Partida Rol por web

Estaba tan ilusionada con la idea de hallar la solución de todos los males, que al escuchar a Alyra pedirle que esperase al Maestre, su sonrisa se esfumó, y cual niña pequeña que era, su mirada fue hacia los demás esperando una contradicción, un vacío legal o una omisión que le permitiese hacer aquello que deseaba. Mas no encontró indiferencia o alguien que la animase a continuar con su tarea. Astrid también creía mejor esperar al dueño del laboratorio y por si fuese poco, Sloth le encomendó seguir las instrucciones de sus hermanas.

Qué terriblemente injusto ser la menor!

Todos le daban órdenes y estuviese de acuerdo o no, siempre esperaban que las acatase. Le mandaba su madre, su padre, sus hermanas, incluso cualquier persona de un u otro modo. Y siempre era todo por su bienestar, pero, ¿por qué no podía decidir ella qué era lo que la hacía sentir mejor?

De acuerdo, esperar al Maestre Caelus era lo más sensato, pero ¿qué harían hasta que llegase? ¿Acaso no agradecería el anciano que Mira le ordenase sus botellas? Podía separarlas de distintos modos: por tamaño, por forma, o mejor aún por el color de su contenido... Además si el Maestre necesitaba encontrar algo que no recordaba dónde había dejado, ¿no sería entonces de utilidad que hubiesen observado a su alrededor mientras esperaban, en lugar de no hacer nada?

Suspiró y se encogió de hombros.

-No to toca-ré nadda -dijo tan resignada como tristona.

Astrid y Sloth hablaban de qué hacer. Parecía que su hermana iría a asistir a Lenia y él se quedaría con ellas en el laboratorio. Mientras conversaban Mira revoloteaba por aquí y allá, tranquila y cumpliendo su palabra de no tocar nada. Le habría gustado que hubiese más cosas espectaculares, con colores intensos y brillantes, pero todo tenía un toque algo lúgubre.

Por el rabillo del ojo iba mirando a Alyra, que se había apartado todavía más. Estaba muy muy extraña y Mira deseaba con todas sus fuerzas acercarse a ella. Pero, ¿qué debía hacer? Le costaba ignorarla, no podía hacer tal cosa, aunque su hermana lo vería como una señal de respeto, ya que era evidente que no deseaba que nadie se le acercase. La joven Vaelys sentía que caminaba en una cuerda floja y a cada lado había una posibilidad distinta. ¿Caería en el margen izquierdo o en el derecho? Sencillo: saltaría al que prefería tomando su decisión. Aquí nadie le había ordenado nada de un modo explícito.

Se recogió el vestido y fue hacia su hermana Alyra. Sabía que ella evitaba que le viesen el rostro y Mira no quería incomodarla, así que no intentó forzarla a ello ni intentó que se girase. Sencillamente se abrazó a su hermana, rodeando su cintura con sus brazos y apoyando su rubia cabecita en la espalda de Alyra. Cerró los ojos y reunió una enorme esfera de luz en su corazón que deseó transmitirle, para llenarla de esperanza, ánimo y serenidad. 

El soldado asintió ante la petición de Lady Astrid y juntos abandonaron la estancia.

Se acercó con paso firme a la puerta y la golpeó con el puño tres veces justo antes de abrirla y dejarla cerrarse tras él con la inercia del gesto que hizo sobre ella con ese fin.

Mientras la puerta se afianzaba entre las jambas con un seco "Clok" el mayordomo se quedó mirando a quienes allí estaban. Se mantuvo mudo y como petrificado por unos segundos, sintiendo como sentimientos e ideas enfrentadas invadían todo su ser, como el hambre y el agotamiento comenzaban a hacerse notar en su cuerpo, pues tanta tensión no podía soportarse demasiado tiempo y ahora, al ver a Alyra y recordar a su dama tan solo sentía deseos de hundir su rostro contra el pecho de su amada para que los dedos de ella acariciasen sus dorados cabellos. Para poder dejarse caer, ella le otorgaría fuerzas para ponerse en pie de nuevo. Pero aquello no era posible, Fiona había muerto y no podía llorar, aunque su alma clamaba por hacerlo.

