Partida Rol por web

Os montáis en el coche, Rebeca al volante llega en unos diez minutos a la ciudad. Aunque ya es de noche la ciudad se muestra ajetreada todavía. La primavera es fresca en Valladolid, y aunque algún transeúnte atrevido se atreve con mangas de camisa, la mayor parte de la gente esta relativamente abrigada.  

Circunvalais Valladolid por la avenida Zamora lo suficiente como para ubicar que la gota de sangre apunta más o menos en dirección a la catedral. 

Os dirigís hacía donde apunta la brújula cuando os detenéis en uno de esos semáforos que tardan toda una vida. 

¿Será posible? En el poste del semáforo hay un cartel de se busca, la cara se ve regular, un poco oscura. El texto es ilegible, parte se ha roto, y parte tiene otros carteles pegados encima. 

Valladolid. Tengo que buscarla en googlemap, quizá incluso leerme el artículo de Wikipedia. Espero que sea tan bonita como he dicho que es. Y no encontrarme a ninguna de esas personas genéricas que he mencionado. Salvo quizá al Dr Strangelove. ¿Eligirá el DM su foto de perfil o la tendré que buscar yo? ...

Diablos.

En el semáforo en el que os habéis parado, entre anuncios de compro oro, y tartotisas a domicilio, parcialmente tapado y roto, parece que hay un cartel de "se busca" con una cara familiar. 

El tráfico no es tan malo, y estáis lo suficientemente cerca de la catedral para que podáis ir andando y se pueda aparcar sin demasiada dificultad. 

Salva se arregla como puede la ropa arrugada del trayecto. Se mete la camisa por dentro de los pantalones y se aprieta la corbata. 

Me esperaba Fachadolid más grande. Se supone que nadie del Sabbat controla la Catedral, no hay Lasombras en Valladolid. 

Bueno a Lucio le gustan las catedrales. De la de Madrid a la de Valladolid. Seguro que en cuanto cruzamos el umbral hay alguien que se da cuenta que somos vástagos. Eso sin contar el añadido de que algún antiguo conocido reconozca a alguno de los hermanos, bueno conocido o que haya visto los carteles en los que aparece Olivia. En fin, nos va a costar ser discretos.

Oye Jacobo, ¿no habrá alguna otra entrada para los de tu clan? Yo casi prefiero esperar en el coche.

Hamal no tenía ganas de hacerse el heroe ni de perder su anonimato. Mientras menos llamase la atención mejor. Así que se distrajo con los botones de su chaqueta esperando que alguien tomase la iniciativa.

Protesto cuando Jacobo se cuela para ponerse en el asiento del copiloto. Seguro que por joder pone Radio María, así que mientras aún se ponen los cinturones, me encaramo entre los asientos delanteros para sintonizar Rock FM.

Llegamos a Valladolid mientras está sonando Bohemian Rapsody, y como haría cualquier persona de bien, intento imitar todas las voces.

-Oh mamma mia, mamma mia. -Canto con voz grave- MAMMA MIA LET ME GO. Beelzebub has a devil put aside for me... for meee FOR MEEEEE...

Justo estoy a punto de iniciar un solo de guitarra que dejaría boquiabierto al mismímisimo Brian May, cuando nos detenemos en un semáforo y en un movimiento distraído echo un vistazo a una farola donde...

-Me cago en la puta.

¿Qué cojones? Antes de decidirme a entrar en pánico, echo un vistazo a mis compañeros, esperando para ver si los demás han visto lo mismo que yo o igual tengo que añadir la manía persecutoria a mi lista de trastornos.

 bueno conocido o que haya visto los carteles en los que aparece Olivia. En fin, nos va a costar ser discretos.

Ok, momento de entrar en pánico.

-Jacobo... -alargo las manos para cogerle de la ropa- Jacobo ¿por qué me están buscando? ¿Qué significa eso? Yo no he hecho nada...

