Partida Rol por web

Al contrario que ocurrió la noche anterior, todo fueron gritos en ese amanecer en Castronegro. 

¡Ha muerto el enterrador, ha muerto el pequeño Lázaro! gritaban la gente camino abajo por la cuesta que lleva de la abadía al pueblo y cruza forzosamente el camposanto donde está el cementerio abotonado por tres muros y medio de piedra. 

Así era, o así contaron durante la mañana al menos. 

Su cuerpo inerte y despedazado no fue puesto en una de las tumbas que él cavó durante tantos años hasta que llegara el Capitán y diera parte. 

Pero había habido más cuerpos destrozados. Y no me refiero al del soldado-lobo Francisco Fernández de Córdoba al que el alcalde había dispuesto para seguir alimentando al perro y que un día más fuera humano, no. 

Me refiero al del propio alcalde Diego de Narvaez que había aparecido también destripado. Sus lentes rotas y su mano al pecho en adusto y noble gesto antes de que el rigor mortis le alcanzara. 

Dos muertes, por tanto, y un inmenso vacío legal: ¿A quién habría dejado su puesto de mando el difunto gobernador? Siendo un hombre letrado y mientras se acercaba el Capitán a examinar la identidad de los muertos, los lugareños registraron su casa hasta dar con una nota donde lo indicaba. 

Todos menos María Lucrecia, la monja, que había sido vista en el burdel. Y ahí ya sí que tuve que resoplar y abrazar a mis muñecos puesto que una cosa es que los hombres se transformen en lobos y otra ya inaceptable que las monjas se vayan a putas. 

- ¡ERA UN HOMBRE LOBO! 

¿Quién, quién, quién? preguntaba el pueblo. ¡QUIÉN! grité yo. 

- Ese pequeño bastardo enano. Su cuerpo muerto se ha transformado en esto. 

Arrojaron desde los caballos el cuerpo del medio hombre y estaba revestido de pelo y garras. Con su tamaño parecía una de estas marionetas irreales pero igual de fieras.

- En cambio Don Diego de Narváez además de maestro, poeta frustrado, caballero de honor y antiguo alcalde, era un SIMPLE HUMANO... Bueno, humano a secas, que de simple tiene poco tantos títulos. 

Ohhh, así que Lázaro era un hombre lobo y Diego de Narvaez un aldeano. Un tanto para cada bando. 

La guerra entre lobos y hombres se había desatado. 

Alguien le llevó el contenido de la nota del anterior alcalde y exclamó: 

- Don Ramiro Benavente: Es usted nuevo alcalde de este pueblo de ingratos y mártires. 

Rodrigo amaneció ese día con sentimientos encontrados al escuchar las nuevas de la mañana. Por un lado su corazón se llenó de jolgorio por partida doble al escuchar de la muerte de Lázaro, ¡una bestia! Como ayer muchos supusieron. Esto quitaba un enemigo más de la palestra, eliminando de un día para otro dos de un solo plumazo. Y no solo eso, si no que ¡ahora sabían a ciencia cierta la identidad de una poderosa aliada! Eran grandes noticias para los justos en Castronegro.

Pero por otro lado, esos animales se habían llevado por delante a Diego Narvaez. El viejo maestro, tan curtido, con una lengua más afilada que una espada y más rápida que el plomillo de un fusil, había sido pasto de las alimañas esta noche. Y la susodicha Bruja, que había empleado uno de sus dones no se había molestado en salvarle, a sabiendas del bien que le estaba haciendo a la comunidad. Rodrigo no pudo si no recriminarselo, más al aire que a persona concreta, pues no sabía a quien.

- ¡Ay...! Buen servicio nos has prestado esta noche Bruja, cualesquiera de ustedes sea, pero ¿no vió que la vida de Don Diego era primordial? ¡Tenía un plan, o eso dijo! ¿Ahora que haremos...?- una lágrima escapó de su ojo y fue rápidamente limpiada con la manga del sayo. - Al menos... Ay, buena Lucrecia, cuan me alegro de que sus palabras hayan sido ciertas. En sus manos está salvar este pueblo...

-Pues vaya- se dijo a sí mismo al recibir los poderes de la alcaldía- y decía mi madre que no iba a llegar lejos.

