Partida Rol por web

 El New Gales es un carguero con una pequeña zona dedicada a los pasajeros cerca del puente. No es lujoso, ni siquiera es muy limpio, pero no hay muchas opciones para viajar a Nigeria, a los límites del mundo civilizado.

Los marineros procuran evitaros aunque os tratan con la debida cortesia y soleis cenar con el capitán en la sala de oficiales

Maurice se mareaba en los barcos. Siempre le había pasado y ese viaje no sería diferente de no ser por ella. Había sido el regla de despedida del periódico y era impresionante. No pensaba en lo arriesgado de su aventura ni en lo que había dejado atrás. Solo pensaba en ella. La tenía entre las manos y la acariciaba con una devoción infinita. Era un regalo de George Eastman, el padre del invento. Y notenía una, sino tres. Tres maravillosas Kodak 100 Vista que aun no habían salido al mercado. Fuera las engorrosas placas de cristal...el futuro ya estaba aquí. Una cámara del tamaño de una caja de zapatos, fácilmente manejable por un solo hombre sin tener que apoyarla en ningún trípode. Una obra maravillosa con algo en su interior que George llamó carrete. Podría hacer cien fotos cada una. Luego, a la vuelta, las llevaría a la fábrica de Kodak y ellos le entregarían las fotografías en papel. La verdad es que aquello era más trabajo para Maurice pues debería hacer la labor de fotógrafo pero eso aun no lo había pensado. Al igual que no había pensado el sobrepeso que llevaba con dos maletas: una para su ropa y otra para las cámaras y sus cuadernos. Ahora mismo era un niño con zapatos nuevos.

Se levantó de la litera y salió del camarote en busca de Cottonwell. Le propondría hacer la primera foto en el barco, con todo el equipo.

 Paseando en proa se encuentra Lord Cottonwell, es un hombre de 45 años, robusto y de expresión severa. Aunque se mantiene en forma una prominente barriga se ha ido desarrollando desde que abandono la India y murió su primera mujer.

Desde que empezó el viaje se le ve notablemente animado, una animación que solo parece aguársele frente al pariente frances de su mujer

se vé llegar a un anciano, de aspecto débil pero sábio, cargando con un par de maletas, había llegado al puerto en un lujoso auto, el calor le hacía sudar, se limpia la frente con un pañuelo blanco que saca del bolsillo de su ropa, su cara estresada, como insultando, cambia por una sonrisa al ver  a edmund, pero esa sonrisa se borra unos segundos después de volver a la realidad, franceces e ingleses nunca habían sido amigos, y esta no era la excepción, el sabía que no le agradaba a edmund, pero aún así se acerco con una sonrisa, y le dedicó un saludo con la mano

buenas señor edmund, es un placer y un honor verlo, sé que no se debe fiar de mí, pero le aseguro que podemos llevarnos bien, no todos los franceces somos malos

dice con una sonrisa, le había costado mucho inferiorizarse ante un inglés, pero no nesecitaba enemigos, y mucho menos un pariente

 Edmund se envara al ver acercarse a Fondec, y se envara aún mas cuando le habla

-el tratamiento correcto es Lord Cottonwell, o incluso Señor Cottonwell, solo Cottonwell valdria si fueramos amigos- su tono deja claro que no es el caso -le agradeceria que no me llamase por mi nombre de pila Señor Blusiur-

la expresión severa no se suaviza en ningún momento

disculpeme Lord Cottonwell dice agachando la cabeza en señal de arrepentimiento y verguenza

avergonzado decide irse a su camarote

donde está mi camarote Señor Cottonwell?

 hace un gesto hacia uno de los marineros -supongo que la tripulación podra ayudarle- luego su rostro se suaviza un poco -pero haga que le lleven las maletas hombre-

- Maurice, sale a cubierta y ve a dos hombres charlando. Uno de ellos es Lord Cottonwell. Está deseando enseñarle la Kodak 100 Vista. Todos tendrían que verla, es su juguete nuevo. Se acerca para decirle que debería reunir a la gente para sacar una foto de todos los que van a iniciar esta aventura. - Señor Cottonwell, señor Cottonwell... -dice cuando está a la altura de los dos hombres. En ese momento la cabeza empieza a darle vueltas. Oh, oh, oh  Suelta la cámara en las manos del Lord y saca la cabeza por encima de la barandilla de proa. Comienza a vomitar. Una presentación en sociedad de lo más elegante.

Un poco mas alejado del grupo que entablaba conversación, estaba Herbert. Sin decir ni una palabra se encendía un cigarro de tabaco liado con una cerilla, con la otra mano se tapaba un poco para que la brisa marina no extinguiese la llamita.

Mientras daba un par de caladas pronunciadas para encender bien el tabaco, Herbert parecía sonreír de medio lado al oír las palabras de Lord Edmund. Aunque vestía elegante y parecía tener cierto porte, había algo en él que parecía no encajar, aunque no se sabía bien bien que era, simplemente son esas cosas que lo parecen, sin mas.

Al ver los problemas de Maurice, se quito el tabaco de la boca:
- Arr arr marinero! Si acaba de empezar el viaje - dijo en tono irónico y con atisbo de burla.

tras dejar su equipaje en el camarote, con un mal sabor de boca por la conversación con edmund Lord Cottonwell, vé a dos miembros más del equipo, uno está vomitando y el otro fumando, se le antoja un cigarrillo, pero como buen doctor decide ir primero a por el enferno

disculpe señor, soy Fondec Blusiur, respetable médico, espero que podamos dejar el odio de lado, y le puedo dar estas pastillas que de seguro le quitan el mareo, venga, confíe en mí.