Sloth hizo una torpe pero sentida reverencia mientras Lady Astrid salía del laboratorio siguiendo al soldado. Cuando la puerta se cerró tras ellos, se giró para ver a la pequeña Mira abrazada a su hermana, dándole todo el cariño. Sloth sonrió, pues era una escena bonita. Y todos necesitaban de imágenes hermosas para sobrellevar lo ocurrido.

Sloth se acercó a Alyra, para hablarle en voz baja, pues tal vez podía ofrecerle su ayuda, Sloth pensaba; pero entonces alguien llamó a la puerta y, antes de que pudiera reaccionar, esta volvió a abrirse repentinamente. Sloth se paró en seco y se giró bruscamente hacia la persona que había irrumpido, temiendo que fuera el Maestre Caelus.

Aunque aliviado al ver que solamente era Evan, Sloth no pudo evitar sentirse confuso. ¿Lady Vaelys no lo había enviado a la capilla con los demás? ¿Qué hacía en el laboratorio?

- Evan, qué sorpresa verte por aquí. ¿Está todo bien? ¿No habrá ocurrido nada más? –preguntó Sloth, temiendo que lo hubieran mandado con malas noticias-. ¿Están ya todos en el Septo? –continuó, con delicadeza, pues Sloth no quería decir en voz alta el nombre de Fiona ni lo sucedido con ella.

Como el pobre Sloth veía que las lágrimas volvían a sus ojos, intentó cambiar de tema rápidamente para evitar llorar.

- Sloth se pregunta, Evan, si está ya solucionado lo del olor. Lady Vaelys estaba preocupada, lo estaba mucho, claro, porque el almuerzo no se pudo hacer dentro y esta noche… esta noche tiene que salir perfecta –Sin Fiona… no puede ser perfecta, pero se intentará. Por las damitas y la señora se intentará. Así lo ha dicho Lady Vaelys, nada se para, todo sigue igual, pensó amargamente. Con su manga, Sloth se secó una solitaria lágrima que logró salir y recorrer su mejilla-. Y los invitados, algunos se han preguntado por qué huele así y Sloth ha pensado que quizás hay algún problema en los establos. 

Cuando Evan entró encontró a Alyra de pie ante la ventana, mirando por esta, con los brazos cruzados contra su pecho, y el mayordomo no necesitaba ver su rostro para saber que estaba llena de tribulaciones, pues adoptaba esa postura cuando algo la atormentaba profundamente, lástima que en ese estado la encontrara tantas veces en el último tiempo como si lentamente se fuera apagando su inocencia y luz para dar pasado a una personalidad cada vez más templada y solitaria. 

Mira la ataba abrazando, Alyra reaccionó sin mucha premura al gesto de su hermana, no por no agradecerlo, sino que tardó un poco en notar el abrazo de su pequeña hermana, bajando una de sus manos hacia la mano de de la niña y pasar sus dedos delgados. Sloth por su parte hacia preguntas que hacían tremendamente real el dolor que estaba sufriendo todos aunque no dijera su nombre. Alyra bajó el rostro y llevó su mano para cubrir sus ojos al poner su dedo pulgar y anular en sus sienes. Fiona... Fiona, su mejor amiga, y quizás la única... pero la mención del olor hace que baje su mano, Alyra ya imagina a que venía ese olor y era la confirmación de que todo lo que estaba pasando era obra de magia negra. 

