado arriesgado. 

Yo lo quiero, Ginevra -confesó, mirándola a los ojos-. Pero... Pero no sé si la mejor opción es casarme con él y seguir con eso adelante, el Rey Robert se nos echará encima, ¿pero qué otra opción tengo? ¿Colarle el niño (o niña) a otro?

No iba a negar que no había pensado en eso, los matrimonios por conveniencia estaban a la orden del día.

- Podría ir después de esto con el septón Tiziano - concedió. Todo el día le había dolido la pierna, siendo en el mejor de los casos un punzar. Incluso estar sentada era incómodo.

Sería una buena idea hablar con el septón. Si bien había aprendido a desconfiar de los hombres, la religión le inclinaba más a él. Pero no sería tan tonta como para decirle todo, ni siquiera nada sin más. 

Escuchó atentamente al relato. Aquello no le estaba gustando. Temía que, efectivamente, Viserys Targaryen quería al niño más no a su madre. Pero se abrieron de nuevo anchos sus ojos al escuchar lo de la espada. ¡Bastardo infeliz! Sin duda llegó al pasadizo. Otro más aguerrido habría intentado huir a la fuerza, pero tuvo el cerebro de saber que él solo no podía escapar. Sin duda tenía planes sobre qué hacer allí, para jugarse todo a la peligrosa apuesta de quedarse.

Le dolió la mirada de suplica de Tabitha, tanto que tuvo que desviar la vista.

- No puedo. No ahora.

Miró al suelo, dolida por nuevas razones con las palabras que le dirigió aquella serpiente. No podía darle ese golpe a su prima, aun no. Y además, aun quedaba esa parte de ella que por el bien del corazón de Tabitha deseaba que aquello solo hubiera sido una farsa estratégica. Se levantó, aun con la pierna punzante. Una buena infusión podría ayudarle a ella, pero primero en ese momento era Tabitha. Hizo cuentas mentales sobre la última visita del Targaryen, para saber cuantos meses tenía, y cuanto tiempo podían ocultarlo. Pero eso daría margen a sospechas. ¡Si su tía era motivo de habla, por algo que a nadie le constaba, seguro por alguna indiscreción! No, esta noche debían de haber encontrado la solución.

Miró al vestido. Podría hacerle unos arreglos. Coser el área del busto y reforzarla para que pareciera más liso, y colocar algo tan ornamentado en el área superior a la cintura que desviara la atención. Agradeció que fuera de un tono neutro, así crearía un efecto visual de doncellez. Se cruzó de brazos, pensando, especialmente en lo último que dijo Tabitha.

La semilla Targaryen no es tan fuerte, con suerte heredaría mas rasgos de Tabitha. Era una moneda al aire, considerando que de los hijos del Príncipe Rhaegar Targaryen su primogénita era visiblemente dorniense pero su segundo hijo heredó la apariencia valyria. Si el Targaryen lo que quería era un heredero, no le sentaría bien que se pudiera dudar de su legitimidad. No sabía cuales serían sus sentimientos por Tabitha, pero si era tan cruel como se mostró en las mazmorras no esperaba mucho. O si era tan buen actor... de una forma tenía que comprobar sus intenciones reales.

Debía encontrar una solución moldeable para Tabitha. Si esa era una opción necesitarían a alguien que la protegiera e incluso a quien se pudiera engañar, pero a quien ella pudiera dejar o cuyo matrimonio pudiera anular de ser necesario. Si Ginevra recuperaba Thunderocks, o lograba hacerse con un control sobre las tierras aledañas a la Fortaleza, tendría un lugar donde esconder a Tabitha para hacer a todos creer que su hijo era fruto de su "matrimonio" y evitar la ira de los Baratheon más las sospechas ajenas... si lord Rhys mantenía su palabra y la ascendía a el puesto prometido, entonces ella lo lograría sin tener que casarse primero. Podía dejar que Astrid y su tía se entretuvieran buscando marido en la carrera imaginaria de sus mentes, y aprovechar lo distraídas que estarían para poder resolverlo todo. Claro, estarían demasiado ocupadas, manejando bien las cosas lo estarían tanto como para siquiera sospechar.

