Partida Rol por web

Finalmente llegáis a Makurdi con el sol poniéndose a vuestras espaldas. Los últimos metros parecen hacerse muy largos mientras esperáis ansiosos por bajar a tierra de nuevo tras mas de dos semanas en el pequeño barco.

La primera impresión de Makurdi no es demasiado buena. Aparte de unos pocos edificios de estilo europeo todas las casas son chozas. La población negra es mayoría absoluta, y llegando al muelle apenas podéis ver media docena de hombres blancos

Mientras su primer oficial va haciendo las maniobras de atraque el capitán kruger se os une mirando la población con su habitual expresión indescifrable

-noto algo inquietos a los nativos, y hay menos gente de la que suele reunirse en el puerto, tal vez tengan alguna fiesta religiosa, si es así tendrán todo un espectáculo-

- Espero que esa fiesta incluya festines para los recién llegados, porque yo me muero de hambre - dijo Herbert, en el momento que pisó tierra firme. Luego levantó la vista y contempló el poblado y la gente que discurría por allá. Sin duda no parecía demasiado complacido aunque tampoco sabía que esperarse a esas alturas.

Aún así vio que estaban rodeados de naturaleza y esperaba que hubiera por ahí animales feroces y peligrosos a los que poder dar caza, que era a eso a lo que había venido.

Al acercarnos a Makurdi me asome por la borda acompañado de Dorothy y Molly, que no se separaba de ella desde que la avise de ello.

Respire hondo y expire lentamente liberando las tensiones del viaje y contemple relajado aquel maravilloso paisaje, si algo me gustaba de la caza, era el contacto con la naturaleza y mis largos periodos en la India me hicieron disfrutar del entorno natural… -¿no te parece precioso querida? …le dije mientras la agarraba de la mano para acercarla a la borda y pudiera contemplar mejor el entorno.

Lady Cottonwell parecía algo cansada del viaje, pequeñas ojeras cubrían su hermoso rostro, haciéndole parecer frágil, sin embargo, su mirada era fuerte y segura, lo que producía una contradicción difícil de pasar por alto.

Estaba aferrada a su esposo, desde hacía varios días que no se separaba de él. Se acercó a la borda para observar el precioso paisaje, aquella ciudad le pareció muy hermosa, a pesar de que era bien distinta a lo que estaba acostumbrada en Inglaterra.

Se arrimó a su esposo, hombro con hombro y suspiró:Sí, es precioso. Gracias por traerme hasta aquí.

Ya más recuperado de mis dos dolencias formé a los soldados en cubierta para preparar un desembarco formal. Situé a los hombres en posicion de firmes y me acerqué a los Cottonwell que miraban hacia el poblacho de salvajes y tosi levemente a sus espaldas - Lord Cottonwell - dije con suavidad y al girarse realicé un saludo militar - por su condición y rango propongo que desciendan con nuestro retén militar listo para recibirles y anunciemos previamente su llegada si le parece al Lord - propusé con sinceridad ya que creía que un Lord de su majestad debía ser recibido por los súbditos de esta con la mayor solemnidad posible. - Asi mismo creo que una misa sería perceptiva para honrar a nuestro Señor Jesucristo por la llegada a estas tierras tan dejadas de su mano - continué con una voz que delataba devoción, durante el viaje había tenido acceso a la bebida pero no al consuelo religioso que era para mi casi tan importante como la botella. - Estoy a sus órdenes - concluí y me quede firme a la espera de su respuesta.

Protocolo, siempre el maldtio protocolo - dijo viendo a Costigan manejar la situación. Boring prefirió observar el poblado de Makurdi. Le impresionó ver las construcciones propias de paises civilizados mezcladas con las cabañas de los indígenas. No dudo ni por un instante y cogió su cámara, la cual ahora llevaba colgada en el cuello gracias a un trozo cuerda fina que había atado a ella con un par de nudos correderos. Clavó su rodilla en la cubierta del barco e hizo tres fotos desde dieferentes ángulos.

Molly observaba todo fascinada. Si bien intentaba no separarse de Lady Cottonwell, ahora que Lord Cottonwell estaba con ellas, se relajaba y admiraba el pequeño poblado y, sobre todo, el paisaje en el que se encontraba. Las chozas le parecían como las de los dibujos de los libros de aventuras, y no le extrañaría nada si apareciese entre ellas un león, aunque sabía que eso no iba a ocurrir, pero su imaginación volaba en ese momento. 