Sin embargo no daba más, estaba abatida, cansada así que sin pensarlo mucho, sin darse cuenta de que quienes estaban ahí o quizás sí y por eso lo hizo, se soltó de su hermana  y avanzó a paso trémulo hacia Evan quien podría ver las marcas terribles en su rostro y sus ojos cargados de tanta tristeza en la breve mirada que le dio hasta que se acercó a del y bajó los ojos para no notar algún gesto de asco de verla. Hundió su cara en el pecho de Evan y comenzó a llorar, llorar tan fuerte y desgarradamente que ninguno de los que estaban ahí la habían escuchado llorar así, ni siquiera Sloth que estuvo presente el día de su nacimiento, pues la pequeña Alyra no había llorado cuando había venido a este mundo, sin embargo ahora lloraba como un bebe, derramando todas las lágrimas y la suma pena que traía en el corazón desde hace tantos días y que ante la idea de no poder hacer nada, sólo quedaba intentar cansar el alma del dolor y buscar la breve calma que dejaba el cansancio del llanto... 

Evan alzó la mirada al escuchar las palabras del jorobado que lanzaba preguntas, muchas preguntas. Pero la atención del mayordomo se encontraba más centrada en la cuarta hija de los Vaelys. Sabía que estaba afectada y abrumada por todo lo que estaba sucediendo. Mira la abrazaba, la pequeña era como un rayo de luz en la oscuridad. Alyra comenzó a caminar hacia Evan y él sintió como su corazón latía cada vez más acelerado y con fuerza, comprendía los sentimientos de ella y estaba tremendamente apenado por que hubiese de soportar tanto dolor. Apretó los labios al descubrir cuánto había empeorado el rostro de la joven, pero no hizo ni una mueca de repulsión, tan solo sentía tristeza y dolor por que estuviese así. En cuanto ella apoyó el rostro contra su pecho él la rodeó con los brazos fuertemente, para que sintiese que él estaba allí para ella.

-sssh... tranquila...- le susurraba casi al oído - lo solucionaremos...- quería ser fuerte para ella, pero no pudo impedir que alguna lágrima asomase a sus ojos, por suerte Alyra no lo vería, aunque era posible que Sloth y Mira se percatasen de ello. 

Sin soltar a la dama miró entonces a la pequeña Mira, se esforzó para dedicarle una leve sonrisa tranquilizadora, aunque sus labios se apretaron levemente. Después miró fijamente a Sloth, tardó un poco en responderle, parecía evaluar algo. 

-De momento todo sigue igual, el maestre está examinando ...- no quiso decir el nombre de Fiona, se le cortó en la garganta -... y yo he subido un momento para ver que tal estaban las damas.- Se interesaba por el asunto del olor, el sirviente y el mayordomo siempre habían tenido una relación cordial, a diferencia de otros que le habían precedido en el cargo o incluso algunos compañeros, Evan no había golpeado ni insultado jamás a Sloth por su condición. Quizás por eso el sirviente se atrevía a preguntar abiertamente -En el asunto del olor se ha avanzado, si bien no puedo prometer que no inunde la sala del banquete. Y soy consciente de lo importante que es esta noche, esta cena, y desde luego que haré cuanto esté en mi mano por que todo llegue a buen puerto y tengamos una boda, al menos una- No dejaba de pasear la mirada sobre el anciano como si pensase a cerca de varios asuntos sobre el sirviente -No es nada relacionado con los establos. No han sido mis chicos, lo he comprobado- Hizo una pausa algo más larga de lo normal, pero sus ojos seguían clavados, esta vez, en los ojos de Sloth. 

-Sloth, ¿Cómo has entrado en la torre?- Preguntó al fin sin dar más rodeos.

Alyra se sintió reconfortada en los brazos de Evan, era lo único que necesitaba, ya estaba cansada de hacerse la fuerte y era necesario que comprendiera que tan sólo tenía 16 años y que afrontaba demasiadas responsabilidades y pesos, así como la infinita pena que le producía el haber perdido a su amiga, sin embargo su llanto fue menguando, y terminó sólo en sollozos y pequeños temblores mientras buscaba respirar con mayor tranquilidad y controlar la hiperventilación. Algo que pudiera controlar en todo lo que estaba pensando, reflexionó. 

