Partida Rol por web

¿Quién es usted y cómo ha conseguido este número? - pregunta apenas Sadie acepta la llamada. Cuando Rose se identifica su tono de voz cambia inmediatamente a uno de preocupación - ¿Rose? ¿Qué ha pasado? El localizador te ubica en Greenville ¿Qué estás haciendo ahí? ¿Te encuentras bien?...

El chico verde respira aliviado al ver como el enmascarado recupera su consciencia. Dicho lo cual se vuelve a colocar en su asiento, respirando hondo.

Mira a su alrededor cuando se percata de la figura del oso. ¿Será algún tipo de animal inteligente? Piensa el chico mientras mira fijamente al osos.

Después oye como el teléfono suena. Se gira sobre sí mismo para mirar a Rose. ya era hora de que te llamará. Dijo con una sonrisa. Sabía que esa llamada tranquilizaría a la chica.

Sadie sintió un nudo en la garganta cuando escuchó la voz de Arthur al otro lado. Fue tal su impresión y su culpa, que sintió que los ojos se le llenaban otra vez de lágrimas. Pero ya había llorado suficiente, así que aguantó como pudo sin derramar ni una sola más. 

—A-arthur... —murmuró—, soy yo, Sadie... L-lo siento mucho, lo siento —dijo, preocupada, angustiada, como una niña a la que fueran a regañar por haber hecho algo mal—. Fue Morgana. Me trajo aquí buscando a los que hicieron eso a Giorgi... Bueno, no, en verdad... buscaba venganza para ella... Y, bueno, me he encontrado con... amigos, así que estoy bien. Me han dejado su móvil. Pero... llevo pijama y... y ni siquiera tengo dinero —le contó sintiendo que poco a poco se le aflojaba la presión del pecho y la información iba fluyendo como si vocalizarlo fuera su válvula de escape. 

Arthur escucha el relato de Sadie sin interrumpirla, haciendo solamente algún sonido de aquiescencia sólamente para que sepa que sigue ahí - Comprendo - dice cuando ella termine su relato - Por lo que me cuentas Morgana ha invertido mucha energía en esto así que es probable que después de semejante esfuerzo te deje tranquila una temporada, pero tampoco conviene ignorarla ¿Qué necesitas? Puedo enviarte ropa, dinero, armas o incluso agentes de White Shield para que te echen una mano. O puedo hacer que te recojan y traerte a casa para reforzar los conjuros de sellado de Morgana y así nos aseguramos de que repita la jugada en una buena temporada.

Hazlo, pequeño mortal - susurra Morgana con una voz muy lejana - Y me suplicarás la muerte antes de que te envíe de cabeza al infierno...

El justiciero sonrió bajo la mascara al ver que el agente le reconocía, poco a poco la ciudad le iba conociendo, y pronto sería el mundo quien corearía su nombre para que detuviese las más grandes amenazas.

-Así es agente, soy Moonshine.- Dijo bastante contento y seguro de si mismo, aunque no le gustó nada la siguiente insinuación.- Estoy investigando un importante caso y no he tomado nada, deben haberme atacado de alguna forma.- O al menos eso esperaba, como se tratase de un fallo en el microchip iba servido, y desde luego no podía permitir que se filtrara aquella información.

La verdad era que no sabía como explicar aquello, no solo lo que le había ocurrido, sino encontrarse en mitad de una investigación con aquel niño verde y la chica que parecía incapaz de parar de gimotear y que en aquel momento atendía al teléfono. En aquel momento el justiciero suspiró. ¿Cómo había acabado así?
Pero entonces aquel espectáculo ambulante atrajo su atención. Algo raro estaba ocurriendo además de lo que ya le había ocurrido a él mismo.

-¿Qué está pasando?- Se preguntó a si mismo, pero no acababa de detectar que diablos ocurría, aunque sin duda algo raro estaba ocurriendo.- Tened cuidado niños.- Le dijo a sus compañeros.

—Arthur —prosiguió Sadie, tratando de centrarse en la llamada de teléfono. 

Acababa de tomar una decisión tras escuchar a su tutor. 

—Arthur —repitió—, necesito ver qué está pasando mientras... mientras no esté. Sé que cuando vuelva, no me va a dejar en paz tampoco. ¿Puedes mandarme mi cartera, el móvil y... y el traje? Si es posible, con los amuletos también. Los llevaré debajo de una chaqueta o algo. 

Arthur toma aliento. Sadie lo conoce lo suficiente como para saber que su primer impulso es negarle el permiso. No porque no confíe en ella, sino por su ánimo de protegerla. No le cuesta mucho imaginarlo al otro lado de la línea abriendo la boca, cerrándola y suspirando finalmente con resignación - Está bien. No apagues ese móvil, que lo utilizaré para hacerte llegar lo que me has pedido. Y Rose... ten cuidado ¿vale? Si necesitas algo llámame...