Quería casarse, pero por razones distintas.

Meditó un poco. No confiaba en Astrid, y mucho menos en Edric Colina. La primera le encantaría quitarle la nueva posición que adquiriría Ginevra en el consejo con tal de humillarla de nuevo, Edric despediría a todos sin dudarlo. Alguien debía casarse antes. Alyra era sin duda la mejor opción. Alyra sin duda mantendría a Ginevra en su nueva posición, y ayudaría a Tabitha a encubrir las cosas y que su hijo tuviera un futuro. Sin mencionarlo que era mucho más digna. Ella si podría ser una gran señora y gobernar sobre estas tierras con justicia y fuerza. 

Miró a la ventana, desde el marco, donde los de afuera no la pudieran ver. Movió hilos en su mente. Y pudo encontrar una estrategia que podía salvarlos a todos. Alzó la barbilla, en desafío al destino.

- Tengo un plan. - declaró.

Sonrió a Tabitha, para tranquilizarla, con la suavidad de quienes juraron proteger y buscan calmar la tormenta. Volvió a ella, sentándose a su lado, tomando sus manos.

- Necesito que jures que no vas a decir nada de lo que te voy a decir. A nadie - la preparó. Suspiró, tomando impulso pese a la lentitud de sus palabras. - No sé si lo sepas, pero hay un primo de ustedes muy cercano a los Lannister con derecho a herencia. Se llama Edric Colina, y con toda seguridad va a desechar a todos nosotros. John, Evan, Fionna, yo. Y no podemos imaginar que haría contra ustedes. Un bastardo resentido es muy peligroso. Y no creo que tenga que explicar porqué no podemos confiar en Astrid.

Todo eso era sensible, pero lo más obvio. Tocaba la parte peligrosa.

- Tenemos que aprovechar este tiempo que aun tenemos en la mañana, cuando apenas se están preparando para la fiesta y el maestre aun no actúa. 

Miró a la puerta, con el oído presto, más nadie estaba escuchándolas.

- Es importante que ocultes esa espada. ¿Es de Acero Valyrio, verdad? Es peligrosa, y te puede comprometer a algo peor. Viserys Targaryen la robó, por eso creo que lo arrestaron. Esto lo supe porque estaba allí cuando llegaron a la torre, pero no sabía que estaba sucediendo realmente hasta esta mañana. En unas horas puedo devolverla, para que lo liberen. Pero necesito que se haga de forma que salga exculpado y no se dude de su inocencia, por eso es importante el secreto.

Tenía mucho que hacer, pero por fortuna había encontrado la manera de, relativamente, desatenderse de las trivialidades de la fiesta. Lo suficientemente cercano para poder vigilar, pero no para tener que estar presente todo el tiempo. Y de paso, evitar que la sabotearan. Saboreaba el momento en el que pudiera hablar con las criadas.

Pensó nuevamente en todos los planes que tendría que mover al mismo tiempo. Se sentía agotada, incluso temerosa. Pero era necesario, y por sus primas haría todo. Lucharía con uñas y dientes. Y se lo debía a ella misma, también.

- ¿En quienes sientes que puedes confiar? ¿Fiona, su hermano?

Más tranquila cuando decidió que iría con el septón, asintió con la cabeza... Una cojera que aparecía de la nada no era normal, a menos que hubiese dormido en mala postura. Pero no parecía que la rubia pensara eso y Tabitha no iba a cometer la estupidez de ignorarlo.

Esperó. Se estaba poniendo nerviosa con el silencio de Ginevra... Sabía que estaba pensando, pero Tabitha nunca había destacado por su paciencia, sus manos se las estaba apretando tan fuerte que hasta le dolían. 

Cuando al fin dijo que tenía un plan, abrió los ojos y esperó. 