Sloth le respondería a Evan, y como el mayordomo no preguntó de manera agresiva al que también consideraba su amigo, no saldría en defensa del jorobado, aunque esa reacción casi siempre era instintiva cuando se trataba Sloth, pues despreciaba la forma en que muchos lo trataban. Alyra siguió apoyada en el pecho de Evan, abrazándolo con fuerza, y por unos instantes se cruzaron como navajas las palabras que había compartido con el septón, sobre su deber y como el Desconocido marcaba su camino. casi parecían cuentos ya, más en vista de lo que estaba sucediendo.

—  Evan... —  su voz recobró un poco de fuerza, pero seguía siendo un murmullo caso —  ¿do-donde la encontraron?... digo... ¿estaba en.. en mi cuarto...?  yo...—  esa era una idea que le estaba dando vueltas, y si su amiga había caído por error, siendo el objetivo otro. Apretó los dientes, y se separó un poco de Evan, aunque aun ocultando su rostro.

— ya... creo que es momento de que deje de comportarme como una... niña —  eso se lo dijo más bien a ella —  Sloth, Mira, les debo encargar una misión, necesito que convenzan a Madre de que haga una fiesta de disfraces, expliquenle lo que me pasa pero que necesito salir de mi escondite, estaré bien y no es contagioso, por favor... la idea de las máscaras es lo mejor—  se separa de Evan y busca el tocado con el velo que estaba llevando, no lo había pensado, pero con lo de Fiona... podría decir que lleva el rostro oculto por el luto, sonrió casi sin ganas y se colocó el velo oscuro que hacía juego con sus ropas negras —  Evan...¿me acompañarías para ir... ir a verla? —  su voz tembló, el ver su cuerpo haría mucho más real aquella noticia —  necesito asegurarme que ella sea tratada como corresponde y que se vaya con el vestido que le regalé... por los siete... se lo regalé para que... para que estuviera hermosa esta noche —  otra vez las lágrimas salieron de sus ojos, pero se ocultaron por aquel velo que llevaba y extendió su mano para tomar la mano de Evan, ya sin tener cuidados sobre sus muestras de cariño por el mayordomo.   

De repente sintió esa horrible patada en la boca del estómago. Apretó los dientes y abrazó su estómago, presionándolo para amortiguar su malestar.

¿Qué podía ser? Lo primero que le vino a la mente era su nueva situación, pero no podía ser eso… Estaba algo confusa. Había escuchado a sus hermanas quejarse de dolores y molestias en esos días rojos pero siempre extendían sus manos sobre su vientre.

Pero entonces, ¿a qué podía deberse ese intenso dolor? No se le ocurría nada, excepto que algo le hubiese sentado mal. Miró al techo haciendo memoria. Lo único que había comido era aquel postre en el jardín.

Cuando Evan apareció, Alyra se deshizo de su abrazo para buscar otro más necesario. Mira lo comprendía y lo aceptaba, sin embargo era incapaz de desprenderse de una intensa sensación de vacío, de una amarga inconsistencia. Se sentía amada por su familia, pero totalmente invisible en un día como aquel. ¿Por qué no podía encerrarse en su habitación hasta que todo pasara y el sol anunciase un nuevo día? No creía que nadie la echase en falta.

De repente sintió una horrible patada en la boca del estómago. Apretó los dientes y abrazó su estómago, presionándolo para amortiguar su malestar. Sin embargo se esforzó por disimular. No salió queja alguna de sus labios ni atisbo de gestos exagerados en su rostro. Su hermana necesitaba toda la atención del mundo y ella no deseaba robársela. ¿Cómo iba a lamentarse cuando Alyra lo estaba pasando tan mal?

Tenía ganas de llorar, en parte por la impotencia que sentía, en parte por ver sufrir de aquel modo a su querida hermana.