Las indicaciones que intentaba dar a Rebeca se confundían con los gritos de la Malkavian que iba sentada detrás. No le importaba porque la canción le gustaba casi tanto como a ella, y la máscara meciéndose arriba y abajo al ritmo de la canción así lo mostraba. Sin embargo, parecía que el haberse convertido en el portador de la brújula le había costado no darse cuenta de algunas cosas. ¿Qué cojones decían de unos carteles de Olivia?

—¿Qué? ¿Qué carteles? ¿Quién te está buscando? 

Con un sonoro CLACK pegó la máscara a la ventanilla, buscando a los susodichos. 

En el camino hacia el centro y buscando activamente, podéis ver algunos carteles ya viejos pegados en los típicos sitios donde la gente pone carteles de compro oro y teléfonos del tarot. 

Se busca Olivia Iradier. Desaparecida del Hospital Psiquiátrico Doctor Villacian. Cualquier persona que pueda tener información sobre su paradero, favor de contactar a su padre en el teléfono 660235432. Se ofrece recompensa. 

Bajo la ventanilla del coche para sacar medio cuerpo a través de ella, y poder leer bien el cartel. 

Papá...

Vuelvo a meterme en el coche, chocando la parte trasera de la cabeza contra el marco de la ventana. Me la froto de forma distraída.

-Jacobo, papá está vivo...

No sé por qué, siempre pensé que habría muerto igual que todo lo que dejamos atrás en Valladolid. Nunca se me ocurrió volver a pensar en él, y la culpabilidad me azota terriblemente. Le hemos dejado solo todo este tiempo.

-¿Qué hago? ¿Le llamo?

Y por esto, damas y caballeros, es por lo que no quería volver a Valladolid. 

—Oli... Pasito a pasito —suave, suavecito—. Centrémonos en esto, ¿vale? 

Y meneó una vez más el artefacto. 

—¿Puedes taparte la cara, o algo? 

Hamal no pudo evitar empatizar con la pareja de hermanos al recordar la cantidad de familias separadas en la guerra que vivió en Libia, los llantos de dolor de los padres al enterrar a sus hijos o la desesperación por no saber nada de ellos temiendo lo peor. Le puso una mano en el pecho (más arriba del pecho, no exactamente en el pecho) tratando de que se calmara.

-Vale, solucionemos esto primero y con suerte podrás hablar con tu padre antes del alba. Si eso es lo que quieres, claro.

No creía que los Iradier estuviesen en condiciones de hacer nada hasta que no se les pasara la emoción. Así que a su pesar tuve que ser él mismo quien tomase la iniciativa.

-Está bien, me acercaré yo mismo a la catedral. Jacobo déjame la brújula por favor. Veré si lleva a alguna parte.

Tomó la brújula y se dirigió a la catedral. Con suerte aún no estaría cerrada y podría pasar como un turista o un feligrés más. Mientras caminaba en solitario murmuró para sí mismo.

-¿Qué hacen los infieles cuando entran en sus iglesias? En nombre del profeta, ¡Qué grupo tan inadecuado!

Un viajecito movido, con un par de pitidos por mi parte a un par de becerros que van a dos por hora, y ahora resulta que a nuestra loca la busca alguien. ¿Del psiquiatrico? La miro con recelo, esto no era parte del plan. Es muy posible que quien esté detrás sea un vástago, y eso implica que tiene una diana en la cabeza. Diana que no me apetece compartir. Aunque he de reconocer que en el dibujo han captado un buen plano de la chica.

- Búscate una capucha o algo, y mantén la cabeza gacha. ¿Por qué? ¿Qué diablos os ha pasado?

En fin, me voy con Hamal, que él al menos parece normal. Le sigo hasta la catedral, a mi no me esperan.

Pues no, no tengo una capucha ni nada con lo que taparme la cara. Voy con una chupa de cuero porque me encanta Jessica Jones y claro, con su cara, pues qué iba a hacer si no ponerme una chupa de cuero. Y las chupas de cuero no llevan capuchas, me cagüen...

Avanzo detrás del moro, quien se ha hecho con la brújula.