Claro, que, ser el alcalde de cuatro mataos donde la esperanza de vida de los alcaldes no superaba los dos días no era llegar muy lejos precisamente. Aún con esas aceptó el cargo prometiéndose hacerlo lo mejor que podía. Claro, que quisiera o no, tendría que hacerlo igual.

-Ocuparé el cargo que hasta ahora mis predecesores han llevado de forma frustrada pero también intachable, pues Diego y Doña Inés fueron un ejemplo de como debe ser un alcalde- bueno, el desliz de la primera con las votaciones privadas era algo que no era digno de alabar. Pero hablar mal de los muertos da mal fario- En cuanto a las votaciones, supongo que finalmente serán públicas, pero quiero, como se ha hecho hasta ahora, oír opiniones. Otra opción que podría considerar serían las basadas en la moción de confianza, aunque esa tiene un riesgo para mí, no me extraña que ni Diego ni Inés la plantearan. Claro que- dijo con una sonrisa casi perfecta- supongo que no hay que temer nada al haber demostrado ya que soy de confianza y algún voto vuestro sí que tendría.

"Por la cuenta que me trae, claro", pensó.

Miguel volvió a la plaza del pueblo con algo de culpa por su ausencia pero también, para qué negarlo, con alivio de sentir que aún estaba vivo.

- Vecinos, intentaré ser breve ya que me lo han solicitado antes. Don Ramiro, felicitaciones por el puesto, y antes de entrar en cualquier análisis diré que mi preferencia son las votaciones públicas, aunque en este momento que somos menos la moción de confianza no está tan mal, el único punto en contra que le veo es que si los lobos se organizan, y creo que la mayoría coincidiremos con que estamos tratando con tres lobos, tendrán al menos un voto de confianza cada uno. Cierto es, sin embargo, que al verse reducido el número de habitantes y pudiéndose votar hasta tres personas de confianza, esa ventaja se hace un poco mas débil. Y en mi humilde opinión, usted, señor alcalde, es una de las personas que mas confianza despiertan en el pueblo, pues ya habéis probado que sois hombre y no lobo.

En resumen, mis preferencias serían 1) públicas, y 2) Moción de confianza.

Vamos a dos muertos por noche... Creo que Diego era una baza importante y los lobos se han dado cuenta igual que supieron ver la relación de la ciega y el crío, pero al menos han pagado un alto precio por ello. Nos quedan tres lobos, supongo, más el perro y no debemos olvidar la posibilidad de que don Miguel fuese admirador de Francisco o de Lázaro...

Hay que agradecerle la jugada también a la persona con la pócima de destrucción, pues aunque ayer no llegamos a pedir su utilización por unanimidad sí creo que ha sido un movimiento inteligente.

Lucrecia, ¿a quién decidió investigar esta noche?

Don Ramiro, confío en que lo hará bien. Y espero sinceramente que aguante más de las dos noches que comenta. Si quiere mi opinión, creo que unas votaciones públicas son la mejor opción, pues son tres lobos mínimo los que quedan entre nosotros y creo aún que puede resultarles fácil cubrirse entre ellos de una manera disimulada.

Por fin podemos colgar la piel despellejada de un lobo sobre una pica en lo más alto de la plaza del pueblo para que todos los demás lupinos lo vean. ¡De uno no, de dos!

Cuán jolgorio genera en mi corazón saber que dos de esas malnacidas bestias ya no caminan entre nosotros.

Mas la victoria ha sido pírrica, esos hijos del demonio han arrebatado de entre los nuestros al buen Don Diego.

- Era de esperar - mascullo entristecida entre dientes. - cualquiera que ostente el puesto de alcalde, de ser humano, está en el punto de mira de los lobos, ya que su palabra en las votaciones vale doble. -

Pero es hora de centrarnos en lo que nos ocupa en este nuevo día de hoy.

- Estoy de acuerdo con Doña Adela. Creo que de momento deberían ser públicas. Demos una noche más al poder divino de Doña María Lucrecia para que nos otorge otros nombres de los que confiar o desconfiar, y entonces ya podremos decidir por votaciones de confianza.-

Tras una pausa, me acerco a Don Rodrigo Belmonte.