 Finalizan las obras de atraque y descendéis a tierra mientras los porteadores empiezan a bajar vuestro equipaje a un pequeño almacén junto al muelle

El capitán Kruger desciende con vosotros y va cargando una pipa mientras mira con aire crítico el poblado

-pues hasta aquí llega la primera parte del viaje, yo llevaré una carga desde Mukardi a Port Harcourt y estaré de nuevo aquí en un mes y medio o dos meses para llevarles de vuelta a la civilización. Procuren estar aquí en ese plazo porque no puedo quedarme parado demasiado tiempo, tengo que ganarme la vida-

Enciende su pipa y empieza a darle chupadas con parsimonia antes de señalar una torre en la que se ve una cruz

-aquella es la única iglesia local, fundada por misioneros portugueses hace un siglo, el padre Alonzo es un buen hombre. Es también el único hospital en muchos kilómetros a la redonda, tal vez puedan conseguir algo mas de quinina, aunque es difícil, en enero le traje un cargamento bastante pequeño y en este agujero olvidado de la mano de dios se gasta rápido, y si no lo gastan lo envían a la misión de San Teofilo-

Sigue diciéndoos los puntos de interés como si de un guia turístico se tratase

-supongo que esos dos caballeros que tienen por guias habrán arreglado su alojamiento en las instalaciones de la compañía, el encargado es un estirado gales llamado Fred Gallam. Y aparte de esos dos sitios no hay mucho mas que ver en este sitio, espero que disfruten la estancia-

El capitán permanece un poco mas con vosotros supervisando la descarga de vuestras cosas antes de irse por su cuenta hacia el pueblo

Jim observó Mukardi desde la borda. Un crudo cigarrillo liado, consumido a medias, humeaba entre sus labios, ocasionalmente molestado por los dedos del guía para descartar la ceniza.

Mukardi era un buen lugar. Simple. No como Europa, donde el moño les asfixia el cerebro, o Port Harcourt, donde se aprietan el moño aún más para intentar ser europeos. Mukardi era, principalmente... África.

Lentamente bajó a tierra, coordinando tranquilamente junto con Bill la descarga del material, así como las acciones de los porteadores. Tembaqui ya parecía molesto por tener que deshacerse de algunos de sus hombres en el puerto fluvial; así que Jim aportó sus propios brazos a la descarga. La correosa musculatura del guía vibró mientras cantaba, cantaba con los negros, sus rítmicas canciones mientras trabajaban. 

James conocía lo suficiente la lengua como para saber que eran canciones al sol, a la tierra, al agua y a los padres y padres-de-padres que vivían a través de África. A las lejanas y místicas montañas. A los ríos, y animales que vivían en ellos. A la sabana, con Simba todopoderoso. Las cantó con su voz europea, sin la elegancia de los negros, y se ganó un par de risas de estos, siempre rápidos para una broma. Si algo era de envidiar de los negros, era su capacidad de sonreir y seguir adelante.

Cuando por fin terminaron de llevar todo a la compañía, buscó a Tembaqui. Quería dar una vuelta por los alrededores y escuchar lo que respiraba Mukardi. Organizar la expedición que les esperaba, donde muchos la pasarían mal por no saber sonreir, y seguir adelante.

Bill ayudó también con la descarga del material. Desde lo sucedido a bordo no estaba de buen humor. Las mujeres resultaban ser más ariscas de lo habitual - y habitualmente solían ser ariscas - y Lord Cottonwell aunque parecía un buen hombre se dejaba manejar demasiado por la señora Cottonwell. Acabada la tarea y viendo que Jim se encargaría de tratar con Tembaqui decidió que lo mejor que podía hacer era asegurarse de que todo estaba correcto en la Compañía antes de que se instalase allí el grupo.

Antes de partir hacia el edificio le comentó a Lord Cottonwel: 

- Le recomiendo que aprovechen la ocasión para pasear un poco por la aldea. No es muy grande pero seguro que les resultará pintoresca. Las señoras puede que quieran rezar en la iglesia un rato.- lo dijo sin malicia, para él la iglesia era el lugar normal para una mujer del mismo modo que la taberna lo era para un hombre - Yo me adelantaré para decirle a Gallam que hemos llegado. Supongo que ese irlandés ya lo tendrá todo listo pero nunca está de más echar un vistazo.

Me gire a escuchar a Dean cuando éste se dirigió a mi… -no, no, señor Costigan, no hace falta que me salude así- dije haciendo un pequeño aspaviento con la mano cuando Dean me saludo militarmente, luego asentí con la cabeza al escuchar su ultima proposición… -dejemos los anuncios a un lado, no creo que ha esta buena gente les interese demasiado mi llegada mas lejos del trabajo que puedan encontrar con mi presencia, pero si que estoy de acuerdo con visitar la iglesia, así podremos conocer al Padre Alonzo, que de seguro tiene que ser una persona interesante por la gran labor que hace en estas tierras y de paso un poco de oración antes de terminar el día nos vendrá bien-

Luego me gire a mi esposa ofreciéndole mi brazo flexionado para que se agarrara a el y me acompañara. Antes de dirigirnos a la iglesia, escuche a Bill… -muy bien señor Harthower, espero que más tarde nos veamos, así podrá ponerme al corriente de los planes para mañana- …le dije mientras me aproximaba al capitán… -A sido un placer Capitán Kruger, nos vemos en poco más de un mes, suerte con el viaje de regreso- …le comente mientras estrechaba su mano. Luego partimos para la iglesia en busca del Padre Alonzo.