Claro que lo juro -estaban hablando de la supervivencia de su hijo, que obviamente iba a llevar adelante costara lo que costara... No porque fuera hijos de Viserys, sino porque era SU hijo, e iba a protegerlo con todo lo que tuviera. Así que iba a escuchar el plan de Ginevra atentamente. Ojalá su madre le hubiese visto aquella cara de concentración en cualquiera de sus lecciones. 

Asintió de nuevo: sí había escuchado hablar de Edric Colina. Frunció el ceño al imaginárselo al frente de la familia Vaelys, eso era algo que no se podía permitir. Lo de actuar por la mañana le pareció lo más sensato.

Saber, o sospechar, que Viserys había robado la espada hizo que la mirara sorprendida... Puede que no debiera sorprenderla, todos hablaban mal de él, pero se sorprendió. Ella vio su lado amable, su lado cariñoso... Aunque ya no quedara muy nada de aquello. Al menos no que lo hubiese demostrado la noche anterior. Dejó de pensar en eso y se centró en las palabras de su prima, que cada vez creía más que había algo que desconocía. 

Pero... ¿Entonces crees que deba casarme con Viserys? -le preguntó, por eso de exculparlo y sacarlo de las mazmorras- La espada está bien escondida -ni siquiera sabía que era de acero valyrio, que ingenua estaba siendo.

Se humedeció los labios. 

¿Conoces lo del testamento? La primera que se case lo heredará todo. Si ninguna nos casamos lo heredará Edric Colina. Debo asegurar el futuro de mi bebé casándome primera, es mi prioridad. Y además está en juego toda la familia Vaelys... Si Colina hereda todo, es porque nos ha asesinado a todos -frunció ligeramente el ceño y se mordió el labio-. Quizás deberíamos hacerlo nosotras antes que lo haga él. La única forma de hacer que ninguna se case es matándonos.

Lo pensó unos segundos, antes de responder a su pregunta.

- No. - respondió, al fin.

Suspiró. Iba a tener que hablar de ella misma.

- Hubo un hombre a quien yo amé. - confesó. - De la peor forma aprendí que hay cosas que no tienen futuro. Podemos ayudar a que esté esté bien, y vivir romances de leyenda amparados en el presente, pero el futuro nos alcanza.

Acarició un mechón del cabello de Tabitha, mientras su mirada volaba lejos de allí. A aquellos meses de pasión y gloria. Más allá del dolor, más allá de la pena. Quizá, cuando todo se hubiera asentado, cuando hubiera más distancia, podría ver con melancólica alegría todo lo que habían vivido. 

Pestañeó, regresando al presente.

- Conozco ese testamento. Quiero casarme, pero si me caso primero, no me van a dejar en paz. Será como poner una diana en mi cabeza. Ya la tengo solo por tener derechos. No, tengo otras formas de ganar. - aseguró, enigmáticamente. Una sonrisa le volvió cuando se acercó a su prima, para susurrarle - después de hoy seré Capataz de los Cultivos. - volvió a levantar la cabeza. No suena glamoroso, pero entre criadas y peones, prefiero gritar a los peones. Además, eso me asegurará tierras. En mi primer hogar era yo quien coordinaba la siembra. Y si me caso con el hombre indicado, puedo recuperar a mi hogar.

Lo había visto bien, aun antes de que apareciera la oferta de lord Rhys. Si fallaba uno, tenía lo otro. Pero si ganaba en las dos...

- Además, no voy a dejarlas solas al acecho de los buitres. Si te casas primero, todas las miradas estarán sobre ti. Y a la menor oportunidad te atacarán. Será demasiado jugoso si pueden encontrar una forma de destruir tu matrimonio. Si eres la segunda, otra llamará la atención, y tú podrás actuar. Incluso podrás tener más libertad. - su prima debía madurar varias cosas, pero Ginevra era la última que deseaba verla en una jaula de oro, donde minaran su espíritu.

¿Su tía alguna vez tuvo esa fuerza tan indómita dentro de sí? Verla era como ver un volcán apagado. ¿Alguna vez sonrió de verdad?