Alyra preguntó a Evan por Fiona y Mira guardó silencio. Luego, miró extrañada ante una petición que veía arriesgada. Comprendía que su hermana quisiera ocultar su rostro, pero ¿por qué debían llevar máscaras todos? Pensó que de ese modo Alyra no se sentiría distinta del resto pero este día ocultaba demasiados misterios para querer añadirle más.

Miró a Evan y a Sloth antes de responder. Tampoco hacía falta porque su hermana lo daba por hecho. Aún así, si ese era su deseo, por ella lo haría, aunque no estaba convencida de conseguirlo ya que sentía que su madre no le prestaba mucha atención.

-Co co-mo qui-e-ras… -dijo con un hilo de voz.

Tras unos minutos necesarios para recomponerse se acercó al taburete. Cogió su muñeca con mimo y delicadeza, mirándola con el sueño de hallar juntas el modo de borrar todos los males y de bañar en luz los corazones de todos en un día que debía ser tan mágico como hermoso y brillante.

A Sloth no le sorprendió ver a la dama salir al encuentro del jefe de caballos. Sloth conocía muy bien a las jóvenes y sabía muchas veces lo que se les pasaba por la cabeza y el corazón. Así como lo vio en Lady Lenia hacía un rato, lo había visto hacía tiempo en su hermana. Sloth, no obstante, mostraba incomodidad con esas muestras de cariño entre Evan y Lady Alyra. Podía habérselo tomado con total naturalidad, pero eso no era lo que la situación demandaba, pensaba Sloth. Una dama con un jefe de caballos, cuyo compromiso aún no estaba fijado, y siendo la primera vez que Sloth los veía así abrazados. Sloth bajó la cabeza para mirar a otro lado y que, a menos que ella le dijera algo del tema, él debía evitar mencionarlo, al menos en este instante.

Y eso hizo Sloth, quien pasaba sus ojos por el suelo y las estanterías, mientras asentía a las explicaciones de Evan. Sí, era importante que todo saliera bien para que se cerrara al menos un matrimonio. Y ese matrimonio tendría que ser con alguien digno de la familia, pensaba Sloth.

- Sloth ha entrado con urgencia a la torre detrás de los soldados, quienes estaban demasiado ocupados impidiendo la entrada de una enferma Lady Lenia a sus aposentos, y correteando de un lugar para otro, demasiado ciegos para darse cuenta de que un torpón como Sloth subía –explicó, aunque Sloth sentía que no tenía que explicarse ante el joven Evan. Por ahora solo era el mayordomo y la palabra de Lady Vaelys contaba más que la de él-. ¿Cómo has entrado tú, Evan? ¿Has evadido también a los soldados?

Y luego Sloth se fijó en Mira, quien había quedado sola después de que su hermana fuera a buscar consuelo en su amado. Mira, quien había encontrado el cuerpo sin vida de Fiona, era la que más apoyo necesitaba en ese momento. Pero para eso estaba Sloth ahí. El deber de Sloth, su objetivo en la vida, era garantizar la seguridad y felicidad de los Vaelys. Así que, cuando la niña fue a sentarse a jugar con su muñeca, él se sentó a su lado, en el suelo y, antes de responder a Lady Alyra, rasgó un trozo de tela cuadrado de sus ropas raídas y, con un par de hilos más, consiguió hacer rápidamente una rústica capa del tamaño de la muñeca.

- Cuando el día esté tan negro como hoy, milady, hay que proteger a la muñeca. Puede que ella no pueda resguardarse de la lluvia y la tormenta que se le viene encima y sienta que tendrá que pasarla sola. Pero gracias a los dioses no lo está. Os tiene a vos y a la capa del fiel Sloth para cuidarla –dijo, mientras le daba el cacho de tela para que se la pusiera por encima y dirigía su mirada a la ventana, por donde se veían las grandes gotas de lluvia que golpeaban contra los cristales.