- ¿Odio? Lo siento señor he viajado demasiado como para tenerle odio a ninguna nación. Quizás los españoles son demasiados obstinados -dijo mientras se limpiaba los restos de vómito con su pañuelo. - Le agradecería esas pastillas, de todas formas...discúlpeme - se giró rápidamente y volvió a repetir la operación. Varios pececillos se habían juntado alrededor de los desechos que Maurice había soltado antes.

pues bueno, el anfitrión es un inglés muy clásico, y le tiene odio a los franceces, es bueno contar con un amigo por aquí, tienes experiencia en cazeria? dice tratando de entablar conversación

Maurice respiraba con dificultad por la angustia que sentía. El francés trataba de ser simpático pero no estaba en su mejor momento para mantener una charla. Se sentía mal y necesitaba esas pastillas. - Hola, mi nombre es Maurice Boring,  enchanté. Le agradecería mucho una de esas pastillas milagrosas si lo que quiere es que charlemos. Sino, de un momento a otro, me tendrá que volver a disculpar - Extendió la mano limpia hacia su interlocutor

Lady Cottonwell tardó bastante en acomodarse en su camarote, por suerte o desgracia, había conseguido uno para ella sola, ya que eran tan pequeños que tratar de estar allí con su esposo habría sido algo más que incómodo. Sin embargo, no fue a petición suya, se habría apañado igual que hacía siempre, pero su marido tuvo el detalle de dejarle uno para ella sola y permitirle además el más acogedor, si es que podía llamarse así, pues estaba todo muy arrumbroso y oxidado, además de humedades y ahumados por todas partes. Aún así como siempre no emitió queja alguna, no era una de esas mujeres quejicas, ella solía apañarse bien, le gustara o no. Si le pedían opinión la daba, sinceramente además, pero normalmente nadie le pedía opinión. Lo cierto es que él la compensaba por usar un carguero tan viejo, en vez de uno de los barcos lujosos a los que iban sus ricos amigos.

Una vez desempaquetó todo lo que consideró debía estar a mano, se acicaló un poco, alisó su vestido, después retocó su peinado y se miró de nuevo en el espejo: Casi no recuerdo a Fondy, tengo muchas ganas de verle de nuevo. Será un viaje sin duda nada aburrido, dijo sonriente.

Subió arriba y buscó como siempre primero a su esposo: Buenas tardes, Edmund. De nuevo te agradezco el camarote, ya estoy instalada. ¿Has visto ya a mi primo? dijo mientras le saludaba con un ligero beso en la mejilla, pero luego no le prestaba atención buscando con la mirada al hombre al que hacía tiempo que no veía.

 Edmund suspira -si, tu pariente esta por ahi con sus maletas, no te costara nada encontrarlo, ese horrible acento frances se escucha desde muy lejos-

Mira un momento a su mujer como asegurandose de que va bien vestida y asiente levemente

-tengo que hablar con el capitan para hablar de nuestra ruta, estoy seguro que estaras bien, pero no te acerques mucho a los marineros-

dicho esto se va hacia el puente

oh, disculpeme señor Maurice, creí ya habérselas dado hace una risita como la de papá noel (santa claus o como se le llame en su país) disculpe, soy un poco despistado, y eso que soy médico, pero le aseguro que soy de los buenos, no es que valla a dejar un reloj dentro del cuerpo de un paciente esboza más risas mientras que del bolsillo saca un pequeño frasquito con pastillas, saca dos y se las toma, luego le da el frasco a Maurice coge cuantas quieras y se quedó mirando hacía el cielo, recordaba que su prima estaba por aquí, o creía lo correcto ir por le barco buscando la señora de Lord Cottonwell, la saludaría una vez la viera.

 Lord Cottonwell esta a punto de girar la esquina cuando parece darse cuenta de que lleva una maquina de hacer fotos en la mano, la mira un segundo y luego se dirije al señor Boring

-perdone, me ha dejado esto cuando se ha sentido.. indispuesto. ¿es una de esas camaras fotograficas? parece bastante pequeña-

Las pastillas no eran milagrosas pero al menos le quitaron las ganas de vomitar. Seguí teniendo nauseas pero al menos mantendría su estómago asentado durante un rato. - Si, Lord Cottonwell. Es lo último en tecnología, directamente caido en mis manos desde las de George Eastman, como sabrá fundador de Kodak. Por cierto, le manda saludos. Es una maravilla, ya no hacen falta las engorrosas láminas de cristal, dentro del aparato hay unas especie de laminas en miniatura unidas, "carretes" los llamó con los que se pueden hacer hasta cien fotos. Y encima con más calidad. ¡Cien fotos! - gritó entusiasmado con los brazos en alto. Pronto se dio cuenta de lo inadecuado de su gesto delante de un Lord y de su esposa y pidió disculpas. Avanzó las manos hacia la cámara y la cogió con una suavidad propia como si de un bebé se tratase. La puso en su regazo y saludó a la señora Cottonwell. - Buenos días, Lady Cottonwell, encantado de conocerla.