Partida Rol por web

La joven heredera de la casa Vaelys entró en la habitación del Maestre con cierto miedo. No era fácil lo que esperaba a la joven en dicha habitación. Cuando encontró en ella tanto a su hermana como al Maestre saludó a ambos con una ligera y educada reverencia antes de intentar hablar.
Maestre. Hermana. Tengo u una pregunta- hasta ahí bien. Había logrado evitar casi todo el tartamudeo-. ¿Que sssson los Dioses annnnnntiguos?
Alguien le había hablado a la niña de esos entes y sentía curiosidad. Miro al semestre esperando una respuesta. ¿Algo mágico?

Al entrar, Mira pudo ver las manos de su hermana mayor. Estaban llenas de granos horribles y heridas sangrantes. Y, por muy dura que fuera la imagen, Astrid no las escondió. Observó a su hermana con detenimiento, mientras intentaba terminar su frase.

Mira, ¿por qué hablas así? ¿Cuál de tus otras hermanas te ha dicho que es divertido? su impulso la decía que fuera y la zarandeara para que entendiera que no se podía comportar así, pero sus manos la detuvieron. Hoy es una noche muy importante, no puedes hablar así, ¿entiendes?

Dejó de observar a su hermana para centrarse nuevamente en el Maestre

No, no consigo entenderle, Maestre Caelus. Y tampoco puedo quedarme en mi habitación. Hoy es la fiesta, tengo que ir, pues mi futuro depende de ello. Deme ese ungüento, y si es necesario, me pondré unos guantes para que nadie lo vea.

-¿Los dioses antiguos dices?-Al maestre se le acumulaba la faena de repente, ya habían vuelto a contarle alguna historia para darle miedo a la pequeña de las hermanas Vaelys.-Se dice que son espíritus que fueron venerados por los hijos del bosque, que vivieron aquí aquí antes que nosotros. Son como nuestros siete, pero diferentes. No debes preocuparte pequeña, son buenos, los Stark, por ejemplo, siguen rezándolos a ellos.-En realidad pocos en poniente seguían creyendo en su existencia.

-En cuanto a ti Astrid, desconozco si tu aflicción es contagiosa o no, así que deberá ser tu padre quien decida si puedes acudir, yo lo desaconsejo por tu bien y el de todos los asistentes. Al fin y al cabo solo es una fiesta y no deberíamos poner en peligro a los invitados, ¿no crees?-El anciano maestre sabe que para Astrid la celebración es más que un simple convite en el Castillo pero confía en que la chica comprenda la gravedad del asunto. Acto seguido, Caelus se acerca a uno de los estantes de su habitación para coger un frasco de color azul con tapón de corcho.-Ten, es un bálsamo de Aloe-Vera y otras hierbas, aplícatelo cada cinco horas sobre las ampollas, te aliviará.

A vever si te... No es broma
La pequeña de los Vaelish decidió que era mejor reducir su habla a frases cortas. No es fácil tartamudear cuando apenas se habla.
Gracias.- añadió girándose hacia el maestre con una nueva reverencia- Comida
Supongo que eso sería suficiente para indicar a dónde iba ahora. Sin más salió de la habitación para ir al comedor.
Puedo hacerme la afónica y escribir cosas. Nadie discutirá eso a una princesa.

Astrid esperó a que Mira saliera de la habitación y centró su mirada en el maestre. Sus rasgos no mostraban dolor, sino seriedad y enfado

Mire, Maestre Caelus. Creo que no llega a comprender la gravedad de la situación dijo, queriendo dar un paso para acercarse más a él Si no voy a la fiesta, el destino de mi familia se esfumará. Nadie heredará estas tierras y todos seremos desterrados. ¿Cree que alguien que no es de la familia le permitirá quedarse aquí? ¿Que no tendrá sus propios sirvientes? No, Maestre Caelus. Y todos sabemos el interés de mis hermanas por un casamiento. Así que soy la única opción.

Empezó a darse el bálsamo mientras continuaba la conversación.

Me plantearé seriamente quedarme recluida si alguien más se contagia. A estas horas, usted y Mira ya lo estarán. Y los sirvientes que hayan acudido a mi dormitorio a limpiar también habrán corrido la misma suerte. Si alguien más padece mis problemas, venga a verme y hablaremos sentenció.

-Me temo que la cosa no es tan fácil.-Dice el anciano maestre cerrando la puerta que había dejado abierta Mira.-No sabemos a ciencia cierta si es contagioso o no, ni cómo se contagiaría en caso de serlo. Además yo no decido tales cosas (dice en referencia a la asistencia de Astrid al evento), yo solo expongo la información a Lord Rhys, y él decide. Aunque si la situación es tan grave como dices, tal vez podría plantearme no comentar nada, si se tratara de un caso de fuerza mayor, repito.