Al fin se levantó, para hablar con Lady Alyra. Sloth no estaba seguro de que a las otras muchachas les pareciera bien la idea del disfraz. Sloth podía ver el rostro dudoso de la pequeña Mira, imaginaba que las demás tendrían las mismas dudas. Pero la última palabra la tenía Lady Vaelys y Sloth solo era el mensajero, así que el mensaje transmitiría, si eso era lo que deseaba la dulce Alyra.

- Claro, milady, Sloth se lo preguntará a vuestra madre. Puede que entienda vuestra situación y, si vuestras hermanas se cansan de la máscara, siempre pueden quitársela en cualquier momento para hablar mejor con los invitados –le respondió, con una pequeña reverencia-. Pero antes Sloth necesita buscar algo para vuestra hermana Lenia, necesita algo para reponerse y Sloth sabrá por dónde buscar.

Luego se acercó a la joven para susurrarle unas breves palabras.

El jorobado le decía algo al oído, la joven tras el velo, ocultó la pena que sintió por sus palabras, pero no por lo que le había dicho, sino porque no se había dado cuenta, realmente Alyra era a veces demasiado abstracta y no lograba entender lo que los demás les pasaba, por eso prefería los libros o sus entrenamientos, manteniéndola apartada del resto de sus hermanas, sin embargo asintió a lo que le dijo, mordiéndose un poco el labio inferior antes de soltar la mano de Evan para extenderla hacia Mira.

— hermana, ven mejor conmigo, Sloth podrá encargarse de lo que le he pedido, es la única forma que yo pueda salir de este lugar, de lo contrario, tendré que quedarme en mi habitación todo lo que queda de noche, no quiero que los invitados piensen que hay alguna maldición o enfermedad sobre nosotros y arruine el matrimonio de mis hermanas, pues es obvio que yo ya no tengo oportunidad — se encogió de hombros, era lo que realmente pensaba, y no sabía como sentirse con eso, si aliviada o no, pero sí muy sola, porque incluso con Evan ahí, no lo condenaría a una vida con alguien marcada como ella si no lograba que su rostro sanara. 

— en fin, vamos, Sloth, respecto a mi hermana Lenia, dile que se cuide, que los rumores de que se ha acostado con Ser Galbart son aún más intensos y que incluso está embarazada — ya no importaba mantener eso oculto, esos rumores estaban corriendo y de seguro ya habían llegado a oído de muchos — Ser Galbart deberá casarse con ella para que su honra no quede tan destruida que le arruine la vida, y para ella, el conseguir el amor es importante, no quiero que por algo así, que pierda sus sueños, aunque creo que no será problema, ella lo quiere, pero no sé él... ummm confiemos en la doncella que así sea — bajó de nuevo la vista y guardó un poco de silencio, antes de salir por aquella puerta.

— vamos, hay cosas que hacer, Sloth estaré con Fiona, así que cuando quieras hablar conmigo, búscame ahí, — le sonrió, aunque su cara dolió, lástima que por el velo, no pudiera ver ese gesto.

Los ojos de Mira miraron centelleantes a Sloth. Aquel gesto tan desinteresado llegó al alma de la pequeña.

-Qu qué cora-zón mmmás her-mo-moso el vues-tro -le dijo con ternura, mientras acariciaba el cabello de su muñeca vestida ahora con una nueva capa. Había colocado la prenda delicadamente sobre sus hombros, atándola con una lazada para que no resbalase. Sonrió ilusionada, pues no sólo aquella tela la resguardaría de la lluvia, sino de cualquier hechizo maligno que la acechase en las sombras. Era una capa mágica capaz de convertir en invisible a quien la portase con tan sólo desearlo.

Alyra extendió su mano hacia ella y Mira no tardó en estrecharla. Bajo el velo más oscuro su hermana seguía siendo la estrella más brillante.

Asintió a sus palabras contenta de que quisiera que la acompañase y luego permaneció a su lado, escuchando con asombro los rumores sobre Lenia.