- Nuestra mejor opción es que Alyra se case, luego tú, luego Lenia y luego yo. - A Mira no la menciono. Despellejaría vivo con sus propias manos al que se atreviera a clavar la vista en su pequeño ángel. - Pero debemos evitar que Astrid se case o lo haga antes que nosotras, y evitar que Colina se case del todo. Y necesitamos contar a nuestros aliados.

La confesión tomó por sorpresa a Tabitha, que abrió los ojos y la miró queriendo saber más: ¿A quién había amado? ¿Por qué no funcionó? Pero claro, había asuntos más urgentes que satisfacer su insaciable sed de cotilleos. Escuchó sus palabras, su plan para casarse... Que no iba a ser la primera. La primera iba a ser Alyra.

Alyra era una buena opción, aunque su relación estuviese más o menos estancada... Era la opción más sensata. Mucho más que permitirle a Astrid, una ególatra que les daría a todas una patada en el culo y metería en su casa a todos los Lannister que pudiera... Ni hablar. Pero Alyra era leal a sus hermanas. El único problema es que sabía que Alyra negaba a casarse.

Se mordió el labio inferior y arrugó el ceño.

Pues conspiremos contra Colina -y conspiraría incluso contra Astrid, si no fuera al final era su sangre y no quería ser partícipe de la muerte de una hermana. Pero Colina era un primo lejano, había venido para arrebatarles su fuerza y su poder... Y estaba convencida que él conspiraba ya contra ellas-. Confío en Fiona y en Lenia. No puedo confiar en nadie más. De hecho, Fiona debería venir... Mandaré a alguien que la llame.

Salió un segundo de la habitación y esperó que alguna de las criadas pasara, pidiéndole que le dijera a Fiona que la estaba esperando en su dormitorio.

Al volver a entrar volvió a cerrar con el pestillo y se dirigió de nuevo a su prima.

¿Y en quién crees que deba casarme? -a estas alturas solo le importaba la seguridad de su hijo. Haría lo que fuese.

- ¿Se lo dirás a Fiona? - preguntó. Ella podía ayudarlas. Era leal, y competente. Y esperaba que pudiera quedarse con la boca cerrada, además que tenía que comenzar su plan sobre el servicio. Necesitaría mucho de ello para poder actuar... y le iba a gustar lo que le iba a decir. Pero Lenia era harina de otro costal. - Sobre Lenia, no creo que sea conveniente. La discreción no es su fuerte. - y estaba otro asunto.

Mientras Tabitha salía fue a preparar el baño. Hierbas aromáticas y sales, un jabón vegetal, y cuando salió a ordenar que trajeran agua revisó que no hubiera oídos entrometidos ni nadie indeseable cercano. Después de que hablaran con Fiona buscaría a Alyra. O quizá debería buscarla, mientras llegaba.

Caminar era un tormento, que tenía que aguantar con una expresión neutral. Necesitaría un bastón, si quería poder caminar o al menos tenerse de pie en esa fiesta infernal. Ahora por algo más que todo el trabajo y presión. La angustia por Mira había sido terrible, y se había preocupado por Alyra y Tabitha, pero esto ya era un juego mucho más peligroso. La vida de todos se decidiría en un solo día.

Agradecía, en silencio, que Tabitha no hubiera hecho preguntas. Cuando tuvo todo a la mano, incluso un perfume intenso de aceite, y Tabitha puso el cerrojo, le preguntó sobre con quien debería casarse.

- Necesita ser alguien que cuente con el favor de tus padres, para que sea un alivio que les impida cuestionar. Lo debemos hacer de manera que crean que simplemente has "madurado" y entendido tus "prioridades". Y alguien que no tenga tantas luces o esté concentrado en otra cosa, y de quien te puedas separar una temporada para hacerle creer que el bebé nacerá en nueve meses en lugar de seis o siete.

Sintió una extraña ilusión al pensar en como sería ese momento. Sonrió a su prima con ternura.