- Don Rodrigo - pregunto a quien tanta confusión generó el primer día con sus arriesgadas estrategias - ¿Podría usted explicarme porque propuso usted a Don Francisco, cuya piel de lobo cuelga sangrante, como Alcalde el primer día? -

- Estoy de acuerdo con usted, Don Ramiro, las votaciones públicas han de beneficiarnos las que más. Y si nuestra preciadísima Lucrecia acierta a escrutar apropiadamente, pudieramos incluso eliminar a todos los lobos antes de que la protección sobre ella cese. Un apunte sin embargo... recordemos que aún es posible que estemos lidiando con cuatro lobos, Don Miguel...

Acto seguido Rodrigo se giró a responder a María de Vellí con la cara cubierta de vergüenza. Tenía todos los motivos para sospechar de él, y encima él la había acusado con anterioridad...

- Simple instinto señora mía, pero ya se comprobó tras el primer linchamiento que no es una baza en la que confiar en mi caso... - respondió tristemente el ebanista.

Don Ramiro, creo que hará un buen papel como alcalde. A mi parecer, creo que las votaciones deberían ser hoy públicas. No sé si aún disponemos de la suficiente información para hacer mociones de confianza.

Esta vez tenemos muy poco tiempo para decidir cuál será el próximo linchamiento, y Doña Lucrecia, al encontrarse conociendo placeres hasta ahora desconocidos para ella, sólo podrá hablarnos en una ocasión. Doña Lucrecia, si nos escucha –dijo dirigiendo su mirada hacia el burdel y a voz en grito-, denos cuenta de la información que haya conseguido esta noche de la manera en que pueda.

Hay algo que me inquieta y que varios de ustedes han señalado... Esto es cuál será la identidad de Don Miguel... Entienda -dijo dirigiéndose a éste- que es una duda comprensible en estos momentos, porque las cosas pueden haber cambiado con tantas muertes y lo peor es que pueden cambiar a cada día que pasa. Nuestra única tranquilidad absoluta sería que se hubiese fijado usted en un aldeano. Puede que usted mismo ni siquiera sepa la identidad de aquel que ha admirado, o de saberlo ya, bien podría mentirnos.

- Es verdad lo que se ha dicho, que yo podría haber admirado a don Francisco o don Lázaro, pero no ha sido el caso. Y les recuerdo que no lo he dicho ya que la mayoría me ha conferido la confianza de que no lo diga, ya que había mas que ganar que de perder. Los lobos ya saben que ninguno de los dos muertos que han tenido en su manada era la persona a la cual profesé mi admiración desde el principio de todo esto.

Supongo que el no haberlo dicho aún es una de las razones por las que estoy vivo, pero también es la que me pone nuevamente en el banquillo de los sospechosos, que no acusados aún, por suerte.

- Pues nuevamente propongo que si 5 de las 11 personas que son ustedes, o sea, dos mas que los lobos, pues yo sé que no lo soy, coinciden en que lo mejor para Castronegro es que lo diga, lo diré. Sin embargo alguna pista he dejado.

- Por otro lado creo que habría que plantearse seriamente la propuesta de don Diego de que se diesen a conocer quienes tienen poder sobre la vida y la muerte, y quien maneja el burdel. Yo me opondría rotundamente a eso, y sólo se me ocurre una razón por la cual el buen Diego, a quien sabemos inocente, propondría tal cosa. Que la bruja de nuestro pueblo de un paso al frente es una sentencia de muerte automática, y además es quien debe proteger esta noche a doña María Lucrecia. 

El monje apareció en la plaza donde sus vecinos ya habían comenzado el debate. Aún faltaba alguno por llegar, pero estaban apareciendo los primeros nombres.

-Don Ramiro, no se si daros la enhorabuena por el cargo, por la trágica manera en el que lo ha alcanzado... Ciertamente ganamos con la destrucción de otra bestia y la certeza de tener a la hermana Lucrecia a salvo, pero el precio ha sido alto, no solo por perder a un gran alcalde, si no porque parecía que ciertamente don Diego tenía un plan para acabar con los hijos de Satán. Y en cuanto a las votaciones, por lo que a mi persona respecta, públicas han de ser-.