Evan observaba a Sloth todo el tiempo, sus gestos, su rostro... realmente parecía estar pasándolo mal. ¿Era posible qué...? 

-Sloth, antes de entrar en la torre tras los guardias, ¿viste u oíste algo o a alguien?- Parecía imposible que no hubiese ningún testigo, que nadie hubiese visto nada ni oído lo más mínimo. Y sin embargo tenía sus sospechas, incluso de alguno de quien nadie parecía sospechar, quizás porque habían sentimientos involucrados, tantos años compartidos pueden estrechar lazos tan potentes como los de la sangre. 

Murmuró algo al oído de Alyra y después miró con afecto a la pequeña Mira. 

-Sloth, cuando vuelvas a nuestro encuentro, traenos algo de comida y vino. No he tomado bocado desde el desayuno y algo me hace pensar que no soy el único que lo agradecerá. No lo sirvas en mitad del septo, hazlo en los aposentos del septón- Esperaba que el jorobado cumpliese con el encargo de su parte, pues aunque aquel día era John quien hacía las veces de mayordomo, Evan seguiría siendo el mayordomo al día siguiente.

Si las cosas no cambian a favor

Le sorprendieron los comentarios sobre Lenia, ¿era posible que ya se hubiese encamado con uno de los invitados? Negó para si, pero a fin de cuentas a veces la verdad no importa, sobretodo cuando los demás prefieren creer en las mentiras. De modo que tanto si era cierto como si no, la solución que daba Alyra podía ser la más acertada.

Alyra parecía resignada a no casarse, y aquello, por un extraño motivo, animó el corazón de Evan.

-Yo debo ocuparme de Fiona, de modo que iremos los tres juntos.- Clavó sus ojos en Mira ¿de verdad le harían enfrentarse de nuevo a aquella escena? Esperaría a quedar los tres solos para proponer una solución a aquello.

- vamos mejor - acerca a su hermana a ella, Evan le dice algo y ella le responde, pero es un pequeño susurro, llevando a su hermana de la mano, pobre Mira, nadie le había dicho a Alyra que Mira había encontrado a Fiona, sino sería mucho más cuidadosa de lo que hacía, pero creía que su hermana menor no se ha despedido de la joven.

Asintió a Alyra.
-Vayamos, aunque deberíais recoger aquello en vuestro cuarto- dijo a la dama con una mirada cómplice.
-Yo recogeré a Fiona y la llevaré al septo. Creo que será mejor que me deis está ventaja para que Mira no la vea de nuevo en ese estado- y frunció un poco el ceño pensando que él tampoco querría, lo que quería era verla corriendo, bailando o nadando en el lago.
Creo que ya les he dado suficiente tiempo

la complicidad entre Evan y Alyra era palpable, quizás todo el tiempo que demoró la joven en domar a Indomable y que significó que pasaran mucho tiempo juntos ayudó a que Evan lograra traspasar aquellas murallas que la personalidad más bien retraiga de la joven se mostrara, pero lo cierto es que Alyra ahora se sentía más tranquila, le hacía falta llorar pero solo por un momento, antes de recuperar el aliento para seguir adelante.

— oh... está bien — murmuró y alargó su mano hacia la mano de su hermana para que la acompañara — oh... vaya... — recién cayó en cuenta en algunas cosas, su hermana ya la había visto y se estremeció — sí si, — asintió, se veía muy dulce cuando lograba comprender cosas que se le pasaban por alto — Evan, luego... quiero que hablemos, ufff del hablar con muchas personas — se encogió de hombros y caminó hacia la salida — te esperamos. Evan, Sloth, te dejo encomendada lo de las máscaras, sino, tendré que andar con el velo e inventarme una buena excusa para usarlo que no sea decir que estoy de luto, — se encogió de hombros y bajo el velo les regaló a los dos hombres una sonrisa tibia.