Lady Cottonwell escuchó sin decir nada al Señor Costigan, no era de su agrado, pero no iba a demostrarlo tan fácilmente. Asintió con la cabeza a forma de saludo y le sonrió dulcemente. No le parecía necesario tanto protocolo, de hecho estaba mucho más tranquila desde que lo dejaran atrás en Londres. Pero también comprendía que su esposo era un gran hombre, que merecía ser honrado allá donde fuera.
Se alegró de escuchar que prefería algo más discreto.

Lo tomó por el brazo cuando se lo ofreció y le sonrió de manera dulce y sencilla, mientras le decía en voz baja: Me gustaría visitar la iglesia, pero también pasear por Mukardi. Parece muy bonito.

Después despidió amablemente al capitán del barco que les había llevado hasta allí, deseándole un buen viaje de regreso.

El Señor Harthower de nuevo insinuó mucho con sus palabras, pero aún así esta vez no se lo tuvo en cuenta, le saludó con una amplia sonrisa y le deseó buen día.

Miró en todo momento a Molly, pero ambas sabían lo que tenían que hacer, así que no le tuvo que decir nada. Era muy eficiente y tranquila, sabía que no habría problema en que se organizara sola. Así también tendría un rato libre para hacer lo que más le apeteciera.

Herbert se adelantó hacía la aldea, al menos daría una vuelta para ver que se cocía por ahí. Sentía curiosidad por ver como se las arreglaban ahí en medio de la selva. Paseó por la aldea observando a cierta distancia a los locales. Algunos barrios de Londres eran peores que este estercolero, pensó disgustado Herbert, que aunque no se sentía del todo seguro se reconfortaba al pensar que si tenía algún problema, siempre había sabido defenderse.

No tenía intención de pasarse por la iglesia, así que siguió paseando hasta que fuera una hora razonable para cenar.

Tras la negativa de Lord Cottonwell que aunque estrañado acepté con normalidad decidí acompañarles a la iglesia y conocer a ese padre Alonzo y rezar unas oraciones por Nuestro Señor.

Boring no quería ir a la iglesia, aunque más tarde le sacaría alguna fotografía. Ahora mismo lo que más le intersaba era pasear y escribir notas sobre aquellas extrañas gentes y sus costumbres. Paseó por la aldea sin alejarse mucho del barco, pues no sabía si aquellas calles serían peligrosas. Eso si, en cuanto tuvo ocasión sacó unas cuantas fotos de aquella gente y otra, que le pareció la mejor, de un grupo de chozas detrás de un edifico encuadrándolo de tal forma que el contraste entre el pasado y la época moderna quedaba magistralmente expuesto.

decidí pasear por la ladea, no muy lejos de boring, le caía bien, y ver como saca fotografias y toma notas le parecía interesante, que mejor ocación para ver el pueblo?

Molly supervisó el traslado de sus cosas y las de Lady cottonwell, y una vez segura de que no se dejaban nada en el barco, se acercó a la iglesia a dar gracias por haber llegado sanos y salvos y a pedir protección para el resto del viaje.

Se sintió algo incómoda al entrar en la iglesia con ese atuendo masculino, pero esperaba que al sacerdote no le importara, pues debía estar acostumbrado a cosas peores con los indígenas.

 Las tareas de descarga se prolongan durante una hora mas. En este tiempo el resto de tus clientes, y tu socio, se han ido a ver el poblado o a emborracharse (al menos estas bastante seguro de que Bill lo intentará) dejándote a ti y a los porteadores con la pesada tarea

Cuando acabas vas donde esta Tembaqui hablando con un nativo, parece algo preocupado y cuando ve que llegas despide a su interlocutor y se dirige hacia ti

-gracias por ayuda Jim, tu no miedo de sudar con nosotros, he visto como alguno de los bwanas nos miran- su cara no expresa contrariedad o enfado, sino mas bien resignación

-hay noticias en las tribus, tal vez malas, tal vez buenas. Esta noche los hechiceros consultaran a Hogun- mira hacia el rio y dice -este año mucho calor- no sabes si está cambiando de tema o eso tiene algo que ver