- ¿Has visto a los caballeros "pretendientes"?

Debería decírselo, a Fiona, era su amiga. No era como Ginevra que eran primas hermanas, con Fiona los unía un simple pero fuerte sentimiento de amistad. Confiaba en ella. Así que a la pregunta de Ginevra asintió, sí, sus dos mejores amigas lo sabrían... Su embarazo y quien era el padre. No podía ocultarle eso a Fiona. 

Empezó a desnudarse cuando regresó al dormitorio. 

Toma asiento, Ginevra, por favor -no le gustaba como caminaba, y puede que se mostrara estoica y orgullosa, pero la cojera no pasaba del todo desapercibida... Y para una persona que siempre tenía un andar perfecto como la rubia, llamaba la atención que se tambaleara de una forma tan poco elegante. 

El cuerpo de Tabitha seguía siendo el mismo que siempre: Bello. Con la piel blanca, sin marcas, solo algunas cicatrices en las rodillas por sus salidas en caballo y sus aventuras habituales. Su vientre seguía todavía plano, solo sus pechos podían verse algo abultados, pero nadie que no la hubiera estado viendo desnuda habitualmente podría notar la diferencia. 

Se metió en la bañera, mirando a Ginevra, pensando en su pregunta. 

Hay alguien... Que conocemos. No lo amo. Pero creo que es la mejor opción: Kyle Ironsmith. Él lleva el anillo de la casa Stark -y los Antiguos Dioses sabían cuán le gustaba a Tabitha el Norte-. Puede que sea una locura, pero... Quizás si hablase con él... No lo sé -se pasó agua por la cara, un poco agobiada-. Puede que llegue a gustarme, con el tiempo, un poco... -el recuerdo de Viserys estaba demasiado reciente todavía. A él sí lo amaba. 

- Creo que deberíamos hablarlo con Alyra. - la conocía. Sabía que guardaría el secreto y la protegería. Además, la necesitaban.

Mientras se desnudaba Tabitha se acercó al vestido. Pensó en lord Rhys. Era una sombra constante en su corazón, el estado en que se encontraba.

Hizo caso. Se sentó en una silla cercana a la bañera, tras pasar sales de sal, lavando su cabello para retirar rastros del aroma. ¡Como deseaba reposar la pierna en agua caliente! Bajaría a prepararse una infusión contra la ciática. Con las horas no había mejorado. Rezó internamente porque funcionara. Si no, era algo peor.

Pestañeó, tratando de apartar ello de su cabeza. Pensó en Tabitha. El primer embarazo siempre tarda más en notarse.  Escuchó sus planes. Costaría mucho evitar la boda o un compromiso a Mira, y aunque tuviera un apellido su tía podía ver como un sirviente a Kyle. Pero podría hablar con Rhys, apostando a que si había invitado a Evan, con mayor razón Kyle podía aspirar a la mano de Tabitha. Sin mencionar el embarazo, claro. Si Lenia y Alyra se casaban con nobles influyentes y poderosos, entonces tendrían campo de acción para que permitieran ese enlace. Pensaba en todo ello mientras enjabonaba y lavaba su espalda.

Notó su agobio. Pensó en lo que se sentiría ella misma si se casara. Sería un triunfo, pero amargado eternamente por aquel primer amor. Creyó amar a otra persona, pero estaba confundida sobre él también.

Si centraba toda su energía en un objetivo, lo lograba. La única (y dolorosa) ves que no lo logró solo le hizo llegar a un punto donde sabía más lo que quería. Renacer sus tierras y tener su propia familia. Pero quería poder estar cerca de sus primas, la necesitaban más que nunca. Y en su miedo de volver a ser herida, había hecho de su corazón un enredo cuya respuesta en el fondo conocía pero no quería admitir.

- No será fácil. - los siete y ella sabían que no. - Pero la otra opción es más difícil. Dicen que podemos aprender a amar. - Trató de ser lo más honesta posible, pero también de darle esperanza.