El policía mira largamente a Moonshine antes de dejar escapar un gruñido de irritación - Oiga, señor Moonshine. No sé en qué caso estará usted trabajando pero le aseguro que aquí no ha pasado nada que pueda interesar a alguien de Umbría City - el leve temblor de su voz basta para que K.A., Moonshine y Sadie sepan que está mintiendo - Mire, no queremos problemas. Éste es un pueblo tranquilo y... - de repente se fija en la tez olivácea de K.A. - Un momento. Hace un rato un hombre ha denunciado haber sido atacado por un marciano verde ¿No serás tú, chico?

Mientras tanto, el oso ha empezado a caminar hacia el coche sin que el policía se dé cuenta. La gente cuchichea nerviosa sin saber muy bien si forma parte del número. Pero el brillo asesino en los ojos del animal no deja lugar a dudas...

El justiciero enmascarado no acababa de entender la actitud del agente, y sin duda aquel oso le estaba poniendo de los nervios.

-Escuche agente, está claro que algo está sucediendo. Solo llevaba a estos chicos a casa. Pero usted me dirá como de normal es tener osos sueltos en mitad de la calle.- Dijo visiblemente preocupado.

Era cierto, aquel oso le daba muy mala espina, y si además le servía para desviar la atención y que el agente no siguiera pensando en su verdoso compañero, mejor que mejor.

-Por favor, ¿podría encargarse del dichoso animal?- Preguntó el justiciero confiando en ue no acabaran por verse envueltos en una pelea contra un oso.

Fue en ese momento cuando KA se dio cuenta de la presencia del animal. Es cierto que los animales no se comportaba así, o por lo menos no de forma natural.

Sin escuchar lo que decía el policía se quedó mirando fijamente al oso intentando discernir sus intenciones... Quizás tendría que salir del coche a escondidas y trasformarse en un animal si la cosa se volvía peligrosa.

—Lo haré —dijo Sadie, con un suspiro de alivio mientras se despedía con brevedad y colgaba. 

Acto seguido, alzó la mirada y clavó los ojos no en el agente, sino en el oso. ¿Por qué había allí un oso? La verdad es que no tenía ni la más remota idea, había perdido el hilo de la escena con tanto estrés. Se dejaba llevar demasiado por el pánico cuando temía, sobre todo, decepcionar a Arthur. 

Pero ahora Arthur le había dicho que todo estaba bien. Morgana no molestaría. Ella tenía permiso, y ya no tenía miedo. 

Sus ojos brillaron ténuemente mientras adquirían un tono violeta. La turbulenta oscuridad se arremolinó en sus pupilas. Y alzó la mano, con la palma levantada en dirección al oso a punto de atacar al agente. 

—No —murmuró, mientras su voz se antojaba ligeramente más grave de lo habitual. 

Un escudo de sombras, vaporoso pero firme, se interpuso entre ambos. Por desgracia, la forma de éste, semiesférica, no pudo detener del todo al oso, cuyo ataque se desvió al coche. Por suerte, Ferguson, aunque asustado al sentir la embestida del animal demasiado cerca, estaba ileso. 

¿Que cojones? Exclamó el chico verde al ver como una esfera morada desviaba los golpes del oso. Se giró hacia atrás asustado para ver los ojos de su amiga, después respiró aliviado. Parecía tenerlo bajo control. Como si de un resorte se debiera el chico abrió la puerta del coche y se deslizó hacia fuera. En cuestión de segundo y medio una figura de un lobo de pelaje verde se alzaba al otro lado del coche. De un salto el lobo se subió al capo del coche para soccer impulso y después cerró sus fauces en torno al brazo del animal, intentado constreñir sus movimientos.

¿Qué dem...? - grita Ferguson cuando las zarpas del oso se abaten sobre él. Sin embargo las sombras convocadas por Sadie hacen que el animal termine haciendo un feo arañazo en el capó del coche.

¡Gracias! - le grita el sorprendido agente a la pelirrosa sabiendo que se ha librado de una buena gracias a ella y sin que le importe lo más mínimo cómo lo ha conseguido (1)

Antes de que el animal tenga tiempo de volver a atacar la forma lupina verde de K.A. se engancha de su brazo y con un poderoso tirón consigue apartarlo tanto de Ferguson como del coche mientras el animal ruge de furia (2)

El justiciero arrugó un poco la nariz al ver hacia donde había reconducido el ataque la chica, si, había salvado al policía, pero como un novato había acabado dañando su coche, al menos era solo el coche y no un inocente que se pasara por allí. Se sentía bastante fuera de su liga, no era precisamente un portento físico, al menos en cuanto a fuerza se refería, y estaban enfrentando a un maldito oso.

No creía que entrar en una confrontación directa le fuera a ayudar, y tenía bastante claro que si él mismo había perdido el control de sus acciones alguien estaría haciéndole lo mismo al oso. Si reducían a esa persona no habría que preocuparse tanto del oso, o quizás si, pero aquello era prioritario.