-¿Por qué crees que la herencia de tu familia depende solo de ti? ¿Acaso tus hermanas no están dispuestas a hacerse cargo también? Si lo que dices es cierto deberemos trazar un plan enseguida.-Caelus toma asiento en uno de sus cómodos sillones, esperando la respuesta de Astrid.

Todos conocemos a mis hermanas. ¿Acaso hay alguna dispuesta a desposarse? El noble legado de la familia Vaelys está en juego, y a ellas les da igual agitó la cabeza y sus cabellos ondularon de un lado para otro Serían capaz de fugarse si alguien aprobara su unión con un hombre. Soy la única de todas que ha recibido la educación necesaria para ser la heredera, y usted lo sabe bien su mirada endurecida se mantuvo sobre la del Maestre. Si le comunica a mi padre que puede ser contagioso, y él ordena mi encierro, caeremos presas del infortunio. Además, añadió, con tono de preocupación mi padre está muy enfermo, también lo sabe. Puede que un disgusto así lo lleve a la cama hasta su muerte dramatizó la situación, pero el momento lo requería Y tampoco sabemos si lo de mis manos es fruto de la maldición de mi familia. Siempre ha ido a por los hombres, pero ¿y si esto es un síntoma de la aparición en las mujeres?

-Esta casa tiene cientos de años y nunca antes había sufrido una maldición así. ¿Crees que es casualidad que haya aparecido justo ahora?.-Pregunta mirando a los ojos a la doncella.-No, yo tampoco lo creo. Quienquiera que esté detrás de esto es alguien que pretende favorecerse de la situación, o que ya se haya beneficiado de ella. Ahora tenemos nuevos jefes de caballos y de cazadores, por ejemplo...-El maestre hace referencia a que los anteriores en los cargos fueron fulminados por la misteriosa enfermedad.

-Por el contrario.-Añade Caelus.-Deberíamos confiar en la inocencia de quien ha sido afectado por esta magia negra. No le comentaré nada a tu padre para que no te prohíba asistir al convite pero no puedo ayudarte en nada más respecto a la herencia, no sería justo para tus hermanas que yo me inmiscuyera en tales asuntos. Dime una cosa, ¿Ya tienes algún pretendiente formal?.

Estoy con usted, Maestre. Yo tampoco creo que sea cosa del azar. Hay algo que está detrás la joven se quedó mirando fijamente hacia los ojos de Caelus, como si ambos pudiesen leerse en lo más profundo de sus mentes. Además, ella había escuchado muchos rumores sobre el ascenso del que hablaba el maestre. Negó con la cabeza. No podía ser, se negaba.

Es posible que tenga un pretendiente, o quizá dos se llevó la mano al pecho, donde descansaba un colgante. Uno de ellos es desconocido, el otro es más cercano. Si los dos tienen las mismas intenciones con respecto a mi, elegiré al que mejor ayude al destino y la valía de esta casa. Para ello me han educado, sabré hacerlo apretó el puño con fuerza de manera instintiva, lo que hizo que su cara se contrajera por el dolor. Respiró hasta que se calmó.

Si me disculpa, creo que me estarán esperando para el desayuno. Maestre Caelus hizo una leve inclinación de cabeza confío en sus palabras.

Sin más que decir, Astrid se puso nuevamente los guantes y se marchó de aquella habitación.

Caminaba hacia los aposentos del maestre mientras recordaba las palabras que éste le había dicho.

"Estoy pensando en algo para que puedas acudir sin que haya demasiadas quejas por su parte, ven a verme a mis aposentos antes de que empiece la fiesta y te explicaré los detalles."

¿Qué tendría pensado el maestre? De hecho Kyle también asistiría a la fiesta como invitado. ¿También habría buscado una solución con respecto a que el jefe de cazadores pudiese asistir a la fiesta sin despertar recelo en los nobles? Además, recordaba, el maestre había dicho que debería pedir un favor a alguna de las hijas Vaelys y le había preguntado a cuáles de ellas podía acudir.

Sus pasos le acercaban a su destino, pero Evan no fué consciente de lo que le rodeaba hasta llegar a la puerta del maestre.

Salió de sus pensamientos y miró seriamente el trozo de madera donde sus nudillos golpearían para avisar de su llegada. Cogió aire y llamó.

Las celebraciones no eran muy del agrado de Caelus, en la mayoría de ellas lo único que se hacía era beber y comer hasta el hartazgo y los asuntos tratados en las conversaciones generalmente eran intrascendentes para el anciano maestre. A pesar de ello, los jóvenes siempre mostraban gran interés por los eventos de este tipo. 