¿Alyra? ¿Sabes la bronca que me va a echar? -y además, estaba el otro asunto- No. No, no... No quiero que se vea obligada a casarse por mi culpa, por un error que cometí yo.

Dejó que Ginevra lavara su cabello. Estaba segura que podía recordar el día que Tabitha apareció en casa con el cabello corto, a su madre casi le dio algo. Su larguísimo cabello moreno cortado por las orejas; ahora ya había crecido un poco. La excusa que dio fue que se le enredó en unas zarzas y era imposible salvarlo... La realidad es que se le quedó enredado a unas ramas y no tuvo la paciencia de esperar, y se lo cortó ella misma. No había visto a su madre nunca tan fuera de sí. Sonrió levemente al recordar aquellos tiempos que parecían tan lejanos. 

Miró a su prima cuando dijo que podían aprender a amar. 

Tabitha era impulsiva, y divertida, y loca... No tenía la paciencia para "aprender a amar", podía entregarlo todo a quien amara, pero sería imposible que entregara todo a quien no quería. Y Kyle, en el fondo, había sido siempre su principal opción... No es que lo odiara, no es que le desagradara, es solo que... Era eso. No sabía el qué. 

Suspiró. 

Ginevra tenía claro que Viserys no era una buena opción de casamiento, ella no lo tenía tan claro, pero no era tan ingenua para no ver todos los problemas en los que podrían meterse, ella y su hijo nonato. Pero de no elegirlo a él, a Viserys, ¿qué iba a hacer? Se volvería loco, vería cómo le arrebataba el único modo de alcanzar de nuevo el trono. 

Hablaré con Kyle, tantearé el terreno -concluyó. Visto que Fiona no iba a aparecer, era mejor que empezaran a moverse.

- Habeis cometido ya el error. En nosotras queda la solución. - no comentó sobre Alyra. ¡Vaya que sabía la bronca que le echaría? Si ella misma tuvo que pasar por una la semana pasada.

Por la mirada que le dirigió al hablar sobre el amor, sabía que no la creía. Y ella misma tenía un gran problema amoroso en estos momentos que probaba contra ello. ¿Acaso veía amor en Lady Miriah? ¿Y que dejaba el amor de bueno, a últimas fechas? Alargó la mano a la toalla, para secar el cabello de Tabitha. Sintió otro punzar de su pierna. Se acarició el tobillo, topando la cicatriz de una vez que la mordió una serpiente y estuvo dos días en cama.

Alyra la había protegido de que nadie se enterara, para que nadie escuchara sus delirios. Aun se horrorizaba pensando en como clamaba por otra compañía, pero Alyra la ciudó sin reservas, pese a tener todas las razones para estar enojada.

Recordó su plática con Sebastian. Y como se enojó por su insinuación de que hubiera sido forzada, pero no por lo que creyó, sino por enojo a que se pensara eso de él. Y la noche anterior pasó como un fogonazo en su memoria. Había cuidado y actuado por él porque vio su lado vulnerable, tras tanto tiempo de fingir indiferencia por parte de ambos. Y les había dolido... 

Todo pareció encajar. Tenía la respuesta en su propia mente. Pero lo olvidó. Así funciona la mente humana. Cuando algo es demasiado doloroso, o vergonzoso, lo rechazamos. Lo borramos de nuestra memoria. Pero la respuesta siempre está allí.

Entonces lo vio, como quien ve por primera vez la aurora. Evan solo fue espejos y humo. John era solo admiración y su deseo maternal de cuidar de la niña Ingrid. Por eso no sintió nada al verlo en la cocina, por eso solo sintió decepción al escuchar del posible romance de John. ¡Todo el tiempo que perdió, tratando de llenar un corazón que nunca pudo vaciar!

Lo amaba. Por eso tanta rabia. Por eso tanto resentimiento. Sentía tanta vergüenza y culpa que trató de transferirla toda a él. Era tanto amor que quiso engañarse creyendo que era odio. Por eso corrió a su lado. Por eso no quería casarse aunque estribara en ella. Una antorcha jamás eclipsará al sol. La impronta siempre estuvo allí, nada estaba realmente olvidado. ¡Siempre tuvo las respuestas!