-Vale, solucionemos esto primero y con suerte podrás hablar con tu padre antes del alba. Si eso es lo que quieres, claro.

-No, realmente no quiero. Mi padre era un cabrón que me metió en un psiquiátrico. -Pero piensa que Jacobo está muerto, y ahora se ha quedado solo...- ¿La catedral estará abierta a estas horas?

Sois muy ruidosos. No viviréis mucho. 

No tenéis muy claro de dónde ha podido salir, pero en mitad de la plaza hay una niña que os interpela condescendientemente. 

¿Cómo pensabais entrar en la catedral? Pone los ojos en blanco. En fin, me ha pedido el favor de que viniese a buscaos. Supiro. Mas ojos en blanco. Lucio, por supuesto. Uf.

Por aquí. 

La niña se encamina a paso decidido hacia la parte de atrás de la catedral, extrañamente rápido para unas piernas tan cortas, pero caminando con tranquilidad y porte. 

No es que hayáis tratado nunca con ella. Pero sabéis quién es. Marta, una ancillae Ventrue de Valladolid. 

A Jacobo le quiere sonar que escuchó alguna vez que ha pasado mucho tiempo en París. 

Hamal se quedó petrificado cuando la niña se dirigió a ellos de forma tan desvergonzada. Levanto el índice dispuesto a decirle muchas cosas sobre como comportarse con educación y muchas razones por las cuales no tenia la menor intención de acompañar a una desconocida a un lugar en el que estaría indefenso en una ciudad extraña en la que no eran bien recibidos. Pero antes de empezar a hablar la niña ya se había dado la vuelta y caminaba a paso vivo hacia la parte de atrás de la catedral.

Por toda la arena del desierto Murmuró y resopló frustrado al par que comenzaba andar tras la chiquilla antes de que esta desapareciera.

Aún miro con preocupación hacia la cara cubierta de mi hermano, cuando una vocecilla me hace volverme.

Sois muy ruidosos. No viviréis mucho. 

-No estamos vivos. Hola, Marta. -Comento, despreocupadamente.

 ¿Cómo pensabais entrar en la catedral? En fin, me ha pedido el favor de que viniese a buscaos. Lucio, por supuesto. Uf.

-¿Te puedo peinar? -Le pregunto, mientras salimos correteando tras sus cortas piernecitas. Después, me vuelvo hacia el resto- Joder, sabía que la aventura iba a ser corta, pero desde luego no esperaba que nos saliera al paso la persona que estábamos buscando. 

A ver, a ver, ¿es que todo el mundo está loco? aparece una niña con gafas en cualquier parte y resulta que el Lucio que estamos buscando viene a buscarnos. ¿Qué demonios? Huele  atrampa de la buena. Y lo peor es que mis compañeros se la están tragando.

- Alto ahí, pequeña. Bonito intento, pero ¿Como podemos fiarnos de ti? No sé, apareces en medio de la nada y nos guias .... sin dar una prueba. ¿Podrías contarnos algo de ti, primero, no? Anda, déjame verte esos ojos tan preciosos que tienes.

Quiero mirarla a los ojos para intentar dominarla, con lo que hago que mi presencia se extienda en el ambiente. No es muy fuerte, pero aunque sea débil, algún efecto tendrá sobre mis aliados, aunque sea para que no se dejna engatusar tan fácilmente

Jacobo cruzó su mirada con la de Olivia justo antes de oír la voz de Marta, que le provocó un respingo. Se dio la vuelta para encontrarse con ella. 

—Hola, Marta —con algo de sorna, pero bienintencionada, añadió—. Que pequeño es el mundo. 

Echó a caminar tras ella, pero sintió el agarre de la presencia de Rebeca tirando de el hacia atrás. Se volvió para mirarla a ella. 

—Rebeca, vamos. Ya sé que nunca hay que fiarse de una Ventrue —dijo, de coña, haciendo referencia tanto al Clan de la cría como al de ella—, pero a veces uno tiene que tirarse a la piscina.