-Por otro lado, me ha llamado la atención el hecho de que don Rodrígo haya aludido a que es posible que nos enfrentemos a CUATRO lobos, cuando las cuentas menos optimistas apuntan a que serían tres: suponiendo que hubiesen seducido a un aldeano serían cinco, menos los dos ajusticiados ésta noche. Me gustaría que aclarara eso, o si también es instinto...-.

-Veo que doña Catalina Rodriguez no se ha presentado aún... como de costumbre aparecerá en las votaciones para hacer acto de presencia, supongo... No me gusta su actitud reservada, ojo, que no la acuso de nada, pero ahora mismo, sin la luz de la hermana, cualquier gesto se toma por sospecha-.
 

- Señalé que podían ser cuatro ahora por la presencia del Celestino, Fray. Si un lobo hubieramos dado a morir y el Celestino le admirase en secreto, su devoción por esta persona le habría llevado a ser lobo, aumentando en uno la cuenta de tres lobos restantes tras los dos que hemos eliminado ayer.

-Gracias por los ánimos y las enhorabuenas- "en menudo fregado me ha metido Diego", pensó el artista, haciendo una lista mental de las cosas que le hubiera gustado hacer antes de morir- pero sí, debemos centrarnos en acabar cuanto antes con esos lobos. Es posible que Lucrecia tenga hoy algo que decir aunque si lo que averiguó es sobre el alcalde, ya sabemos todos que era un simple aldeano. Pero quizá sepa algo nuevo, quien sabe. Por cierto, ya que ayer las votaciones a barullo funcionaron bien, hoy las haremos públicas de nuevo. 

Tenía planteado esperar primero a que Lucrecia hablara, pero si no tenía nada nuevo que añadir solo les quedaba volver a recapacitar y volver hasta el primer día de elecciones a alcalde, para ver quien apoyaba a quien o defendía a otro. Porque ya habían descubierto a dos lobos, algo se podría sacar con eso.

-Por otro lado, suponer que hay 4 lobos es aún mucho suponer, sin más pruebas que una ligera posibilidad. Tampoco es útil descartar la idea, claro, pero espero que no sea así, o lo íbamos a tener muy difícil si hoy no cae otro lobo.

- Fray culpáis por decir cuatro a don Rodrigo y no decís nada di don Miguel que diciendo 5 no solo se cuenta como lupino, si no que cuenta también al perro como tal,... creo que pueden ser meros errores, y ya que yo fui quien le exculpó y le quitó desconfianza de encima, aconsejar hoy su linchamiento, y a continuación explicaré por que, la última vez le exculpe.

- ha dicho TANTAS veces sobre ver que li creí a il principio lobo, pero según repetía sobre "los ojos del señor", pensé que pudiera usted ser con don de visión, por isso espero que quien creo aun con una poción sea quien creo que es, pero voy a comentar un primer mensaje que me hizo pensar que erais un lobo burlándose di nosotros, o de visionario.

- he releído varias veces lis actas, y procuraré decir vostra misma frase que fue Don Rodrigo, tened por seguro que, cuando más oscura es li noche es cuando más brilla la luz di Nostro Señor Jesucristo disculpe se il mio acento, esta frase en caso de ser usté con don de ver, me hizo parecer también que Rodrigo podría ser sospitosso, si llegué a mencionarle don Rodrigo como creo que hice, disculpas, pero prefiero disconfiare de más a pasarlo por alto.

- por otro lado, señor Ramiro, espero a sua estanza di alcalde sea prolongada, en cuanto a votazione, insisto en que mejor privadas que noción di confianza, los lobos siempre podrán justificare un voto a otro lupino, pero siempre es posible que algún inocento sea no escogido.

Dos lobos habían caído en una noche, eso era la mejor noticia que habían tenido hasta ahora, y uno de ellos, el enano, del que sus ultimas intervenciones se habían ganado la desconfianza de Catalina. Pero una vez esos dos fuera, empezaba a ser más complicado discernir quienes serian los restantes.