Se rió sola, con un júbilo que alguien que no conociera la historia no entendería. Quizá Tabitha la viera como una loca. Pero lo entendía. ¡Ahora lo entendía!

- Es que el amor no se aprende: se crea. Y cuando es mutuo es una bendición tan cegadora que parece maldición. - la tomó de las manos. - Lo que tienes con Viserys no es mutuo porque no sabe él como. Pero tienes un corazón amante, y así puedes crear amor, como el que sientes por tu hijo. Tendrías todas las razones para no quererlo, para verlo como el peor error y un obstaculo que va a cortar tu vida, ¡pero mírate! estamos hablando sobre como asegurar su futuro. Eso es amor. Y de la nada surge algo tan hermoso, e inesperado, que no puedes perder la esperanza.

Se separó de ella, apenas secándose las manos, para llegar a la puerta. Ni la cojera minoraba su entusiasmo.

- Cuando llegue Fiona dile que quiero hablar con ella, y que le conviene. - la miró pragmáticamente, antes de cruzar el umbral - Debo reencontrar a alguien. 

Odiaba que otro tuviera que enmendar sus errores, pero tenía razón... No podía hacerlo sin ayuda. No solo por el niño que llevaba en su vientre, sino porque necesitaba otros ojos, otros oídos, ella no lo sabía todo, pero Ginevra se podía enterar de muchas cosas. Las dos habían concluido que el maestre era un tumor que había que extirpar. 

Se dejó secar el cabello mientras ella intentaba no pensar, en dejar de darle vueltas a todo aquel asunto. La fiesta debía ser su máxima prioridad. Ahora tenia un objetivo: Kyle Ironsmith, podría hablar con él, tantear el terreno, ver qué esperaba él de ella, o de alguien más... ¿Cómo sacar el tema? Con lo directa que era seguro que acababa metiendo la pata. 

De pronto, su prima se rió y Tabitha la miró sin comprender, ¿qué era tan gracioso? En otra situación ella también se hubiese reído, pero sus siguientes palabras no hicieron más que sorprenderla.

Abrió los ojos conforme iba hablando, como si las palabras de Ginevra fuesen una revelación.

Tienes razón, puedo hacerlo -puede que no volviera a enamorarse, ¿pero qué era enamorarse al final? Era algo pasajero, algo que no creía que Viserys hubiese sentido nunca por ella, por mal que le pesara.

Se levantó y salió de la bañera. 

Ginevra, cuídate esta pierna -le sonrió, luego caminó hasta ella y la abrazó-. Y gracias. Saldremos de esta. Yo iré a intentar encontrar a Kyle, hablaré con él y verá cómo está la situación... No puedo soportar estás más rato encerrada aquí. Pero si veo a Fiona le diré que se reúna contigo.

Era como un animal enjaulado, odiaba quedarse mucho rato en un mismo lugar, aunque este lugar fuese su dormitorio. 

Empezó a vestirse, un vestido elegante, pero no el de la fiesta... Todavía no.

<< TOC, TOC, TOC >>

Parece que alguien llama a la habiación.

¡Justo ahora debía de tocar alguien!

Me detuve en pleno marco, tras corresponder rápidamente al abrazo y más rápido tratar de salir. Abrí la puerta, con recelo a quien pudiera ser. No podía dejarla sola con cualquiera. Me tensé, respiré lentamente, y luego me recompuse, para que no se leyeran todas mis emociones en mi rostro, ni mi lenguaje corporal pudiera ser delator.

- Esperad... - dije, con mi voz tan neutra como la de cualquier día, incluso con cierto mando. Me giré a mi prima, para ver que estuviera en condiciones de recibir visita. - ¿Quién vive? - pregunté a la puerta, a manera más dulce y casual.