-¡Ponga a la gente a salvo!, nosotros nos ocupamos.- Dijo con total seriedad, mientras buscaba con la mirada a alguien sospechoso entre la gente cercana.- ¡Intentad reducirlo!- Le gritó a sus dos adolescentes acompañantes mientras él se encargaba de lo suyo. Le preocupaba especialmente volver a perder el control sobre sus acciones.

Pero aquello era un despropósito, como buscar una aguja en un pajar, uno con un oso enorme lanzando manotazos asesinos.

Sadie, más energizada, sale del coche, respirando fuerte por el escudo que acababa de crear. No usaba sus poderes de forma tan brusca tan a menudo. Y había conseguido soportar el embiste de un oso. 

Así, cuando salió del coche, le costaba hasta levantar los pies del suelo, y eso que para ella la levitación (ahora que tenía permiso para mostrarse como era) era como respirar. Simplemente, le salía, más si usaba sus poderes. 

Por supuesto, trató de ayudar más, a K.A, que estaba cogido de la pata del oso en su forma de lobo. 

Extendió las manos hacia adelante, dejando que su aura se materializara (mientras sus ojos se oscurecían nuevamente) justo donde la sombra del oso nacía. De ahí, hizo brotar unos tentáculos oscuros que trataron de agarrar al oso. Sin embargo, éstos, que eran muy frágiles, se tensaron y se deshilacharon en cuanto el animal dio dos tirones con fuerza. Por suerte, no se rompieron del todo. Uno de ellos, sí que se soltó y volvió a golpear el coche de Moonshine. Por suerte, no dejó secuelas.

Sadie sintió como un calambre y apartó las manos. Sus ojos, instantáneamente volvieron a su color natural. Respiró hondo varias veces mirándose las manos y cansada, como si hubiera hecho un gran esfuerzo. Tenía que pensar otra forma mejor. 

Cuando el oso tironea de los tentáculos que lo aprisiona se deja el cómico gorrito de payaso atrapado entre las vueltas del que ha quedado entero. Rápidamente el animal pasa de estar furioso a entrar en pánico, y lanza gruñidos lastimeros mientras intenta librarse de la tenaza de las mandíbulas de K.A.

¡Oiga! - le grita alguien del público al policía - ¿Es que no va a hacer nada?

¡Las peleas de animales están prohibidas en este Estado! - protesta otra persona

El agente Ferguson desenfunda su pistola de servicio pero no tiene muy claro qué hacer. Mira confundido a Moonshine y a Sadie esperando a que alguno de ellos le dé una indicación...

El justiciero contempló la escena un tanto fuera de juego, sin saber muy bien que hacer, pero enseguida se dio cuenta de que quien estuviese detrás de aquel ataque había dejado al oso.

-Señor, creo que alguien está usando algún tipo de metagen para controlar a gente y animales.- Dijo el justiciero muy serio. Parecía que el Oso estaba libre, tan confuso como él mismo hacía unos minutos.- Sueltalo chico... ¿Nadie puede llevarse a este animal? ¿quien es su dueño?, debería asegurarse de que lo sacaran de aquí rápido hasta que controlemos la situación.- Entonces miró a sus adolescentes compañeros.- Tenemos que encontrar a quien está haciendo esto, no puede estar lejos de aquí.- No era irrefutable, pero estaba bastante seguro de ello.

No se podía fiar de nadie, cualquiera podía dejar de controlar sus acciones, pero no comprendía porque hacía eso quien fuera, ¿porque atacar a unos justicieros a plena luz y que no le habían hecho nada?
El justiciero seguía buscando a quien estaba detrás de todo aquello entre la multitud, al menos ya no tenía que preocuparse por el oso, pero si de cualquier peligro inminente.

No todo el mundo está observando el espectáculo del oso y el lobo verde. Medio oculto tras el gentío Moonshine consigue entrever a un hombre que sostiene en sus manos lo que parece un complicado mando de control a distancia. Al ver que el oso ha perdido la pelea se gira con un revoloteo de su sobria levita de estilo amish y se aleja de la escena...

En ese instante, Sadie se quedó quieta. Había sentido algo, un cambio en el oso. Estaba asustado, ya no atacaba. Eso hizo que ella perdiera unos instantes preciosos mirando al oso primero, después llevándose el corazón al pecho y, por último, tras poner una mirada de sorpresa, al sombrero del animal, atrapado en uno de los zarcillos de oscuridad, que, una vez rotos, recordaban a las ramas espinosas de uno rosal. 

—¡K.A, sueltalo! —pidió entonces Sadie mientras, levitando suavemente, trató de acercarse al oso—. Voy... voy a intentar algo —declaró. 

Iba a hacer una acción arriesgada, iba a tratar de calmarlo tratando de disipar ese miedo que le atenazaba. 

El chico verde abrió mucho los ojos cuando su amiga le pidió que soltar a la amenaza. Función seño pero decidió hacerle caso a la chica del pelo rosa. Solton animal y dio un salto hacia atrás preparado para volver a atacar si erá necesario.