Partida Rol por web

Los días transcurren lentamente a bordo del Niger. Hay muy poco que hacer aparte de observar la selva y escuchar las canciones de los porteadores. Con bastante frecuencia os cruzáis con barcazas de diversos tamaños que transportan aceite de palma hacia Port Harcourt, de vez en cuando adelantáis a alguna barcaza vacía que vuelve río arriba

El calor y la lluvia siguen tan constantes como cuando salisteis de Port Harcourt, con la diferencia de que rodeados de selva el ambiente parece mas asfixiante.

Ayer se cumplió una semana de viaje y llegasteis al cruce entre el Niger y el Benue, donde os desviasteis al este por el rio Benue, alejandoos tanto de la civilización como del centro de poder del Imperio Fulari. Ahora las barcazas con las que os cruzabais han dejado de aparecer, y os da la impresión de que ninguna vida humana os rodea, solo las canciones de los porteadores en una lengua que no entendéis parecen desafiar a los sonidos de la selva

Os encontráis comiendo sin mucho apetito a medio día cuando notáis que el barco se detiene hasta quedar casi inmóvil, no tarda mucho en aparecer el capitán Kruger maldiciendo

-bestias del demonio, maldita sea su estampa-

Con la cara algo congestionada llega hasta el lugar donde os encontráis todos comiendo

-señores, tenemos un problema, hipopótamos. Una manada entera se ha puesto en medio del rio. Son unas bestias enormes y muy agresivas, no podemos abrirnos paso a través suyo sin arriesgarnos a tener daños importantes en el barco, tendremos que avanzar lentamente y esperar que se aparten-

Os acercáis a la borda donde podéis ver que el agua frente al barco esta totalmente ocupada por los hipopótamos

-tengan cuidado y no se caigan al agua- advierte el capitán -los hipopótamos pueden parecer bestias torpes, lentas y afables, y no son ninguna de las tres cosas, no en el agua. Son increiblemente territoriales y violentos, si alguien cae lo matarán al momento-

Herbert empezaba a cansarse del agobio de la selva. Él había pensado en que vería animales salvajes, la cacería y todo las demás emociones, pero había omitido en su mente el viaje, el transporte y los tramites.

Por lo que cuando escucho al capitán salió corriendo del camarote y fue a observar a esas grandes bestias. Había oído hablar, incluso había visto dibujos pero nunca los había visto tal y como lo estaba viendo ahora.

Esperó a que se acercaran los demás. Luego, habló su voz desde el desconocimiento:

- Bueno.. ¿podemos empezar la cacería no? Esos hipopótamos serán un blanco fácil. - comentó, y luego soltó una carcajada.

Sin duda no parecía un hombre con muchos reparos y no demasiados escrúpulos.

- Señor Stoker, si quiere cazar hipopótamos, no lo hará ahora. Dispararles y enfurecerlos con el barco en medio de la manada, créame, no está en sus buenos intereses.

El guía mantiene una mueca, dificil de adivinar sus pensamientos. Tal vez si vamos a estar demorados, podríamos bajar a ver que hay en las orillas... tengo que preguntarle a Tembaqui y a Bill que opinan.

- Ya que el barco no avanza, tal vez podríamos organizar algo en la costa, qué opinas? Jim se dirigía a Bill, pero mandó llamar a Tembaqui para conocer su opinión. Tal vez algunas aves, nada del otro mundo. Para entretener a los hombres y permitirles pavonearse ante las mujeres. 

- No conozco mucho esta zona, hay grandes depredadores? esta vez, la pregunta fue directamente al negro.

Boring miró asqueado a Stoker. Sacó su cámara y echo una foto a los hipopótamos. Después se dirigió al capitán Kruguer: - Capitán, tengo una idea que puede ayudarnos con esos hipopótamos. Necesitaría un palo lo bastante largo como para llegar a ellos y una cuerda. Una caña de pescar lo suficientemente resistente valdría. También algo de grasa y un saco pequeño lleno de avena y trigo con media docena de zanahorias. Y un cubo de agua por favor. Si usted tiene todo eso, podré quitarlos de enmedio.

¡¡¡Hipopótamos!!!-Molly se entusiasmó y subió rápidamente a cubierta en cuanto el capitán dio la noticia. Había leído historias con esos animales, y visto alguna ilustración, pero no podía terminar de imaginárselos. Se asomó a la borda impresionada a la par que extasiada ante el espectáculo. Sabía que era un inconveniente para el viaje, pero no podía dejar de estar admirada por tan enormes animales.

Había pasado el largo viaje sin apenas hablar con Lord Cottonwell y su séquito, bebía, dormitaba en cubierta e instruía con disciplina de hierro a los cuatro reclutas blancos mientras que al salvaje lo deje a tareas que le eran mas propias. También mire con disimulo a las mujeres cuando salieron a cubierta pero no me pareció que ninguna de las dos tuviera el más mínimo interés en mi, en general parecía que a la mayoría del grupo mi presencia le parecía absurdo, panda de ingratos. Pero lo cierto era que si no encontrábamos a algún hostil no podría ganarme a Lord Cottonwell ni tampoco mi puesto en la nueva administración. A medida que pasaban los días el hastío era mayor y la presencia de hipopótamo vino a animar la situación.

- ¿Que creen que deberíamos hacer? - pregunté a los guías. Dí un trago largo a la petaca y la ofrecí a mis interlocutores - Yo me ocupó de los negros pero el resto de animales son de su responsabilidad - continué con sorna. -Espero que estos animales no nos retrasen en exceso o Lord Cottonwell no tendrá la oportunidad de disparar a animal alguno. Si requiere mi ayuda o la de mis hombres avísenme de inmediato - concluí amablemente mientras me limpiaba con un pañuelo el abundante sudor que el clima tropical me causaba.