Pero una noticia enturbiaba esa buena nueva, Don Diego de Narváez, el nuevo y breve alcalde había caído. Seguramente después del ultimo día era la persona que más confianza le había proporcionado, su plan aunque peligroso tenia su lógica. Se había ganado la confianza de Catalina y esta había decidido seguirlo hasta el final...pero ahora ya no estaba y se sentía perdida. Si don Diego había decidido confiar en Ramiro, le daría ese voto de confianza, y luego evidentemente también estaba la monja, aunque fuera aberrante que hubiera descubierto los placeres de la carne de repente.

Del resto le gustaba como hablaba Adela, hacía buenos razonamientos que le gustaban. Ojala ella pudiera expresarse igual.

-Aunque ya ha decidido nuestro nuevo alcalde, veo bien la elección de hacerlo público. Espero Ramiro que duré más que los anteriores- Luego se giro hacia Fray Olegario.

-Entiendo esas sospechas Fray Olegario, y no puedo sino darle la razón. Hasta ahora no he intervenido mucho, este maldito malestar no me ha dejado estar en optimas condiciones. Pero ahora somos menos, y hemos dado un duro golpe a los lobos, intentare estar a la altura de las circunstancias. Lo siento por mi poca actividad.

En el pasado había ya votado al fraile y si había dejado de hacerlo fue por la confianza que Bartolomé tenía para con él. Esa confianza parecía estar muerta ahora. ¿Había perdido la fé en la Iglesia o de verdad le encontraba sospechoso?

-¿Estáis diciendo que "il votado"- dijo imitando su acento- como usted dice, debe ser Olegario? ¿Ni siquiera a usted le convencen ya sus palabras?

Palabras que al propio Ramiro siempre habían desquiciado aunque últimamente le llevaran a pensar que el fraile era solo un obtuso como muchos de los hombres religiosos y no un lobo. Claro que las sospechas sobre él nunca habían desaparecido del todo de su mente.

-Don Bartolomé, lo primero es pediros disculpas si le he causado confusión con el idioma, no sé a que confusiones hace referencia, don Rodrigo dijo cuatro lobos y por ello pregunté, don Miguel pidió el respaldo de cinco aldeanos para mostrar a quien admira, con el Perro, gracias a la buena actuación de los alcaldes, nadie ha contado, que yo sepa. Evidentemente no poseo el don que posee la hermana Lucrecia, en ningún momento lo insinué. Vos hacéis referencia a unas palabras de consuelo a don Rodrigo que, conociendo la identidad de la vidente no tiene mucho sentido, la verdad.
Eso si, no os equivoqueis, que no he culpado a nadie de nada. No pongáis en mi boca palabras que no son mías señor de Castro-.

Don Bartolomé, no sé si quedó claro o no lo entendí por su no del todo completo conocimiento de nuestro idioma, pero explicaré mi cuenta de nuevo. 

En principio creo que quedan tres lobos, porque asumo que al no manifestarse nadie como segundo tentado cuando don Diego expuso ese hecho, deduzco que ha aceptado.

Las cinco personas eran las que considero necesarias para avalar que yo revele a la persona que mas admiro del pueblo. Dos mas que los lobos ya que estos, a mi criterio, son los mas interesados en saberlo. 

Repito para que quede claro nuevamente, nunca admiré a don Francisco, ni tampoco al enterrador. Por supuesto, queda a criterio de vuestras mercedes creerme, no puede ser de otra forma.

- lamento mi error Miguel leí mal il suo mensaje, pero de vos fray nada he dicho de vos que vos mismo no hayáis dicho, no digo que debáis ser lupino, solo que quien dudara por daros yo mi voto de confianza, sepa, que apareciendo la persona con don, lo que interpreté como vuestra inocencia, ya no existe, y sois ahora solo un sospechoso más.

- no digo sea culpable Ramiro, pero sin duda, quería dejar claro il mio motivo por el que le excuse en su momento, pues no vaya alguien a ver algo que no veo yo, y li haga inocento solo por mis anteriores palabras, y se sepa que me confundí en su momento, por isso yo aun no he votado, porque "1" solo aclaro que ya no le veo como inocente, y "2" votaré a quien usted alcalde decida, solo a quien creo con poción no votaré, y lógicamente, tampoco a la hermana con don. En la sua mano hoy mi voto, es el primer alcalde en quien no siento sospecha por motivo lógico.