-Pom, pom.-alguien llama a la pesada puerta de madera de su cuarto.-Ah, Evan, eres tú pasa, pasa por favor.-Se diría que el maestre se ha acicalado especialmente para la velada, estrenando túnica nueva y ordenando (o al menos intentándolo) su enmarañado cabello.-Parece que tu pequeño problema se ha solucionado solo ¿Verdad?. Bueno en realidad Lord Vaelys ha tenido el detalle de hacerlo por mí, aunque me temo que él no era consciente de los problemas que le puede acarrear en el convite de hoy. Creo que la enfermedad empieza a nublar su juicio en algunas ocasiones.-Caelus se muestra preocupado por la salud de su Señor. La enfermedad que afecta a los varones del Castillo se muestra implacable y la debilidad de Rhys es cada vez más acusada.-Sea como fuere.-Prosigue el anciano.-Se te ha invitado formalmente a la fiesta y ya ya no hace falta montar ningún teatrillo por nuestra parte.-Acaba con una sonrisa.

-¿Alguna otra cosa, joven?

Al principio permaneció pensativo, un tanto extrañado. 

Tras terminar de escuchar a Caelus se permitió fijarse un poco más en él. Se estaba poniendo guapo para la fiesta. No sabía si ese sería su atuendo definitivo, Evan por su parte iba arreglado pero nada excepcional, se guardaba sus mejores galas para la cena. 

Cuando el maestre le preguntó si tenía alguna otra cosa que tratar, apretó un poco los labios. Observó sin demasiado disimulo los aposentos del anciano, y mientras lo hacía empezó a hablar.

- Ciertamente también me encuentro preocupado por nuestro señor. No dudo de su lucidez, tampoco de los peligros que le acechan. El sentido común nos hace pensar en que las amenazas llegan de fuera, ¿quien podría desearle mal alguno a Lord Rhys de los que vivimos en la fortaleza? Por mi parte no conozco a nadie con motivos tan fuertes como para desearle un mal tan grande, que yo sepa.- 

Se permitió pasear despacio por la estancia, mientras se detenía a mirar algún objeto de vez en cuando pero sin tocar nada. A menudo volvía su mirada al maestre. Caelus pudo apreciar que hablaba en serio, y que parecían ser pensamientos que llevaban tiempo rondándole la cabeza.

- ¿Sabéis si la enfermedad que le está afectando es la misma que padeció el antiguo jefe de caballos? Si es así es una enfermedad caprichosa. Se lleva solo a unos pocos para aletargarse y volver años después para cobrarse una nueva víctima. Siempre varones...-

Observaba la estancia distraídamente, y tras formular la última pregunta miró al maestre para ver su expresión. Esperaba que el anciano fuese sincero con el, a fin de cuentas ambos eran hombres de confianza de Lord Rhys.

Aguardó en silencio la respuesta de Caelus. Si había trabajado en este asunto, tal y como había asegurado el día anterior, seguro que tendría alguna respuesta para Evan.

-Sí, tengo motivos para pensar que se trata de la misma enfermedad que ha ido afectando a los demás varones del Castillo, entre ellos a tu sucesor en el cargo de encargado de los caballos.- Confirma el maestre, aunque en realidad era difícil de asegurar ya que los síntomas de la enfermedad eran distintos en cada uno.-Lo más extraño es que la enfermedad parece ser selectiva y que elige a los miembros con mayor rango dentro de la Casa. Nunca había visto nada igual, casi parece cosa de brujería  si no fueran cuentos para niños, claro.

-Desconozco quien puede tener motivos para querer aprovecharse de la debilidad de Lord Vaelys, pero algo me dice que tiene que ver con la sucesión al mando de la Casa.

Sonrió levemente ante  el comentario de que parecía brujería.

-A mi me parece más otra cosa. Las enfermedades no suelen distinguir rangos, pero las personas... eso ya es otra cosa. Las personas pueden escoger, y muy bien, a sus víctimas-

Miró fijamente a Caelus, Evan estaba ahora serio.

-¿Y si no fuese una enfermedad? ¿Y si se tratase de algún tipo de veneno?-

Permaneció mirando al anciano, quería ver su reacción ante esa idea. Si alguien sabía de venenos en la fortaleza ese era Caelus.

-Sí, es posible, claro.-Dice mirando a Evan con curiosidad.-Enseguida estudié esa posibilidad, pero tendría que ser un veneno muy extraño. No responde ante ninguna de mis medicinas y es indetectable.-Caelus se acaricia la barba pensativo.-No, no creo que sea eso.-El anciano maestre esta orgulloso de los amplios conocimientos adquiridos durante su formación en la Ciudadela y rechaza la opción de que exista una sustancia tan desconocida para él.- En cualquier caso, voy a mandar un vigilante camuflado a la cocina hoy, no está de más ser precavido ¿Verdad?. Y quizá también un catador. Imagínate el desastre que sería si alguien aprovechara el evento para envenenar a todas las personalidades que van a acudir!