Esperé respuesta, para poder identificar la voz. Al abrir la puerta y descubrir a Evan logré contener el suspiro de alivio, con tal voluntad que incluso pareció una media sonrisa casual. Volví a sorprenderme del cambio de mis prioridades, y del alivio aun mayor que esto suponía.

- Debo dejaros en este punto. - dije a mi prima, y con un leve movimiento de cabeza me retiré, lo más elegantemente que mi cojera imprevista permitía, apenas conteniendo la impaciencia para salir.

Aguardó tras tocar la puerta a que se le invitase a entrar. Seguramente Tabitha se sorprendiese, pues no era a él a quien esperaba. No solía visitar a las damas en sus aposentos pero esta ocasión así lo había requerido, y a pesar de estar libre de obligaciones no era capaz de permanecer ocioso.

Reconoció la voz que respondió. Ginevra, siempre tan protectora con "las niñas" a pesar de que ella no distaba mucho en edad de ellas.

-Soy Evan- dijo.


La puerta se abrió, ante sus ojos la hermosa Ginevra. Sonrió al ama de llaves, Evan siempre tenía un trato cordial hacia ella. Aquella cojera parecía no querer abandonarla, y por más que ella tratase de disimularlo Evan conocía demasiado bien sus andares, y su trabajo en las cuadras le había enseñado a apreciar los pequeños gestos, era imprescindible para entender y comunicarse con los caballos. Sin embargo no podía adivinar si se trataba de una molestia o si le causaba intenso dolor. Creía que Ginevra tenía una voluntad de hierro y era capaz de no exteriorizar ni una mueca, en ocasiones era, quizás, demasiado dura con ella misma.

No quiso decir nada del asunto delante de Tabitha, pero al cruzar miradas ella vería cierta preocupación por su ser en los ojos del mayordomo.

-Espero que nos veamos luego- le dijo cordialmente.

Aunque Ginevra abandonó la estancia Evan no entró todavía, permaneció de pie, aguardando la invitación de su señora, si es que tenía a bien invitarle.

¿Evan?

Miró extrañada a Ginevra antes de que ésta abriera la puerta. Se llevaba bien con Evan, en realidad se llevaba bien con todo el mundo excepto con los demasiados estirados y su hermana, aunque su hermana entraba en el primer grupo. Aun y eso, no era común que Evan se presentara en su dormitorio. 

Tabitha había acabado de abrocharse el último botón de su vestido cuando Ginevra abrió finalmente la puerta. Estaba con el pelo levemente húmedo y con olor a frutas. En la bañera de su dormitorio todavía el agua estaba algo caliente, y completamente llena, con algo de espuma, pompas y burbujas flotando. 

Hasta luego, Ginevra -se despidió de ella, con una sonrisa menos formal de lo que debiera, pero con Evan tenía suficiente confianza como para mostrarse cómo era. 

Se sentó en una de las sillas para poder calzarse. 

¿Qué ocurre? -le preguntó al rubio, cuando la Ama de Llaves hubo cerrado la puerta, quedándose los dos en sus aposentos. Si su padre se enterara de eso le daría un ataque.

No había esperado quedarse a solas con Tabitha. No es que le diese miedo quedarse a solas con ella, ya se había dado la situación en alguna ocasión en los establos. Era el hecho de estar en sus aposentos lo que le ponía un poco nervioso. Por esta razón sus mejillas se ruborizaron un poco al ver que Ginevra se marchaba y cerraba la puerta.

-Discúlpeme mi lady, espero no ser inoportuno- Dijo con la mirada algo baja. Trató de recobrar la compostura y alzó los ojos para encontrarse con los de Tabitha. - Una sirvienta acudió en busca de Fiona, dijo que requeríais de sus servicios y que era urgente. Sin embargo Fiona ha sufrido una pequeña caída y temo que se haya lesionado un tobillo. En estos momentos está reposando en su cuarto y yo acudo para cumplir con sus obligaciones si os puedo servir.- 

Sabía que Tabitha apreciaba a Fiona y esperaba que no le supiese mal la iniciativa que el mayordomo había tomado.