- Señor Costigan, comenzó Jim, habiendo contratado nosotros a Tembaqui y su compañía, le agradeceré que los deje en paz. Usted está aquí por seguridad, verdad? Dedíquese a ella. Señaló a los enormes hipos. Si estos es enloquecen destrozarán al barco. Un gran problema de seguridad. Si yo fuera usted, me aseguraría que ningún... ansioso explorador abriera fuego contra ellos. 

El flaco guía caminaba de lado a otro, observando la orilla. Tal vez el capitán nos pueda llevar hasta la orilla, y usted y sus hombres puedan encontrar un claro, pretegerlo para que la señora y los señores almuercen en tierra firme observando las bondades del África fluvial?

Bill no podía dejar de mirar con curiosidad a Boring. ¿Qué pretendía hacer? Luego se volvió hacia Tembaqui y Jim, con los que estaba hablando a un lado.

- Me parece una idea excelente Jim. Podemos bajar y que hagan algo de cacería menor. Eso entretendrá al grupo mientras los hipopótamos no se mueven.

Como siempre en estos casos su respuesta era un eco de la propuesta de Jim. Y al igual que él quedó a la espera de lo que contestase Tembaqui.

 El capitán hace amplios aspavientos cuando alguien habla de disparar a los hipopótamos

-no, no, nada de dispararles, Farewell tiene razón, se pondrían furioso y podrían dañar el barco. Y tampoco podemos ir a tierra, ir con una barca pequeña entre los hipopótamos es un suicidio seguro-

El capitán se seca la frente de sudor, su cara muestra evidente disgusto, y también preocupación, pero escucha con sorpresa la petición de Boring

-si, tenemos todo eso, pero si pretende hacer que se alejen echándoles comida lejos del barco es que no ha visto lo que comen estos bichos, uno de ellos se comerá el contenido de un cubo de avena antes de lo que usted pueda imaginarse. Aunque si quiere hacer el intento... creo que nos vamos a aburrir aquí durante unas horas en cualquier caso-

Lady Cottonwell había pasado casi todos los días recluida en su camarote, indispuesta según había indicado Lord Cottonwell. Aquel día por fin había podido dejar atrás los mareos y la angustia producidos por el vaivén del barco, el cambio alimenticio y el excesivo calor y humedad del lugar. Decidió bajar a comer con la tripulación acompañando a su esposo, o terminaría más loca que mareada en aquel camarote pequeño. La noticia de los hipopótamos le llegó en un buen momento, aprovecharía para respirar aire fresco de nuevo, hacía días que no subía a cubierta. La visión de los paquidermos la dejó estasiada, además había tantísimos que era impresionante. No pareció asustarse cuando avisaron del peligro, aunque sí se sorprendió ante la iniciativa del Señor Boring... ¿qué iba a hacer con semejantes cosas? - Molly, ¡mira! ¿no son impresionantes? Parece mentira que luego puedan ser violentos. sonrió al apreciar varios ejemplares mucho más pequeños que supuso serían crías.

Herbert se dio por aludido, aunque no pareció ofendido por ello. Se imaginaba que empezar a pegar tiros a la primera de cambio no sería buena idea, pero bueno eso era mejor que quedarse esperando sin hacer nada. Tampoco conocía de que eran capaces esos animales que tan mansos parecían.

No pudo evitar dejar escapar una risa ante las peticiones de Boring. Aunque funcionase su idea, parecía sacada de un cuento para niños.

Molly seguía boquiabierta mientras contemplaba tan magníficos animales. Tomaba del brazo a Milady como niña que ve por primera vez un espectáculo circense cogida de su madre. De pronto, se dio cuenta de lo poco apropiado que era tener la boca abierta y la cerró, adoptando de nuevo su aspecto de humilde y correcta doncella.

Ciertamente lo son, Milady. Muy impresionantes, jamás pensé que fueran taaaaaaaaaan grandes.

 Boring miró divertido al capitán y le dijo. - Capitán, confíe en mi. Usted deme todo eso y yo haré todo lo posible por sacarlos. ¿Qué se puede perder por intentarlo? Ah, por cierto, un par de manzanas serían geniales también.

 El capitán se rasca la cabeza antes de asentir

-bien, como he dicho algo de diversión no vendrá mal- hace aun gesto a uno de los tripulantes del barco y este sale corriendo a buscar lo que pidió Boring -yo mejor me voy al puente de mando, prefiero estar al timón ahora mismo-

Con paso lento os deja contemplando a los hipopótamos que no parecen notar la presencia del barco

Al cabo de unos minutos el tripulante regresa cargado con lo que pidió Boring, en vez de una caña de pescar trae una larga pértiga metálica que se usa para apartar troncos y otros obstáculos del agua

-no manzanas aquí bwana, pongo mango, mango bueno- aunque el conocimiento de vuestro idioma del tripulante es bastante escaso si ha traido todo lo que Boring pidió sin problemas

 Lord Cottonwell llega poco después de su mujer y se asoma por la borda observando a los hipopótamos

-curiosas bestias desde luego, aunque matar una no tendría ningún mérito para un cazador, aparte de que no nos conviene enfurecerles claro-

Lord Cottonwell apenas suda, acostumbrado al clima de la India parece sentirse bastante cómodo en el barco, cosa que suele recordar cuando cuenta historias de su estancia en aquel país, algo que parece hacerse mas frecuente conforme crece el hastío en el barco, ya todos habéis escuchado mas de una historia de su estancia en la India

-estoy ansioso por ver para que quiere todo esto- le dice a Boring francamente cuando el tripulante le trae lo que pidio